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El Contrato Social



  1. Libro
    I
  2. Libro
    II
  3. Libro
    III
  4. Libro
    IV

Libro
I

Me gustaría comenzar citando a Rousseau cuando
expresa que "el orden social es un derecho sagrado que sirve
a todos los demás
", ya que en realidad es gracias al
orden social que las sociedades pueden convivir como
tales.

Hay que tener en cuenta que la familia es la piedra
angular de las sociedades, siendo usado el concepto de familia
como un modelo originario de las sociedades políticas;
para el autor, las relaciones de poder y sus implicaciones son la
base fundamental de su enfoque acerca de las sociedades, es por
ello que se entiende que el poder por sí solo no es
más que opresión, si este no va de la mano de una
serie de deberes y derechos y esto lo indica cuando dice que
"el más fuerte nunca lo es bastante para dominar por
siempre, si no muda su fuerza en derecho y la obediencia en
obligación".

Cuando la fuerza y el desequilibrio en las relaciones de
poder se diseminan o desequilibran y devienen en aspectos como la
esclavitud, bien sea por la fuerza o por la costumbre se tiene
que destacar que como indica Rousseau de que "no hay
autoridad absoluta ni obediencia sin
límites
…", y que "las palabras esclavitud
y derecho son contradictorias y se excluyen
mutuamente
".

Ahora bien, cuando la renuncia a las libertades, se hace
de manera colectiva y en pro de la misma colectividad o de la
sociedad, tomando siempre como iguales a cada miembro de dicha
sociedad y sin divisiones, estamos frente a la creación de
"un cuerpo político" y que esos miembros de
manera colectiva se convierten en "pueblo" y de forma
individual en "ciudadanos".

Una vez que la estructura anterior está
constituida, y "el soberano" se ha instaurado a
conciencia de cada uno de los ciudadanos, estos saben que las
faltas a esta asociación, son vistas como faltas a
él mismo como parte igualitaria de un todo, estando el
soberano en la obligación de coaccionar por el bien
común a ese ciudadano para así mantener el
principio de igualdad.

Con esto el hombre como ciudadano, pone en marcha
procesos reflexivos que lo hacen ser como tal un ser social, ya
que tiene que discernir entre sus derechos naturales y sus
obligaciones como ciudadano este gana "la libertad
civil
" y "la propiedad de todo cuanto
posea
".

Libro
II

Este libro comienza con la discusión sobre el
traspaso de la soberanía y la voluntad, expresando que se
puede traspasar el poder, más no la voluntad y que cuando
se hace la voluntad de una sola persona por encima de la de todos
los demás se pierde el "cuerpo político".
Así mismo se expresa que la voluntad y la soberanía
son indivisibles.

También se expresa que la voluntad debe ser
homogénea y que no se debe dispersar; esta
dispersión está dada cuando se crean facciones de
opiniones entre los "ciudadanos" y se van agrupando en
base a esas diferencias.

Como en todo el poder tiene sus límites,
determinados por la igualdad de todos los miembros y que se
irrespetan cuando uno se sale de los mismos, es decir, se va en
contra del colectivo, se rompe el pacto.

De lo anterior se deja ver la similitud que se hace con
respecto a la vida y la muerte, pues como ente colectivo se
garantiza la vida de todos, pero cuando se va en contra de ello,
en contra del colectivo, el castigo puede llegar a ser hasta la
muerte.

Es por ello que Rousseau expresa que "es preciso que
hayan convenciones y leyes para unir los derechos con los deberes
y dirigir la justicia hacia su objeto
". En base a esto el
autor, indica que las leyes son simplemente las condiciones del
contrato social. Y estas leyes vienen a estar determinadas
precisamente por el pueblo, cada pueblo tiene sus
características y cada sistema de leyes es diferente por
ello. Cuando se habla de pueblo es vital hablar de su
extensión, debido a que es esta un factor determinante en
su administración y control.

Se ha hablado de las leyes y de los pueblos, quedando
determinada la relación entre ambos aspectos, es por ello
que se hace necesaria la división de las leyes, para que
esta relación se lleve a cabo sin problemas, es por ello
que Rousseau las divide de la siguiente manera: leyes
fundamentales, leyes civiles y leyes penales.

Libro
III

En este libro se comienza observando la balanza que
representan la fuerza y la voluntad como los elementos del cuerpo
político, determinando a la fuerza como el poder ejecutivo
y a la voluntad como el poder legislativo. El cuerpo legislativo
es el pueblo, pero éste mismo no puede ejecutar la ley por
eso se hace necesario un gobierno, un cuerpo intermedio entre los
súbditos y el soberano. Los miembros del gobierno se
llaman magistrados y el cuerpo entero lleva el nombre de
príncipe. El gobierno o administración suprema es
el legítimo ejercicio del poder ejecutivo, la
relación de los súbditos, el soberano y el gobierno
debe ser equilibrada, de lo contrario el estado caerá en
el despotismo o la anarquía, es por eso que en cada pueblo
funciona un gobierno diferente. Entre más habitantes haya
la relación del soberano aumenta en razón del
número de súbditos, cuanto más se engrandece
un estado, tanto más disminuye la libertad, de lo cual se
deriva que el gobierno para ser bueno debe ser más fuerte
a medida que el pueblo es más numeroso.

Por otra parte el soberano debe ejercer control sobre el
gobierno, los cambios en el soberano conllevan a cambios en el
gobierno, lo que lleva a la conclusión que no hay una sola
forma de gobierno. el estado existe por sí sólo y
el gobierno no existe sino por el soberano, para que éste
tenga una existencia es preciso que tenga un ser particular, una
voluntad propia de conservación, lo cual supone asambleas
y consejos para deliberar y resolver, pero en la manera de
arreglar, se debe tener en cuenta que antes de sacrificar al
pueblo se debe sacrificar al gobierno.

El gobierno puede estar compuesto de pocos o muchos
magistrados, pero entre más magistrados haya, menos fuerza
le quedará al gobierno para obrar sobre todo el pueblo,
entonces el gobierno se hace más débil. En el
magistrado hay tres voluntades distintas: una le voluntad propia
del individuo, la segunda es la voluntad común de todos
los magistrados que se orienta al gobierno, y la tercera la
voluntad del pueblo o la voluntad soberana. En una
legislación perfecta la primera debe ser nula, la segunda
subordinada y la tercera debe ser la regla a todas las
demás. Según el orden natural estas diferentes
voluntades se hacen más activas a medida que se
concentran.

Si se unen el gobierno y la voluntad propia del
individuo, la voluntad de corporación y la individual
estarán en un grado muy intenso y el gobierno de un solo
hombre sería el más activo de todos. Si se unen el
gobierno y la autoridad legislativa el gobierno tendría
siempre la misma fuerza absoluta. Cada magistrado le pone una
carga de individualidad mayor a sus actos de lo que lo hace el
soberano, la relación de los magistrados debe estar en
razón inversa a la de los súbditos, cuanto
más grande sea el estado menos cantidad de magistrados
debe haber.

Cuando hay más magistrados que ciudadanos se da
la democracia, cuando el soberano pone el gobierno en manos de
pocos se llama aristocracia y cuando se concentra todo el poder
en un solo magistrado se llama monarquía. Hay un punto en
el cual cada forma de gobierno se confunde con la siguiente y
también pude pasar que el estado se subdivida y las partes
sean gobernadas de maneras diferentes y se da un gobierno mixto.
Si el número de magistrados debe estar en razón
inversa a los ciudadanos lo estados pequeños deben ser
democráticos, los medianos aristocráticos y los
grandes, monárquicos.

El que hace la ley la sabe ejecutar pero no conviene que
eso pase porque se unen el príncipe y el soberano, quienes
deben estar separados, de lo contrario el interés general
del soberano se convertiría en interés particular.
Es muy difícil que exista una verdadera democracia porque
no es posible que todo el pueblo se reúna siempre para
todo y si se forman comisiones se cambia la forma de
administración. Un gobierno así requiere un estado
muy pequeño, sencillez de costumbres, igualdad en los
rangos y poco o nada de lujo porque la riqueza corrompe. Las
repúblicas tienen que tener la virtud como principio ya
que no hay gobierno tan expuesto a las guerras civiles como el
democrático.

Hay dos personas morales: el gobierno y el soberano y
por tanto dos voluntades: Una hacia los ciudadanos y otra
respecto a los magistrados. Las primeras sociedades se gobernaron
aristocráticamente por los ancianos, pero a medida que la
desigualdad de institución pudo más que la
desigualdad natural, la riqueza y el poder fueron preferidos a la
edad y la aristocracia llegó a ser electiva y
después se pasaban el trono hereditariamente. La
aristocracia natural conviene a los pueblos sencillos, la
hereditaria es el pero gobierno y la segunda es la verdadera
aristocracia, en la cual se supone que se eligen los mejores. El
mejor orden y el más natural consiste en el gobierno de
los sabios siempre y cuando no sea para provecho propio. Las
virtudes que exige el gobierno aristocrático, son la
moderación de los ricos y poca ambición en los
pobres, cierta desigualdad.

Un rey representa un ente colectivo, la voluntad del
pueblo, la del príncipe y la fuerza pública del
estado obedecen al mismo móvil. Pero en éste tipo
de gobierno la voluntad particular domina y busca fines
diferentes al de la pública felicidad. Los reyes quieren
ser absolutos y la mejor forma es amando a los pueblos, pero el
poder derivado del amor es precario y condicional, los reyes
necesitan poder ser malos si es necesario, su interés es
que el pueblo sea débil y miserable para que nunca pueda
resistirse. Para que un estado monárquico esté bien
gobernado, sería óptimo que la grandeza del estado
fuera igual a la del rey. El inconveniente más palpable
del gobierno monárquico es la falta de sucesión
contínua, si muere un rey, al instante se necesita otro y
las elecciones dejan intervalos peligrosos, para lo cual se han
hallado soluciones como la corona hereditaria, pero este tiene
toda clase de riesgos ya que no siempre los sucesores son
competentes, es mejor entrenar a los jóvenes para ser
reyes, enseñándoles primero a obedecer, pero la
corona hereditaria corta la continuidad ya que el gobierno real
tiene que ceñirse a los proyectos de uno u otro
príncipe y eso le quita credibilidad y fijeza al
gobierno.

No hay gobiernos simples, en la repartición del
poder ejecutivo hay siempre un sistema de grados que va del mayor
al menor o viceversa. El gobierno simple es en sí el mejor
por la sola razón de ser simple, pero las relaciones entre
el pueblo y el príncipe se pueden mejorar estableciendo
magistrados intermedios para equilibrar los dos poderes y evitar
que el gobierno abuse de su fuerza, y si el gobierno es muy
débil pueden formarse tribunales para concentrarle. Lo
bueno de los gobiernos mixtos es que ofrecen una fuerza
media.

En todos los gobiernos del mundo la persona
pública consume sin producir nada, la subsistencia la saca
del trabajo de sus miembros, el estado civil puede subsistir
mientras que el trabajo de los hombres produzca más de lo
que necesiten. Pero éste sobrante no es el mismo en todos
los países, lo cual cambia la forma de gobierno, pues el
consumo tampoco es igual y mientras más se aparten de su
origen las contribuciones públicas, más onerosas
son, es decir que los pueblos ricos son los que llevan a cabo
este circulación en poco tiempo y los tributos se van
haciendo mayores a medida que aumenta la distancia entre el
gobierno y el pueblo, de aquí que la monarquía
sólo conviene a las naciones opulentas, la aristocracia a
los estados con riqueza media y la democracia a los estados
pequeños. Además de esto las condiciones naturales
también determinan la forma de gobierno de un
país.

El gobierno hace un continuo esfuerzo contra la
soberanía y cuanto más grande este ese esfuerzo
más se altera la constitución y como no hay otra
voluntad de corporación que resistiendo a la del
príncipe se equilibre con ella, el príncipe oprime
al soberano y rompe el contrato social. Hay dos conductos por los
cuales el gobierno se degenera, cuando se reduce (cuando pasa de
un número mayor a otro menor) o cuando el estado se
disuelve, lo cual puede suceder en primer lugar cuando el
príncipe deja de administrar el estado según la ley
y usurpa la soberanía y en segundo lugar cuando los
miembros del gobierno usurpan separadamente el poder que
sólo deben ejercer en cuerpo. Cuando el estado se disuelve
el abuso del gobierno se convierte en anarquía. La
democracia degenera en oclocracia, la aristocracia en
oligarquía y la monarquía en tiranía, un
tirano es aquel que se pone contra las leyes a gobernar
según ellas.

No hay que pensar que el cuerpo político es
eterno, los hombres deben luchar por preservarlo pero no por
hacerlo eterno. El principio de toda vida política
está en la autoridad soberana, el poder legislativo es el
corazón del estado, el ejecutivo es su cerebro. No
subsiste el estado por las leyes sino por el poder legislativo y
aunque la ley de ayer no obliga hoy, las leyes que han perdurado
son más venerables, en cualquier parte en que las leyes se
debilitan envejeciendo es prueba de que ya no hay más
poder legislativo.

El soberano no tiene más fuerza que el poder
legislativo, obra por medio de las leyes y sólo si el
pueblo se encuentra congregado. No basta que el pueblo congregado
haya una vez fijado la constitución del estado sancionando
un cuerpo de leyes, no basta que haya establecido un gobierno
perpetuo o que haya proveído una vez por todas a la
elección de magistrados: además de las asambleas
extraordinarias, debe haber una fijas que no puedan ser abolidas,
por lo cual cualquier asamblea del pueblo que no haya sido
convocada por los magistrados debe tenerse por ilegítima.
No importa que en un estado haya varias ciudades, la autoridad
soberana es simple y una y no se puede dividir sin que se
destruya, pero tampoco se puede concentrar la autoridad soberana
en una sola ciudad y sujetar a ésta todas las
demás.

La codicia lleva a los estados a la ruina, cuando los
ciudadanos dejan de servir con su persona para servir con su
dinero. En un estado bien arreglado cada cual corre a las
asambleas, bajo un mal gobierno nadie quiere dar un paso para ir
a ellas porque a nadie le interesa lo que se haga. La tibieza del
amor de patria, la actividad del interés privado, la
inmensidad de los estados, los abusos del gobierno han hecho
imaginar el medio de los diputados o representantes del pueblo a
las asambleas que es lo que llama estado llano o tercer estado.
Los diputados no representan al pueblo porque la voluntad no
puede ser representada por la misma razón por la que no
puede ser enajenada, los diputados entonces no son representantes
sino sus comisarios, la ley finalmente pertenece al pueblo. Este
debe ser representado en el poder ejecutivo, que no mas le aplica
fuerza a la ley. Siendo todos los ciudadanos iguales por el
contrato social, todos pueden mandar lo que todos pueden hacer,
pero nadie tiene derecho de exigir que otro haga lo que él
no hace. Este es propiamente el derecho que el soberano da al
príncipe cuando se instituye el gobierno. Muchos han
pretendido que el acto de este establecimiento era un contrato
entre el pueblo y los jefes en el que uno se obliga a mandar y
otro a obedecer, pero este contrato sería un acto
particular de lo que sigue que no puede ser ni una ley ni un acto
de soberanía y por consiguiente sería
ilegítimo. En el estado no hay mas que un contrato, el de
asociación y éste excluye cualquier
otro.

El gobierno es instituido en base al establecimiento de
la ley y su ejecución. Para la ejecución de la ley
el pueblo nombra los jefes que se encargan del gobierno
establecido, entonces hay un acto de gobierno antes que
éste exista, hay una conversión de la
soberanía en democracia en donde los ciudadanos
convertidos en magistrados pasan de los actos generales a los
particulares y de la ley a la ejecución. Tal es la ventaja
del gobierno democrático, que puede ser establecido en el
hecho por un simple acto de la voluntad general.

El acto de la institución del gobierno no es un
contrato sino una ley. Los cambios en el gobierno deben hacerse
cuando el que está llega a ser incompatible con el bien
público. Pero los cambios en el gobierno no deben ser
producto del tumulto y la confusión sino solamente de un
acto regular y legítimo y el príncipe puede
entonces ampararse bajo la ley diciendo que está haciendo
uso de sus derechos y llamando a las asambleas para que llamen al
orden. Las asambleas periódicas son entonces el mejor
remedio para evitar esto, ya que si el príncipe impidiera
que se convocaran, se estaría declarando en contra del
estado. Estas asambleas tiene como fin la conservación del
pacto social y deben abrirse por dos proposiciones: la primera,
si quiere el soberano conservar la actual forma de gobierno, y la
segunda, si quiere el pueblo dejar la admón. del gobierno
a los que en la actualidad están encargados de ella. No
hay en el estado ninguna ley fundamental que pueda revocarse,
aunque sea el mismo pacto social, porque si todos los ciudadanos
se juntasen para romper este pacto no se puede dudar que
estaría legítimamente roto.

Libro
IV

Comenzando este libro llama la atención cuando
Rousseau expresa que "Mientras que varios hombres reunidos se
consideren como un solo cuerpo, no tienen sino una sola voluntad,
que se refiere a la conservación común y el
bienestar general. Entonces todos los resortes del Estado son
sencillos y vigorosos; sus máximas son claras y luminosas;
no existen intereses embrollados no contradictorios; el bien
común se muestra evidente en todas
partes
…".

Es sumamente necesario que el hombre, como parte del
pueblo, ejerza su derecho al voto, lo cual dará paso a la
existencia del estado de derecho, lo que lo legitimará,
pudiendo entonces existir sin ninguna restricción . Para
la elección hay que asegurar que todo el
universo del pueblo esté presente en las
elecciones.

Rousseau cita a los comicios romanos en este cuarto
libro indicando que "…las tribus de la ciudad que estaban
más a la mano fueron a menudo más fuertes en los
comicios, y vendieron el Estado a los que compraban los votos de
la canalla que componían aquella
.". Se describe la
forma de organización comunal que tenían los
romanos a fín de tener los comicios mas organizados de la
época, así se organizaban den curias, decurias,
centurias y cantones… Era interesante
las técnicas de voto como el secreto y publico,
sus pros y contras, además que aun allí ya
existía que los votos se vendían y así se
compraban y vendían decisiones y consciencias… este mal
ya era realiadad en aquellos días, a hoy esto se a
refinado muy técnicamente, pero tienen al mismo y
desagradable personaje, el cual no es otro que el
hombre.

En cuanto al cuerpo tribunalicio, es indispensable
destacar que este actuara según el poder de la lay y en
base a la constitución, siendo imparcial con esta, citando
al autor tenemos que expresa "Este… tribunado, es el
conservador de las leyes y del poder legislativo. Sirve algunas
veces para proteger al soberano contra el gobierno,… otras para
sostener al gobierno contra el pueblo… también para
mantener el equilibrio de una parte y de otra,…" "Es
mas sagrado y reverenciado, como defensor de las leyes,
que el príncipe que las ejecuta y el soberano que las
da
."

Es muy interesante como se define y se justifica un
gobierno dictatorial, cuando se expresa que estos son necesarios
para el saneamiento del sistema y para evitar que se resquebraje
el gobierno como tal y lo que representa. Son sistemas de
gobierno de vida sumamente cortas y que deberían de
sucumbir en poco tiempo, luego de haber saneado aquellos males
que lo originaron.

Así también se hace interesante el hecho
de la censura, pues por todo lo que se ha visto hasta ahora
acerca de la voluntad popular en comunión como forma de
gobierno conformando el pacto social, si se habla de censurar al
gobierno o a cualquiera de sus partes, se habla de
autocensurarse, aunque en tal caso serviría para la
prevalescencia de las buenas opiniones y costumbres.

 

 

Autor:

Eladio Román Urbina
Tortolero

 

Agosto de 2010

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