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Aragua de Maturin, Venezuela (II Parte). Historia



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

  1. Introducción
  2. Algo de
    historia
  3. Fundación
    tardía y afortunada
  4. El amargo sabor de
    la guerra
  5. Aragua en los
    comienzos de la República
  6. El aciago marzo de
    1813
  7. El "apresamiento"
    de Piar
  8. La
    persecución siguió, pero debió detenerse
    ante las realidades de la guerra
  9. Aragua siempre
    patriota
  10. Símbolos
    del municipio Piar
  11. Biografías
    de algunos aragüeños
    destacados
  12. Aragua…
    algunos rasgos culturales y
    turísticos
  13. El
    turismo
  14. Proposición
    final

Este pueblo batallador, con ansias de ciudad, tiene una
historia muy especial. Su nombre está escrito con sangre
en los anales de Venezuela. Derramó su sangre por amor a
la libertad, en los días bélicos de la
independencia, y hoy sigue construyendo su historia y
contribuyendo con el desarrollo nacional.

Bien vale la pena, que las nuevas generaciones sepan
algo de esa historia. En estos trabajos, con la intención
de que sirvan de estimulo a los investigadores, apenas se tocan
algunos aspectos resaltantes de la misma; también con la
intención de ser útiles a los estudiantes en sus
labores de investigación de la Historia local. Así
logro como autor dos objetivos: publicar mis notas y, como
docente, contribuir una vez más con la educación de
los niños y niñas de mi pueblo.

Es de hacer notar que los topónimos, nombres y
palabras indígenas se han puesto en cursivas.

***

Si no atuviéramos, como Pitágoras, a la
verdad de la Matemática, en tanto ciencia del humano
saber, podríamos ubicar a Aragua de
Maturín en las coordenadas terrestres, en el
punto 9º58"05.32" N,
63º29"13.85"O…

Aragua es el nombre que daban los chaimas a la lisa
de río
. Así lo dice Francisco de Tauste en la
pág. 13, línea 15, de su obra Arte y
Bocabulario de la Lengua de los Indios
Chaymas…
[1] La voz aragua se
conserva aún entre los indígenas de nación
pemón, quienes a la guabina llaman arawavina. No
me cabe la menor duda que el topónimo de esta voz es el
río, donde las araguas todavía
podrían –tal vez– conseguirse, después
de que la mano depredadora del "desarrollo" agrícola casi
acaba con su caudal.

Es decir, en mi opinión, el río dio nombre
al lugar. Y el nombre se le dio al río a causa de la
abundancia de este pez llamado aragua. Y esto es
lógico de deducir del acta fundacional del pueblo, donde
se hace referencia al hato "Aragua" ubicado hacia el
río, al oeste de la meseta de Inozúa, que
había tomado su nombre del río y así,
pasó a designar el pueblo.

Lo que si no se duda es que Aragua es una voz
caribana, tan autóctona como cualquiera de las que llenan
la toponimia nacional. Es una palabra muy antigua que pareciera
haber venido abriéndose camino desde el sur, desde el
Pilcomayo y más allá, atravesando la selva
amazónica, hasta asentarse en tres regiones del
país, que están en la ruta invasora de los
proto-indios, cuando estos avanzaron hacia este territorio hace
por los menos unos 1.200 años: el río
Aragua en el estado homónimo, Aragua de
Barcelona y nuestra Aragua.

En efecto, el nombre pudo haber venido volando en el
viento como las píscuas (pishqu = pájaro,
en quechua), desde aquellas lejanas tierras, mientras se
transformaba y tomaba otros significados, no tan lejanos del
original. Araguay en quechua significa "río de
los loros" (Ara= loro; guay= río).

En esto de la toponimia y la lingüística, la
imaginación, la "loca de la casa" de que hablaba Voltaire,
vuela también. De manera que, si nos ponemos imaginativos,
nos pondríamos a relacionar esta toponimia con la Arawa de
la provincia de Bougainville, en Nueva Guinea, especulando sobre
la procedencia guinea transoceánica de los ancestros de
nuestros primeros pobladores americanos, lo cual como ya se sabe,
no es tan descabellado. Pero ya se sabe también como es
esto de la comparación lingüística. Palabras
de igual sonido en lenguas distintas pueden tener significantes
diversos y hasta contradictorios.

Así que, centrémonos en nuestra querida
Aragua. La Aragua de estas remembranzas, que
existía como aldea indígena desde tiempos
inmemoriales, pero que para los euro-centristas nació
formalmente un 18 de diciembre de 1806, bajo el manto del
patriota Joseph Gabriel de Alcalá como Comisionado
demarcante, de Salvador Romero como poblador y del escribano real
Francisco Barroso, autor del acta fundacional del
pueblo.

Los comienzos

Es un hecho que Aragua existió como
pueblo o si se prefiere como sitio poblado, desde hacia
más de doscientos años, como mínimo. Y es
muy seguro que se tratara de un pueblo de
aborígenes.

A propósito de este nombre, viene a
colación el asunto de los sustantivos indígenas
españolizados. Para los chaimas, habitantes de la
región donde se asentó la aldea primitiva, los
nombres en sí no tienen desinencias de masculinos o
femeninos, son nombres neutros asignados a las cosas; son
masculinos y femeninos los animales y las personas; pero no las
cosas.

En el castellano el asunto cambia. Por ejemplo, cuando
nos referimos a Aragua, tendemos a hacerlo femenino y hablamos de
ella, de "la Aragua", en vez de "él". Así,
a menos que nos refiramos al río, anteponerle el
artículo "el" parece no tener cabida cuando nos referimos
al pueblo. Podríamos decir, por ejemplo, "Aragua
es bonito"; pero algo nos suena odioso, y por eso, preferimos
decir, "Aragua es bonita". Tratamos al pueblo como dama.
(Ojalá quienes la gobiernen tengan todos este mismo
sentimiento filial, de verdad), a diferencia de Caripito,
Maturín, San Antonio, Caripe, por
ejemplo, que nos suenan masculinos y paternales.

Estoy convencido de la influencia que ejerce el nombre
en la vida de la gente. El nombre personal, por ejemplo, suele
convertirse en un argumento de vida. Así mismo, el nombre
del pueblo de Aragua tiene su influencia en el
desarrollo mismo del pueblo, en su historia y en la mentalidad de
sus habitantes, para quienes Aragua como femenina es una
madre que cobija, tiene ese sentido protector.
¿Sintió lo mismo Piar cuando escogió al
pueblo como su hogar? ¡Quien sabe! Lo cierto es que, como
escribió el historiador y poeta Simón Sáenz
Mérida, a él (Piar) el pueblo "se le
convirtió en una trampa".

En los ejercicios de la imaginación que suelen
hacer las almas románticas (y cada quien lo es a su
manera), se nos presenta la Aragua de la colonia, la
Aragua que servía de paso a los misioneros
invasores, a los tiponken, a los hombres vestidos, a los
españoles.

En el libro ya mencionado de Francisco de Tauste
(1626-1685), el fundador del desaparecido pueblecito de San
Francisco, se nombra a Aragua como lugar, en la pág. 155.
Menciona a Aragua como un sitio determinado al
suministrar un ejemplo sobre el uso de la forma de expresar en
chaima, el lugar de procedencia.

Y señala estos ejemplos:

Azia dónde va este camino?
Eticnacan chen azama?

De que sitio? Anec
patacan?

De que casa? Anec
yegutacan?

De Cumaná.
Cumanantacan.

Del Alto. Atoyacan.

De Aragua.
Araguacucan.[2]

Es decir, el autor está poniendo ejemplos de
cómo expresar el equivalente a la preposición "de"
cuando indica procedencia. Tauste aquí no usa el "de" como
gentilicio, sino sólo procedencia u origen, es decir,
"desde Cumaná; desde el Alto; desde Aragua", con las
"posposiciones" tacan, yacan, y cucan. Esto es,
en contraposición con la voz "hacia" (azia) que
indica una direccionalidad en contrario, con la voz
eticnacan. Seguidamente, coloca ejemplos de la
preposición "de", pero con significado causal, con la voz
nerpe. Por cierto, es curioso que cuando imprime la voz
atoyacan, parezcas un lapsus que apunta ya al hato
existente en esta zona… pero esto es desbordar la
imaginación, seguramente.

Como dato también muy curioso, la
expresión "desde Aragua" o "de Aragua"
implica que era punto de origen de cosas, reses, ganado,
productos; con un camino por el cual venir "de
Aragua".

Finalmente, al sacar las cuentas, vemos que Tauste
estuvo 22 años entre los chaimas, lo cual nos hace
calcular que conoció a Aragua por lo menos antes,
en o después del año 1663.

Eso significa, por supuesto que nuestro pueblo ya
existía como sitio desde esos años 1600. Lo
más seguro, como ocurrió con casi todas las
ciudades fundadas por los españoles en el territorio de
esta "Tierra de Gracia", es que en las cercanías de la
meseta de Inozúa existiera una aldea
chaima con el nombre de Aragua, que fue
aniquilada por el embate de la conquista y las encomiendas,
iniciadas por la Corona a partir de las Leyes Nuevas de 1542,
aunque en Venezuela se cumplieran desde 1545.

Es también probable que en la aldea se fundara el
hato de Aragua, acerca del cual hablaremos más
adelante. Así que es más que probable que aquellos
"propietarios" que se apersonaron el 17 de diciembre de 1806 a
presentar sus documentos de "propiedad" sobre la meseta de
Inozúa, fueran herederos de los antiguos
encomenderos (vale decir conquistadores) de la zona, invasores,
ladrones de las tierras de los chotos chaimas de esa
zona.

En efecto, el conquistador se sintió propietario
de las tierras que pisaba. Para subyugar a la población se
impuso por la fuerza de las armas e implantó sus leyes,
organización civil y modos de vida. Así, en el
siglo XVI las encomiendas avanzaron desde Cariaco hacia
el Neverí. Según se recoge de la visita de
Don Fernando de la Riva Agüero, Oidor de las Audiencia de
Santo Domingo, comisionado por el Rey el 23 de marzo de
1686,

Las encomiendas se repartían,
según su localización en 4 partidos en las regiones
siguientes:

I Partido:

-Valle de Cumanacoa- Jurisdicción de
San Baltazar de los Arias: 7 encomien-das.

II Partido:

-Valle de Marigüitar-Valle del Golfo
de Cariaco desde Margarita hasta Urintar: 6
encomiendas.

II Partido:

-Valle de Cariaco- jurisdicción de
la ciudad de San Felipe de Austria: 16 enco-miendas.

IV Partido:

-Valle de San Juan y Valle de Santa Fe-: 11
encomiendas.[3]

Note, lector, cómo vienen avanzando los
encomenderos. El Valle de Cumanacoa, queda bastante
cerca de Aragua; y por lo que dice el acta de
fundación, este pueblo, llamado San Baltazar de los Arias,
tenía jurisdicción sobre Aragua y La Enea,
vale decir, abarcaba administrativamente estos
territorios.

Busque el mapa y véalo; desde el norte hacia el
sur, avanzaron hasta posesionarse de todo aquel territorio. Es
muy posible que en las siguientes encomiendas estuviera incluido
este territorio aragüeño.

Por eso, cuando Salvador Romero y José Gabriel
Alcalá se apersonaron en la Mesa de Inozúa
y seleccionaron el sitio para el pueblo, se presentó un
representante de los "propietarios" de los terrenos. Veamos lo
que dice el acta de fundación:

pero estando en esta diligencia se presentó Don
Bernardo Gil por sí como marido de Da. Manuela Barreto, y
prestando voz y canción por sus cuñados ausentes
Don Miguel Cavello y Juan Cabeza, también maridos de Da.
Rosalía y Da. María Barreto hijos y herederos
lexitimos de Don Sebastian Barreto y Doña Leonor de Rojas
sus difuntos padres, y representó que todo ese dicho
sitio* le corresponde por herencia proindivisa y común
como bienes
que fueron de su causa ante lo qual
acreditó con testimonio del Escribano de Real
Hacienda
autorizado por el que lo fue Don Joseph Croare en
Cumaná [4]

Más adelante se señala que en los
documentos de las herederas de Sebastián Barreto y Leonor
de Rojas el sitio de La Enea se ubicaba en jurisdicción de
la ciudad de San Baltazar de los Arias (Cumanacoa), con
lo cual nos convencemos más de la procedencia encomendera
de aquellas "propiedades", dado que Cumanacoa era parte
del Partido I de las Encomiendas distribuidas por aquellos
años de 1680 (vide supra).

Quienes reclamaron eran los herederos de Leonor de Rojas
y de Sebastián Barreto. Estos aparecen en el acta entre
los más antiguos propietarios. Eran los padres de las tres
hermanas Barreto: Manuela (esposa de Bernardo Gil);
Rosalía (esposa de Miguel Cabello) y María (esposa
de Juan Cabeza), reclamantes de las tierras que se estaban
demarcando para asentar allí el pueblo.

Otros "propietarios" de la mesa de
Inozúa que aparecen en el acta son: Miguel
Calzadilla (propietario a la sazón del hato
"Aragua", ubicado al oeste, hacia el río),
Fernando Moreno (quien ya no vivía por el farallón
del sur de la mesa); y Luis Pérez de Aguilera quien
había adquirido las tierras del poniente al anterior
propietario, llamado Bartolomé García de
Calzadilla.

En resumen, los "propietarios" eran cinco.

Es de señalar que el proceso encomendero en
Cumanacoa y sus alrededores, comenzó el
año 1576, pues en mayo del año 1617, cuando el
Gobernador otorga una encomienda a Diego de Betancurt, en el
Título se leen los términos siguientes:

Por cuanto por Gregorio de Umpierres vecino de esta
ciudad de Cumaná, en ella en 18 días de este
presente mes y año por el escribano de suso escrito hizo y
otorgó, de su libre y espontánea voluntad y fitura
(sic) dejación del indio principal llamado Pumetan que
vivía en la provincia de Cumanacoa y del principal que le
sucedió y de todo lo que a ellos anejos y pertenecientes,
en manos y cabeza de Su Mjd. Por las causas y razones en ella
contendidas y por constar mejor vista de ojos ser vistos y
verdaderos y haber visto este título de encomienda que el
dicho principal trae el dicho Gregorio Umpierres que le fue dado
por el gobernador don García Fernández de Serpa en
10 días del mes de mayo de 1576 por ante Juan Gago
escribano público… [5]

Vale decir, que desde el año 1576, ya
Fernández de Serpa ("dueño y señor" de la
provincia), había entregado una encomienda a Gregorio de
Umpierres en la jurisdicción del valle de
Cumanacoa. Además, según los registros,
relacionados con estas encomiendas del Valle de
Cumanacoa y zonas de influencia y efectuados por el
oidor de la Audiencia de Santo Domingo, Fernando de la Riva
Agüero, en 1688, en estas zonas habían sido otorgadas
siete encomiendas, localizadas en los sitios siguientes: 1) Valle
de Cocoyar, 2) junto al Río Aricagua, 3)
Valle de Cumanacoa, 4) Valle de Guarintar, 5)
Valle de Tunantar, 6) Valle de Canapan y en 7)
el Nevera. Siendo los encomenderos titulares: Fernando del
Bastardo y Loaysa, Diego Rengel, Melchor Martínez de
Gordón, Antonio Martín Jiménez, Pedro
Rendón Sarmiento, Jacinto de Peñalver y Francisco
Mejía Boza de Zerpa, respectivamente.

Es de señalar que en el Municipio Autónomo
Piar existe un sitio denominado "el Nevero" cerca de
Guayabal hacia el este de los límites.
¿Podría ser ese el sitio llamado "el
Nevera"?

Sí se puede afirmar que los españoles que
fungían como "propietarios" de las tierras de la mesa de
Inozúa, habían recibido sus títulos
desde hacía ya algún tiempo, como se puede deducir
del acta misma de fundación del pueblo.

En el esquema que hemos hecho de la demarcación
del pueblo en las páginas siguientes, pueden verse las
medidas en metros, recogidas en el acta en la unidad de medida de
entonces, la vara castellana, equivalente a 0,8359 m. Esto
conduce a obtener la cantidad de 17.484.638,58 m2 como ejidos o
terrenos del pueblo, partiendo de la plaza central. Esto
significa algo más de 17 km2.

Provoca detenerse en el Acta de Fundación no
sólo para determinar la propiedad de la tierra durante la
Colonia, un tema que da mucho de que hablar, toda vez que los
legítimos propietarios de ella, los aborígenes,
fueron despojados de ellas, desplazados, exterminados por el
Imperio español, cuyos representantes tenían como
motivación principal, la ambición, tanto de
riquezas como de poder. Provoca detenerse en el examen del acta y
su contexto, para determinar algunos hechos importantes, tales
como:

1. Las tierras de la meseta de Inozúa y
sus alrededores eran tierras "de labor", o sea, de uso
agrícola y pecuario, desde hacía ya muchos
años, a través de los cuales habían venido
cambiando de propietarios. Así, por ejemplo, el hato que
en 1718 era de Francisco Blanco, el Alcalde de Cumanacoa
(pueblo llamado San Baltasar de los Arias, en las
crónicas), ochenta y ocho años más tarde, es
decir, a la fecha de la fundación del pueblo de
Aragua (1806), era propiedad de Miguel
Calzadilla.

2. En el lugar ya había viviendas con hogares
consolidados, pues los fundadores y sus acompañantes,
pudieron estar en el sitio desde el miércoles 17 al lunes
22 de diciembre de aquel año 1806, o sea, por lo menos por
seis días. Es decir, esto implica que no estuvieron en
descampado haciendo las diligencias fundacionales, sino que
tuvieron las facilidades y comodidades en cuanto a su
alimentación, estancia y pernocta en las casas de las
familias allí establecidas. Esta estancia debió ser
en el hato de Miguel Calzadilla, ubicado al oeste de la mesa de
Inozúa.

3. Un sitio con estas características
necesariamente tenía algún nivel de
organización vecinal, para proveerse de alimentos y agua,
así como medios de transporte y defensa. Implica la
existencia no sólo de las instalaciones para los hatos y
casas para los propietarios, sino habitaciones para los peones,
así como caballerizos y tal vez aguadores. Así
debía ser desde los años 1600, cuando en diversas
crónicas se mencionaba a Aragua como un lugar
poblado.

4. Las leyes de Indias estaban en plena vigencia, pero
había ya cierta distensión en los protocolos
fundacionales, otrora estrictos; y en el acta se muestra esa
flexibilidad.

Aragua fue un centro poblado precolombino, muy
apreciado y con fama propia, quizás por su
estratégica ubicación en el camino de la sierra al
llano. Sobre él se edificaron luego las casas de los
conquistadores que, al invadir, tomaron aquellas tierras como
propias.

El sitio posiblemente fue objeto de los primeros
repartos de encomiendas hechos por Diego Fernández de
Serpa cuando al llegar a Tierra Firme como gobernador, se
dedicó a "organizar" el territorio a su cargo.

Así lo demuestra el hecho de que se le escoge
como ideal para mudar allí al pueblo de San Felipe de
Austria (Cariaco) cuando los ataques permanentes de los caribes y
chaimas obligan a las autoridades españolas a buscar un
sitio más seguro para la población. Cariaco
habría sido fundado, según
Caulín[6]Desde el sitio original en el
Golfo de Cariaco hasta Aragua, se les ubica a 40 leguas (unos 167
km) al sureste de Cumaná.

La permanencia en el lugar fue de pocos años, se
cree que unos siete, es decir, hasta 1614; porque los ataques
continuos de los chaimas coaligados por caribes, cores, coacas y
parias, hicieron insoportable la consolidación de la
ciudad, formada por aquella escasa población inerme. De
manera que tornaron a irse de nuevo a la costa
cumanesa.

Pero ya el sitio quedó señalado como
estratégico.

Posteriormente, una de las fechas históricas que
lo demuestran es el ataque de los chaimas y los caribes a los
hatos fundados en ese mismo "sitio", de acuerdo a los registros
del año 1669. Es en Aragua, el 15 de agosto de
este año, donde el indio Maturín convoca
la rebelión a la cual se unieron Achacapraca,
Tuapocán, Guazapín, Iguanaima, Tonorin,
el
Herrero y otros caciques, para acordar las acciones
bélicas contra los invasores. Prácticamente,
aquella reunión sirvió para determinar una
declaración de guerra contra los invasores
españoles y así quedó demostrado con los
sucesos posteriores, que arrancaron con el ataque al hato de
Aragua en el cual intervinieron 20 caciques y 800
indios.

Lo que motivó esta decisión de guerrear
contra los españoles nuevamente, fue el deseo de poner fin
a los abusos, violaciones y humillaciones que venían
soportando:

"En el año 69 empezaron otra vez las guerras, e
inquietudes de los indios, y la ocasión fue los malos
tratamiento de algunos españoles menos atentos, que
andaban por sus tierras quitándoles las amacas en que
dormían, el algodon, y otras alhajillas que ellos usan, y
aun llegándoles a dar de palos, y pescozones, y aun
algunos poco temerosos de dios violándoles a sus mugeres,
que irritados los miserables y no pudiendo sufrir tantas
injurias, se resolvieron a tomar otra vez las armas contra los
españoles (…) [7]

Apartemos de lado, de momento, el tono despectivo del
texto, para enfatizar que, en efecto, estos caciques coaligados,
de diferentes naciones, pero todas caribanas, se dedicaron a una
guerra de guerrillas con la cual, a pesar de las diferencias
bélicas y técnica, lograron producir bajas,
desasosiego e inseguridad en las tropas que acompañaban a
"la cruz del evangelio" según los acuerdos establecidos
entre el Rey y las congregaciones misioneras católicas que
invadieron la provincia de la Nueva Andalucía, dentro de
la cual estaba inserta Aragua.

Ya hemos dicho que el "levantamiento" de los caciques,
unos 20, tuvo lugar en Aragua, y así lo
testimonia la historia:

(…) y dieron en un ato de bacas que estaba en un
sitio llamado Aragua, cerca del río Guarapiche; donde
mataron a la gente que cuidaba a los baqueros que pudieron, y
entre todos los españoles difuntos fueron onze"
[8]

Después de este ataque, los aborígenes
fueron más allá e "(…) intentaron destruir
las misiones (…) amenazando a los indios de ellas"; esto
es porque estaban convencidos de "(…) que el trato de los
españoles, les había venido por medio de los
religiosos"[9]. Los religiosos eran la mano
"amiga, suave", los españoles conquistadores,
venían con arcabuces y espadas.

Entre los caciques que dirigieron estas acciones
estuvieron los que provenían de los sitios de "Aragua,
Cumtere y Guarapiche
y muchos de los
Caribes"[10] Obviamente, Cumtere es el
nombre de la zona de Punceres, tal vez mal
escrito.

Como consecuencia inmediata y lógica,
quedó interrumpido el paso de los españoles hacia
los llanos del Guarapiche, lo cual alejaba su meta de conquistar
esa zona, la cual venían planteándose desde los
tiempos de Diego Fernández de Serpa. Esto es porque
debían "pasar por las tierras de los indios
alzados"[11]

Aunque desde hacía mucho los indios estaban
obviamente enfrentados a los invasores por que estaban
apropiándose de sus territorios ancestrales,
después de aquel congreso indígena de
Aragua, motivado también por los abusos de eran
objeto, la guerra se intensificó y la continua actividad
de los indígenas dio dolores de cabeza por lo menos a los
siguientes gobernadores: Juan Bautista de Uriarte (1667-1670),
Juan Bautista de Uriarte (1670-1675), Ventura de Palacio y Rada
(1675-1680), Francisco de Riveros y Galindo, Juan de Padilla
Guardiola, Gaspar Mateo de Acosta y Gaspar de Hoyo y
Solórzano (gobernaron desde 1680.1689), José
Ramírez de Arrellano (1701 a 1706), Alberto de Bertolano
(1706-1711), Mateo Ruiz de Mazo (1712-1715), y José
Carreño (1716-1721).

Después de casi 50 años de guerrillas
indígenas que impedían el surgimiento de las
misiones a pesar de las continuas solicitudes de los misioneros
dirigidas al Rey y a las autoridades para repoblarlas,
además de los ataques a los españoles en las
villas, hatos y pueblos de encomiendas, el Gobernador
Carreño decidió tomar medidas.

Dice la Historia que el Gobernador organizó una
campaña "pacífica" a las tierras ubicadas hacia el
Guarapiche. Así, aprovechando la reunión
del Capítulo de los Misioneros Capuchinos en la Provincia
de Nueva Andalucía, les escribe el 4 de abril de 1717 para
pedirles su apoyo en la campaña que tiene
planeada.

Así, entre otras cosas, se propone Carreño
convocar a los indios vecinos del Cacique Uricuar, a una
reunión en el sitio de Aragua, donde se
fundaría un pueblo, si quedaban indios tras ubicar a los
que quisieran en los pueblos de San Francisco, San Miguel y San
Antonio. Así mismo se proponía hacer una especie de
cerco a los caribes, al fortalecer Punceres y
Caripe, y así acercarse a la meta final que era
el río Guarapiche, vía fluvial
estratégica para los caribes, y por medio de la
cual recibían armas de los franceses a cambio de esclavos
de otras nacionalidades indígenas, especialmente
chaimas y coacas.

Así pues, en febrero de 1718 organizó una
expedición "pacífica" a los territorios
aborígenes, y escogió precisamente el sitio de
Aragua, como el lugar ideal para reunir a los caciques
de aquellos lares y hacerles las propuestas que, en realidad,
constituían una forma de adueñarse de las tierras
indígenas con engañifas y truculencias.

La entrada de Carreño a las tierras de su
gobernación con el plan propuesto a los capuchinos se
inició el día 14 de febrero de 1718, partiendo
desde Cumanacoa en compañía de gente
"respetable" de este lugar y de Cumaná. Siguiendo las
sugerencias de los capuchinos hizo una ruta hacia
Cocoyar, San Antonio (de Capayacuar), y San
Francisco, llegando al sitio de Aragua tres días
después. En efecto, gracias al pregón que
precedió su entrada, al sitio acudieron algunos indios en
compañía de sus caciques, a saber,
Caraucán, Guazapín, Juanico, Yauya y
Zacón, a quienes, siguiendo el plan de conquista
"pacífica", agasajaron.

Cuando se observa un mapa físico de esta zona, se
entiende el porqué de esa escogencia de Aragua
como sitio de la reunión y como punta de lanza de los
propósitos de Carreó. Obsérvese cómo
el lugar está al pie de las serranías de la
Cimarronera, dominando prácticamente todo el sur. Se
constituía en una especie de atalaya hacia los llanos,
ubicada a unos 250 metros sobre el nivel del mar.

Un poco al suroeste, pasados unos quince días de
la incursión de Carreño, el capuchino
Gerónimo de Muros, fundaba el 2 de marzo de 1718 el pueblo
de San Félix de Cantalicio, bastante cerca del río
Guarapiche. Es decir, ya estaba dando resultados el programa de
Carreño. San Félix de Ropopán fue una
avanzada en el proyecto de conquistar el río Guarapiche
llanero.

Carreño propuso a los capuchinos que solicitaran
que los caribes pudieran ser conquistados por las armas; tan
"belicosos" le parecían. Sin embargo, un hecho le hizo
tomar acciones más inmediatas, tal como lo cuenta
Caulín: La incursión indígena contra el Hato
de Aragua el 9 de diciembre de 1718:

Hizo D. Francisco Blanco una conquista al sitio de
Areocuar, ó Caripe, con cincuenta hombres de Cumanacoa, en
la cual trajo entre otros indios algunos que pertenecían
en el monte á la capitanía de un indio llamado el
Herrero, con los cuales dieron principio al pueblo de San
Francisco, que fundó el P. Fr. Guillermo, capuchino de la
provincia de Aragon. Resentido el Herrero de la reduccion de los
indios, convocó á otros cabezuelas Cunaguara y
Tuapocan; y cayendo tumultuosamente al hato de D. Francisco
Blanco, dieron fuego á las casas, le mataron once
personas, y lo mismo hicieron con los pueblos de San Francisco y
San Félix, alegando ser todas tierras suyas, y otros
atrevimientos hijos de la altivez y gentílica
conspiración[12]

A raíz de este hecho, se desencadenó una
nueva acción de Carreño. Cuenta
Caulín:

Sabido este tan pernicioso estrago por el Gobernador de
la provincia D. José Carreño, y conociendo pedia el
mas pronto y oportuno remedio, ántes que la osadía
de los indios tomase mayores incrementos, hizo alistar unos
piquetes de soldados de Cumaná, Barcelona, Cumanacoa,
Cariaco y su golfo, señalando por cabo de los de
Cumaná al capitan D. Miguel de Arrioja, de los de
Barcelona á D. Miguel de Sifontes, de los de Cumanacoa y
Cariaco á D. Antonio Salazar y al maese de campo D. Alvaro
Núñez. Emprendieron el viaje por el mes de
Diciembre del año de 1718, comandados del mismo Gobernador
D. José Carreño, y fueron al rio Amana, donde
estaban los indios Tuapocan y Maturin, de nacion Caribes, que con
los demas de sus capitanías tenían puesto en
cuidado á los habitadores de aquel pais con sus continuos
robos, muertes y otras insolencias que ejecutaban en las
haciendas de los españoles y otros dependientes de sus
casas, y aun en sus mismas personas.

Llegaron al sitio de Maturin, (que media entre los
ríos Amana y Guarapiche) donde el indio de su nombre
salió al encuentro al capitan Arrioja; y puesto en tono de
batalla, se mantuvo peleando á bala y flecha contra los
españoles, hasta morir de un balazo, con que le
quitó la vida uno de ellos. Con la muerte de este indio se
dieron los demas á la fuga, escepto un compañero
suyo llamado Achacapraca, á quien despues de vencido,
aprisionó el capitan Arrioja y lo llevó á su
Gobernador, para que hiciese con él lo que en el caso
pedia la justicia. Lo mismo hicieron los demas capitanes con los
indios Iguanaima, de nacion Chaima, y Tuacopan, á quienes
incontinenti mandó el Gobernador dar la muerte,
poniendo á Iguanaima en una horca y á Tuacopan en
una estaca, despues de haber recibido el Santo Bautismo que
pidió, y en él el nombre de Felipe.

Achacapraca fué llevado al pueblo de San
Félix, donde lo hizo pasar por las armas, quedando con el
sentimiento de no haber podido aprisionar al indio Herrero, que
viendo á sus compañeros e/i mal estado, se
refugió á las montañas del rio Tique, donde
se mantuvo oculto hasta que despues lo sacó y redujo al
cristianismo el R. P. Fr. Gerónimo de Muros, que lo
llevó al pueblo de San Félix, donde murió
cristiano, y con su gente se dió principio al pueblo de
Caicara, que fundó el R. P. Fr. Antonio de Blesa. El indio
Cunaguara se refugió á las vegas del rio
Neverí, donde se mantuvo hasta la vuelta del Señor
Carreño, que fué el siguiente año de 1719,
en el que salió con toda su gente y ofreció
poblarse, pidiendo al mismo Gobernador licencia para ello y
juntamente perdon de su delito.

La esperiencia que D. José Carreño tenia
de la astuta sagazidad de los indios y la consideracion de que
quedando sin castigo podia repetir sus vellacadas, no le permitia
asentir á la peticion de este indio; y así
atendiendo á su voluntaria presentacion, le perdonó
la muerte que merecia, enviándolo al castillo de Araya,
donde murió de su muerte natural, y á su gente la
destinó al nuevo pueblo de San Félix, donde se
mantuvieron pazíficos y al mismo tiempo escarmentados. De
esta conquista resultó alguna enmienda en los Caribes, que
huyendo de los españoles, se fueron retirando al Orinoco,
en cuyas cercanías los han reducido y poblado en varios
lugares los PP. observantes de Piritu, que padecen mucho con
ellos por la falta de escolta con que contener sus repetidos
atrevimientos, sujetarlos á doctrina cristiana y
enseñarlos á vivir en temor de Dios y racional
crianza.[13]

Adviértase una vez más, cómo es
utilizado, pues el sitio de Aragua como lugar
estratégico. Los indígenas lo tuvieron como tal
desde mucho antes de la llegada de los españoles.
Recordemos que Aragua estaba casi en los límites
entre los chaimas y los caribes. Y los
españoles, al parecer comprendieron que por estar entre
los límites de varias naciones y/o tribus, era un lugar
ideal para tomar las acciones de avanzada que ya hemos
relatado.

Las acciones conquistadoras de los misioneros
continuaron en el territorio aledaño a Aragua; de manera
que en los años posteriores y como resultado de la
incursión de José Carreño, se fundaron los
pueblos de Santa teresa de Jesús de Guayuta (el 8 de
febrero de 1728), San Miguel de Guanaguana por Pacián de
San Martín (1729 según Torrelosnegros, y en 1732
según otros documentos), y Santa teresa de Jesús de
Chaguaramal por el fraile Tomás de Abiego (el 18 de enero
de 1731).

Como se sabe, unos cuatro años después, al
haber sido desalojados los caribes del Guarapiche llanero, se
fundó San Juan de la Tornera de Maturín
(el 18 de abril de 1722) como pueblo de españoles, y
finalmente el pueblo de Misión fundado por Fray Lucas de
Zaragoza, con el nombre de San Judas Tadeo de
Maturín (el 7 de diciembre de 1760), ciudad que
persiste hasta nuestros días, solamente con el nombre
indígena.[14]

Todavía en el sitio de Aragua siguieron
funcionando los hatos de los españoles, de manera que el
lugar llega a tener una real importancia económica, al
abastecer a las poblaciones ubicadas hacia el norte del
territorio neoandaluz; y convirtiéndose en un lugar donde
se reciben para cría y distribución los ganados de
los llanos, que poco a poco se van convirtiendo en territorio
arrebatados a los cariña, quienes emprenden su huida hacia
el sur de lo que hoy es Anzoátegui y hacia el
Orinoco.

En 1793, a raíz del conflicto de cacicazgo que se
presenta en San Félix de Cantalicio del Ropopán con
el cacique Guaimarín o
Cayaguarín, por lo menos dos habitantes de
Aragua se convierten en declarantes en el juicio que se
le hizo. En efecto,

El […] caso se inicia en 1793, en el pueblo de
San Félix Cantalicio, donde, el cacique José
Antonio Guaimarín llamó a una congregación
en la plaza del pueblo. Esta llamada fue hecha con el toque de
tambor, que sólo podía ser ejercido por parte, o
con autorización, del corregidor como símbolo de la
jerarquía impuesta. Ante esta violación de las
predisposiciones legales por parte del cacique del pueblo, se
inició una averiguación sobre las causas de esta
violación, los sujetos involucrados y, principalmente,
sobre la autenticidad del cacicazgo de Guaimarín, en
relación con lo dispuesto por las Leyes de Indias
(…)[15]

Uno de los testigos que presta declaración en
este juicio es habitante de la villa de Aragua, a saber,
Bartolomé García de Calzadilla, quien
declaró que

"…conoce el pueblo de San Felix de Cantalicio
hace dilatado tiempo de mas de sesenta años, en el qual
era cura misionario de él, el padre fray Jerónimo
de Muro Religioso capuchino, que fue el primero que entro en
aquella fundación, la qual se hizo por el capitanejo
Callaguarin, con cuio motibo tuvo, y se le dio el cacicazgo de
él, como primer fundador, y que trajo toda la gente del
monte para ello… […] que por muerte del citado
Callaguarin recayo el cargo en su hijo primogénito, que
aunque el declarante no hace memoria de su nombre, lo conocio mui
bien, como que en aquel tiempo fue correxidor de dicho pueblo
siete año, en que siempre se le guardaron los fueros y
privilegios como al cacique que era, y que por muerte de este le
subcedio en el referido cargo su hijo primogénito
[16]

Si desde el año 1793 se restan los 60 años
que él conoció a San Félix de Cantalicio,
nos lleva al año 1733, es decir que muy probablemente para
entonces fuera ya él propietario y vecino de la villa-hato
de Aragua. Este dato es importante para determinar el
tiempo que tenía este español en propiedad del hato
de Aragua, pues recuérdese que fue uno de los que
se presentó como tal el día de la fundación
oficial del pueblo.

En este juicio también declaró otro vecino
de la villa de Aragua, llamado Lorenzo Verrano, quien,
con respecto al conocimiento que tenía de los asuntos de
que se trataba en las investigaciones judiciales, daba testimonio
–como se pasada– de acontecimientos en los cuales
intervinieron de manera muy particular algunos españoles
que habitaban en la villa. Entre otras cosas,
declaro:

"…Que presencio el declarante que en tiempo del
cura don Josef Aleman, y del corregidor don Jorge Figueroa, el
padre del actual cacique levanto su gente contra dicho padre y
corregidor y los tubieron cerrados y cercados en el convento
hasta que tuvieron forma de dar aviso con un pagecito â los
de Aragua de donde vinieron españoles, y amarraron a los
amotinados: resultándose todo de querer el cacique hacer
justicias solo â los de su partido, quitando todo el mando
â los de Guatatar, que siempre han sido preferidos para el,
por ser quietos, y de regular conducta, al paso que los de
Guarapiche siempre se han manifestado revoltosos é
inquietos…Que presencio el declarante en tiempo del cura
fray Miguel de Bea, que armado de su autoridad el actual Cacique
Josef Antonio levantó los yndios de su partido de
Guarapiche, y quito violentamente los bastones de gobernador,
alcalde y demas justicias que habian elegido, y confirmando el
corregidor don Bartolomé Calzadilla, y pusieron otros,
todos de su partido de Guarapiche, y oponiéndose â
esto el padre cura, lo atropello con palabras pesadas, el
cacique, el que tenia guardias puestos en el camino cuio paso
venia el corregidor para ponerlo en una enpalma y despacharlo
â Cumanacoa el que costó el golpe entrando de noche,
y apreso â los
levantados…"[17]

En estos testimonios se puede observar cómo
Aragua fue en algún momento un lugar al cual
acudir en busca de ayuda; aun cuando no era para ese momento un
pueblo formalmente establecido.

En primer término acuden en busca de testigos que
tuvieran conocimientos suficientes sobre San Félix de
Cantalicio y su dinámica social inter-etnica; y luego, de
sus testimonios se colige que Aragua fue importante en
la administración de los espacios y de la "justicia" del
conquistador.

Por lo tanto, resulta obvio que en aquella villa
había recursos a los cuales acudir en casos extremos de
inseguridad; es decir, que Aragua cumplió su
papel de apoyo para los pueblos que se abrían paso hacia
el Guarapiche, tal como estaba previsto en los
propósitos de apropiación de los espacios de los
conquistadores.

Antes de la fundación definitiva, y desde que el
sitio estuvo bajo las huellas españolas, bien como
conquistadores, como colonizadores o como "propietarios", fueron
muchos los gobernadores y autoridades que se hicieron cargo del
territorio de la Provincia de Cumaná, y bajo los cuales
estuvo sujeta la población del sitio, del hato-sitio o de
la villa.

En la tabla que sigue se indican todos los que
ejercieron sus cargos hasta la fundación y desde el
conquistador Diego Fernández de Serpa en adelante. En
períodos convulsos, se dio el caso de que la autoridad se
repartió en el tiempo entre varios y en algunos casos hubo
alcaldes haciendo de tal, como se puede observar.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5

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