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Neuro-utopía: La nueva ciencia que todo lo explica




Enviado por Felix Larocca




    Neuro-utopía: La nueva ciencia que todo lo explica
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    Neuro-utopía: La nueva ciencia que
    todo lo explica

    "Escepticismo es el primer paso en
    el camino a la
    filosofía". Denis Diderot
    (1713-1784).

    El concepto de la utopía refleja
    la proyección sentimental de un mundo perfecto e
    idealizado.

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    La edad de Oro por Lucas
    Cranach

    El término fue concebido por Sir
    Thomas More en su obra magistral De Optimo Republicae Statu
    deque Nova Insula Utopia
    , donde Utopía es el nombre
    dado a una comunidad ficticia cuya organización
    política, económica y cultural contrasta en muchos
    aspectos con las sociedades humanas de los tiempos de
    More.

    Sin embargo, aunque el término fuera
    creado por él, el concepto que lo inspira es
    anterior.

    Platón ya había escrito
    acerca de este mismo tema en su famoso tratado La
    República
    , acerca de una sociedad idealizada y
    perfecta, lo que More reconoce en su libro.

    Otros autores de épocas pasadas y
    contemporáneas, sin duda, inspiraron al famoso escritor y,
    desventurado político.

    En esta ponencia, nuestro propósito
    es analizar una ciencia que pretende incorporar el entendimiento
    de todos los fenómenos humanos, en todas
    sus proporciones.

    Me refiero a la neurociencia.

    La neurociencia contemporánea,
    representa uno de los logros intelectuales más
    espectaculares de la humanidad.

    Los avances que esta disciplina ha logrado,
    solamente en el campo de la neurología, han devuelto la
    capacidad funcional perdida por víctimas de accidentes
    cerebro vasculares.

    Por contraste, me ha resultado alarmante
    leer los artículos que descubrimos en las publicaciones
    científicas, que utilizan las neurociencias para explicar
    asuntos en los que estas disciplinas carecen de poder
    explicativo.

    Esta inquietud personal, ha sido parte de
    previas publicaciones en las que lamento esta tendencia, mejor
    expresada por el artículo, The Seductive Allure
    of Neuroscience Explanations
    , al que, a menudo hago
    referencia en mis trabajos.

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    Escáner cerebral

    Casi todos los días, aparece
    algún artículo acerca de la relevancia de las
    neurociencias en la explicación de los fenómenos
    más mundanos de la vida cotidiana.

    Los artículos, casi siempre, son
    acompañados por una ilustración en colores de un
    cerebro en un escáner.

    Haciendo referencia a nuevas disciplinas,
    por medio del prefijo, "neuro".

    Neuro-jurisprudencia,
    neuro-economía, neuro-estética,
    neuro-teología, lo último, invadiendo lo que antes
    se consideraba estar dentro del campo de las
    humanidades.

    Aún los filósofos, entrenados
    en el escepticismo, han seguido esta tendencia, bajo el nombre
    exótico de "filosofía experimental".

    Como ejemplo, existe la neuro-ética,
    que examina los principios e intuiciones morales del ser humano,
    usando escáneres cerebrales, mientras se les pide a
    voluntarios que deliberen acerca de los dilemas
    usuales.

    Los experimentos de Benjamin Libet, acerca
    de las decisiones para actuar, y los trabajos en las neuronas
    espejo (observadas directamente en los monos, pero aún
    contendidas en los seres humanos), han sido sobre-interpretadas
    de manera absurda, para demostrar respectivamente que nuestros
    cerebros hacen las decisiones (negándonos un libre
    albedrío) y para destacar las bases neurales de la
    empatía.

    Mientras, que el arte, una de las
    actividades más distintamente humanas, y quizás, la
    más remota a nuestro ser orgánico, ha sido objeto
    especial de atención.

    Los aficionados de la
    "neuro-estética", asocian el impacto de diferentes clases
    de arte, con las diferentes áreas del cerebro que se
    encienden cuando nos reflexionamos acerca de las
    mismas.

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    fmr escan del
    cerebro

    La creación artística per se,
    se cree que es una actividad mediada neuralmente por medio de la
    cual, el artista, sin saberlo, se comporta de tal manera, para
    promover la replicación de su material
    genético.

    ¡Extraño!

    La "neuro-historia-del arte", explica la
    emergencia de varias teorías del arte por medio de la
    influencia del entorno en el cerebro plástico del
    crítico.

    Aún el patrocinio de las artes, se
    considera como parte del "reflejo de la reputación", por
    medio del cual — el pavo real, hace publicidad de la salud de
    sus genes — mientras que el patrón de las artes hace
    pública la salud de sus negocios.

    Todo esto puede considerarse como
    tonterías inofensivas, si no fuera por el hecho de que
    progresivamente se está proponiendo que nosotros
    deberíamos utilizar esos hallazgos para guiar a los
    encargados de establecer las estrategias políticas de los
    gobiernos.

    Hace algunos años, el movimiento
    psicoanalista adquirió tanto auge en Norteamérica,
    que algunos de los más empecinados entre sus seguidores,
    decidieron que la presidencia de ese país era una oficina
    de tal importancia que no debería ser ejercida sin que el
    presidente tuviera un analista a su lado todo el
    tiempo.

    El retorno de la politización de la
    ciencia debe de preocuparnos, ya que el pasado siglo fue testigo
    de las atrocidades que pueden cometerse en nombre de lo
    pseudocientífico.

    Para defendernos contra esos argumentos,
    espectaculares e infundados, sería útil exponer sus
    faltas de fundamentos, ya que la actividad cerebral, bajo ciertas
    condiciones experimentales, no puede guiarnos al entendimiento de
    los seres humanos, hasta el punto de poder informarnos con
    certeza la dirección de las pólizas
    sociales.

    Para lograr hacerlo, primero debemos
    examinar las razones detrás de esta tendencia.

    La suposición primordial es que
    nuestros cerebros son nosotros, o que nosotros somos nuestros
    cerebros.

    Lo que no es cierto.

    Pero, ésta no es la única
    razón por la cual la neurociencia no nos dice lo que los
    seres humanos son realmente.

    No nos dice ni siquiera cómo
    funciona el cerebro, o cómo regiones discretas
    actúan, ni cuál porción del cerebro es
    responsable por cada actividad.

    Las razones para pensar de esta manera, es
    excesivamente simplista.

    Veamos

    En un experimento típico, individuos
    son expuestos a una variedad de estímulos, o se les pide
    que imaginen ciertos escenarios, mientras que la actividad del
    cerebro se registra.

    Por ejemplo, a una persona se le pide que
    mire a una foto de alguien que aman, y luego que miren a otra de
    una persona que le es indiferente.

    La diferencia entre la activación
    del encéfalo bajo las dos circunstancias se cree que
    demuestra lo que es especial y lo que es esencial, acerca de la
    emoción del amor.

    Basados en éstos y otros
    experimentos, los "científicos cerebrales", Semir Zeki y
    Andreas Barthels han concluido que el amor es una actividad
    "en la ínsula media y en la corteza cingulada anterior
    y, subcorticalmente, en el núcleo caudado y el putamen,
    todo ocurriendo
    bilateralmente".

    ¿Por qué, lo antedicho, es un
    argumento falaz?

    Primero, cuando se dice que una
    región específica del cerebro se ilumina en el
    escáner, en respuesta a un estimulo particular, esto no
    dice toda la historia.

    Mucho más del resto del cerebro ya
    estaba encendido cuando la respuesta ocurre, todo lo que,
    entonces, se detecta, es la actividad adicional asociada con el
    estímulo.

    Asimismo, cambios que están
    presentes en forma difusa, son ignorados.

    Segundo, la actividad adicional solamente
    se puede identificar por un proceso de promediar los resultados
    de sustracciones, después que el estímulo se ha
    repetido muchas veces: variaciones en las respuestas deben,
    entonces, de ser reconciliadas.

    Es complejo…

    Finalmente, y más importante, los
    experimentos observaron las respuestas a un estímulo muy
    simple: Por ejemplo, mirar la cara de un ser amado, comparado con
    hacer lo mismo con la cara de un ser que no lo es.

    Pero, el hecho es que el amor
    romántico, no es como una respuesta a un
    estímulo.

    No es tampoco un estado permanente y
    estable, como ser gordo.

    Abarca muchas cosas más, incluyendo
    no sintiendo el amor en el momento dado, tener sensaciones de
    hambre, de indiferencia, regocijo, deseos de ser amables,
    queriendo impresionar, preocupándose acerca de la
    logística de las citas, lujuria, sobrecogimiento,
    sorpresa, imaginando conversaciones, eventos, pensando en lo que
    el ser amado puede estar haciendo y otros asuntos
    similares.

    La más sofisticada de las
    imaginerías cerebrales no puede distinguir entre el dolor
    físico y el dolor del rechazo social, entonces,
    ¿cómo puede distinguir por amor lo que el
    instrumento registra?

    Ya que en el caso del dolor y el rechazo,
    ambas sensaciones encienden las mismas áreas del
    encéfalo.

    Muy interesantemente, los
    neurocientíficos han expresado, recientemente,
    considerable dudas acerca de la validez de la
    identificación de la actividad en ciertas partes del
    cerebro como reflexiones de la psiquis humana.

    Un editorial que apareciera hace unos
    cuantos meses, en New Scientist, reportó que un
    estudio por el psicólogo Hal Pashier y sus colegas en la
    Universidad de California, San Diego, encontró que "En
    la mayoría de los estudios que coligaron regiones del
    cerebro con sentimientos, incluyendo el rechazo social, el
    neuroticismo y los celos, los investigadores… utilizaron un
    método que exagera la intensidad del vínculo entre
    una región del cerebro y la emoción del
    comportamiento"
    .

    La neurociencia cognitiva, está
    cayendo progresivamente, bajo el peso de las críticas que
    proponen la idea de que, aún en sus tareas más
    simples, el cerebro funciona como una entidad integrada, con
    todas sus partes trabajando juntas.

    El hecho reconocido, de que tenemos
    limitaciones enormes en nuestro entendimiento de cómo el
    cerebro funciona, no parece impresionar a los
    creyentes.

    Ellos argumentan que nuestro estado de
    ignorancia actual, no representa una objeción a la
    noción de que, algún día, la
    neurociencia logrará establecer cómo el cerebro
    funciona.

    El ser humano, como ente social.

    Un argumento existe para excluir las
    neurociencias de la política, y éste es que, no
    sólo somos cerebros.

    Las sociedades humanas son constituidas por
    personas que no son cerebros estudiados por las neurociencias.
    Para entenderlas a ellas tenemos que comprender el comportamiento
    del agregado que forman los grupos, lo que constituye una nueva
    dimensión.

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    Los problemas, para hacerlo, comienzan a un
    nivel muy básico.

    El cerebro, como la neurociencia lo
    entiende, es una pieza de materia reverberando con actividad
    electroquímica.

    No hay nada en esta actividad que hiciera
    que el cerebro, por sí mismo, sería capaz de hacer
    que los objetos que lo rodean serían visibles para
    él, o ser capaz de reflexionar en sí mismo como el
    objetivo a quien esas percepciones aparecerían.

    Consideremos, por ejemplo, cuando
    observamos algo frente a nosotros.

    Mientras que es, posiblemente fácil,
    entender cómo el cerebro, respondiendo a un objeto
    material, activaría impulsos nerviosos a la luz incidiendo
    en su presencia, aunque no es posible explicar cómo esos
    impulsos nerviosos se convierten en una representación de
    esa luz.

    La causación material, explica
    cómo la luz entra el cerebro pero no explica cómo
    la mirada percibe un mundo luminoso.

    Muchos pueden argumentar que, de manera
    misteriosa, o no, eso es precisamente, lo que, el cerebro
    hace.

    Sin embargo, existen otros aspectos acerca
    de la consciencia humana — la integridad del ego, la
    formulación de intenciones, la ejecución de
    acciones volitivas — todas, que existen fuera el alcance de
    explicaciones neurocientíficas.

    Por ser insolubles, éstas, han
    resultado en que algunos neurocientíficos y sus seguidores
    filosóficos, denieguen su existencia: el ego, y el libre
    albedrío, pertenecen, de acuerdo a ellos, a una ciencia
    folklórica de la era pre-científica.

    Pero, si éste fuera el caso, a todos
    nos gustaría entender, cómo pueden ser formuladas,
    acciones sociales basadas, en la neurociencia.

    La conclusión correlaciona
    partículas de la consciencia con partículas de la
    actividad cerebral considerando que las dos son idénticas
    — omitiendo algunos errores básicos, mientras lo hacen
    — notablemente, creyendo que la correlación significa
    causación y que la causación es identidad y, que
    las condiciones necesarias son análogas bajo
    circunstancias iguales.

    Con referencia a lo último, mientras
    que un cerebro en buena condición de trabajo, es un
    requisito necesario para la consciencia, no significa que esto
    sea necesario para la auto-percepción del ego.

    Ya que no son idénticas.

    La neurociencia tiene muy poco que
    enseñar acerca de la persona, como individuo, o qué
    decir acerca de porciones minúsculas de la consciencia —
    como, asimismo, es muy improbable que tenga mucho que aportar
    acerca de la sociedad en general, y de las acciones
    gubernamentales que la ayudarán a progresar.

    La creencia de que puede hacerlo, ha sido
    avanzada por lo que muchos llaman
    "Darvinitis".

    Lo último consiste en la idea de que
    la teoría de Darwin, puede explicar, no sólo los
    orígenes biológicos del organismo H.
    sapiens
    , sino que asimismo puede explicar las
    manifestaciones de la vida cotidiana del ser humano: nuestras
    hojas culturales y nuestras raíces
    biológicas.

    Muchas de las disciplinas
    neuro-escritas-con-un-guión están predicadas en la
    noción de que el comportamiento humano es susceptible a la
    interpretación darvinista, poseyendo, como su meta
    inconsciente el garantizar la replicación del material
    genético, del cual nuestros órganos y vidas no son
    más que sus vehículos.

    Nosotros somos nuestros cerebros y nuestros
    cerebros son órganos evolucionados.

    El comportamiento de nuestros cerebros es
    directa o indirectamente relacionado a los imperativos
    biológicos estándares para la supervivencia y la
    reproducción.

    El enfoque neuro-evolutivo a las sociedades
    humanas se refleja en la última frase en boga, "el cerebro
    social", que es el título de proyectos mayores lanzados
    bajos los auspicios de la Royal Society of Arts y
    The British Academy of Sciences.

    La sociedad, se argumenta, se constituye
    por un nexo de cerebros que fueron evolucionados para
    desarrollarse y funcionar dentro de redes sociales, pero, que
    siendo órganos evolucionados, no se conocen a sí
    mismos muy bien.

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    La mayoría de lo que hacen es
    inconsciente o responden a motivos que lo son.

    Esto, por supuesto, son
    disparates.

    Mientras que es cierto, que ciertos
    procesos de hacer decisiones, que antes se pensaba que se
    producían como resultado de la autoconsciencia, son
    automáticos, esto no significa que la mayoría de
    nuestros comportamientos lo son.

    Imaginemos cualquier actividad ordinaria
    — llevando los niños al colegio, escribiendo esta tesis,
    preparando una fiesta — siendo efectuada
    inconscientemente.

    No obstante, el pensamiento neuro-evolutivo
    ha inspirado muchos escritores, como Madeleine Bunting del
    Guardian, para quien este pensamiento,
    "desafía casi todo lo que uno solía pensar
    acerca de uno
    mismo".

    Ella cree que es concebible que sus
    columnas las escribe un autómata.

    La noción del "cerebro social" es un
    esfuerzo a entender el cerebro como un órgano
    evolucionado, y como un participante en una esfera social que un
    examen imparcial lo vería como si estuviese muy remoto de
    la vida orgánica, aunque, por supuesto,
    necesitándola.

    Pero la idea de tenerlo de los dos modos no
    es posible.

    Primero, el cerebro como tal, es una pieza
    de sustancia que, aunque pueda estar alambrada dentro del entorno
    general, incluyendo otros cerebros, es esencialmente
    solitario.

    Ésta siendo la razón precisa,
    por la que es posible examinarlo en aislamiento en el
    laboratorio, y asimismo, examinar cerebros de animales de la
    misma manera en que examinamos cerebros humanos y encontrar cosas
    similares en ambos — incluyendo la actividad de esas neuronas
    espejo — a las que hice referencia en párrafos
    anteriores, que han sido promocionadas como la base de la
    empatía y la reciprocidad.

    El cerebro es un órgano solitario
    dentro de un organismo solitario.

    En segundo lugar, las sociedades humanas no
    son como las sociedades aproximadas, que son gobernadas
    exclusivamente por instintos pre-programados, que producen tales
    monumentos extraordinarios como es un hormiguero.

    Esos grupos son absolutamente distintos de
    las sociedades desarrolladas y mantenidas por nuestra especie,
    las que son mediadas a través de la psicología
    por medio de las oportunidades colectivas, costumbres, rituales,
    instituciones, leyes y cosas por el estilo — por criaturas que,
    no sólo viven sus vidas como organismos, pero que
    también las viven como individuos, que narran sus
    ambiciones, ideales, proyectos, sueños, deseos y
    necesidades entre ellos.

    Que aceptan o rechazan varios aspectos de
    la sociedad a la que pertenecen tanto como deseen
    pertenecer.

    El mundo humano es un campo enteramente
    nuevo, creado a través de todos los medios que nos son
    disponibles para conjugar atención y
    consciencia.

    El espacio público en que nos
    encontramos se vuelve inteligible cuando planeamos individual y
    colectivamente, negociando un balance entre los intereses
    personales y del grupo, como hemos hecho por milenios.

    Existe un golfo inmenso entre las
    comunidades de mentes y las que forman otros animales
    sociales.

    Nuestras sociedades están
    constituidas por seres que deliberadamente, crean nuevas reglas,
    transforman lo conocido y compartido, implantando nuevos
    sistemas.

    Un mundo en el cual la creatividad y el
    arte florecen por sus propios méritos, y no como
    comportamientos programados para la supervivencia y otros asuntos
    básicos.

    Y, como Dawkins expresara, esos nuevos
    comportamientos, se transmiten como memes a generaciones futuras
    para su mejor adaptación.

    Debido a las propiedades del cerebro, nos
    parecería imposible, que un grupo de células
    activadas en un escáner, podrían por sí
    solas explicar las complejidades de los pensamientos y de todos
    los sentimientos de la raza humana.

    Yo creo que existe lugar para un nuevo
    campo dentro de las neurociencias: el
    "neuro-escepticismo".

    En resumen

    Los seres humanos tenemos la tendencia a
    endorsar nuevos movimientos que, demostrando posibilidades
    extraordinarias, nos inspiran emocional e
    intelectualmente.

    De ahí, a su adopción como
    religión o dogma, sólo nos queda dar otro
    paso.

    Las neurociencias (sí, en plural)
    nos han brindado esta maravillosa oportunidad de explorar el
    más singular y misterioso de todos los universos posibles:
    el cerebro, abriendo la puerta al ateo para venerar el
    escáner.

    Pero, sus explicaciones, como ciencia, a
    ellos, no los explican.

    Bibliografía

    • Weisberg, D: (2008) The seductive
      allure of neuroscience explanations
      en J. Cogn.
      Neurosci.

    • Larocca, F: (2009) Estética,
      creatividad y la neurociencia aplicada
      en
      monografías.com

    • Larocca, F: (2008) El BIID, el
      cerebro vibrando, el lóbulo parietal superior
      en
      monografías.com

    • Larocca, F: (2008) El cerebro social en
      monografías.com

    • Larocca, F: (2008) Comprendiendo el
      cerebro: Una guía concisa para el usuario y para el
      aficionado
      en monografías.com

     

     

    Autor:

    Dr. Félix E F Larocca

     

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