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Divorcios entre cristianos desde una reflexión ética y bíblica




Enviado por Luis Eduardo Cantero



  1. Los Pastores y los
    creyentes de la comunidad: la Biblia
  2. El divorcio
    según el Antiguo Testamento
  3. El divorcio
    según el Nuevo Testamento
  4. El divorcio en la
    historia de la Iglesia
  5. El divorcio en la
    Iglesia de la Reforma
  6. El divorcio en la
    Iglesia de hoy
  7. Referencias
    bibliográficas

El tema del divorcio ha generado muchas dificultades
entre los lideres, pastores y creyentes. Algunas iglesias
cristianas evangélicas se han negado abordar el problema,
debido a su marco fundamentalista teologico y biblico, que no
permite el diálogo con otras ciencias del conocimiento,
pues han tratado de mantener su doctrina "pura", libre de
cualquier contaminación. Según ellos, la teologia
debe estar sometida a la Palabra, cosa que estoy de acuerdo.
Pero, la Biblia misma esta construida por varias culturas,
pensamientos filosóficos, teológicos, etc. Otras,
en cambio, han tratado el tema y han elaborado una serie de
estudios sobre el mismo. Han reflexionado desde la perspectiva
ética juridica en diálogo con las ciencias
bíblicas y teológicas para asumir una pastoral con
los afectados.

El objetivo de este artículo no solo es para
"aclarar la posición bíblica del divorcio y como
ésta ha sido interpretada a través de la historia
de la Iglesia. Sino también aportar luz para una posible
"posición de la Iglesia hoy frente a la
problemática del divorcio". Las premisas que surgen de
este tema son: ¿es permitido el divorcio desde el punto de
vista bíblico? ¿Se permite a una persona divorciada
casarse de nuevo? ¿Un pastor puede divorciarse y volverse
a casar?, estas son preguntas difíciles de responder,
porque decir algo sin tener en cuenta a las personas dentro de su
contexto y situaciones difíciles, es tratar de valorar las
normas éticas cristianas morales.

Nuestra posición ética y desde el
evangelio debe seguir el modelo de Jesús que no se reduce
a una serie de normas morales. Tampoco debe tener principios ni
prejuicios sino seguir a Jesús. Esta debe ser nuestra
dinámica, porque a Jesús, dice Paul Lehmann, ha de
seguírsele dentro de realidades históricas y
cambiantes. El Apóstol Pablo era consciente de esto.
Nuestro Apóstol respondía a las diferentes
situaciones que surgían en la comunidad cristiana, trataba
el problema no con principios normativos sino con consejos
concretos, prácticos basados en su propuesta
teológica: Libertad, gracia y comunión." Esto nos
lleva a preguntarnos individualmente: ¿Qué debemos
hacer como miembros de la iglesia del Señor?
(1)

 Ahora bien, como lideres, pastores y creyentes,
miembros de la iglesia del Señor, que vivimos el problema
en nuestras comunidades cristianas latinoamericanas, sentimos la
necesidad de abordar el problema y dar respuesta a todas estas
preguntas. Dejando de lado, el subjetivismo doctrinario, nuestras
propias interpretaciones teologales y bíblicas; nos
acercamos al problema desde una ética inclusiva y guiada
por el evangelio enseñado por Jesús, que nos
llevará a ejercer una pastoral inclusiva sobre el tema del
divorcio. Esto no quiere decir que "no ignoramos las diferentes
controversias que genera este tema entre nosotros y las diversas
maneras de encararlo." (2) Por lo general, siempre intentamos
abordar el problema desde una reflexión bíblica
para llegar a una postura acorde a nuestros principios. Es por
ello, que quiero partir desde el experto (Pastor, biblista,
maestro) en el manejo de los textos bíblicos y el lector
común (los creyentes y el público en general) de la
Biblia.

Los Pastores y
los creyentes de la
comunidad: la Biblia

Han de Wit, en su reciente libro titulado Por un
solo gesto de amor. Lectura de la Biblia desde una
práctica intercultural,
nos comparte un modelo de
interpretación intercultural, de una nueva forma de leer
la Biblia y de cómo el encuentro entre expertos y lectores
comunes de la Palabra de Dios pueden tomar forma de una manera
profunda y enriquecedora (…). Una práctica en la
que la confrontación es organizada y en la que la pregunta
esta abierta al diálogo entre experto y lectores comunes.
Tomar conocimiento de cómo el otro, en su contexto y en su
cultura, lee ese mismo texto que yo mismo leo, pienso y
reflexiono sobre x problema. Estas lecturas e interpretaciones
individualistas, literalista y fundamentalista han ido socavando
el verdadero valor del texto. Por ende, la propuesta del libro de
Hans De Wit es tener una ética interpretativa de los
textos bíblicos, esto nos ayudará a cambiar esos
"modelos interpretativos unilaterales y fundamentalistas de
lectura de la Biblia. (3)

Con respecto a la Biblia, nuestro autor en
consideración (De Wit), dice: "La Biblia es un libro que
contiene una tradición ético – religiosa (tal como
lo desarrolla en las páginas de su libro bajo la mirada
del gran teólogo y filósofo Emanuel Levinas), es un
libro que también quiere entenderse y llegar a ser
operativo en la actual situación de globalización y
finalmente quiere expresarse sobre la profunda asimetría
que caracteriza nuestro mundo." (4)

Hemos aprendido como estudiosos de este libro valioso
hacer uso de ella, aprendimos a usar la exegesis como herramienta
para comprender el sentido de los textos bíblicos. Es
decir, es llegar a involucrarnos en el pensamiento del autor, lo
hacemos desde un rigor ético y sagrado que nos lleva a
buscar una respuesta correcta a los problemas existenciales de
hoy. Esos problemas existenciales que vivimos hoy son: el
divorcio, las convivencias de parejas antes del matrimonio, la
política y la ley de matrimonios gays, y otros que no
hemos tratado acá por tiempo y espacio. Pero, que con el
transcurrir de nuestro quehacer pastoral necesitan ser abordados.
Es bueno, recordar que el acumular conocimiento especializado
como bíblico y que no aporte nada al diálogo, que
no logra una vida transformada para todos entonces es
inútil. (5) Por ende, estamos desafiados desde la
ética y del evangelio a buscar una respuesta a esos
problemas y preguntarnos: ¿Qué puedo aportar a la
práctica de los que hacemos uso de la Biblia y en que
manera podemos ser catalizadores en los procesos de
transformación social? (6)

Antes de responder a estas preguntas, quisiera que
hagamos una relectura histórica de cómo ha sido
abordado el problema del divorcio, que nos sirva para "aclarar
nuestra posición hoy frente al problema. Comenzaremos
definiendo que "el divorcio es la ruptura del vínculo
afectivo del amor que unía a una pareja." Ahora pasamos a
mirar el divorcio según la perspectiva del Antiguo
Testamento.

El divorcio
según el Antiguo Testamento

Desde la ruptura de la primera pareja con Dios, el ser
humano se vio en la necesidad de "ordenar a la sociedad, a los
grupos humanos regular las relaciones entre las personas creando
leyes que regulan la unión del hombre con la mujer
(matrimonio), así como la separación de
éstos (divorcio)." (7) Es por esa razón que
Moisés crea unas normas legales para reglamentar una
práctica que existía desenfrenadamente
(Deuteronomio 24:1-4). Una forma para frenar esta práctica
era evitar el divorcio. Pero, la repudiada tampoco podía
contraer matrimonio. Tampoco, ellas podían divorciarse del
varón, pues la ley solo le permitía a los hombres
poder divorciarse de las mujeres no importaba si fueran
nacionales o extranjeras, como vemos en Esdras 10. Como la mujer
no tenia estatus social, se sentía como un objeto, que
contradicción tenía más valor un animal que
ella. Incluso, se le exigió a los "sacerdotes no casarse
con mujeres repudiadas." (Levíticos 21:7,14).

El libro de levíticos en el capitulo 18 contiene
normas legales en cuanto a la unión conyugal; y en el
libro de Deuteronomio, capitulo 24: 1 – 4, encontramos algunas
normas legales que regulan el divorcio. Pero, si observamos los
capítulos que le presiden se nota que el pasaje sobre el
divorcio se encuentra dentro de una sección normativa que
regula y protege al débil y al abusado, ver Deut. 23: 16 –
25: 19. Bravo, dice que la prohibición para volverse a
casar, después de haber sido despedida por su marido
(divorciada). Pero, el versículo que le sigue le da
libertad a la mujer divorciada a volverse a casar. El problema
surge cuando la mujer al casarse por segunda vez, su segundo
marido la despide o se muere (v. 3); su prohibición surge
con el primer marido, si se casa con él se vería
mal dentro de la sociedad androcéntrica y sexista de la
colectividad de varones. Pensar que solo ella generaba impureza o
un acto repugnante ante Dios, es considerar que el texto ha sido
construido en una estructura excluyente machista. Por eso,
considero que el divorcio "era ajena a la cultura hebrea y
judía." (8) Dios aborrecía la práctica del
divorcio según Malaquías 2: 15 – 16. Aquí el
consejo radica en el hombre, pues, les llama la atención a
los hombres a cuidar de "la promesa que le hicieron a la esposa
de su juventud." Y concluye, no sean infieles; pues yo aborrezco
al que se divorcia de su esposa y se mancha cometiendo esa
maldad." V. 16: el énfasis esta puesto en el hombre y no
en la mujer.

El divorcio
según el Nuevo Testamento

La ética del Nuevo Testamento apunta a dos
aspectos importantes, sobre el contenido de su pensamiento y el
comportamiento de la comunidad cristiana primitiva. Hacer esta
relectura de esta ética novotestamentaria "es hacer una
reflexión retrospectiva del pensamiento y comportamiento
de los cristianos de su época para encontrar elementos que
nos sirvan para ayudar a transformar nuestro mundo en crisis de
valores." (9) Algunas teologías e iglesias no satisfacen
del todo las necesidades de su gente en su contexto, pues lo
dejan a merced de la gente o en algunos casos lo espiritualizan
demasiado, que los llevan a excluir o condenar a los que se
divorcian. Siguen el pensamiento legalista, pero se olvidan de
que el pensamiento y el comportamiento en la vida debe ser
según el modelo de Jesús.

Nuestro señor Jesucristo era consciente de las
desigualdades sociales entre el hombre y la mujer. Pues, Su Padre
habría creado a ambos géneros en condiciones
igualitarias (Gen. 1: 27 – 29). Su defensa por el género
femenino ha sido, en términos latinoamericanos liberadora,
porque pone fin, no solo al machismo de su época, sino de
todas las épocas de la existencia humana, destruye el
poder demoledor del sexo y del eros, del esclavismo, del
egoísmo, del deseo de posesión y del sentido de
objeto de propiedad de la mujer. Es decir, la mujer vuelve al
estado original por lo cual Dios había creado a la mujer.
(10)

Por eso, Jesús en una oportunidad fue confrontado
ante dos escuelas rabínicas: Hillel y la Sammai. La
primera sostenía que el varón podía
divorciarse de su mujer por cualquier motivo. Y la segunda,
afirmaba que solo habría divorcio por inmoralidad sexual,
y permitía al esposo (no la esposa) el divorciarse y
casarse de nuevo. Ver Marcos 10: 1 – 12; Mateo 5: 31 – 32; 19: 3
– 9 y Lucas 16: 18. De esta manera, la respuesta de Jesús
es aclarar la intención original del matrimonio, una
relación indisoluble, Dios los había creado para
ser una unidad en si misma, el uno para el otro, en el
vínculo del amor, no son dos si no uno según Marcos
10: 6 – 9. De ahí, que el divorcio no tiene lugar, ya que
éste es una herramienta jurídica favorable al
varón y no a la mujer, pues no tenían estatus
social, lo único que les permitía ser respetada por
la sociedad varonil era el matrimonio. Es por ello, que
Jesús ve que la prohibición del divorcio viene a
ser un instrumento de protección jurídico para la
mujer y la familia, y asume su radicalismo en la defensa no solo
de la mujer sino de la familia. (11)

Esta línea de pensamiento es seguida por el
apóstol Pablo y los primero cristianos, aunque a veces
pareciera que se contradice en su apreciación al rol de la
mujer, que encontramos en la Cartas a los Corintios, en especial
1 Cor. 7: 10 – 17, hay una serie de prohibiciones con respecto al
matrimonio, que nos interesa en esta ponencia, que resumo
así:

  • Mujer no se separe del marido y si se
    separa quédese sin casar

  • Maridos no abandonar a la
    mujer

  • Mujer no abandonar a esposo
    inconverso

  • Esposo no abandonar a esposa
    inconversa

  • Licencia a separarse si el conyugue
    desea separarse

Sin embargo, Pablo sigue el pensamiento de su maestro
Jesús, quiere proteger a la mujer y a la familia, su
postulado fundamental es que en Cristo las fronteras desaparecen,
las etnias, las culturas, las ideologías, por eso afirma:
que en Cristo ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay varón ni mujer; porque todos somos de
Cristo Jesús (Gal.3:28). Este aspecto debemos tener en
cuenta cuando hacemos exegesis e interpretamos los textos, de la
misma forma en su aplicación hoy.

El divorcio en la
historia de la Iglesia

La iglesia en los primeros siglos se nota un fuerte
énfasis antidivorcista. Había una pluralidad de
criterios interpretativos sobre posibles excepciones. Por lo
general, el divorcio era rechazado por Atenágoras, quien
consideraba un segundo matrimonio como un adulterio decente,
según su interpretación de Mt 19: 9, "no
permitiendo abandonar a aquella cuya virginidad uno deshizo, ni
casarse de nuevo. El que se separa de su primer mujer, aunque
hubiera muerto, es un adultero encubierto, pues traspasa la
indicación de Dios, ya que en el principio creó
Dios un solo hombre y una sola mujer." (12) Hermas y Clemente de
Alejandría.

Otro grupo permitía el divorcio en caso de
inmoralidad sexual. San Jerónimo, afirma: "Mandó el
Señor que no se repudie a la mujer, excepto por
razón de fornicación, y de haber sido repudiada, ha
de permanecer innupta, ahora bien, lo que se manda a los varones,
lógicamente también se aplica a las mujeres. Por lo
que no seria lógico repudiar a la mujer y tener que
soportar al marido. "El que se une con una ramera, se hace un
solo cuerpo con ella (1 Cor. 6: 16) luego por el mismo caso, la
que se une con un disoluto, se hace con él un solo cuerpo
(…), entre nosotros lo que no es licito a la mujer,
tampoco es licito al varón. Podría más
fácilmente ser aceptado contraer una especie de sombra del
matrimonio, que vivir como ramera bajo la gloria de ser mujer de
un solo marido." (13)

Por lo anterior, nos da la sensación que para
Jerónimo la idea de ser un adultero es tan terrible, que
prefiere en última instancia que esa persona se case por
segunda vez. El ve en el divorcio y el segundo matrimonio, no una
solución sino un mal menor, entre dos males, que bajo toda
circunstancia no tendría aprobación divina de
ninguna manera. La posición de Agustín con respecto
al divorcio, se debía a su vida turbulenta del pasado,
pues sostenía que "Dios bendijo el matrimonio, si la
esencia de éste consiste solo en la unión sexual
del hombre y la mujer, idéntica es la esencia en los
adúlteros y en los casados, pues, en los dos existe
unión sexual; y si esto es absurdo, la esencia del
matrimonio no consiste solo en la unión sexual (…).
Pero, hay otra cosa que pertenecen formalmente a las nupcias; y
por ello, el adulterio se distingue del matrimonio, como son la
fidelidad conyugal, el cuidado procreador ordenado, y lo que
constituye una radical diferencia, es un buen uso del mal, es
decir, el buen uso de las concupiscencia de la carne, pues de
este mal los adúlteros hacen mal uso." (14) Podemos decir,
que el divorcio por lo general estaba asociado con el adulterio,
este se constituía como la única causa del
divorcio.

En la iglesia de la edad media, la posición esta
dividida, por un lado la iglesia católica de Roma era muy
rigurosa y por otro lado, la iglesia griega (Constantinopla)
dentro de sus normas había excepciones y concesiones para
permitir el divorcio en algunos casos. Con respecto al divorcio,
Santo Tomas sigue los lineamientos de Jerónimo y
Agustín a que el uso del sexo debe ser restringido al
matrimonio, cuando el propósito que lo impulsa es el de la
procreación y da entender que una relación sexual
que busque otro fin se convierte en una relación
pecaminosa que no ayuda a cultivar la vida espiritual cristiana.
Con respecto al divorcio, dice: "en cualquiera de los casos,
dígase fornicación o adulterio, queda en manos de
los cónyuges el tomar una determinación respecto a
su separación, de uno u otro modo la posibilidad de
contraer matrimonio por segunda vez queda prohibida, ya que el
consorte que se casa de nuevo incurre en pecado de adulterio,
mientras su cónyuge viva." Otra causa, que esta de acuerdo
Tomas es el no pagar el débito conyugal es causa de
separación, pero impide que se vuelvan a casar por la
razón antes dicha (15). En Europa occidental el
antidivorcismo iba en aumento. (16)

El divorcio en la
Iglesia de la Reforma

Los reformadores por lo general estaban de acuerdo con
el divorcio, solo en caso de inmoralidades sexuales y por
abandono injustificado del hogar. Por ejemplo, Martin Lutero
afirmaba que el divorcio debía ser aplicado en caso de
adulterio, y sugería a las autoridades civiles castigar
con pena de muerte al adultero, "por eso mandó Dios en la
ley que los adúlteros fuesen apedreados". Otra forma de
divorcio es cuando uno de los cónyuges se niega al otro;
es decir, no hay relación sexual entre ellos, lo esquiva y
no permanece a su lado (17).

La reforma de Lutero permitió romper el velo de
la indisolubilidad del matrimonio, porque:

"Esto significó la reaparición de la
institución en las naciones que abrazaron el
protestantismo, las cuales fueron incorporándola a sus
legislaciones. Las teorías acerca de la naturaleza
contractual del matrimonio, propugnadas por los filósofos
racionalistas del XVIII, se fueron abriendo paso paulatinamente e
impregnaron la legislación positiva de países
tradicionalmente católicos. Así, el parlamento de
Prusia (Landsrecht) lo admitió ampliamente en 1794, dos
años después de que en Francia se promulgase la ley
de 20 de noviembre, que constituye el principal antecedente de
los sistemas modernos. En su texto se fundamenta la
admisión del divorcio en la necesidad de proteger el
derecho a la libertad individual de los cónyuges, que debe
existir tanto para establecer el vínculo como para
romperlo. Esta regulación pasó más tarde al
Código de Napoleón, que influyó
decisivamente en el resto de los ordenamientos europeos. Tan
sólo se mantuvo vigente la indisolubilidad del matrimonio
en países cuyas normas estaban basadas en la doctrina de
la Iglesia Católica (….) (18)

El divorcio en la
Iglesia de hoy

Hoy "el divorcio está plenamente admitido e
incorporado en la legislación de la mayor parte de los
países protestantes" (19) y católicos, ésta
solo lo admite en caso de adulterio, se recurre a la
anulación. Al respecto, Waldo Beach, dice:

"Con respecto al bien y el mal, los aciertos y errores
de un divorcio, hay que mirar, por debajo de la maraña de
sutilezas legales, las cuestiones éticas que subyacen a la
ley. La posición tradicional de la Iglesia Católica
Romana como de la derecha religiosa, es que el divorcio es
moralmente malo. Porque, para la Iglesia romana el matrimonio es
un sacramento, celebrado por la iglesia, y por ende es
indisoluble. Por lo tanto, las personas divorciadas que quieren
seguir estrictamente los dictámenes de la fe
católica no pueden lograr un segundo matrimonio bendecido
por un sacerdote. Por supuesto, un matrimonio católico
puede ser anulado de forma automática por el tribunal de
la Sagrada Romana, con procedimientos largos y complicados, si
hay pruebas suficientes de que las condiciones esenciales del
matrimonio no eran válidas en el momento de la
celebración queda anulado (20).

En cambio, la iglesia evangélica latinoamericana,
quien ha sido la defensora del matrimonio y la familia, vive este
problema y ha surgido desde adentro de los muros inquebrantables.
Pastores, líderes y demás han vivido esta
experiencia, otros han conocido al Señor en convivencias
de parejas. Han tenido que reflexionar sobre sus accionar hacia
estos casos, cosa que ha dividido al pueblo evangélico en
grupos que solo aceptan el divorcio por cuestiones inmorales:
adulterio, adicción a pornografías, entre otros
(iglesias conservadoras, fundamentalistas y renovadas). "Muchos
protestantes conservadores, asegura Beach, se oponen al divorcio
sobre la base de la prohibición bíblica atribuida a
Jesús (Marcos 10: 11 – 12), que establece que aquel que se
divorcia de su propio cónyuge comete adulterio. [En otros
pasajes de los Evangelios encontramos una excepción: el
adulterio]." (21).

Otra posición, más abierta, acepta el
divorcio por cualquier causa inmorales o por deseo de los
contrayentes. Dentro de estos grupos hay una gran diversidad de
opiniones en cuanto a los divorciados. Algunos consideran que el
divorcio debe ser tratado como cualquier otro pecado. Incluso
toman al pie de la letra 1 Timoteo 3: 2, 12 y Tito 1: 6. Y se
preguntan ¿deben ejercer ministerios las personas
divorciadas? ¿Pueden contraer nuevas nupcias? Alan Walker,
respondería a estas preguntas diciendo: 

"(…) Jesús repudiaba las respuestas legalistas
a todas las preguntas. Y así lo hizo con el divorcio.
Elevó toda la cuestión al nivel de los grandes
principios morales, espirituales y humanos…A la luz de su
comprensión, firmeza y simpatía,
¿cómo aparecen las actitudes de la Iglesia moderna?
No encuentro apoyo para la "línea dura" adoptada hacia el
divorcio y el nuevo matrimonio por algunas de las grandes
iglesias del mundo (…)" (22)

 Hoy los problemas sociales que vive
nuestra sociedad como la globalización, el desempleo, la
inseguridad, la pobreza, la exclusión, etc., afectan de
una manera sorprendente las relaciones humanas, en especial la
familia. La iglesia cristiana como esposa de Cristo "se encuentra
frente a disyuntivas críticas: la atadura de la ley
(social o religiosa), o la libertad de Dios en la
expresión del amor y de la reconciliación."
Continúa diciendo Bravo: La situación del pecado
social e individual en que vive el ser humano nos debe llevar a
preguntarnos como miembros del cuerpo de Cristo: ¿es
cristiano negar la realidad del divorcio en nuestra sociedad y en
la iglesia, imperfectas aún? ¿Es cristiano demandar
que las personas vivan en relaciones quebradas y adulteradas por
un "amor" diluido, manteniendo una relación de apariencia
y negando el "vivir en paz como nos llama el Señor"?" (23)
Antes de responder, deberíamos considerar las palabras de
Severino Croatto & Pietrantonio:  

"Una ley de divorcio de por sí no genera
permisividad; todo lo contrario, puede profundizar los lazos del
amor cuando es real. Mantener la indisolubilidad por ley es una
coacción externa, creadora de hipocresía. El amor
está en la pareja y no necesita una presión de
afuera para sostenerse. La ley regula otros aspectos del
matrimonio que resultan socialmente de aquella opción de
formar pareja. Con una ley de divorcio habría más
coherencia entre el amor real y su expresión legal.
Incluso, la posibilidad de la disolución del
vínculo -que se supone no es por cualquier motivo- debe
suscitar en la pareja una profundización y no una
banalización de sus relaciones de amor." (24)

 Estoy de acuerdo con
Bravo, cuando considera que "el adulterio no resulta como
consecuencia del divorcio. También, puede haber adulterio
en una relación conyugal, cuando la relación de
pareja está rota – ya hay pecado. "Puede haber algunos muy
puros sexualmente, y que ya no aman, y entonces la unión
está rota" (25). Por lo tanto, están en pecado de
adulterio, aunque vivan juntos como marido y mujer, cumpliendo
con la ley." (26) No queremos hacer del divorcio un motivo de
regocijo, pues es algo serio que conlleva una serie de
problemas… Si usted sufre, todo el cuerpo de la iglesia
sufre, como lo afirma Pablo en 1ª Cor. 12:
26ª).

Toda relación que emprendemos con alguien,
siempre nos une el amor, cuando el amor se muere todo se acaba,
no hay vuelta a tras. Por eso, tanto la iglesia como la pastoral
necesitan tener en cuenta esto, más que seguir
farisaicamente una ley por muy bíblica, debemos saber que
solo el amor va a permanecer unido esa relación. Dios es
amor, lo que él unió en amor de
identificación mutua, ningún género humano
lo separe. Luego entonces, podemos sostener que lo que Dios no
une en amor, al romperse éste vínculo que es la
metáfora de la identificación, que lo separe la
persona.

De esta manera, no existe ningún indicio
bíblico que el matrimonio fuese establecido como una
institución divina o sacramento religioso. De esto estaba
seguro Juan Calvino, fue el primer teólogo reformado, que
afirmo que: "Si bien todos admiten que ha sido instituido por
Dios, a ninguno se le ocurrió que fuera sacramento, hasta
el tiempo del papa Gregorio VII. La ordenación de Dios es
buena y santa, pero también los son los oficios de
labradores, albañiles, zapateros y barberos, los cuales,
sin embargo, no son sacramento, porque no solamente se requiere
para que haya sacramento que sea obra de Dios, sino que
además es necesario que exista una ceremonia externa,
ordenada por Dios, para confirmación de alguna promesa,
ahora bien, que nada semejante existe en el matrimonio."
(27)

El termino sacramento significa recordar lo sagrado.
Todos sabemos que lo único sagrado es Dios; por lo tanto
podemos afirmar que el matrimonio como acto de celebración
entre una mujer y un hombre, nos recuerda la presencia del amor
entre los cónyuges, que Dios ha formado en su
creación, identificado en ese amor: "eres huesos de mis
huesos y carne de mi carne." En este sentido, el matrimonio ha
sido instituido por Dios mismo, según Calvino, para
beneficio del género humano y mejor organización de
la sociedad, la estabilidad matrimonial y familiar para la
edificación mutua en la iglesia (28).

Después haber reflexionado sobre el tema, desde
una perspectiva histórica, teniendo en cuenta la
posición teológica de cada época en
particular, llegamos a la conclusión que el divorcio es un
problema antiguo, ha estado en toda la historia del pensamiento
humano. Moisés tuvo que legislar sobre este problema. Mas
tarde, Jesús tuvo que enfrentarlo como una cuestión
moral. Infortunadamente, dice Alan Walker, el Nuevo Testamento
parece poner en boca de Jesús dos respuestas diferentes.
Una la encontramos en Marcos 10: 1 – 12 y la otra en Mateo 19: 1
– 12; basar la actitud de Cristo hacia el divorcio en Marcos o en
Mateos me parece un error. Jesús solo repudiaba las
respuestas legalistas a todas las preguntas. Así lo hizo
con el divorcio. Elevó toda cuestión al nivel de
los grandes principios morales, espirituales y humanos. En todos
los dichos de Jesús sobre el divorcio, reconoce el
divorcio de Moisés con grandes limitaciones y el pecado
humano hace que el divorcio sea casi inevitable. Por ende, el
divorcio no es un impedimento para que la persona divorciada
reciba el perdón y recibir la salvación de la vida
eterna que Cristo le ofrece.

A la luz de la practica de Jesús de su
comprensión, firmeza y simpatía, analicemos
nuestras prácticas pastorales y eclesiales con respecto de
cómo hemos abordado este problema mayúsculo,
¿cómo aparecen las actitudes de la iglesia
moderna?, se pregunta Walker, y responde: "no encuentro apoyo
para la "dura" adoptada hacia el divorcio y el nuevo matrimonio
por algunas de las grandes iglesias del mundo (29).

Creo que de alguna manera, Jesús sin debilitar el
valor divino del matrimonio, ofrecía los ministerios de su
gracia en el servicio del matrimonio y comunión a aquellos
que "por la dureza de sus corazones" hubieran fallado y pecado.
Por manchado y sucios que estemos, él nos ama, vino a esta
tierra a morir por ellos y a rehacer sus vidas para que le sigan
sirviendo, ellos son los marginados y excluidos de los sistemas
legalistas que pululan en las iglesias que condenan y hacen
sentir mal a cualquier divorciado. A estas iglesias se les olvida
que el amor de Jesús es más transcendente que la
ley, su amor pudo más que la ley.

Hacer este aporte desde la ética teológica
y del Evangelio al quehacer teológico y a la pastoral de
nuestras iglesias evangélicas latinoamericanas es
importante para ir derribando paredes y cielos de bronces. Pero
creo, "que tal vez la respuesta más útil de
nuestras comunidades eclesiales es la práctica de la
medicina preventiva. Es decir, no la prohibición del
divorcio, sino una guerra ofensiva contra las fuerzas centrifugas
de la sociedad, destructiva para la unidad familiar
monógama, a través de programas y terapias que
fortalezcan los lazos familiares de amor a la familia, de manera
que cada vez menos personas lleguen a divorciarse."
(30)

LUÍS EDUARDO CANTERO, es Administrador de
los Recursos Eclesiástico, Universidad Nazarena de las
Américas de San José, Costa Rica. Licenciado y
Máster en Teología de la Universidad
Evangélica Martin Luther King de Nicaragua. Licenciado en
Sagrada Teología y Magister en Teología pastoral
del Instituto Superior de Teología "CEIBI", España.
Especialista en Diseño de Ambientes de Aprendizaje de la
Universidad Minuto de Dios, Medellín, Colombia. Doctor en
Filosofía, Laúd Hall Seminary, EE.UU. Pastor
bautista y docente universitario.

Asesora y Dirige el programa a distancia del Seminario
Teológico ISETI. Actualmente es Doctorando del
Departamento de Historia de la Iglesia del Instituto
Universitario ISEDET, Bs. As. Argentina. Ha publicado los
siguientes libros: ¿Para que sirve la Filosofía a
la Teología cristiana?, Pastoral sobre la familia: Un
proyecto de educación familiar y matrimonial,
¿Grupos religiosos? ¡Tenga cuidado! Un
análisis a las prácticas y métodos de las
sectas, ingresa al link:
http://www.lulu.com/spotlight/luisecantero

www.transformandovida.visitame.es

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Referencias
bibliográficas

(1) Paul Lehmann, La ética en el
contexto cristiano,
Montevideo: Editorial Alfa, 1968, p.
141.

(2) Jorge Bravo – Caballero, El divorcio en
la iglesia metodista, 2010.

(3) Han de Wit, "Contraportada", en Por un solo
gesto de amor. Lectura de la Biblia desde una practica
intercultural,
Buenos Aires: Instituto Universitario ISEDET,
2010. Este libro es producto de las conferencias ofrecidas por el
autor en la Cátedra Carnahan del Instituto Universitario
ISEDET en Buenos Aires, Argentina.

(4) Ibíd., p. 119

(5) Ibíd., p. 121

(6) Ibíd., p. 119

(7) Jorge Bravo – Caballero, El divorcio en la iglesia
metodista, op., cit.

(8) Goodman, Phillip & Hanna, Jewish Marriage
Anthology
, Jewish Pub. Society: Phil, 1965, p.
294.

(9) Bravo – Caballero, Op., cit.,

(10) Jorge Bravo, "El rol de la ética en el Nuevo
Testamento", en Apuntes teológicos, [Consultado:
28 – 03 – 11]:
http://www.angelfire.com/pe/jorgebravo/etica.htm

(11) Había un fuerte grupo de judíos que
rechazaban todo tipo de divorcio y nuevos matrimonios

(12) José Vives, Los padres de la iglesia,
Textos doctrinales del cristianismo. Desde los orígenes
hasta San Atanasio,
Barcelona: Herder, 1982, p.
91.

(13) San Jerónimo, Cartas de San
Jerónimo I,
Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos,
1962, p. 169

(14) Miguel Laneros y otros, Obras completas de San
Agustín,
Madrid: Ed. Católicas, 1977, pp. 88 –
94.

(15) Tomas de Aquino, "Tratado sobre el orden y el
matrimonio, en Suma Teológica de Tomas de Aquino,
T. XV, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1995, p.
16.

(16) Tomas de Aquino, "Tratado sobre el orden y el
matrimonio, en Suma Teológica de Tomas de Aquino,
T. XV, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1995, p.
16.

(17) Ricardo García Villoslada, Martin Lutero
I, El fraile hambriento de Dios
, Madrid: Biblioteca de
Autores Cristianos, 1976, p. 56.

(18) "Divorcios, causas", en
Monografías,
Editorial Estudios [Consultado 15 – 03 –
2011]:
http://www.todoiure.com.ar/monografias/mono/civil/Divorcio.htm

(19) Ibíd.

(20) Waldo Beach, L´etica cristiana nella
tradizione protestante,
Per la Traduzione di María
Sbaffi, Torino: Claudia, 1993, p. 91

(21) Ibíd., p. 92.

(22) Alan Walker, "Jesús y una divorciada" en
Jesús y los conflictos humanos
, Ed. La Aurora, Buenos
Aires, 1969, pp. 17 – 26.

(23) Bravo, op., cit.

(24) J. Severino Croatto, Ricardo Pietrantonio,
"Matrimonio, Familia y Divorcio", en Revista Cuaderno de
Teología,
ISEDET Vol. III, N° 4 (1986), p.
308.

(25) Ernesto Cardenal, "Jesús habla del
matrimonio", en El Evangelio en Solentiname, Ed.
Sígueme, Madrid, 1977, p. 93. Citado por José Bravo
– Caballero, op., cit.

(26) Ibíd.,

(27) Juan Calvino, Institución de la
Religión Cristiana,
Tomo II, Países bajos:
Fundación Editorial de literatura reformada, 2006, p. 1165
y siguiente.

(28) Calvino, Op., cit., p.
1167.

(29) Walker, Op., cit., pp. 17 –
26.

(30) Beach, Op., cit., p.
93.

 

 

Autor:

Luis Eduardo Cantero

 

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