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Secretos del Vaticano



Partes: 1, 2, 3

  1. Justificación
  2. Prologo
  3. Orígenes
  4. La
    iglesia enemiga
  5. Los
    archivos secretos del vaticano
  6. Documentos destruidos
  7. Apertura parcial
  8. La
    sotana roja
  9. El
    encubrimiento
  10. La
    muerte del papa
  11. El
    complot
  12. Logrando entender
  13. La
    muerte de Juan Pablo I
  14. El
    papa negro
  15. La
    iglesia enemiga
  16. Los
    archivos secretos del vaticano
  17. El
    vaticano abre sus archivos secretos
  18. Historia de los museos
    vaticanos

Justificación

Escogí este tema porque se me hace muy
interesante se llama los secretos del vaticano me llama mucho la
atención te informas de todo lo que esta pasando dentro
del vaticano de todo lo que esconde etc.

El Vaticano es una cosa y lo que hacemos el resto de
seres humanos es otra muy diferente. El caso es que
lamentablemente muchísimos sacerdotes, obispos,
cardenales, incluso papas en la historia han cometido verdaderas
atrocidades, y quien responde ante estos atropellos es la Iglesia
y el Vaticano "de turno", digo de turno refiriéndome a la
época en la que se viva claro.

El caso es que El actual papa, esta pidiendo disculpas
por todas estas acciones llevadas a cabo por gente del clero, es
más quiero decirte que la mayoría de los acasos
sexuales los ha denunciado la propia Iglesia (que somos
todos).

Una cosa es confiar en las personas que componen la
Iglesia o Vaticano y otra muy diferente confiar en la Iglesia o
Vaticano siendo esta la institución la cual nos ayuda en
nuestro paso por la tierra, tomando en cuenta la ayuda que nos
aporta. Obviamente las personas se equivocan pero también
rectifican, que es lo que lleva haciendo la Iglesia durante casi
los últimos 20 años

Prologo

Dios es absolutamente otro dicen os fenomenólogos
de la religión es decir el misterio absoluto que apenas
cabe en categorías humanas el catolicismo se asienta en el
misterio porque lo mistérico atraviesa los fundamentos de
cualquier religión y también de la católica
mas aun durante siglos la iglesia jerarquica cultivo con
profusión el misterio desde cualquier punto de vista
porque el misterio protege aísla separa mantiene en otra
orbita durante siglos los clérigos de toda clase y
condición era los únicos intermediarios entre los
simples mortales y dios los únicos que podían
acercarse a la zarza ardiendo todo era misterio desde la lengua
con la que solo los iniciados podían dirigirse al
altísimo hasta las ceremonias litúrgicas desde los
hábitos y las sotanas que apartan y segregan hasta el halo
mistérico que envuelven templos ermias conventos y
monasterios y al misterio de los misterios y los intermediarios
entre el misterio y los mortales cobran mayor protagonismo solo
los iniciados pueden ver a dios

Origenes

La iglesia primitiva comunidad de hermanos en la que
todo es de todos primeros comunistas de la historia deja de ser
modelo de fraternidad y transparencia cuando pasa de ser una
iglesia minutaría y perseguida de convencidos que se
jugaban la piel mártires de las persecuciones a una
iglesia que en la época de Constantino pasa a ser masiva y
copia del modelo jera jico del imperio romano para su
estricción es el paso del circulo todos iguales y hermanos
donde el que preside es un servidor a la pirámide los
pastores mandan y las ovejas obedecen y el que manda es un
señor

¿Dónde vive el
papa?

El pontífice y la mas alta jerarquías de
la iglesia residen en el llamado palacio apostólico un
grupo de edificios construidos en la época del
renacimiento

¿Qué significa la palabra
conclave?

La palabra conclave significa con llave o bajo llave
esta institución vaticana fue fundada en el año
1274 por orden del pontífice Gregorio x 1 de septiembre de
1271-10 de enero de 1276 el papa decidía así la
democratización de la elección del pontífice
por partede los cardenales de la iglesia que son quienes forman
el conclave el conclave se reúne once días
después del fallecimiento del papa

El Archivo Secreto del Vaticano guarda documentos muy
valiosos sobre la historia medieval de la Catedral de Compostela.
Actualmente, sin embargo, estos textos de incalculable valor
podrán ser revisados en el propio templo del
Apóstol, aunque eso sí, únicamente en
formato digital.

Se trata de 580 imágenes Jpeg, cada una de las
cuales corresponde a un folio o escrito suelto de toda la
documentación pontificia de la Edad Media que se guardaba
en el Archivo Secreto del Vaticano, en sus secciones de Registros
Vaticanos, Registros Aviñonenses, Instrumenta Miscellanea
y Armaria.

Corresponden a los siglos XIII, XIV y XV, y se pueden
consultar en la basílica de Santiago gracias a la labor de
los actuales secretarios técnicos del Archivo
catedralicio, Xosé Manuel Sánchez y Arturo Iglesias
que, durante meses y en años espaciados, se han desplazado
a Roma para examinar la documentación medieval y moderna
del archivo del Vaticano. Allí han encontrado textos
inéditos como, por ejemplo, los que tratan la presencia de
la iglesia compostelana en el cisma de Occidente.

El Archivo Secreto del Vaticano se llama así
porque "muy pocos, sólo la curia eclesiástica que
gozaba de la amistad del Papa de ese momento, podían
acceder a los fondos, aunque desde el año 1881 se
abrió a los historiadores", explicó en una
entrevista a este rotativo Arturo Iglesias.

Pese a ello, no es fácil el acceso a este
recinto, cuna de la conservación permanente de los
archivos de la Santa Sede. Y, si Arturo Iglesias y Xosé
Manuel Sánchez lo han conseguido, ha sido gracias a que
necesitaban esta documentación para su tesis doctoral y a
que han contado con el apoyo del canónigo archivero de la
Catedral, José María Díaz: "Envió una
carta de presentación, y lo mismo hizo también mi
director de tesis, Ermelindo Portela", explica Xosé Manuel
Sánchez, cuyo doctorado sobre la relación entre
Santiago y el Pontificado en la Edad Media obtuvo un cum
laude por unanimidad en la Facultad de Xeografía e
Historia el pasado mes de diciembre.

Xosé Manuel cuenta, también, que cuando
estuvo en el Vaticano "la mayoría de los documentos que
necesitaba ya estaban digitalizados", aunque en una
ocasión pidió un libro del siglo XIV, y se lo
entregaron en su estado original. "Era una obra que tenía
una declaración del chantre de la Catedral, Tomás
González", dice.

Las copias de los documentos del Archivo Secreto del
Vaticano que acaban de llegar a Santiago incluyen
muchísimos escritos sobre la iglesia compostelana en los
siglos XIV y XV: "Un gran número hablan de las provisiones
y beneficios de esas épocas. Es decir, de los
nombramientos. También explican la centralización
eclesiástica que se produjo en el siglo XIV, aunque otros
textos relatan la prelatura de Berenguel de Landoira, arzobispo
importantísimo para Santiago". La documentación
obtenida llega hasta el año 1417.

Antes de que los textos digitalizados sean accesibles,
los archiveros de la Catedral tienen, todavía, que
"cotejar todas las imágenes que nos han llegado con los
documentos que hemos pedido para saber que todo esté
correcto", indica Xosé Manuel Sánchez. Terminada
esta primera fase, empezará la labor de "lectura de todos
los textos y su transcripción", comenta también el
archivero. Finalmente, "se editará con estos textos la
Colección de Documentación Pontificia de la Iglesia
de Santiago, que deberá estar finalizada en
2010".

Más textos desde el siglo XV al XVIII

Así como Xosé Manuel Sánchez se
ocupó de bucear entre los textos medievales del
Archivo Secreto del Vaticano, Arturo Iglesias hizo lo mismo, pero
especializándose en la época Moderna para
documentar su tesis sobre la relación de la iglesia
compostelana y el Papado durante todos estos
años.

El objetivo de la Catedral es comprar también la
edición digital de estos fondos, "aunque aún
está en proceso", reconocía ayer Xosé Manuel
Sánchez. "Todavía no hay una fecha para poder decir
cuándo estará esta documentación en el
Archivo de la Catedral de Santiago",
añadió.

Las copias digitalizadas que acaban de llegar del
Archivo Secreto del Vaticano "parten del siglo XIII y llegan
hasta el año 1417", explican los archiveros catedralicios.
Ese año finalizó el cisma de Occidente, en el que
hasta tres papas se disputaron la autoridad pontificia
.

LA IGLESIA
ENEMIGA

¿Fueron los Evangelios Apócrifos los
únicos textos silenciados por la Iglesia? ¿Es la
descendencia de Cristo el único secreto que guarda esta
institución y que no quiere que se conozca porque
disminuiría enormemente su poder? De ninguna manera. El
Vaticano siempre ha siglo lugar de secretos, intrigas,
conspiraciones, misterios. …y al igual que los servicios
secretos de cualquier estado, ha movido y sigue moviendo hilos
que los ciudadanos no tienen posibilidad de conocer.

De todo el enorme abanico al respecto daremos cuenta de
dos cuestiones, los archivos secretos del Vaticano (ya que se
encuentran vinculados al secreto de Cristo) y el escándalo
más sonado en que se vio envuelta la Santa Sede en las
últimas décadas: el supuesto asesinato del papa
Juan Pablo 1 a manos de la misma gente del Vaticano, en un
escenario donde no estaban ausente ni la mafia, ni la
masonería, ni los escándalos
financieros.

LOS ARCHIVOS SECRETOS
DEL VATICANO

Cincuenta kilómetros de estanterías
subterráneas; libros, códices y pergaminos varios,
inaccesibles para el público; registros escritos
almacenados por dos milenios que nadie sabe a ciencia cierta en
qué consisten. ¿Por qué se conserva esa
documentación secreta y misteriosa en el Vaticano?
¿Qué arcanos esconde esta red? Si bien resulta
imposible dar cuenta de ella en su totalidad (ya que la inmensa
mayoría de lo allí guardado resulta una
incógnita para quien no pueda transitar sus vetustos y
misteriosos pasillos), se ofrece a continuación una breve
lista del material que, a ciencia cierta, se sabe que se
encuentra en los archivos secretos de la Santa Sede.

• Documentación sobre el cristianismo
primitivo, que incluye estudios sobre los rollos del Mar
Muerto.

• El
juicio de los Templarios
. Volumen de 1309 acerca del proceso
a los caballeros de la Orden del Temple. Se trata de una copia,
no de la edición original, pero se la considera
absolutamente fidedigna y realizada inmediatamente a la
redacción del original.

• Cisma de Occidente (1378-1417), con años
en los que hubo tres Papas a la vez, cada uno con sus misterios,
sus secretos, sus archivos y documentos
confidenciales.

• La Bula de Inocencio VII (1484), con la que
promovía la caza de brujas.

• Todos los libros prohibidos expresamente por el
Vaticano a través de su Índice; libros que,
lógicamente, se han leído y archivado. El
Índice surgió a raíz de la
Institución de la Sagrada Congregación del Santo
Oficio (1542), testamento que instauró la
Inquisición a semejanza de la ya establecida en
España. Sin embargo, es necesario aclarar que la
prohibición de impresión, copia y lectura de
ciertos libros comenzó con el Concilio de Nicea 
donde, por ejemplo, se prohibió y quemó el Thalia
de Arrio.

• Toda la documentación sobre la reforma del
calendario romano (del que hoy nos servimos) promovida por
Gregorio XIII en 1582.

• Gran cantidad de material con temáticas
"normales" (eclesiástica, civil y política) y, sin
duda, otra buena parte con temas paranormales. Muchos
investigadores (entre ellos, Huc de Sant Joan de Mata) coinciden
en que los Archivos Secretos con, tienen muchísima
documentación sobre la fenomenología para normal y,
particularmente, sobre parapsicología. Lógicamente,
fenómeno de ese tipo registrado, por ejemplo, en el siglo
X, no S expondría como "fenómeno
parapsicológico", sino como anatema, o milagro. En los
siglos posteriores, el mismo fenómeno sería
vinculado a la brujería.

• Toda la documentación sobre Giordano Bruno
(siglo XVI) dominico italiano al que se le enjuició por
heterodoxia en un proceso que duró siete años. De
éste último hecho, sólo se conserva un
sumario de 55 páginas que fue hallado en 1940.

• Dentro del sector catalogado como "Archivo de
miscelánea", se encuentra todo el proceso acerca de la
monja de Tercera Orden de Santo Domingo, Cristina de Rovales
(llevado a cabo en el siglo XVI), que da cuenta de posesiones
diabólicas estigmas, apariciones y fenomenología
que hoy se considera puramente parapsicológica, como la
levitación y la telepatía.

• Textos procedentes de países no cristianos
visitados por misioneros. Por ejemplo, en el siglo XVII, los
jesuitas que encontraban misionando en China mandaron una
cantidad verdaderamente asombrosa de material.

• Documentos acerca de el Juicio de Galileo (Siglo
XVII)

Cartas de Pío XII que develan datos de la
relación Vaticano-Hitler.

Los Archivos secretos fueron abiertos a la
investigación, en parte y por primera vez, en 1881. Desde
entonces, se han publicado y analizado diferentes libros y
documentos. En los últimos años se está
procediendo a microfilmar, grabar en video y. por supuesto,
archivar en computadoras.

El Vaticano abre sus archivos secretos

El Vaticano anunció que el 15 de febrero
abrirá parcialmente sus archivos secretos de la
época previa a la Segunda Guerra Mundial. Los documentos,
que estarán disponibles para aquellos investigadores que
eleven una petición oficial, cubrirán el
período 1922- 1939, Dé asta forma, la Iglesia
Católica quiere limpiar el nombre del Papa Pío XII,
acusado por organizaciones judías de haber hecho muy poco
para denunciar el Holocausto. Durante los años previos a
la guerra quien luego sería Pío XII se
desempeñó como embajador vaticano ante
Berlín.

Documentos
destruidos

Los primeros 640 documentos que se pondrán a
disposición de las estudiosos el próximo año
cubren las relaciones entre la Santa Sede y Alemania desde 1922
hasta 1939. Sin embargo el Vaticano dejó constancia que
muchos de los legajos del período 1931 – 1934 fueron
prácticamente destruidos o dispersados durante los
bombardeos aliados contra Berlín y por un incendio,
informa la agencia de noticias Reuters. Entretanto, los
documentos que abarcan el perdido entre 1939y 1949, y que tratan
sobre los prisioneros de guerra, saldrán del archivo en
una segunda instancia. Los materiales que contienen
información sobre las relaciones entre Pío XII y
Alemania hasta su muerte en 1958, serán puestos a
disposición de los estudiosos en tres
años.

Apertura
parcial

El Vaticano siempre ha defendido la posición de
Pío XII, explicando que su silencio se debió al
temor de poner aún más en peligro la vida tanto de
católicos como judíos. En un comunicado de inicios
de 2002, la Santa Sede informó que espera que los
documentos demuestran "el enorme trabajo de caridad y asistencia
emprendido por el Papa Pío XII, para los prisioneros y las
víctimas de guerra, sin distinción de nacionalidad,
religión o raza".

Este anuncio llegó tiempo después de que
los estudiosos judíos y católico que examinaban los
documentos suspendieran sus actividades porque el Vaticano no
abría sus archivos de forma completa. La Santa Sede
aceptó que una apertura parcial resultaba verdaderamente
frustrante para los estudiosos. Sin embargo, argumentó qUe
esto se debió a la necesidad de proteger a las
víctimas del Holocausto que aún estaban
vivas.

Una vieja sospecha Para quien ha seguido las
informaciones publicadas sobre este tema, aparentemente, la
noticia sólo tenía de sorprendente el hecho de que
estos familiares del Pontífice venían a sumarse al
coro multitudinario que reclama se arroje luz sobre las confusas
circunstancias en que se produjo el inesperado
fallecimiento.

Apenas transcurrido un mes desde la muerte, la prensa
española anuncia la inminente presentación en Roma
de Han asesinado al Papa (Operación Paloma), una novela en
la que los periodistas Jesús Ramón Pena y Mario
Eduardo Zottola sostienen que la muerte del Papa Lucíani
«obedeció a un movimiento puramente
económico», debido a que «el imperio
financiero del Vaticano es uno de los más poderosos del
mundo» y «existen poderosos motivos para intentar
eliminar al máximo dirigente de esta fortuna». Sin
embargo, a comienzos de aquel mismo mes, los tradicionalistas
romanos seguidores del arzobispo Lefébvre ya avanzaron la
posibilidad de que Juan Pablo I hubiese sido asesinado por los
masones infiltrados en las altas esferas vaticanas, a las que
culpabilizaban de impulsar las tendencias reformistas
postconciliares en la Iglesia, a las que supuestamente se
opondría el Papa.

La Sotana
Roja

Ciertas revistas de extrema derecha habían
acusado de estar afiliados a la masonería al secretario de
Estado de la Santa Sede, cardenal Villot, al presidente de la
Congregación de Obispos, cardenal Baggio, al banquero del
Vaticano, arzobispo Marcinkus y a otros prelados. En 1980, Bruce
Marshali fantasea con el tema en su novela ¿Un asesino
para Juan Pablo /?, en la que el Papa Lucíani es
envenenado por la ficticia sociedad de Los Nuevos
Apóstoles, cuyos doce miembros se oponen a los cambios
propulsados por el Concilio Vaticano II y apoyan como
pontífice al cardenal Siri. Tres años
después en La verdadera muerte de Juan Pablo I, Jean-
Jacques Thierry plantea la hipótesis de que Villot
sustituyó a Pablo VI por un sosías y planeó
la muerte de su sucesor cuando éste descubrió la
infiltración masónica en las esferas vaticanas,
insólita teoría la del doble que aún hoy
sostienen no pocos ultraconservadores. De forma más seria
y mejor documentada, Roger Peyrefitte, buen conocedor de los
entresijos de la Masonería y del Vaticano, sostiene en La
Sotana Roja la tesis de un complot tramado por algunos prelados
que mantenían estrechas relaciones con mafiosos,
financieros y dirigentes de la logia P-2, encubriendo bajo
pseudónimos muy evidentes a personajes que a esas alturas
eran ya bien conocidos. Y describe al Papa como un reformista
liberal empeñado en erradicar la corrupción de la
cúpula eclesial, presentando a Villot y a Marcinkus como
instigadores del crimen, llevado a cabo por un asesino
profesional con una jeringuilla envenenada, a fin de evitar su
inminente destitución. Ese mismo año, los
fabricantes de best- séller G. Thomas y M. Morgan-Whitts
publican Pontífice, una documentadísima
investigación sobre las vidas de los tres últimos
papas y las críticas circunstancias en que se desarrollan
sus pontificados, en la que sugieren que la hipótesis del
asesinato fue un rumor hábilmente promovido por el KGB
soviético para desacreditar al Vaticano en unos momentos
de gran tensión en sus relaciones con la URSS.

El
Encubrimiento

En nombre de Dios La tesis de una conspiración
urdida para asesinar a Lucíani con digitalina, a fin de
impedir los cambios planteados por el Papa para acabar con la
corrupción, es defendida en 1984 por David Yallop en su
obra En nombre de Díos, resultado de tres años de
intensas investigaciones en las que contó con la
colaboración clandestina de algunos miembros de la curia
vaticana. Yallop demuestra que el Vaticano encubrió las
circunstancias en que se produjo el fallecimiento y proporciona
indicios suficientes para considerar necesaria la apertura de una
investigación oficial. Su libro provocó un
verdadero escándalo. La situación era realmente
grave. Hasta el punto de llevar a un esoterista ultraconservador
como Jean Parvulesco a aceptar la posibilidad de que Juan Pablo I
fuese ejecutado para evitar que condujese a la Iglesia a una
desviación teológico, progresista y tercermundista
(se refiere al «sueño revolucionario y
anarquista» que Yallop atribuye al Papa Lucíani), y
a sostener a un tiempo que -aprovechando estas circunstancias-
Yallop y «sus comandatarios sin rostro» pretenden
presentar al Vaticano convertido en «la mayor potencia
criminal del mundo».

El Presidente de la Comisión Pontificia para las
Comunicaciones Sociales reaccionó al libro de Yallop
remitiendo a las Nunciaturas Apostólicas y a algunas
Conferencias Episcopales unos folios, elaborados por
monseñor Nicolini, en los que se rebatía la
hipótesis de que «el llorado» Juan Pablo I
pretendiese «revolucionar» la jerarquía
vaticana, explicando que «imaginar un ambiente propicio a
conjuras es imposible para quien vive en la realidad cotidiana
del Vaticano», añadiendo que «la salud del
Papa era más bien enfermiza» y dejando claro que
carece de importancia quién descubrió el
cadáver del Pontífice. Pese a todo, una encuesta
publicada en 1987 demostraba que el 30 por ciento de los
italianos estaban convencidos de que el Papa de la sonrisa
murió asesinado. Un ladrón en la noche Conscientes
de la necesidad de argumentos más contundentes, las
autoridades vaticanas animaron a realizar una
investigación imparcial sobre el asunto al periodista John
Cornwell. Le dieron unas facilidades sin precedentes que le
permitieron entrevistarse con los más importantes
protagonistas de la historia que aún seguían vivos,
sin imponerle condición alguna; todo ello -aclara- con la
esperanza de que saldrían a la luz pruebas concluyentes de
la falsedad de todas las teorías conspiratorias que
durante te más de una década han sido causa de
malestar para la Iglesia Católica Romana. En Como un
ladrón en la noche, nos explica que, las pruebas
comenzaron a llevarme a una conclusión que me parece
más vergonzosa y más trágica que cualquiera
de las conspiraciones propuestas hasta el presente: Le
despreciaban por su torpe forma de andar, su aspecto desganado,
sus inocentes discursos, su lenguaje sencillo e imitaban el
silbante tono de su voz. Se referían a él en tono
condescendiente, con diminutivos. Había interminables
historias sobre su comportamiento y sus meteduras de pata… Se
dejó morir por no sentirse capacitado para ser Papa…
Murió solo, en el centro de la comunidad cristiana
más grande del mundo, por negligencia y por falta de amor,
ridiculizado y menospreciado por la institución que
existía para mantenerle… Lo peor es que el propio
Cornwell le presenta a veces como alguien poco menos que
delirante y estima que «su mansedumbre, su desconfianza,
sus preocupaciones por los temas puramente pastorales y piadosos,
no se acoplaban bien a una Iglesia que se enfrentaba a los
desafíos mundanales de los ochenta y los noventa».
En similar sintonía, la de aceptar el mal menor, el
historiador Ricardo de la Cierva asume en El diario secreto de
Juan Pablo I que existió una trama económica,
amenazas de muerte, una conspiración para acabar con el
Papa, un masón convertido que le facilita la lista de sus
colegas infiltrados en la cúspide eclesiástica y le
avisa que van a atacarle esa misma semana… pero, finalmente,
muere por causa natural, antes de que intenten asesinarle. Puesto
que se trata de una no- vela histórica, no hay forma de
discernir en ella lo cierto de lo ficticio. Este libro, como el
anterior, pretende tranquilizar no pocas conciencias atormentadas
por la posibilidad de semejante crimen, al tiempo que incrementa
la confusión en torno al tema. ¡Que se haga
justicia! Y en estas circunstancias se encontraba la
polémica cuando, a comienzos de 1991, las declaraciones de
los familiares de Juan Pablo I vinieron a añadir
leña a la caldera de las sospechas. Como si Dios, o el
demonio, se empeñase en que los trapos sucios del Vaticano
siguieran siendo noticia, o bien en crear confusión en
torno al tema que nos ocupa, una semana después la prensa
anunciaba la próxima aparición de un libro
explosivo. 

La Muerte del
Papa

El jesuita norteamericano Robert Graham, expone en el
mismo los resultados de su amplia investigación sobre las
tramas de espionaje -propias y ajenas- que se han tejido en torno
a los secretos del Vaticano, y en las que han participado no
pocos religiosos. Lo que más me llamó la
atención del asunto era que pocas semanas antes, a
mediados de diciembre de 1990, una pequeña editorial
había comenzado a distribuir el primer libro -que yo sepa-
en el que un sacerdote sustenta la tesis del asesinato: Se
pedirá cuenta.

En opinión de su autor, el español
Jesús López Sáez, licenciado en
teología, filosofía y psicología, era
necesario este libro, ya que el de Cornwell no sólo
«no contentó al Vaticano sino que supera incluso la
distorsión que ya se había hecho de la imagen de
Albino Lucíani, y es necesario hacerle justicia».
«El problema de la muerte de Juan Pablo I está
ahí -explica- y se puede resolver, no encubriendo ni
reprimiendo el asunto, sino tratando de corazón
comprenderlo. Abundan los indicios que justificarían una
investigación en cualquier Estado de Derecho. Con ello no
se ataca a la Iglesia; al contrario, se la defiende.

La clave evangélica es la purificación del
templo, que es casa de oración y no debe convertirse en un
mercado ni en cueva de bandidos. Evidentemente, lo que
está en juego es muy grave: ¿Dónde ha habido
más negocios? ¿En el mercado vaticano o en el viejo
templo denunciado por Jesús? ¿No son demasiadas las
muertes que han acompañado esos negocios? ¿Se ha
hurtado a la Iglesia y al mundo la causa de la muerte de Juan
Pablo I?… Si no se responde adecuadamente a estos
interrogantes, la nueva evangelización quedará
desacreditada como vieja comedia, desgraciada y estéril.
Como dice el Señor en el Evangelio de Lucas: Se
pedirá cuenta». Han matado a mi padre Ha hecho caso
omiso a las prudentes recomendaciones de que no publicase su
libro, consciente de que un artículo sobre el mismo tema,
publicado en la revista religiosa Vida Nueva, le costó el
cese como responsable de catequesis de adultos en el Secretariado
Nacional. Casualmente, aquel articulo salió a la calle el
4 de octubre de 1984, aniversario del entierro del Papa,
día en que -casualmente- en todas las iglesias del mundo
se leía un salmo que en la Comunidad cristiana de la que
ahora es responsable tenían especialmente asociado a la
muerte de Juan Pablo I: «Han entrega- do el cadáver
de tus siervos por comida a los pájaros del cielo, la
carne de tus amigos a las bestias de la tierra… Que se conozca
entre las gentes». Hablando con él, resulta evidente
que profesa una admiración y un amor especial por la
figura de Juan Pablo I. Cuando en la Comisión Episcopal le
explicaron que, aunque fuera verdad, no debería decirse,
añadiendo que, es como si tu padre fuera un criminal, debe
quedar en familia, él replicó: «ese no es el
caso; el caso es que han matado a mi padre y no tengo por
qué callarlo».

Casualmente, el padre de Jesús López
nació el mismo día que el Papa Lucíani: el
17 de octubre de 1912… Si de algo se le puede acusar es de
exceso de amor y de celo, y no parecen ser estos motivos
suficientes para que la jerarquía pueda condenar su
atrevimiento, sino -por el contrario- para disculpar sus posibles
excesos. Según nos explica, Jesús López
visitó, en 1989, a Pía, la sobrina de
Lucíani que junto a su padre Eduardo ha protagonizado las
recientes declaraciones, y a la esposa de éste
último, Antonia, quien acabó confesándole:
No sabemos de qué murió, y a veces tenemos
pensamientos extraños. Les entregó entonces copia
de un borrador de su libro, y en diciembre de 1990, les
envió el libro impreso. Resulta curioso que, tras doce
años de silencio, precisamente ahora se animen a expresar
sus dudas, aunque sea tímidamente. ¿Puede haber
sido este sacerdote español el catalizador de esa
reacción? Aunque así no fuese, hay demasiada
sincronicidad entre ambos hechos como para ignorar que resultan
significativos.

Pero veamos cuáles son los hechos en que se
fundamenta la polémica. ¿Por qué no se hizo
la autopsia? El 29 de septiembre de 1978, el Vaticano comunicaba
oficialmente que, hacia las 5.30 de esa mañana, «el
secretario particular del Papa, no habiéndole encontrado
en la capilla, como de costumbre, le ha encontrado muerto en la
cama, con la luz encendida, como si aún leyera. El
médico, Dr. R. Buzonetti, que acudió
inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente
hacia las 23 horas del día anterior a causa de un infarto
agudo de miocardio». Las evidencias acumuladas
posteriormente demostraron que fue la hermana Vincenza quien
descubrió el cadáver, al entrar en la
habitación del Pontífice, desconcertada porque no
obtuvo respuesta a sus insistentes llamadas. Según varios
testigos, estaba sentado en la cama, con la luz encendida, las
gafas puestas y unos papeles entre las manos. La monja
corrió entonces a despertar al secretario John Magee,
quien constató la muerte y llamó al cardenal
Villot. Acompañado por el médico, éste
último examinó el cadáver y llamó a
los embalsamadores. El problema es que las declaraciones que
éstos hicieron posteriormente no coinciden con las
realizadas por otros testigos. Dada la temperatura tibia que
aún mantenía el cuerpo y que fue también
comprobada por sor Vincenza y por el secretario Lorenzi, los
embalsamadores estiman que el fallecimiento debió
producirse entre las 4 y las 5, y no a las 11, conclusión
que les fue confirmada por monseñor Noé. Pese a las
protestas de algunos eclesiásticos, el cardenal Oddi
declaró que el Sacro Colegio Cardenalicio ni siquiera iba
a considerar la posibilidad de abrir investigación alguna
sobre la muerte, ni aceptaría el menor control por parte
de nadie. Pero luego se supo que los cardenales pidieron conocer
las circunstancias precisas en que aquella se produjo, ante los
interrogantes que se planteaba la opinión pública,
la ausencia de un boletín médico y la negativa de
la Santa Sede a realizar la autopsia del cadáver que
eliminase cualquier duda. El problema es que, sin autopsia,
resulta clínicamente imposible determinar que un deceso se
produjo por infarto de miocardio agudo e instantáneo y que
el cuadro típico del mismo no se corresponde con la
disposición en la que se afirmó haber encontrado el
cadáver, ya que todo parecía indicar que no hubo
lucha con la muerte. Por otra parte, el sobrio estilo de vida del
Papa y su tensión baja tampoco hacían sospechar
semejante desenlace, ni tampoco se corresponden con una
hemorragia cerebral o una embolia pulmonar, las otras
posibilidades que han citado fuentes vaticanas. Para colmo, los
médicos Buzonetti y Fontana, que firmaron el certificado
de defunción, reconocieron no haber prestado nunca sus
servicios médicos a Lucíani, por lo que no
sabían nada sobre el estado de su salud ni sobre las
medicinas que tomaba; tampoco se molestaron en preguntar a
quienes podían saberlo. Su muerte fue tan inesperada que
el Dr. Da Ros, médico personal de Juan Pablo I, a quien
había encontrado el día anterior con muy buena
salud, no se lo podía creer. Una losa de silencio La
Secretaría de Estado impuso un voto de silencio a sor
Vincenza, para impedirle que contase lo que había visto,
aunque finalmente lo rompió, ya que -en su opinión-
«el mundo debe conocer la verdad» sobre la muerte de
este Papa, al que ella admiraba profundamente. Como nos explica
el padre López Sáez, «parece que el Vaticano
no quiere saber de qué murió el Papa, o no quiere
que se sepa, y su versión oficial ha falseado la
situación, dándose la ocultación y
aún la represión de toda investigación sobre
este enigma». Según uno de los especialistas a los
que ha pedido estudiase las circunstancias en que se produjo la
muerte, el Dr. Cabrera, «ésta podría
responder mejor a una muerte provocada por sustancia depresora y
acaecida en profundo sueño». Por otra parte, el tono
rosáceo que aún tenía su rostro a
mediodía del 29 «aparece en algunas intoxicaciones,
por ejemplo, de monóxido de carbono y de cianuro».
Llama la atención -continúa el sacerdote
español- la prisa de Villot por embalsamar el
cadáver», procedimiento habitual cuando muere un
Papa. Y ello pese a que, en cualquier Estado de Derecho,
sólo se puede proceder al embalsamamiento cuando han
transcurrido 24 horas desde el fallecimiento, como ocurrió
tras la muerte de Pablo VI. Contrariamente a lo que se ha dicho,
las normas de la Santa Sede ni prohíben ni ordenan la
autopsia de los pontífices, y mediante ésta -que
Villot descartó obstinadamente- podría haberse
determinado si hubo infarto agudo o detectado veneno de metales
pesados, pero ésta quedaría seriamente dificultada
tras el embalsamamiento. Aún en 1989 los habitantes del
pueblo natal de Lucíani constituyeron un comité
para pedir que se hiciese la autopsia que pese a los años
transcurridos aún podría despejar algunas dudas.
Sin embargo, pese a que se ha dicho que el cadáver fue
embalsamado sin extraerle la sangre ni las vísceras,
Lorenzi asegura que los embalsamadores «retiraron partes
del cuerpo, posiblemente las vísceras». En tal caso,
pudo realizarse algún tipo de autopsia. Si así fue,
¿por qué no se ha dicho? El padre Gennari, asegura
que tal autopsia se hizo, confirmando que las preocupaciones y el
estrés llevaron al Papa a tomar inadvertidamente un
vasodilatador, contraindicado para su tensión baja. Pero,
en tal caso, teniendo en cuenta que Lucíani era muy
cuidadoso con sus medicamentos y que estos eran controlados por
la enfermera sor Vincenza, cabe la posibilidad de un cambio
criminal de las medicinas. En cuanto a la lectura que
tenía entre sus manos cuando falleció, han
circulado diversas versiones, sin que el Vaticano haya concretado
de qué se trataba, incomprensiblemente. Según
Germano Pattaro, consejero teológico del Pontífice,
«eran unas notas sobre la conversación de dos horas
que el Papa habla mantenido la tarde anterior con el Secretario
de Estado Villot». Para entender los motivos por los que
alguien podría estar interesado en acabar con la vida de
Juan Pablo I, es necesario recordar brevemente toda una serie de
turbias maniobras que salieron a la luz años
después, que afectaban directamente a las finanzas
vaticanas y que Lucíani alcanzó a conocer
parcialmente.

El
Complot

El Banco Vaticano lava más blanco Según se
desprende de las investigaciones realizadas por Yallop, Gurwin,
Sisti, Modolo, Di Fonzo, Piazzesi, Bonsanti, Doménech y
Rupert Cornweil, la mafia italonorteamericana utilizó las
instituciones financieras del Vaticano para blanquear dinero
sucio procedente del tráfico de drogas y otras actividades
delictivas. Semejante operación fue concebida por Michelle
Sindona, que comienza su carrera reciclando la fortuna de los
Gambino, conocidos hampones neoyorquinos, a través de un
holding. Lentamente, va forjando un verdadero imperio financiero
de dimensiones internacionales. Tras entregar al cardenal
Montini, el dinero necesario para la construcción de un
asilo, y que realmente fue donado por la CIA y la Mafia, se
convierte en su amigo y consejero financiero. Por
mediación de quien años después se
convertiría en el Papa Pablo VI, conoce a Massimo Spada,
director del Banco Vaticano. A través del Continental Bank
of Illinois, la cuarta, parte de cuyas acciones han sido
adquiridas por Sindona, se canalizarán cuantiosas
inversiones vaticanas a lo largo del continente americano.
Sindona traba una estrecha amistad con Licio Gelli, un poderoso
empresario textil que ha combatido contra la República
durante la guerra civil española, alistándose luego
en las SS nazis y trabajando finalmente como agente del KGB
soviético para salvar el pellejo, actividad a la que
pronto viene a sumarse la de agente de la CIA, al tiempo que se
enriquece ayudando en su huida a Sudamérica a numerosos
nazis como el famoso Klaus Barbie. Acusado de haber torturado a
partisanos, viaja a Argentina, donde entable amistad con el
presidente Perón que le convierte en el primer agraciado
con la doble nacionalidad italoargentina y le nombra consejero de
su país en Italia. Teje toda una red de contactos en
Iberoamérica, similar a la que elabora en Italia entre
empresarios, políticos y militares. A partir de 1966,
anima a muchos de estos a ingresar en la agrupación P-2, a
través de la cual Gamberini, Gran Maestre del Gran Oriente
de Italia, pretende contar con un grupo de personajes eminentes
que fuesen favorables y útiles a la Masonería, pero
que pronto escapa a su control. El poder de convicción y
la creciente influencia de Gelli -convertido ya en Gran Maestre
de la Logia P-2- llevan a muchos a ingresar en ella convencidos
de que les resultará de gran ayuda en sus carreras. Gelli
se dedica a acumular secretos que le permiten incrementar su
poder y chantajear a otros para que se integren en su logia,
convirtiéndose así en el epicentro donde confluyen
las más confidenciales informaciones del país,
gracias a las cuales manipula las más diversas instancias.
Las amistades argentinas de Gelli Para centralizar sus
actividades en Iberoamérica, Gelli compra una
mansión en Montevideo, jactándose de ser amigo de
poderosos hombres de negocios y de dirigentes derechistas de todo
el continente. Contribuye al retorno de Perón, en 1973
asiste como invitado de honor a la inauguración de su
presidencia y Andreotti comenta, asombrado, el respeto
reverencial que el general le profesaba, asegurando que vio
cómo Perón se arrodillaba ante Gelli. Su influencia
en Argentina estuvo asegurada sucesivamente por el
ministro-ocultista López Rega, y – tras el golpe militar-
por el General Suárez Masón y por el Almirante
Massera, ligados a los escuadrones de la muerte y miembros de la
P-2. Junto a ellos, Gelli hace suculentos negocios, comprando
principalmente petróleo y armas. Gelli y Sindona se
introducen en las más altas esferas vaticanas de la mano
de Umberto Ortolani, abogado y Gentilhombre de Su Santidad, que
se convertirá en el lugarteniente de Gelli dentro de la
P-2, conociendo así a monseñor Paul Marcinkus. Hijo
de lituanos y criado en Chicago, en 1963 éste se
había convertido en el corpulento guardaespaldas e
intérprete predilecto de Pablo VI, salvando su vida en
Manila y ganándose su plena confianza. Cuando es encargado
de dirigir el Instituto para las Obras de Religión (IQR),
aparato financiero del Vaticano, el obispo Marcinkus utiliza los
consejos y la red bancaria internacional de Sindona para invertir
buena parte de la fortuna del Vaticano, al tiempo que Sindona
utiliza la estructura bancaria de la Santa Sede para evadir
impuestos y blanquear el dinero de la Mafia y Gelli garantiza la
cobertura política de las operaciones. Los
escándalos financieros En 1973 Sindona se ha convertido en
el banquero más importante del país. El primer
ministro le saluda como el salvador de la lira y el embajador
norteamericano le califica el hombre del año. Pero la
crisis del petróleo, sus operaciones especulativas y los
rumores sobre sus relaciones con la Mafia contribuyen a que su
imperio se derrumbe en menos de un año. Sindona huye a
Estados Unidos y el Vaticano pierde una cifra considerable en la
operación, hecho desmentido por Marcinkus, quien niega
conocer a Sindona. Roberto Calvi, que conoció a Pablo VI
cuando era arzobispo de Milán, trabó
relación con Sindona -probablemente por intermedio de
Spada y Marcinkus- cuando era subdirector general del Banco
Ambrosiano. Había razones sobradas para este encuentro: el
IOR era propietario de buena parte de las acciones del Ambrosiano
y de la mitad del Finanbank, uno de los bancos suizos de Sindona.
Gracias a estos apoyos en 1971 Calvi se convierte en presidente
del banco y no tardará en ser tesorero de la P-2. Tras el
crack Sindona, el IOR encarga a Calvi de sus inversiones en el
extranjero, prestando su nombre para que éste compre la
mitad de las acciones de la Banca Mercantile florentina y
Marcinkus forma parte de la directiva de la sucursal en Bahamas
del Ambrosiano. Gelli viaja a Nueva York, donde Sindona
había sido detenido acusado de fraude y testifica que su
amigo era víctima inocente de una intriga comunista.
Allí, Sindona le presenta a Phil Guarino, director de la
campaña electoral de Reagan, a cuya inauguración
presidencial le invitará.

Partes: 1, 2, 3

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