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Capitanes de la arena: análisis narrativo




Enviado por Natalia Pérez



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Autor:
    biografía
  3. Análisis narrativo de la
    obra
  4. Análisis personal
  5. Conclusión
  6. Bibliografía
  7. Apéndice

Introducción

Hablar de "Capitanes de la arena" es hablar de una de
las novelas más comprometidas de Jorge Amado, autor
brasileño que ha abastecido a la literatura de
maravillosas obras. Mencionar esta novela es reconocer la
denuncia social que el autor hace en ella colocando a un grupo de
chicos pobres como protagonistas de una enorme indigencia y
miseria. Para trabajar en este documento monográfico he
seleccionado este tema por el compromiso que presenta con el
sector más ignorado y vulnerable de una sociedad, y que en
muchos países representa además la mayoría
de la población. En la novela, el tratamiento de la
pobreza no se hace desde una perspectiva económica, sino
que se la toma desde su aspecto social, tal vez el más
grave de ella, ya que en muchos casos la situación
económica puede cambiar, pero la discriminación e
indiferencia se mantienen a través de los
años.

El presente trabajo es resultado del requerimiento de la
cátedra Taller de expresión oral y escrita del
profesorado en Lengua y Literatura. Tuve la oportunidad de leer
la obra hace unos años durante el ciclo secundario, he
notado al volverla a leer para realizar este texto que debido a
mi escasa percepción de la realidad social que afecta a
muchas personas en todo el mundo en aquel momento, se me ha
"escapado" por así decirlo la belleza verdadera de la
obra, que es lo que anteriormente mencionaba, el tratamiento que
se hace en él de la marginalidad y cómo el autor
presenta la delincuencia como una consecuencia de la
indiferencia, de la desigualdad en muchos sentidos y del
egoísmo que la riqueza requiere para su existencia, y de
muchas instituciones sociales.

En esta segunda relectura pude apreciar además la
importancia de cada personaje dentro de la obra y lo que cada uno
de ellos representa en el contexto en que fue escrita. El estudio
de la situación socio-política en que se encuentra
Brasil en 1937 me permite conjuntamente reflexionar sobre algunas
alusiones que el autor hace en el libro a cierto partido
político y como crítica a su adverso.

Me he propuesto hacer una explicación de lo que
el libro refleja en sí mismo-la acusación de los
pobres por su situación a la alta sociedad-, pero
relacionando entre sí a los diferentes factores que el
autor considera causas de la desgracia de los pobres. Para esto
debí estudiar los sucesos que se dieron en la época
y lugar en que el libro fue escrito, y estudiar además la
vida del autor en aquel entonces.

En las siguientes páginas podremos hallar una
reseña biográfica del autor para conocer mejor su
situación y parte de su historia que podemos ver reflejada
en el libro. A continuación encontraremos un
análisis narrativo de la estructura de "Capitanes de la
arena" y un análisis respecto a la interpretación
personal que realice de la obra, donde expongo además una
breve teoría acerca de la inclusión del autor como
personaje dentro del libro.

La información de la que disponía, excepto
en la biografía de Jorge Amado, era escasa, y tuve que
valerme en muchos casos de fuentes virtuales. Esto
representó para mí un desafío ya que
debía componer este texto con pocos recursos pero siempre
respetando la rigurosidad que un trabajo de este tipo
requiere.

El resultado final fue una monografía explicativa
para personas no demasiado experimentadas en el tema y para
jóvenes de los últimos años del
secundario.

Cabe destacar que más allá de que este
trabajo sea requerimiento de una cátedra, he sentido
placer al realizarla, ya que la obra trata un tema que en lo
personal me conmueve y moviliza, y me pareció interesante
combinar un interés propio con el análisis de esta
obra para proporcionarle al lector una perspectiva diferente a la
hora de aventurarse junto a los capitanes de la arena en la
ciudad del Salvador, aunque sea sólo de manera imaginaria
a través de la lectura de este magnífico
libro.

Autor:
biografía

Jorge Amado (10 de agosto de 1912 – 6 de agosto de 2001)
fue un escritor brasileño, el más conocido de
ellos. Nacido en Itabuna, que pasase su infancia en
Ilheús, litoral de Bahía. Durante sus estudios
secundarios en Salvador, capital de Bahía, comienza a
trabajar en periódicos y a participar de la literatura,
siendo uno de los fundadores de lo que se conoció como
Academia de los Rebeldes[1]

En 1933 se esposa con Matilde García Rosa, con
quien tiene una hija que fallece. Luego se divorcia para casarse
nuevamente con Zélia Gattai, autora de Anarquistas,
gracias a Dios (1979), Un sombrero para el viaje (1982) un libro
de memorias junto a su esposo, Doña Prom (1984), Winter
Garden (1988), De mil colores Pipistrel (1989) y El secreto de la
calle 18 (1991) – y tiene dos hijos: Juan Jorge, sociólogo
y autor de piezas de teatro infantil, y Paloma,
psicóloga.

Se graduó en la Facultad Nacional de Derecho (en
portugués, Faculdade Nacional de Direito) en la ciudad de
Rio de Janeiro en 1935. Militante comunista, fue obligado a
exiliarse en Argentina y Uruguay entre los años 1941 y
1942, período en que hizo un viaje por América
Latina. Al regresar a Brasil, se separó de Matilde
García Rosa.

En 1945, es electo diputado federal por el Estado de San
Pablo, teniendo participación de la Asamblea Constituyente
de 1946 (por el Partido Comunista Brasileño) y de la
primera Cámara Federal para el Estado Nuevo, siendo
responsable de varias leyes que beneficiaron a la
cultura.

Al volver a Brasil en 1955, Jorge Amado se
distanció de la militancia política, pero sin dejar
el Partido Comunista. Se dedicó, desde entonces,
integralmente a la literatura. Fue electo, el6 de abril de 1961
para la Academia Brasileña de Letras. Recibió el
título de Doctor Honoris Causa por diversas universidades.
También recibió el título de Obá de
Xangô en la religión Candomblé.

El experimentalismo estético de la Semana de Arte
Moderno[2]brasileño acabó generando
una conciencia nueva con la que revisaron viejos y nuevos
problemas de cultura, como la calidad y la tradición. El
interés por la vida contemporánea orientó a
los escritores brasileños, incluido Jorge Amado. El Estado
Novo[3](1937-1945) y la II Guerra Mundial
agudizaron las tensiones en el plano de las ideas, y nuevas
configuraciones históricas desembocaron en nuevas
experiencias en las artes en general y la literatura en
particular. La producción de los autores de la primera
mitad del siglo XX deja traslucir nuevas angustias y nuevos
proyectos en la obra de poetas, narradores y
ensayistas.

Definitivamente representa a la eterna magia de La
Literatura, con un toque permanente de sensualidad desenfrenada,
propia de su pueblo y de su contundente, variada creatividad
intelectual de inigualable valor.

Se aproximó al expresionismo para recrear la vida
en Bahía[4]

Adoptó un compromiso social con los pobres, los
desposeídos, los marginados de la sociedad: obreros,
campesinos, rameras y vagabundos pueblan sus novelas, se
convierten en protagonistas y héroes.

Con el paso de los años, Amado fue cambiando su
concepción del bien y el mal, de la pobreza y la riqueza:
en los momentos de militancia comunista aceptaba el bien
identificado con la pobreza y el mal con la riqueza. Respecto a
su distinción entre el bien y el mal, el propio Amado
decía:

"Mis parcialidades han sido por la libertad
contra eldespotismo y la prepotencia, por el explotadocontra el
explotador, por el débil contra el fuerte,por la
alegría contra el dolor, por la esperanza contra la
desesperación. Estoy orgulloso de misparcialidades.
Jamás fui ni seré imparcial en esta luchadel hombre
contra el enemigo del hombre, en esta luchaentre el futuro y el
pasado".

Poco a poco comprendió que el bien y el mal no
son frutos de la pobreza o la riqueza, sino que nacen de la
voluntad y el carácter de cada persona.

El éxito de la literatura latinoamericana de la
década de los años 60 tuvo un precursor en la obra
de Jorge Amado, en cuyas obras mezcla el realismo social con unas
acertadas dosis de humor, erotismo y sensualidad, con el
heroísmo de la tradición romántica del siglo
XIX, y con las pasiones, los amores y los odios propios del
melodrama.

Su obra ha sido adaptada al cine, al teatro y a la
televisión, y también ha sido tema de varios
trabajos de escuelas de samba en el Carnaval brasileño.
Sus libros están traducidos a 49 idiomas y publicados en
55 países. Existen también publicaciones en
Braille, y cintas de audio grabadas para ciegos.

Algunos de los títulos más importantes de
su literatura son "Los Subterráneos De La Libertad"
(1935), "Capitanes De Arena" (1937), "Tierras Del Sinfín"
(1942), "Mies Roja" (1946), "Gabriela, Clavo y Canela" (1958),
"Doña Flor y Sus Dos Maridos" (1966) "Teresa Batista,
Cansada De Guerra" (1973). Es acreedor además de numerosos
e importantes premios internacionales por sus trabajos literarios
y recibió los títulos
de Comendador Grande
Oficial 
de las órdenes de Argentina, Chile,
España, Francia, Portugal y Venezuela.

Análisis
narrativo de la obra

El tema de la obra es la vida de unos niños
pobres y marginados de Bahía que viven en un
depósito en la playa y que delinquen para poder
sobrevivir.

Teniendo como escenario calles y arenas de Salvador,
"Capitanes de la Arena" trata de niños sin familia que
vivían en un viejo almacén abandonado del puerto.
Los motivos que los unían eran variados: huérfanos,
abandonados o escapados de los malos tratos. Aproximadamente cien
muchachos de entre nueve y dieciséis años
dormían en las ruinas del viejo
trapiche. Tenían como líder a Pedro Bala,
rapaz de quince años que desde pequeño vagabundeaba
por las calles. De día, mal vestidos, sucios y
hambrientos, deambulaban por las calles, fumando puntas de
cigarro, mendigando comida, practicando pequeños hurtos.
Ese contacto precoz con la dura realidad adulta los hacía
agresivos y deslenguados. Los Capitanes de la Arena
también realizaban robos mayores. Conocidos y temidos, la
policía buscaba el escondrijo y al jefe de los capitanes.
Serían enviados al de Menores, establecimiento ejemplar
para niños en proceso de regeneración, con trabajo,
comida y esparcimiento. Sin embargo, esa no era la opinión
de los menores infractores. Sabiendo que estarían sujetos
a castigos, preferían las amarguras de las calles y de la
arena. Además destacaban otros chicos. Sem-Pernas,
especie de espía, era rudamente bondadoso. Joao Grande,
negro de trece años, fuerte y más alto de todos.
Joao José, el Profesor, único que leía
correctamente, asistió a la escuela apenas un año y
medio. Era miope y gustaba de contar historias.
Pirulito-Francisco-, excesivamente místico e introvertido,
era flaco y muy alto. Reía poco. Gato, candidato a jefe,
era elegante, gustando de vestirse bien.  Volta Seca,
imitador de pájaros y ahijado de Lampiao. Mulato sertanejo
de alpargatas. Boa-Vida, muy perezoso, era el único que no
participaba de las actividades del grupo. El padre José
Pedro, introducido al grupo por Boa-Vida, conocía el
escondrijo de los capitanes. Lentamente conquistó su
confianza, visitándolos con frecuencia, llevándoles
cariño y comprensión.

Salvador fue asolada por la epidemia de viruela.
Como los pobres no tenían acceso a vacunas, muchos
morían. Almiro, el primer capitán en ser infectado,
murió allí. Boa-Vida tuvo más suerte. Dora y
su hermano Ze Funinha perdieron a sus padres durante la epidemia.
Al saberlos hijos de infectados, el pueblo les cerraba la puerta.
Los dos acabaron en el depósito, llevados por Joao Grande
y el Profesor. La confusión causada por la presencia de
Dora en el almacén fue resuelta por Pedro. Los muchachos
la aceptaron en el grupo y, después de algún
tiempo, vestida como uno de ellos, participaba de todas las
actividades y robos de la banda. Pedro Bala consideraba a Dora
más que una hermana; era su novia. Fueron apresados cuando
robaban un palacete en la ladera de San Bento. Parte del grupo
consiguió huir de la comisaría, gracias a la
intervención de Bala que fue llevado al reformatorio.
Sufrió mucho, pero consiguió huir. En libertad, se
preparó para liberar a Dora. Un mes en el orfelinato
acabó con la alegría y salud de la muchacha que,
ardiendo en fiebre, se encontraba en la enfermería. Pedro,
Profesor y Volta-Seca huyeron, llevando a Dora consigo.
Desgraciadamente ella no resistió mucho tiempo en el
depósito y murió luego e hacer el amor con Pedro.
Donha Anhina-sacerdotisa de Xangó- la envolvió en
una toalla blanca y Querido-de-Deus la llevó en su bote,
arrojándola en alta mar. Pedro Bala lloró con todos
la ausencia de Dora. El destino de cada uno tomó
rumbo. El Profesor fue a Río, a exponer sus cuadros.
Pirulito entró a una orden religiosa. Sem-Pernas
murió cuando huía de la policía. Volta-Seca
se unió a la banda de su padrino, Lampiao,
transformándose en un terrible asesino. Gato, perfecto
gigoló y embustero, trampeaba coroneles. Boa-Vida,
guitarrista y organizador de alborotos, poco aparecía en
el trapiche. Joao Grande se embarcó como marinero en una
nave de carga.

Después de ayudar en una huelga, la
banda se transformó en una "brigada de choque", para
asambleas y huelgas. Pedro Bala encontró su
vocación. Entregando la jefatura de la banda se fue a
organizar otra brigada. Años después, Pedro Bala,
conocido organizador de huelgas y peligroso enemigo del orden, es
perseguido por la policía. Capitanes de la arena,
es sin duda una de la obra de mayor acusación por la
injusticia social de Jorge Amado y de los escritores del
género narrativo de Brasil.

Las acciones de esta novela
contemporánea (1937) se desarrollan en Bahía, la
ciudad del autor. Estaba decorada por su puerto, sus muelles y
arenales, las calles anchas de la parte baja de la ciudad,
empinadas de su población negra. Estaba llena de
historias, la vida allí era sambas, compadritos, mulatas
desvergonzadas, candomblés, y un sinfín de
aventuras que encerraban a los capitanes de la arena como
protagonistas.

El jefe de esta banda era Pedro Bala, uno
de los principales personajes de la obra. Hace diez años
que deambula por las calles de Bahía, su padre, Loiro, ha
muerto de un balazo en una huelga y de su madre nada sabe. Cuando
se incorpora a los capitanes de la arena se gana la jefatura tras
un pleito con su antiguo jefe Raymundo. Pedro es mucho más
activo y sabe planear mejor los trabajos, sabe manejar al grupo y
se veía en él autoridad de
jefe[5]Dora, es la única niña dentro
de la banda, y en la misma obra aparece en los capítulos
finales. Esta mujercita ha perdido a sus padres a causa de la
varicela, y queda sola con su hermanito de seis años, es
acogida por dos niños de los capitanes que la llevan a
dormir al depósito[6]Dora, aunque al
principio es rechazada por Pedro Bala ya que creía que
causaría problemas dentro del grupo[7]se
convierte en un pilar muy importante para ellos, ya que para
muchos representa una madre, una hermana, una amiga, e incluso
para el mismo Pedro Bala termina como su novia y
esposa[8]Ella los elogiaba, les cosía las
prendas, les daba calor de madre, e incluso participaba con ellos
en los delitos. Fue enviada al orfelinato pero pudo escapar,
aunque volvió muy enferma y finalmente muere. La muerte de
Dora representa una pérdida enorme que desbasta a la banda
que lentamente comienza a separarse y desarmarse. Otro de los
personajes de este libro es Joao Grande, que ha entrado a la
banda a los nueve años, pero en la acción ya posee
la edad de trece años. Era grande y formidable, sus
músculos eran vigorosos, y su enorme fuerza inspiraba
miedo[9]Joao José, conocido por los
capitanes de la arena como el profesor, ya que era un asiduo
lector desde que en uno de los trabajos delictivos había
sustraído un libro, y repitió esta acción
cada vez que salían. Les leía a los demás
chicos del depósito las historias y aventuras que
aparecían en los libros. Era un muchacho muy flaco,
débil y triste. En muchas ocasiones resultaba un gran
planeador del robo[10]Al final de la obra este
personaje se va de Bahía a estudiar dibujo, ya que muchas
veces había retratado a los peatones de las plazas y de
las calles de la ciudad ganándose algunas monedas. Uno de
los personajes también más importante del libro es
Sem-Pernas (sin piernas), apodado así por tener una pata
coja. Su voz es estridente y gangosa, era el espía del
grupo, pues iba a la casas de las víctimas, se
hacía pasar por un huérfano para infundir pena en
los dueños de las viviendas y así meterse en ellas,
vivir allí un tiempo, el necesario para estudiar los
movimientos y los lugares en los que se hallaban los objetos de
valor. Luego se iba y volvía con la banda para concretar
el robo. Era malvado, odioso, cruel, y en la banda había
muchos chicos que no lo querían[11]Este
personaje es importante porque es uno de los que más
refleja las parcialidades que el autor plantea en la obra, ya que
solo ama al odio que siente por las autoridades que cierta vez se
burlaron de él, y a la sociedad que era la culpable
según los capitanes de la situación en que
vivían. Sem-Pernas concluye en muerte escapando de
policías que intentaban apresarlo porque había sido
atrapado en fragancia en un acto delictivo. Pirulito, otro de los
integrantes de la banda era un niño alto, flaco de rostro
chupado, sus ojos estaban metidos como en una cueva. Su boca era
rasgada y seria[12]Era religioso, era el
único que escuchaba el llamado de Dios entre los chicos
del depósito. La palabra sagrada era llevada a él
por el padre José Pedro, amigo suyo y de los demás.
Al final de la obra Pirulito-que se llamaba Francisco- es
ordenado sacristán y se va de la ciudad. El Gato era un
muchachito elegante y ágil proveniente de los indios
maloqueiros, a los que parte al final de la obra. Tenía un
aire petulante[13]y tiene además un
amorío con Dalva, una mujer varios años mayor que
él que le da dinero a cambio de sexo. En el libro se lo
caracteriza como un compadrito, que indicaba que era
fanfarrón, pendenciero y selecto para vestir y en sus
modos. El negro Joao Grande: era el más bueno del grupo
según el jefe. Reiteradas veces le decía "Vos
sos un buen negro (…)[14]",
era bruto
en muchas situaciones, pero sabía cómo hacer
trabajos y obedecer las órdenes al pie de la letra. Era
muy respetuoso además con las personas que trataba y
defendió a Dora cuando los demás chicos de la banda
querían propasarse con ella la noche que él y otro
chico la llevaron al depósito. El Boa Vida (buena vida) es
otro de los personajes de la obra de Amado, provenía de
una casa de familia, y no tenía mucha suerte con las
mujeres[15]Era chaparrito y bajo, y tenía
inclinaciones homosexuales. Se llevaba bien con todos los chicos
de la banda y había aceptado la amistad del padre
José Pedro. No se preocupaba demasiado por lo que
sucedía a su alrededor, sino más bien dejaba que la
vida transcurriera. El Volta Seca (vuelta seca) era un mulato, su
cara era sombría. Admiraba a Lampiao su padrino, que era
otro delincuente del que recibía frecuentes noticias a
través de los diarios cuando se veía involucrado en
algún caso delictivo. Volta Seca se marcha para irse a
combatir con su padrino, y es apresado y condenado a la
cárcel.

En Capitanes de la arena se presentan además
otros personajes, menos importantes en cuanto a
participación de las acciones, como Barandao, Almiro, el
padre José Pedro, Querido-de-Deus, Joao de Aadao, Lampiao,
Dalva, Ze Funinha (hermano de Dora), Donha Anhina.

El tiempo de la acción no se especifica, pero se
puede inferir que desde el inicio, hasta las últimas
noticias que aparecen en "Jornal de la Tarde" y las edades que
presentan los personajes hacia el final del libro se puede ver
que han pasado varios años, tal vez cuatro o cinco. En
cuanto a los manejos temporales, la novela sigue una secuencia
lineal cronológica, sólo se produce un salto
temporal en situaciones como cuando el Gato aparece luego de unos
años frente a Pedro Bala y éste no lo
reconoce[16]

El libro consta de doscientos setenta y ocho
páginas, comienza con dedicatoria y luego  
el cuerpo del libro se divide en cuatro partes:
Cartas a la redacción, Bajo la luna en un viejo
depósito abandonado, En la noche de la gran paz. De la
gran paz de tus ojos y canción de Bahía.
Canción de libertad
. La novela presenta, no en
todos los casos pero si en la mayoría, diversos nudos que
algunas veces se resuelven, y otras no. Por ejemplo
"Mañana igual a un cuadro"[17] no presenta
ninguna complicación, sólo narra como Pedro Bala y
el Profesor caminan por Bahía y aprecian la belleza y lo
pintoresco de sus paisajes y cómo se encuentran a un
hombre que le da al Profesor una tarjeta para que lo llamara y
así enviarlo a estudiar Bellas Artes. El capítulo
"Como una estrella de cabellera rubia"[18] no
presenta tampoco ninguna complicación, sino que cuenta
como Pedro Bala sigue al saveiro del Querido-de-Deus en que se
llevan al cuerpo de Dora, su esposa muerta.

El final de la obra es un final cerrado, pues se
resuelve el destino de casi todos los personajes más
importantes de Capitanes de la arena.

El narrador de la obra es omnisciente, es el mismo autor
que como testigo de los hechos nos relata las aventuras de los
niños delincuentes. Amado emplea un estilo muy particular,
que mezcla el lenguaje lo vulgar con el selecto, ya que la forma
de hablar de los capitanes de la arena es muchas veces
escatológico, porque se han criado en la calle y no han
ido a escuelas y ese es el lenguaje que aprendieron:

"-¿No ven que está
llorando?

Se detuvieron un momento. Pero Volta Seca
volvió a hablar:

-¿A nosotros qué con eso? La concha no
cambia porque llore…"[19]

Pero cuando describe los paisajes de la ciudad emplea
palabras más sutiles y delicadas, casi
poéticas:

"Bajo la luna, en un viejo depósito
abandonado, los niños duermen.

Aquí estaba antes el mar. En las
grandes y oscuras piedras de los cimientos del depósito
las olas reventaban estruendosas, o lamian mansas. El agua pasaba
por debajo del puente, donde ahora los niños duermen
iluminados por un resto amarillento de
luna."[20]

"El sol dejaba caer sobre las calles una
blanda claridad que no quemaba, pero cuyo calor acariciaba como
una mano de mujer (…) Parecía que en la calle
había un perfume sutil que Pirulito sentía entrar
en su nariz y embriagarlo."[21]

En muchos casos hace repetición de sus frases.
Por ejemplo: "Decía que la libertad es el mayor bien
del mundo"
aparece en la página 208 y luego en la
209: "La celda, los presos en las celdas, la paliza,
enseñaron a Pedro Bala que la libertad es el mayor bien
del mundo
", y se hace reiteradas veces una analogía
entre el sol y la libertad: "Allá afuera, decía
la vieja canción, está el sol, la libertad y la
vida
" (p 208); y "Allá afuera están la
libertad y el sol"
y "Lo hizo por la libertad. La
libertad es como el sol. Es el mayor bien del mundo"
(p
209).

Análisis
personal

Con "Cartas a la redacción" comienza esta obra
del famoso escritor brasileño, y así se introduce
al lector en el problema en que se basa la obra, la marginalidad
de un grupo de niños que delinquen para sobrevivir. En las
cartas que aparecen se ve los contrastes de opiniones en las
voces de quienes escriben cartas que son enviadas al
periódico el "Jornale da tarde". Por un lado las
autoridades tirándose el problema unos a otros

"(…) el señor jefe de la policía se
apresura a comunicar a la dirección de ese diario que la
solución del problema compete antes al juez de menores que
a la policía" [22]

"(…) Al juzgado no le compete perseguir y apresar
a los menores que delinquen y si, en cambio, de designar el lugar
donde deben cumplir sus penas
(…)"[23]

Y por otro lado tenemos a una mujer indignada por el
trato que reciben en el erformatorio, lugar donde envían a
los niños marginados. A esta queja se suma un sacerdote
que apoya y confirma las palabras de la mujer
costurera.

Respecto del la mujer expresa:"(…)lo menos
que les pasa es recibir palizas dos o tres veces por día.
El director se la pasa borracho y le gusta ver como el rebenque
canta en las costillas de los hijos de los
pobres."
[24]

Y el cura José Pedro admite: "María
Ricardina-la costurera- tiene razón. Las criaturas en el
son tratadas como fieras, esa es la
verdad"[25]

Así se nos plantea el problema, el panorama de
lucha que se puede ver en el libro. Autoridades contra pobres. La
violencia contra el delito. En fin, el delito contra otro delito,
pues la violencia contra un niño es una falta igual de
grave quizás que robar.

En varios pasajes del libro podemos percibir la crueldad
con que las autoridades apresan a los capitanes y los castigan,
maltratándolos con profunda fascinación.
Quién tiene el más terrible recuerdo y recurrente
sueño de esto es el Sem Pernas cuando lo atormenta la
imagen de los policías zurrándolo y el tipo de
chaleco azul viéndolo mientras ríe con
descaro[26]Situación de burla similar
sucede cuando Pedro Bala es atrapado en una de sus vueltas y es
llevado a la celda de castigos en el reformatorio:

"Ahora le daban por todas partes. Chicotazos, trompadas,
puntapiés. El director del se levantó y lo
pateó, Pedro Bala cayó y no se levantó. Los
agentes hicieron vibrar los chicotes (…) Entra el
director, el bedel Ranulfo lo saludó y le señalo a
Bala. El director sonríe, se refriega las manos y se
sienta en su alto escritorio. Mira a Pedro durante unos segundos:
– Al fin…Hacía mucho tiempo que esperaba este
pájaro-

El bedel sonríe ante las palabras del
director".[27]

"Una rabia sorda e impotente le crece por dentro (a
Pedro Bala) (…) Ve la cara del malvado director.
Enterrará su puñal hasta lo más profundo de
su corazón sin remordimientos gozando (…) Pedro
Bala le abriría la cabeza. No. Primero lo pondría
en esa celda, sin darle de comer, sin darle de
beber"[28]

Como se puede ver en el fragmento anterior, los
maltratos a los chicos no los corrigen, sino que amedrenta el
odio para con sus abusadores. Desean hacerlos sufrir sin piedad y
hacerlos padecer lo mismo que ellos padecieron. Este sentimiento
oscuro que crea el maltrato no es solo para con las personas que
los lastimaron directamente, sino además contra toda la
sociedad rica de la alta ciudad, a quienes los capitanes de la
arena consideran culpables de su marginalidad. Podemos ver el
desprecio incluso con las personas que les dan amor. Es el caso
del Sem Pernas, que, como espía del grupo, era acogido por
las familias porque se compadecían de éste por su
defecto físico, lo que le causaba mayor rencor al
niño y aumentaba su deseo de venganza:

"El Sem Pernas gozaba de una gran alegría,
alegría vengativa. Porque cuando lo acogían en las
casas y le daban comida y una cama, cumplían con una
obligación fastidiosa. Los dueños de la casa
evitaban acercarse a él y lo dejaban en su suciedad. Nunca
tenían una palabra buena para decirle. Lo miraban como
preguntándole cuándo se iría (…) Para
el Sem Pernas lo aceptaban porque tenían remordimientos.
Porque para él todos ellos eran culpables de la
situación de los niños pobres. Y los odiaba a todos
con odio profundo. Su grande y única alegría era
calcular la desesperación de las familias del robo al
pensar que aquel niño a quien habían dado de comer
les había reconocido la casa
(…)"[29]

Los niños se regocijaban al vengarse de los
culpables de todos sus males. Incluso el padre José Pedro
admitía esta especie de delincuencia social:

"Joao de Adao dijo que la culpa era de la sociedad mal
organizada, que era de los ricos… y que el padre
José Pedro nunca podría hacer nada porque los ricos
no lo dejarían (…) El padre José Pedro se
había quedado muy triste ese día (…) y
contestó: – A veces pienso que (Joao de Adao) tiene
razón, que todo está mal. Pero Dios es bueno y
sabrá encontrar el remedio."
[30]

El cura en el fondo apoyaba la idea de que la culpa no
era de los niños, pero tenía la esperanza de que
sean salvados por la fe de uno de ellos, Pirulito. Él era
el único niño que deseaba ser sacerdote. Los
demás creían en santos negros de los
candomblés, como por ejemplo Ogum, Xangó y Omolu,
que había enviado la peste a la ciudad alta, pero que
descendió a la parte baja de Salvador, pero más
débil e inofensiva, pero mortal para aquellos pobres y
desgraciados.

La representación de la peste como un ataque a la
sociedad rica por parte de un santo negro es una clara muestra de
que hasta los santos consideraban a los ricos como los culpables
de la situación marginal de la parte baja de la ciudad. Y
el autor aprovecha esto para mostrar a los capitanes de la arena
como una consecuencia del egoísmo, la indiferencia y la
discriminación que tanto denuncia a lo largo del libro. Y
hace que el lector considere que los capitanes de la arena no son
delincuentes por propia voluntad y decisión, sino por
obligación, porque de otra manera no serían capaces
de sobrevivir.

"Robaban, peleaban en las calles (…) a veces
herían con navajas o puñal a hombres y
policías. Pero igual eran buenos, eran amigos uno de
otros. Hacían esas cosas porque no tenían casa, ni
padre, ni madre, porque su vida era una vida sin comida segura y
dormían en un caserón casi sin techo. Si no
hacían todo aquello se morían de hambre, porque
eran pocas las casas donde daban de comer y
vestir"[31].

Esto nos dice el autor. Esto representa las ideas que
acusan al padre José Pedro de comunista ante el
arzobispado, mientras él sólo piensa:
"¿Qué culpa tienen ellos? ¿Quién
los cuida? ¿Quién les enseña?
¿Quién les da
cariño?[32]
Se puede considerar que
quizás el autor se haya incluido dentro de la obra como el
padre José Pedro, ya que Amado fue militante comunista, y
exiliado por esta misma razón años más
tardes. Teniendo en cuenta que el libro fue escrito bajo el poder
dictatorial en Brasil de Getúlio
Vargas[33]podemos encontrar en él algunos
indicios de lo anteriormente planteado. Si Jorge Amado, o mejor
dicho su ideología está caracterizada dentro de la
obra por el sacerdote, que desea hacer algo por los pobres y
desgraciados niños delincuentes como los capitanes de la
arena, su misión de ayudarlos podría pensarse como
el equivalente en la realidad del autor a la misión o el
compromiso de denunciar en la obra todos los padecimientos y
calvarios que sufren los pobres a causa de la riquezas de otros.
Y este desprecio a la alta sociedad se puede pensar como el
repudio del comunismo al capitalismo, cuyas bases son la
acumulación desmedida del capital a costas de la
degradación y explotación de los
obreros.

Otro indicio que podemos percibir de la situación
de tensión en que se encuentra Brasil en 1937- el estado
de sitio y su inherente anulación de los derechos
constitucionales- es la violencia con que se presenta a las
autoridades policiales, que persiguen con ensañamiento a
los jóvenes ladrones sin importar las consecuencias, como
la que sucede cuando el Sem Pernas es perseguido por tres
policías y decide lanzarse del muro del elevador antes de
ser atrapado y llevado a la cárcel o al
reformatorio[34]Se puede hacer una analogía
de esto con la gobernación de la fuerza militar que hizo
abuso de su poder para torturar a los que "amenazaban" la paz
social en aquella época.

Regresemos ahora a las estrategias del autor para
convencernos de que los capitanes de la arena son buenos en
realidad, con citas como las anteriores se genera en el lector
cierta simpatía con los niños delincuentes, y hasta
comprensión o justificación de sus crímenes:
"…y a pesar de que imperaba el terror, cualquiera de esos
hogares se abriría para albergar a Pedro Bala, fugitivo de
la policía. Porque la revolución es una patria, una
familia."
[35]

Esta "inocencia" es la que el sacerdote haga muchas
veces concesiones con ellos, cubriéndolos en situaciones
peligrosas incluso para él mismo, creándole
dificultades para conseguir la parroquia que hace años
pidió a sus superiores. La gente rica lo critica, las
viudas y las mujeres beatas lo juzgan por andar con un grupo de
rateros. Estas críticas trascienden hasta llegar a las
autoridades eclesiásticas:

"(…) la viuda de Santos se quejó. Usted
ayudó a una banda de muchachones a hacerles burlas en una
plaza, más aún, incitó a los muchachos a
hacerles burlas (…) Usted hace lo que ellos quieren
(…) Transa con los robos y con los crímenes de esos
perversos (…) por lo que nos vemos obligados a no darle
tan pronto la parroquia que ha pedido (…) ¿Usted
cree que Dios aprueba lo que está
haciendo?"[36]

Aquí el autor denuncia la hipocresía de la
Iglesia, que predica amor y ayuda al prójimo pero que
castiga al hermano que se interesa por los más
necesitados. Ellos, los curas, que deberían tenerles
piedad a los pobres y desgraciados, les dan la espalda y se
recuestan y defienden a los ricos, que son los que van a diario a
la celebración y los que dejan grandes ofrendas en la
canasta. Prefieren el interés por los bolsillos abultados
de las beatas y viudas antes que la asistencia y misericordia a
quienes lo merecen.

El padre José Pedro piensa con dolor en las
acusaciones que les proporcionan, cuando sus intenciones eran
colaborar, pero como le dijo el Arzobispo, "las buenas
intenciones no disculpan las malas
acciones
[37]Pero sigue convencido de que los
capitanes de la arena son niños que necesitan de su
intervención, y hace hincapié en muchas situaciones
de que no son iguales a los demás chicos de esa edad. Los
capitanes de la arena "sabían todo, hasta los secretos
del sexo. Eran hombres aunque seguían siendo niños.
No se podía tratarlos como niños que van al colegio
jesuita (…) aquellos tenían padre, madre, hermanos,
ropa y comida"[38].
Pero a pesar de esta
adultez forzada que conoce el sexo y el tabaco, que conoce la
noche y sus movimientos, cada uno de los chicos lleva dentro de
sí a un niño oculto detrás de todo ese odio,
un niño que nunca tuvo una caricia ni el cuidado
maternal.

La niñez escondida aflora cuando el carrusel
llega a la ciudad y todos participan de él y quedan
extasiados con las luces, el movimiento y la música de la
pianola. Mientras montan y giran sobre los caballos despintados
del viejo carrusel se imaginan que son vaqueros con armas que
disparan a los demás, y todo el resto del mundo
desaparece. Lo disfrutan como todos los niños, y en esa
alegría casi felicidad inocente de niños de los
capitanes de la arena son iguales a cualquier otro chico de la
ciudad[39]

Sienten que les falta algo, no solo una cama caliente
sino también palabras maternales que hicieran desaparecer
sus temores[40]La falta de amor maternal se ve
suplida durante cierto tiempo-tal vez algo breve para tantos
años de carencia afectiva- por Dora, en quien todos ven a
su madre perdida o fallecida. Es el caso del Gato, que mientras
ella le cose un saco sobre su cuerpo

"tiene ganas de echarse en el cuello de Dora y dejar que
le cante una canción hasta quedarse dormido, como cuando
era chiquito. Todavía es un niño. En edad, porque
en lo demás es un hombre, robando para vivir (…) es
solamente un niño de 14 años con una madrecita
(…) Su felicidad es absurda (…) es como si hubiese
conservado un niñito igual a
todos"[41]

La alta sociedad les ha quitado todo, su casa, su hogar
y familia, su derecho a estudiar, a recibir amor, a jugar, a ser
un niño más. La alta sociedad "no sólo
era la culpable de la desgracia de los capitanes de la arena,
sino que además quería enviarlos la cárcel o
al reformatorio que era peor"[42].

En cierta ocasión la policía visita un
Candomblé llevándose a uno de los santos negros,
Ogum, y sienten que no sólo desean hacer desaparecer de la
ciudad a los pobres, sino que no les permiten "bailar,
cantarle a su dios ni pedirle una gracia a su dios. No se
contentan con matar a los pobres de hambre, sino que
además les sacan sus santos"[43].
Con
esto el autor quiere dejar en claro que los ricos no sólo
marginan aún más a los carecientes al negarle un
lugar, una posibilidad, y al cerrarles la puerta en la cara
metafóricamente cuando ellos en realidad piden ayuda, sino
que además quieren robarle su cultura, su herencia, su
identidad e historia de esclavitud y padecimientos, teniendo en
cuenta que los sectores más marginados y castigados de
Brasil son los sectores de población
afrodescendientes[44]

En el capítulo "Compañeros" y "Los atables
resuenen como clarines de guerra" el autor plantea cómo el
joven Bala se introduce lentamente en el mundo sindical y de las
huelgas en cuya defensa su padre pierde la vida. Aquí
Pedro experimenta gozo de la palabra "compañeros" que lo
hace pensar en que es la palabra más linda del
mundo[45]cuando Joao de Adao dice: "-Son
compañeros, compañeros- (…) Lo dice una voz
en el corazón de Pedro Bala. Es como la melodía de
una canción cantada por un negro:
-compañeros."
Jorge Amado plantea aquí que las
huelgas son "la fiesta de los pobres"[46] y que
las personas que mueren en la lucha de los derechos de sus
colegas de trabajo y de situación de clase
también[47]que se da porque existe una
clase explotadora-, son recordados con orgullo, con respeto, y
esa muerte representa una gloria, una batalla, un verdadero
sentimiento de compañerismo.

Desde su militancia comunista no es extraño
pensar en que se glorifique a quienes luchan por los derechos de
los de los trabajadores explotados en el puerto, ni tampoco que
el personaje principal de la obra y el que más nos atrapa
resulte un participante activo de las huelgas.

Jorge Amado no se ahorra ninguna descripción al
momento de narrar la miseria moral y social con la que conviven
los capitanes de la arena, es absolutamente realista, con
frecuencia irónico, muestra un profundo análisis
psicológico en esta novela, donde refleja su compromiso
político denunciando injusticias sociales, y como
Gabriela, clavo y canela; Doña Flor y sus dos
maridos
; Tienda de los milagros y Teresa Batista,
cansada de guerra.
La obra es dueña de una
autenticidad que hace pensar en que sea ésta una historia
verídica y no ficcional.

El autor procura destacar la humanidad y amistad que
existe entre estos niños que se cuidan unos a otros. Por
la ternura y crudeza que emanan de la historia, ésta no
perdió valor con el tiempo ni fue condenada al olvido
cuando nuevas obras engrandecieron la labor del autor

Capitanes de la arena constituye una bofetada para la
sociedad que invita a la reflexión, a la mirada al
interior y de la consciencia, invita a las preguntas
¿Qué hay de verdad en el libro? ¿Cuál
es la realidad que nos rodea? ¿Qué causa la
pobreza? ¿Qué hacemos para erradicarla? Al
presentar la vida de los desgraciados nos hace rever la nuestra,
nos hace apreciar cuántos bienes valorables hay a nuestro
alrededor que pasan sin embargo en nuestra cotidianeidad
inadvertidos; es el caso de la libertad, del sol, del agua del
inmenso mar que Pedro Bala añora mientras padece su
encierro en la celda de castigo con el régimen n°
3-agua y poroto[48]En esta celda el espacio es
escaso, al igual que la luz, la comodidad, el aire y la paz.
Fuera de ella está todo lo que los capitanes de la arena
quieren y necesitan: alimento, agua, la luz del sol, la libertad
de las calles, la brisa del viento, la arena donde voltearse
negritas, las negritas, los vicios, en fin, allí afuera
está le vida, Dura vida, pero libre al fin.

Cabe señalar que la obra fue censurada y quemada
en la plaza pública de Salvador. Nunca los
señoríos aceptarían reconocer esa realidad
de la que ellos son victimarios en gran medida, nunca esa alta
sociedad que representaba el poder en toda gran ciudad
capitalista miraría a los ojos de los excluidos sociales,
y siempre serán "protegidas" por las fuerzas
públicas en todas sus formas, incluso la
Iglesia.

Conclusión

Para concluir con este trabajo, me he propuesto dejar en
claro mis interpretaciones y opiniones acerca de esta maravillosa
obra que me ha cautivado de igual manera en las dos oportunidades
que tuve de leerla.

Como indicaba anteriormente en la introducción,
la madurez que el paso de los años experimenté, los
mayores conocimientos que adquirí y el aumento de mi
capacidad interpretativa me han permitido disfrutar mucho
más la obra durante esta segunda lectura, donde los
detalles que en un primer momento me parecieron irrelevantes
cobraron aquí mayor importancia para comprender la obra, y
para apreciar la belleza del estilo de Jorge Amado.

Partes: 1, 2

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