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El mito de la fuerza del varón



  1. El
    mito de la fuerza del varón
  2. La
    desmitificación del héroe con el
    anti-héroe
  3. Influencia social del mito de la fortaleza del
    varón en relación a la sexualidad masculina y
    el tema del VIH sida
  4. Análisis teológico del mito de la
    fuerza del varón y su incidencia en relación a
    las mujeres
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

El mito de la
fuerza del varón

Desde tiempos antiguos se viene hablando del mito de la
fuerza del varón que propone la imagen de que el hombre se
debe reproducir, afirmar su superioridad intelectual, demostrar
su actividad e iniciativa en todos los campos, dominar en todo
tiempo y lugar, hacer gala de fuerza física, ser
´´macho´´ y el héroe salvador.
Pero es claro que no es la naturaleza masculina la que determina
este comportamiento sino la cultura que lo condiciona.

Nuestras sociedades latinoamericanas son sociedades
patriarcales, donde impera el uso de un lenguaje
androcéntrico y machista donde la peor parte se la llevan
las mujeres y grupos minoritarios sexuales.

Es en este contexto donde se reinterpreta social e
ideológicamente el mito de la fortaleza del varón,
el héroe, el macho alfa, el Don Juan Tenorio, el
varón que no llora, el insensible, el de coraza
rígida, el homofóbico, el valiente, el del sexo
fuerte, entre otros nombres que ya conocemos. Como mencionamos al
inicio al varón se le ha enseñado a través
de la reinterpretación de los mitos de la fortaleza
masculina en diferentes culturas a ser un "hombre" un
varón recio, firme, e indoloro, con un ego que necesita
ser constantemente admirado. En este sentido el mito tiene una
función ideológica y dogmatica. Al respecto Duch
nos dice que:

El mito pues al margen de la enorme cantidad de formas
literarias y rituales que puede adoptar siempre lleva a
término una empresa de fundamentación y
legitimización. Esto equivale a decir que su finalidad
más propia consiste en la justificación de las
relaciones y las instituciones que regulan la vida humana en un
determinado lugar y espacio (Duch 1998, 59).

De acuerdo a lo expuesto por Duch, creemos que parte de
nuestra tarea es ir desmitificando este mito,
planteándonos las siguientes preguntas ¿A caso para
ser hombre hay que tener estas "cualidades" mencionadas arriba?
¿A caso los hombres no podemos mostrar ternura, ser
sensibles, conmovernos al mirar una flor o simplemente llorar?
¿A acaso los hombres podemos dejar de ser
héroes?

Aunque la cultura nos dice que los varones somos el
producto alienado y mítico de esta sociedad patriarcal,
androcéntrica y excluyente, donde nuestros padres o
figuras paternas nos han exigido e inculcado culturalmente una
dureza inquebrantable y muchas veces extrema, reflejada en el
arquetipo del varón fuerte valiente e indoloro.
También es importante apuntar que muchos varones somos
diferentes o pensamos diferente y actuamos diferentes ya creemos
que ser varón no es nada fácil y tal como lo apunta
Walter Riso en su libro de intimidades masculinas en el cual nos
dice que

Ser hombre en los términos que demanda la
cultura, no es tan fácil. Esta afirmación,
descarada para las feministas y desconcertante para los
machistas, refleja una realidad encubierta a la que deben
enfrentarse día a día miles de varones para cumplir
una masculinidad tonta, bastante superficial y potencialmente
suicidad (Riso 1998, 14).

Está información contradictoria o este
doble mensaje, nos hace a muchos varones a jugar a ser un
equilibrista de las expectativas sociales e ideológicas
que nos impone el mito de la fuerza masculina del varón.
No es tan fácil sér al mismo tiempo fuertes y
sensibles, rudos o tiernos, trabajadores o caseros, todas estas
dualidades crean muchos sentimientos de frustración, con
las cuales venimos luchando desde nuestra infancia.

Muchos hombres reclaman el derecho de ser débiles
y sensibles, miedosos e inútiles, sin por qué tal
razón se les cuestione. El derecho de poder hablar sobre
lo que sienten y piensan, no desde la soberbia ni para
justificarse de los ataques insanos del resentimiento feminista,
sino desde la más onda sinceridad (Riso 1998,
15).

Desde está perspectiva queremos dejar claro que
al afirmar que el hombre sufre, no significa desconocer los
problemas de las mujeres, así como existe el mito de la
fortaleza masculina del varón, mito que como venimos
explicando afecta al varón, también las mujeres
luchan por la desmitificación del mito del sexo
débil.

En base a lo que hemos expuesto, creo que es necesario
ir rompiendo esos arquetipos y paradigmas, de la fuerza masculina
del hombre y realmente comprender que mensaje nos da este mito,
en particular ¿cuáles son sus propósitos y
sus funciones normativas y sociales? A grandes rasgos
podríamos definir que el mito de la fuerza masculina del
varón tiene como objetivo seguir justificando las
prácticas existentes de machismo. Desde está
postura entenderíamos que el propósito del mito de
la fuerza del varón es seguir repitiendo estos patrones
aprendidos del machismo (valentía, dominancia y seguridad)
y su función normativa y social (poder y control). En ese
sentido sería interesante exponer brevemente de donde
surge o viene o se reinterpreta el mito de la fortaleza del
varón- héroe, su valentía, su dominancia y
seguridad.

Para esto tenemos que remontarnos a épocas
anteriores y actuales para comprender como se ha ido
transmitiendo el mito, para así formarnos una idea
básica de cómo cobra fuerza y hacer las
críticas correspondientes. La historia de las
civilizaciones nos enseña que la fuerza física del
varón fue muy importante, para conquistar y construir
grandes imperios. Según Walter Riso.

El poder muscular permitía asegurar la vida en
dos sentidos fundamentales. Por un lado hacer la guerra
requería de hombres fornidos que pudieran cargar armas y
enfrentar la contienda corporal sí por cualquier otra
razón el habitad se volvía hostil y difícil,
el músculo comenzaba a ser determinante para la
supervivencia (Riso 1998, 24).

Lo que plantea Riso es una figura del prototipo de
hombre- héroe que nos ilustra de cuán importante ha
sido y es para las sociedades antiguas y contemporáneas la
fuerza masculina para propósitos de guerras, conquistas y
dominación. El mito de la fuerza masculina enfatiza que
hay que ¨ser¨ y se debe ¨ser¨ fuertes si queremos
llegar a la plenitud, sobrevivir, y tener poder y control sobre
los demás. Todo esto se desarrolla en relación a la
crianza inicial y los primeros procesos de socialización
ideológica con grupos de pares en la cultura patriarcal de
la que venimos.

Al respecto Campbell lo retoma cuando nos dice en su
libro del héroe de las mil caras que

La totalidad de la plenitud del hombre, no está
en un miembro aparte, sino en el cuerpo de la sociedad como un
todo; el individuo puede solo ser un órgano. De su grupo
ha tomado las técnicas de la vida, el lenguaje en que
piensa, las ideas por las cuales lucha, los genes que ha
construido su cuerpo descienden del pasado de esa sociedad. Si
pretende aislarse, ya sea en hechos, pensamientos o sentimientos,
solo logra romper las relaciones con la fuente de sus existencia
(Campbell 1972, 337).

En este sentido muchos hombres desean volver a las
fuentes originales del poder masculino, que no se alimenta de la
explotación y la imposición del mito, sino de una
profunda humanidad compartida. ¨ la liberación
masculina del mito de la fuerza del varón no es una lucha
para obtener el poder de los medio de producción, sino
para desprenderse de ellos ¨ (Riso 1998, 18).

Otras influencias de la reinterpretación de mito
de la fuerza masculina la encontramos en los cuentos de hadas, en
las leyendas, las novelas épicas y los libros de historia
que nos presenta al típico estereotipo social del
héroe salvador y conquistador. Crecemos idealizando a esos
héroes machos y fuertes de los que nos habla la cultura
popular y los libros de la Biblia, en especial los libros del
antiguo testamento.

Es interesante la comparación que hace Campbell
del héroe del cuento de hadas y el héroe
mitológico

El héroe de cuentos de hadas alcanza un triunfo
domestico y microscópico, mientras que el héroe del
mito tiene un triunfo macroscópico, histórico
mundial. De allí que mientras el primero, que a veces es
el niño menor o mas despreciado, se adueña de
poderes extraordinarios y prevalece sobre sus opresores
personales, el segundo vuelve de su aventura con los medios para
lograr la regeneración como un todo(Campbell 1972,
42).

Estas influencias ideológicas, culturales y
religiosas, que encontramos en el mito del héroe refuerzan
el mito de la fuerza masculina, por eso desde chicos somos
iniciados ritualmente para ser así "hombres fuertes" y
"machos" los ritos de iniciación masculina que promueven
la fuerza bruta, han existido en casi todas las
culturas.

Desde la severa formación espartana de los
griegos y caballeros de la edad media, hasta el traumático
servicio militar, todos sin excepción parecen compartir el
mismo principio: para hacerse hombre y ser reconocido como tal es
necesario sufrir (Riso 1998, 24).

Además de tener fortaleza física, y
capacidad para soportar el dolor a través del sufrimiento
el mito de la fortaleza del varón exige o implica ser
valiente. Desde esta perspectiva podemos ver que estas
"cualidades" hoy en la actualidad son exigencias del mundo post
moderno. Es por eso que existe un gran número de varones
que aspiran a ser: fuertes, indoloros y valientes. Este
típico hombre moderno, héroe y macho "son el
producto de un condicionamiento valorativo claramente
auto-destructivo y deshumanizante" (Riso 1998,26).

De acuerdo a todo lo expuesto en los párrafos
anteriores podemos hacer una conceptualización del mito en
correlación al mito de la fortaleza del varón desde
la óptica de Duch.

El mito posee una naturaleza compleja que corresponde a
la inevitable complejidad y ambigüedad del ser humano por
está razón y por mucho que se entiende no puede ser
liberado de la problemática inherente a la existencia
humana y a la vida social. El mito llega hacerse actual en todas
las épocas y en todos los espacios, porque ha de ser
incesantemente reinterpretado en función de las nuevas
variables que surgen en los trayectos vitales de los individuos y
las colectividades (Duch 1998, 27).

En conclusión, el mito de la fuerza masculina del
varón, obedece a una cultura patriarcal y tradición
de sociedades antiguas y que se ha ido reinterpretando, a
través de las diferentes culturas, tanto en la literatura
secular y religiosa época tras épocas, porque es
inherente a la existencia humana, se cree que el varón
debe ser fuerte, musculoso, dominador y conquistador, porque a si
lo demanda la sociedad.

La
desmitificación del héroe con el
anti-héroe

El hombre valiente, fuerte y sin dolor es el
héroe de la historia o de las historias, desde
pequeños los varones fuimos influenciado por el mito de
una o de otra manera lo idealizamos por muchos factores uno de
ellos fue la parte lúdica y mediática, los varones
tuvimos a nuestro alcance juguetes bélicos y
luchábamos es nuestros mundos reales e imaginarios contra
monstros, gigantes, y enemigos irreales creados por nuestras
mentes alienadas.

Había que jugar al soldadito, o carritos, porque
son juegos de hombres o los típicos juegos de lucha libre
y peleas callejeras con los amigos del barrio. Crecimos en la
cultura de los dibujos animados bélicos como:
Capitán América, Súper Man, El hombre
araña, y el increíble Hulk, y no digamos los juegos
de videos violentos como Mortal Kombat, o Street Figter y sobre
todo viendo las películas de Hollywood como Rambo, Y
Comando.

Todas estas influencias mediáticas y
lúdicas nos presentaban un camino y la fórmula
mágica para ir a enfrentarse a las realidades de la vida
con fuerzas fabulosas y regresar triunfantes. Aunque algunos
llegamos más bien con los ojos morados a casa, porque no
fue como lo imaginamos, como lo leímos en los cuentos de
hadas y como lo miramos en las películas de acción.
Ahí muchos nos dimos cuenta que ser varón no es
algo fácil y mucho menos ser héroe. Aunque Joseph
Campbell, interpreta el mito del héroe de esta
manera

El héroe por lo tanto, es el hombre o la mujer
que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones
históricas personales y locales y ha alcanzado las formas
humanas generales validas y normales (Campbell 1972,
26).

Desde este punto de vista en que Campbell analiza el
mito de la fortaleza del varón podemos decir que no es
fácil renunciar a ser un héroe o un varón
fuerte y dominante ya que nos constituimos en la esperanza de la
familia y de la humanidad misma tal como lo explica Walter Riso y
lo enfatiza la antropología del mito donde el mito
añora y repite sistemáticamente la misma historia
secular de proezas.

Analizado desde un punto de vista más complejo,
quizás sea la "estructura inconsciente masculina la que
posee implícitamente la sentencia de buscar, satisfacer
los sueños de grandeza de una sociedad perturbada que
pretende redimirse a sí misma mostrando como que los
héroes hacen falta" (Riso 1998, 31).

Es por eso que es imperativo plantearse la
desmitificación de esos héroes con anti-
héroes, de ahí que no estamos de acuerdo cuando
Bettelheim afirma en su estudio sobre la función
psicológica del cuento cuando menciona que "la eventual
salvación y la completa restauración y la
elevación del niño héroe a una
condición de existencia son características de los
cuentos de hadas" (Bettenheilm, 1977, 119).

La vida real no es un cuento de hadas, y según lo
que hemos expuesto en los párrafos anteriores, son estos
mismo cuentos de héroes los que promueven el estereotipo
del macho que todo lo puede. Apuntamos esto por que cuando
hacemos una relectura de estos cuentos nos damos cuenta de que el
anti-héroe no tiene que ser valiente, y si puede sufrir,
llorar. Además el anti- héroe no necesita victoria
ni ritos de iniciación para demostrar cuan hombre
es.

Para ir finalizando sobre este punto, a manera de
conclusión el psicólogo Walter Riso nos da algunos
presupuestos para la desmitificación del mito de la fuerza
masculina del varón en su caparazón de
héroe, cuando nos habla sobre el anti
héroe.

El anti- héroe rompe el mito y destroza la propia
y asfixiante demanda fantástica de la tradición
patriarcal. El anti- héroe no quiere doncellas, ni
corceles ni rescatar a nadie, tampoco añora el peligro
para ponerse a prueba, ya que no hay nada que probar, se niega a
la demencia brutal del típico combatiente, y no ve a la
mujer como una tentación que debe evitar para llevar a
feliz término su gesta ególatra. El
anti-héroe no quiere ser santo, redentor, emperador, ni
dueño de ningún reino. El anti- héroe quiere
abrazar en silencio, dormir en calma, amar intensamente y,
¿por qué no?, ser rescatado por alguna
heroína valiente y atrevida de esas que no aparecen en los
cuentos. (Riso 1998, 31).

En conclusión entendemos que él
típico varón fortachón son esos arquetipos
´´que han de ser descubiertos y asimilados y que han
inspirado de los anales de la cultura humana, las imágenes
básicas del ritual de la mitología y la
visión´´ (Campbell 1998, 25). Es por eso que
el mito de la fuerza del varón y héroe debe ser
desmitificado porque lo que genera son varones machistas e
insensibles, que no miden las consecuencias de sus
actos.

Influencia social
del mito de la fortaleza del varón en relación a la
sexualidad masculina y el tema del VIH sida

Como mencionamos al inicio de este trabajo la sociedad
latinoamericana está estructurada en una variedad de
formas que favorecen a los hombres (patriarcalismo) y no
así a las mujeres, y las relaciones heterosexuales
están estructuradas y restringidas por relaciones sociales
más amplias entre hombres y mujeres. En ese sentido el
mito social de la fuerza masculina del varón indica que
hay que ser heterosexual y muy macho.

  Entonces sería lógico pensar desde
está postura que las relaciones sexuales están
estructuradas por la dominación heterosexual que es
percibida en el mito de la fuerza masculina dese el punto de
vista bíblico como normal y natural, mientras que las
otras formas de sexualidad son vigiladas y consideradas como
perversas y no naturales.

  Para entender la sexualidad de los hombres
tenemos que entender la construcción de su masculinidad;
en otras palabras la producción social de lo que significa
ser hombre.

 Al respecto el sociólogo australiano Bob
Connell concluye.

Que en cualquier sociedad existen múltiples
masculinidades y múltiples feminidades pero una
versión de la masculinidad es dominante o también
llamada hegemónica o sea la más honrada e
influyente representación cultural de la masculinidad.
Pues para ser un hombre es necesario ser: fuerte, no expresar sus
emociones, tener el control, ser agresivo y heterosexual (Connell
1999, 23).

Es importante pensar que la sexualidad masculina
está muy vinculada a la identidad de género
masculino. Así el desempeño físico de los
hombres en su sexualidad es lo que confirma el mito de la fuerza
masculina de varón.

Repasando algunos mitos sexuales podría decirse
que los hombres siempre deben desear tener relaciones sexuales y
estar preparados para ello todo el tiempo. Porque Un verdadero
hombre jamás pierde una erección.

Desde esta perspectiva nos podemos preguntar
¿Cómo se relaciona este mito de la fuerza masculina
con el tema del VIH en nuestro contexto? El mito de la fuerza del
varón además de afectarlo social, y emocionalmente
también le afecta a nivel sexual en la parte de
prevención y sostenimiento de relaciones afectivas Creo
que la parte sexual tiene sus serias implicaciones, diremos que a
nivel sexual y como es concerniente al tema del vihsida, existen
un gran número de hombre contagiados con el virus del VIH
por esa mala reinterpretación del mito de la fortaleza
masculina. ¿Por qué?

Porque que en los ritos de iniciación sexual,
muchos padres llevan a sus hijos pubertos a su iniciación
sexual a los prostíbulos, porque el mito nos dice que para
ser hombre hay que tener sexo a esa edad. Porque el mito de la
fortaleza masculina en su construcción social e
ideológica nos ha enseñado que un verdadero hombre
jamás debe usar preservativos y que las relaciones
sexuales son mejor al natural. Y sobre todo que de sida solo se
contagian los homosexuales. Otros creen basados en este mito que
un verdadero hombre debe tener todas la mujeres que pueda para
demostrar cuan listo es en el arte de de la
seducción.

Y así como estas creencias hay otras en la
cultura popular que hacen que este mito de la fuerza del
varón se revalore negativamente sin tener en cuenta que
está prácticas sexuales te pueden ocasionar muchos
problemas o la muerte misma.

Porque el mito de la fuerza masculina relacionado con la
sexualidad masculina está basado en el desempeño y
la potencia: los hombres son expertos, saben todo sobre el sexo,
conocen a la perfección a las mujeres, y son los
encargados de hacer gozar a todas las mujeres. El
desempeño sexual masculino tiene que ver con la
confirmación de la masculinidad y la posición entre
los hombres, según lo que nos dice el mito.

Lo preocupante de todo esto es que las relaciones
íntimas son estructuradas en base a la homofobia y a la
misoginia por lo que la masculinidad se define como no femenina.
Todo estereotipo femenino es denigrado y todo acercamiento hacia
otro hombre produce gran tensión donde se mezcla el miedo
y el odio. 

Este tipo de hombre que surge de la
interpretación de este mito se caracterizan por ser
hombres agresores, violentos, golpeadores. En definitiva estos
hombres no tienen toda la culpa de ser o de hacer lo que hacen.
Si es que hay culpa la tiene esta sociedad patriarcal,
favorecedora de valores machistas, del doble discurso, e
influenciada por mitos deshumanizantes, donde el mito se intrinca
en un constructo social básico. Y el mismo mito y la
sociedad estimulan el control, el poder y la
competición.

 Estas conductas aprendidas son sostenidas desde el
imaginario social, donde los mitos y estereotipos sobre los
lugares diferenciales de hombres, mujeres y niños,
legitiman formas de relacionamiento. Con un enraizamiento
importante en los vínculos jerárquicos y
autoritarios donde hay una representación de la
masculinidad (dominio y fuerza) sobre la femineidad
(inferioridad, dependencia, sexo débil, etc.). "Por
qué en la vida hay que ser hombres".

Análisis
teológico del mito de la fuerza del varón y su
incidencia en relación a las mujeres

El mito de la fuerza masculina tiene sus raíces
desde la creación del ser humano como tal, la
teología tradicionalista ha ido mitificando la fuerza del
varón a través de las diferentes traducciones de la
Biblia, tomando como criterio principal que el hombre, al haber
sido creado primero, es el referente principal y protagonista de
los diferentes relatos bíblicos, por lo consiguiente se
convierte en figura mitológica con las siguientes
características: es el valiente, el que manda, el que toma
las decisiones importantes, el rey, el profeta, el guerrero, el
que hace proezas sobre naturales entre otras cosas. Hay muchos
textos del la Biblia que presentan la figura de la fuerza
masculina del hombre como algo mitológico, pero el inicio
de este debate lo encontramos en un pequeño
versículo del génesis donde nos dice lo
siguiente.

´´Entonces dijo Dios hagamos al ser
humano, según nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza´´. Génesis 1 26 a

El texto del génesis 1. 26a se ha interpretado
desde la teología tradicional la subordinación de
la mujer de esta manera y Lings nos lo explica
así

En algunos ambientes cristianos se justifica en base a
este relato bíblico la subordinación femenina al
poder masculino. Para la tradición cristiana, la
creación del ser humano en el Génesis expresa
claramente la superioridad del varón frente a la
condición de la mujer. Si la criatura femenina ocupa un
escalón secundario en la jerarquía establecida por
mandato divino, a la mujer le toca someterse en todo momento al
varón para orientarse en la vida (Lings 2010,
1).

Como lo menciona anteriormente Duch, el mito
´´pues al margen de la enorme cantidad de formas
literarias y rituales que puede adoptar siempre lleva a
término una empresa de fundamentación y
legitimización´´ (1998, 59).

En ese sentido esta lectura del Génesis viene
justificando prácticas machistas desde la misma existencia
del ser humano. El mito de la fuerza del varón se
encuentra muy arraigado en nuestras sociedades ha provocado, la
conformación de una comunidad machista,
androcéntrica, donde la mujer se sitúa como ser
humano oprimido.

La misma teología tradicionalista con su enfoce
dualista platónico, y la misma Biblia en sus diferentes
libros nos muestran un buen numero de ejemplos donde aparece el
mito de la fuerza del varón como el todo poderoso, lo
podemos ver en figuras como David, Josué, Gedeón,
Sansón, e incluso en el mismo pueblo de Israel en cuanto a
sus varones guerreros.

Este mito permeo toda la teología
tradicionalista, es por eso que al hacer nuevas relecturas del
texto, a través de la hermenéutica de la sospecha
podemos ver, sociedades machistas y opresoras y excluyentes,
hacia otras y otros sujetos, donde impera un lenguaje
excluyente.

El mito solo vino a justificar estas prácticas
que hoy en la actualidad se siguen dando, esto porque, el mito
como lo mencionamos antes justifica practicas existentes.
Practicas literales y simbólicas. Y estas prácticas
literales y simbólicas que se escudan en la fuerza
física del varón y que se manifiestan a
través del machismo, deben ser estudiadas desde un nuevo
discurso teológico y bíblico, con la ayuda de
teorías de género tratando de deconstruir el mito
para volverlo reconstruir o hacerle una nueva
reinterpretación desde el descubrimiento de la mujer como
sujeto oprimido del mito, en síntesis es reinterpretar el
mito desde las intimidades masculinas.

Conclusiones

El estereotipo tradicional de la fuerza física
del varón y la reinterpretación social, e
ideológica de este mito, han mantenido atado al
varón a patrones biológicos, fomentando y
exagerando valores como: la fuerza física,
valentía, violación, agresión fisca. Estos
atributos primitivos y salvajes hoy en la actualidad ya han
perdido cualquier funcionalidad adaptativa. Es por eso que es
necesaria la desmitificación del mito de la fuerza del
varón el del sexo fuerte y apuntar hacia una nueva
masculinidad que no quiere quedar atrapada en la herencia salvaje
que tanto aplaude y refleja la cultura de hoy.

Hay que dejar salir el anti héroe personal, ese
llorón, que le gusta contemplar ocasos, regar las flores,
el que tropieza, el que, que sabe de arte y de cultura, el que
cocina, el que barre y lava los platos. Ese varón normal
que se despoja de todo atributo sobrenatural y mítico sin
más cargas que su propia identidad.

Bibliografía

Bettelheim, Bruno. 1975. Psicoanálisis de los
cuentos de hadas
. USA. Editorial Crítica.

Campbell, Joseph. 1972. El héroe de las mil
caras. Psicoanálisis del mito
. México D.F.
Fondo de cultura económica, pp. 11 49, 233 281, 336
345.

Connell, Bob. 1999. Violencia masculina en la
pareja. Una aproximación al diagnóstico y a los
modelos de intervención
. Buenos Aires.
Paidos.

Duch, Lluis. 1998. Mito, interpretación y
cultura.
Barcelona. Herder.

Lings, Renato. 2010. Los comienzos: La
creación del ser humano
. San José:
Inédito, pp 1: 24.

Riso, Walter. 1998. Intimidades masculinas.
Bogotá. Norma.

 

 

Autor:

Daniel Alberto Trujillo
Fajardo

Universidad Bíblica
Latinoamericana

Facultad de teología

Escuela de ciencias
teológicas

CT 204 Seminario en
teología

Dra. Janet Woodward Horton

3 de junio del 2011

 

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