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La Identidad Cultural y la contribución del Bayamo colonial (página 2)



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Es cierto que durante la mayor parte del período
colonial fue Bayamo el centro de la región
histórica del Valle del Cauto, que presentó
características distintivas en su devenir histórico
que la diferencian de otras zonas de Cuba. De esta manera el
proceso de formación de la identidad cultural que se
evidenció en toda la isla muestra en esta región
rasgos peculiares, que aportan matices regionales y locales
dentro de la unidad cultural nacional, como manifestación
de la diversidad dentro del todo esencial.

También es cierto que en Bayamo como producto del
aislamiento económico oficial generó ciertas
características de la región en cuanto a la
debilidad de los rasgos esclavistas y la intensa práctica
del contrabando, además del bajo nivel de la
inmigración peninsular y su escasa influencia
económico-social. Aquí la supervivencia de los
elementos de la cultura material y espiritual indígena y
un temprano sentimiento de pertenencia y de defensa de los
intereses de la localidad se fueron arraigando a través
del tiempo y éstas condicionantes históricas
influyeron en la conformación de una sociedad que
ofreció un terreno adecuado para la pronta
maduración de los rasgos de la identidad cultural que
definirían lo cubano, cuya amalgama encontraría
más dificultades para cristalizarse en otras
regiones.

Tratándose del contrabando que aunque no es
exclusivo de la región, pero sí donde
adquirió matices distintivos: se presentó muy
temprano, desde la segunda mitad del siglo XVI, ello
permitió la prosperidad de la Villa hasta la
obstrucción de la desembocadura del Cauto en 1616, a causa
de la tierra y los troncos de los árboles arrastrados por
las aguas tras intensas precipitaciones, manteniéndose con
fuerza hasta finales del siglo XVIII y durante las primeras
décadas del XIX.

Unido al contrabando están también las
primeras manifestaciones de rebeldía del cabildo y del
vecindario de la Villa, y todo en defensa de sus prerrogativas de
la jurisdicción y su autonomía frente a la
política centralizadora de las autoridades
coloniales.

Es preciso recordar el denominado "Caso Bayamo" en 1603,
y el triunfo de los pobladores sobre la política represiva
del comisionado Melchor Suárez de Poago y del gobernador
de la isla Pedro de Valdés. El comercio ilícito con
ingleses, holandeses, y franceses, asentados en sus colonias
caribeñas, marcó con su impronta indeleble el
decursar histórico de la región y además de
su reconocida influencia económico-social, se
reflejó también en el ámbito político
y cultural.

Aún quedan restos de los mosaicos holandeses de
Delf del siglo XVIII, que recreaban paisajes bíblicos y
recubrían los pináculos de la techumbre de la
Capilla de los Dolores en la Iglesia Parroquial Mayor, hoy
catedral, como elocuentes muestras de la magnitud de la presencia
de mercaderes extranjeros y la práctica del tráfico
ilícito por parte de todos los vecinos, incluyendo las
autoridades administrativas, militares, eclesiásticas, a
pesar de estar tildados de herejes aquellos tratantes.

Todavía en las primeras décadas del siglo
XIX las vajillas utilizadas en las mesas bayamesas eran de
procedencia inglesa y telas como el holán y la seda eran
usadas hasta por las personas de color, de los estratos bajos de
la sociedad colonial. Conjuntamente con los géneros del
contrabando entraron en Bayamo los textos prohibidos oficialmente
por la inquisición, las obras de la ilustración y
el pensamiento liberal burgués.

Durante el desarrollo de las luchas liberadoras en las
colonias hispanas del continente, llegan a Bayamo diversas
publicaciones con el ideario independentista que encontró
repercusión en los sectores de profesionales, los
pequeños propietarios y la juventud. Estas circunstancias
explican la considerable fuerza de las ideas liberales y
constitucionales en la Villa en las primeras décadas del
siglo XIX, que en ocasiones adquirieron matices francamente
separatistas, hasta el punto que se llegó a tener un
levantamiento armado contra el colonialismo
español.

A lo largo del período colonial, Bayamo fue
considerado como el pueblo más pleitista de la isla, por
parte de los gobernantes se sostenía el criterio de que
sus habitantes eran desobedientes, no cumplían las
disposiciones de las autoridades superiores, y cuando se
intentaba castigarlos no era posible hacerlo porque se refugiaban
armados en los montes.[29]

Durante varios siglos el cabildo bayamés
disfrutó de autonomía, solo en fecha avanzada como
el año 1875, a la par de la política de
centralización borbónica, fue que se les impuso a
regañadientes un teniente gobernador que reunía en
sus manos la autoridad civil y militar, con todo esto, los
bayameses nunca se mostraron conformes con la presencia de esos
funcionarios.

Es también Bayamo, posiblemente, el único
lugar de la isla donde los corsarios, piratas y filibusteros
exhibieron un saldo desfavorable en sus rivalidades con la gente
de la tierra: los casos de los franceses Richard (1585) y
Gilberto Girón (1604), así lo
atestiguan.

Los sucesos vinculados con el secuestro del Obispo Fray
Juan de las Cabezas Altamirano en el último año
mencionado y la aparición del poema épico "Espejo
de Paciencia", del canario Silvestre de Balboa, considerada como
la primera obra literaria cubana refleja también la
presencia de los tres pilares raciales de la identidad nacional:
blancos, negros e indios. Hay en ellos un sentimiento de
pertenencia a la tierra, todavía estaban marcadamente
diferenciadas sus posiciones y proyecciones, pero en su
acción afloraban atisbos de la futura
nacionalidad.

Se está de acuerdo con que desde inicios de la
colonización tuvo lugar un intenso proceso de mestizaje
entre individuos de las razas blanca, negra e india. Sobre la
base de la cultura española predominante y con importantes
aportes de los integrantes de las diferentes etnias africanas que
la trata negrera arrancó de sus tierras para nutrir al
oprobioso sistema esclavista en las islas caribeñas, se
fue conformando, mediante el mestizaje y la
transculturación, la identidad cultural cubana, en un
proceso en el que también estuvo presente el a veces
olvidado elemento aborigen.

A la llegada de los conquistadores, en las tierras que
conformarían la jurisdicción de la Villa de San
Salvador de Bayamo estaba la mayor concentración de
población indocubana en la isla, y a pesar de la brutal
reducción demográfica experimentada, no hubo
desaparición de esa raza, sino que sus restos se fueron
diluyendo en la mezcla con la blanca y la negra.

Es interesante conocer que aún entonces los
indígenas proseguían con sus areítos, aunque
se les prohibía que usaran máscaras y pinturas en
el cuerpo, y que "continuaran sus prácticas
idólatras y sus creencias de brujería".

Mestizos de conquistadores y mujeres indias
llegarían a formar parte de las familias
oligárquicas de la Villa. En el poblado de Jiguaní
se aglomeraron un disperso número de descendientes
aborígenes que conformó el pueblo a principios del
siglo XVIII e incluso a inicios del XIX existían en la
comarca individuos considerados como descendientes directos de
los indocubanos. La herencia indígena se aprecia en la
toponimia y en los elementos de la cultura material. En el arte
culinario se observa como característica la presencia de
alimentos elaborados con yuca. El casabe era consumido en lugar
del pan en los hogares bayameses en el siglo XIX, y el ajiaco era
plato principal en la mesa.

Es de suponer que por la tradición oral, los
elementos de la cultura espiritual aborigen fueron transmitidos
de padres a hijos, y que algunos se establecieron principalmente
en el hombre de campo, transfigurados a través del tiempo.
Esos elementos irían interactuando con los
españoles y los africanos, en un proceso integrador en que
ya los primarios irían perdiendo su pureza y adquiriendo
nuevos rasgos, hasta dar paso a una resultante cualitativamente
nueva.

En el mundo espiritual estaban presentes las leyendas
indígenas y el siboneyismo, surgido a mediados del siglo
XIX con el bayamés José Fornaris y que tiene como
figura cumbre al tunero Juan Cristóbal Nápoles
Fajardo, El Cucalambé, expresión de esa
espiritualidad y del sentido de vinculación con esa
primitiva raza, a pesar de todas las objeciones que se le puedan
hacer a esa manifestación literaria en cuanto a
desconocimiento e idealización de ese pasado.

A diferencia de otras regiones de Cuba, en el Valle del
Cauto no se impusieron a nivel popular los cultos
sincréticos africanos, ni expresiones del vodú que
llegaron con los inmigrantes haitianos tras la revolución
en la vecina isla caribeña, entre finales del siglo XVII y
principios del XIX.

Hubo en Bayamo celebraciones tradicionales, como las
Fiestas de Reyes, a principios de enero, la de la Candelaria el
día 2 de febrero; y las de San Blas y San Blas Chiquito 3
y 4 de febrero, respectivamente. Estas eran celebradas por los
negros criollos y bozales y las dotaciones de esclavos de
ingenios y haciendas cercanas acudían a la
villa.

Fue en esta región donde apareció y se
diseminó el espiritismo de cordón. Tradicionalmente
se ha visto en el cordón espiritista una
manifestación de los cultos africanos, especialmente de
origen congo, pero lo cierto es que en los lugares donde son
fuertes esas expresiones sincréticas, éste no ha
podido penetrar con efectividad semejante.

Existen algunas similitudes entre las ceremonias
espiritistas y las expresiones de las creencias, los ritos y las
prácticas religiosas indígenas, que
desafortunadamente fueron descritas insuficientemente por los
cronistas. Sus coincidencias se manifiestan, más que en el
plano doctrinal, en el orden ceremonial.

Se aprecian parecidos en la misma práctica del
cordón, que recuerda el areito, y en el que los cantos,
además de la danza, representan un elemento primordial.
Las consultas espirituales, los pases magnéticos y la
utilización de plantas medicinales, recuerdan las
descripciones acerca de las curaciones realizadas por los
behíques.[30]

Con referencia al nombre de espiritismo de
cordón, podemos apreciar que el calificativo de cordoneros
era utilizado en Bayamo desde mucho tiempo antes para denominar a
los practicantes de determinados ritos de carácter oculto,
misterioso o secreto, como los de las logias
masónicas.[31]

En la sociedad de la región del Valle del Cauto
de la segunda mitad del siglo XIX estaban creadas determinadas
condiciones que permitieron que la prédica espiritista de
origen francés encontrara un terreno fértil para su
propagación lo que no ocurrió en otros lugares, se
arraigaron popularmente y adquirieron matices propios.
Sería muy revelador la indagación y el estudio de
las prácticas religiosas de los mambises, sobre todo en la
guerra de 1895 y que muchos de los principales fundadores de
centros espiritistas en la región fueron antiguos mambises
del Ejército Libertador.

En esta región del Valle del Cauto debido a las
peculiaridades de su evolución histórica se fue
desarrollando un sentimiento de pertenencia y de
diferenciación con respecto a los intereses de la
metrópoli, que desembarcaría finalmente en una
autoconciencia de la cubanía.

Surgieron en Bayamo un conjunto de asociaciones en el
período constitucional de 1820 a 1823, entre ellas se
destacaron las logias masónicas, las cuales alcanzan
considerable fuerza en las tendencias separatistas. Es factible
la realización de estudios profundos acerca de la
actuación de las logias en el campo insurrecto durante las
guerras de liberación. Es conocido que estas instituciones
fraternales sirvieran de apoyo para las labores conspirativas en
la preparación del estallido independentista de 1868, y
que los principales dirigentes revolucionarios de estas
contiendas pertenecieron a ellas.

Un rasgo particular de la sociedad bayamesa de las
décadas del 50 y el 60 del siglo XIX, era la indisoluble
vinculación entre las expresiones culturales y las
manifestaciones de rebeldía antinacionalista. Muchos de
los integrantes del círculo intelectual más
encumbrado perfeccionaron su formación fuera de la villa,
e incluso en el extranjero. Nucleados alrededor de la Sociedad
Filarmónica, en ese pequeño grupo existía la
fuerza capaz de movilizar a las masas del pueblo en aras del
ideal independentista.

Conclusión

Fue Bayamo la cuna de poetas, músicos y
próceres de la historia y es necesario precisar que las
ideas liberales, progresistas y avanzadas que adquirieron estos
últimos en otras latitudes, solo pudieron encontrar
expresión en una acción consecuente porque eran
herederos de toda una tradición de rebeldía y
pensamiento que perneaba la conciencia colectiva. Aquí
surgió un Himno revolucionario, devenido en Himno
Nacional, una primera canción romántica
trovadoresca y un grito de libertad. Estos próceres que se
lanzaron a la lucha representaban el sentimiento mayoritario de
la sociedad. Ellos confluían las aspiraciones colectivas,
acendradas por siglos de rebeldía.

Muchos fueron los factores que condicionaron e hicieron
que el sentimiento y la autoconciencia de la nacionalidad
entendida como expresión cimera del proceso de
conformación de la identidad cultural se afirmara
primeramente, a nivel social, en la región del Valle del
Cauto. Es cierto que los intereses clasistas contrapuestos
existían aquí al igual que en occidente, pero
estaban marcados. La preponderancia, en un momento determinado,
de un esquema económico-social u otro, signó los
acontecimientos políticos.

En la segunda mitad del siglo XIX, en Bayamo, para la
década del 60, surgieron situaciones que fueron resultados
de varios factores durante siglos. Con el debilitamiento de los
elementos retardarios del proceso, reimpuso la línea
independentista. Además, la crisis económico-social
posibilitó la expansión de la autoconciencia de la
cubanía en forma ascendente.

Por otro lado no fue solo en oriente donde se estaba
desarrollando este proceso, sino que en occidente también
se había formado el sentimiento nacional, no podemos
olvidar la prédica independentista de Félix Varela
y las espontáneas conspiraciones de este corte, pero las
contradicciones clasistas más fuertes impedían la
necesaria unidad: la nacionalidad cubana no podía
constituirse exclusivamente de elementos blancos, como la
concepción de José Antonio Saco, que
presentó esa limitación, aunque fue importante en
la defensa de lo cubano contra la anexión. Lo que
sí los sucesos desencadenados en oriente, poco a poco
cambiaron la situación y entonces las diversas corrientes
del sentimiento nacional fluyeron en un torrente único,
aunque no libre de obstáculos.

Se puede afirmar que la relativa debilidad de las
relaciones esclavistas impulsó el inicio de la lucha
independentista, por otra parte, la debilidad de los rasgos
capitalistas condicionó el regionalismo, esto con
resultados frustrantes para el desarrollo de la contienda. En el
primer caso, se permitió la unión clasista en el
empeño común, en el segundo, la ausencia de
vínculos económicos y de complementación
entre las distintas regiones impidió la necesaria
visión de patria grande. La lucha separatista iniciada por
los prohombres del 68, sería la fragua en que se
forjarían los diversos elementos constitutivos de la
cubanía.

Bibliografía

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Sociedad. La identidad cultural en el contexto actual. La Habana.
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La Habana. Ediciones Pontón Caribe, S.A,
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Autor:

Alexander Ruiz
Beltrán.

Categoría: Historia

[1] K. Sewin. Resolving Social Conflicts,
Harper, New York, 1948.p.26.

[2] E. Fromm. Escape From Freedom, Holt,
Rinehart and Winston, New York, 1941. p.32.

[3] A. H. Maslo. El Hombre Autorrealizado,
Cairos, Barcelona, 1972. p.54.

[4] C. Rogers. Libertad y Creatividad en la
Educación, Paidós, Buenos Aires, 1980.p. 78.

[5] H. Tajfel y J.Turner. The Social
Psychology of Intergroup Relations, Monterrey, C.A, 1979. pp.
3-47.

[6] M .L. Pérez Ruiz. La Identidad
Como Objeto de Estudio, Instituto de Investigaciones
Antropológicas. UNAM, México. D.F. 1992.
p.63.

[7] P. Guadarrama. Filosofía y
Sociedad. T.II. “El Camino de la Identidad
Cultural”, de Miguel Rojas Gómez. La Habana.
Editorial Félix Varela. 2001, p.537.

[8] Ponencia donada a La Casa de la
Nacionalidad Cubana. La identidad cultural: Un problema
contemporáneo.2000, p.4,5.

[9] A. Delgado. Caribe: de la desidentidad a
la identidad, un enfoque filosófico. Ponencia del I
encuentro teórico:”Crisol de la
Nacionalidad”, Santiago de Cuba, 1992.

[10] I. Monal. El Cubano de Hoy. Algunas
cuestiones gnoseológicas en torno a la identidad. La
Habana. Ediciones Pontón Caribe, S.A, 2003, p 11.

[11] Ídem, p.12

[12] M. García. El Cubano de Hoy.
Enfoque gnoseológico en la problemática de la
identidad cultural. La Habana. Ediciones Pontón Caribe,
S.A, 2003, p221.

[13] Ídem, p. 26.

[14] Ídem, p.28.

[15] Ídem, p.33.

[16] L. Zea. Conferencia ofrecida en la
Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de la
Habana, abril de 1989-

[17] Lecciones de Filosofía Marxista
Leninista. tomo II. Colectivo de Autores. La Habana. Editorial
Félix Varela, 2003, p.186.

[18] L. Zea. Ob. Cit., p.4

[19] C. Rafael Rodríguez. Letra con
filo. Tomo III, p. 477.

[20] Revista Revolución y Cultura.
Rebeldía y Cultura en Félix Varela, No.1, 1989,
p.9

[21] Revista revolución y Cultura.
Desafío a la Identidad, No.6, 1985, p.6.

[22] Ídem, p.7

[23] P. Guadarrama González y Carmen
Suárez Gómez. Filosofía y Sociedad. La
Habana, Editorial Félix Varela, 2001, p. 531.

[24] M. Rojas Gómez. Filosofía
y Sociedad. El Camino de la identidad cultural. La Habana.
Editorial Félix Varela, 2001, p.537.

[25] P. Guadarrama. Ob. Cit., p.537.

[26] Ídem, p.540.

[27] N. E. Moya Padilla. Filosofía y
Sociedad. La identidad cultural en el contexto actual. La
Habana. Editorial Félix Varela, 2001, p.552.

[28] N. Araujo. Apuntes sobre valor y
significado de la identidad cultural. La Habana. UNEAC,
p.14.

[29] Ver: “Carta del gobernador
Severano de Manzaneda a S.M. acerca del contrabando en
Trinidad, Sancti Spíritus, Bayamo y Puerto
Príncipe y otros particulares (25 de marzo de 1690), en
Hortensia Pichardo. Documentos para la historia de Cuba.
(Época colonial). La Habana, Editorial Nacional de Cuba,
1965, p. 758-759.

[30] Para una mayor información sobre
las creencias religiosas de los taínos y las
prácticas curativas de los behíques, es posible
consultar a: Fray Ramón Pané: Relación
acerca de las antigüedades de los indios. La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales, 1970.

[31] La práctica del espiritismo era
perseguida por las autoridades y anatematizada por la
religión oficial; la Iglesia Católica.

Partes: 1, 2
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