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Factores psicológicos que influyen entre la sexualidad y trastornos adaptativos en el adulto medio



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Sexualidad
  4. Perspectivas
    históricas sobre la sexualidad
  5. Diferentes definiciones
    sobre la sexualidad
  6. Sexualidad en la vida
    adulta
  7. Primer período de
    la vida adulta
  8. Disfunciones
    sexuales
  9. Mitos y tabúes en
    la sexualidad humana
  10. Trastornos
    adaptativos
  11. Conocimientos sobre
    sexualidad
  12. Conclusiones
  13. Bibliografía

Temática16. Sexualidad, educación y salud
de las personas con discapacidades diversas.

Resumen

La sexualidad es un tema que ha despertado
interés en el hombre de toda índole y
condición desde los tiempos primitivos hasta nuestros
días, sin embargo, la falta de claridad sobre el sentido
de la sexualidad se ha propiciado en un terreno fértil
para la especulación y el escándalo.

La sexualidad y la subjetividad adulta por ser adultas
han sido muestras desde la óptica del desarrollo.
También en esta etapa ocurren en la sexualidad y la
subjetividad del adulto medio, momentos de desarrollo, como
individualidad en movimiento, como ser sexual que se proyecta al
futuro y no cesa de crecer. La necesidad de orientar y potenciar
a las personas adultas no es una realidad de moda o improvisada.
Ella se fundamenta en la complejidad que alcanza la naturaleza
histórica y social de la psiquis humana, por su
carácter mediatizado y por la condición de que en
la propia esencia humana y sus manifestaciones están la
necesidad de demanda de ayuda, colaboración y
comunicación. Sin importar la edad, el hombre necesita dar
y recibir amor. Para solucionar esta problemática se
propuso como Objetivo general: Identificar los factores
psicológicos que surgen a partir de la relación que
se establece entre sexualidad y trastornos adaptativos en el
adulto medio.

Introducción

Somos seres humanos sexuados, al igual que todos los
seres vivos, las plantas y los animales; la sexualidad en el ser
humano no solo tiene que ver con sus partes genitales,
también cuenta su género, su personalidad, sus
sentimientos; todos los seres humanos experimentamos la
sexualidad de distinta forma, porque viene decantada por una
perspectiva sumamente individualizada.

La sexualidad es un tema que ha despertado
interés en el hombre de toda índole y
condición desde los tiempos primitivos hasta nuestros
días, sin embargo, la falta de claridad sobre el sentido
de la sexualidad se ha propiciado en un terreno fértil
para la especulación y el escándalo, a pesar de los
esfuerzos enormes de algunas personas e instituciones porque lo
veamos como un aspecto más de la cultura
humana.

El arribo a la adultez ha significado y puede significar
la conformación de la necesidad de buscar nuevos
horizontes, referentes distintos que nos permitan comparar,
ópticas para analizar esta compleja etapa de la vida,
distinta por sus experiencias, por los niveles de autoconciencia
a etapas anteriores.

La sexualidad y la subjetividad adulta por ser adultas
han sido muestras desde la óptica del desarrollo. Todo
ello constituyendo un reto. Pues también en esta etapa
ocurren en la sexualidad y la subjetividad del adulto medio,
momentos de desarrollo, como individualidad en movimiento, como
ser sexual que se proyecta al futuro y no cesa de
crecer.

Las ideas, opiniones y criterios que tengamos sobre
aspectos de la vida y la sexualidad influirán
inevitablemente en nuestra conducta sexual; y que también
se ha evidenciado, que esas opiniones y criterios en cada uno de
los individuos no dependen en la mayoría de los casos de
aprendizajes procedentes de estudios científicos, sino de
grupos sociales de muy diverso nivel cultural en relación
con la sexualidad; y que en cada uno de esos grupos, la imagen o
la concepción del mundo de cada individuo sobre algunos de
estos aspectos están muy próximos al criterio
científico.

En muchas ocasiones los adultos se sienten sobrepasados
por los acontecimientos de su vida y son incapaces de adaptarse a
las circunstancias de los mismos. Presentando alteraciones
emocionales que interfieren con su actividad social y aparecen
tras un cambio biográfico significativo o un
acontecimiento vital estresante (duelo, separación,
problema médico, problemas económicos,
emigración). La predisposición y vulnerabilidad
personal desempeñan un papel importante en el desarrollo
de un cuadro que deteriore su actividad social, profesional o
educacional, o porque las dificultades subjetivas que experimenta
superan la magnitud habitual de esas situaciones.

La necesidad de orientar y potenciar a las personas
adultas no es una realidad de moda o improvisada. Ella se
fundamenta en la complejidad que alcanza la naturaleza
histórica y social de la psiquis humana, por su
carácter mediatizado y por la condición de que en
la propia esencia humana y sus manifestaciones están la
necesidad de demanda de ayuda, colaboración y
comunicación. Sin importar la edad, el hombre necesita dar
y recibir amor, comprender y ser comprendido, escuchar y ser
escuchado.

La relativa autonomía que adquiere
la persona adulta no debe engañarnos en cuanto a la
vigencia de las necesidades del otro, de vínculo,
potenciación o intercambio humano que permiten el
desarrollo y una elevación de la calidad de vida del
hombre. Hay que conocer al hombre en todas las etapas del
desarrollo, desde todos los puntos de vista y en todas sus
dimensiones, para poder contribuir a hacer su existencia mejor, y
cada vez más digna.

Todo lo anterior permite plantear el siguiente
Problema científico: ¿Qué factores
psicológicos surgen a partir de la relación que se
establece entre sexualidad y trastornos adaptativos en el adulto
medio?

Para solucionar esta interrogante se traza como
Objetivo general: Identificar los factores
psicológicos que surgen a partir de la relación que
se establece entre sexualidad y trastornos adaptativos en el
adulto medio.

DESARROLLO

Sexualidad

El término sexualidad es uno de los que casi
todos consideramos que conocemos, o que tenemos una idea de
él, pero que no siempre somos capaces de definir; y es que
la palabra sexualidad es de las que incorporamos a nuestro
vocabulario en vuelta en un manto de mitos, temores, signos de
interrogación y expectativas. La sexualidad humana es un
fenómeno no pluridimencional que comprende aspectos
biológicos, psicosociales, conductuales, clínicos,
morales y culturales.

Poseer una información solvente sobre el tema del
sexo puede servir para evitar la aparición de problemas
sexuales y contribuir a proporcionar una mejor educación
sexual a nuestros hijos. Sin embargo, lo más importante es
que el estudio de la sexualidad puede hacernos más
receptivos y conscientes en nuestras relaciones interpersonales,
contribuyendo así a incrementar el grado de intimidad y
satisfacción sexual en nuestra vida.

Perspectivas
históricas sobre la sexualidad

Aunque las fuentes histórica escritas se remontan
a casi cinco mil años en el tiempo, tan sólo se
dispone de datos muy limitados sobre la descripción de la
conducta y actitudes sexuales en diversos pueblos con
anterioridad al años 1000 a. de C. Existe evidencia de que
ya entonces el incesto estaba rígidamente proscrito
(Tannahill, 1980), al tiempo que se consideraba a la mujer como
una pertenencia personal, destinada a proporcionar placer sexual
y a funciones de reproducción (Bullough, 1976). Los
hombres tenían derecho a gozar de relaciones sexuales con
muchas mujeres, la prostitución se hallaba muy extendida y
el sexo se aceptaba como una realidad más de la vida
cotidiana.

Con la aparición de judaísmo empieza a
surgir una interesante o interacción de actitudes en torno
a la sexualidad. Los cinco primeros libros del Antiguo
Testamento, fuente originaria de la ley judía, contiene
normas relativas a la conducta sexual. Así, en la
enumeración de los Diez Mandamientos (Éxodo, 20,
13) se prohíbe el adulterio, mientras que en el
Levítico (18, 22 y 21, 13) se proscribe
categóricamente la homosexualidad. Al propio tiempo Canta
de los cantares alude al sexo como un impulso creativo y
placentero. El hecho sexual nunca fue considerado malo en
sí mismo ni se restringió únicamente, a
fines de procreación.

Sin embargo en la antigua Grecia se dio una tolerancia,
e incluso un fomento, de ciertas formas de homosexualidad
masculina. Eran corrientes las relaciones entre adultos y
adolescentes púberes, por lo general en el seno de un
contexto educativo en el que el varón adulto tenía
encomendada la formación ética e intelectual de su
pupilo.

En otras partes del mundo los criterios que
regían la sexualidad diferían grandemente, la
actitud frente al sexo en el Islam, el hinduismo y el Antiguo
Oriente era en general mucho más positiva que en el
Occidente. Bulloug apunta que en el ámbito de la sociedad
hindú siempre había un segmento que aprobaba casi
todos los comportamientos de índole sexual, y añade
que en China el sexo no era un hecho que inspirase temor, ni se
conceptuaba como pecaminoso, se estimaba como un acto de culto y
veneración, e incluso como la senda que conducía a
la inmortalidad.

Durante los siglos XII y XIII, a medida que la Iglesia
consolidaba su poder, la originaria tradición cristiana
sobre la sexualidad arraigó con fuerza a Europa. A menudo
la teología se equiparaba con la ley civil y, en general,
la postura de la jerarquía oficial en el terreno sexual
fue de repudio, salvo cuando primaban los objetivos de
procreación.

El surgimiento del humanismo y de las artes en la Europa
de los siglos XVI y XVII llevó aparejada una
distensión de las restricciones sexuales así como
un desapego respecto de las fórmulas del amor sublime. Por
lo general, la reforma protestante, encabezada por Martín
Lucero, Calvino y otros dirigentes espirituales se mostró
más tolerante que la Iglesia católica en cuestiones
sexuales.

En el último cuarto del siglo XIX, el psiquiatra
alemán Richard von Krakkt-Ebing estableció una
clasificación pormenorizada de las disfunciones sexuales,
considerándose con frecuencia el fundador de la
sexología moderna. Sigmun Freud (1856-1939) médico
vienés que logró demostrar la vital importancia que
tiene la sexualidad en la existencia humana.

Por esa misma época, un médico
inglés llamado Havelock Ellis (1859-1939) empezó a
publicar una serie de volúmenes sobre la sexualidad, sus
escritos también versan sobre la variada naturaleza del
comportamiento sexual humano, al tiempo que contrarrestan el
flujo de Krafft-Ebing, que conceptuaba como enfermedades las
variantes sexuales (Brecher, 1969, 1975).

Alfred C. Kinsey (1894-1956), zoólogo de la
Universidad de Indiana, fue requerido por participar en un curso
extra-académico sobre el tema del matrimonio, que se
impartió en el verano de 1938. Sorprendido por la falta de
datos rigurosos sobre el comportamiento sexual humano,
aprovechó la ocasión para someter cuestionarios a
algunos de los alumnos con objetivo de reunir información
sobre su historial sexual. Desplegó un entusiasmo sin
fisuras en su tarea de investigación sexológica, a
pesar de las vivas polémicas que desataron sus
métodos y observaciones.

William H. Master y Virginia E Jonson sostenían
la hipótesis de que para adentrarse y comprender las
complejidades de la sexualidad humana, el individuo necesitaba
previamente aprender anatomía y fisiología sexual y
manejar datos psicológicos y
sociológicos.

Diferentes
definiciones sobre la sexualidad

Han sido varios los estudiosos que desde sus disciplinas
científicas y las perspectivas posiciones
filosóficas que los sustentan han propuesto conceptos que
intentan definir la sexualidad humana.

Si nos remontamos al psicoanálisis, Sigmud Freud
en su obra La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna,
escrita en 1908, decía que "lo sexual no puede reducirse a
lo genital y aunque es en parte endógeno y
genético, se va estableciendo a lo largo de la historia
individual, cambiando de aparatos y fines (zonas
erógenas), recibiendo una influencia exógena del
universo fantástico de los padres -la
educación-interacción con los
padres-fantasías conscientes e inconscientes-: en
Psicoanálisis se le encuentra en forma de
deseos".

El sexólogo Lázaro Sirlin en su
Diccionario Sexológico expresa: "sexualidad es todo
aquello que trata de las diferencias de los sexos". Por su parte,
el médico sexólogo uruguayo Flores Colombino
considera que la "sexualidad es un sistema de conductas o
comportamientos de fuente instintiva e intelectiva, con una
finalidad reproductiva (función reproductiva) y placentera
(función erótica), al servicio de la
comunicación y la trascendencia, que se descarga en un
objeto sexual a través del coito o sus sustitutos y
condicionado en su expresión por las pautas culturales y
morales de cada época y lugar".

La profesora Anameli Monroy (México) cuando dice
que la sexualidad humana "son características
biológicas, psicológicas y socioculturales que nos
permiten comprender al mundo y vivirlo a través de nuestro
ser como hombres y mujeres. Es una parte de nuestra personalidad
e identidad y una de las necesidades humanas que se expresa a
través del cuerpo; es elemento básico de la
femineidad o masculinidad, de la autoimagen, de la
autoconciencia, del desarrollo personal".

Sexualidad en la
vida adulta

La visión de la adultez como la etapa en que
culmina el desarrollo del individuo ha tendido, sin
proponérselo, a dar la falsa imagen del adulto como un ser
relativamente estático. Contra esa imagen se pronuncian
otros autores que consideran que este período de la vida
también constituye una pauta ininterrumpida de
aprendizaje, crisis y elección.

El arribo a la vida adulta está determinado por
cambios biofisiológicos y en la esfera emocional y social.
Hay autores que consideran que después de la adolescencia
viene la edad juvenil hasta los 24-25 años de edad,
algunos como Núñez Villavicencio consideran que los
adultos jóvenes se comprenden en una etapa entre 20 y 40
años (2001).

L.S.Vygotski habla de un principio de la madurez,
refiriéndose a una etapa adolescente comprendido entre los
18 a 25 años (1984), y a partir de esta etapa la vida
adulta, la cual se caracterizan por haber alcanzado la plenitud
en la maduración y desarrollo corporal; pero
también porque gran parte de ellos han establecido su
sistema de valores y una jerarquía de motivos que, de
forma mayormente consciente, determinan su actuación en
las diferentes esferas de la vida.

Desde el punto de vista social, es en esta primera fase
de la etapa adulta, que se alcanza la independencia
económica al concluirse los estudios y comenzar la vida
laboral, al mismo tiempo que se adquieren plenas
responsabilidades ciudadanas en el aspecto legal.

La sexualidad de los adultos es, por consiguiente, de
una gran diversidad, a partir de las diferentes formas de vida
adulta: casados y solteros, heterosexuales y homosexuales,
personas que viven la sexualidad de formas muy
diferentes.

Primer
período de la vida adulta

Durante la primera parte de la vida adulta, la respuesta
sexual llega a su máxima expresión, ya que todos
los factores biofisiológicos así lo favorecen. El
placer sexual es específico y las sensaciones sexuales se
expresan de forma vigorosa. Desde el punto de vista afectivo, el
adulto puede hacer una distinción en sus relaciones, entre
los sentimientos afectivos y la atracción sexual, y logra
la armonía de estos vínculos. La relación se
manifiesta con sus etapas de deseo, atracción,
enamoramiento y amor.

Cada persona tiene un ritmo de deseo sexual que
satisfacer a través de las relaciones de pareja o de la
autosatisfacción. La atracción sexual está
determinada por una serie de preferencias. El enamoramiento y la
formación de la pareja culmina en esta etapa,
frecuentemente, con el matrimonio o la unión y tiende a la
estabilidad.

En lo referente a la conducta sexual, se aprecian
particularidades en cada individuo; se observan incluso
variaciones en la misma persona en cada relación de
pareja. Los primeros años del adulto pueden ser una etapa
de satisfacción plena, para unos y una época de
incertidumbre sexual para otros. A veces la sexualidad presenta
problemas debido a sentimientos de culpa o inmoralidad que el
individuo, hombre o mujer, arrastra de etapas
anteriores.

La preocupación que tenía el adolescente
acerca de su idoneidad sexual no ha desaparecido del todo y el
joven adulto continúa preocupándose también
de su prestancia física y destreza personal en el amor. La
orientación del deseo sexual -heterosexual, homosexual o
bisexual-, consciente y generalmente estable en el adulto, es un
factor determinante del tipo de actividad sexual que tienen los
jóvenes adultos.

Las diferencias de género en cuanto a la forma de
vivir la sexualidad han disminuido en los últimos
años; pero aún existen algunas actitudes y
conductas diferenciales entre hombres y mujeres, como son las
siguientes:

  • La actividad sexual en sí misma, es
    más valorada por los hombres que por las
    mujeres.

  • La mayor parte de las mujeres rechazan la actividad
    sexual, si no va unida a relaciones afectivas.

  • Los hombres suelen adoptar un papel más
    activo en la relación que las mujeres: la demandan
    explícitamente con mayor frecuencia.

  • Las mujeres valoran más las relaciones que no
    se centran en la actividad coital, mientras los hombres
    tienden a recurrir, sobre todo dentro de las parejas
    estables, a aventuras que rápidamente se centran en la
    actividad coital.

  • Otro factor que condiciona la vida sexual de los
    adultos es el estado civil. Aun cuando la separación
    entre sexualidad marital y sexualidad de los solteros es cada
    vez menos clara, porque se dan numerosas situaciones
    intermedias, existen diferencias entre ambas. La sexualidad
    marital ha cambiado mucho en las últimas
    décadas a partir de la modificación de
    diferentes factores.

En el pasado, la sexualidad marital estaba condicionada
por concepciones negativas tales como la reducción del
sentido de la sexualidad a la procreación; la existencia
de una doble moral para el hombre y para la mujer; la ruptura
entre amor y sexualidad, la negación del placer sexual a
la mujer por el elevado número de hijos, por la falta de
métodos anticonceptivos y el consiguiente miedo a los
embarazos no deseados.

En la actualidad, sin embargo, aún se aprecia que
en muchos casos la rutina, el aburrimiento y el desinterés
son causa de deterioro en la vida sexual de las parejas casadas.
En cuanto a los solteros, contra lo que se supone generalmente,
las investigaciones arrojan que un número importante
-entre 3 y 15 %- no llegan a tener nunca relaciones sexuales, con
motivo de una decisión personal o por diferentes
dificultades físicas o sociales, y entre los que tienen
relaciones sexuales, estas son poco frecuentes, en un
número muy importante de ellos.

Disfunciones
sexuales

Para comprender qué se entiende por disfunciones
sexuales, resulta importante haber comprendido las fases por las
que atraviesa la respuesta sexual humana desde el punto de vista
fisiológico. Hay que recordar que el ser humano
actúa como un todo integrado y que ante estímulos
sexuales reacciona de manera que involucra todo el organismo, e
intervienen no solo los genitales, sino los sentimientos, los
pensamientos y las experiencias de esa persona.

Ciclos o fases de la respuesta sexual humana
(RHS).

Masters y Johnson (1966) fueron quienes introdujeron la
idea de un ciclo o fases de la respuesta sexual humana, para lo
que se basaron en extensas observaciones de laboratorio. Este
modelo facilita el estudio y la comprensión de los cambios
fisiológicos y anatómicos que se producen durante
la actividad sexual. Estos estudios, realizados a aproximadamente
600 hombres y mujeres entre de 18 a 89 años de edad, de
uno y otro sexo.

El esquema original de Masters y Johnson comprende las
fases de excitación, meseta, orgasmo y resolución.
La Dra. Kaplan con su grupo de investigadores modificó el
esquema básico de Masters y Johnson y añadió
la fase de deseo a las etapas propuestas por ellos:

Fase de deseo: Los cambios más importantes
de esta primera etapa pueden ubicarse en el cerebro, pues ello da
lugar a modificaciones en el estado de ánimo de la
persona, que empieza a interesarse por la actividad sexual y "a
buscar" o estar "receptivo a" la experiencia sexual.

Fase de excitación: La excitación
es consecuencia de una estimulación sexual, que puede ser
física, psicológica o una combinación de
ambas. Tal y como lo han demostrado las diversas investigaciones,
la respuesta sexual humana puede desencadenarse no solo mediante
contacto físico directo, sino

a través del olfato, la vista, el pensamiento o
las emociones. Esta fase se caracteriza, de forma general, por el
inicio de sensaciones eróticas y por la consecución
del estado eréctil en el hombre y la lubricación
vaginal en la mujer.

Otros cambios genitales que tienen lugar en la mujer
durante la fase de excitación son la expansión de
los dos tercios internos de la cavidad vaginal, la
elevación del cuello del útero y el cuerpo del
útero, así como que se produce un alisamiento y
elevación de los labios mayores. El clítoris
aumenta de tamaño como resultado de la
vasocongestión.

La erección de los pezones también es
característica de la fase de excitación sexual. En
el varón, además de la erección del pene, –
como resultado directo de cambios vasodilatadores en el tejido
esponjoso del pene-, se observan cambios en la apariencia normal
del escroto, que se alisa; los testículos se elevan
parcialmente hacia el perineo y los conductos espermáticos
se acortan. En algunos varones se observa la erección de
los pezones durante esta fase.

Fase de meseta: En la fase de excitación
se produce un marcado aumento de la tensión sexual. En la
fase de meseta se mantienen e intensifican estos altos niveles de
excitación sexual, que disponen el terreno para el
orgasmo. La duración de la fase de meseta varía en
dependencia de la persona.

Fase de orgasmo: Se producen contracciones
musculares en ambos sexos que en esta etapa son involuntarias. La
frecuencia cardiaca y respiratoria alcanza niveles elevados,
así como el rubor sexual. La sensación
orgásmica en una misma persona puede variar de intensidad
según las circunstancias, y puede presentarse sin
estimulación genital durante sueños y
fantasías.

Fase de resolución: Al finalizar el
orgasmo se inician la resolución de los cambios
fisiológicos que empezaron desde la fase de
deseo.

Si bien es necesario comprender y conocer qué
ocurre en el organismo humano durante la respuesta sexual humana
desde el punto de vista anatomofisiológico, no debemos
perder de vista el lugar importantísimo de las relaciones
sexuales interpersonales, de la comunicación, el respeto
mutuo, el afecto, las emociones, los sentimientos y el
amor.

Debemos entender, además, que el buen
funcionamiento sexual tiene mucho que ver con las emociones, los
sentimientos, las fantasías, los temores, la autoestima,
los sentimientos de respeto mutuo que permitan dar y recibir
amor, caricias y placer. Cuando aparece un fallo persistente en
alguna o todas las fases -deseo, excitación, meseta,
orgasmo- de la respuesta sexual y que cause molestia a la persona
o a su pareja estamos hablando de una disfunción
sexual.

Causas de las disfunciones sexuales:

Se recomienda emplear los términos
predominantemente psicológicos y predominantemente
orgánicos debido a que con independencia de donde pueda
ubicarse la causa de la disfunción sexual, el ser humano
reacciona como un todo. Es decir, que si la causa es
orgánica repercutirá en la psiquis del individuo y
viceversa.

Las causas orgánicas según Masters,
Johnson y Kolodny se refieren a "cuando intervienen factores
físicos o médicos, como una enfermedad,
lesión o efectos de una droga o fármaco" y las
psicosociales "cuando intervienen factores psicológicos,
interpersonales, ambientales y culturales", y pudiéramos
agregar educacionales. Para facilitar su estudio, se han
clasificado las disfunciones en genéricas y
funcionales.

Mitos y
tabúes en la sexualidad humana

Pretender interpretar la evolución de la
sexualidad únicamente desde el ángulo
biológico es asimilar una sola arista del problema y
sabemos que hay múltiples factores de toda índole
que interfieren en esta. En el seno de nuestra sociedad el sexo
no es solo la capacidad de reproducirse, es también una
capacidad social de atracciones, uniones de interacciones
organizadas y que pueden llegar a ser un factor de desigualdad.
La sexualidad encierra en su núcleo a nuestra identidad,
nuestra individualidad, nuestro género, nuestro
ser.

Uno de los grandes obstáculos que encontramos
para la compresión de nuestra sexualidad, es darnos cuenta
de que estamos marcados por las actitudes de las sociedades
pasadas respecto al sexo; de igual forma, y desde lo social con
raíces en el pasado, se empiezan a formar mitos,
fábulas, ficción alegórica a un tema y
tabúes -algo que no se puede hacer o lograr- en torno a la
sexualidad y al desempeño sexual de cada sexo, los cuales
llegan aún hoy a nuestros días y mediatizan de
forma negativa el disfrute de la sexualidad y marcan
definitivamente el comportamiento sexual humano.

Analicemos por separado a hombres y mujeres, pues hay
diferencias en los mitos y tabúes encontrados según
el sexo y consideramos que aún antes del nacimiento ya se
empiezan a gestar. A la mujer desde que está en el vientre
de su madre se le coloca en el famoso mundo rosado, los colores
de asignación femeninos son los suaves y tonos pasteles;
de ella se espera sea dulce, cariñosa, afable, suave,
pasiva y todo ello marca hasta sus juegos infantiles y
profesiones futuras.

Por definición se constituyen los mitos
femeninos:

  • Mujer es igual a madre (primera y suprema
    aspiración femenina).

  • El amor femenino debe ser
    romántico.

  • Debe tener una pasividad erótica (no debe
    tomar nunca ella la iniciativa, parte activa en los lances
    amorosos).

Todo esto marca desfavorablemente la expresión de
su sexualidad, pues se le expropia de espacios vitales femeninos,
se le oculta y marca la sexualidad desde la cuna (del sexo no se
habla, el sexo es sucio, no se le acarician ni se le celebran los
genitales como al varón), y todo esto marca
desfavorablemente la sexualidad femenina desde muy temprano en la
vida.

A las mujeres se le lastra la autoestima y el
autoerotismo, pues no le es permitido manifestar sus deseos,
pasiones y necesidades sexuales. Se niegan para ella los espacios
públicos porque es de la casa. Se le prepara desde
niña para la maternidad (su función principal como
sexo), y se le enseña que debe ser buena madre, esposa
fiel monogámica, cariñosa, dulce, comprensiva, no
se le estimula el disfrute de la sexualidad, se limita la
expresión de su conducta sexual, en fin, se le prepara
para satisfacer y atender necesidades de otros.

Mitos y tabúes en la sexualidad
femenina:

  • Miedo a la desfloración por la posible
    brusquedad del primer coito.

  • Poca utilización de caricias, porque por la
    educación recibida se imposibilita manifestar sus
    deseos y necesidades sexuales, y se les acostumbra a jugar un
    papel pasivo dentro de ellas.

  • Fingir el goce sexual, porque se reitera el temor a
    expresar sus necesidades y a que su pareja las rechace. En
    gran número de ocasiones la mujer no lograr el placer
    sexual por tener un compañero sexual inepto en
    técnicas coitales.

Todo lo anterior influye en que la mujer no logre un
pleno disfrute de sus encuentros sexuales, y a la larga puedan
aparecer disfunciones sexuales femeninas; por ejemplo, deseo
sexual inhibido, vaginismo, anorgasmias primarias o secundarias,
etcétera.

A los hombres igualmente, desde que están en el
vientre materno, se les coloca en un mundo azul. Los colores de
asignación masculina son fuertes y agresivos, y de ellos
se espera independencia, agresividad, fortaleza física,
que sean buenos trabajadores, y en sus juegos infantiles se les
marcan sus futuras profesiones. Al varón se le prepara
para el espacio público, se le exige un mayor
comportamiento sexual y con mayor disfrute de ello, se le
refuerza el entrenamiento en el sexo y así favorecen
también la aparición de mitos
masculinos.

El amor masculino es sinónimo de sexo y de placer
porque se le inculca el disfrute con la sexualidad ante todo.
Debe tener una agresividad erótica, pues tiene que ser
él quien tome la iniciativa, la proposición y haga
todo en las relaciones sexuales. Después de todo lo
anterior, el hombre debe ser padre (esto en un último
lugar, lo cual lo diferencia del sexo femenino); no obstante,
también al varón desde el punto de vista social se
le expropian espacios vitales masculinos, tales como:

  • No se le permite expresar sentimientos pues los
    hombres no lloran y no se quejan, lo que repercute en su
    salud y su sexualidad de forma negativa.

  • Se le expropia de su propia sexualidad, por el
    supuesto papel de hombre (pene de oro).

  • El pene está a disposición de
    cualquier mujer, independientemente de sus propios deseos, su
    sexualidad a disposición de la mujer, no a la de
    él según sus deseos, lo que lo puede poner en
    situaciones de conflicto en torno al desempeño de su
    sexualidad. Desde niño se sobredimensiona el papel del
    pene, se le acaricia cuando es niño a la hora del
    baño, se hacen alusiones de para qué
    servirá cuando sea grande, y se alaba según su
    tamaño.

  • El hombre debe ser viril erotizado, con posibilidad
    de ser infiel a su compañera y con papel de proveedor,
    y en último lugar entonces ser padre.

Mitos y tabúes en la sexualidad
masculina:

  • El tamaño del pene puede ensombrecer el
    desempeño sexual masculino, pues cuando no se
    considera con grandes dimensiones lastra la autoestima y
    disminuye el rendimiento sexual, a pesar de conocerse
    científicamente que el tamaño no determina la
    capacidad del disfrute de la pareja humana, pero desde lo
    ancestral nuestra cultura es fálica y se
    sobredimensiona el tamaño del pene.

  • Hacer el amor es solo con penetración todo lo
    cual demuestra escaso conocimiento y poca fantasía
    erótica, pues hay múltiples formas de hacer el
    amor, y no todas llevan implícita la
    penetración del pene.

  • Tener siempre varios coitos en una noche porque
    desde lo masculino es el cumplimiento del estereotipo sexual
    impuesto, y se considera como síntoma de fortaleza,
    pero cuando no se logra disminuye la autoestima masculina;
    sin embargo, esto demuestra el desconocimiento de la
    fisiología sexual pues no siempre es posible
    lograrlo.

  • El hombre tiene que tener siempre el papel activo en
    las relaciones sexuales, lo que demuestra aún hoy
    cómo se limita la expresión de la sexualidad
    femenina.

  • El orgasmo debe ser simultáneo para lograr el
    pleno disfrute sexual, y de no ser así se demuestra
    desconocimiento de la fisiología sexual
    humana.

Considerar como sucio el sexo oral viene dado por los
estereotipos sexuales sexistas, pues desde la antigüedad en
Grecia este tipo de intercambio sexual era considerado como
sucio, lascivo y bajo; aún hoy en nuestros días
este tipo de contacto sexual tiene detractores, aunque hace ya
años Kinsey demostró que era una práctica
normal en la expresión de la sexualidad humana y un alto
número de personas en Estados Unidos la practicaban. No
obstante, por legislación hoy en día en ese
país en varios estados está prohibida aún en
parejas heterosexuales.

La presencia de estos mitos y tabúes pueden
favorecer la aparición de disfunciones sexuales en el
hombre como el deseo sexual inhibido, las disfunciones
eréctiles, la eyaculación precoz, etc. Esto hace
que disminuya el placer en las relaciones sexuales, y como estos
mitos están influidos por la sociedad, los hombres cuentan
con grandes exigencias a las expectativas del rendimiento sexual
de su género, y padecen de un desconocimiento de la
fisiología sexual de forma general. Las mujeres
también tienen un gran desconocimiento de su
fisiología sexual, y están marcadas desde la
niñez para reprimir la expresión de su
sexualidad.

Trastornos
adaptativos

Son trastornos que se caracterizan por el desarrollo de
síntomas emocionales, o comportamientos en respuesta a una
situación estresante, se caracterizan por la presencia de
síntomas emocionales o conductuales en el contexto de uno
o más estresantes psicosociales definidos. Las
manifestaciones, son significativas porque deterioran la
actividad social, profesional o educacional del paciente, o
porque las dificultades subjetivas que experimenta superan la
magnitud habitual de esas situaciones.

No se especifica la naturaleza en la gravedad de los
eventos, sin embargo, los síntomas deberán surgir
en los tres meses siguientes y remitir en los seis meses
posteriores a la desaparición del estrés, pero
pueden persistir más tiempo si el estrés es
crónico. El agente estresor puede afectar solo a un
individuo, a un grupo o a una comunidad, y puede ser simple o
múltiple, recurrente o continuo o ser dependiente de
acontecimientos específicos del desarrollo.

En los Trastornos de Adaptación, la
característica principal es la respuesta no adaptativa a
situaciones de estrés con desarrollo de síntomas
psiquiátricos y conductuales, ante un estresor
identificado, y cuya acción se produce dentro de los tres
meses previos al inicio del cuadro. Luego de producido, el
trastorno evoluciona generalmente en pocas semanas, nunca
más de seis meses, aunque puede tener un curso más
prolongado si el estresor resulta crónico y
persistente.

Todo estímulo, situación o acontecimiento
que impacte en el individuo y lo obligue a esfuerzos de ajuste
adaptativo constituye un estresor. El momento crítico, en
la cual la curva de rendimiento disminuye; varía de
persona a persona y también en el mismo sujeto, de acuerdo
a su circunstancia vital y que requiere alguna insuficiencia de
la personalidad.

Breve reseña histórica de los
trastornos de adaptación:

El concepto de trastorno de adaptación fue
descrito por vez primera en 1968 en la segunda edición del
Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos
mentales DSM-II y en la octava edición de la
Clasificación Internacional de las Enfermedades CIE -8. El
DSM-II definía estos trastornos como "disturbios
situacionales transitorios", mientras que el CIE -8 hace
referencia a "reacciones situacionales transitorias" y los
englobaba con los trastornos de personalidad, neurosis y otros
trastornos mentales no psicóticos.

En el DSM-II, los trastornos adaptativos se denominaron
Trastorno Circunstancial Transitorio. Se encuadra en una
perspectiva evolutiva y los subtipos se establecen de manera
acorde, por ejemplo, con la infancia, la adolescencia o la edad
adulta. Aunque se describe como circunstancial y transitorio, la
presentación clínica se vincula con un
estrés muy serio; sin embargo, no siempre es
temporáneo ni requiere un desencadenante
inusual.

Bleuler habla de "reacciones morbosas, trastornos
psicorreactivos o psicógenos", refiriéndose a
aquellas que sospechamos han de entenderse predominantemente como
reacciones a vivencias psíquicas. Se trata de reacciones
cuya esencia no está exclusivamente determinada por la
situación psicotraumática sino igualmente por la
constitución y disposición de la propia
personalidad. Este autor señala que carecemos de una
expresión certera y aplicable en general con respecto a
tan discutido concepto.

Serían factores predisponentes a este tipo de
reacciones, además de muchas circunstancias de
índole social y cultural, las psicopatías
(alteraciones congénitas y heredadas del carácter),
las alteraciones adquiridas del carácter, la oligofrenia,
los trastornos psicoorgánicos leves
(postraumáticos, arterioescleróticos, etc.) y las
psicosis latentes en diversas y múltiples combinaciones.
La predisposición a las reacciones psíquicas
morbosas determina la mayoría de las veces la forma del
cuadro clínico.

Estos trastornos psicorreactivos se desarrollan siempre
en conexión con la personalidad y el conjunto de la
experiencia de la vida, de modo que la índole de la
reacción nunca viene determinada por solo una única
circunstancia exterior. Las emociones y los síntomas
desencadenados por cualquier vivencia dependerán del
conjunto de la situación vital.

Jaspers estableció una serie de criterios para
delimitar las reacciones vivenciales:

  • La situación reactiva no habría
    surgido de no ser por la vivencia que la
    originó.

  • El contenido, el tema de la situación, se
    halla en relación comprensible con respecto a su
    causa.

  • La situación es, por lo que respecta a su
    curso temporal, dependiente de su causa y sobre todo cesa
    cuando desaparece ésta.

Para Schneider una reacción vivencial es la
respuesta sentimental y dotada de una motivación plena de
sentido a una vivencia; es decir, la respuesta oportuna y
sentimentalmente adecuada a dicha vivencia. Las reacciones
vivenciales anormales se apartan sobre todo del promedio de las
normales a causa de su extraordinaria intensidad, a lo cual hay
que agregar que no son adecuadas con respecto al motivo
(diferencia importante con las reacciones adaptativas) y lo
excesivo de su duración.

Estas reacciones pueden deberse a vivencias externas o
internas: desequilibrios interiores, tensiones y en especial a
situaciones instintivas. En general, las reacciones a vivencias
externas serían más independientes del
carácter individual. Cuanto más insignificante sea
el estímulo necesario para despertar tristeza o miedo y
cuanto más anormales sean la magnitud, el aspecto y la
duración de estas reacciones, tanta mayor importancia ha
de otorgarse al papel desempeñado por la
personalidad.

El actualmente denominado trastorno de adaptación
cumple diversas funciones:

  • Nos informa de la necesidad de atención de
    ciertas personas.

  • Es una manera de obtención de
    información que podría tener utilidad para
    futuros criterios diagnósticos.

  • Describe una serie de criterios que nos permiten
    identificar a pacientes que si bien no encajan en otros
    trastornos mentales experimentan ante problemas de la vida
    reacciones que tampoco son normales.

Técnicas e instrumentos psicológicos utilizados
como:

  • Inventario de ansiedad rasgo-estado (Idare)

  • Test de completar frases (Rotter)

  • Inventario de depresión (Beck)

  • Inventario de autoestima (Rubenstein)

Depresión:

Uno de los factores que desde el punto de vista
psicológico evidencian en la relación existente
entre la sexualidad y los trastornos adaptativos es la variable
depresión, la cual se observó en el 100% de la
muestra estudiada, donde manifestaron una depresión leve,
con manifestaciones de tristeza, estados de ánimo de
apatía, melancolía, pero sin llegar a impedir el
desarrollo de sus actividades cotidianas, estos datos fueron
obtenidos de la aplicación del inventario de Beck, con las
respuestas obtenidas en la entrevista: "…la
mayoría de las noches no tengo ganas, me siento
cansada
", y en la aplicación de la técnica de
los 10 deseos: "Yo deseo…sentirme más
felíz
", "Yo deseo…sonreír
más a la vida
", en algunos ítems del Rotter:
"Algunas veces…siento ganas de llorar",
"Yo…ya no tengo impulso sexual, no
hay
".

Estos pacientes se caracterizan por un estado emocional
con pensamientos tristes o pesimistas, con un desorden emocional
caracterizado por una respuesta inadecuada a los
estímulos, de tal forma que quien la padece se muestra
apático, sin ánimo y con poca iniciativa,
pérdida del interés y del placer en las actividades
cotidianas incluyendo el sexo, aparecien síntomas como son
la tristeza y pesimismo.

Ansiedad:

Partes: 1, 2

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