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Trastornos de Ansiedad en Naturoterapia




Enviado por German Pastorini



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Respuestas de Ansiedad
  2. Miedo
    real, ansiedad normal, y estrés
    patológico
  3. El
    Paradigma Co-creador o Participante
  4. Salud,
    Actitud Sanadora, y Enfermedad
  5. ¿Y cuál sería nuestro rol
    como sanadores en dicho proceso?
  6. Naturoterapia
  7. Abordaje Naturoterapéutico del
    estrés
  8. ¿Cómo convertir el distrés
    en estrés positivo?
  9. Bibliografía citada y
    consultada

… Hace miles, decenas,
centenares de miles de años ha, en algún lugar del
planeta, deambulaba por la existencia Ger-H, quien vivía
en un mundo azaroso, en total soledad, salvo algún
ocasional encuentro con un ser similar y cuando no tenía
que disputar por un mendrugo de alimento y aun así, el
poco alimento debía ser ingerido rápidamente, con
todos los sentidos muy alerta o sería él quien se
convertiría en… alimento. Y en todo momento, lo que
más temía era una sombra que lo
sobrevolaba…el pterodáctilo. Y aún
más difícil se hacía la noche, llena de
ruidos que presagiaban… la muerte inminente. En un mundo
así, la ansiedad era constante ante un mundo plagado de
continuas amenazas, mortales todas ellas.

Y así llegamos a nuestros
días…, pleno siglo XXI. Ger-H ha "renacido" como
Germán Horacio, en una ciudad capitalina, donde los
pterodáctilos y otras amenazas pre-históricas solo
se ven en imágenes o fósiles en un museo.
Pero… la sombra del pterodáctilo sigue presente en
sus venas, aunque ahora, su presencia es… invisible a los
ojos, pero no al corazón.

De lo que se desprende de la historia que
acabamos de relatar, queremos dar a entender de qué manera
nos vemos enfrentados en nuestro cotidiano quehacer, a
re-acciones y pre-ocupaciones menores, y en momentos
específicos de nuestras vidas, a eventos a los que
realmente podríamos considerar como estresantes (un
despido, una ruptura amorosa, etc.).

Sin embargo, al interior de nuestro
organismo, esas preocupaciones "menores" se convierten en
verdaderos tornados electromagnéticos, dado que nuestra
mente los asocia a "la hora del pterodáctilo". Es decir,
no son los eventos en sí, sino el cómo cada uno de
nosotros los interpreta.

Como decía el Buda hace 2.500
años: "Somos lo que pensamos. Con nuestros pensamientos
hacemos el mundo".

El tema es que muchos de nosotros no somos
conscientes de lo que elegimos pensar y mucho menos de
cómo pensamos. Y como veremos, la sola intención,
motivación o imaginación, ya tiene efecto e impacta
sobre nuestro organismo, aunque no pasemos a la acción
directa. El sólo pensar ya tiene efecto en nuestra
biología… y es acumulativo.

Pero realicemos un acercamiento a algunas
de las cualidades de nuestro mundo actual:

  • Vivimos en mundo altamente
    conflictivo.

  • Vivimos en continua aceleración,
    siempre con prisa por llegar a… no sabemos
    dónde, pero no importa.

  • El modelo familiar tradicional
    está en crisis.

  • El multiempleo es lo más
    habitual.

  • No hay comunicación… pero
    si mucha des-información.

  • Consumo excesivo. Hay que consumir, no
    importa qué o porqué, pero hay que
    consumir… y nuestra autoestima se encuentra asociada a
    nuestra capacidad de consumo.

  • Estamos en una búsqueda
    frenética de… no sabemos qué, pero
    tampoco importa, además de que no tenemos tiempo para
    detenernos a reflexionar.

En suma vivimos estresados, angustiados,
deprimidos, aislados e incomunicados… "porque así
es la vida".

Y yo me pregunto, hablando en un lenguaje
propio de este siglo XXI, si este modo de ser en el mundo, como
dirían los existencialistas del milenio pasado, refiere a
un "sistema operativo" o a un "chip" que nos implantan al momento
de nacer, porque la verdad que es algo imposible de pensar que el
summun bonum de la creación natural, lo elija como una
opción personal,… la verdad descarto de un plumazo
el que realmente queramos vivir así. Si así vivimos
es "porque así es la vida"… y no estamos
equivocados, pues todo el mundo lo dice, así que debe de
ser verdad.

Realmente, no sé si por fortuna o
por un desafortunado sino, ya que no hay mayor felicidad que la
de la ignorancia, es que desde hace ya tiempo, he asumido el
papel de "abogado del diablo", en cuanto que decidí nadar
contracorriente, con lo cual me he dado cuenta de que en realidad
estaba optando por fluir con el universo, y que el "normal"
seguir la corriente, en verdad era un ir en dirección
opuesta a la del resto de la Naturaleza (de la naturaleza
física y de la Naturaleza universal).

Obviamente que el paso subsiguiente ha sido
como decía Chamalu, un suicidarse al actual y "normal"
modo de vivir la vida, pero así poder renacer a un nuevo
modo, que en sí es el modo natural y "lógico" (en
tanto que de acuerdo al Logos).

Y como en la "escalera de Jacob",
así como nos ayudan a subir peldaño tras
peldaño, es menester que ayudemos a los otros.

Discernimiento este que deriva más
que en la asunción de un nuevo rol, en el descubrimiento
de la más profunda e inherente vocación presente en
el corazón de todo ser humano: la sanación y su
vehículo, el sanador; como dijimos y afirmamos más
que como un rol, como un modo de vida.

Pero pensemos primero un poco, y haciendo
una pequeña inflexión en nuestro ajetreado vivir,
permitámonos un momento de re-flexión y
preguntémonos acerca de porqué
enfermamos.

Y como decía Kukio Chishima, no son
los virus, microbios y bacterias quienes nos enferman, sino que
es nuestro propio desequilibrio interior el que altera la natural
y simbiótica relación que con ellos
mantenemos.

Quizás por ahí podamos llegar
a descubrir por qué enfermamos… el
desequilibrio… hemos perdido nuestro natural
equilibrio

Pero avancemos un poco más, antes de
adentrarnos en mundos tan ignotos, para en nuestra
consuetudinaria existencia.

Como podrán apreciar estamos
buscando (pues todo en la vida son opciones que como seres libres
elegimos asumir), a través de una aproximación
diferente, aunque no excluyente, de aquella que adoptan los
modelos "terapéuticos" más en boga; un sentido a y
de nuestro actual desequilibrio así como un modo de
retomar el cauce del fluir del universo.

En este sentido podríamos continuar
hablando de cómo se encuentran clasificados los
"trastornos de ansiedad" de acuerdo al DSM-IV, o cuales son los
síntomas de la ansiedad, dividiéndolos por ejemplo
en síntomas cognitivos, motores, y
fisiológicos… pero preferimos un abordaje diferente
aunque complementario.

Respuestas de
Ansiedad

Retomando el original cuento con que
comenzamos la presente reflexión, vemos que la ansiedad, o
el estrés, en verdad es una respuesta natural del
organismo y de una utilidad fundamental ya que ha sido la que ha
permitido la existencia de nuestros ancestros, incluso de
aquellos más primordiales, dado que hasta las amebas y
otros protozoarios tienen reacciones de defensa/ataque, y hasta
desarrollan… estrés.

Ciertamente que sí.

Elsworth F. Baker refiere a que la ameba
mantiene un efecto pulsátil de alternancia entre la
expansión y la contracción. Por ejemplo,
movimientos de expansión cuando quiere englobar a su
comida y de contracción cuando por ejemplo sufre un ataque
proveniente del medio ambiente circundante.

En el caso de sufrir varios ataques, la
ameba se vuelve cada vez más cautelosa,
expandiéndose de una manera "ansiosa" e incompleta. De
continuar los ataques, la ameba permanece en contracción,
como acorazada al interior de sí misma, disminuyendo cada
vez más el intercambio con su entorno, hasta que este
disminuye tanto que la ameba muere.

Pese a nuestra infinita complejidad
organizativa, si nos comparamos con una ameba, las respuestas que
establecemos al interactuar con nuestro entorno, son las mismas,
de expansión y de contracción, donde las respuestas
defensivas continúan siendo las de huida o de
lucha… aunque en definitiva, la ameba es mucho más
sabia que nosotros, ya que ella no responde ante la
ilusión de peligro, sino tan sólo ante un peligro
real y concreto, en pocas palabras, a la ameba no la asustan los
fantasmas.

Miedo real, ansiedad
normal, y estrés patológico

El miedo es una respuesta emocional normal
ante un evento o situación del cual se derive un peligro
real.

La ansiedad normal es aquella que es una
reacción emocional esperable y común, de
carácter limitado y transitorio, por ejemplo, dar un
examen, un nuevo trabajo, conocer una nueva pareja. La
ansiedad (del latín anxietas, 'angustia,
aflicción') es una respuesta emocional o conjunto de
respuestas que engloba: aspectos subjetivos o cognitivos de
carácter displacentero, así como aspectos
corporales o fisiológicos caracterizados por un alto grado
de activación del sistema periférico, aspectos
observables o motores que suelen implicar comportamientos poco
adaptativos.

Pero estas mismas situaciones pueden
convertirse en estresantes, cuando esa reacción ansiosa de
carácter normal, se vuelve crónica, de manera tal
que comienza a interferir en grado sumo con y en nuestra vida
cotidiana, dada su alta intensidad de manifestación y a la
frecuencia con que dicha reacción se presenta. En pocas
palabras, vivimos estresados porque vivimos anticipando
"posibles" amenazas o peligros.

Y si esas amenazas y/o peligros son
posibles, son infinitamente muy poco probables, y ello implica en
definitiva que no son reales…

Ahora, razonemos juntos… Si los
pterodáctilos hace millones de años que se
extinguieron, porque seguimos anticipando su presencia, o
quizás de alguna manera hayamos aprendido al mismo tiempo
que nos han enseñado, a crear toda una nueva especie de
pterodáctilos, sólo que esta vez invisibles. Entre
ellos tenemos por ejemplo, entre otros, el "pterodáctilo"
jefe, el "pterodáctilo" pareja; el "pterodáctilo"
ómnibus que siguió de largo y no me paro; el
"pterodáctilo" hablar en público; el
"pterodáctilo" llegar a fin de mes; el
"pterodáctilo" que voy a hacer cuando me jubile, y
tantísimos otros.

Lo que todos ellos tienen en común,
además de su irrealidad, son los síntomas que
evocan y provocan en todos nosotros, con y en diferentes grados
de enlarvada virulencia.

Algunos de ellos son: palpitaciones,
hipertensión, sensación de sofoco y ahogo,
inseguridad, temor, hiperactividad, malestares digestivos,
trastornos sexuales (impotencia en el hombre y frigidez en la
mujer, así como pérdida del apetito sexual en
ambos), problemas de comunicación y de relacionamiento,
respiración rápida, y superficial acompañada
de opresión torácica, pensamientos negativos que se
traducen en una dificultad en y para la toma de decisiones,
aislamiento, continua sensación de una amenaza flotante o
invisible.

Ante este panorama, el modo preponderante
en cuanto a su abordaje "terapéutico"; ha sido el de la
medicina alopática, la cual al día de hoy ha
demostrado ser ineficaz e ineficiente, así como la
responsable de generar más problemas de aquellos que en
verdad soluciona. Aunque a decir verdad, y es justo reconocerlo,
la problemática no radica en la medicina en sí como
arte, ciencia y técnica de la curación (no siempre
de la sanación), sino en la mercantilización del
acto médico, es decir, no es la medicina per se la que ha
fracasado de manera estrepitosa, sino el lucrativo negocio del
"curar", el que se ha instaurado como la meta cumbre a
lograr.

Por ello, y para no entrar en
disquisiciones y polémicas de carácter intolerante,
radicales y por sobre todas las cosas, feudalistas, es que no
hablaremos de una "medicina" bioenergética, vibracional o
naturista, sino de un proceso de sanación
bio-naturo-energética y ello dentro de un modelo de
paradigma que he dado en llamar el paradigma co-creador o
participante.

El Paradigma
Co-creador o Participante

Hacia fines del milenio pasado y principios
de éste, el paradigma que parecía iría a
marcar gran parte del siglo XXI, era el paradigma
electro-magnético o cuántico.

Sin embargo, en lo personal, considero que
el paradigma más relevante será el paradigma
co-creador o participante.

Ya mencionamos anteriormente, y lo
repetimos ahora, como el Buda ya había señalado
acerca de que: "Somos lo que pensamos. Con nuestros pensamientos
hacemos el mundo". Y a mediados del siglo pasado, Heisenberg ya
había señalado, demoliendo así con su
sentencia todo el modelo objetivo de ciencia, que el
experimentador es parte co-constitutiva del experimento realizado
y que aquello que uno elige observar altera la esencia del objeto
observado, y si no su esencia, al menos sí, su o sus
cualidades.

Como refiere Gregg Braden en "La Matriz
Divina": "Los experimentos sugieren que el propio acto de
observación es un acto de creación, y que la
conciencia es la autora de esa creación." Y más
adelante continúa expresando: "… ya no podemos
considerarnos simples observadores que no afectan el mundo que
están observando."

Llevando esto al campo de la
sanación y siguiendo en este sentido la obra de Caroline
Myss, podemos afirmar, que nuestra historia personal afecta a
nuestro ser, de manera que nuestra biografía se convierte
en nuestra biología.

De todo ello se desprende la simple verdad,
acerca de que somos parte co-constitutiva de un universo
inter-conectado.

En este orden, los últimos
descubrimientos científicos dan cuenta entre otras cosas
de que:

  • a) El universo no es una masa
    sólida como habitualmente pensamos, sino una verdadera
    anarquía organizada de…
    posibilidades.

  • b) Que nuestras creencias
    personales son las que convierten esas posibilidades
    en… realidades.

Como veremos, gran parte de lo que daremos
en llamar "la" enfermedad, en realidad no es más
que… aislamiento, es decir, el considerar-nos (ya que en
definitiva es una opción personal), separados de un
universo del cual en verdad formamos parte. Y por consiguiente,
"la" salud tan solo requeriría el que seamos plenamente
conscientes de que somos parte indivisible de esta
telaraña cósmico-energética y que por ende,
todo el poder del universo está a nuestra
disposición, y como veremos, ello implicaría el
realizar un pequeño… re-encuadre.

Según la Medicina Tradicional China
(MTCH.), existe una energía llamada "Shen", a la cual
podríamos definir como "atención consciente", y su
particular característica es la de ser un vector de fuerza
energética. Podríamos decir que con y a
través de nuestro Shen, creamos "nuestra" realidad, para
bien o… para mal. Por ello, el uso adecuado y oportuno del
Shen es e implica una verdadera responsabilidad, en el sentido
último de habilidad para responder (entiéndase ser
conscientes de nuestro papel como partes de un todo
orgánico que es el universo).

Somos nosotros, mediante un adecuado uso de
nuestro Shen o energía mental consciente, quienes
decidimos crear la realidad en que vivimos y ello incluye a
nuestro cuerpo y a nuestra mente, y a su mutua
interrelación e interacción, así como
también lo que hace al proceso
salud-enfermedad.

Decía el jefe indio Seattle en 1854,
en un mensaje dirigido a los parlamentarios y al gobierno de
EE.UU que: "El hombre no tejió la red de la vida -el
hombre no es más que una hebra de esta red. Todo lo que el
hombre le hace a la red, se lo está haciendo a sí
mismo"… Y olvidarlo es enfermar. La enfermedad es una, sus
manifestaciones son… Legión.

Dos referencias del libro citado de Gregg
Braden vienen a reafirmarlo: "La clave no estaba en reaccionar a
lo que el mundo nos estaba mostrando, sino en crear nuestras
propias reglas para lo que elijamos experimentar", y más
adelante comenta: "Entre las muchas posibilidades, la que se
convierte en realidad parece estar determinada por la conciencia
y por el acto de observación. En otras palabras, el objeto
de nuestra atención se convierte en la realidad de nuestro
mundo".

Y esta, sucintamente, es la base del
paradigma co-creador o participante, por lo que ahora nos vemos
convocados a discernir acerca de lo que entendemos por salud y
enfermedad desde este modelo de mundo, y que rol le toca jugar,
más que al terapeuta, al sanador, en y al interior del
mismo.

Salud, Actitud
Sanadora, y Enfermedad

A la salud podemos llegar a través
de una triple definición, e inclusive agregarle un cuarto
aspecto definitorio de la misma: desde lo celeste, desde lo
terrestre, desde lo humano, y una cuarta perspectiva, desde lo
individual.

Desde lo celeste, podríamos
decir que la salud refiere al equilibrio dinámicamente
armonioso de las energías de ese ser en continuo
interaccionar con el movimiento del universo.

Desde una perspectiva terrestre la
podríamos definir como aquel estado en el cual el ser
lleva a cabo la función que le corresponde como parte
co-constitutiva de la comunidad en la que le ha tocado
vivir.

Desde lo humano, la salud
sería un estado, o más bien, un proceso que genera
en el ser, bienestar, equilibrio y armonía en su
comunidad.

En un sentido individual, podemos
definir la salud como aquella consonancia entre lo que el ser
siente como propio y aquello que en verdad realiza.

Y la salud la empezamos a perder a partir
del momento en que perdemos la coherencia entre lo que hacemos y
lo que en realidad sentimos en y a todos los planos de nuestro
ser.

Por ende, toda enfermedad comienza por un
desequilibrio a nivel armónico, pudiendo llegar a afectar
a los aspectos más orgánicos. Como nos hace saber
el Dr. R. Hamer, la enfermedad es el resultado de un evento
psico-emocional no o mal metabolizado, el cual al no ser
adecuadamente procesado y asimilado, deviene en enfermedad
orgánica.

¿Y qué es lo que va a
llevar a ese ser a enfermar?

Para ello existen muchas razones. Pero
más allá de todos los factores que puedan estar
implicados, LO QUE ENFERMA AL SER HUMANO ES EL MODO EN QUE SE
HA PLANTEADO SU EXISTENCIA.

Y en la medida en que la vida se plantea
como una situación de gozo, la enfermedad no
aparecería. Esta actitud refiere a un elevado estado de
espiritualidad en la cual el ser se dispone a contemplar todo lo
creado; inclusive su sí mismo y sus propios movimientos
vitales.

El ser humano se ha planteado
genéricamente la consecución de la vida como una
carrera por… y en esa carrera hemos perdido la capacidad
de gozo, de contemplar la Creación.

Cuando se inicia una enfermedad se instaura
un nuevo lenguaje para ese ser y entonces las perspectivas desde
las cuales vemos e interactuamos con nosotros mismos y con
nuestro entorno van a cambiar, teniendo por base ese nuevo
lenguaje que es la enfermedad y la correspondiente pérdida
de la capacidad de goce.

La aparición de la enfermedad
entonces es algo que le va a estar hablando a esa persona; le va
a estar enviando señales. Es algo que no deja a nuestra
estructura indiferente y que por ende implicaría una
reestructuración de nuestro ser. La enfermedad entonces le
está intentando decir algo al ser y en principio le dice
que no está cumpliendo su naturaleza de ser capaz de goce
y del placer de estar vivo y que la forma en la cual ha
conformado su existencia no es la adecuada para él ni para
su entorno.

La enfermedad es algo que desde su inicio
hace que la persona se exprese de manera diferente. Es la forma
en la cual nosotros como seres podemos replantearnos nuestra vida
y desarrollar los mecanismos para cambiar. La enfermedad en ese
sentido es una posibilidad de evolucionar.

Por ende nunca combatimos la enfermedad
sino que vamos a buscar entender cuál es el significado de
la misma, cual es el mensaje que está expresando con
respecto a cómo estamos viviendo la vida.

Cuando atendemos a una persona, le
preguntamos qué ha aprendido con lo que le está
pasando; que enseñanza ha implicado para la persona esa
enfermedad. De que se ha dado cuenta a través de su
enfermedad. Todo ello nos permite intuir a través de la
enfermedad, el darnos cuenta de que hay nuevas posibilidades para
replantearnos la vida. Y dentro de ello la posibilidad de
erradicar tanto el miedo como la necesidad de ejercer el poder.
En lugar de combatir un síntoma, lo aceptamos, lo
respetamos y lo escuchamos.

Y esa respuesta la tiene que buscar y
encontrar cada uno. Y nuestra función como sanadores
consistirá en ver la enfermedad como la posibilidad de
rescatar recursos y posibilidades que si bien propios, nos hemos
olvidado y/o los hemos dejado de lado. Ello se ve en cuanto la
persona nos dice: "Siempre me habría gustado"; "Siempre me
dijeron que tenía tales y cuales habilidades"; "De chico
siempre me gusto…., pero ahora no lo puedo realizar",
etc.

Esos ideales y esos sueños olvidados
son los que la enfermedad nos está demandando que tengamos
en cuenta para reconectarnos con nuestra capacidad de
goce.

En este orden de cosas, el Dr. Albert
García Serrats manifiesta que la enfermedad "es
simplemente un desequilibrio originado por la ignorancia. Pero
también es una vía de curación en sí
misma ya que nos indica que algo debe cambiar en nuestra vida. En
realidad la enfermedad es la infelicidad. No es sólo la
manifestación de síntomas externos visibles sino
toda obstrucción del libre flujo del amor y un
agradecimiento profundo y constante por vivir cada día,
está alguna fase de enfermedad. Las distintas
manifestaciones físicas -desde un resfriado hasta un
cáncer- y psíquicas -desde una depresión
hasta una psicosis– son oportunidades que nos muestran la
necesidad urgente de cambiar algo, aunque en ese momento
quizá la persona no sepa que es lo que hay que
cambiar."

Y más adelante refiere: "En realidad
la enfermedad se produce en los planos más sutiles del
ser, los cuales nunca han sido contemplados por la medicina
oficial. De hecho, la medicina académica jamás
conseguirá avanzar hasta que no reconozca que el ser
humano es un ser espiritual. Es un ser psíquico que maneja
un cuerpo, pero las emociones son el punto donde se genera la
enfermedad".

La enfermedad es un mecanismo para que el
ser se dé cuenta de que no está siguiendo el camino
adecuado y que sabiéndolo pueda tomar los recaudos
necesarios para retomar el camino que lo conduzca a una
experiencia liberadora. ¿Y cuál es el camino
adecuado? El que nos permite comprender que la vida no es un
problema a ser solucionado sino una experiencia a ser vivida y
realizada.

Por ello, la enfermedad no es algo contra
lo cual haya que luchar, sino que entendemos la misma como un
lenguaje que en definitiva nos permitiría recomponer una
forma de vida.

Y como posibles decodificadores de ese
lenguaje, como sanadores somos los primeros que tenemos que
aprender a replantear nuestras vidas. Y ello puede constituir
todo un proceso revolucionario.

Dice el Dr. J. L. Padilla Corral que el
humor lleva al amor y evita el tumor.

En consecuencia, no vamos a basar nuestra
concepción de salud en criterios preestablecidos sino que
vamos a generar situaciones de vacío que posibiliten a la
persona el encontrar sus propios mecanismos de autenticidad y de
sanación.

Ante ese estilo de salud que cada cultura
va a plantear también va a surgir un estilo de enfermar,
lo que habrá de conducirnos a la interrogante de si existe
"la" enfermedad o estilos de enfermedad.

Lo que lleva a que en un determinado
momento exista un desequilibrio es lo que nos habilita a que
podamos hablar de "la" enfermedad.

Podríamos decir que existe un tiempo
de enfermedad que luego se podrá manifestar de diversas
maneras en cada uno. Cualquier enfermedad es un salir de ese
estado de equilibrio dinámico y homeostático que es
la salud, lo cual ha de estar implicando una concepción
unitaria de la enfermedad.

¿Y cuál
sería nuestro rol como sanadores en dicho
proceso?

Para poder ser sanadores el primer cambio
lo tenemos que hacer en nosotros mismos.

La sanación implica un verdadero
acto de belleza. Artista es aquella persona que
identificándose y dando testimonio de quien es, puede
manifestar un acto de belleza. Además, cada acto sanador
es único e irrepetible. Ser sanador es ser un artista.
Como dice Alan Watts: "Para ser terapeuta, es preciso tener la
capacidad de estar tan loco, como la persona que pretendes
curar".

Al descubrirnos como artistas, se nos abre
la oportunidad de conectar todas las herramientas
energéticas que el universo tiene a nuestra
disposición.

Como sanadores nos vamos a aproximar a un
fenómeno vivo y en cuanto a ello tenemos dos perspectivas:
una es una aproximación descriptiva, donde describimos
cómo es ese fenómeno en todo y/o en parte. Otra
aproximación es viendo la interacción que se genera
entre ese ser y lo que le rodea, en tanto que influencia y es
influenciado, y como, es decir, su relación con el
entorno.

Y una tercera aproximación es a
través de elementos intangibles que no podrían ser
descriptos, pero que implicaría una serie de fuerzas o
energías que ejercen su influencia.

Como bien lo describe el Dr. E. Bach, en
sus "7 Pasos de la Sanación", la misma requiere de: paz,
esperanza, alegría, fe, seguridad, sabiduría y
amor. En esa misma sintonía nos encontramos con "las 7
Reglas" de Paracelso:

"1º) Lo primero es mejorar la salud.
Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda
y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o
asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños
sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los
alimentos del modo más perfecto posible, evitar el
alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por
alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte
diariamente, es un hábito que debes a tu propia
dignidad.

2º) Desterrar absolutamente de tu
ánimo, por más motivos que existan, todo idea de
pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas
maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes,
chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza
de entendimiento por tópicos sensualistas que forman la
base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla
es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual
contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu
destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El
azar no existe.

3º) Haz todo el bien posible. Auxilia
a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas
debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias
energías y huir de todo sentimentalismo.

4º) Hay que olvidar toda ofensa,
más aún: esfuérzate por pensar bien del
mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás
profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado
guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así
de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las
superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y
errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y
perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del
vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne
flaca.

5º) Debes recogerte todos los
días en donde nadie puede turbarte, siquiera por media
hora, sentarte lo más cómodamente posible con los
ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica
enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te
pondrá en contacto con las buenas influencias. En este
estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a
veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una
existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan
serán resueltos victoriosamente por una voz interior que
te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu
conciencia. Ese es el daimon de que habla
Sócrates.

6º) Debes guardar absoluto silencio de
todos los asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho
juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus
más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas,
aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos
debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de
suma importancia.

7º) Jamás temas a los hombres
ni te inspire sobresalto el día mañana. Ten tu alma
fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te
creas solo ni débil, porque hay detrás de ti
ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños.
Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda
tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti
mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas
de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas
el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena
suerte, verás que intuitivamente, observan gran parte de
las reglas que anteceden. Muchas de las que alegan gran riqueza,
muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido
recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por
otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha. Puede ser
uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da
para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más
duradera sólo se consigue por otros caminos; allí
donde nuca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo
verdadero nombre es el egoísmo. Jamás te quejes de
nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la
vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad es
tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra
el Espíritu Santo."

En este sentido nos hacemos eco del Dr. Ted
Kaptchuck, en su Prólogo al libro "Psicología y
Medicina China" de L. Hammer: "Un sistema médico siempre
hace que el paciente emprenda un viaje que es, al menos en parte,
un descubrimiento de sí mismo… Cuantas más
dimensiones de la personalidad humana contenga un modelo
conceptual médico, mayor será el potencial para el
propio reconocimiento. Cuánta más "humanidad" haya
en el sistema, mayor capacidad habrá para revelar,
encontrar y transformar".

Más adelante continúa
explicando que: "Los dominios físico, mental, emocional,
intelectual, de comportamiento, social, existencial y espiritual
deben, hasta cierto punto, y dependiendo de las circunstancias
ser incluidos o excluidos en el diálogo interno así
como del intercambio médico/paciente." Y una última
reflexión refiere: "Un encuentro médico está
siempre limitado por lo lejos que pueda conducir al paciente el
practicante guía. No importa cual sea la fuerza del
sistema, si el practicante se siente solamente a gusto
dirigiéndose a lo físico, o a lo
psicológico, o a lo existencial, o al comportamiento, pues
si es así, la transformación curativa
quedará confinada a un solo aspecto. Además, cuanto
menor sea la intervención dirigida al aspecto
físico, más crucial será la
comprensión de uno mismo, el entendimiento y los recursos
interiores del sanador."

Y con respecto al modelo de medicina
alopática, presentaremos una serie de citas del
médico cubano Dr. Marcos Días Mastellari, tomados
de su obra: "La Medicina China Tradicional y la Medicina del
Futuro: qué, porqué, cómo y dónde",
donde a pesar de lo extenso de las mismas, creemos son
fundamentales de tener en cuenta: "…una vez incluida la
Medicina dentro del aparato administrativo, de dirección y
de gobierno de una sociedad dada – tanto en los modos formalmente
institucionalizados como en sus modalidades no tan formales -, y
mezclada hasta lo irreconocible con las peculiaridades de su
organización económica y social, adquiere una
relativa independencia y somete, reduce a la obediencia, obliga
al médico a proceder dentro de determinados
márgenes que pautan el "correcto proceder". Ese concepto
de "proceder correcto" no ha sido inmutable, sino que se ha ido
adaptando a los cambios que se han ido operando en cada sociedad,
en cada país y en cada momento del desarrollo de la
Humanidad.

Esto último determina que en la
Medicina, la estructura y el contenido de sus

presupuestos, los criterios generales de
organización del conocimiento y de la práctica
asistencial, sus objetivos particulares, los criterios de
verosimilitud y los puntos de vista que favorecen la
aceptación o rechazo de las sugerencias o decisiones, por
lo menos, parecen guardar un grado considerable de
correspondencia y coherencia con las ideas políticas, la
organización social, la organización y la
estructura de la economía y la concepción del mundo
prevaleciente en cada sociedad, a través de las diversas
etapas que atraviesa a lo largo de todo su desarrollo. Esta
correspondencia y coherencia parece infiltrar incluso el
pensamiento de los científicos relacionados con ella
-médicos y no médicos-, al punto que a veces parece
incluso superar su pretendida objetividad y, a través de
ésta, los resultados alcanzados, aceptados o
aplicados."

Y sigue diciendo: "Al finalizar el siglo
XIX, la industria químico-farmacéutica se
encontraba dando sus pasos iniciales. Durante el siglo XX tiene
lugar un desarrollo explosivo de ésta y otras industrias
relacionadas, como la industria alimenticia, particularmente a
partir de su quinta década"". Este proceso dio origen a un
nuevo tipo de mercancía con una muy alta y especialmente
prioritaria demanda: el alivio, la supervivencia y la salud. Las
sustancias medicinales sintéticas y los materiales y
reactivos para el diagnóstico se transformaron en
mercancía altamente redituable; las sustancias de origen
natural se subestimaron y desestimaron cada vez más,
surgiendo así una rama productiva y un mercado de una
insospechada capacidad para generar

beneficios económicos que
impetuosamente se deshacía de todo lo que
pudiera

enlentecer o entorpecer su
desenvolvimiento.

El crecimiento, desarrollo y
fortalecimiento vertiginoso de estas industrias propició
el surgimiento de gigantescos y poderosos consorcios de diversa
índole, abriendo paso al concepto de "Industria de la
Salud", la que ha jugado un papel cada vez más importante
en el crecimiento del PIB de muchos países desarrollados,
a la vez

que propició, fomentó y
alentó el descrédito de las sustancias naturales. A
su vez, este fenómeno económico facilitó
hasta convertirlo en criterio lógico y jurídico,
que solo los productos sintéticos o semi-sintéticos
eran susceptibles de ser patentados."

Más adelante refiere: "¿Por
qué este especial interés en apoyar los protocolos
para determinar el diagnóstico y el tratamiento correctos?
Por supuesto que la respuesta inmediata sería, "para
impulsar el desarrollo científico y mejorar los
métodos de trabajo con el paciente", pero la realidad iba
un poco más allá. Las empresas aseguradoras,
mediante el empleo de protocolos de diagnóstico y de
tratamiento "objetivamente demostrados", han restringido cada vez
más el rango de discreción del médico, y han
condicionado cada vez más el diagnóstico definitivo
al empleo de tecnologías. El médico solo puede
indicar lo que la aseguradora reconoce como válido. Cada
vez menos su criterio determina en las decisiones que puede tomar
ante cada paciente concreto."

Y sigue: "Ya en 1957, el médico
cubano Luis Díaz Soto advertía esta tendencia. En
su informe a la 5ª reunión del staff del Centro
Benéfico Jurídico de Trabajadores de

Cuba decía: "Pero la
dedicación a la técnica ha determinado en muchos
compañeros un proceso que ha hecho que ella se convierta
en la fuente única de actividad y de

conocimientos, separándose
manifiestamente de la medicina y, sobre todo, del

enfermo. (…) Cuando nos piden un
´chequeo´ se evidencia que el sentido
interno

del pedido es: Prescinda usted de usted
mismo, doctor, y páseme por las

máquinas que son las que siempre
tienen la razón".

Al mismo tiempo se fue desarrollando una
especie de fascinación por la tecnología y una
suerte de compulsión por renovarla constantemente, en nada
desvinculada de la necesidad de alcanzar niveles crecientes de
competitividad. Así, el valor del trabajo y de la
experticidad del médico se fueron haciendo
paulatinamente

menores, y el diagnóstico
clínico cada vez menos apreciado por "impreciso y
subjetivo".

Pero un científico que reduce su
contacto con el fenómeno estudiado es cada vez menos
científico. Sin observación no hay ciencia.
Observar, para la Ciencia, es

relacionar o comparar el fenómeno
con la concepción del fenómeno de que es portador
el científico y, en Medicina, eso solo se puede lograr a
través del diagnóstico clínico. Por
consiguiente, el médico, con el desarrollo de la
tecnología, se iba alejando de la Ciencia en la medida que
la tecnología sustituía

su función como científico.
Para la Industria, la Ciencia solo es importante en
función de los beneficios económicos que le provea,
aunque para eso tenga que menguarla y deformarla hasta amenazarla
de muerte. Así, poco a poco el diagnóstico en
medicina es cada vez más el resultado de una
recopilación de

datos aportados por diversas
tecnologías y cada vez menos la consecuencia inmediata de
la actividad del científico.

Por otra parte, el médico que se
dedica a la asistencia primaria es el peor remunerado, mientras
el especialista o subespecialista, cuantos más recursos de
la Industria emplee, mejor remunerado estará. Pareciera
como si ahora lo mejor para el paciente fuera que se enfermara de
aquello que necesitara de

procedimientos más sofisticados y
costosos, o que se agravara hasta lo indispensable como para no
morir, pues en ese caso dejaría de ser un consumidor de
los productos ofertados. Este curso de los acontecimientos
está determinado más por intereses
económicos y políticos que por razones de ciencia.
En este proceso, en última instancia, el médico y
el paciente son un recurso más de la "Industria" y, por
consiguiente, subordinados a ésta… Al final de este
camino parece insinuarse la silueta de un sueño tan
quimérico como oscuro de la Industria agazapado en la
novedosa telemedicina. ¿De qué se trata este
sueño? De poder prescindir del médico casi
totalmente. En extremos terminales se situarían
técnicos adiestrados en la obtención del dato
primario del paciente y los medios tecnológicos. Luego, en
estructura piramidal se situarían especialistas dedicados
a su lectura e interpretación, los que
determinarían el diagnóstico y tratamiento del
paciente.

Al fin, la máquina
sustituiría al hombre, el proceso se volvería mucho
más lucrativo, pues se reduce a la mínima
expresión la mano de obra – con sus inconvenientes de
demandas, pagos por seguros médicos y jubilación,
etc.- y su promedio de especialización. Si a esto
añadimos la velocidad y bajos costos de la
transmisión de datos digitalizados y el empleo de sistemas
de inteligencia artificial, el sueño alcanza su
clímax. ¿Y la Ciencia? ¿Y el
científico? Podrían estar en peligro de

extinción. ¿Pudiera este
proceso provocar una crisis en el desarrollo de la Medicina?
Pudiera, pero mientras, la industria recoge jugosos beneficios.
¿Y las consecuencias? Ya se resolverán cuando
llegue el momento. Por lo pronto, lo que exigiría el
proceso de la industria sería, como siempre, ser
pragmáticos."

Y para finalizar, dice el Dr. Díaz
Mastellari: "¿Y qué ha sucedido con la importancia
y la prioridad de la medicina preventiva y la preservación
de la mejor salud?

Partes: 1, 2, 3, 4

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