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Los Evangelios Apócrifos, ¿Cual es su valor real?




    Los evangelios apócrifos: ¿Cual es su valor
    real? – Monografias.com

    Los evangelios apócrifos:
    ¿Cual es su valor real?

    Mucho ruido produjo en los medios de comunicación
    social la publicación del Evangelio de Judas hace algunos
    años. Y otro barullo se originó treinta años
    antes con la publicación del Evangelio de Tomas. Y con el
    de Felipe, en razón del Código da Vinci, y con el
    Evangelio de María de Magdala, y así, con los
    manuscritos del Mar Muerto, con los manuscritos de Nag Hamadi, y
    con el libro de Henoc, y otros textos
    parabíblicos.

    Para ser bien directos respecto del tema debemos
    observar que la mayoría de las personas se han hecho
    demasiadas ilusiones respecto del contenido de estos antiguos
    documentos. Creen que aportaran grandes revelaciones acerca de la
    persona y de las doctrinas de Jesús de Nazaret. Y que poco
    menos los Evangelios canónicos quedaran vueltos al
    revés, y desautorizados, y con ello, la iglesia
    quedaría en bancarrota.

    Vana esperanza. Los evangelios apócrifos son
    documentos respetables, interesantes, PERO DE RELATIVA
    IMPORTANCIA. Unos son mejores que otros, y otros son peores que
    los anteriores. Pero la ilusión colectiva es que todos son
    buenos, iguales y profundos, pero la realidad no es así.
    Es porque se presume de partida que los evangelios
    canónicos o bíblicos están fallados, o que
    la iglesia nos ha mentido a través de 19
    siglos.

    Son de desigual calidad, de épocas diferentes, y
    contenidos muy diversos, y aportan muy poco a lo que ya se sabe
    acerca de la persona de Jesús y de sus
    enseñanzas.

    La palabra "apócrifo" parece ser la que fascina
    al público. Esa palabra griega significa OCULTO, SECRETO.
    Y allí está el foco de la ilusión. SE CREE
    QUE SECRETO Y OCULTO ES SINONIMO DE ESOTERICO. Y no es
    así.

    Esoterós y Esotericós son también
    palabras griegas, pero no significan lo mismo que
    Apócrifo. Una cosa puede estar oculta o escondida y no ser
    "esotérica". PUES ESOTERICO EN GRIEGO SIGNIFICA "LO MAS
    INTERIOR DE ALGO" DE UNA CASA O DE UNA DOCTRINA.

    De allí que Pitágoras y Aristóteles
    tienen enseñanzas externas e internas, exotéricas y
    esotéricas. Lo mismo Jesús y los esenios. En
    hebreo, y en particular entre los Esenios se habla de "Nigelot" o
    las cosas evidentes de la sagrada escritura, y de "Nisterot" o
    las cosas escondidas, o no evidentes, de la sagrada escritura.
    PERO NO SE REFIEREN A OTRAS ESCRITURAS, sino a dos aspectos de
    las mismas.

    Jesús mismo dice, en los mismos evangelios
    canónicos, que él tiene dos niveles de
    enseñanzas, uno externo para el público y otro
    interno para sus discípulos. (ver Marcos 4,11). Y con eso
    no pretende hacer ninguna revolución. Los más
    famosos rabinos de Israel y los más grandes profetas
    tenían dos niveles de enseñanzas, igual que
    Pitágoras y que Aristóteles. Una doctrina es
    abierta, al que quiera oír. Y la otra es privada, solo
    para los más capaces de sus discípulos, su
    círculo interno.

    No toda cosa oculta es esotérica, no todo secreto
    es esotérico. De allí viene la confusión con
    los evangelios apócrifos. Tal vez algunas partes o
    secciones de la literatura apócrifa tenga valor
    esotérico. Pero otras son exotéricas, o simplemente
    doctrinas de DE OTRAS ESCUELAS, que se quisieron mezclar con
    enseñanzas cristianas, tal como ocurre hoy con la Nueva
    Era.

    Por eso hay que andar con cuidado y NO GENERALIZAR. Se
    debe evitar el reduccionismo, la superficialidad, y el
    sincretismo. Cada evangelio apócrifo se debe evaluar por
    separado, caso a caso. Jamás meterlos todos en un mismo
    saco. Prudencia es la norma. Y, desde luego, tener varios sacos o
    cajones de clasificación….-

    Un saco o cajón es para aquellos evangelios
    apócrifos que son muy cercanos o una prolongación
    de los evangelios canónicos. Es el caso del Evangelio de
    la Verdad, de Valentin, el alejandrino. Es un claro desarrollo de
    los contenidos del Evangelio de san Juan Apóstol. Es
    bastante cercano a la ortodoxia.

    Otro apócrifo cercano a la ortodoxia de los
    evangelios canónicos es el evangelio de Felipe. Y
    también el de Tomas.

    Todo erudito serio, por muy católico, o
    evangélico, o copto, que sea, sabe que el mensaje global
    de Jesús de Nazaret NO QUEDO TODO REGISTRADO EN LOS
    EVANGELIOS CANONICOS, NI TAMPOCO EN EL RESTO DEL NUEVO
    TESTAMENTO. Por algo existen los textos llamados "AGRAFA", es
    decir, palabras de Jesús que no quedaron escritas en los
    evangelios canónicos.

    Los Padres Apostólicos y los Padres de la
    Iglesia, herederos de la tradición oral de los
    apóstoles, dejaron esos "ágrafa" consignados en sus
    escritos. Pero como la mayoría de los cristianos no leen
    esas cosas no se enteran de su existencia. La misma Biblia
    registra uno de esos ágrafas de Jesús en los Hechos
    de los Apóstoles 20,35: "MÁS BIENAVENTURADO ES DAR
    QUE RECIBIR".

    Además, todos los pastores lo saben. Conocen
    perfectamente que hubo documentos y cartas de los
    apóstoles que se perdieron en el transcurso de los siglos.
    Y lo saben pues la misma biblia lo dice de modo directo e
    indirecto. Se menciona en Colosenses 4,16, por ejemplo, una carta
    de san Pablo a Laodicea, que no está en ninguna parte. Se
    perdió, simplemente.

    Veamos por ejemplo, las palabras de San Juan
    Apóstol a este respecto, en el propio Evangelio de este
    discípulo amado: "Y HAY TAMBIÉN OTRAS MUCHAS COSAS
    QUE HIZO JESÚS, LAS QUE SI SE ESCRIBIERAN UNA POR UNA,
    PIENSO QUE NI AÚN EN EL MUNDO CABRÍAN LOS LIBROS
    QUE SE HABRIAN DE ESCRIBIR". ( Ev. De Juan 21, 25 ).

    Estas palabras de Juan están al final del cuarto
    evangelio, en una época cercana al año 90
    después de Cristo, cuando los otros tres evangelios, el de
    Mateo, el de Marcos y el de Lucas, ya habían sido
    escritos, pero a juicio de Juan ESOS CUATRO LIBROS NO ERAN
    SUFICIENTES, PUES LA GRANDEZA DE LA PERSONA Y DE LAS OBRAS DE
    JESÚS ERAN SUPERIORES A LAS POSIBILIDES DE SUS CRONISTAS
    PARA RETRATARLAS DE MODO COMPLETO.

    Lo mismo afirman los teólogos. Cuando se habla de
    Dios en teología, se sabe que los conceptos humanos acerca
    de El serán siempre desbordados por la realidad
    indefinible e infinita de Dios. Sin embargo, por muy limitado que
    sea el lenguaje humano no se puede prescindir ni de los textos
    sagrados ni de los conceptos sobre Dios y sobre Cristo, PUES ESAS
    PALABRAS SON LOS NATURALES VEHICULOS DEL ENTENDIMIENTO, Y SON LOS
    CANALES PREESTABLECIDOS PARA LA ACCIÓN DE LA GRACIA DIVINA
    EN EL SER HUMANO.

    Por eso el mismo san Juan Evangelista advirtió al
    final del capítulo 20 de su profundo evangelio: "HIZO
    ADEMÁS, JESÚS MUCHAS OTRAS SEÑALES EN
    PRESENCIA DE SUS DISCIPULOS, LAS CUALES NO ESTAN ESCRITAS EN ESTE
    LIBRO. PERO ESTAS SE HAN ESCRITO PARA QUE CREAIS QUE JESÚS
    ES EL CRISTO, EL HIJO DE DIOS, Y PARA QUE CREYENDO, TENGAIS VIDA
    EN SU NOMBRE". (Ev. De Juan 20,30-31)

    De allí se deduce que lo esencial del mensaje de
    salvación para el espíritu humano YA ESTA DADO, y
    nada de lo que encuentre en búsquedas arqueológicas
    o psíquico-clarividentes va a alterar la sustancia de lo
    que ya se he revelado a los hombres para iluminar su
    camino.

    Por eso la calidad de cualquier documento
    apócrifo será siempre evaluada o valorada en
    relación con lo que dicen los Evangelios Canónicos
    de la Biblia. U otros textos del Nuevo Testamento o del Antiguo
    Testamento. ES DECIR, LO QUE LA BIBLIA DICE SIRVE PARA ACEPTAR O
    RECHAZAR LOS CONTENIDOS DE ESOS EVANGELIOS APOCRIFOS. Ella es el
    criterio o el patrón de medida, y no al
    revés.

    Los profanos o los ignorantes en estas materias se
    imaginan que los descubrimientos de documentos antiguos van a
    servir para desautorizar a la Biblia y a la Iglesia. Pero es
    siempre al revés.

    Veamos un ejemplo de la filosofía. Supongamos que
    alguien descubre un pergamino antiguo de un escrito de
    Platón, del cual no se tenía noticia.
    ¿Cómo vamos a tener la certeza de que ese escrito
    es realmente de Platón, y que no es un plagio de otro
    escritor?

    Simplemente, comparando el contenido de ese documento
    nuevo, frase a frase, palabra griega a palabra griega, CON LO QUE
    YA SE SABE DE PLATON CON TODA CERTEZA. Si hay semejanza en el
    fondo y en el estilo del escrito con Platón, el documento
    pasa la prueba de blancura y se acepta, se declara
    válido.

    Eso mismo se hace con los apócrifos que pretenden
    ser o representar la palabra verdadera de Cristo. Pues se aplica
    un viejo refrán que dice: "NO SE DEBE CAMBIAR LO VIEJO POR
    LO MOZO NI LO CIERTO POR LO DUDOSO". Desgraciadamente muchos
    supuestos buscadores de la verdad de la Nueva Era no aplican este
    adagio de sentido común.

    Y como niños ingenuos, creen de inmediato en
    cualquier novedad que surja en cuestiones metafísicas y o
    religiosas. Sobre todo si parece contradecir lo que dice la
    Biblia o la Iglesia.

    Los apócrifos SURGIERON DESPUES, O POSTERIORMENTE
    A LOS EVANGELIOS CANONICOS, son de segundas aguas, o de tercera
    fuente. No son la primera versión de las cosas que
    sucedieron con Jesús y los apóstoles. Surgen A
    EXPENSAS DE LOS EVANGELIOS ORTODOXOS O CANONICOS, tienen vida y
    producen interés, PORQUE YA EXISTEN PREVIAMENTE LOS
    GENUINOS Y ORIGINALES.

    Por eso, antes continuar este trabajo, se debe entender
    con absoluta claridad que los evangelios apócrifos NO
    TIENEN AUTORIDAD PARA JUZGAR LOS CONTENIDOS DE LA BIBLIA. Son los
    contenidos de la Biblia los que permiten valorarlos positiva o
    negativamente. Si Ud. Quiere ser sabio, PRIMERO DEBE SER EXPERTO
    EN SAGRADA ESCRITURA, DESPUES, LEA LOS APOCRIFOS.

    Solo así su intelecto será coherente y
    ordenado en estas materias. Se remarca esto pues muchos que se
    llaman intelectuales a si mismos y expertos en materias
    religiosas están deformados y ciegos en estas delicadas
    cuestiones.

    Volvamos a nuestro tema central. Otro cajón o
    saco de los evangelios apócrifos son los llamados
    evangelios gnósticos-platónicos, en los cuales se
    rompe con la doctrina judeo-cristiana de un Dios Único
    como Creador del universo, y es reemplazada por la doctrina de un
    hipotético DEMIURGO, creador del mundo, pero servidor de
    una entidad superior, el padre absoluto, el silencioso supremo,
    el Dios sin nombre ni atributos, que no tiene nada que ver con la
    historia del hombre ni con el cosmos.

    Este ser absoluto resulta ser solo bondad infinita, luz
    infinita, y como tal no tiene vinculación alguna con un
    mundo donde existe la maldad, la materia, el pecado, y la
    ignorancia, excepto con ese ente obrero creativo o formativo de
    los mundos, ya mencionado, el demiurgo. Habrian, por tanto, Dos
    Dioses, y el Monoteísmo sería falso.

    E incluso a este ser inferior, especie de Ángel
    creador, se le llama Yahvé o Iehová, o el Tzabaoth,
    como si el Dios del Antiguo Testamento fuese el demiurgo y no el
    Dios Supremo, y como si el Padre del Jesucristo fuese aquel
    absoluto sin nombre, y no Yahvé mismo. Eso es
    herejía. Es decir, una grave desviación doctrinal
    para cristianos.

    Es el caso del Evangelio de Judas. Y el de otros como el
    evangelio de Basílides. Para la comprensión de
    estas cuestiones recomiendo la obra del erudito español
    José Montserrat Torrens, titulada EL EVANGELIO DE JUDAS,
    conteniendo una versión directa del copto, y una profunda
    y clara explicación del gnosticismo
    platónico-cristiano. (Editorial EDAF, 2006).

    Otros evangelios apócrifos tratan de rellenar los
    vacíos de los evangelios canónicos, por ejemplo,
    los apócrifos de la infancia de Jesús, narrando su
    vida en Egipto y en Nazaret, y deteniéndose en los
    milagros del Jesús niño. Prodigios como hacer
    figuritas de barro de palomitas y otros pajaritos, y con una sola
    palabra y un soplo de vida divina, echarlos a volar delante de
    los demás niños de la barriada.

    O prodigios con los pañales del Jesús
    bebé, con la intervención de la Virgen
    María, la cual prestaba los pañales de su divino
    hijo a otras mamás con niñitos enfermos, para que
    al envolverlos con ellos, los infantes se mejoraran
    milagrosamente por la energía misteriosa que las prendas
    vehiculizan.

    Milagros en los que los demonios salen
    rápidamente de una persona al envolverle la cabeza con un
    pañal del niño Jesús. En el Evangelio
    Árabe de la Infancia del cual tomamos los ejemplos,
    también se muestra a un niño Jesús capaz de
    resucitar muertos, y de transformar a un mulo en un hombre, que
    había sido convertido en animal por artes de
    hechicería.

    Tales historias no son ajenas o extrañas al Nuevo
    Testamento sino que idénticas a lo que se narra de los
    milagros de san Pablo en los Hechos de los Apóstoles, 19,
    11-12.

    Esta clase de apócrifos, los de los evangelios de
    la infancia de Jesús, no pueden ser declarados ni
    heréticos ni perjudiciales para la piedad popular, pues
    exaltan la divinidad y el poder de Jesús Dios hecho
    hombre, pero con el peligro de incentivar la credulidad y la
    ingenuidad casi hasta el infinito.

    Los nombres de los tres reyes magos, Gaspar, Melchor y
    Baltasar, vienen precisamente de los Apócrifos.
    También el nombre de los ladrones que son crucificados
    junto a Cristo: Gestas, el mal ladrón a la izquierda, y
    Dimas, el buen ladrón a la derecha del
    Salvador.

    Y esto de marcar la derecha de Cristo como lugar de
    salvación y la izquierda del Señor como lugar de
    perdición o de condenación se basa en el Evangelio
    de Mateo cap. 25, 31 al 46, donde se describe el Juicio final a
    las Naciones y a los hombres.

    Otros evangelios apócrifos, como el de
    Bartolomé, exaltan la virginidad de María junto a
    la Divinidad y la gloria divina de Jesús resucitado, y el
    poder de Cristo sobre los demonios, al punto que diversas partes
    de ese evangelios ha servido para inspirar rituales exorcistas
    medievales y modernos. También este apócrifo de
    Bartolomé apóstol contiene una clara y amplia
    doctrina acerca de los ángeles, en clara sintonía
    con famoso libro de Henoc.

    Y suma y sigue. Otros apócrifos nos hablan del
    manto de Verónica, donde quedó estampado el rostro
    de Jesús. Allí se narra que la tela de este manto
    sirvió después para sanar personas enfermas de la
    alta sociedad romana, y finalmente devuelto a su piadosa
    dueña.

    También la idea de la conversión final de
    Poncio Pilatos al cristianismo está tomada del documento
    apócrifo "Los Actos de Pilatos".

    Pero la mayoría de estos documentos explotan la
    imaginación y los sentimientos de los fieles, pero al
    estudiarlos con rigor se descubre que sus narraciones y
    argumentos muestran un cristianismo muy avanzado en la historia
    del hombre, en la vida eclesiástica y con profundos
    desarrollos teológicos, que son ajenos a la simpleza del
    cristianismo primitivo. En suma, unas historias de segundo orden,
    historias sacadas de historias anteriores. Narraciones que pueden
    no ser verdaderas, sino meramente
    propagandísticas.

    Por esos motivos, la jerarquía
    eclesiástica, fiel al depósito original que le fue
    confiado, ha declarado a los apócrifos como No Inspirados
    por Dios, y por lo tanto, aunque piadosos, no contienen la
    Enseñanza, Doctrina o Dogma Oficial y Original de Cristo y
    de los Apóstoles.

    Se pueden leer, pero no sacer doctrinas ciertas de
    ellos. Son un enramado folklórico que surgió
    después y alrededor de los textos oficiales de la Biblia,
    o canónicos, como se dice. Pueden ser, en ocasiones,
    lecturas espirituales y edificantes, pero no dejan de ser
    peligrosos en algún sentido.

    Veamos un ejemplo de ese peligro, en el que cayó
    el mago negro más grande del siglo XX, Aliester Crowley, y
    muchos otros ingenuos, como Cagliostro. Y muchísimos
    CANALIZADORES DE LA NUEVA ERA.

    El Evangelio Apócrifo de Bartolomé, ya
    mencionado, por ejemplo, dice que Jesús le dio al
    Apóstol Bartolomé el poder de hacer hablar y
    revelar ciertas verdades de la historia moral de la humanidad, y
    dar secretos del gobierno angélico invisible del mundo, a
    Satanás en persona. Bastaba con pisarle el cuello y
    conjurarlo a decir todo lo que sabía del mundo invisible y
    de la historia de las naciones pecadoras. Y SE TOMA COMO VERDAD
    TODO LO QUE EL JEFE DE LOS DEMONIOS DICE.

    Y se olvida que precisamente Satanás es El
    Príncipe de Los Mentirosos, el rey de la mentira, y que no
    hay verdad en él, según palabras de advertencia del
    propio Cristo en el Evangelio de San Juan 8, 44. De allí
    que a través de miles de años, se ha interrogado a
    espíritus y demonios para saber misterios del más
    allá y del más acá, y secretos de la magia,
    como hizo Cagliostro y Crowley.

    Se llega a ese nivel de tontería o de imbecilidad
    por dudar de la validez de las revelaciones ya recibidas de los
    libros sagrados ortodoxos y de las instituciones de autoridad
    religiosa. Y para justificarse a si mismos se recurre a diversos
    evangelios apócrifos que parecen avalar determinados
    experimentos espiritistas y mágicos.

    Por eso todo buscador de la verdad ha de tener elevados
    criterios en estas materias. Debe tener en su mente un orden
    jerárquico de documentos de apoyo, unos de primer orden,
    como la Biblia, el Koran, el Bhagavad Guita, el Tao Te King, La
    Divina Comedia, La Odisea, El Corpus Herméticum, El Sepher
    Yetzirá, los Manifiestos Rosacruces del siglo XVII, obras
    de San Agustín, de Santo Tomás, y sólo al
    final, los evangelios apócrifos.

    Casi todos los evangelios
    gnóstico-platónicos adolecen también de
    otras dos enfermedades o pecados: Tienen cierta dosis de
    maniqueísmo y una cuota de marcionismo, lo que los hace
    incompatibles con el judaísmo y el cristianismo
    verdadero.

    Maniqueísmo significa que hay Dos Dioses en el
    universo. Uno, El Dios Bueno, creó a los espíritus
    de luz y las dimensiones invisibles de los cielos. El Otro, el
    Dios Malo, creó la materia y los cuerpos que
    servirían para encerrar y encadenar a los espíritus
    de luz.

    Por eso mismo, Jesús, el Hijo del Padre Bueno,
    SOLO TUVO UNA APARIENCIA DE CUERPO FISICO, YA QUE SU DIVINIDAD
    ERA INCOMPATIBLE CON UN CUERPO MATERIAL O FISICO. Es decir, la
    encarnación real de Jesús Dios nunca fue real. Fue
    ilusoria, aparente. El Docetismo es una variedad de estas
    posturas maniqueas. (Evangelios Docetistas).

    Contra esas ideas ya el Apóstol san Juan
    dejó una advertencia y una condena, que afecta a esos
    apócrifos, en su Primera Carta, cap. 4 vers. 1 al 3.
    "AMADOS, NO CREAIS A TODO ESPIRITU, SINO PROBAD LOS ESPIRITUS SI
    SON DE DIOS; PUES MUCHOS FALSOS PROFETAS HAN SALIDO POR EL
    MUNDO.

    EN ESTO CONOCED AL ESPIRITU DE DIOS: TODO ESPIRITU QUE
    CONFIESA QUE JESUCRISTO HA VENIDO EN CARNE ES DE DIOS; Y TODO
    ESPIRITU QUE NO CONFIESA QUE JESUCRISTO HA VENIDO EN CARNE NO ES
    DE DIOS; Y ESTE ES EL ESPIRITU DEL ANTICRISTO, el cual vosotros
    habéis oído que viene y que ahora ya está en
    el mundo".

    Esta advertencia de Juan Evangelista es la causa de que
    la Iglesia cristiana a través de los siglos ha rechazado a
    muchos evangelios apócrifos, ya sea por ser Docetistas, o
    por Maniqueos. Y también es la causa, entre otras, de
    porqué el Cristianismo es contrario al marxismo, pues esta
    corriente filosófica niega de la Encarnación
    histórica de Jesuscristo Dios, y si lo acepta, lo toma
    sólo como un hombre más.

    Dentro de esta condena apostólica caen la
    mayoría de los médiums o canalizadores de la Nueva
    Era.

    El Marcionismo mencionado anteriormente, es una doctrina
    que va mucho más allá de quienes nos hablan de un
    demiurgo llamado Yahvé o Tzabaot. Directamente el
    Evangelio de Marción nos dice que EL DIOS DEL ANTIGUO
    TESTAMENTO ES SATANAS EN PERSONA, EL DIOS DEL MAL, DE LA CRUELDAD
    Y DE LA INJUSTICIA. Y SOLO EL PADRE DE JESUS ES EL DIOS DEL
    BIEN.

    Y lamentablemente, varios apócrifos se hacen eco
    de estas ideas heréticas y falsas. Precisamente los
    Cátaros de la edad media eran herederos de las doctrinas
    maniqueas y del marcionismo.

    Son herejías porque EL DIOS DE LA BIBLIA ES
    CREADOR DE LA MATERIA Y DEL ESPIRITU, DEL CIELO Y DE LA TIERRA,
    DE LO VISIBLE Y DE LO INVISBLE. Y es el Inspirador e iluminador
    de los profetas y de los patriarcas del Antiguo Testamento, como
    también el Padre de Cristo y de los
    Apóstoles.

    Para un cristiano el cuerpo no es el mal en si, su
    cuerpo es un templo que alberga al espíritu divino, y debe
    cuidársele con racionalidad para que sea un sano y
    dócil instrumento del espíritu.

    Pero para los gnósticos de tendencia maniquea y
    catara el cuerpo es una maldición, una prisión, un
    enemigo al que hay que matar. Eso es contra la moral cristiana.
    Por eso la Iglesia los condena, no en cuanto a personas, sino en
    cuanto a que son promotores de doctrinas peligrosas para las
    almas y para la vida humana.

    Por eso se dijo al comienzo de este trabajo que los
    Evangelios Apócrifos son muy diversos, de valor relativo,
    que deben analizarse caso a caso. Y que debe evitarse llamarlos
    buenos o esotéricos con ingenuidad e
    ilusión.

    El cristianismo tiene su propia gnosis y su propio
    esoterismo en las mismas escrituras canónicas y ortodoxas,
    sin recurrir a fuentes externas. Para eso bastaría
    estudiar la numerología del Nuevo Testamento, y la
    doctrina de los diversos nombres de Dios que hay en la misma
    Biblia, por ejemplo.

    El valor de los apócrifos es muy irregular y
    diverso. Es un material que nos ha llegado muy mutilado e
    incompleto, y que contradice la mayoría de los fundamentos
    de la cosmovisión judeo-cristiana del ser humano, de la
    vida y del universo.

    Su lectura y seguimiento conceptual requiere de mucha
    prudencia y discernimiento, para separar la paja del trigo.
    Prudencia y discernimiento profundo que el hombre de cultura
    globalizada, superficial, y masiva, no tiene.

    La política de rechazo al uso pastoral de estos
    documentos que han asumido las distintas Iglesias a través
    del tiempo es la correcta. Lo que no impide al mundo erudito
    leerlos y estudiarlos.

     

     

    Autor:

    Fernando Laredo Carter,

    Profesor de Religión.

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