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¿Podemos refrenar nuestros sentidos?




Enviado por Agustin Fabra



  1. Presentación
  2. El
    ayuno
  3. El
    sacrificio
  4. La
    mortificación
  5. Conclusión
  6. Bibliografía

"Mas ahora –oráculo de Yahvé-
volved a mí de todo corazón con ayuno, con llantos
y con duelo. Desgarrad vuestro corazón y no vuestros
vestidos, volved a Yahvé, vuestro Dios, porque El es
clemente y compasivo, lento a la cólera, rico en amor, y
se retracta de las amenazas. ¡Quién sabe si
volverá y se compadecerá, y dejará a su paso
bendición, ofrenda y libación para Yahvé,
vuestro Dios!"

(Joel 2:12-14)

Presentación

Hoy en día muchos creyentes evitan en lo posible
cualquier tipo de penitencia y de mortificación debido al
sacrificio que ello representa en sus vidas. Otras muchas
personas lo hacen ritualmente en las fechas prescritas, pero
sólo para seguir una tradición pre-establecida. Muy
poca es la comprensión de lo que una real y sincera
penitencia significa y los beneficios que ello conlleva para su
salud espiritual.

Actualmente la sociedad consumista en la que nos
encontramos nos invita y estimula a concedernos todos nuestros
gustos y caprichos, buscando sólo aquello que satisfaga
nuestros instintos y nuestro placer. Es decir, en convertirnos
poco a poco en animales ya que no somos capaces de dominar
nuestro instinto y voluntad, sino que son ellos los que nos
gobiernan a nosotros.

¿De qué nos sirve, por ejemplo, comer
pescado en Cuaresma a modo de ayuno y mortificación, si
nuestro alimento preferido es, precisamente, el pescado?
Definitivamente esto no representa ningún sacrificio sino
el cumplimiento de un ritual, desconociendo por completo su
significado real. Y con ello,

¿qué gracia encontrará esta persona
antes Dios? Lo que El quiere es una mortificación personal
sincera y absoluta, de lo contrario nos costará cada
día más ese acercamiento hacia Dios.

Entonces, ¿qué podemos ofrecer a Dios? No
podemos darle nada que El no nos haya dado antes. Dios es
consciente de ello y por eso lo que le agrada son aquellas cosas
que nacen del amor; aquello que producimos con nuestro esfuerzo y
con su gracia. Cada persona tiene algo que aprecia más que
otras cosas; renunciar a eso, por un tiempo o para siempre, es un
sacrificio grato a Dios. El "quiere el sacrificio de un
espíritu contrito, un corazón contrito y
humillado"
(Salmo 51:19). Y aclara que "me honra quien
sacrifica dándome gracias; al que es recto le haré
ver la salvación de Dios"
(Salmo 50:23).

Agustín de Hipona nos dice que hay un
género de penitencia y mortificación muy elevado:
"Regir y gobernar los movimientos de nuestros apetitos, andar
cada día peleando contra sus vicios y malas inclinaciones,
andar negando siempre su propia voluntad, quebrantando su propio
juicio, venciendo su ira, reprimiendo su impaciencia, refrenando
su gula, ojos, lengua y todos sus sentidos y movimientos. El que
hace esto, rompiendo el muro de su carne y de sus pasiones y
apetitos, sube y entra directamente y por su propio esfuerzo al
reino de los cielos, puesto que domar el alma es mucho más
que afligir la carne con cilicios
" (Sermón 20, de
Sanctis
).

Agustín de Hipona decía también que
"la penitencia purifica el alma, eleva el pensamiento, somete
la carne propia al espíritu, hace al corazón
contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la
concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la
verdadera luz de la castidad"
(Sermón 73).

De acuerdo a las anteriores definiciones de San
Agustín, las tres principales formas de penitencia pueden
resumirse en el ayuno, el sacrificio y la mortificación.
Cada una de estas formas puede ser efectuada individualmente o en
conjunto, dos de ellas o su totalidad.

Dado que en ocasiones podemos llegar a confundir algunos
de los aspectos de los mencionados tipos de penitencia, a
continuación explicaremos con detalle los pormenores de
cada uno de ellos.

El
ayuno

Generalmente se denomina ayuno al de abstenerse
voluntariamente de todo tipo de comida y, en algunos casos, de
ingestión de líquidos durante un determinado
período de tiempo. Puede realizarse por diversos motivos,
pero los principales son siempre los religiosos.

Ayunar, sin embargo, es mucho más que abstenerse
de comer, ya que puede ser un ayuno de actitudes o de actos, pero
siempre debe estar unido al amor y a la oración, tal como
indicó el arcángel Rafael a Tobías: "es
bueno juntar la oración con el ayuno"
(Tobías
12:8).

El ayuno por razones espirituales y religiosas ha sido
parte de las tradiciones humanas desde la prehistoria. Se
menciona tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento de la
Biblia, así como en el Mahabhárata (Hinduismo
India– 600 a.C.), en el Upanishad (Hinduismo –India-
siglos VII al XX), en el Corán islámico (632 d.C.)
y en diferentes libros de distintas religiones.

Con el fin de comprender más eficazmente el tema
del ayuno, vamos a analizar este concepto en las tres principales
religiones que se practican en la actualidad.

Ayuno Judío: Para los judíos, el
Yom Kipur o Día de la Expiación,
es el día del arrepentimiento y está considerado
como el día más santo y más solemne del
año litúrgico judío. Su tema central es la
expiación y la reconciliación. La comida, la
bebida, el baño y las relaciones conyugales están
prohibidos. El ayuno comienza en el ocaso del día anterior
y finaliza al anochecer del día siguiente.

Este ritual lo celebran por lo indicado en
Levítico, donde dice Moisés: "Este será
para vosotros un decreto perpetuo: el mes séptimo, el
día décimo del mes, ayunaréis y no
haréis trabajo alguno, ni el nativo ni el forastero que
reside en medio de vosotros. Porque ese día se hará
expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros
pecados quedaréis limpios delante de Yavé"

(Levítico 16:29-30).

Después de la destrucción del Templo y del
exilio en Babilonia se instituyeron otros cuatro días de
ayuno:

Monografias.comEn el cuarto mes, el día noveno de
Tammuz, cuando las murallas de Jerusalén fueron
tomadas por los babilonios.

Monografias.comEn el quinto mes, cuando el Templo fue
incendiado desde el séptimo al décimo día
del mes.

Monografias.comEn el
séptimo mes, en memoria del asesinato de Guedaliá,
gobernador de Israel, en el año nuevo: "pero Ismael,
hijo de Natanías, y los diez que estaban con él, se
levantaron y acuchillaron a Guedaliá, hijo de
Ajicán, hijo de Safán. Dieron muerte a aquel a
quien el rey de Babilonia había encargado del
país"
(Jeremías 41:2).

Monografias.comEn el
décimo mes, el noveno día, cuando Jerusalén
fue sitiado por los babilonios: "así dice Yahvé
Sebaot: el ayuno de los meses cuarto, quinto, séptimo y
décimo será para la casa de Judá
ocasión de regocijo, alegría y faustas
solemnidades"
(Zacarías 8:19).

Los Salmos invitan frecuentemente al ayuno personal en
ocasiones de dificultad, así como lo hacen otros autores
del Antiguo Testamento. Como ejemplos podemos citar los
siguientes:

Salmo 35:13 "Yo, en cambio, cuando
estaban enfermos, vestido de sayal y afligido con ayunos,
repetía mi oración en mi interior
".

Salmo 69:11-12 "Si me mortifico con
ayunos, lo aprovechan para insultarme; si me pongo un sayal por
vestido, me convierto en objeto de burla
".

Salmo 109:24 "Con tanto ayuno se doblan
mis rodillas; falta de grasa enflaquece mi carne
". Daniel
9:3 "Me dirigí hacia el Señor Dios,
implorándole con oraciones y súplicas, con ayuno,
saco y ceniza
".

Daniel 10:2-3 "En aquellos días
yo, Daniel, estaba haciendo una penitencia de tres semanas: no
comía alimentos sabrosos, no probaba carne ni vino, ni me
ungía con perfumes, hasta que pasaron las tres
semanas
".

Esdrás 10:6 "Luego Esdrás se
retiró de delante del Templo de Dios y se fue al aposento
de Juan, hijo de Eliasib, donde pasó la noche sin comer
pan ni beber agua, haciendo duelo a causa de la rebeldía
de los deportados
".

Nehemías 1:4 "Al oír estas palabras me
senté y rompí a llorar. Permanecí en duelo
algunos días, ayunando y orando ante el Dios del
cielo
".

Como podemos ver, la práctica del ayuno era
frecuente en el judaísmo del primer siglo y también
aparece en el Nuevo Testamento, especialmente con los
discípulos de Juan Bautista: "Como los
discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen
y le dicen: ¿por qué mientras los discípulos
de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus
discípulos no ayunan?"
(Marcos 2:18).

El propio Jesús ayunaba, tal como hizo en el
desierto, como nos dice Mateo: "Y después de hacer un
ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin
sintió hambre"
(Mateo 4:2). Y la advertencia de
Jesús de no manipular esta práctica para atraer la
atención no debe interpretarse como un rechazo.

Como los profetas, Jesús enfatizó la
contricción y el arrepentimiento como la esencia del
ayuno: "Cuando ayunéis, no pongáis cara triste,
como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los
hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su
paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y
lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres,
sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y
tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará"

(Mateo 6:16).

Ayuno islámico: En el Islam el ayuno o
awn del mes de Ramadán, es el cuarto pilar del
Islam. La palabra Ramadán designa más el
propio ayuno, que el mes en que se celebra.

El ayuno se recomienda durante otros momentos del
año, pero durante el Ramadán es estrictamente
obligatorio. Se efectúa durante todos los días del
mes, desde la salida hasta la puesta del sol.

Cada musulmán debe hacer un acto de
intención la noche que precede al inicio del ayuno, con el
fin de darle total validez al mismo. La intención debe ser
concreta: no basta con decidir ayunar, sino en cumplir
estrictamente con todo el ritual.

Ayuno cristiano: La característica del
ayuno varía entre las distintas denominaciones cristianas.
El catolicismo distingue entre ayuno (que involucra tres
comidas diarias, en las que sólo una puede incluir carne
roja) y abstinencia (ninguna carne roja). El
período de ayuno más conocido es el de la Cuaresma,
el cual consta de cuarenta días de duración en
conmemoración del ayuno realizado por Jesucristo durante
su estancia en el desierto.

Cerca de la mitad de los protestantes carecen de la
tradición del ayuno. En algunas iglesias
evangélicas y en las paradenominacionales el ayuno se
practica frecuentemente y, en ocasiones, con abstinencia total de
alimentos durante un lapso de tiempo, ingiriendo solamente
agua.

En la iglesia primitiva el ayuno era un período
de recogimiento y normalmente constaba de dos días de
ayuno cada semana. Los judíos observaban el ayuno los
lunes y los jueves, mientras que los cristianos lo hacían
los miércoles y viernes.

Existen diversos tipos de ayuno para los
cristianos:

Monografias.comAyuno absoluto Abstención
total de alimentos y de líquidos, incluyendo
agua.

Monografias.comAyuno normal Abstinencia de
alimentos, sin eliminar el agua.

Monografias.comAyuno parcial Consiste en una
dieta limitada, dejando de consumir algunos alimentos.

Sin embargo la forma de ayuno más efectiva ante
Dios es la de renunciar temporalmente a aquellas cosas que
más te gustan o satisfacen, ofreciéndoselo a Dios.
La intención del ayuno no es la de castigar el cuerpo,
sino la de concentrarse en Dios para obtener una relación
más profunda con El.

Por medio del ayuno podemos buscar la presencia de Dios
alimentando el espíritu, y así poder tener un mayor
control sobre la naturaleza carnal.

El ayuno se hace con el fin de lograr poseer un
espíritu de humildad y una actitud gozosa; no para parecer
más espirituales que otros. Para ello debemos recordar las
instrucciones de Jesús en cuanto el ayuno, contenidas en
Mateo 6:16-18, cuando nos dice que debemos ayunar de manera que
los demás no lo noten.

El
sacrificio

Hoy en día las personas más admiradas en
la sociedad son aquellos que han sabido sacrificarse buscando
méritos o puestos, ya que para ellos el sacrificio es un
valor humano.

En cambio para un cristiano el sacrificio es un acceso a
una dimensión más profunda. De la esfera del
mérito humano, el sacrificio cristiano pasa a la esfera
divina. Por medio del sacrificio los cristianos reconocen que
Jesús lo eligió para sí mismo como un camino
de amor y de salvación para el hombre.

De esta forma, aceptando con gozo los sacrificios de la
vida, el cristiano sigue el camino de Jesús. Es impensable
ser cristiano sin desear seguir el camino de Cristo, por lo cual
el sacrificio sigue siendo necesario para el buen cristiano. El
sacrificio cristiano es una imitación del de Jesús
basado en el amor, ya que el que ama quiere y necesita ser como
el amado. El amor es la condición para seguir a Cristo; el
sacrificio que verifica la autenticidad del amor.

Recordemos las palabras de Jesús cuando nos dijo:
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz y sígame"
(Marcos
8:34). Pero debemos soportar nuestro sacrificio con amor y con fe
en El sabiendo que al final nuestra tristeza "se
convertirá en gozo"
(Juan 5:20).

Pablo de Tarso dijo: "estoy crucificado con
Cristo"
(Gálatas 2:20). Esta afirmación no
parte sólo de una experiencia personal de Pablo, sino que
expresa la verdad sobre el hombre, redimido por el precio del
sacrificio que Cristo pagó en la cruz, y que está
llamado a completar en carne propia ese sacrificio de
Jesús para la redención del mundo.

"Ahora me alegro por los padecimientos que soporto
por vosotros, y completo lo que falta a las tribulaciones de
Cristo en mi carne, a favor de su cuerpo, que es la
Iglesia
".

Colosenses 1:24

La
mortificación

La mortificación consiste en matar o amortiguar
en nosotros mismos todo aquello que se oponga a la gracia. Y
debemos hacerlo combatiendo al mal, e incluso dificultando y
aún estorbando aquello que consideramos la
perfección en nosotros mismos y que no es más que
vanidad y tentación.

Mortificarse es luchar contra pecados y faltas para
destruirlas; contra inclinaciones y tendencias desordenadas, para
regirlas, atemperarlas y enderezarlas; contra nuestros sentidos
interiores y exteriores, para eliminar o menguar en lo posible lo
que por su influencia fomenta las pasiones o dificulta el
fervor.

Habrá quien piense que la mortificación no
es necesaria. Pero baste con decir a modo de ejemplo que al rico
le preocupan sus riquezas, y a veces no duerme a causa de ellas.
El soberbio a veces se encuentra arrinconado y humillado. El que
tiene gula es reprimido de su hambre cuando cae enfermo. Y a la
vista de estos ejemplos, ¿no es preferible sufrir para el
bien que para el mal? ¿no es mejor tener un sufrimiento
productivo antes que un sufrimiento estéril?

Buenaventura de Fidanza (San Buenaventura, 1218-1274)
comentaba que "con ser la mortificación interior mucho
más difícil que las penitencias externas, una
persona puede excusarse más de las penitencias exteriores
que de la mortificación interior. Porque para ello no
puede uno decir con verdad que no tiene fuerzas para ayunar, ni
para andar descalzo o levantarse a media noche; pero no puede
decir que no tiene salud ni fuerzas para ser humilde o para ser
paciente, o para ser obediente y rendido"
(De Frofectu
Religiosorum, 1.1, c.3).

En cuanto al orden de las mortificaciones, la
mayoría de autores cristianos aconsejan que primero se
deba mortificar aquel vicio o pasión que reina más
en nosotros y que nos hace caer en mayores faltas. Pero ello sin
dejar a las otras descuidadas, sino prestar más
atención a las más graves sobre las demás. Y
la manera de descubrir nuestras propias faltas y la envergadura
de las mismas es por medio de un riguroso y sincero examen de
conciencia.

El propio Bernardo de Claraval (San Bernardo, 1090-1153)
decía al respecto que "nos habemos de haber con
nosotros mismos y con nuestro cuerpo, como con un enfermo que nos
hubiesen encomendado, al cual, aunque pida y desee mucho lo que
le hace daño, se le ha de negar. Y lo que le hace bien,
aunque él no lo quiera, se lo han de dar y hacer que lo
tome"
(Epístola Ad Frates de Monte Dei). Meditar
sobre la pasión de Cristo nos dará los motivos para
mortificarnos, y también consuelo en ellos.

Conclusión

A modo de conclusión podemos decir que aquellas
cosas que mayor sacrificio representan para nosotros
son:

El dolor

El cansancio el hambre

La incomodidad

Las incomprensiones las
frustraciones

El sufrir pacientemente y con ánimo
a la gente que está a nuestro alrededor el renunciar a
algo que apreciamos

El mantener nuestra confianza en Él
cuando todo parece perdido

El serle fieles a Dios aunque algo o
alguien nos presione para que dejemos de serlo

El ponerlo a Él en primer lugar en
nuestra vida en lugar de pretender ser nosotros los
amos

El ayudar a los demás
desinteresadamente el ofrecer una sonrisa a todo el
mundo

El amar a nuestros enemigos y orar por
ellos.

Podemos incluso ofrecerle todo esto a Dios,
incluso las tentaciones, y entregárselas y rendirnos al
poder de Dios, no luchando ya con nuestras fuerzas, sino
acogiéndonos a la misericordia de Dios.

"Tales cosas tienen una apariencia de
sabiduría por su piedad afectada, sus mortificaciones y su
rigor con el cuerpo; pero sin valor alguno contra la insolencia
de la carne".

Colosenses 2:23

Bibliografía

El libro de la confesión
José Manglano Castellary

Señor, ten piedad: la fuerza
sanante de la confesión
Scott Hahn La
penitencia
Pierre Adnés La mortificación
del pecado
John Owen

Del sufrimiento a la felicidad
Juan del Carmelo

El ayuno escogido por Dios Arthur
Wallis

La práctica del ayuno Jonas
Abib

El enigma medieval Jorge
Blaschke

Enciclopedia Católica ACI
Digital

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Autor:

Agustin Fabra

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