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Las Ordenes Mendicantes: Fundación y Trabajo en La Nueva España




Enviado por MAIDANA RAMON



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Órdenes Mendicantes
  3. Conclusión
  4. Bibliografía

Introducción

Nos encontramos frente a la tarea de realizar un trabajo
de investigación sobre las llamadas "Ordenes Mendicante",
su formación, desarrollo y sobretodo su labor
apostólica en la llamada Neva España. Para esto me
propuse partir de unas sencillas pero practicas preguntas, ellas
guiarían todo el trabajo de investigación y
análisis.

  • ¿Qué eran las Órdenes
    mendicantes y cuántas hubieron?

  • ¿Quiénes las fundaron?

  • ¿Qué trabajo y donde lo realizaron en
    La Nueva España?

Para poder responder a estas preguntas orientadoras he
recorrido una vasta bibliografía, tanto de carácter
impresa como digital; bibliografía que se detallara al
final del trabajo.

En el desarrollo de la investigación podremos ir
apreciando como la metodología y el espíritu del
fundador de cada orden fue reproducido en la
evangelización de las tierras descubiertas y con el mismo
ímpetu que el fundador le imprimió a la orden se
realizo la tarea en estas tierras.

Otro aspecto digno de ser reconocido a las ordenes fue
el de la tenacidad, gallardía y celo apostólico y
como defendieron al nativo como uno más de los hijos de
Adán.

Órdenes
Mendicantes

"Felices los que tienen el
espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los
Cielos". (Mt: 5; 3)

Orden mendicante (del latín mendicare, "pedir
limosna").

Sus miembros hacen voto de pobreza, por el que renuncian
a todo tipo de propiedades o bienes, ya sean personales o
comunes. Viven en la pobreza, mantenidos sólo por la
caridad. Las órdenes mendicantes más importantes
fueron aprobadas en el siglo XIII, después de superar la
oposición inicial que sufrieron por parte del clero
secular. Entre estas órdenes cabe señalar a los
frailes menores o franciscanos (recibieron la aprobación
papal en 1209), los frailes predicadores o dominicos (1216), los
carmelitas (1245), y los agustinos (1244). Hubo una quinta orden,
la de los servitas, fundada en 1233 y reconocida en 1424 como
orden mendicante.

DOMINICOS

Orden de los hermanos
predicadores

Los dominicos es una orden religiosa fundada por Santo
Domingo de Guzmán y está constituida por tres
ramas, también llamadas órdenes:

FRAILES DOMINICOS: viven conventualmente, según
las reglas dadas por su fundador y completadas por los
capítulos generales.

LAS MONJAS DOMINICAS CONTEMPLATIVAS DE CLAUSURA: viven
las reglas dadas por Santo Domingo de Guzmán.

SEGLARES: también llamados regulares,
según vivan sus miembros, individualmente o en
comunidad.

Esta orden religiosa fue la primera orden de las
llamadas mendicantes. Varios fueron los motivos por los que se
erige dicha orden, uno de ellos de carácter
económico-social.

Era el siglo XIII, momento de gran convulsión en
el orden político, social y económico, esto
llevó a que aparecieran nuevas urbes y los antiguos monjes
ya no podían atender a las necesidades de la
población. Otra de los motivos era la necesidad de la
predicación. Ambos problemas S. Domingo los capto de
manera brillante.

Un tercer motivo por el cual surgen los dominicos es el
movimiento pauperístico, es decir, empieza a renacer en la
Iglesia un movimiento que esté libre e la tiranía
de los príncipes y libre de las ambiciones de riqueza y el
poder.

Al mismo tiempo que la nueva orden predicaba una forma
de pobreza individual y comunitaria que sirva de ejemplo a los
fieles, también se erguía como un movimiento que
luchaba contra los pauperísticos heréticos,
enemigos de la jerarquía (apostólicos, valdenses,
pobres lombardos, etc.). El impulso final a consumar la obra de
Dios, lo tuvo en Francia cuando encontró al sur de ete
país a los herejes ALBINGENSES.

La nueva orden, conocida como los predicadores
recibieron el apoyo de Monseñor Fulco, obispo de Tolosa.
Fueron aprobados verbalmente por el Papa Inocencio III y
confirmados por S.S Honorio III el 22 de diciembre de
1216.

Los Dominicos en América Latina
y El Caribe

Los dominicos llegaron a América en septiembre de
1510 a lo que hoy es la República Dominicana que entonces,
junto con el actual Haití, se llamaba La
Española.

Esta presencia ha pasado por muchas y diversas
circunstancias en los distintos espacios geográficos en
los que se instalaron. Para la historia de los dominicos en
América Latina y El Caribe un momento de particular
importancia fue, sin duda, la emancipación y posterior
independencia de las colonias americanas de España en el
siglo XIX. La nueva situación política y el
nacimiento de los nuevos países influyeron en la vida y
actividades que los dominicos venían desarrollando desde
el siglo XVI. Si a comienzos del proceso emancipador americano
los dominicos estaban plenamente integrados en la sociedad
colonial, no sucederá lo mismo tras las declaraciones de
independencia y la formación de las actuales
repúblicas americanas y caribeñas. Por lo que se
refiere en concreto a América Latina y a El Caribe los
predicadores, con sus influencias en la vida pública y
privada, con sus presencias en escuelas, colegios y
universidades, con sus luchas al lado de indígenas,
nativos, campesinos y obreros, con sus compromisos en y con la
Iglesia, con su cercanía a los más pobres y
marginalizados y con su teología en defensa de la dignidad
humana y de sus inalienables derechos, forman parte integral de
la vida y de la historia de América Latina y de El
Caribe.

Los dominicos, entonces como hoy, viven de manera
estable organizados en casas y conventos. Un cierto número
de casas y conventos en un territorio, de tamaño variable,
forman lo que llamamos una Provincia. En América Latina y
El Caribe durante la colonia hubo 10 Provincias:

1. Provincia de Santa Cruz de Indias, fundada en 1530.
Abarcaba los actuales países del área
caribeña y la costa de El Caribe de la actual
Venezuela.

2. Provincia de Santiago, fundada en 1532. Abarcaba lo
que hoy es México y el sur de los Estados
Unidos.

3. Provincia de San Juan Bautista, fundada en 1539.
Comprendía lo que hoy es Perú y Bolivia.

4. Provincia de San Vicente Ferrer, fundada en 1551.
Abarcaba lo que hoy es Centroamérica y el estado de
Chiapas en México.

5. Provincia de San Antonino del Nuevo Reino de Granada,
fundada en 1558. Comprendía lo que hoy es Colombia y
Venezuela (menos el área caribeña).

6. Provincia de San Lorenzo Mártir, fundada en
1584. Abarcaba lo que hoy es Chile.

7. Provincia de Santa Catalina Virgen y Mártir,
fundada en 1584. Abarcaba.

8. Provincia de San Hipólito Mártir,
fundada en 1592. Abarcaba lo que hoy es el estado mexicano de
Oaxaca y zonas colindantes.

9. Provincia de San Miguel y Santos Ángeles de
Nueva España, fundada en 1656. Comprendía lo que
hoy es el estado mexicano de Puebla y zonas
aledañas.

10. Provincia de San Agustín, fundada en 1724.
Abarcaba lo que hoy es Argentina, Paraguay y Uruguay.

En 1807 se crea la Provincia de San José de
Chiapas, en el actual estado mexicano de Chiapas, pero su
existencia fue muy fugaz, y muy pronto
desapareció.

Durante el periodo colonial de Brasil los dominicos no
estuvieron presentes por impedirlo la corona portuguesa; tras un
primer intento fallido, en 1878, la presencia de la Orden de
Predicadores en Brasil ha sido constante desde 1881.

FRANCISCANOS

La orden de los franciscanos fue fundada por San
Francisco de Asís y se compone de tres ramas, ellas, de
carácter independientes una de otras, son:

  • LA ORDEN DE LOS FRANCISCANOS MENORES
    (O.F.M)

  • LOSFRANCISCANOS CONVENTUALES (separados de
    1517)

  • LOS CAPUCHINOS (aprobados por la Santa Sede en
    1528)

San Francisco se retiro a una ermita en 1206
acompañado de Bernardo de Quintaval, Gil de Asís,
Pedro Cataneo y otros que comenzaron a predicar la
penitencia.

Cuando llegaron al número de 12 se presentaron al
Papa Inocencio III quien los aprobó de manera verbal y
bajo la "forma evangélica " de vida o regla primera y en
consonancia con el espíritu de la época, la orden
creció apresuradamente, llegando a contar en 1519 con 11
provincias y 5000 religiosos, número que no podía
ser gobernado con tal elemental forma de vida de un principio,
por lo que el mismo Francisco elaboró una segunda regla;
la misma fue aprobada el 29 de noviembre de 1223 por el Papa
Honorio III con la Bula Solet Annuere. Dicha
fundación fue favorecida y todo momento por el Cardenal
Ugolino de Segni, quien el 21 de marzo 1227 fue elegido Sumo
Pontífice con el nombre de Gregorio IX.

Nacida como congregación sencilla y deseosa de
vivir el evangelio, tuvo la necesidad de acomodarse a las
exigencias del apostolado. Fue entonces San Buenaventura en
calidad de Ministro General quien supo encontrar la
solución, acoplando en la medida de lo posible, las dos
tendencias. al mismo santo es quien le deben los franciscanos la
más lúcida defensa contra sus adversarios
iníciales: el clero secular y los mismos Obispos. sin
embargo esta animadversión se prolongó hasta el
concilio de Vienne (1311-1312); concilio que especifico los
derechos de ambas partes. Podríamos pensar que bajo la
influencia y la autoridad de un concilio, la contienda se vio
superada, pero no fue así y este grupo conocido con el
nombre de los "espirituales" duplico su lucha contra los
hijos de Francisco. Debido a la intransigencia de aquellos, su
posición fue tomando forma de insubordinación que
definitivamente llegó a su fin en 1321 con la
sumisión de algunos y la excomunión de
otros.

Con apenas 100 años la congragación ya
contaba en 1316 con 34 provincias, 197 custodias, 1407 conventos
y 45.000 religiosos.

Los Franciscanos en América
Latina

Pocos detalles se conocen acerca de los primeros frailes
que llegaron a la Nueva España. Se sabe que eran cinco, y
que llegaron con las huestes de Hernán Cortés, que
uno de ellos, Fray Diego Altamirano, era pariente del
conquistador. Al fray Pedro Melgarejo, se lo halla posteriormente
como obispo titular de Dulcin. Dada la poca relevancia de su
participación en la evangelización no se considera
a estos primeros franciscanos como misioneros.

Un segundo grupo llegó en 1523, estaba formado
por tres frailes belgas conocidos como fray Juan de Tecto, fray
Juan de Ágora y fray Pedro de Gante.

Su participación en el proyecto evangelizador es
considerable ya que desde su llegada a la Nueva España se
dedicaron a las actividades docentes.

La primera misión realmente consistente, oficial
y organizada llegó a México el 13 de mayo de 1524.
Consistía en 12 religiosos "Los doce primeros". A este
grupo original se le unieron otros religiosos que llegaron en la
primera mitad del siglo XVI. Este segundo grupo de misioneros
llegó después de una participación intensa
en España dentro de los movimientos de Reforma espiritual
de la Orden.

La misión de los hermanos menores en la Nueva
España tenía dos objetivos: la
evangelización y conversión de los
indígenas; y la explicación de su origen, es decir,
debían "…apuntalar su existencia, apoyándola en
la Escritura, pues había que lograr su
incorporación al linaje de Adán".

Primeros
establecimientos

Dos aspectos de los franciscanos es importante rescatar:
el estratégico y el misional. El primero se refiere al
plan de creación de conventos en las plazas y fuertes
conquistados y el segundo abarca un programa de asentamientos
radicales en regiones indígenas.

Lo que se puede precisar es que a partir de 1525 los
frailes menores comienzan a fundar conventos. el resto de
fundaciones es muy difícil hacerlo por la
imprecisión de datos existentes.

Los primeros, los de México-Tenochtitlán,
Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo- se establecieron en los cuatro
centros indígenas de mayor importancia de las regiones del
Valle de México y Puebla. Desde esos centros se extiende
la acción evangelizadora durante los primeros
años.

Nuevos refuerzos llegaron entre 1525 y 1535 y alcanza el
titulo de Provincia del Santo Evangelio en el Capítulo
General de Niza de 1536.

El periodo que abarca los años de 1525 a 1531 es
fundamental en el desarrollo del apostolado franciscano en
México. En él se consolidan las posiciones de la
Orden en la región de Puebla. Y en la región del
valle de México, donde se suceden las fundaciones de
Cuautitlán, Tlalmanalco, Coatepec-Chalco y Toluca, y se
comienza a construir el convento grande de San Francisco en
México.

"La libertad con la que los frailes menores pudieron
moverse es una característica que la distingue de los
asentamientos de otras órdenes, pues no había quien
les disputara el terreno, el país estaba sin nadie y
pudieron extenderse en él a su sabor. Esta libertad no era
absoluta, ya que tenían que tomar en cuenta muchos
elementos, (el clima, el personal del que podían disponer,
los recursos financie ros, la manera de reaccionar de los
indígenas, así como la disposición y las
indicaciones de los obispos).

Del examen de la distribución de las
órdenes y los conventos, se desprende la distinción
de tres tipos de misión:

  • 1. Misión de ocupación: Los
    conventos forman una red estrecha pues se encuentran a una
    distancia relativamente corta unos de otros y están
    agrupados alrededor de un centro.

  • 2. Misión de penetración: Se
    refiere a la fundación precaria de casas
    esporádicas en zonas de acceso y clima
    difícil.

  • 3. Misión de enlace: Son una serie de
    conventos que forman una línea más o menos
    directa, que liga a un grupo cualquiera con la ciudad de
    México.

Las especiales circunstancias socio-políticas en
las que estuvo enmarcada la evangelización americana
hicieron que en su desarrollo se dieran tres sistemas de
predicación

  • El evangélico apostólico o
    pacífico:
    que consistió en la
    práctica de la evangelización tal y como se
    entendía lo hicieron Jesucristo y los
    Apóstoles;

  • El posbélico: consistió en la
    predicación del evangelio en aquellos territorios que
    se habían conquistado previamente por las
    armas.

  • El protegido: en éste los
    evangelizadores realizaron su cometido acompañados de
    un grupo más o menos numeroso de hombres armados para
    protegerlos de ataques. Este sistema se alternó desde
    la supresión de las conquistas armadas con el de la
    evangelización apostólica, sin que de momento
    se pueda precisar cual predominó.

LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN

Ordo Fratum Sancti Augustini,
O.S.A.

Es una Orden religiosa mendicante, fundada por el papa
Inocencio IV en el siglo XIII, ante la necesidad de unificar una
serie de comunidades de monjes en la Toscana (Italia) que
siguieran las directrices conocidas como la Regla de San
Agustín, dictadas por San Agustín de
Hipona.

El nacimiento de la Orden de San Agustín tuvo
lugar en marzo de 1244 en Roma. El cardenal Ricardo Degli
Annibaldi, delegado del Papa Inocencio IV, dirigió la
unión de diversos grupos de eremitas de vida
cenobítica diseminados por la región de Tuscia,
aceptando todos ellos la Regla de San Agustín y la forma
de vida que en ella se propone.

En 1243, cuatro ermitaños (Esteban de Cataste,
Hugo de Corbaria, Guido de Rosia y Pedro de Lupocavo) en
representación de los grupos de eremitas situados en la
antigua Tuscia, Lacio superior y zonas limítrofes de
Umbría (Italia), se habían dirigido al papa
Inocencio IV para pedirle una Regla común y un Prior
General, según el nuevo estilo de Orden de fraternidad
apostólica.

Inocencio IV, una vez conocida la propuesta
determinó la creación de una nueva Orden
mendicante, la tercera después de los franciscanos y
dominicos. Dos bulas pontificias, ambas fechadas el 16 de
diciembre de 1243, sientan las bases jurídicas de la
erección canónica de la Orden de San
Agustín. La primera de ellas se conoce por Incumbit
nobis
y la segunda por Praesentium
vobis.

Una segunda fase en el desarrollo inicial de la Orden se
produjo por la agrupación de otras órdenes de
ermitaños situados en las regiones centrales y
septentrionales de Italia, aunque no profesasen la Regla de San
Agustín, como los Guillermitas. Otros grupos de
ermitaños que entraron a formar parte de la Orden de San
Agustín fueron los de Juan Bueno, los Ermitaños de
Santa María de Cesena o Guillermitas, los Ermitaños
de Bréttino y los Ermitaños de Monte Favale. A todo
este movimiento anexionador se le conoce como La Gran
Unión de 1256. Este segundo momento fundacional de la
Orden de San Agustín está configurado por la bula
Licet Ecclesiae.

Los Agustinos en la Nueva
España

La orden agustina llegó a la Nueva
España el 22 de mayo de 1533. La primera expedición
agustina estuvo compuesta por siete frailes: Fr. Francisco de la
Cruz, a la cabeza, Fr. Jerónimo Jiménez, Fr. Juan
de San Román, Fr. Juan de Oseguera, Fr. Jorge de
Ávila, Fr. Alonso de Borja y Fr. Agustín de
Coruña; estos se embarcaron en Sevilla el 3 de marzo de
1533 en la nave Santa María de la Anunciada, al mando del
maestre Juan Sánchez de Figueroa. Atracaron el dicho
día 22 de mayo, día de la Ascensión de
Nuestro Señor Jesucristo, en San Juan de Ulúa, en
la Nueva España. Partieron de Veracruz el 27 de mayo y
llegaron a la ciudad de México el 7 de junio,
víspera de la fiesta de la Santísima Trinidad
Cuatro de ellos llegaron enfermos, así que por orden
médica debieron hacer el viaje en mulas.

Debe considerarse a los agustinos entre los
fundadores del cristianismo en Mexico, por haber desarrollado su
labor evangélica en tierras vírgenes, además
de esto es en nuestro territorio donde casi con particularidad
trabajaron los agustinos.

Iniciaron su actividad en la ciudad de
México y alrededores. Establecieron diversas rutas
de  evangelización, una hacia la llamada Sierra Baja,
en el actual estado de Guerrero, con Tlapa 1533, y Chilapa 1534,
como centros principales, destacando los conventos de Ocuituco
1533, primer convento agustino en América, Totolapan y
Yecapixtla en 1534.

Fueron los agustinos quienes mayor
confianza mostraron en la capacidad espiritual  de los
indios; ponían en ellos altas aspiraciones, buscando
iniciarlos en la vida contemplativa y dieron suma importancia no
sólo al aprendizaje de las lenguas indígenas, sino
a la comprensión de su idiosincrasia.El "Primer
Capítulo", celebrado el 8 de junio de 1534 en el convento
de Ocuituco, ordenó que todos los hermanos, en cuanto
llegaran de España, sin importar las borlas y sin
excepciones, escogieran algún pueblo y lengua y en ellos
aprender la administración de los indígenas.
Serán también los agustinos los primeros que se
inscribirían como alumnos en la facultad de
teología de la Real y Pontificia Universidad de
México.

Cuando se consideraba que los indios
estaban ya suficientemente catequizados, iniciaban la obra
material o "fábrica" tanto del pueblo como de la iglesia.
Se trazaban los pueblos en cuadro, y todas las calles con salida,
siguiendo el modelo de la ciudad capital y planeaban enseguida
las obras públicas, sobre todo las más
indispensables, como el llevar agua a las poblaciones, con
canales que la conducían al convento, a la plaza
pública y al hospital, destacando en esto la fuente de
Chilapa, construida por Fr. Pedro Juárez de Escobar, quien
superó muchas dificultades técnicas. Esta fuente se
construyó en 1545 y aprovechaba todos los accidentes del
terreno, superando las barrancas con acueductos de pequeña
extensión.Dentro de la traza del pueblo, junto al
convento, se crearon, como en Tiripetío, salones propios
para la enseñanza de las artes y oficios. Buscaba
aprovecharse las aptitudes indígenas las cuales iban a
provocar grandes resultados, por ejemplo: los
cultivos.

Se mandaban traer de España
árboles frutales, flores, verduras y ganados, y acto
seguido, se enseñaba a los indios a sembrar trigo y
maíz, que ya lo tenían, pero con técnicas
depuradas. Efectivamente son agustinos los principales ejemplos
del estilo arquitectónico propio de este primer
siglo.

El arte plateresco florece entre ellos de
manera sin igual, lo que demuestra a plenitud la mano de obra
especializada que se alcanzó en los pueblos a ellos
encomendados. Como ejemplo máximo de dicha
afirmación encontramos la fachada de la iglesia conventual
de Cuitzeo, dibujada por algún escultor español,
pero dirigida y realizada por canteros indígenas, como lo
corrobora un cartel colocado en la misma, que dice: "Fr. lo metl
me fecit", (Francisco Juan Metl me hizo).Algunas de estas obras
eran dirigidas por frailes peritos en este arte, destacando Fr.
Andrés de Mata, y su labor en el convento Actopan, uno de
los monumentos más sugestivos de nuestra arquitectura
colonial, así como en Ixmiquilpan, y Fr. Juan de Utrera en
Ucareo, arquitecto excelente, quién ideó un nuevo
modo de construcción, para concluir su obra en el tiempo
prefijado.Estos frailes se preocupaban en primer lugar por
solucionar las necesidades propias de algún pueblo,
venciendo todos los obstáculos. En este afán, las
técnicas europeas se unían de tal forma con las
diestras manos indígenas, que las carencias se
convertían en arte.Estas artes eran enseñadas a las
personas mayores, porque con los niños, en todos los
conventos los frailes se reunían a diario, para la
enseñanza de las "primeras letras": leer, escribir, contar
y cantar, escogiendo ahí las mejores voces para la
formación de los coros conventuales, importantes en las
ceremonias litúrgicas, dándoles educación
especial a quienes destacaban.

Los sacramentos

El  Bautismo

Desde 1534, los agustinos optaron por guardar en todo el
ceremonial romano, bautizando niños todos los domingos y
poniendo cuatro fechas anuales para los adultos: Pascua, Navidad,
Pentecostés y San Agustín. En tales días,
narran los cronistas, debía celebrarse el bautismo con
"grandissima solemnidad, imitando a los santos padres de la
primitiva Yglesia."

En las cuatro fechas señaladas, se adornaban no
sólo las iglesias, sino los pueblos. Formaban los
neófitos una procesión en la que lucían sus
mejores galas. Llegados al lugar escogido para la ceremonia, los
estaban esperando formando una valla los ya bautizados entre dos
sacerdotes se cumplían todas las ceremonias del ritual.
Una vez terminado éste, se coronaba de flores a los
bautizados, mientras la música y las campanas
tañían en son de alegría por el
acontecimiento. Así entraban todos en la iglesia para la
celebración eucarística, con un sermón
especial donde les recordaban cómo habían de
comportarse.

La Confesión  

Para la confesión pascual, las multitudes
aumentaban, puesto que todos eran examinados sobre la doctrina,
preparándose con rezos a este sacramento, lo que se
realizaba en los atrios, pasaban a la iglesia y allí los
frailes en una plática los exhortaban al arrepentimiento.
Venía el sacramento, dejando a los pies del confesor un
huevo, para saber el número de los confesados y poderlo
confrontar después con el padrón del
pueblo.

La Eucaristía

Si los indígenas habían
nacido a la vida de la gracia por el bautismo, debían
mantenerla comiendo de este pan de vida, ya que si los
habían bautizado era porque tenían una fe
explícita en la Trinidad, tendrían entonces
suficiente capacidad para entender lo que era necesario para este
sacramento, puesto que no se les pide que comprendan el modo del
misterio, sino la verdad del mismo.Los naturales confirmaban la
devoción con que recibían este sacramento. Se
vestían de fiesta, se iban a la iglesia desde las siete y
allí esperaban en silencio la celebración de la
misa, que frecuentemente tardaba, porque el ministro estaba
ocupado en confesiones de último momento. Se preparaba
rezando la tradicional oración de Santo Tomás de
Aquino en su lengua. Al comulgar les ponían unas
guirnaldas de flores; rezaban la misma oración en
acción de gracias, y en silencio daban gracias como hasta
el medio día, cuando se iban a sus casas.

Los vecinos les procuraban el sustento
aquel día, haciendo notar el cronista que el comulgante
era reverenciado como entre nosotros el Missa cantano. Acabando
de comer regresaban a la iglesia y allí se pasaban la
tarde, o visitaban cruces o ermitas.

En cuanto al viático, se les
había metido en la cabeza que el Santísimo
sólo podía salir de las iglesias con mucha pompa.
Constatando además la pobreza de las casas
indígenas, se les hacía una indecencia llevar la
Eucaristía a los enfermos, por lo que la costumbre era
llevar al enfermo a la iglesia en hamacas.

La extremaunción

Por las grandes epidemias que se padecieron
en el siglo XVI, era imposible que se atendieran todos los
enfermos que la solicitaran, por lo que se hizo costumbre
trasladar al enfermo a la iglesia en hamacas para que recibiera
el sacramento, con el lógico agravamiento del moribundo.
Cuando estas circunstancias fueron menos frecuentes, ya no hubo
dificultad, iban sin importarles la hora, ni las circunstancias
para atender al enfermo, por eso "hasta hoy son unas vivas
centellas los ministros, que coman, que duerman, que haga sol, o
que llueva; en Ilamandolos para Olear van con tanta priessa, una,
dos y tres leguas".

Las ceremonias

La vida entera del indígena estaba
amalgamada con sus creencias, porque ellos se consideraban
colaboradores indispensables de los dioses.

El sacrificio personal del indígena
tenía siempre su aspecto cruento, era su forma de cooperar
en la supervivencia del cosmos.

Así en el ritual de los sacrificios
el sujeto era parte activa del mismo, danzando y cantando. Otros
de los retos fue la magnificencia de sus ceremonias, no en balde
una de las razones que tendrán los agustinos para proceder
en sus construcciones, en el aderezo de sus templos y en la
riqueza de sus utensilios, será ésta: "para que los
indios con la gloria de los edificios, con las riquezas de los
templos, con la solemnidad de las fiestas, y con el culto divino,
se olvidasen del trabajo pasado, y de la flor de su
gentilidad".

Dos serán los instrumentos
principales que utilicen los agustinos novohispanos, en su
evangelización: el Santísimo Sacramento del Altar,
y el de la Cruz; porque fueron estos dos instrumentos principales
de la conversión de los Indios. Así la fiesta
más fastuosa del año será el Corpus Domini,
cuando las cabeceras parroquiales se convertían en un
vergel, haciendo gala de flores, frutos y animales.

También se le daba importancia
cuando cada quince días se renovaba el depósito
sacramental, asistiendo todo el pueblo con sus velas, mientras el
altar estaba adornado con abundancia de flores y los instrumentos
musicales hacían solemne la ceremonia. En cuanto a la
Cruz, la que estaba en todas partes, en sus casas, en las
esquinas del pueblo, en los caminos, en los montes y en fin en
todos los lugares donde halla alguna singularidad allí la
tienen… y donde quiera que la ven, la reverencian, y muchos y
muchas veces le besan el pie.

 En todos los pueblos había un calvario, y
aún cuando las enramaban y les ponían flores cada
vez que podían, todo esto se opacaba el día 3 de
mayo, cuya fiesta duraba dos días. El día anterior
bajaban todas las cruces desde donde estuvieran, las llevaban a
bendecir y con mucha pompa, en medio de procesiones y debajo del
palio las regresaban a sus lugares entre música, danzas,
luces y si era posible, pólvora. Al día siguiente
hacían grandes banquetes, ya el señor de la casa,
el barrio o el pueblo según a quien perteneciera la
cruz.

Les enseñaban que el cristiano no era sólo
un conjunto de verdades que debían creer, sino
también un conjunto de actitudes que debían asumir
a lo largo de toda su vida. Merece también recordarse que
fue la Orden de San Agustín de donde surgieron las
tradicionales posadas navideñas mexicanas.

Todo comenzó hacia el último cuarto del
siglo XVI, cuando se les ocurrió celebrar en los nueve
días previos a la navidad, nueve misas que llamaron de
aguinaldo y celebraban al amanecer.

Estas misas tuvieron gran acogida, porque "como la hora
es tan alegre, y la devoción tan grande, y tanta la
solemnidad con que se cantan, fue tan grande la frecuencia de los
fieles, y el aplauso con que se recibieron".

En nuestros tiempos, el historiador Robert Ricard, tras
analizar los métodos evangelizadores de las tres
órdenes, concluirá: "Sin embargo, en el arte de
fundar pueblos, civilizarlos y administrarlos se llevaban la
palma los agustinos, verdaderos maestros de
civilización".

LA COMPAÑÍA DE
JESUS

Societas Jesu o Societas Iesu, S.J. o
S.I.

Fue fundada en 1534 por San Ignacio de Loyola, junto con
San Francisco Javier y otros y aprobada en 1540 por el Papa Pablo
III.

En septiembre de 1529, Ignacio de Loyola, había
optado por dedicarse a «servir a las almas». Decidido
a estudiar se incorpora al Colegio de Santa Bárbara y
comparte cuarto con el saboyano Pedro Fabro y el navarro
Francisco Javier. Los tres se convirtieron en amigos. Ignacio
realizó entre sus condiscípulos una discreta
actividad espiritual, sobre todo dando Ejercicios espirituales,
un método ascético desarrollado por él
mismo.

En 1533 llegaron a París Diego Laínez,
Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y
Simão Rodrigues, que se unieron al grupo de
Ignacio.

El 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de
la Virgen, los siete se dirigieron a la capilla de los
Mártires, donde pronunciaron tres votos: pobreza, castidad
y peregrinar a Jerusalén. Así nació la
Compañía de Jesús como un grupo de amigos
con un ideal religioso común.

Después de los votos de Montmartre se
incorporaron Claude Jay, Jean Codure y Paschase Broët. Los
diez se encontraron en Venecia y misionaron el norte de Italia a
la espera de embarcarse hacia Jerusalén. Al no poder
viajar a Palestina debido a la guerra entre Venecia y el Imperio
Otomano, el grupo se dirigió a Roma.

El 27 de septiembre de 1540, el Papa Pablo III les
reconoció como una nueva Orden religiosa y firmó la
bula de confirmación, Regimini militantis
ecclesiae.

A partir de la aprobación papal comenzó un
proceso de expansión numérica, de
organización interna y de responder a las misiones
encomendadas: fundación de Colegios, reforma de
monasterios, participación en el Concilio de Trento,
diálogo con los protestantes, misiones
diplomáticas, etc. Los primeros compañeros se
dispersaron: Rodríguez fue a Portugal, Javier a Oriente,
Fabro recorrió Europa predicando y dando los Ejercicios
Espirituales.

Entre 1540 y 1550 se unieron a la Orden notables
personajes para su posterior desarrollo: Jerónimo Nadal,
Francisco de Borja (Duque de Gandía y Virrey de
Cataluña), Pedro Canisio, notable teólogo (Doctor
de la Iglesia), y Juan de Polanco, secretario de
Ignacio.

En 1556 murió el fundador.

Los Jesuitas en
América

Los jesuitas llegaron a Brasil ya en el generalato de
San Ignacio. En el gobierno de San Francisco de Borja ingresaron
a Florida, México y Perú y en el de Claudio
Acquaviva a Canadá, Nueva Granada, la Presidencia de Quito
y otras zonas. De acuerdo a sus nacionalidades, los misioneros
jesuitas se distribuyeron en las distintas posesiones de las
potencias europeas.

Canadá: fue evangelizado por jesuitas franceses.
La inmensidad del territorio, el clima y la hostilidad de los
hurones e iroqueses convirtieron a la canadiense en una de las
misiones mas difíciles de la Compañía. No
faltaron los mártires: los Padres y Hermanos Jean Brebeuf
(martirizado en 1649), Noël Chabanel (1649), Antoine Daniel
(1648), Charles Garnier (1649), René Goupil (1642), Isaac
Jogues (1646), Jean de Lalande (1646) y Gabriel Lalemant (1649).
Esta misión incluyó territorios que hoy pertenecen
al Estado de New York y consiguió convertir a miles de
hurones, no así a los iroqueses, que siempre fueron
feroces y hostiles hacia los europeos.

Mississippi: fue explorado y evangelizado por jesuitas
franceses. Entre ellos destacó el Padre Jacques Marquette
(1637-75) quien, con el explorador Louis Jolliet fue el primer
europeo que recorrió y cartografió el río
Mississippi desde el territorio norteño de Nueva Francia
(1673). Fundó algunos poblados en Nueva Francia (actual
Estado de Michigan).

Complejos agrícolas jesuíticos en
Sudamérica: Los jesuitas fueron innovadores en la
explotación de sus haciendas y propiedades en la
América Hispánica. Durante los siglos XVII y XVIII
supieron gestionar verdaderos emporios agros – industriales con
métodos de gerencia que se adelantaron a los utilizados en
la actualidad. Además agregaron la participación
patrimonial de lo recaudado en las haciendas para luego ser
redistribuido entre indígenas, esclavos y
empleados.

La finalidad de estas propiedades era sostener sus
colegios, pues éstos eran gratuitos. Sin embargo, la
riqueza de estos complejos y haciendas atrajo la ambición
de las Coronas y particulares y, a la larga, fue un factor para
la supresión de la Orden.

Expulsiones y
supresión

Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se
propusieron acabar con la Compañía de Jesús
por su defensa incondicional del Papado, su actividad
intelectual, su poder financiero y su influjo político.
Ciertamente se habían ganado poderosos enemigos: los
partidarios del absolutismo, los jansenistas y los
filósofos franceses. No faltaron tampoco las intrigas de
ciertos grupos en la misma Roma. El contexto político
europeo se caracterizó en estos años por el
advenimiento del llamado Despotismo Ilustrado y por un declive
notorio del prestigio político del Papado y la voluntad
política de los Borbones y de la Corona Portuguesa de
robustecerse en detrimento de la Iglesia.

El primer país en expulsar a la
Compañía de Jesús fue Portugal. El ministro
Carvalho, marqués de Pombal, fue su principal adversario;
encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa y
expulsó al resto en 1759. Con esta dura medida
pretendía robustecer la autoridad real y dar una clara
señal al Papa de que no toleraría intromisiones
pontificias en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas
de Portugal y sus colonias fueron deportados con destino a los
Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la
medida.

En 1763, Luis XV de Francia los acusó de
malversación de fondos debido a la quiebra del P. Antoine
Lavalette en Martinica. El Parlamento de París, que ya
desde la fundación de la Orden había impugnado la
presencia legal de la Orden en Francia, condenó las
Constituciones y el Rey decretó la disolución de la
orden en sus dominios, y el embargo de sus bienes.

Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los
territorios de la Corona española a través de la
Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III
el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen fue obra de Pedro
Rodríguez de Campomanes, regalista y por entonces Fiscal
del Consejo de Castilla. Al mismo tiempo, se decretaba la
incautación del patrimonio que la Compañía
tenía en estos reino. Los hijos de San Ignacio tuvieron
que dejar el trabajo que realizaban en sus obras educativas y sus
misiones entre indígenas, como las famosas Reducciones
guaraníes y las menos célebres, pero no menos
esforzadas misiones entre los Tarahumara en México y a lo
largo del Amazonas.

La supresión de los jesuitas fue llevada a cabo
en 1773, cuando el nuevo Papa Clemente XIV enfrentó
fuertes presiones de los reyes de Francia, España,
Portugal y de las Dos Sicilias quienes, por razones
políticas, le exigían la desaparición de la
Compañía. El Papa cedió y mediante el breve
Dominus ac Redemptor suprimió la Compañía de
Jesús. Los sacerdotes jesuitas podían convertirse
al clero secular; los escolares y hermanos coadjutores quedaron
libres de sus votos. El P. General, Lorenzo Ricci, y su Consejo
de Asistentes fueron apresados y encerrados en el Castillo
Sant'Angelo (Roma) sin juicio alguno.

Sin embargo, en Rusia -concretamente en Bielorrusia- y
Prusia el edicto de supresión no fue promulgado por los
monarcas. Jesuitas de toda Europa aceptaron la oferta de refugio
hecha por la zarina Catalina la Grande, quien esperaba continuar
así, con el apoyo intelectual de la
Compañía, la obra de modernización iniciada
por Pedro el Grande.

En 1789 fue fundada por el Obispo John Carroll -ex
jesuita- la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.; en el
siglo XIX, esta universidad sería integrada a la
Compañía restaurada.

Restauración

Cuarenta años después Pío VII
decidió restaurar a la Compañía. De hecho,
los jesuitas habían sobrevivido en Rusia protegidos por
Catalina II. La restauración universal era vista como una
respuesta al desafío que representaban quienes eran vistos
en ese entonces como los enemigos de la Iglesia: la
masonería y los liberales, principalmente.

Poco tiempo después de la restauración, el
Zar expulsa a los jesuitas de Rusia. Los Generales vuelven a
instalarse en Roma. Durante el siglo XIX la SJ sufre las
consecuencias de las revoluciones políticas de corte
liberal y tiene que afrontar numerosos ataques. Acaba siendo
nuevamente expulsada de Portugal, Italia, Francia, España,
Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc.

A pesar de estas expulsiones y conflictos, el
número de jesuitas va ascendiendo lentamente. Cuando los
jesuitas alemanes fueron expulsados por Otto von Bismarck,
cientos de ellos se trasladaron a Norteamérica y
colaboraron en la evangelización del interior de los
Estados Unidos.

MERCEDARIOS

(Orden de la Santísima Virgen
María de la Merced de la Redención de los cautivos:
O de M).

San Pedro Nolasco, con la colaboración de San
Reimundo de Peñafort, Creó en 1203 una
asociación de varones con el fin de llevar vida en
común y consagrarse a la redención de los cautivos,
para preservarlos de la apostasía. El Rey Jaime I les
concedió para vivienda el hospital de Santa
Eulalia.

El 10 de agosto de 1218 tuvo lugar la fundación
solemne, canónica y real de la orden en la Catedral de
Barcelona. el Obispo impuso la cruz de la catedral a Nolasco y
compañeros, además les otorgo la insignia de la
Casa Real de Aragón, elevándola a la
categoría de Orden Militar.

Junto a Nolasco estaba Bas, Corbera, Pascual y otro. La
orden fue confirmada en 1235 por el Papa Gregorio IX con la firma
de la Bula Devotionis Vestrae.

Redenciones

La O. de M llevó a cabo redenciones desde su
fundación hasta el año 1769, año en
cesó por disposición de Carlos III. al principio su
labor tuvo lugar en los reinos hispano-musulmanes, que en el
tercer periodo de Taifas eran Valencia, Murcia, Baleares,
Sevilla, Granada, Jaen, Nubla y Arjona.

Tanto en el siglo XVIII y XIX se hicieron numerosas
redenciones, de las cuales hay fehacientes registros.

La redención de 1361 en Tunes proporciona la
primera lista con el nombre, filiación y precio de cada
uno de los rescatados. En esta centuria brillaron algunos
redentores como el reconocido y recordado San Ramón
Nonato.

Del S. XV se tienen documentadas 27 redenciones y es en
esta fecha que se inicia la literatura de cautivos con el
OpusculumTantum Quinque (P. Pedro Cijar )

Partes: 1, 2

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