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Las carceles (página 2)




Enviado por Carla Santaella



Partes: 1, 2

Este proceso comienza con el ingreso en
prisión, asumiendo el rol inferior del grupo al que
pertenece (los internos). Se desarrollan nuevas formas de comer,
vestir, dormir, trabajar, comunicarse, ocurre cambios en el
consumo de drogas, se aprende a practicar juegos de azar, a
realizar actividades homosexuales, a desconfiar, incluso odiar a
los funcionarios y a aceptar las costumbres y valores de la
comunidad de presos.

Toda persona que ingresa en la cárcel se
prisionaliza en alguna medida, algunos sólo aceptan los
valores de la comunidad de presos por conveniencia o por miedo,
otros son escasamente influenciables. Este proceso está
afectado por variables:

  • Personales: mantenimiento de vínculos con
    personas del mundo exterior y las expectativas
    postprisión.

  • Intrainstitucionales: estructura física de la
    prisión, la densidad de los internos y su clase, los
    fines de la institución, las actitudes de los
    funcionarios, la posibilidad de un trabajo ocupacional, la
    programación de actividades educativo-culturales y de
    tratamiento dirigido a la rehabilitación. Cuanto
    más se oriente la prisión a la mera
    retención y custodia, habrá mayor probabilidad
    de altos niveles de prisionización

  • Individuales: el tipo del delito, edad, procedencia
    ambiental, nivel socio-económico y educativo,
    precocidad en el delito, experiencia laboral en libertad
    estabilidad de la personalidad, ubicación dentro de la
    prisión, etc.

La adaptación a la situación
anormalizadora de la prisión supone la adopción de
pautas comportamentales adaptadas a dicho contexto y por tanto
desadaptadas desde la protectora distancia con que suelen
trabajar las ciencias sociales. En la cárcel, la
adopción de muchas conductas consideradas "adaptadas" en
la sociedad "de fuera", resultarían inadaptadas,
ineficaces y peligrosas. Este proceso de adaptación tiene
unas consecuencias concretas, como por ejemplo que toda la vida
del preso se va a estructurar en torno a la prisión desde
el momento en que entre en ella. Esto lleva que cosas y
situaciones que en otro ambiente carecerían de Tambien hay
una exageración de las situaciones: importancia, adquieran
gran relevancia. Esta es una de las causas de que,
acontecimientos insignificantes, pueden derivar hacia situaciones
conflictivas, incluso de gran violencia.

SUMISION ANTE LA INSTITUCION

Como institución penitenciaria es una estructura
poderosa frente a la cual, el recluso se vivencia así
mismo como débil, para mantener unos mínimos
niveles de autoestima, se va obligado a autoafirmarse frente a
ese medio enemigo. Según las características de la
prisión, frecuentemente adoptará una
autoafirmación agresiva, desarrollando una fuerte
hostilidad hacia todo lo que tenga alguna vinculación con
la institución.

Sólo si el recluso mantiene su firmeza a los
intentos de "reformarles", logrará conservar su
autoestima; y ello va a ser frecuentemente el parámetro
esencial de la manera en que establezca sus relaciones con la
institución penitenciaria. Pero esta institución
llevará a un endurecimiento del régimen
penitenciario, y paralelamente, a una nueva autoafirmación
a cada vez más agresivas. Se trata de una de las fases
más importantes del proceso de
prisionización.

No todo los individuos utilizan la autoafirmación
agresiva como de forma de adaptación al ambiente. Los
mecanismos de adaptación que utilice el preso
estarán en función de encontrar refuerzo en la
propia prisión en función de cómo se incluya
en el grupo de presos, lo que suele estar relacionado con el tipo
de delito. En este sentido, en el "sistema social alternativo"
que es la cárcel, hay delitos prestigiosos y delitos que
no sólo humillan a su autor, sino que lo convierte en un
marginado. Entre esos "delitos marginadores", destaca sobre todo
el de violación. El profundo rechazo que suelen encontrar
por parte de sus compañeros le obliga a utilizar como
forma de supervivencia, y por tanto, de adaptación, la
sumisión, es decir, el sometimiento prácticamente
absoluto a la institución. Por eso la mayoría de
los "destinos" suelen ser violadores.

Entre estos dos extremos; enfrentamiento y
sumisión, se encuentran las forma de adaptación del
preso a la cárcel. Cuando el internamiento es por poco
tiempo hay formas intermedios de adaptación entre ambos
extremos, pero si el internamiento se prolonga, no le
quedará más que elegir entre ambos
extremos.

SUMISION EN LAS RELACIONES
PERSONALES

Esto autoafirmación agresiva es un elemento muy
importante a la hora de establecer relaciones interpersonales con
otros reclusos. En un entorno violento, todo se vuelve violento y
quienes, por capacidad de liderazgo están en condiciones
de dominar a los demás, lo van a hacer. El
compañerismo y la solidaridad se manifestarán
frente a la institución, pero no siempre entre los mismos
presos. Por esos un preso que es capaz de tener un enfrentamiento
con la institución porque se ha tratado mal al otro preso,
es capaz de extorsionarles para conseguir droga o para conseguir
algo que le interesa.

Como por otra parte, la institución rara vez
tiene capacidad para garantizar la seguridad del preso, se ve
obligado a agruparse, tanto para defenderse como para
dominar.

La facilitación de las comunicaciones
íntima, no es suficiente para satisfacer las pulsiones
sexuales, aumentadas por la situación de estrés que
provoca la prisión: En consecuencia se produce una
alteración de la sexualidad en tres
direcciones:

  • 1. Las relaciones sexuales, además de
    escasas, van a tener que realizarse en el interior de la
    cárcel, y por tanto van a estar reguladas por la
    estructuración de la vida penitenciaria y se van a ver
    envueltas en la anormalización que supone la vida en
    prisión. El preso no tiene tiempo para sutilezas
    amorosas, sólo dispone de un breve espacio de tiempo
    (una o dos horas y tal vez únicamente al mes) y tiene
    que darse prisa.

  • 2. Es evidente que los niveles de niveles de
    masturbación se disparan (sin tratar la
    masturbación como una desviación sexual). La
    masturbación adquiere una naturaleza especial en un
    ambiente total de prisión, tanto en el ámbito
    cuantitativo como cualitativo. A menudo es la única
    válvula de escape que tiene el recluso, pero como ha
    perdido el contacto con el exterior, las fantasías
    sexuales se anormalizan.

  • 3. Y en última dirección, en
    cuanto a la homosexualidad, sin pretender considerarla como
    una desviación o alteración sexuales. Se trata
    en este punto porque en muchos casos no es una opción
    elegida, sino impuesta por la realidad de la vida del
    recluso, produciéndose en muchos casos redes de
    prostitución, que se van a dejar una profunda huella
    en quien caiga en ella, ya sea por miedo o por
    necesidad.

En estas condiciones de vida, el recluso llega
prácticamente a no tener ningún control sobre su
propia vida, esto se debe a que en el ámbito
institucional, depende por completo del régimen de la
prisión, que va a dirigir todas sus actividades. La
capacidad de elección el individuo queda reducida a la
mínima expresión. Ni puede planificar su tiempo ni
el lugar donde desea estar en cada momento. En la mayoría
de las situaciones, es la institución quien decide donde
va a estar y qué va hacer, incluso si va a hacer algo o
no.

En el ámbito de las relaciones interpersonales,
su conducta se va a ver frecuentemente presionada por las
relaciones de poder, y en función de la posición
que ocupe en las mismas. Casi nada depende de él. Todo
depende del contexto que le rodea del que evidentemente, no puede
esperar nada bueno.

Después de todo lo dicho anteriormente, en la
prisión se está siempre en peligro, lo que
desarrolla en el preso un estado de permanente ansiedad, que va a
derivar hacia la manifestación de la ansiedad como una
consistencia comportamental que se generalizará en todo
tipo de situaciones y que le conduce a vivir aún con
más estrés las permanentes tensiones de la vida en
la cárcel.

Ante unas agresiones que le llegan por todas partes, el
recluso se ve obligado a proteger su propio Yo, lo que le lleva
en ese ambiente a una exageración del egocentrismo, todo
ello relacionado en función del interés propio. La
sensación de peligro es tan grande que difícilmente
puede el individuo establecer relaciones de solidaridad con sus
compañeros.

Si el recluso no puede controlar su presente, mucho
menos puede planificar su futuro. En consecuencia, se dejar
llevar por lo irremediable de la situación,
configurándose en él un fatalismo, que supone una
de las principales consecuencias del proceso de
inadaptación social, y en la cárcel se presenta con
una características especiales.

Cuando el inadaptado tropieza con la respuesta
jurídico-institucional a su comportamiento, sobre todo a
partir de su entrada en prisión, esa "adaptación
situacional", le va a conducir progresivamente al fatalismo,
debido al gran poder de la institución penitenciaria
frente a la debilidad del individuo. A partir de ese momento, va
a ver su propia vida como una película en la que él
mismo es un actor secundario. Va a pensar que "lo que tenga que
ocurrir, ocurrirá", y que él no tiene ningún
poder para evitarlo.

Como ya ha aparecido anteriormente, el preso "vive la
cárcel", provocando que toda su vida se estructure en
torno a ello, y que cualquier situación aparentemente
insignificante puede llegar a convertirse no sólo en
importante, sino incluso en obsesiva. Una de las
características más importantes del internamiento
penitenciario es que el preso está encerrado "en las
pequeñas cosas". Se trata de otra consecuencia más
de la pobreza generalizada de la vida en la cárcel, que
implica también una "cotidianización de la vida",
una vida centrada en los más inmediato, aumentado por la
primariedad del inadaptado. Todo en la cárcel es
inmediato. Nada más que el aquí y ahora tiene
importancia.

Como en la prisión todo está
preestablecido, y el recluso apenas tiene ninguna influencia
sobre las decisiones que toma sobre él, acaba adoptando
una actitud pasiva, esperando que las cosas "le vengan dadas".
Esta situación desemboca en una auténtica
delegación de la responsabilidad de propia vida en el
entorno institucional. Se convierte en un apático, porque
es una buena manera de sobrevivir, y porque aunque lo intente
rara vez conseguirá modificar el destino.

Cuando salga en libertad, esta ausencia de
responsabilidad será una de las conductas desarrolladas en
prisión que más va a perturbar las posibilidades de
aprovechar las pocas oportunidades que se le ofrezcan. Sin
ningún tipo de preparación, el individuo pasa de la
cárcel, donde se le dice todo lo que tiene que hacer,
cómo hacerlo y dónde hacerlo, a la situación
de libertad en la que ha de tomar sus propias decisiones,
planificar y dirigir sus propia vida, a menudo sin ayuda, con un
sistema de funcionamiento completamente distinto del que estaba
acostumbrado en la cárcel y con fuertes
impedimentos.

La entrada en presión implica el aislamiento
inmediato respecto a todo lo que se dejó fuera. A partir
de ese momento todo contacto con el exterior se va a producir en
prisión y va a ser filtrado por la institución con
unos requisitos muy limitativos.

Las personas del exterior, con las que tenía
establecidas unas vinculaciones emocionales más intensas,
al principio del encarcelamiento se volcarán en él,
después tendrán que ir reajustando sus vidas,
estableciendo nuevas vinculaciones, en las que el recluso ya no
va a estar presente. Esta pérdida de vinculaciones
tendrá repercusiones importantes par la vida del
preso:

  • El recluso irá perdiendo la noción de
    la realidad del exterior, sus recuerdos se irán
    alterando a la vez que idealizando. Además, para
    él, cuando salga, el tiempo no habrá pasado e
    intentará retomar las relaciones interpersonales donde
    fueron interrumpidas por la entrada en prisión. Pero
    para los demás todo ese tiempo si que habrá
    transcurrido y a veces incluso habrá provocado cambios
    en sus vidas. Por eso a menudo cuando el recluso sale de
    prisión no encaje en su ambiente familiar, lo que
    provocará nuevas frustraciones.

  • Dentro de la prisión, las vinculaciones que
    continúe manteniendo se verán alteradas al
    realizarse a través de la institución. Estas
    relaciones dentro de la prisión se
    realizan:

  • Se habrán de establecer dentro de los que en
    el ambiente de la prisión se llama
    "comunicación". El preso no va a ver a su madre o a su
    esposa, sino que se va a "comunicar" con ellas. Aquí
    también se utiliza el lenguaje de la cárcel,
    que tiene connotaciones anormalizadoras y que el recluso
    acaba asumiendo como un paso más de la
    adquisición del proceso de
    prisionización.

  • Se realizarán a través de lo que
    denomina locutorio, que anormaliza la relación y la
    limita un breve periodo de tiempo de poco minutos a la semana
    y donde no hay posibilidad de establecer ningún tipo
    de intimidad. La configuración arquitectónica
    de los locutorios, deshumaniza las relaciones, impide
    cualquier contacto físico y altera la propia
    comunicación verbal.

  • Las entrevistas personales, sin rejas de
    separación, además de ser "comunicaciones
    especiales", son poco frecuentes y son consideradas como un
    privilegio en lugar de ser consideradas como un derecho. En
    el argos penitenciario, este tipo de entrevistas se denomina
    "vis a vis"

Según las distintas formas observadas de
cómo se pude tener una relación interpersonal con
las personas del exterior, las pocas que se establezcan, quedan
alteradas y anormalizadas por causa de los filtros
institucionales. Ocurre lo mismo con el sexo, que no se
consideran como relaciones de intimidad, sino para que el preso
pueda descargar sus pulsiones sexuales. Por lo tanto el sexo como
cualquier tipo de relación queda alterado y anormalizado,
llevando a la frialdad en la pareja, como una reacción
normal ante tanta anormalidad.

El
lenguaje

Conforme va avanzando el proceso de
prisionización, el preso va asumiendo alguno
término verbales, entonación y gesticulación
diferentes y exclusivos de la cárcel. Así el preso
va asimilando la cárcel, también en le
ámbito lingüístico, y la forma de hablar se va
incorporando a su proceso de prisionización. Por lo tanto
el lenguaje se convierte en otro elemento más de
exclusión, de marginación, que va a dificultar su
capacidad para entablar relaciones interpersonales, cuando salga
de prisión. Las características básicas de
este lenguaje son las siguientes:

  • Palabras: Se caracterizan por el uso de
    términos exclusivos del medio penitenciario, y de
    palabras que en la cárcel adquieren una
    significación especial, y que definen al individuo
    como preso.

  • Construcciones gramaticales: Empleo de frase breves
    y poco elaboradas, lo que lleva un lenguaje rígido,
    apenas válido para la comunicación.

  • Lenguaje:

  • La utilización de un lenguaje cuyo objetivo
    no es la comunicación, un lenguaje exclusivamente
    informativo, que responde a las demandas de situaciones
    concretas.

  • Es muy pobre en matizaciones personales. Todos los
    presos hablan igual, utilizando las mismas frases hechas. La
    pobreza de las relaciones con el exterior y el contacto
    permanente con las mismas personas, empobrecen el lenguaje,
    ya que la comunicación se convierte en algo
    secundario.

Salida de
prisión

En el momento de salir de prisión, son
imprescindibles tres necesidades para disponer de las
garantías mínimas de reintegración social.
Estas tres cuestiones son fundamentales como indicadores de la
situación personal y social que se va a encontrar la
persona excarcelada. Estos problemas básicos
son:

  • 1. Tener a alguien esperándole a la
    salida (familia, pareja).

  • 2.  Disponer de una vivienda donde
    residir.

  • 3. Tener un trabajo para buscarse la vida por
    medios legales.

La gran mayoria de ex presidiarios se encuentran en
situación de desempleo al salir de la prisión, es
decir, que no ha conseguido un trabajo con vista a su
reincorporación en la sociedad, ni a través de
familia, ni de las instancias penitenciarias responsables de este
tipo de actividades.

La mayoría disponen de vivienda y de alguien que
les espera a la salida, normalmente su familia. Un 10%
aproximadamente de las personas recluidas no tienen vivienda a la
salida y ningún apoyo familiar, afectivo o humano,
teniendo que recurrir a las instituciones asistenciales de tipo
privado o público.

Por último, un mínimo de las personas que
salen de prisión van hacia una situación de
abandono, es decir, sin trabajo, sin vivienda y sin nadie
esperándoles a la salida. Este es un colectivo, aunque
residual porcentualmente, relevante desde el unto de vista del
deterioro de su situación social, y sobre todo con
personas sin posibilidades objetiva de eludir el reintegro en
prisión.

Las necesidades mayoritarias con vistas a la
reinserción social, que considera la familiar como
condiciones imprescindibles para que el componente que ha sido
acusado o sentenciado a una pene privativa de libertad que no
vuelva a reingresar en prisión, son las
siguientes:

  • 1. Necesidad de un trabajo: un trabajo que
    aporte estabilidad e independencia económica y una
    ocupación productiva de una parte de su
    tiempo.

  • 2. Alguien con quien compartir su vida: tener
    posibilidades de constituir una familia adquirida o
    simplemente establecer lazos afectivos estables y
    consistentes que contribuyan a su equilibrio
    psico-afectivo

  • 3. Tener dinero: la posibilidad de disponer de
    bienes y servicios para atender necesidades materiales
    básicas

  • 4. Apoyo familiar: supone el refuerzo de los
    lazos con los miembros de su hogar ante las situaciones de
    desvinculación y conflicto que han deteriorado la vida
    familiar como núcleo de pertenencia y de referencia
    primaria

  • 5. Dejar la droga: deshabituación en el
    consumo y dependencia de las llamadas drogas dura y del
    alcohol.

  • 6. Cambiar de grupo de relaciones primarias no
    familiares: círculos de relación donde priman
    el tipo de actividades cotidianas vinculadas a la actividad
    delictiva o paradelctiva.

  • 7. Alguien que le ayude a reconstruir su vida:
    la necesidad de un apoyo profesional o institucional mediante
    un tratamiento con vistas a llevar un programa integral de
    tipo rehabilitador.

Las necesidades de primer orden para hacer efectivo el
proceso de reinserción social son fundamentalmente
tres:

  • La reintegración laboral: es la más
    importante, vinculada a la posibilidad de desarrollar un
    trabajo estable y para ello ha de reunir previamente las
    condiciones necesarias para hacerlo posible, experiencia
    laboral, entrenamiento, cualificación técnica,
    formación académica, etc.

  • La recomposición familiar, manifestada como
    necesidades de apoyo familiar, como carencia de este apoyo.
    Las propias familias consideran necesario el apoyo familiar,
    bien por ser inexistente, habiéndose deteriorado las
    relaciones en le hogar por considerar necesario un
    reforzamiento de los lazos dado que estos se han debilitado
    durante le tiempo que ha permanecido un familiar
    recluido.

  • El tratamiento socio-sanitario: relacionado con
    dejar las drogas, problema que afecta a las 2/3 de las
    familias, afecta a gran número de personas sobre las
    que recae la sanción privativa de libertad.

También destaca las necesidades más
específicas que suponen un cambio más concreto en
relación con la ausencia o presencia de determinadas
figuras referencial como la pareja, grupo de relaciones
primarias, educadores, etc.ç

Por último la dimensión económica,
referente a tener dinero para afrontar las necesidades
básicas, es un problema que vive casi la mitad de las
familias como condición para la reintegración
social de su componente encarcelado, y en este sentido establecen
una relación directa entre su situación de penuria
económica y la comisión de hechos delictivos. Esta
penuria económica en algunos casos puede venir ocasionada
por la carencia de dinero para afrontar los gastos derivados de
problemas económicos que ocasiona la drogodependencia o el
despilfarro económico.

El proceso de reintegración social va a depender
directamente del grado y forma del desarraigo social que se
presentan en la vida del individuo.

A medida que un sujeto está afectado por una sola
de estas necesidades (trabajo, dejar las drogas, etc.) su proceso
de reintegración será más fácil y su
nivel de desarraigo menor. Por el contrario, una persona que
presenta todas las necesidades, presentará un alto grado
de desarraigo social, su proceso de reintegración
será mucho más difícil puesto que
situación actual como las condiciones objetivas necesaria
para la normalización de su vida social, son muy
desfavorables.

El dato general es la existencia de un 97% de personas
que la salir de prisión plantean al menos una de las
necesidades apuntadas para hacer posible su proceso de
reintegración social y evitar el reingreso en
prisión. Un 2.5% manifiestan no tener ninguna de las
necesidades anteriores y por tanto, su proceso de
reinserción depende de otras consideraciones
como:

– que no van a reingresar por haber sido acusadas o
sentenciadas por un solo delito y su contacto con la
prisión es ocasional

– que dependen de otras variables distintas a las que se
ha recogido en su futuro ingreso en prisión o
desvinculación del circuito penitenciario

– que consideran que no van a volver a ingresar en
prisión porque a la salida han cambiado o cambiaran sus
condiciones personales y sociales y se han solucionado o
solucionarán estos problemas.

Teniendo en cuenta los datos anteriores, se puede
distinguir tres grados de acumulación de necesidades que
inciden en la posibilidad o no de reintegración al salir
de prisión:

Conclusiones

Después de la primera entrevista con el recluso,
intervienen los trabajadores o educadores sociales
penitenciarios. La ayuda del servicio social en estos casos
resulta necesaria, tanto para resolver problemas inmediatos ,
como para evitar que determinadas situaciones se agraven hasta
hacerse irremediables. El profesional ayuda al recluso a analizar
la situación y a buscar la mejor solución, le anima
a tomar las iniciativas necesarias y le tutela en su
realización, también le explica los recursos de que
dispone la comunidad.

El tratamiento social implica que el trabajador o
educador. esté dispuesto a adquirir:

  • a. Conocimiento de los problemas, actitudes,
    aspiraciones e intereses del delincuente.

  • b. La comprensión de los factores de sus
    problemas y de las causas de su comportamiento
    antisocial

  • c. El conocimiento de los rasgos
    característicos de su carácter.

  • d. El conocimiento de su medio.

Las actividades del educador. se podrían
clasificar en 4 categorías:

  • 1. Participación en la
    observación de los reclusos y en la elaboración
    de su programa de vida durante la etapa de internamiento en
    el centro penitenciario.

  • 2. Estudio de las cuestiones relativas a los
    condenados que le señale el Ministerio de
    Justicia.

  • 3. Tratamiento de los problemas personales y
    familiares de los condenados.

  • 4. Preparación, desde el punto de vista
    social, de la liberación de los reclusos.

El estudio de la observación está
centrado en el diagnóstico y en el proyecto de
tratamiento penitenciario, persiguiendo los siguientes
objetivos:

  • Analizar los informes y el estudio previo a la
    sentencia.

  • Analizar los factores del comportamiento delictivo
    (personalidad, antecedentes, etc.).

  • Recoger las indicaciones que permitan un tratamiento
    penitenciario adecuado (necesidades, aspiraciones, problemas,
    etc.).

  • Motivar al recluso en la preparación de dicho
    programa para la reinserción.

El estudio señalado por el Ministerio de Justicia
se compone de dos partes fundamentales, que son: la entrevista
con el interesado a través de las preguntas que han sido
formuladas por la Administración, y de la consulta al
grupo familiar
la que pertenecía el
interesado.

  • 1. El tratamiento de los problemas del
    recluso se lleva a cabo a través de la relación
    establecida entre el profesional y el interesado y mediante
    la aplicación del "Casework" en el
    ámbito de la prisión. Hay que señalar
    (mediante la aplicación del Casework) una serie de
    particularidades, como elegir el momento adecuado para la
    resolución de los problemas del recluso, habiendo
    admitido este dichos problemas, y que el recluso esté
    motivado para resolverlos. Se llega a determinar
    cuáles son las necesidades del recluso, la forma de
    resolver los problemas y el ritmo de la
    resolución.

La aplicación del "Group Work" o
técnicas de grupo también pueden ser utilizadas por
los T.S.P. dando mayores resultados en determinados reclusos poco
comunicativos, pasivos o incapaces de establecer una
relación interpersonal. Algunas de las ventajas del Group
Work son las siguientes:

  • Hay mayor seguridad en cada miembro y menos
    tensiones

  • Cada miembro comprueba que el resto de miembros
    experimentan la misma hostilidad.

  • Se atreven a exponer sentimientos propios que
    tienden a suprimir (introspección).

  • Los miembros aceptan los problemas con mayor
    facilidad.

  • Ayuda al aprendizaje de las relaciones
    interpersonales.

  • Estimula la confianza en los compañeros,
    etc.

Del Group Work se pueden distinguir 3
categorías:

  • Trabajo en grupo: que tiene por objeto
    suministrar información al grupo.

  • Relación colectiva de ayuda: que
    tiene por objeto favorecer el desarrollo personal de los
    participantes y ayudar al grupo a alcanzar objetivos
    socialmente deseables.

  • Terapia de grupo: cuyo objetivo es la
    mejora en el comportamiento inmediato de los reclusos y
    sólo puede desempeñar un universitario con
    formación clínica, conocimientos de
    criminología y técnicas de grupo.

Libertad

La Administración penitenciaria se siente hoy
día obligada a preparar al delincuente física,
psicológica y profesionalmente para que pueda adaptarse o
readaptarse a la vida social.

Es necesario hacer un balance de la situación
para determinar si el preso parece apto para enfrentarse a la
reinserción. En este balance se estudia la
condición personal del recluso: la salud
física y mental del recluso, la formación
profesional, la adaptación social, etc. También se
estudian los recursos económicos y de empleo: en
los que se estudian temas como las causas de abandono de empleo,
el modo de presentar una solicitud de trabajo, rellenar
formularios, etc.

Los establecimientos penitenciarios tienden cada vez
más a abandonar su carácter de entidad punitiva o
de castigo para convertirse en entidades
terapéuticas.

Bibliografía

http://www.tsred.org/sectionsphp?op=viewarticle&artid=1

http://www.caps.ucsf.edu/capsweb/carcelesrev.html

http://www.prisiones.gov.do/welcome.htm

http://members.es.tripod.de/prision/prisiones.htm

http://directo-a.com/prisiones

GRIMAL, PIERRE, (1990): Los extravios de la
libertad
. Editorial Gedisa, Barcelona.

GALINDO SANCHEZ, ANTONIO,(1992): Manual de
instructores de prisión
; Comisión Nacional de
Derechos Humanos, México.

 

 

Autor:

Carla Santaella

 

Partes: 1, 2
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