Monografias.com > Derecho
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Muertes que la gente presenció



  1. Resumen
  2. Desarrollo
  3. Bibliografía

Resumen

La pena capital o pena de muerte consiste en la
ejecución de un condenado por parte del Estado, como
castigo por un delito establecido en la legislación; los
delitos a los cuales se aplica esta sanción penal suelen
denominarse crímenes o delitos capitales. En Cuba, durante
la dominación española, la pena capital se
utilizaría para frenar las figuras "delictivas",
relacionadas con intentos separatistas, anexionistas o
abolicionistas. Protagonistas o simpatizantes morirían
quemados, agarrotados, ahorcados o fusilados.

Desarrollo

La pena capital o pena de muerte consiste en la
ejecución de un condenado por parte del Estado, como
castigo por un delito establecido en la legislación; los
delitos a los cuales se aplica esta sanción penal suelen
denominarse crímenes o delitos capitales.

La ejecución ha sido empleada por casi todas las
sociedades en un momento u otro de su historia, tanto para
castigar el crimen como para suprimir la disensión
política. Desde tiempos inmemoriales se ha practicado,
siendo superada en los primeros momentos por la expulsión
de la gens, que constituía la muerte misma. A lo largo de
la historia la pena de muerte ha sido la pena por excelencia.
Quienes han detentado el poder en las distintas épocas y
culturas han encontrado en ella un instrumento determinante para
imponer su modelo social; o para perpetuar, abiertamente y sin
tapujos, sus propios privilegios.

Se aplicaba y se aplica como castigo para
crímenes de asesinato, espionaje, traición, o como
parte del Derecho militar. En las fuerzas armadas de todo el
mundo, las cortes marciales y consejos de guerra han aplicado la
pena capital en delitos de cobardía, deserción,
insubordinación y motín.

Durante el Medioevo, para los Padres de la Iglesia, la
pena no solo debía ser vindicativa, sino pública,
para ser ejemplarizante. De ahí que los tormentos y las
sanciones siempre revestían un tétrico sentido de
escenografita brutal, con asistencia masiva en plazas publicas,
erección de patíbulos en las entradas de los
pueblos o lugares céntricos, instrumentos de tortura
publica como el cepo, etc. En la misma debía emplearse
procedimientos dolorosos y traumatizantes.

En Cuba, durante la dominación española,
la pena capital se utilizaría para frenar las figuras
"delictivas", relacionadas con intentos separatistas,
anexionistas o abolicionistas. Protagonistas o simpatizantes
morirían quemados, agarrotados, ahorcados o
fusilados.

Durante estos siglos de dominación
española, los reos morirán en la hoguera, la horca,
en el garrote o por medio del fusilamiento. Generalmente los
condenados por delitos comunes eran ahorcados o agarrotados,
dejándose la descarga de fusilería para aquellas
violaciones más agravantes, con implicaciones
políticas o donde estuvieran involucrados
militares.

Todavía a inicios del siglo XIX la
ejecución de la pena de muerte resultaba todo un
entretenimiento. Constituía un pasatiempo, una puesta en
escena, un teatro macabro, donde los actores eran los condenados
y sus verdugos. Incluso existía la deplorable costumbre de
asistir, llevando a los niños, a tales
espectáculos.

Solía ejecutarse tres días después
de su publicación durante los cuales se ponía al
reo en capilla[1]Mientras estuviera en capilla al
reo se le permitía recibir visitas de su familia y amigos,
quiénes podían acompañarlo hasta su salida
para el lugar de la ejecución. Inmediatamente que se
notifique al reo la sentencia en que se le imponga la pena de
muerte, que debe ser a las ocho de la mañana, se
trasladará al local de la cárcel que se considere
más a propósito en el cual permanecerá hasta
la misma hora del día siguiente. La ejecución
sería siempre pública, entre las once y las doce de
la mañana, y no podía verificarse nunca en domingo,
ni día feriado, ni en fiesta nacional, ni en el día
de regocijo de todo el pueblo.

Se realizaba todo un ceremonial. El sentenciado a la
pena de muerte era conducido al patíbulo con hoja negra,
en caballería o carro, mientras un pregonero publicaba en
alta voz la sentencia en los parajes del tránsito que el
juez señalara. La pena se realizaba sobre un cadalso de
madera o de mampostería, pintado de negro, sin adornos ni
colgadura alguna en ningún caso, y colocado fuera de la
población; pero en sitio inmediato a ella, y proporcionado
para muchos espectadores.

Existieron tantos métodos para
ejecutarla[2]sin embargo se conocen algunos
procedimientos universales: la hoguera[3]la horca,
el garrote vil español, la guillotina francesa y el
fusilamiento.

La hoguera consistía en quemar vivo al procesado.
Esta forma de ejecución estaba muy relacionada con
ejecuciones por motivos religiosos, dada la idea de
purificación que se le ha otorgado históricamente
al fuego. Se conoce que pueblos como los celtas, utilizaban el
fuego para hacer sacrificios humanos, así como otros
muchos pueblos indígenas. También la Santa
Inquisición utilizó el fuego como forma de condenar
la brujería o la herejía. Fue traída durante
la conquista y usada también en América. Fue
traída durante la conquista y usada también en
América.

La primera ejecución formal de que se tengan
noticias en la Historia de Cuba fue la del cacique indio
Hatuey[4]Al poco tiempo de apresado, fue juzgado
como hereje y rebelde, condenado a ser quemado vivo en la
hoguera, castigo reservado para los más viles criminales.
Cuando, a punto de ser quemado, el sacerdote franciscano Juan de
Tesín le preguntó si quería convertirse en
cristiano para subir al cielo, inquirió: "¿y esos
hombres blancos también van al cielo?" y al recibir una
afirmación dijo "entonces yo no quiero ir a donde esos
hombres vayan".[5]Su coraje no admitía
súplicas, y así
murió…bárbaramente, quemado vivo.

Monografias.com

Quema en la hoguera del cacique
Hatuey

La horca se configuró como un modo ignominioso y
abyecto de morir. Por siglos estuvo reservada a los siervos y fue
el método predilecto para ejecutar a los ladrones. La
facilidad para aplicarse la muerte y su exhibicionismo
condicionaron su proliferación hasta convertirlo en el
método de mayor uso. Inglaterra fue la responsable de
difundir este método de ejecución por toda Europa
occidental.[6] Llega a España, quien por
las facilidades que brinda este nuevo método, la traslada
a sus colonias.

Los conquistadores españoles no vacilaron en
emplearla. Casiguaya, esposa de Guamá, fue ahorcada en
Santiago de Cuba junto a cuatro indias más. Al salir de la
cárcel hacia el lugar de ejecución un coro e indias
gritaba manicato. La ejecución estaba
señalada para las ocho de la mañana. Llegada la
hora fueron ahorcadas las cuatro indias y cuando le llegó
el turno a Casiguaya esta pidió al padre Fray Pedro
Trujillo, que oficiaba en el sacrificio, que si le
permitían abrazar y besar a su hija renunciaría a
sus dioses y aceptaría al dios de los cristianos. Al
recibir a su hija entre sus brazos colocó amabas manos
sobre su cabeza y atrayéndola sobre su pecho puso sus
manos alrededor de la garganta hasta estrangular; pónese
de pie con su hija sujeta por el cuello y lanza un grito de
rabia, de guerra, de victoria, arrojando al suelo el cuerpo
inerte de su hija y al padre Trillo el crucifijo al rostro, y
precipitándose a la horca gritando malditos, ni la hija,
ni la esposa de Guamá serán jamás esclavas,
y colocándose ella misma la cuerda se dejó caer,
columpiándose en el espacio, ahorcada por ella
misma.[7]

En 1811; en La Habana se organizó una
conspiración abolicionista encabezada por el liberto
José Antonio Aponte y sus redes se expandieron hasta
Sancti Spíritus, Trinidad, Camagüey, Bayamo,
Holguín y Santiago de Cuba. El 11 de marzo de 1812, cuando
había estallado la conspiración en Camagüey,
Bayamo denunció la existencia de un grupo conspirador en
Holguín. Como resultado de la indagatoria se prendieron
más de 50 personas y en el juicio sumario se
condenó a la horca a los negros libres José Antonio
Aponte, Clemente Chacón, Salvador Ternero, Juan Bautista
Lisundia, Juan Barbier; y a los esclavos Esteban Tomás y
Joaquín Santa Cruz. Sus cabezas fueron cortadas e
introducidas en jaulas de hierro para ser exhibidas en lugares
públicos.

Mediante decreto de 24 de abril de 1832, el rey Fernando
VII abolió la pena de muerte en horca y dispuso que, a
partir de entonces, se ejecutase a todos los condenados a muerte
con el garrote.

El garrote vil o garrote consistía en un collar
de hierro que, por medio de un tornillo, con una bola al final
retrocedía produciendo la destrucción del cuello a
la víctima y por consiguiente su muerte. El éxito
del mismo dependía en gran medida de la fuerza
física del verdugo y la resistencia del cuello del
condenado. El adjetivo "vil" deriva del sistema de leyes
estamentales en el medioevo. Para los villanos (habitantes de las
villas o integrantes de la plebe), se mantenía la
ejecución vulgar mediante la aplicación de garrote
o compresión del cuello de la víctima. El uso del
garrote se generaliza a lo largo del siglo XVIII, favorecido por
la simplicidad de su fabricación, que estaba al alcance de
cualquier herrero. [8]

Por este medio recibiría la muerte, a los 47
años de edad, el anexionista Narciso López en la
mañana del 1 de septiembre de 1851 en la fortaleza La
Punta. López tenía en su contra una sentencia de
muerte dictada el 23 de abril de 1849 por el consejo de guerra
que entendió en lo relacionado con la Conspiración
de Trinidad. Su suerte estaba decidida de antemano y le
correspondía la pena capital por esa sentencia.

Por su condición de militar con más de
treinta años de servicios distinguidos le
correspondía la muerte de soldado, frente al
pelotón de fusilamiento, pero le fue negada para
humillarlo en todo lo posible.

De madrugada fue trasladado al viejo Castillo de San
Salvador de La Punta, cercano a la explanada escogida para su
ejecución y del otro lado de la cual estaba el imponente
edificio de la Cárcel de La Habana.

Al salir el sol se desarrolló la ceremonia de
degradación. Pero no vino a degradarlo el comandante
José M. Callejas Pallarés, designado al efecto, el
cual alegó una enfermedad repentina y grave, y hubo que
excusarlo de aquel triste deber.

Según el código penal de 1848, en la
ceremonia de degradación el sentenciado era despojado, por
un alguacil en audiencia pública del tribunal, del
uniforme, traje oficial, insignias y condecoraciones. El despojo
se hacía a la voz del presidente

"Despojad á (el nombre del reo) de sus
insignias y condecoraciones, de cuyo uso la ley le declara
indigno: la ley le degrada, por haberse él degradado
á sí mismo"[9]

Concha queriendo evitar la repetición de lo
sucedido en Atarés ordenó la transmitir la
siguiente alocución al pueblo, el 31 de agosto.

"Habitantes de esta CIUDAD

A las siete del día de mañana
expiará en el patíbulo el traidor Narciso Lopez los
horrendos crímenes que ha perpetrado y de que es
responsable á la Nación Española. Al tener
efecto este solemne acto deseo que se observe en él toda
la mesura y circunspección que debe acompañar la
acción de la justicia y que es propia y peculiar de la
gravedad del carácter Español. Espero por lo tanto
que cuantos individuos presencien dicha ejecución guarden
el decoro y moderación debidos, pues que un profundo
silencio en estos casos es el más elocuente testimonio con
que debe revestirse el imponente espectáculo que
presenciará esta ciudad"

López recorrió, al paso de sus custodios,
el trayecto entre la fortaleza y el patíbulo.
Ascendió a la plataforma y comenzó un discurso que
se vio acallado por el redoble de los tambores. Fue por sí
mismo al banquillo del garrote y dejó que le colocaran al
cuello el corbatín mortal. El verdugo, aunque diestro en
el manejo del instrumento mortal, hizo varios intentos por romper
el cuello de la víctima, por lo que fue
extraordinariamente doloroso para esta. Luego de varias horas se
logró dar fin al condenado. Se dice que, por voluntad del
mismo, su reloj fue detenido a la hora de la muerte.

Monografias.com

Ejecución de Narciso
López

También se montaría el garrote para el
acaudalado catalán Ramón Pintó, ex director
del Diario de la Marina. Detenido en La Habana, pues era el
cabecilla del Club de la Habana. En febrero de 1855, fue
sentenciado a muerte, y subió al cadalso un día en
que los vientos del sur batían con fuerza la
capital.

Monografias.com

Ejecución de Ramón
Pintó

Otra forma de ejecutar la pena de muerte es por
fusilamiento. Esta consiste en que al reo se le mata mediante una
descarga de disparos, por un pelotón de fusileros. Es un
medio de matar legalmente reconocido durante siglos,
especialmente en los delitos que deben ser juzgados por la
justicia militar. Es muy común por tanto en tiempos de
guerra, como forma de ejecución sumaria. En algunos casos,
se suele cargar una de las armas con salvas. De éste modo,
se diluye la responsabilidad individual de los miembros del
pelotón que pueden pensar que el suyo no fue un disparo
fatal. La ejecución por fusilamiento ha de considerarse
diferente a otros modos de ejecución por arma de fuego,
como el disparo en la nuca. Sin embargo, el tiro de gracia suele
darse en los fusilamientos, en especial si la descarga de fusil
no ha sido inmediatamente fatal.

Morirían fusilados los acusados en la
Conspiración de La Escalera. Junto a diez acusados
más, moriría por vía de las armas, el 28 de
junio de 1844, el poeta matancero Gabriel de la Concepción
Valdés (Plácido).

Se cuenta que unas 20 mil personas contemplaron el
espectáculo horrendo de aquel fusilamiento. Los esclavos
de lugares cercanos fueron llevados para que les sirviera de
escarmiento. Plácido recitaba con voz clara su Plegaria.
Un redoble de tambores ahogó sus palabras y ante los
condenados se formó un pelotón de 44 soldados con
sus jefes. Cuatro para cada uno de los sentenciados. Dos le
dispararían a la cabeza y dos al, pecho. Y un sacerdote
para cada supliciado. Rezaron el Credo los curas y los reos y aun
tuvo Plácido fuerza suficiente para gritar que emplazaba
ante el juicio de Dios a sus verdugos y fiscales, y los
mencionó por sus nombres. Se dio la orden de fuego.
"Adiós Patria querida…" exclamó. Pero la
primera descarga, al alcanzarlo solo en el hombro, lo dejó
con vida. A una nueva orden se aprestaron cuatro soldados. Una
nueva descarga y voló despedazada su cabeza.
[10]

En 1851, en el Camagüey, fueron juzgados por un
Consejo de Guerra y condenados a muerte Joaquín de
Agüero, José Tomás Betancourt, Fernando de
Zayas y Miguel Benavides. Muchas personas relevantes
intercedieron ante el gobernador para que conmutara las
sentencias de muerte, pero este se negó. Inicialmente se
pensó cumplir la condena en el garrote, que se utilizaba
en Puerto Príncipe desde 1831, en sustitución a la
horca hasta inicios del siglo XX. Pero dicho instrumento fue
saboteado en la víspera de la ejecución y el
verdugo encargado de efectuarla fue envenenado, por lo que
sustituyó el método por el de fusilamiento. La
sentencia fue cumplida el siguiente 12 de agosto a la seis de la
mañana, en la Sabana de Méndez. Por temor a las
reacciones de la población el lugar fue estrictamente
vigilado por las tropas. [11]

También lo sería los compañeros de
Narciso López. Ubieta indica que los muertos en combate y
los fusilados fueron 277 hombres, pero añade que hubo 120
simpatizantes fusilados, cuando pretendían unirse a
López. A las siete de la mañana, notificado el
fallo, se concedió una hora a los reos para que
escribiesen a sus familiares y
amigos.[12]

Como a las diez de la mañana fueron sacados de la
barra de la fragata Esperanza los cincuenta reos y amarrados de
dos en dos se les trasladaron al remolcador de vapor
Jor.

Se estima que presenciaron este sangriento
espectáculo, por la parte de tierra, sobre 10 000
personas, y por la parte del mar, en unas 300 embarcaciones
fletadas a buen precio, de 700 a 800, casi todos españoles
y gente de color.

Hay distintas versiones a cerca del curso de los
fusilamientos. El informe oficial español dice que los
reos fueron fusilados en dos grupos de a trece cada uno, y dos de
a doce cada uno, sin incidente alguno, y que los cadáveres
fueron enterrados en el cementerio de Espada y que no
concurrieron actos de profanación.

Según los testimonios de dos ingleses y tres
cubanos, "los fusilados lo fueron en grupos de diez u once y
que los tiradores empezaban a disparar contra los extremos de la
fila, por lo que el último en caer era el reo que estaba
en el centro. Critteden fue fusilado aparte, antes del tercer
grupo, a petición suya, y que le escupió la cara a
un oficial que le había dado un planazo".

[13]

El alférez William May, miembro de la fragata
Saranac, testigo de los fusilamiento relataría
después que "fueron llevados a morir en grupos de a
diez y cuando las balas no completaban su misión, se les
remató con las culatas de los fusiles. Uno de estos
desdichados quedó ligeramente herido, se levantó y
salió de entre los cadáveres; pero así mismo
los despacharon. Critteden fue como el vigésimo de los
fusilados y se le llevó solo ante los fusiles. Si se
arrodilló, fue obligado a ello, pero cuando daba la voz de
mando para disparar, que fue el único privilegio que se le
concedió, trató de volverse de frente al piquete y
la pate superior del cráneo le fue literalmente arrancada
por la descarga". [14]

Como se puede apreciar innumerable fueron las
víctimas de la política represiva
española[15]Por lo que lo escrito por
Céspedes en el Manifiesto de la Junta Revolucionaria,
conocido como Manifiesto del 10 de Octubre
no era una
sentencia escrita a la ligera, ni mucho menos.

"Nadie ignora que España gobierna a
la isla de
Cuba con un brazo de hierro ensangrentado;
(…) sus desgraciados hijos, se ven
expulsados de su
suelo a remotos climas o ejecutados sin forma de proceso por
comisiones militares establecidas en plena paz, con mengua del
poder civil (…)"

No obstante, todas las ejecuciones sirvieron de poco a
España. Incapacitada de contener y neutralizar los
crímenes comunes, es aún más incapaz para
servir de freno a los crímenes sociales, a los de
carácter político. Esto sucedía porque la
pena de muerte no atacaba la base de sustentación de estos
delitos, tan solo intentaba doblegarlos por el efecto del
miedo.

Cierto que en algunas circunstancias de tiempo y
personas algunas ejecuciones pueden neutralizar o contener la
actividad de ciertos grupos o individuos, especialmente cuando
ellos no están dotados de una firme convicción.
Pero el efecto del miedo, dudosamente, logra expandirse y
permanecer en el tiempo. Han sido acusados de reales o supuestos
hechos, pero esto no importa. Luego, cuando la ejecución
ha tenido lugar y la verdad se ha abierto paso, las victimas son
enaltecidas, glorificadas, incluso adoradas.

Existen numerosos ejemplos de condenados que han
enfrentado enérgicamente el suplicio, y la muchedumbre
expectante, en vez de contenerse producto del temor, se han
envalentonado, llegando a enfrentar a los responsables de
mantener el orden durante el acto ejecutorio.

Bibliografía

Bianchi Ross, Ciro. Doscientos años de
Plácido
. Juventud Rebelde, 1 de marzo de
2009.

Bodes Torres, Jorge. La detención y el
aseguramiento del acusado en Cuba
. Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1996.

Carreras, Julio Ángel. Cuba. Contradicciones
de clases en el siglo XIX
. Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1985.

_________________. Historia del Estado y el Derecho
en Cuba
. Editorial Pueblo y Educación, La Habana,
1990.

Centro de Estudios Militares de las FAR. Historia
Militar de Cuba. Primera parte (1510- 1898
). Ediciones Verde
Olivo, Ciudad de La Habana, 2004.

Código Penal de 1879 para la Isla de Cuba y
Puerto Rico y Ley Provisional para la aplicación de sus
disposiciones
. Imprenta de G. Montiel, La Habana,
1879.

Escriche, Joaquín. Diccionario razonado de
Legislación y Jurisprudencia
. Imprenta de Eduardo
Cuesta, Madrid, 1874.

Fernández Bulté, Julio. Historia del
Estado y el Derecho
. Editorial Félix Varela, La
Habana, 2005.

Francisco Pacheco, Joaquín. El Código
Penal. Concordado y anotado
. Academia Española,
Madrid, Imprenta de la Viuda de Perinat y Compañía,
1856.

Méndez Martínez, Roberto. Leyendas y
tradiciones del Camagüey. Editorial Ácana,
Camagüey, 2006.

Suárez Suárez, Reinaldo. Todos los
viernes hay horca. Martí y la pena de muerte en Estados
Unidos
. Editorial Oriente, Santiago de Cuba,
2008.

Sueiro, Daniel. La pena de muerte. Ceremonial,
historia, procedimientos
. Alianza Editorial, Ediciones
Alfaura, Madrid, 1974.

DATOS DE LOS AUTORES

Virgilio Companioni Albrisa (Taguasco, 1977).
Licenciado en Marxismo Leninismo e Historia (2001) y Licenciado
en Derecho (2008). Historiador y escritor, miembro del Taller
Literario Demetrio Barrios Gil. Profesor de la UCP Capitán
Silverio Blanco. Secretario de Actividades Científicas de
la UNHIC en Sancti Spíritus. Tiene publicados en la
Revista Siga la Marcha, los trabajos El Movimiento
Revolucionario 26 de Julio en Taguasco
(2007) y La
oposición a la Enmienda Platt en la caricatura
política de época
(2008). Ediciones Luminarias
publicó su libro de cuentos REMAKE (2006).

Octavio Epifanio Pérez Toledo (Taguasco,
1957). Licenciado en Derecho (1997) Coordinador de la carrera de
Derecho en la SUM Enrique José Varona de Taguasco. Se ha
dedicado a estudios sobre justicia e historia del
derecho.

 

 

Autor:

Virgilio Companioni Albrisa.

Octavio Epifanio Pérez Toledo

[1] Oratorio que hay en las cárceles
para asistir a los reos de último suplicio con la
comunión y demás preparativos. Están en
ellas los reos desde que se le notifica la sentencia de muerte
hasta que salen al suplicio. Escriche, Joaquín.
Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia.
Imprenta de Eduardo Cuesta, Madrid, 1874.

[2] La lapidación, la
cruxificción, la decapitación por espada, entre
otros. En muchas culturas se estilaba arrojar a los condenados
a abismos profundos, o atados o dentro de un saco al agua.
También existía la muerte de fuego, la de saeta y
la decapitación. Sueiro, Daniel. La pena de muerte.
Ceremonial, historia, procedimientos. Alianza Editorial,
Ediciones Alfaura, Madrid, 1974.

[3] Sueiro, Daniel. Ob. cit.

[4] Nos referiremos solo a las circunstancias
en que fueron ejecutados. El accionar histórico de las
personalidades que aborda este trabajo es harto conocido.

[5] Las Casas, Bartolomé de (1552)
Brevísima relación de la destrucción de
las Indias Axel Springer S.L.

[6] Suárez Suárez, Reinaldo.
Todos los viernes hay horca. Martí y la pena de muerte
en Estados Unidos. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008.
p. 114- 115.

[7] Fernández Bulté, Julio.
Historia del Estado y el Derecho. Editorial Félix
Varela, La Habana, 2005. p. 34.

[8] Sueiro, Daniel. La pena de
muerte…

[9] Francisco Pacheco, Joaquín. El
Código Penal. Concordado y anotado. Academia
Española, Madrid, Imprenta de la Viuda de Perinat y
Compañía, 1856.

[10] Bianchi Ross, Ciro. Doscientos
años de Plácido. Juventud Rebelde, 1 de marzo de
2009. p 11.

[11] Méndez Martínez, Roberto.
Leyendas y tradiciones del Camagüey. Editorial
Ácana, Camagüey, 2006. p. 86.

[12] Portell Vila, Herminio. Narciso
López y su época. 1850- 1851.
Compañía Editora de Libros y Folletos, La Habana,
1958. p. 681.

[13] Ídem, p. 684.

[14] Ídem, p. 685.

[15] Por cuestiones de síntesis solo
hemos descriptos las ejecuciones más transcendentales
llevada a cabo durante la etapa colonial, y anteriores a las
guerras por la independencia. La represión
española durante las gestas libertarias puede constituir
objeto de futuras investigaciones.

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter