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Pablo de Tarso: El misionero de los gentiles (página 2)




Enviado por Magali



Partes: 1, 2

13. En esta devoción del
pueblo por el Dios desconocido, Pablo encuentra una puerta
abierta para anunciar lo nuevo a sus interlocutores, con
respeto y creatividad. Pablo no dice que los atenienses
adoraban al verdadero Dios, y que sólo les
faltaría conocer su nombre; él hace una
crítica más profunda a su sistema de creencias
representados en sus estatuas y monumentos. 14. El mensaje se
orienta sobre una tendencia filosófica
contemporánea que era la búsqueda de Dios, algo
que aparece además como centro de la estructura del
relato.

15. A partir del versículo
24 Pablo desarrolla el anuncio del Dios vivo y verdadero, en
diálogo con las concepciones religiosas locales. La
afirmación del Dios creador se basa en Génesis
1 e Isaías 42:5, pero también se incorporan
términos del vocabulario filosófico griego, por
ejemplo kosmos = mundo, universo organizado, que no tiene
correspondiente en hebreo. Y si Dios es creador del mundo y
de todo lo que existe, no es posible que habite en templos
construidos por los seres humanos, y tampoco necesita ser
asistido; en esto Pablo coincide con la crítica que
hacían algunos filósofos locales al
politeísmo griego.16. Más adelante (vv. 26-29)
se expone la relación entre ese Dios creador y los
seres humanos. En la concepción bíblica, Dios
es el que crea al primer ser humano y de ellos (de Dios y de
Adán) descienden todos los linajes de la tierra. La
finalidad que Dios le da al hombre es de ocupar toda la
tierra y de buscarlo. En esto también hay cierta
convergencia con algunas tendencias filosóficas
griegas; por ejemplo en lo que se refiere al universalismo
humano y a la afinidad entre el ser humano y su creador. La
cita del poeta Arato (originario de Cilicia, siglo III a.C.)
en el versículo 28b confirmaría esta
posición. 17. El contenido principal de la
crítica a los otros dioses coincide en varios aspectos
con el lenguaje del Segundo Isaías (ver por ejemplo Is
44). Esta crítica consiste básicamente en
comparar irónicamente a los otros dioses con
imágenes de madera, piedra o metal, que los
representaban; y que por más bellas y valiosas que
sean no tienen punto de comparación con el Dios vivo y
verdadero. Los otros dioses, como aquellas imágenes,
además de no poder hacer nada, necesitan ser llevados
y asistidos.18. Finalmente los vv. 30-31 anuncian lo
específico del mensaje cristiano de Pablo: la
conversión, el juicio final y universal, y la
resurrección de Jesús que lo anticipa. La
resurrección de Jesús es un punto clave y
relevante que ya fue anticipado en el versículo
18.

19. El discurso de Pablo en el Areópago
asume y reconoce el valor de varios aspectos relevantes de la
filosofía griega contemporánea
: la
crítica al politeísmo, la concepción
universal del ser humano y la búsqueda de Dios por
parte del ser humano. El arte de Pablo consiste en
establecer un diálogo intercultural y poner estos
aspectos en continuidad con la perspectiva bíblica
tradicional: Dios como Creador, el origen del ser humano, el
conocimiento de Dios en la sabiduría
bíblica.

  • TERCERA PARTE:

Pablo y su
teología, sus epístolas, y la
organización de sus comunidades

SU TEOLOGIA

Primero: Un bosquejo de la teología de Pablo
debe tener en cuenta el carácter de los escritos del
Apóstol, que no ofrecen una exposición
sistemática de su pensamiento. La mayor parte de los
escritos de Pablo fueron compuestos ad hoc, es decir, para
salir al paso y solucionar situaciones concretas por carta.
Pablo desarrolló en sus epístolas, algunos
temas doctrinales y exhortó a sus iglesias a una
práctica más intensa de la vida cristiana. Casi
todas las cartas existentes constituyen un ejemplo de esa
doble finalidad. Esta dualidad de objetivos explica por
qué Pablo pudo mezclar en ellas elementos de la
revelación, fragmentos del
kerigma[11]primitivo, enseñanzas de
Cristo, interpretaciones del AT, su concepción
personal del acontecimiento Cristo y hasta sus propias
opiniones particulares. Por tanto, cualquier intento de
formular la «teología» paulina debe
procurar tener presentes los diversos matices de pensamiento
y expresión del Apóstol.

La teología de Pablo se vio influida,
sobre todo, por la experiencia que tuvo en el camino de
Damasco y por la fe en Cristo resucitado, como Hijo de Dios,
que creció a partir de esa
experiencia.

El mismo Pablo habla de esta experiencia como de
una revelación del Hijo que le ha concedido el Padre
(Gál1,16). En ella «vio a Jesús, el
Señor» (1 Cor 9,1; cf. (1 Cor 15,8; 2 Cor 4,6;
9,5). Aquella revelación del «Señor de
la gloria» crucificado (1 Cor 2,8) fue un
acontecimiento que hizo de Pablo, -el fariseo- no sólo
un apóstol, sino también el primer
teólogo cristiano.

Pero esa experiencia iluminó, en un acto
creador, la mente de Pablo y le dio una extraordinaria
penetración de lo que él llamó
más tarde «el misterio de Cristo" (Ef.
3,4).

El Padre que reveló su Hijo a Pablo
era el mismo Dios a quien Pablo, el fariseo, siempre
había servido.
Era el creador, el
Señor de la historia, el Dios que continuamente
salvó a su pueblo Israel y demostró ser
Señor fiel a la alianza a pesar de las infidelidades
del pueblo.

Pero su experiencia en el camino de Damasco no
alteró su compromiso fundamental con el
«único Dios». De hecho, su
teología (en el sentido estricto del término),
su cosmología[12]y su
antropología revelan que Pablo seguía siendo
judío en sus principales puntos de
vista.

Segundo: aquella visión le
enseñó el valor
soteriológico[13]de la muerte y
resurrección de Jesús Mesías. Si la
teología de Pablo no cambió fundamentalmente,
su cristología sí que cambió. Pablo,
como judío que era, compartía las esperanzas
mesiánicas de su tiempo; anhelaba la venida de un
Mesías (con unas características determinadas).
Pero la aparición de Jesús le
enseñó que el Ungido de Dios ya había
venido en la persona, «Jesús, que fue
entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra
justificación»
(Rom 4,25). Antes de
tener la experiencia en el camino de Damasco, Pablo
sabía con toda certeza que Jesús de Nazaret
había sido crucificado, «colgado en un
árbol» y, por tanto, había sido
«maldito», en el sentido de Dt 21,23. Y
esta era, sin duda, una de las razones por las que no
podía aceptar, como fariseo, a Jesús como
Mesías. Jesús era para Pablo «piedra de
escándalo» (1 Cor 1,23), un anatematizado por la
misma Ley que él observó tan celosamente
(Gál 3,13; cf. 1,14; Flp 3,5-6).

Pero la revelación que tuvo cerca de Damasco
dejó profundamente grabado en él el valor
soteriológico y vicario de la muerte de Jesús
de Nazaret, de una manera que él antes no había
sospechado. Con una lógica que sólo un
rabino sería capaz de comprender, Pablo vio a Cristo
Jesús cargando sobre sí con la maldición
de la Ley pero cambiada en su contrario, en bendición,
de suerte que llegó a ser el medio de liberar a los
hombres de la maldición de la Ley.

La cruz, que había sido piedra de
escándalo para los judíos, se convirtió
para él en «poder y sabiduría de
Dios» (1 Cor 1,18-25
). En adelante
miraría al crucificado, «Señor de
la gloria
», como su Mesías
exaltado.

Tercero: aquella visión
dejó grabada en Pablo una nueva concepción de
la historia de la salvación. Antes de su encuentro con
Jesús, el Señor, Pablo consideraba la historia
del hombre dividida en tres grandes etapas: 1) desde
Adán a Moisés (período sin Ley); 2)
desde Moisés hasta el Mesías (período de
la Ley); 3) edad mesiánica (período en que el
Mesías legislaría de
nuevo).

Pero la experiencia en el camino de Damasco le
enseñó que la edad mesiánica ya
había empezado. Todo ello introdujo una nueva
perspectiva en su concepción de la historia de la
salvación. El esjaton, -realidad última-
tan ansiadamente esperado, ya había dado comienzo
(aunque todavía tenía que realizarse la etapa
definitiva, que él esperaba en un futuro no demasiado
lejano).

El Mesías aún no había
venido en su gloria. Pablo constató entonces que
él (con todos los cristianos) se encontraba en una
doble situación: por una parte, consideraba la
muerte y resurrección de Jesús como la
inauguración de la nueva etapa; por otra,
seguía anhelando su venida en gloria, su
parusía.

Por consiguiente, mucho más que sus
antecedentes farisaicos o sus raíces culturales
helenísticas, aquella revelación de
Jesús dio a Pablo una visión inefable del
«misterio de Cristo», que le hizo capaz de
configurar su «evangelio» y de predicar la buena
nueva de una forma que era peculiarmente
suya.

Sin embargo, Pablo no comprendió
inmediatamente todas las implicaciones de la visión
que le fue concedida. Solamente le proporcionó un
discernimiento básico que había de iluminar
todo lo que tenía que aprender sobre Jesús y su
misión entre los hombres, no sólo en la
tradición de la primitiva Iglesia, sino en su
experiencia apostólica personal al predicar a
«Cristo crucificado»
(Gá13,1).

SUS
ESPISTOLAS

INTRODUCCIÓN:

EL "CORPUS PAULINO"

Llamamos "corpus paulino" al
conjunto ("corpus" o cuerpo) de las cartas de san Pablo,
donde todos sus escritos son tomados como una
unidad.

El corpus paulino lo constituyen hoy
13 cartas, aunque desde el principio del canon
neotestamentario ha habido otra carta más, que ha
estado "bailando", unas veces dentro y otras fuera del
"corpus". Esta carta 14 es la "Carta a los hebreos". Hoy
ningún crítico la considera carta
paulina.

La forma literaria epistolar de la época
griega y romana es actualmente muy conocida por la gran
cantidad de cartas de ese período que se conservan.
Esto permite ver que
Pablo asumió la forma
propia de su tiempo.
Introdujo, sin embargo, algunos
cambios de importancia, lo que trajo como consecuencia

que sus cartas pertenezcan a la literatura
religiosa.

San Pablo escribió las trece cartas
más famosas que existen en el mundo y en ellas se
resume todo lo que la Iglesia católica enseña
acerca de la fe y la moral.

Tienen ellas dos partes:

Una dogmática, es decir,
verdades de la fe, y otra moral, es decir, reglas de
buena costumbre.

La más extensa y doctrinal es la que
escribió a los cristianos de Roma.

La más corta, a
Filemón.

Las más apasionantes y fuertes son las
dos que escribió a los corintios, corrigiendo algunos
errores.

La más elevada y difícil es la de
los efesios.

La más cariñosa, a los
filipenses.

Las últimas cartas las escribió
desde la cárcel, dirigidas a Timoteo y
Tito.

A continuación trazaremos un cuadro
definido de sus cartas según época de
escritas:

  • Las Cartas KerigmáticasSon 1 y 2
    de Tesalonicenses Enviadas en el año 50 – 51, son
    los primeros escritos del NT.Pablo en ellas recoge los
    grandes temas del kerigma; vive en la esperanza de la
    próxima venida de Cristo.
  • Las "Grandes Cartas"

Son Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas.Fueron
escritas en los años 56 -58 y se les llama así
por su extensión y por su importancia
doctrinal.

  • Las Cartas de la Cautividad

Son Filipenses, Colosenses, Efesios y
Filemón.Escritas en los años 61 – 63, son
así designados porque Pablo las escribió desde
su prisión en Roma (o en Éfeso) y se alude a su
cautiverio.

  • Las Cartas Pastorales

Son 1 y 2 Timoteo, Tito. Fueron escritas en el
año 67, poco antes de su martirio.

La primera carta a los Tesalonicenses tiene el
mérito de ser el primer escrito del N.T., pues fue
escrita antes que los Evangelios. Todas las cartas tienen
como autor, o directamente a Pablo, o a discípulos que
lo escucharon directamente.

San Pablo nos da a través de sus cartas un
inmenso conocimiento de Cristo. No un conocimiento
sistemático, sino un conocimiento espiritual que es lo
que importa.
Él es ante todo el Doctor de la
Gracia
, el que trata los temas siempre actuales del
pecado y la justificación, del Cuerpo Místico,
de la Ley y de la libertad, de la fe y de las obras, de la
carne y del espíritu, de la predestinación y de
la reprobación, del Reino de Cristo y su segunda
Venida.

San Pablo, a través de sus cartas, transmite
a los primeros cristianos su visión teológica
de qué son y cómo vivir la fe, esperanza y
caridad cristianas.

Juan Alfaro, en su artículo "Actitudes
fundamentales de la existencia cristiana", afirma que
"en su riqueza interior, la fe paulina incluye la
comunión de vida con Cristo. El creyente vive de
Cristo y para Cristo, inaugurando de esta manera una
existencia nueva en El"

Veamos ahora los temas fundantes de sus
epístolas:

  • a) Cristo Resucitado: nueva
    CREACIÓN

San Pablo divide la existencia de Cristo en dos
fases, separadas por la muerte y resurrección: una
según la carne, otra según el Espíritu.
En su sentido original, habla de dos modos de ser sucesivos y
complementarios, de una vida primero terrestre, pero ya
mesiánica, y de un estado de vida celeste vivido en el
plano de Dios.

En el pensamiento paulino, la muerte no se opone
tanto a la vida natural como a la vida de
resurrección, ahora oculta pero más tarde
gloriosa, que es la vida del Espíritu (Rom 5,15.17.21;
Rom 6,23; 8,1-4).

En el cuerpo del Resucitado, Dios creó un
mundo nuevo (2Cor 5,19), el Padre inaugura otra
creación, la esperada por los profetas "en la
plenitud de los tiempos"
(2Cor 5,17; Gal 4,4): el tiempo
de las promesas dio paso al tiempo de las nuevas realidades
(Gal 3,16; 2Cor 5,17), la humanidad pecadora encuentra de
nuevo la intimidad con su Creador (Gal 6,16; 2Cor
5,19).

Como coronación de esta dimensión
universalista, Pablo muestra cómo la
Resurrección se convierte en principio de nueva
creación del cosmos entero: todo el cosmos -no solo el
hombre- es llamado a participar en esta
renovación: "Pues la ansiosa espera de la
creación desea vivamente la revelación de los
hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a
la vanidad, no espontáneamente, sino por Aquel que la
sometió, en la esperanza de ser liberada de la
servidumbre de la corrupción para participar en la
gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la
creación entera gime hasta el presente y sufre dolores
de parto"
(Rm 8,19-22).

b) "Primogénito de toda criatura" (Col 1,
14) y "Primicia de los que mueren" (1Cor 15,20
): Cuando
Pablo comprende que Cristo es la plenitud (Col 1,19; 2,9)
escatológica, entiende fácilmente que toda
realidad terrena se convierte en una proyección, aun
antes de existir esa creación ya es participe de de
dicha plenitud (Col 2,17); porque Cristo existe antes que
todo, lo abarca todo y lo participa todo.

En su misterio pascual, Cristo es "el
primogénito de toda criatura",
por ser la
plenitud final de todo lo creado. (46) La resurrección
de Cristo implica pues, la resurrección de todos.
"Cristo ha resucitado como primicia de los que
mueren"
(1Cor 15,20). De una vez, sin
más, afirma Pablo la relación que une a Cristo
con los muertos.

c) Cristo resucitado: Nuevo Adán:
Pablo halla la explicación de este hecho en Gn 2,7,
introduciendo en dichas palabras una distinción entre
el "espíritu que da la vida" y "ser
animado".
Adán es un ser animado; no tiene, pues,
la vida en sí: la recibe de fuera, del exterior;
Cristo, por el contrario, es el "espíritu
vivificante";
posee la vida en sí mismo, y en
adelante será el principio divino en el que todos los
hombres serán vivificados o reanimados. Dios crea otra
humanidad cuyo prototipo es Cristo resucitado, porque
"está escrito: "fue hecho el primer hombre,
Adán, alma viviente; el último Adán,
espíritu que da vida"
(1Cor 15, 45).
(51)

d) Cristo Resucitado: Espíritu
Vivificante:
El Espíritu es
resurrección. Esto se sabía ya en Israel (Ez
37,1-14). Él es causa de toda resurrección, en
Cristo y en los fieles: "Si el Espíritu que
resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, Aquel que resucitó a Cristo Jesús de
entre los muertos dará también la vida a
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita
en vosotros"
(Rom 8,11)

El Padre es el origen de la acción
resucitadora, el Espíritu su agente. El
Espíritu se manifiesta como poder actuante de Dios en
su obra, a la vez de creación y
salvación.

En esta comunión los fieles son
"resucitados-con", "vivificados-con", arrebatados por esa
única acción de Dios, la que glorifica a Cristo
en el Espíritu. Dios no repite con cada fiel su
intervención pascual, resucita sólo a Cristo, y
con Él a quienes están en
comunión.

e) Bautismo: Recreados en
Cristo

La reconciliación realizada por Cristo
produjo una unión nueva del hombre con Dios. Pablo la
llama "nueva creación" (Gál 6,15; 2Cor
5,17) porque introdujo una nueva forma de existencia en el
mundo del hombre, por la que Cristo y el cristiano moran uno
en el otro (Jn 14,23). El hombre participa de esta existencia
nueva por la fe y el bautismo.

Para describir esta transfiguración que se
opera por la fe y el bautismo, Pablo recurre preferentemente
a imágenes antitéticas: los dos Adanes,
tinieblas-luz, vida-muerte, carne-espíritu. El
bautismo constituye la frontera entre dos edades, entre dos
mundos que se enfrentan y se oponen.

La simbólica paulina traduce esta
dialéctica espiritual por la imagen del baño
que purifica, de la sepultura mística, muerte al
hombre viejo y regeneración del hombre nuevo,
arrancamiento de las tinieblas e iluminación en el
Señor.

f) Bautismo: participación en Cristo
crucificado y resucitado:
La doctrina de Pablo
identifica al cristiano con la muerte, sepultura y
resurrección de Cristo por el bautismo, como una
participación no solamente moral, sino real, no
solamente espiritual sino ontológica en esos episodios
claves de la vida del Señor.

"Por el bautismo hemos sido sepultados con
Él en la muerte, –
escribe San Pablo – para
que así como Cristo resucitó de entre los
muertos por la gloria del Padre, igual nosotros andemos en
una vida nueva. Pues si estamos injertados con Él por
la semejanza de su muerte, también lo estaremos por la
de su resurrección"
(Rom 6,4-5).

La muerte y la resurrección intervienen,
tanto una como otra, en la obra salvífica..

g) Filiación divina:
Participación en la vida trinitaria:
Es Pablo
quien enseña que la condición de cristianos,
como "hijos de Dios por la fe", se debe a su
bautismo "en Cristo" (Gál 3, 26-27)
(81).

El cristiano bautizado es "templo del
Espíritu Santo"
(1Cor 6,19) e hijo adoptivo del
Padre en virtud del Espíritu que ha recibido
(Gál 4,6). El bautismo es un "baño de
nacimiento nuevo en el Espíritu Santo"
(Tit 3,5).
Este es el principio constitutivo de la filiación
adoptiva y la fuente de energía de la vida y conducta
del cristiano.

h) Bautizados para ser un solo
cuerpo:
Así reflexionaba Pablo: "Porque
en un solo Espíritu también hemos sido
bautizados todos nosotros para ser un solo cuerpo, tanto
judíos como griegos, tanto esclavos como libres"

(1Cor 12,13; Gál 3,28, Ef 2,15). Es el principio que
Pablo pone en la base de una serie de afirmaciones
fundamentales sobre la unidad del Cuerpo Místico de
Cristo. Por consiguiente, el hombre alcanza la
salvación por su identificación con una
comunidad salvífica, por su incorporación al
"cuerpo de Cristo".

i) La vida nueva del cristiano: El
creyente es un hombre en busca de "un conocimiento".
"Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios,
servíais a los que en realidad no son dioses. Mas,
ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que El os
ha conocido, ¿cómo retornáis a esos
elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis
volver a servir de nuevo?"
(Gal 4, 8-9).

El Apóstol presenta ese conocimiento como el
fin y el objeto de la renovación de todo bautizado,
aquello a lo cual tiende. En otros términos, ese
conocimiento es lo que da una orientación, un sentido
a su vida de creyente. El cristiano es introducido en una
novedad de vida a la que debe conformar su obrar, su
conducta.

Es así que el evangelio de Pablo, su
predicación, es la del Crucificado resucitado, que en
su muerte y resurrección nos salva; la del Hijo de
Dios constituido por la resurrección; la del Nuevo
Adán, principio de la nueva humanidad; la de Cristo,
Espíritu vivificante, ser fuente que se realiza
comunicando nueva vida a la humanidad.

Pablo predica que por el bautismo participamos
realmente de la muerte y resurrección de Cristo y nos
hacemos beneficiarios de los frutos de la
resurrección: un vencimiento definitivo del pecado y
la muerte y una vida nueva de hijos del Padre para construir
en comunidad el Reino de Dios.

LA ORGANIZACIÓN DE SUS
COMUNIDADES

Las fuentes de que se dispone hacen imposible
abrazar toda la realidad de la organización de las
comunidades paulinas. No hay ningún escrito de estas
comunidades que hable de este tema. Los Hechos no tratan el
tema. Las cartas de san Pablo ofrecen sólo algunos
datos esporádicos.

· En este orden, su fundador, Pablo,
ocupa un puesto único, que tiene su última
motivación en su inmediata llamada a ser
apóstol de las Gentes. El es consciente de tener
autoridad y plenos poderes para ello, tomando decisiones que
vinculan a su comunidad; Pablo es para sus comunidades la
máxima autoridad como maestro, como juez y legislador:
es el vértice de un orden
jerárquico.

En este orden jerárquico aparecen hombres
dedicados a la asistencia de los pobres o a dirigir el culto;
pero las comunidades paulinas eran ministeriales,
estructuradas de la siguiente manera: Apóstoles,
profetas, doctores, más adelante en las pastorales los
que tienen estos cargos son llamados "ancianos,
presbíteros", "episcopoi" (=que deben regir la Iglesia
de Dios como pastores con su rebaño, Hch. 20,
17.28).
En Filipenses se nombra también a los
diáconos.

· Junto a los miembros de la
jerarquía ministerial, se encuentran en las
comunidades paulinas los carismáticos, cuya
función es substancialmente diversa: sus dones
especialmente son dados directamente por el Espíritu a
cada persona. Los carismáticos intervienen en las
reuniones  con  sus acciones de gracias llenas de
fervor, infunden entusiasmo a los seguidores de la nueva fe.
Esto trae algunos problemas: algunos llegan a sobrevalorar su
propia fe, y Pablo tiene que intervenir (1
Cor.14).

· Las comunidades paulinas no se
consideran independientes las unas de las otras; un cierto
nexo se había construido ya con la persona de su
fundador. Este les había inculcado el fuerte ligamen
que les unía con la comunidad de Jerusalén.
Pablo era consciente de que todos los bautizados de todas las
iglesias constituyen el "único Israel de Dios" (Gal.
6, 16), que son miembros de un único cuerpo (1Cor.
12,27), la iglesia formada por judíos y gentiles (Ef.
2, 13.17).  

La vida religiosa en las
comunidades paulinas.

La vida religiosa en las comunidades paulinas tiene
su centro en la fe en el Señor glorificado, que
confiere tanto a su culto como a su vida religiosa cotidiana
la impronta decisiva. Esto correspondía a la
predicación de Pablo. La predicación relativa a
Cristo debe ser aceptada con real fe, de lo que depende la
salvación. Esta fe en el Kyrios, incluye el
convencimiento de que en él habita corporalmente la
plenitud de la divinidad.

Los fieles se reunían en "el primer
día de la semana" (Hch. 20,7): se abandona el
sábado, se reúnen en sus casas privadas, se
produce una separación cultual con el judaísmo.
Se cantan himnos de alabanza y salmos, con los que se expresa
la alabanza al Padre en el nombre del Señor Jesucristo
(Ef. 5, 18).

Núcleo central del culto es la
celebración eucarística, la cena del
Señor: se une a una comida que debe reforzar la
íntima cohesión de los fieles, pero en que
infelizmente, en algunas ocasiones, se ostentaba la
diferencia social entre los miembros de la comunidad. La
fracción del pan  se presenta como la
real participación del cuerpo y la sangre del
Señor, sacrificio incomparablemente mayor que los del
Antiguo Testamento; es prenda de la comunión
definitiva con él, que se realizará en la
segunda venida, que es ardientemente deseada como muestra la
exclamación de la comunidad en el banquete
eucarístico: Maranà-tha.

La asamblea comunitaria era también la sede
en que se predicaba la salvación: los contenidos de
esta predicación era una instrucción sobre lo
que los apóstoles habían enseñado sobre
el Crucificado y Resucitado, el deber de los fieles de alabar
al Padre, y perseverar en la espera de la vuelta del
Señor, ayudándose mutuamente con la caridad
fraterna.

El contacto con el mundo pagano, exigía que
las comunidades nacientes ejercitaran una ascesis y
autodisciplina mayores aún que las del judaísmo
de la diáspora. Que hubiera faltas dentro de las
comunidades y la polémica por el ser apóstol de
Pablo, lo revela el hecho de las continuas amonestaciones de
Pablo en sus cartas.

A la muerte del apóstol, en el mundo
helenístico había una red de comunidades
cristianas cuya vitalidad aseguró la ulterior
propagación de la fe cristiana.

A modo de
síntesis

En la vida de Saulo irrumpió
Cristo Resucitado revelándose y llamándolo a la
misión de anunciarlo a los gentiles. Esta experiencia
lo transforma radicalmente y lo hace un hombre nuevo porque
graba vivencialmente en él lo que ha ocurrido a nivel
universal por la resurrección de Jesucristo. Damasco
fue una experiencia fundante, que lo convirtió en un
ferviente comunicador de la Gracia Resucitante. Aquel fervor
que habitaba en su corazón desde siempre, -cuando era
un judío celoso del cumplimiento de la ley mosaica,
cuando era un disciplinado discípulo observante de la
Ley- se fue convirtiendo paulatinamente, en el seguidor de
ese mesias tan esperado, que con la experiencia de Damasco,
quedó definitivamente anonado su corazón y todo
su espíritu se colmo de la certeza de que era el
Cristo el "Nuevo Adán", que era el Cristo el portador
concreto de ese "Espíritu vivificante", que lo
redimiría todo de "Aquí en
adelante".

Damasco fue el gran "Encuentro" donde
ambas vertientes: la Ley y el Espíritu se dieron cita,
para fusionarse sin más. El Dios de la historia y su
Hijo Amado, mostraron en la persona de Pablo y en la de sus
adeptos, que el Plan Divino florece en su andar creador de
manera gradual; y que sin el Saulo del pasado, jamás
hubiese existido el Pablo "Apóstol de los Gentiles".
Porque Pablo, se formó en el amor a la Sabiduria. Y
fue ese amor, quien lo "bautizó" desde sus cimientes y
lo fue bañando con sus aguas espirituales. capaz de
Sabiduria propia de Dios.

Pablo, el Apóstol de los
gentiles, exclamaba con dramatismo: "Ay de mí si
no predicara el Evangelio"
(1Cor 9,16), porque no
podía dejar de anunciar a Aquel que se le había
revelado y le urgía desde dentro. Y movido por este
impulso del Espíritu quería llegar con su
evangelización "hasta los confines de la
tierra".

Bibliografía

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    Tarso y los orígenes cristianos
    ,
    Sígueme, Salamanca, 1992.

  • Bornkamm, Günther, Pablo
    de Tarso
    , Sígueme, Salamanca,
    41991.

  • Bover, José m.,
    Teología de San Pablo, B.A.C., Madrid,
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  • Eichholz, Georg, El Evangelio
    de Pablo. Esbozo de la teología paulina
    ,
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  • FITZMYER Joseph A. sj,
    Teología de san Pablo. En BROWN Raymond
    E. ss, FITZMYER Joseph A. sj, MURPHY Roland E. o.carm.,
    Comentario Bíblico "San Jerónimo"
    Tomo V, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1972,
    768-832.

  • Sobicaim, (sociedad bíblica
    latinoamericana),

  • Biblia del Pueblo de
    Dios,

  • Biblia de
    Jerusalén,

  • Biblia Latinoamericana,

,

 

 

Autor:

Magalí
Gutiérrez

[1] El estoicismo es uno de los
movimientos filosóficos que, dentro del periodo
helenístico, adquirió mayor importancia y
difusión. Fundado por Zenón de Citio en el
301 a. C., adquirió gran difusión por todo el
mundo greco-romano, gozando de especial popularidad entre
las élites romanas. Su período de
preeminencia va del siglo III a. C. hasta finales del siglo
II d. C. Tras esto, dio signos de agotamiento que
coincidieron con la descomposición social del Alto
Imperio romano y el auge del cristianismo.

[2] El cinismo es un movimiento que se
desarrolló en Grecia, durante los siglos III y IV
a.C., y siguió en las grandes ciudades del Imperio
Romano: Roma, Alejandría y Constantinopla hasta el
siglo V. Uno de los orígenes del nombre está
asociado a uno de sus fundadores, el primero fue
Antístenes, que le puso este nombre por el lugar
donde solía enseñar, que era un gimnasio
llamado Cinosarges, lo que traducido, vendria a ser perro
blanco o perro veloz. Después, por el comportamiento
de Antístenes y Diógenes les apodaron
kínicos, ya que sus comportamientos se asemejaban al
de los perros. Aunque al principio esta escuela fue llamada
“escuelas socráticas menores”. La
actitud cínica fue iniciada en Occidente por
Diógenes de Sinope en el siglo IV a.C. El cinismo no
fue una escuela a pesar de este título. Una escuela
filosófica era un establecimiento en el cual se
impartía una doctrina o inspiración
intelectual mantenida por un grupo de personas dirigidas
por un superior. Antístenes fue uno de sus
fundadores y las reuniones las realizaban en un gimnasio
que frecuentaban. Ellos estaban en contra de la escuela,
repudiaban las ciencias, las normas y las convenciones, en
especial Antístenes.

[3] Diatriba (del griego clásico
d?at??ß?, diatribé, «discurso
hablado», «conferencia») es un escrito
violento, a veces injurioso, dirigido contra personas o
grupos sociales. Originalmente, en su acepción
griega, es el nombre dado a un breve discurso ético,
concretamente del tipo de los que componían los
filósofos cínicos y estoicos. Estas lecturas
morales populares tenían con frecuencia un tono
polémico, y «diatriba» adquirió
pronto el sentido moderno de «invectiva».

[4] El Sanedrín (???????) era, en
el Antiguo Israel, una asamblea o consejo de sabios
estructurado en 23 jueces en cada ciudad judía. A su
vez, el Gran Sanedrín era la asamblea o corte
suprema de 71 miembros del pueblo de Israel.

[5] Homo faber es una locución
latina que significa "el hombre que hace o fabrica". Se usa
principalmente en contraposición a Homo sapiens, la
denominación biológica de la especie humana,
locución también latina que significa "el
hombre que sabe".

[6] Paideia (en griego pa?de?a,
"educación" o "formación", a su vez de pa??,
país, "niño") era, para los antiguos griegos,
la base de educación que dotaba a los varones de un
carácter verdaderamente humano. Como tal, no
incluía habilidades manuales o erudición en
temas específicos, que eran considerados
mecánicos e indignos de un ciudadano; por el
contrario, la paideia se centraba en los elementos de la
formación que harían del individuo una
persona apta para ejercer sus deberes cívicos. El
primero en configurar la paideia como un humanismo
cívico integral fue el orador y pedagogo griego
Isócrates. Bajo el concepto de paideia se subsumen
elementos de la gimnasia, la gramática, la
retórica, la poesía, las matemáticas y
la filosofía, que se suponía debían
dotar al individuo de conocimiento y control sobre
sí mismo y sobre sus expresiones

[7] Para los romanos, menos dados al ocio
fecundo que los griegos, negotium significaba
‘ocupación, quehacer, trabajo’ y por eso
formaron esta palabra, que es una contracción del
adverbio nec ‘no’ y el sustantivo otium
‘ocio’, ‘descanso’,
‘recreación’. La palabra negocio
está registrada por primera vez en español en
las obras de Berceo, en el siglo XIII:

[8] Honestiores y Humiliores eran los
nombres de las divisiones sociales fundamentales en la
Antigüedad Tardía, tanto en el Bajo Imperio
Romano (sobre todo en su parte occidental) como en los
reinos germánicos, especialmente en el reino
visigodo, donde estas condiciones definían la
posición social de las personas libres que no
ostentaban ningún cargo (véase Maiores
visigodos). El origen de esta división social, que
ignoraba la tradicional diferenciación entre
patricios y plebeyos, y la dignidad esencial del hombre
libre no sometido a la esclavitud, se produce
posteriormente al siglo II. Los humiliores, a pesar de su
condición de ciudadano romano, podían ser
objeto de tortura, método de interrogatorio o pena
antes limitada a los esclavos. Incluso los honestiores
podían ser objeto de tortura si eran acusados o
testigos en algunos casos, como los de traición.

[9] Diáspora (griego:
d?asp??? [diasporá], 'dispersión' )? es
la dispersión de grupos étnicos o religiosos
que han abandonado su lugar de procedencia originaria y que
se encuentran repartidos por el mundo, viviendo entre
personas que no son de su condición. Usualmente se
ha empleado el término para referirse al exilio
judío fuera de la Tierra de Israel y la posterior
dispersión de este pueblo en todo el mundo,
extendiéndose su acepción hasta finales del
siglo XIX. Cabe aclarar que la Tribu o casa de Judá
está conformada también por la Tribu de
Benjamín; las 10 tribus restantes son las que forman
la casa de Israel, dividiéndose en dos casas: la
casa de Judá, que en la actualidad se le conoce como
pueblo judío; y la casa de Israel, comprendiendo las
10 tribus restantes, que son las que aún
están dispersas y desterradas de entre las naciones
y no lograron conservar sus raíces hebreas.

[10] Ágora (del griego ?????,
asamblea, de ??e???, reunir) es un término por el
que se designaba en la Antigua Grecia a la plaza
pública de las ciudades-estado griegas (polis). Era
un espacio abierto, centro del comercio (mercado), de la
cultura y la política de la vida social de los
griegos. Estaba normalmente rodeada por los edificios
privados y públicos más importantes, como las
stoas (pórticos columnados), pritaneos (oficinas
administrativas), Bouleterión (edificio para las
reuniones de la boulé) y balaneia
(baños).

[11] El término kerigma proviene
del griego ?????µa y significa proclamar como un
emisario. Esta palabra se aplica a la proclamación
de los cristianos que se inicia poco después de la
muerte de Jesús de Nazaret, hacia el año 30.
Según el libro de Hechos de los
Apóstoles:

[12] Cosmología, del griego:
??sµ?????a (cosmologia, ??sµ?? (cosmos) orden +
????a (logia) discurso) es el estudio a gran escala de la
estructura y la historia del Universo en su totalidad y,
por extensión, del lugar de la humanidad en
él.

[13] Soteriología: (Del griego
S?te????, Soterios Salvación y ?????, Logos Tratado
o discusión) Rama de la Teología y de la
Religión, en especial de la cristiana, que estudia
la Doctrina de Salvación, centrada en la persona y
obra de Jesucristo y de cómo se hace posible la
salvación espiritual en él.

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