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Una mirada al comportamiento social de la iglesia frente al trabajo humano



Partes: 1, 2

  1. Consideraciones generales
  2. El
    mensaje bíblico sobre el trabajo
  3. Iglesia sociedad y trabajo en la edad media y
    moderna
  4. Iglesia sociedad y trabajo en la Francia de la
    revolución
  5. Iglesia y sociedad y trabajo en la Europa del
    siglo XIX

CONSIDERACIONES
GENERALES.-

Presentar una síntesis sobre el comportamiento de
la Iglesia a lo largo de la Historia constituye un trabajo arduo
y complejo debido a su amplitud (casi dos mil años)
así como por el celo impuesto por ella, durante mucho
tiempo, respecto a develar no más allá de lo que el
ojo puede ver o lo que el oído puede oír, bajo
amenaza de herejía. No obstante la investigación
histórica se ha abierto paso entre la desviación
herética, logrando registrar nombres, lugares, hechos y
fechas de quienes perteneciendo al seno de la Iglesia mostraron
en el devenir de los tiempos un comportamiento ajeno al
magisterio de Cristo.

Esta constatación histórica
obligo al Vaticano bajo el apostolado de Juan Pablo II

a finales del siglo XX reconocer en su documento a la
Iglesia1 "…como una sociedad viva que atraviesa los
siglos, cuya memoria no está sólo constituida por
la tradición que se remonta a los Apóstoles,
normativa para su fe y para su vida, sino que es también
rica por la variedad de las experiencias históricas,
positivas y negativas, que ella ha vivido… El pasado de la
Iglesia
-expresa el documento- estructura en amplia
medida su presente
.?

Reconocida la Iglesia como una sociedad viva que
atraviesa por el ineludible proceso de nacimiento crecimiento y
desarrollo es de suponer que desde sus orígenes hasta su
desarrollo y consolidación ha enfrentado problemas de
sobrevivencia que la han llevado asumir a lo largo de la historia
comportamientos ajenos a su magisterio

La Iglesia católica como institución
social nace de la necesidad, como todas las religiones en el
mundo de creer en un ser superior capaz de dominar las fuerzas de
la naturaleza y el mundo. Mirecea2, historiador y filosofo
expresa que la iglesia católica es una comunidad de
personas que comparten la idea de dios como realidad y
desarrollan sus vidas de acuerdo con esta creencia y son fieles a
este compromiso

Otros historiadores como Bainvel3, Salaverri,4 y
Legosfel5 estiman que

«Iglesia»,"ekklèsia",
vine del griego "ek-kalein" – "llamar fuera?. Significa
"convocación". Designa asambleas del pueblo (Cf. Hch 19,
39), de carácter religioso. Término frecuentemente
utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar
la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre
todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde
Israel recibió la

"convoca" a su Pueblo desde todos los confines de la
tierra.

El término «católico» proviene
del griego ?a??????? (katholikós), que significa
universal. Ignacio
de Antioquia da en el año 110 el testimonio
más antiguo de este nombre: "Donde esté el obispo,
esté la muchedumbre, así como donde esté
Jesucristo esté la Iglesia Católica" (Carta a los
Esmirniotas 8:2). En los tres primeros siglos de la Iglesia los
cristianos decían "cristiano es mi nombre, católico
mi sobrenombre". Posteriormente se usó el término
"católico", para distinguirse de otros grupos cristianos
cuyas doctrinas diferían de la línea principal
(como los
gnósticos).

El entendimiento sobre la Institucionalización de
la Iglesia Católica la proporciona el profesor y fundador
de la cátedra de estudios sobre religión de la
Universidad de Lancaster Ninan Smart6, al señalar que esta
comienza cuando ciertas reglas para complacer a Dios evolucionan
hasta convertirse en normas sociales que deben ser cumplidas Las
Instituciones religiosas pueden mantener unidas a las sociedades
dando legitimidad y razón a las normas sociales,
además influye en la creación de comunidades unidas
por las mismas razones morales.Acogiendo el punto de vista de
Smart, partamos dejando sentado el origen de las fuentes de
enseñanza de la Iglesia para lo cual nos apoyaremos en los
argumentos de Pierre Bigo, 7 para quien el magisterio de la
Iglesia no tiene otra misión que la de enseñar la
palabra de Dios, y cualquier enseñanza doctrinal que no
tenga vínculo con la única revelación debe
ser rechazada. Como el interés de nuestro estudio
está referido al trabajo humano surge la
pregunta.

I.1. El mensaje
bíblico sobre
el trabajo.-

EI tema del trabajo en la Biblia puede verse desde
diversos centros de interés; Muñoz León 8
presenta una explicación sobre la naturaleza y el sentido
del trabajo humano a la luz de la revelación del Antiguo y
Nuevo Testamento que trataremos de sintetizar a
continuación:

A. Trabajo y descanso en el relato de la
creación
.-La Biblia se abre con la descripción
de la semana creadora. En seis días Dios va creando desde
la luz hasta el hombre y el séptimo día descansa.
Este relato de la tradición sacerdotal (Gen1,

1-2,4a) tiene sin duda una finalidad catequética
y una preocupación por justificar el día de
descanso. Pero a la vez se convierte en un fundamento de la
teología del trabajo (véase Ex 20,17). La
exaltación del día festivo es
simultáneamente una consideración del trabajo
humano.

Este pensamiento aparece también en la
bendición de procreación y de dominio de la tierra
que el mismo relato sacerdotal pone inmediatamente después
de la creación del hombre a imagen de Dios (Gen 1,26 28).
El dominio de la tierra es una tarea del hombre, un dominio que
es una administración y debe tener presente el respeto a
la obra de Dios y la primacía del hombre en la
transformación del mundo.9

B. El trabajo ¿castigo o tarea?
la perspectiva del relato de la creación.

(GEN 2,4B-3,24)

Este segundo relato de los orígenes tiene
características muy determinadas. El autor nos presenta al
hombre sacado del polvo de la tierra y dotado del Espíritu
de Dios. Una vez formado el hombre, es transportado al
jardín de Edén, sin duda para vivir en él y
para cultivarlo. La descripción del Edén con toda
clase de árboles y la situación en medio del
jardín de los dos árboles misteriosos (el
árbol de la vida y árbol de la ciencia del bien y
del mal) es un símbolo de una vida dedicada a la
compañía divina que gratuitamente otorga la
subsistencia.

El relato se centra a continuación en la
desobediencia de Adán y Eva al mandato divino, cediendo a
la tentación de querer ser como Dios, árbitros del
bien y del mal. Este pecado es sancionado por el juez divino. La
sentencia va en primer lugar contra la serpiente que será
vencida por la mujer y su descendencia (Gen 3,15). Después
se anuncia a la mujer las consecuencias que del pecado
surgirán para su función de madre y esposa (Gen
3,16). Finalmente encontramos el anuncio del castigo a
Adán. Aquí hemos de entretenernos para examinar
unas palabras que han determinado durante muchos siglos la
consideración del trabajo como un castigo divino. El texto
es el siguiente (3,17-19): «AI hombre le dijo: Por haber
escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo
te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu
causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos
los días de tu vida. Espinas y abrojos te
producirá, y comerás la hierba del
campo.

Con el sudor de tu rostro comerás el
pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste
tomado».

No podemos entretenernos en hacer una
exégesis detenida de este importante lugar de la Biblia.
Solo podemos hacer una consideración global. El aspecto
doloroso que el trabajo supone en la vida del hombre, y muy
especialmente en los tiempos en que se escribe este relato,
requería una explicación. Este aspecto doloroso no
podía ser el plan inicial de Dios sobre la humanidad. Por
consiguiente solamente tenía su explicación en un
pecado original. El texto culmina con la indicación de la
muerte como final del trabajo humano Lo que se considera como
castigo del pecado no es el trabajo sino el final que
esperaría al hombre sin la redención. En cualquier
caso la frase «con el sudor de tu rostro comerás el
pan» quiere contraponer la nueva situación de la
vida fuera del paraíso. Allí había
abundancia de todos los medios de vida producidos directamente
por la tierra. Ahora habrá que trabajarla para poder
comer. Eso mismo indica la frase con que se describe la
expulsión de Adán y Eva del paraíso:
«y le echó Yahvé Dios del Jardín de
Edén para que labrara el suelo de donde había sido
tomado» (Gen3, 23). Esta perspectiva sombría del
yahvista ha sido modificada sustancialmente en la
revelación posterior. Ya los targumistas interpretaban la
sentencia de Gen 3,19:

«Hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste
tomado, porque polvo eres y al polvo volverás»
añadiéndole la siguiente frase: «Y del polvo
tú has de volver a levantarte para dar razón y
cuenta de todo lo que has hecho». Pero ha sido la
revelación cristiana la que, gracias a la mediación
de Jesucristo, ha visto que el final del hombre no terminaba en
la muerte sino en compartir la resurrección de Jesucristo.
Y esta perspectiva hace cambiar simultáneamente
también la idea del yahvísta sobre el dolor como
castigo.

En efecto, la redención libra al hombre de la
esclavitud del pecado y con ello libra también al hombre
de la consideración del trabajo como castigo. De alguna
manera podemos decir que restaura la nobleza del trabajo que
aparecía en el primer relato del Génesis. Cierto
que no se suprime el aspecto doloroso (aunque el progreso de la
civilización lo ha mitigado grandemente en el aspecto
físico), pero ese dolor, como el las artes y de la
técnica. El autor, que también aquí es el
yahvista, nos ha querido retroproyectar al mismo comienzo de la
humanidad la rivalidad entre pastores y agricultores y el
recuerdo de los primeros esbozos de la civilización. La
referencia a los sacrificios nos pone de relieve una idea que
está muy extendida en las civilizaciones primitivas,
aunque a veces deformada por la idolatría. Se trata del
reconocimiento del fruto del, trabajo humano en la agricultura o
el pastoreo, como bendición de la obra divina,
reconocimiento que se expresa en el sacrificio.

Tras la catástrofe del Diluvio, el autor sagrado
establece como un elemento de estabilidad de la humanidad la
sucesión de las estaciones y la labor humana: siembra y
siega (Gen 8,22).10

C. Trabajo y descanso en la
enumeración de los mandamientos

El Decálogo o Diez Mandamientos, a
propósito del descanso sabático, indica:

«Seis días trabajarás y harás
todos tus trabajos, pero el día séptimo, es
día de descanso para Yahveh, tu Dios» (Ex 20,9-10).
La intención del Decálogo es sancionar el descanso
del sábado, pero la expresión en imperativo
«seis días trabajarás» puede indicar en
general la obligación del trabajo aunque también
podría traducirse en el sentido de «seis días
podrás realizar tus trabajos». En cualquier caso el
autor inspirado considera normal el hecho del trabajo humano al
que, no obstante, hay que ponerle un límite para que el
hombre pueda mantener un contacto de adoración con Dios.
El trabajo no es algo absoluto. El hombre es un ser libre, su
realización principal es la unión con
Dios.

D. La descripción de la obra
creadora en los salmos.-

El poema contenido en el salmo 104 comienza con una
descripción de la hermosura de la obra creada por Dios.
Enseguida pasa a la tarea del hombre como cooperador de la
creación. El salmo describe al hombre en su tarea desde el
amanecer hasta el anochecer (v. 23). El hombre de la enfermedad y
en general de la situación humana, aparece ahora en una
perspectiva nueva como unión a la pasión redentora
de Cristo. El dolor que acompaña el trabajo es signo de la
mortalidad del hombre y, a la vez, semilla de la
resurrección futura.
11

E. Trabajo en los relatos sobre el
comienzo de la civilización
(Gen 4,1 ss.)

El relato de Caín y Abel nos presenta ya las dos
primeras formas de trabajo de la humanidad y, dentro del mismo
capítulo, aparece ya la invención de

Saca de la tierra el pan, el vino y el aceite (v.
14.15).Esta tarea y el dominio sobre la tierra había sido
expuesta también en el Salmo 8 recordando el lenguaje del
relato sacerdotal de la creación. También el salmo
128 habla de la dicha del hombre que come del trabajo de sus
manos (v. 3).12

F. El trabajo en el libro de
Job.-

El drama de la situación humana aparece en
este libro con un acento poético inigualable. En algunos
capítulos el autor se complace en describir la
sabiduría presente en la creación y que constituye
un espectáculo de belleza y grandiosidad capaz de dejar
admirado al hombre. Pero en otros capítulos, sobre todo en
el que se describe la miseria del hombre, el autor se ha trabajo
complacido en describir la fatiga humana, la dureza de la
situación del de los jornaleros en la rudas tareas del
campo o en los telares para procurarse el vestido (Job 7.1-11) y
todo

ello también aquí a primera vista con
la perspectiva de la muerte como único remedio. El
pesimismo de Job se parece mucho al que hemos visto en el autor
yahvista. De todos modos Job piensa que al final Dios se
levantará en su ayuda (Job 19,25) y la esperanza de la
resurrección abre su horizonte. La vida humana es un
misterio y la grandeza de la creación es un argumento de
la bondad de Dios. Otros libros sapienciales, como el
Eclesiastés o el Eclesiástico, ofrecen perspectivas
procedentes ya del contacto con el pensamiento helénico,
pero dentro de la línea monoteísta.

G. El trabajo en el nuevo testamento,
ejemplo de Jesús
.-

El Nuevo Testamento vive básicamente inmerso en
la tradición bíblica. Hay sin embargo una serie de
detalles en la doctrina de Jesús y de Pablo que nos
indican perspectivas nuevas.

Es notable que Jesús haya querido vivir en el
seno de una familia cuya cabeza (José) ejerció e
manual de carpintero (Mt 13,55). Más aún, el mismo
Jesús ha ejercido largo de los años este oficio (Me
6,3). Este dato implica una visión nueva del trabajo
imaginable en la mentalidad de los filósofos paganos y de
las culturas griega y romana. En cuanto a la enseñanza de
Jesús recordemos en primer lugar que Jesús libera
al hombre de la preocupación agobiante del trabajo
haciendo referencia a la vida de los pájaros y a la
hermosura de las flores (Mt 6,25-34).En segundo lugar
Jesús insiste, en la parábola de los talentos (Mt
25,14-30), en la necesidad de poner en movimiento los talentos
que Dios ha dado al hombre y de los que él es un
administrador.

En tercer lugar Jesús ha puesto al Padre como
modelo de su trabajo este punto es especialmente importante en el
evangelio de san Juan. El Padre aparece en su obra de dar vida y
de juzgar (Jn 5,19-24). Esta misma obra es la que Jesús
realiza sobre la tierra. Más aún, la obra de
Jesús es la misma obra del Padre

«Tengo que trabajar en las obras del que me ha
enviado» ( Jn 9, 4). Sin duda esta obra es la
liberación del hombre. La perspectiva de Juan supone una
visión magnífica de la obra humana (Él es el
Verbo Encarnado) como realización de la obra
divina.

Finalmente Jesús reconoce como
hechas a Él todas las obras llevadas a cabo en favor de
los más pequeños (Mt 25,31ss). Ello implica un
dinamismo nuevo del trabajo Toda la actividad que redunda en
provecho del prójimo y especialmente nueva de contemplar
en una óptica redentora el sentido del trabajo y del
servicio.13 de los más necesitados, tiene en
sí misma un valor de eternidad. La doctrina de
Jesús está llena de parábolas de la vida del
trabajo (el sembrador, el segador, los siervos que trabajan en el
campo, el viñador, el administrador, etc.). Una
dignificación del
trabajo de «servir»
se encuentra en toda la vida de Jesús y en su
enseñanza. Recordemos el episodio del lavatorio de los
pies (Jn 13,1- 12) y

la frase que revela su conciencia de cumplir con la
misión del Servidor de Yahveh que no ha venido a ser
servido sino a servir (Me 10,45).Es una forma
totalmente

H. El ejemplo en las enseñanzas
de San Pablo.-

En la comunidad de Tesalónica había
surgido un malentendido en relación con la proximidad de
la vuelta del Señor. Algunos pensaban que no era necesario
ya trabajar. Pablo aprovecha la ocasión para expresar su
pensamiento. En 2Ts 3,6-15 expone su comportamiento trabajando
día y noche; a la vez recuerda su enseñanza a los
fieles: «Si alguno no quiere trabajar, que tampoco
coma» (2Tes 3,10). Esta frase indica que el apóstol
considera el trabajo como la tarea que Dios ha puesto al hombre
para buscarse el medio de vida. Evidentemente la expresión
no se puede aplicar a la situación en que encontrar
trabajo es imposible. La frase repetidas veces expresada por
Pablo sobre el trabajo de sus manos para proveerse de los medios
de subsistencia, indica la misma idea pero además sale al
paso de los que podían interpretar el trabajo
apostólico como un medio de sacar dinero. Así
en

1TS 2,9 habla de sus trabajos y fatigas y afirma:
«Trabajando día y noche para no ser gravosos a
ninguno de vosotros os proclamamos el evangelio de Dios».
Los Hechos de los Apóstoles (Hch 18,3) nos describen
incluso el oficio de Pablo. Era curtidor de pieles para las
tiendas. La descripción que Pablo hace de Cristo que,
siendo de condición divina, se hizo esclavo para salvar a
la humanidad (Fil 2,6-

11) está en la misma línea de
la enseñanza de Cristo que hemos visto más arriba.
En tiempo de Pablo, el hecho de la esclavitud era considerado
como un elemento del derecho de gentes. De todos modos, Pablo, a
la luz del misterio redentor de Cristo, asegura: "Ya no hay
judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer,
ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal
3,28). No es difícil comprender lo que esta
proclamación suponía para la consideración
del de los esclavos. El cristianismo implicaba una
dignificación del hombre como imagen de Dios. En este
estado podemos concluir en que el pensamiento bíblico nos
expone el sentido del trabajo humano como colaboración a
la obra creadora y como medio de subsistencia. También
como instrumento para el dominio de la tierra que Dios ha
encomendado al hombre.14 .

I.2. Iglesia
sociedad y trabajo en la
edad media y moderna.-

En Grecia se estableció una diferencia radical
entre dos esferas de actividad: la relacionada con el mundo
común, y la relativa a la conservación de la vida.
La política –no concebida como una profesión
de especialistas, como se hace actualmente- era la actividad
paradigmática en ese primer mundo, al que
tenían

acceso todos los ciudadanos libres. La relación
entre estos dos mundos podemos representarla, como hace Arendt15,
mediante la dialéctica entre la libertad y la necesidad.
Las actividades del mundo de lo común o de la polis
constituirían el ámbito de la libertad, mientras
que las tareas dirigidas a la conservación de la vida, que
contribuían al desarrollo de la comunidad familiar,
conformaban el ámbito de la necesidad. Era preciso que un
determinado sector de la sociedad ejerciera estas últimas
funciones –predominantemente los esclavos- para que
otros

Sectores, el de los hombres libres, pudiera
dedicarse a las actividades realmente estimadas.

La sociedad se caracterizó por la
definición de ciudadanía y libertad, innovadores
conceptos sociopolíticos- que por entonces eran ostentados
por una minoría sostenida por el trabajo esclavo. Los
cargos políticos, militares y religiosos eran solamente
para los patricios (herederos de los fundadores de la ciudad y
poseedores del poder). Los plebeyos, (la plebe, el pueblo) eran
personas libres pero sin derechos políticos y se dedicaban
al trabajo del campo, el comercio y las industrias artesanales.
Finalmente estaban los esclavos que en su mayoría eran
prisioneros de guerra que no poseían derechos de ninguna
índole, y estaban destinados a los trabajos más
penosos.

Para Olmeda16, los padres de la Iglesia, en las
postrimerías del Imperio Romano, aconsejaban la
sumisión de los esclavos. El resultado de su influencia se
limitó a que la condición de aquéllos fuese
dulcificada, lo que por otra parte contribuía a evitar la
rebeldía, y aun en este aspecto habría que hacer
notar que esta legislación benigna para la mano de obra
servil del tiempo de los Antoninos volvió a su antigua
severidad con Constantino en la época del cristianismo
triunfante.

I.2. a La Iglesia y la reivindicación del
trabajo humano.-
La Iglesia en la práctica
continúo respetando dicha jerarquía, debido a que
el peso del modelo económico y social imperante
jugó un rol preponderante en el desarrollo de su
comportamiento

No obstante, Numerosos historiadores
católicos entre los que se pueden citar a Llorca,
García, Villosalba, y Montalbán, entre otros,17
sostienen hoy que durante la Edad Media la Iglesia exaltó
la dignidad del trabajo manual. Según El
jesuita

Hartmann – citado por Llorca18- la Iglesia
había ennoblecido el trabajo manual en oposición al
concepto despectivo que de él tenía la
antigüedad.

El benedictino H. Leclerc19 – expresa Llorca -,
pretendiendo estudiar el asunto con relación al estado
social que implicaba la economía antigua, concluye
sosteniendo que la Iglesia "…contribuyó ampliamente
a la expansión industrial por el respeto y el
interés que concedió al trabajo manual y por este
medio a los intereses económicos"; y del precepto que
figura en las epístolas de San Pablo, según el cual
"quien no quiere trabajar no debe comer", deduce:"No
es tanto el ejercicio del trabajo manual como su
rehabilitación lo que ha sido la obra del
cristianismo
."20

Si tomamos en cuenta que no ha existido
expansión industrial, ni rehabilitación del trabajo
manual, ni revolución económica mientras
duró la influencia de la Iglesia sobre la economía
antigua y la medioeval; y si al final de la Edad Media,
época a que no alcanza el límite cronológico
de la obra de Leclercq, se produjo la revolución
económica que desembocó en el advenimiento del
sistema capitalista, ello ocurrió sin que el trabajo
manual dejase de ser considerado vil.
Sin embargo hay que
reconocer con Olmeda que la Iglesia logró una
revolución moral respecto al trabajo que nadie puede
dudar. 21

Sanchis Gómez22, en sus estudios sobre la
concepción del trabajo en la sociedad occidental desde La
edad Media hasta nuestros días afirma que los Padres de la
Iglesia en los primeros siglos del cristianismo no trataron el
tema del trabajo con amplitud, sino al comentar los textos del
Génesis o algunos episodios del Evangelio. La labor
teológica se concentraba más bien en otros
problemas que consideraban más urgentes: la regla de la
fe, el canon de las Sagradas Escrituras, la trinidad, Jesucristo.
Finalmente el monacato, la vida monástica contemplativa se
concentró en aclarar las relaciones entre oración y
trabajo. Se hablaba allí solamente del trabajo manual como
remedio de la ociosidad.

Los doctores de la Iglesia medioeval también
encontraban justificada la esclavitud. La modificación que
Santo Tomás produjo en ella fue la opinión de que
el esclavo estaba sometido temporalmente al amo; pero que su
espíritu era libre y debía tener libertad para
ejercer la caridad con el prójimo. Si recordamos que en la
misma época la Iglesia desligaba a las personas de los
lazos feudales cuando éstos representaban un
obstáculo para la realización de actos favorables a
las instituciones eclesiásticas, advertimos que esta
modificación introducida por el Dr. Angélico en la
teoría de los antiguos sobre la esclavitud no era una
simple especulación teológica sin relación
con los intereses temporales de la Iglesia, observa Sachis
23

En los tiempos modernos la Iglesia Católica
siguió la tradición esclavista del cristianismo
primitivo. En el siglo XVI, consultados por el Consejo de Indias,
los jesuitas encontraban legítima la esclavitud de los
negros en América. La existencia de ciertos escritores
dominicanos que pensaban de otro modo prueba que la Iglesia no
tenía doctrina contraria a la esclavitud, por aquel
entonces ella misma explotaba gran número de esclavos en
sus establecimientos religiosos de

América: "Tanto en los siglos XVI, XVII y XVIII",
dice Georges Scelle,24 …"el papado no condenó
la trata negrera ni la esclavitud, ni tomó partido contra
estas instituciones."

Para Olmeda el estudio cada vez más completo de
sociedad durante la Edad Media conduce a la conclusión de
que en general la Iglesia no tuvo influencia alguna en la
emancipación de los siervos; y cuando esa influencia fue
visible accidentalmente, como en el caso de los sainteurs del
Henao, la vemos utilizando un procedimiento parecido al de la
protección apostólica: los siervos se emancipaban
total o parcialmente del dominio señorial para pasar a
contraer ciertas obligaciones pecuniarias, personales o
hereditarias hacia la Iglesia o monasterio a que
pertenecía el santo bajo cuya protección se
colocaba. La Iglesia no daba nunca gratuitamente esta
protección.25

La posición que antecede es aparentemente opuesta
por Pernoud26 quien dedica el capítulo V de su libro
¿Qué es la Edad Media? a mostrar la acción
del cristianismo temprano en contra de la esclavitud. La lectura
que hace esta historiadora sobre los hechos parte de
parámetros completamente distintos de los Sachis o Scelle,
para ella los pensadores paganos de la antigüedad, siguiendo
a Aristóteles, estimaban que la esclavitud era de derecho
natural, vale decir, conforme a la naturaleza del hombre. La
Iglesia antigua, fiel a la Biblia, se preocupaba principalmente
de liberar al hombre de la esclavitud del pecado, que lo
hacía esclavo de sus pasiones, y de afirmar que todos los
hombres son iguales

en Cristo, dignidad para quienes son esclavos o libres
en la sociedad civil. Esta idea determinó que cuando se
realizaban celebraciones litúrgicas, en la antigüedad
cristiana, no se separaban libres y esclavos; el matrimonio de
los esclavos era tenido por válido; los esclavos
podían acceder a los cargos de la

Iglesia; el papa San Calixto, por ejemplo, había
sido esclavo.

Al heredar el feudalismo la misma estructura
económica de la antigüedad y la misma
concepción del trabajo las vicisitudes del mismo recayeron
sobre determinadas jerarquías sociales que la Iglesia no
solo justifico sino promovió apoyándose como
refiere Sanchìs27 en la tradición judío
–cristiana en donde las ambigüedades y ambivalencias
del trabajo aparecen claras y sistematizadas. Por una parte ya
desde el Génesis – acota Sanchis- la idea del
trabajo aparece relacionada con la de pecado, castigo y
padecimientos. Por otra del mismo Génesis puede deducirse
que Dios fue el primer trabajador, pues la creación fue un
autentico trabajo del que tuvo que descansar al séptimo
día. Además Dios puso a Adán en el
Paraíso para que lo cultivase y guardase, es decir le dio
un trabajo como vocación. Hubo pues un trabajo feliz,
bendecido por Dios antes de que se convirtiese en penitencia como
consecuencia de la caída. La invitación
evangélica a entregarse en manos de la Providencia sin
dejarse abrumar por los problemas cotidianos; si Dios vela por
los lirios del campo y las aves del cielo que consiguen su
belleza y sustento sin afanarse ¿Cómo no ha de
ocuparse de nosotros? Y en el otro extremo la admonición
pauliana –"quien no trabaja que no coma"- en todo caso
concluyendo con Sanchis, lo que se podría afirmar es que
dentro el contexto cultural de la Antigüedad, el
Cristianismo fue una religión abierta al
trabajo.

1.2. b La Iglesia y el alejamiento de la palabra
del evangelio
.-Cuando la Iglesia quiso fortalecer sus
raíces en el cuerpo social el cristianismo dejo de estar
en el mundo para, en sincero propósito de amor y trabajo
solidario, facilitar el pan del prójimo o, por caminos de
abierta y liberadora generosidad, conquistar la voluntades una a
una como, al ejemplo de Cristo, hicieran Pablo, Pedro o Santiago.
Para muchos caudillos que se presentaban como cristianos, el
cristianizar no era armonizar la Tierra sino comprar voluntades
con la inteligente explotación de los recursos
dialécticos que brindaba la novedad doctrinal, optimizar
la propia fuerza y, como resultado, dominar su entorno; logrado
el poder, muy probablemente, convendría aprovechar al
máximo los recursos publicitarios del orden nuevo para
mantener la fidelidad de los súbditos.

No puede dejarse de lado que los buenos cristianos
veían en su doctrina bastante más que la
ideología oficial: de ello nos dan sobrados ejemplos una
pléyade de obreros del progreso, entre los cuales pueden
citarse a: Jerónimo, Benito, Agustín, Ambrosio,
etc.

El Cristianismo, predicado y protegido pero
insuficientemente vivido, resultó incapaz de superar la
abulia de un imperio en descomposición, por lo mismo,
presa fácil para una multitud de pueblos empujados por la
dinámica de su miseria y de su ambición. Se
sucedieron las invasiones y asentamientos bárbaros con la
lógica secuela de radicales cambios en las formas de vivir
y de relación entre los hombres.

La cultura histórica se refugió en los
monasterios, desde donde podían fluir atemperantes arroyos
de humanidad siempre en comunión con la autoridad de Roma,
centro emblemático de la Cristiandad.

En la modelación de las primitivas instituciones
eclesiásticas del cristianismo el sacerdote cristiano era
el heredero de su sucesor pagano. Olmeda28 refiere la existencia
de muchas pruebas según las cuales el jefe de una
comunidad de aldea era originalmente el sacerdote, que el templo
era virtualmente suyo, que en el curso del tiempo delegó
el ejercicio de la función sacerdotal en un delegado
escogido por él reteniendo la propiedad, del culto29. La
comunidad resultaba incompleta sin sacerdote y sin templo y sus
miembros estaban obligados a asistir a los servicios como la
estaban a atender a otros deberes tribales. Así, cuando la
comunidad, siguiendo el ejemplo de su señor, se hizo
cristiana, había ya una fuente obvia de sostenimiento del
sacerdote del nuevo culto. Los hombres no podían ser menos
generosos con él que con su predecesor pagano. Lo
sostendrían del mismo modo y lo elegirían de la
misma manera. Así, la Iglesia heredó del paganismo
el patronato eclesiástico y la tierra de la gleba, como
una pesada carga.

Si bien es cierto el sacerdote tenía una
posición bien definida dentro de la comunidad,
también tenía el dominio de una porción
fijada por la costumbre dentro de la tierra cultivada.30 Con la
tierra del señor no tenía nada que ver, pero
así con la de cada miembro de la comunidad, La continuidad
entre el sistema cristiano y el pagano se pone de
manifestó en hechos como el de Carlos el Grande quien
luego de conquistar y poblar Sajonia ordenó en su
Capitularía que el sacerdote cristiano tuviese dos
parcelas, porque sin duda el sacerdote pagano había
ocupado la misma extensión.

Ignacio de Antioquia a principios del siglo segundo
vinculó a la iglesia como cuerpo de Cristo, y
enseñó que nadie podía ser salvado del
pecado a no ser que fuera miembro de la iglesia para lo cual se
establecieron los sacramentos, o medios de gracia, como el
bautismo y la eucaristía. Surgió también la
teoría del sacerdotalismo clerical: esto se refiere a, que
los sacramentos sólo podían ser celebrados o
administrados por hombres ordenados de manera regular para este
propósito. Así el clero, en distinción a los
laicos, vino a constituirse en un sacerdocio oficial. Una vez que
quedó establecida la distinción entre el clero y
los laicos, los últimos pasaron a depender enteramente del
clero para conseguir la gracia sacramental sin la que,
según se enseñaba, no había
salvación.

Del mundo antiguo la Edad Media había recibido
solo el cristianismo y una serie de ciudades en ruinas. Dentro de
este escenario el clero obtuvo el monopolio de la
instrucción y esta tenía un carácter
teológico. El dogma de la Iglesia era al mismo tiempo
axioma político y los textos de la Iglesia tenían
fuerza de ley en todos los tribunales. Aun después de
crearse el oficio independiente de los juristas, la
jurisprudencia permaneció bajo la tutela de la
teología. La multiplicación de los oficios de la
iglesia y la introducción de otros que nunca fueron
contemplados en las Escrituras parecen haber servido para lograr
un orden externo en la iglesia —y la verdad es que la
necesidad del mismo fue de manera principal la causa de estas
innovaciones— pero reprimieron la libre expresión de
la vida espiritual y de la fe, y negaron el principio fundamental
del cristianismo: que «hay un solo Dios, y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo

VOS

Por otro lado los obispos cristianos aceptaron puestos
en la corte y buscaron recibir la gloria del mundo. Comenzaron a
aparecer ostentosos templos para la exhibición de la
religión cristiana. Cosa más grave todavía,
los cristianos pronto invitaron la intervención del poder
civil en los asuntos de la iglesia, y lenta pero seguramente
comenzó a hacerse más evidente el fatal
vínculo con el mundo como nos lo hacen saber los estudios
de Boissonnde31 Thompson32, Kulischer33y Giriy34

La riqueza, el poder y la gloria de la Iglesia se
sentó sobre la base de hacer de los evangelios un
instrumento político al servicio de mezquinos intereses,
veamos el caso de Francia en donde la Iglesia mostró los
mejores ejemplos de una alianza con el poder que la llevo a
sufrir consecuencias de tal magnitud que cambiaron su historia y
el de humanidad.

c) Siervos clérigos y
guerreros.

Echando una mirada histórica a la época
medioeval podemos apreciar con claridad que la religión
era universal Todo el que se llamaba cristiano, había
nacido en la Iglesia Católica. No había otra. Y
quisièrase o no, — expresa Huberman en su interesante y
bien documentado estudio sobre la riqueza de las naciones —,se
pagaba impuesto a esa Iglesia y se vivía sujeto a sus
reglas y regulaciones. Los siervos religiosos en Sothampton eran
los mismo que en Génova. No había fronteras de
Estado para la religión35.

Boissonnade uno de los más importantes
historiadores del periodo feudal observa que la sociedad feudal
estaba compuesta de tres clases sociales , clérigos
,guerreros y trabajadores, con esta última al servicio de
las dos primeras, la eclesiástica y la militar. Así
lo entendió por lo menos una persona que vivió en
aquella época, y que lo comentó en esta
forma:

?Para el caballero y el clérigo , ha
de vivir quien hace el trabajo

El trabajo manual, despreciado en la Antigüedad,
pagana, fue dignificado con la aparición del Cristianismo,
pero sin lograr la supresión total de la esclavitud .El
cristianismo mantuvo el precepto bìblico d que cada cual
debe ganarse el pan con el sudor de su frente. Cristo no
desdeño el oficio de carpintero y cada apóstol
tuvo

su propio oficio. San Pablo proclamó el principio
de " quien no quiere trabajar no puede comer"

¿Qué clase de trabajo era aquel?
¿En fábricas o en talleres?. No porque éstos
no existían. Era un trabajo en la tierra, cosechar
alimentos o cuidar ovejas para obtener lana destinada a los
obrajes. Era un trabajo agrícola, pero tan diferente del
actual que apenas podríamos reconocerlo. La mayor parte de
las tierras de cultivo de la Europa central y occidental, estaban
divididos en zonas conocida como

?feudos. Un feudo estaba formado simplemente por una
aldea y varios centenares de acres de tierra laborable en torno
de la cual los aldeanos trabajaban. Los ?feudos ? variaban en
algunos lugares en tamaño , organización y
relaciones entre sus pueblos, pero sus características
principales eran algo semejantes.36

Cada propiedad feudal tenía un señor.
Comúnmente se dijo del periodo feudal que "no
había señor sin tierra, ni tierra sin
señor"

El campesino vivía en una choza del tipo
más miserable. Trabajando mucho y duramente en sus franjas
de tierra( que en conjunto representaban de 15 a 30 acres en
Inglaterra y de 40 a 50 en Francia) se las arreglaba para
arrancar una existencia miserable de la tierra. Pudiera haber
subsistido mejor, a no ser por el hecho de que cada semana ,dos o
tres días tenía que trabajar la tierra del
Señor ,sin paga. Y no era éste el único
servicio que había de prestar, Cuando surgía una
urgencia, como las que acontecían en la época de la
cosecha tenía que trabajar primero en la heredad del
señor. Estos días extra eran adicionales a los
servicios de trabajo.37

No era eso todo. Nunca se planteó la
cuestión en cuanto a que tierra era la más
importante. La del señor tenía que ser arada
primero, sembrada primero y cosechada primero. Y los periodos de
urgencia se sumaban al servicio normal de trabajo. .Así
mismo si el campesino necesitaba utilizar un molino o una prensa
del lagar tenía que utilizar necesariamente el molino o la
prensa del señor, donde tenía que pagar por el
servicio. No había casi límites para lo que el
señor podría imponer al campesino .

Boissonnade sostiene que la Iglesia era parte de este
sistema en algunos sentidos, no era tan importante como el rey
pero en otros lo era mucho más. La Iglesia era una
organización que se extendía sobre todo el mundo
cristiano. Y era más poderosa más extensa, antigua
y continua que cualquier Corona38

Thompson y Kulischer en sus autorizados y detallados
estudios señalan que La

Iglesia era el más rico y más poderoso
terrateniente de la Edad Media.

Thompson recuerda al respecto: ?No. hay que olvidar que
el feudalismo era una edad religiosa y los hombres preocupados
por la clase de vida que habían hecho, querían
asegurase de ir a la diestra de Dios al morir y daban tierra a la
Iglesia; sabiendo que la Iglesia realizaba una buena obra
cuidando a los enfermos y a los pobres?.39

Kulischer por su lado sostiene que algunos nobles y
reyes crearon la costumbre de que cuando ganaban una guerra y se
apoderaban de las tierras del enemigo vencido, daban parte de
éstas a la Iglesia. Así la Iglesia acrecentó
sus tierras, hasta que llegó a ser dueña de la
mitad de toda la tierra en Europa Occidental40.

Obispos y abates ocuparon sus lugares en la estructura
feudal, como los condes y duques. Y así como
recibía tierras de un señor , la Iglesia a su vez
actuaba como señor observa Kulisher41.

En los inicios del feudalismo, la Iglesia fue un
elemento progresista, activo. preservó buena parte de la
cultura del Imperio Romano. Estimuló la enseñanza y
estableció escuelas. Ayudó a los pobres, cuido a
los niños sin hogar en sus orfelinatos y fundó
hospitales para los enfermos. En general la Iglesia administro
sus propiedades mejor y obtuvo más de sus tierras que la
nobleza.

Pero el cuadro tenía otro lado. Mientras los
nobles dividían sus dominios para atraerse partidarios, la
Iglesia adquiría más y más tierras. Una
razón para que los sacerdotes se les prohibiese el
matrimonio, era simplemente que los jefes de la Iglesia no
querían perder ninguna de las tierras de ésta
mediante las herencia de los hijos de sus
funcionarios42.

La Iglesia también aumentó sus propiedades
mediante el ?diezmo?,.43 Giry en un conciso e interesante estudio
sobre la lucha por la independencia urbana al referirse al diezmo
sostiene que "El diezmo constituía un impuesto
agrario, un impuesto sobre los ingresos y un impuesto de muerte
más oneroso que cualquier otro conocido en los tiempos
modernos No sólo estaban los agricultores y villanos
obligados a entregar una décima parte de cuanto
producían…Diezmos de lana incluían hasta las
plumas de los gansos ; y hasta la misma hierba que aquellos
cortaban al borde de los caminos tenían que pagar su
impuesto; y el agricultor que deducía los gastos de
trabajo antes de "diezmar" sus cosechas, se condenaba a si mismo
al infierno"
44

Kulischer afirma que la Iglesia como terrateniente no
fue mejor, y en algunos casos fue mucho peor que los
señores laicos ?Tan grande fue la opresión de
sus siervos por el Capitulo de Nuestra Señora de
París, en el reinado de San Luis que la Reina Blanche les
reconvino con toda humildad, replicando los monjes que ellos
podían matar de hambre a su siervos, como
quisieran"45

Al hacerse la Iglesia enormemente rica, su
economía tendió a contrapesar su importancia
espiritual.

Tanto Thompson como Kulischer creen que la obra
caritativa de la Iglesia fue sobrestimada. Admiten el hecho de
que ella ayudó a los pobres y a los enfermos.

Pero que en proporción a lo que pudo hacer con su
tremenda riqueza, no hizo ni aún lo que la
nobleza.46

Partes: 1, 2

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