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Aragua de Maturin, Venezuela (II Parte). Historia (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

¿Cómo es que puede ser conspirador el que
más ha contribuido a sostener al Jefe que hoy por fortuna
nuestra nos rige? ¿Cómo será insubordinado
un general que ha sido el modelo de la obediencia y del respeto
al gobierno? ¿Quién fue sino mi defendido el que en
la ausencia de la autoridad suprema se rehusó
vigorosamente y despreció con una dignidad heroica las
sugestiones y las lisonjeras promesas que le brindaba el general
Mariño? ¿Cuándo estaba más convidado
que entonces a dividir con otro el poder, y dominar a su antojo
en Venezuela? ¿A quién de entre nosotros son
desconocidos los incentivos con que se le halagaba?
¿Quién ignora el heroísmo incomparable, el
ejemplo sublime de constancia y la invencible firmeza con que
desde entonces se decidió contra Mariño? Sus
victorias, las circunstancias y los acontecimientos del Jefe
Supremo, todo le favorecía, y aun parece que lo colocaba
en un gran teatro donde pudiese desplegar a su arbitrio los
crímenes de que se le acusan, dando al mundo todo un
ejemplo de ellos, cohonestado con el favor de la
fortuna.

Hay hechos incontestables que están en favor del
general Manuel Piar y tan positivos que ninguno los podrá
dudar. Las mismas gacetas de los españoles en Caracas son
documentos irrefragables que tiene él en su abono.
Allí se ven consignados los actos más irrevocables
de subordinación, de fidelidad y de adhesión al
Jefe del Estado. Allí se ven estampadas las órdenes
más terminantes que hizo circular a todos los que mandaban
divisiones para que no obedecieran a Mariño como un
general disidente, que desconocía la más
legítima autoridad de Venezuela. Allí se ve el
fuego y la vehemencia con que el general Piar se entusiasma e
inflama en favor del Supremo Jefe; y allí se ven los
ejemplos más admirables de consecuencia, respeto y amor al
gobierno que tenemos. Sus contestaciones con el general Arismendi
comprueban también esta verdad; y su correspondencia con
los generales Zaraza, Freites y Rojas, solamente, es suficiente
para exculparlo de cualquiera falta.

Si consideramos su conducta en la más atrevida de
las empresas militares de la Costa Firme -la de la
salvación de esta provincia-, creo que ningún
mortal podrá tildarle en lo mínimo, y que ni aun
sonando le ha faltado a la autoridad. Un solo sentimiento era el
que constantemente le agitaba-la ausencia del Jefe Supremo y la
incertidumbre de su suerte-. Ni se pasó un solo día
sin que se hiciese recuerdos sensibles, y sin que con las
lágrimas por una parte, y el furor por la otra, no se
exaltase contra los que creía autores de su
adversidad.

Un solo voto -decía frecuentemente-, un solo voto
no más debe haber en Venezuela. Bolívar,
Bolívar es la salvación de este país, y yo
no me tranquilizaré hasta no verle y hasta no acabar de
exterminar el último de sus enemigos. A él
sólo obedeceré, y me sacrificaré donde me
mande con la última obediencia y voluntad. Mientras me
quede un soldado, con él sólo haré la guerra
al mundo entero por sostener su autoridad». Apelo para
testificar esta verdad a algunos miembros de los que componen
este respetable Consejo y a los mismos coroneles que declaran
contra él, Hernández, Sánchez y
Olivares.

Recordaré yo a estos señores la Junta de
Guerra celebrada en el Pueblito, y querría me contestasen
si jamás han presenciado una escena en que la fidelidad,
la subordinación, el decoro y el afecto al gobierno se
hayan mostrado más patentemente, que lo que hizo en aquel
día el general Piar. Así es que vuelvo a repetir a
vuestra excelencia que más fácil me es el concebir
la disolución de la República, que persuadirme de
los crímenes que se acusan al general. Sólo me
extiendo a creer que la vehemencia de sus pasiones, la
impetuosidad de su carácter, la indiscreción de
algunos individuos, el sentimiento de creerse ofendido y
despreciado, el mismo amor y una especie de celo porque
creía que el Supremo Jefe no lo distinguía
según quería y merecía; he aquí lo
que le habrá hecho expresarse de un modo que ni se
acuerda, ni sabe lo que ha dicho. En una fibra tan irritable como
la suya, y en un hombre que desgraciadamente se transporta y
enfurece hasta el término de perder el juicio, no es de
admirar nada de esto. Deploremos su carácter, culpemos
más bien a la naturaleza, y no a la inteligencia del
infeliz general Piar.

¿Puede ser conspirador el que deja el mando de la
primera y más brillante división que nunca ha
tenido Venezuela, para retirarse a la triste población de
Upata? ¿Pensaría en la destrucción del
gobierno el que dejó las fuerzas de las manos, prefiriendo
su tranquilidad y la vida privada? ¿Por qué se
separó de aquéllos que estaban habituados a
obedecerle ciegamente, y que le adoraban y temían? Tan
difícil e incomprensible es esto como si se quisiese hacer
creer que el que premedita un asesinato comienza por desprenderse
de sus armas; o que el que quiere ganarse la voz popular se
esconde en el último rincón de la
tierra.

Si los hombres se considerasen siempre en las mismas
circunstancias que un acusado, ¡de qué distinta
manera se representarían sus delitos! La conciencia de su
inocencia no la puede tener sino el que padece, y los que juzgan
u oyen siempre abultan o se preocupan. Los falsos rumores todo lo
exageran, y muchas veces acontece que a un inocente se
empeña el mundo injusto en hacerlo criminal. Hay mucho de
esto en la causa de mi defendido. Si con serenidad y sangre
fría investigamos el origen del delito, no encontraremos
sino resentimientos de amistad, expresiones de ninguna
importancia vertidas con enardecimiento e indiscreción,
quejas privadas con sus amigos para desahogar su interior,
raptos, en fin , de aquello que todos sabemos padece el general
Piar. Calumniado atrozmente por sus perseguidores, hasta el
extremo de asegurar que había robado ochenta mil pesos, en
alto grado adolorido, ulcerado su corazón de una manera
inexplicable, y cansado de recibir avisos de que se intentaba
matarlo, este jefe, hoy tan desdichado, todo se
desconcertó, habló sin saber lo que decía
como un frenético o loco, cargó de imprecaciones a
sus enemigos, vomitó quejas terribles, y gritó
furiosamente contra los que sospechaba le querían perder;
pero sin depravada intención y sin proyectos tan
criminales como los que se le atribuyen.

¿Dónde están esos planes de
conspiración? ¿Dónde el número de los
conspiradores? ¿Dónde las proclamas para excitar al
tumulto y a la sedición? ¿Dónde los
ejecutores de esta enorme empresa? ¿Dónde los
soldados a quienes habló para la comisión del
atentado? ¿Dónde, por último, los
preparativos para una tan colosal y desatinada
maquinación? Regístrense como se han registrado ya
sus cofres y todo su archivo. Ni el más pequeño
papel se encontrará que condene al general Piar, ni que
siquiera dé indicios de los delitos que se le atribuyen.
No se verán, por el contrario, sino las instrucciones y
positivas órdenes que dejó al general Freites, al
partir a la reconquista de esta provincia, para que no obedeciese
a otra autoridad que la suprema, depositada en el general
Simón Bolívar. No se hallarán sino proclamas
y documentos auténticos y sin ceros que no respiran
más que orden, subordinación y respeto al
gobierno.

Recuerden los generales de la República el
discurso que el intrépido Piar hizo en la Junta de
aquéllos, convocada por su excelencia el Supremo Jefe
frente a esta plaza; en la que a pesar de no ser de sentir que
ésta fue se atacada, por las infructuosas tentativas que
se habían hecho, hizo una pública
declaración al primer Jefe, asegurándole de su
obediencia y prometiéndole sagradamente, que nada temiese
de su ejército, donde ninguno osaría vacilar, ni
contradecir. ¿En qué mejor ocasión pudo ser
sedicioso, conspirador e insubordinado, que cuando Barcelona
estaba tomada por los enemigos, y los generales en choque, el
ejercito casi disuelto por la escandalosa conducta de
Mariño, y él más victorioso que nunca por la
gran batalla de San Félix? Mas sus procedimientos en
aquellas circunstancias son inimitables y le harán
eternamente un honor que no se le podrá robar. El fue el
paño de lágrimas y el constante consuelo de los
miserables que pasaron el Orinoco.

Declare el teniente coronel Olivares cuál fue el
objeto de su misión a Barcelona; tribute los homenajes
debidos a la verdad y no prive a la inocencia de una
manifestación que le puede favorecer. Fue enviado para
poner el ejército a las órdenes del Supremo Jefe,
asegurándole de la más acrisolada obediencia y del
último respeto a su persona. Nadie ha estado más
satisfecho de los buenos procederes de Piar que el mismo general
Bolívar. ¡Cuántas veces en conversaciones
públicas y privadas le hemos visto confirmar esta verdad;
cuán honoríficos para aquel y tiernos
recíprocamente no son los oficios de su correspondencia, y
cuántas ocasiones hemos visto al Primer Magistrado de la
República entusiasmarse con ternura al contemplar la
fidelidad y las proezas de Piar!

Pero, señores, donde la maledicencia parece que
más se ha complacido en difamar a nuestro triste acusado,
es en el documento número 6, en el que el coronel
Sánchez dice al Supremo Jefe que el general Piar
había hablado a todos los comandantes de caballería
y a muchos oficiales subalternos, que no dejaron de ser sensibles
a sus insinuaciones. Ni es cierto que este jefe haya hablado a
todos los comandantes ni ninguna declaración lo justifica;
ni al señor Sánchez le consta; ni menos puede
comprobarlo. ¿Y cómo es que también envuelve
en su fiera y maliciosa acusación a los inocentes jefes y
oficiales de la caballería, representándolos como
sensibles al crimen y a las sugestiones de Piar?
¿Cómo es que en el primer documento se atreve a
llamar serpiente y monstruo de la República al que
más ha contribuido a regenerarla, al libertador del
oriente, al héroe de Maturín, al afortunado en los
Corocillos, al espanto de los españoles en Cumanacoa, al
que con su nombre y su audacia sola fue triunfador en el Juncal,
al que pulverizó en San Félix las huestes
arrogantes de Morillo y al que nunca ha sido vencido entre los
generales de Venezuela? Tan sabida es la enemistad inconciliable
que Sánchez profesa al que defiendo, como que el
acontecimiento del pueblito de la Pastora es a todos conocido.
Sánchez, desde allí, juró ser el perseguidor
de Piar; y parece que los acontecimientos, la revolución,
su saña y su sagacidad le han procurado el triunfo en esta
lid. El coronel Francisco Sánchez emprendió
allí el repase de nuestro ejército a Barcelona: y
sin la firme resolución del general Piar y de otros jefes
justos y constantes no poseeríamos tranquilamente hoy a
Guayana. Sánchez fue despedido, como es notorio, del
ejército del general Piar, y desde entonces le juró
venganza. El que conoce la ninguna elocuencia ni facilidad que
éste posee, al ver la carta de aquél no puede menos
que espantarse, porque es tan impropia la arenga de Piar, como
exagerada es la acusación de Sánchez.

Son también sus enemigos el coronel Pedro
Hernández y el teniente coronel Olivares: el primero,
porque en la acción de San Félix fue fuerte y
públicamente reprendido por él, declarándose
aquél desde entonces en su contra; y el segundo, por el
suceso de Upata con el subteniente Arias, en el que Piar le
echó toda la culpa a Olivares, y éste acabó
por no ser más su amigo.

O el general Manuel Piar es el más loco de los
hombres, o él no ha intentado tal conspiración. O
él perdió el juicio en aquellos días, o no
hizo más que prorrumpir indiscretamente contra los que se
imaginaba le querían sacrificar. Nada apoya más
esta razón que la pretendida indignación contra los
mantuanos, que es el fundamento y origen de toda esta causa. Esta
es una clase de hombres que desde el 19 de abril se
extinguió junto con la tiranía, y a nadie
todavía en Venezuela le ha ocurrido un pretexto semejante
para revolucionar. El menos que ninguno otro, podía apelar
a un tan diabólico y detestable medio; él, cuyos
principios han sido siempre opuestos al desorden y a la
anarquía, y que constantemente ha dado pruebas
irrefragables de ello.

Si mi defendido encerraba en su seno unos planes tan
alevosos y homicidas, ¿por qué se desprendió
de su valiente escuadrón todo compuesto de hombres que le
idolatraban tanto, y todo de gente de color? ¿Por
qué no se opuso a entregarlo? ¿Por qué no
los invitó a esta horrorosa ejecución, ni les dijo
lo que a los testigos que tiene en contra? ¿Por qué
no se fue a tomar el mando de su división? ¿Por
qué no les escribió a sus oficiales amigos?
¿Por qué no convidó al proyecto a sus
predilectos generales Anzoátegui y Torres? ¿Como no
declaró sus ideas a su confidente, a su amigo y a su
querido secretario Briceño? ¿Cómo no
comprometió, ni se valió de su edecán el
guapo comandante Mina? ¿Es tan necio mi cliente que para
una empresa superior a la de Catilinas, Desalines y Robespierres
ocurriese a la sencillez y bondad del coronel Hernández,
al ningún genio revolucionario del teniente coronel
Olivares, y al más diestro, y al más oculto, y al
más terrible de sus enemigos, al coronel Francisco
Sánchez? Esta no es, no ha sido, ni puede ser jamás
la conducta de un conspirador; puede ser sí la de un
furioso resentido, con quien es preciso que haya indulgencia, y a
quien se debe reputar por loco cuando se transporta e
irrita.

¿Y qué diremos al ver a este mismo jefe
llegar a la ciudad de Maturín, y en la sala del general
Rojas decir: Todas las clases diversas del Estado deben ligarse
estrechamente, y no formar más que una gran familia que
haga la guerra a los españoles; olvídense
resentimientos pueriles y seamos todos hermanos, todos libres,
todos republicanos? ¿Qué me contestarán sus
adversarios cuando les diga que el primer paso que dio Piar al
hacerse cargo del mando del ejército del general
Mariño, fue establecer una Comisión militar;
contener los excesos de la tropa, castigar los crímenes de
los delincuentes, cortar todo abuso, aterrar a los sediciosos y
hacer juzgar y castigar al capitán León Prado, el
más implacable de los enemigos del Jefe Supremo, que es
pardo; que tenía estas dos recomendaciones y de quien
tanto se podía valer para obtener sus fines? Si en tan
corto tiempo logró mi defendido formar una brillante y
brava división compuesta de más de quinientos
hombres de ciento y pico que sólo le dejó
Mariño, ¿por qué no marchó sobre
Maturín? ¿Por qué no proclamó sobre
este apoyo los principios de conspiración?; y ¿por
qué no siguió al instante sobre esta provincia
donde dicen que tenía o contaba con algún partido?
Lo vemos, por el contrario, no contraerse sino a Cumaná, e
ignoramos que allí haya declamado o conspirado contra la
autoridad.

El acto de acogerse al general Mariño, de quien
siempre ha sido enemigo, prueba bien claramente que su
espíritu no estaba todavía muy tranquilo, ni su
juicio muy en su lugar, para refugiarse en casa del que
más le ha odiado siempre. Piar sencillamente declara que
su objeto era irse a las colonias a gozar de alguna tranquilidad;
lo que es bastante verosímil porque este era su antiguo
deseo, y por esto fue que exigió el permiso temporal que
se le acordó. Tan moderada y diversa ha sido su conducta
posterior en la provincia de Cumaná, como que el mismo
general Rojas, que antes había negado los auxilios que le
pidió el general Mariño como un jefe que
desconocía la suprema autoridad, le envió a Piar
voluntariamente pertrechos para el ejército que estaba
mandando; y ¿cómo se los habría remitido si
su conducta no hubiese sido opuesta a lo que se quiere asegurar
contra él? Si el general Piar hubiese desconocido al
Supremo Jefe; si hubiese predicado el asesinato; convidado a la
anarquía y autorizado la rebelión, ¿es
creíble que el general Rojas le hubiese mandado
pólvora para hacer la guerra a sus hermanos e incendiar a
Venezuela?

Yo voy a persuadir a vuestra excelencia, señor
presidente, y a ustedes, señores vocales, de que hay mucho
estudio y demasiada animosidad en algunas declaraciones dadas
contra el general acusado. Obsérvese atentamente la
deposición del teniente coronel Olivares, y se verá
cómo no contento con atacar tan duramente a Piar, adelanta
el que le aseguró que contaba con todas las tropas; y que
si quería convencerse más de cuanto le
decía, escribiría al general Anzoátegui, y
por su contestación vería si tenía
fundamento para hablar con esta seguridad. ¿Puede caber
esta idea en el más desconcertado cerebro? Escribir al
general Anzoátegui sobre semejante materia; contar con
él para un tal proyecto; empeñar en igual
conspiración a un jefe tan enemigo del desorden y de la
insurrección; comunicar este plan y contar para realizarlo
con uno de los que por la naturaleza misma de la empresa
debía ser comprendido en la proscripción. Al
general de la Guardia de Honor del Gobierno, y al que por todos
motivos debía estar más en contradicción con
el asesinato de los blancos, y a uno de los jefes de más
confianza de la autoridad, ¿podría dirigirse Piar
como instrumento de este horror? Esto no se puede creer ni aun en
delirio, y es más ridículo que cierto. No menos lo
es el cargo de que contaba con todas las tropas. Y si estaba
seguro de esto, si se hallaba cierto de que se
sacrificarían por sus designios; si podía emprender
cualquier trama satisfecho en su influjo y su autoridad,
¿cómo ha sido tan ignorante y sencillo para venirse
solo y desprevenido al Juncal, y no fue al Cuartel General a
disponer de las fuerzas y verificar sus intentos? ¿Por
qué, si estaba seguro de que el general Anzoátegui
y los cuerpos obedecerían sus mandatos, se separa de las
misiones, se desprende de su valiente escuadrón y se viene
solo a hablar para la conspiración a algunos de sus
enemigos? En todo esto debe haber un gran misterio que yo no
puedo penetrar.

¿Quién dudará que la falta del
árbol genealógico que se dice haber sido encontrado
en sus papeles, y en el que se le hace descender de los
príncipes de Portugal, es una invención forjada por
sus enemigos? ¿Todo esto no prueba suficientemente que
tiene muchos, secretos y poderosos? Sería ensordecerse a
los clamores de la justicia no conocer lo que digo.

Yo creo que es tiempo, excelentísimo
señor, de que yo termine mi defensa. Quisiera extenderme
más en favor del acusado, pero me parece haber dicho
cuanto puedo; que la sabiduría y prudencia de los dignos
miembros de este tan augusto Consejo conocerán mejor que
el defensor las razones que éste no haya podido alegar, y
que más amparen al defendido. Él y yo nos
tranquilizamos al ver que va a ser juzgado por un tribunal de
jefes rectos que no serán insensibles a sus grandes y
continuados servicios, a su mérito, a sus padecimientos y
a los laureles que ha recogido en tantos gloriosos campos, cuya
ilustre memoria no se pueden recordar sin interesar la
compasión. Contemple vuestra excelencia y ustedes,
señores ministros del Consejo, que este es el mismo
general Piar que tantas veces ha dado la vida a la
República, que ha roto las cadenas de tantos venezolanos y
que ha libertado provincias; que su espada es más temible
a los españoles que lo que les es la de Napoleón; y
que a su presencia han temblado todos los tiranos de Venezuela;
que sus trabajos y persecuciones serán un triunfo para
nuestros verdugos, y los complacerán más que diez
batallas; que la República parece que debe ser generosa
con uno de sus más ínclitos hijos, pues la
clemencia bien aplicada es el mayor bien del universo; que se
considere su decaída salud, su delicada naturaleza, sus
sufrimientos, su edad, el oprobio que ha padecido, su conocido
arrepentimiento y las aflicciones que ahogan su alma; que se le
dispense a su calor; que no se sea tan fiero con un libertador de
Venezuela, y que se recuerde que se creyó dañado y
se desahogó con sus quejas, pero sin la intención
de hacer mal.

Cuartel General de Angostura, 15 de octubre de
1817.

Excelentísimo señor.

F. Galindo

También es necesario decir que tras el
fusilamiento de Piar, hubo dolor, llanto y deserción; que
para evitar una debacle en lo militar Bolívar
comenzó a premiar a los militares, especialmente a quienes
le habían ayudado con su propósito de destruir a
Piar.

En la proclama posterior a la muerte de Piar, por parte
de Bolívar no disminuyó un ápice del odio
que había motivado el sacrificio del héroe de San
Félix: Una mancha imborrable en la historia de
Venezuela:

SIMÓN BOLÍVAR,

Jefe Supremo de la República de Venezuela,
etc.

A  los soldados del Ejército
Libertador

Soldados: Ayer ha sido un día de dolor para mi
corazón.

El general Piar fue ejecutado por sus crímenes de
lesapatria, conspiración y deserción.

Un tribunal justo y legal ha pronunciado la sentencia
contra aquel desgraciado ciudadano, que embriagado con los
favores de la fortuna y por saciar su ambición,
pretendió sepultar su patria entre sus ruinas.

El general Piar, a la verdad, había hecho
servicios importantes a la República, y aunque el curso de
su conducta había sido siempre la de un faccioso, sus
servicios fueron pródigamente recompensados por el
Gobierno de Venezuela.

Nada quedaba que desear a un jefe, que había
obtenido los grados más eminentes de la
milicia.

La segunda autoridad de la República, que se
hallaba vacante de hecho, por la disidencia del general
Mariño, iba a serle confiada antes de su rebelión;
pero este general que sólo aspiraba al mando supremo,
formó el designio más atroz que puede concebir un
alma perversa.

No sólo la guerra civil sino la anarquía y
el sacrificio más inhumano de sus propios
compañeros y hermanos, se había propuesto
Piar.

¡Soldados! Vosotros lo sabéis: la igualdad,
la libertad y la independencia son nuestra divisa.

 ¿La humanidad no ha recobrado sus derechos
por nuestras leyes?

¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los
esclavos? ¿La odiosa diferencia de clases y colores, no ha
sido abolida para siempre? ¿Los bienes nacionales, no se
han mandado repartir entre vosotros? ¿La fortuna, el saber
y la gloria no os esperan? ¿Vuestros méritos, no
son remunerados con profusión o por lo menos con justicia?
¿Qué quería, pues, el general Piar para
vosotros? ¿No sois iguales, libres, independientes,
felices y honrados? ¿Podía Piar procuraros mayores
bienes? ¡No, no, no! El sepulcro de la República lo
abría Piar con sus propias manos, para enterrar en
él la vida los bienes y los honores de la inocencia, del
bienestar y de la gloria de los bravos defensores de la libertad
de Venezuela; de sus hijos, esposas y padres.

El cielo ha visto con horror a este cruel parricida; el
cielo lo entregó a la vindicta de las leyes, y el cielo ha
permitido que un hombre que ofendiera a la Divinidad y al linaje
humano no profanase más tiempo la tierra que no
debió sufrirlo un momento después de su nefando
crimen.

¡Soldados! El cielo vela por vuestra salud; y el
gobierno que es vuestro padre sólo se desvela por
vosotros. Vuestro Jefe, que es vuestro compañero de armas
y que siempre a vuestra cabeza ha participado siempre de vuestros
peligros y de vuestras miserias como también de vuestros
triunfos, confía en vosotros.

Confiad, pues, en él seguros de que os ama
más que si fuera vuestro padre o vuestro hijo.

Cuartel General de Angostura 17 de octubre de
1817.-7°

Simón Bolívar

Ninguna palabra podrá borrar los amargos hechos
de la realidad. No podrán ser borrados de la historia, los
repartos hechos para recompensar a los que contribuyeron a la
muerte de Piar; tampoco puede ser borrado el ascenso de Manuel
Cedeño a general de división, y las dádivas
que se le hicieron a costas de la República: 100 yeguas,
las mejores tierras de Upata, las sabanas de El Palmar,
y ganado vacuno por valor hasta de 20.000 pesos. También A
Pedro Hernández, otro de los testigos falsos, que llevaron
a Piar al patíbulo, le fueron otorgados: 10.000 pesos,
más el hato del Camoruco, por disposición
del propio Libertador: y por último al Almirante
Curazoleño Brión, por sus servicios como Presidente
del Tribunal que sentenció a Piar, se le franquearon: 650
mulas [73]

Además, comprendiendo que entonces
Bolívar, que había desagrado en las filas patriotas
tras la muerte de Piar, y decretó una repartición
de bienes de la república, de manera que para recompensar
a los militares,y asigna a cada General en Jefe: 25.000.(pesos);
a los de división: 20.000. A los de Brigada: 15.000. A los
Coroneles: 10.000. A los Tenientes Coroneles: 9.000: a los
Mayores: 8.000. A los Capitanes: 6.000. Tenientes: 4.000.
Subteniente: 3.000 al Sargento de Primera y de Segunda: 1.000. Al
Cabo Primero, y Segundo: 700 y al Soldado: 500.- Y que
además todos aquellos que en una u otra forma,
habían participado en la captura y destrucción, y
ejecución de Piar, comenzaran a gozar de distinciones,
ascensos y de grandes recompensas pecuniarias.

Sabido es que Mariño se enfrentó a
Bolívar por la ejecución de Piar; que
Bolívar con Bermúdez intentó hacer lo mismo
con Mariño, pero este descubrió los planes y
actuó en consecuencia.

La muerte de Piar fue llorada en todo el Oriente,
incluido el pueblo de su última residencia:
Aragua de Maturín. Los patriotas
aragüeños estuvieron muy golpeados por aquella muerte
revestida de intrigas; más aún cuando empezó
a sentirse que el proceso de persecución incluía al
mismísimo general Santiago Mariño, por las
diferencias o desacuerdos que también éste
había mostrado alguna vez en contra de la voluntad del
Jefe Supremo.

En efecto, es sabido que dentro de los planes de
Bolívar estaba contener también a Mariño, y
así se lo había hecho saber a Manuel Cedeño,
quien tras mandar a Juan Francisco Sánchez con Piar
engañado hacia Angostura, aquel fatídico 27 de
septiembre de 1817, se dirigió a los territorios donde
operaba el héroe de Oriente. L mismo día que Manuel
Piar fue detenido a Angostura, o sea, el día 4 de Octubre
de 1.817, Simón Bolívar remitió una carta al
general Bermúdez, ordenándole que fuera a
Cumaná; para que en conformidad con el gobernador
de aquella provincia, el General Montes, convenciera a Santiago
Mariño, para que se trasladara a Angostura.

Bermúdez con 600 hombres cruza el Orinoco y se
dirige a los llanos de la provincia de Maturín,
rumbo a Cumaná. Para esos días
Mariño estaba en Margarita, de donde salió hacia
San Francisco (de Maturín) donde se
entrevistó con Bermúdez, cuyas intimidaciones
resistió de manera muy certera, sin caer en provocaciones
y violencias. Mariño logró hacer razonar a
Bermúdez, a quien de hecho le quitó algunos
oficiales cuando llegaron a Cumanacoa. Bermúdez
se dio cuenta que algunos seguidores de Mariño eran
más insubordinados con respecto a Bolívar que su
mismo comandante, pues les escuchó amargas expresiones
sobre el Libertador, resentidos por la ejecución injusta
del general Piar. Este resquemor aumentó cuando se
enteraron cuál era el objetivo de Bermúdez con
respecto a su Jefe Mariño, es decir, la pretensión
de llevárselo a Angostura como a Piar.

La reacción de la propia tropa que llevaba
Bermúdez fue digna de preocupación, pues unos 450
desertaron de ella y se quedaron con el general Domingo Montes,
por lo que Bermúdez muy contrariado regresó con 150
a Angostura. El amor de la tropa rasa por Piar no se había
extinguido con su muerte. La cosa no fue solo una reacción
de la tropa rasa, más bien los oficiales de Montes
tuvieron su parte en este asunto, pues una vez que se informaron
por su comandante que Bermúdez pretendía hacerse
cargo de aquella tropa cumanesa, deliberaron y rechazaron la
comandancia del emisario de Bolívar. Montes había
sido informado de aquella disposición de Bolívar
por el propio general Rojas, gobernador de
Maturín.

Hasta aquellos días, Mariño se
mantenía en Margarita, luego cruzó hacia
Cariaco, tomó esta ciudad, pasó a
Cumanacoa y fue allí donde fue reconocido por la
tropa que había desertado de las filas de Bermúdez
y donde se originó el enojo de éste al quedarse con
solo 150 soldados. Aquella debilidad fue aprovechada por los
realistas quienes a dos leguas de Cumaná atacaron
a Bermúdez, lo derrotan y le arrebatan toda la
artillería, fusiles y equipajes.

La muerte injusta de Piar había desatado el
rechazo a la autoridad de Bolívar, es decir, no
logró los resultados esperados por éste; incluso,
Arismendi hizo todo cuanto pudo para evitar que Mariño
corriera la misma suerte de Piar, al darse cuenta de que la orden
de Bolívar de que Bermúdez se apoderara de las
tropas de Cumaná llevaban la intención de
acusar a Mariño de insubordinación y
sedición.

Una situación semejante ocurría en los
llanos del sur, bajo el comando de Páez y otros llaneros;
el rechazo a las pretensiones dictatoriales de Bolívar se
hizo evidente al proclamar a José Antonio Páez como
su líder indiscutible, rechazando la autoridad del Jefe
Supremo, quien se vio así precisado a cambiar las
estrategias.

El pueblo de Aragua en todas aquellas
contiendas, siguió siendo fiel a la figura de Piar y de
Mariño, quien muchas veces lo utilizó como su
cuartel general. De hecho no solamente de Mariño, si no de
otros jefes patriotas como Bermúdez y Sucre. Los
testimonios abundan en este sentido.

Así, por ejemplo, uno de los familiares directos
del fundador de Aragua, el entonces coronel Antonio
José de Sucre, por los días en que Bolívar
ejecutaba a Piar en Angostura, se encontraba en Aragua,
desde donde le envió un informe de carácter militar
al Jefe Supremo, diciéndole: "Dirijo a V.S. un estado de
las fuerzas que obran contra Cumaná". Y enseguida firma el
informe: "Dios y la Patria. Antonio José de Sucre. 31 de
octubre de 1817".[74]

A la sazón era Sucre era Jefe del Estado Mayor de
la División de Cumaná del ejército patriota,
por esta circunstancia se movía constantemente entre
Cumanacoa y Maturín; lo que le
permitió ubicar en Aragua su cuartel General. El
primero de mayo de 1818, le escribe a Carlos Soublette,
informándole que Bermúdez había llagado a
Aragua el 28 de abril y que se iba a San Francisco para
colocarse más cerca del pueblo de Cumanacoa.
Aquella carta está despachada y firmada por Sucre desde el
Cuartel Divisionario en
Aragua.[75]

Es justo y necesario señalar que el pueblo fue
lugar de paso y de estancia de las tropas durante el transcurso
de la guerra de la independencia, de manera que no es de
extrañar que muchos jefes patriotas la escogieran por ser
lugar estratégico entre Cumaná y
Maturín. Así, se lee en varios informes
militares de aquellos años:

Por ejemplo, el 19 de julio de 1818, Santiago
Mariuño, a la sazón ya reconciliado con el
Liberrtador, le escribe a este del siguiente tenor:

Excmo, señor Jefe Supremo. Excmo.
señor:

Estoy activando el aumento de estas fuerzas con cuantas
diligencias están a mi alcance; a cuyo efecto he
transpor-tado mi Cuartel General a Aragua. Ellas exceden ya
más de mil hombres, distribuidos en los puntos siguientes:
300 infantes en Cumanacoa, 700 en Aragua, y 90 dragones en
Maturín; y estoy persuadido de engrosarlas con 500 hombres
más, dentro de quince días, sino me falta la carne.
Yo puedo asegurar a V.E. que en varias marchas y contramarchas
que he hecho a San Félix. San Carlos (sic). Areo.
Caicara, Aragua y Maturín para restablecer la confianza en
las tropas, no he tenido cuatro desertores". Y concluye: "Dios
guarde a V.E. muchos años. Cuartel General en
Maturín, a 19 de Julio de 1818. Santiago Marino.
[76]

De la misma manera, el 26 de mayo de 1819, desde
Maturín, Sucre vuelve a hacer referencia a
Aragua como punto estratégico de paso militar, al
señalar en un informe lo siguiente:

Así, para evitar todo, como por la utilidad que
redunda, yo he instado ahora a Bermúdez, cuando lo
encontré Aragua […] Le hice a Bermúdez
escribirle muy dulcemente a Mariño desde Aragua
[…]. [77]

Esto lo dice Sucre porque por aquellos días el
general José Francisco Bermúdez estaba en el
cuartel divisionario de Aragua; de hecho, el 24 de aquel
mismo mes le había escrito a Bolívar
diciéndole:

Yo marcho al amanecer para Cumanacoa […] a V.E.
también participaré los resultados […], pero
cuente V.E. que me esforzaré hasta el extremo, que
comprometeré acaso nuevamente mi reputación. Dios
guarde a V.E. muchos años. José Francisco
Bermúdez, Cuartel General Divisionario de Aragua, a 24 de
mayo de 1819.[78]

Durante aquellos años de idas y venidas de
soldados por el pueblo, fueron muchos los venezolanos que
decidieron fundar familia en la población, de manera que
Aragua fue nutriéndose de sangre patricia,
creciendo y sirviendo a la República durante todo el
proceso independentista, hasta los años de la
separación de la Gran Colombia, cuando continuó
siendo cuna de virtuosos ciudadanos, hombre y mujeres de
bien.

2. EVOLUCIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA DE
ARAGUA

La edificación total del pueblo de
Aragua, desde 1806, tal duró unos cinco o seis
años, pues cuando se levantó el acta fundacional,
solamente se indicaron las cuadras y las parcelas de las 108
casas a edificar. Como se ve en el acta fundacional,
habría cárcel, iglesia y casa para el
cura.

Es lógico que para ese momento se nombrara un
corregidor para el manejo administrativo del pueblo y
también que se destinara a algún
sacerdote.

En el año de 1.810, Aragua, era parte de
la provincia de Cumaná, como se sabe, tuvo su
representación en la Junta Provincial surgida a partir del
19 de abril.

La presencia de las tropas españolas en su
jurisdicción, la convirtieron en cuartel en los
años de la guerra de la independencia. Hasta el año
1821, en que se estabilizó la situación politica
tras el triunfo de Carabobo, y estuvo adscrita junto con
Barcelona, Cumaná, Guayana y Margarita a la provincia del
Orinoco.

En los años sucesivos, dependiendo de la
organización político-territorial que determinara
la constitución, Aragua formaba parte de una u
otro estado; tal como se puede observar en la siguiente
relación.

Cuando llega el año 1824, la organización
territorial coloca a Aragua en la jurisdicción
del Departamento Maturín, a su vez adscrito a la Provincia
de Cumaná.

En 1832, con la nueva organización
polñitico territorial y administrativa, Aragua
pasa a ser un cantón de la provincia de Cumaná. En
1.835, pasa a ser cabecera o capital del cantón de
Aragua, al cual pertenecían las parroquias de
Caripe, Caicara, San Félix de Cantalicio,
Guanaguana, Chaguaramal y San Francisco.

La administración del gobierno estaba constituida
por un jefe político que designaba el Gobernador de la
Provincia, y existían dos alcaldes, subordinados al Jefe
Político, que se encargaban de la policía y el
orden público.

En 1.856, fue creada la Provincia de Maturín, que
estuvo formada por los cantones Aragua, Bermúdez,
Montes y Maturín. En 1.857, bajo el gobierno de
Judas Tadeo Monagas[79]fue promulgada una
Constitución que al año siguiente fue derogada el
año siguiente por Julián Castro, este contratiempo
legislativo originó inestabilidad en lo
político-territorial.

En el año 1865, Aragua retorna a formar
parte de la provincia de Cumaná; hasta que una nueva
división política promulgada en 1873, crea el
Estado soberano de Maturín, formado por cuatro
departamentos, entre ellos el de Piar; que pasó a
sustituir al antiguo cantón de Aragua

En 1.881 Antonio Guzmán Blanco, decreta una nueva
división político-territorial del país, en
la cual mantiene a Maturín como Estado Soberano;
y reduce el Departamento Piar a cuatro parroquias, a saber,
Chaguaramal, Guanaguana, Aragua y Punceres;
posteriormente, el Estado de Maturín pasa a formar parte
del Gran Estado Bermúdez, cuya Capital era
Barcelona.

En 1.890, Maturín nuevamente es Estado
Soberano[80]hasta que bajo el gobierno dictatorial
del general Juan Vicente Gómez, en 1909 se crea el Estado
Monagas, pasando Aragua a formar parte del Distrito
Piar, como capital del mismo.

Desde el gobierno de Juan Vicente Gómez, no se
hizo ningún cambio en la división
político-territorial del país. En 1967, la
Constitución del estado Monagas reconoce la existencia de
siete distritos, entre ellos el distrito Piar, conformado por los
municipios Chaguaramal, Guanaguana y Aragua,
siendo Aragua de Maturín la
capital.

En el año de 1.989, por nuevas legislaciones
nacionales, se realizan elecciones para Concejales, Alcaldes y
Gobernadores. También se reorganizan los distritos,
convirtiéndolos en municipios. El distrito Piar adquiere
dicha condición, y hasta la fecha sigue en la misma,
teniendo como sus parroquias, los poblados de La Toscana,
Chaguaramal, El Pinto, Taguaya, Aparicio,
Guanaguana, con Aragua como la capital
municipal.

Aragua como capital del Municipio
Autónomo Piar se enorgullece de poder presentar la
simbología heráldica y el himno del municipio,
gracias a la preocupación de sus autoridades. A
continuación, se muestran el himno, la bandera y el
escudo, con las explicaciones de sus significados.

Himno del Municipio Piar (Letra y Música
de Ricardo González)

En el pleno centro del Oriente

Se levanta un emporio en honor

De los mártires que en
Inozúa

Por la Patria legaron su amor.

Territorio de la buena gente

Tierras fértiles que
cultivar

Donde Dios puso toda su mente

Lo más grande, El Municipio
Piar.IManuel Carlos te dio su apellido

Y su casta de gran General

Estuviste tirado al olvido

Y hoy renace tú gloria
triunfal

Son tus hombres guerreros
triunfantes

Tus mujeres dignas luchadoras

Pues encarnan a Leonardo
Infante

Y la gran "Juana La Avanzadora".IIDesde
El Pinto se levanta el agro

Descendiendo va por La Toscana

Extendiéndose hasta
Guanaguana

Cual si fuera del cielo un
milagro

El Petróleo y la
agricultura

Más la fuerza del
trabajador

Hacen hoy una ruta segura

Tras las huellas del Libertador.IIIHoy
levantas la frente orgullosa

Vives lleno de amor y virtud

Y el futuro se ve esplendoroso

En las manos de tu juventud.

Ni la muerte con veinte
Zuazola

Volverán este fuego
apagar

¡Viva Aragua la mártir de
otrora

¡Dios Bendiga al Municipio
Piar!

Bandera del Municipio Piar

La bandera municipal, creada por la Oficina del cronista
del Municipio Autónomo Piar, tiene la explicación
siguiente:

ARTÍCULO 4: La Bandera del Municipio Piar, creada
por la Oficina Municipal de Acervo Histórico y
seleccionada mediante consulta ante los entes educativos del
municipio y bajo el concurso del ilustre Concejo Municipal, se
corresponderá con la siguiente descripción
vexilológica: Atributos: Consta de un paño de
proporción vexilológica aproximada 2:3; esto es,
cuadrado y medio de largo, cuyo adverso queda dividido en tres
franjas horizontales de igual tamaño con los colores
amarillo en la franja superior, roja en la central y verde en la
inferior. Como cargas, llevará una planta de maya con seis
estrellas blancas dispuestas de forma semicircular igualmente
centradas en la franja roja. Semiología: La franja
amarilla: simboliza las riquezas de la localidad y el calor
humano de su gente. También recuerda la frase "Amarillo es
el color del fruto cuando madura" del poeta Epiménides
Mérida Pimón en sus décimas a la maya. La
franja roja: simboliza el sacrificio y valor del pueblo de Piar y
representa la sangre derramada por los hombres y mujeres que
escribieron la historia del Municipio en los dantescos episodios
de 1813; igualmente recuerda otra frase del poeta
Epiménides Mérida Pimón en sus
décimas a la maya. "Su semilla roja oscura incrustada en
su interior." La franja verde: simboliza la abundancia, la
amistad, la cortesía, la esperanza, la Juventud;
representa los recursos naturales y la fertilidad de los campos.
Las seis estrellas simbolizan las parroquias que integran el
municipio y la planta de maya exalta el gentilicio del pueblo de
Aragua y uno de los iconos más relevantes del folklor de
nuestro municipio.

Escudo del Municipio Piar

Este escudo, diseñado por Estarli Marcano bajo la
supervisión de Félix Armando Leonett, de la Oficina
Municipal de Acervo Histórico, de acuerdo a la ordenanza
correspondiente, tiene la siguiente
explicación:

ARTÍCULO 13: […] Campo de contorno
englesado cortado y medio partido con trazo rectos orientado al
jefe (hacia arriba), presenta tres cuarteles: El primero o
superior del jefe, esmaltado en Oro (amarillo) carga un paisaje
natural que muestra la serranía de Cimarronera destacando
el Pico e García al fondo y al pie un sembradío o
cultivo. El segundo cuartel inferior derecho es de color Gules
(rojo) muestra una planta de Maya. El tercer cuartel inferior
izquierdo de color Sinope (verde) muestra la iglesia colonial de
Guanaguana. Al centro separando el cuartel superior de los dos
inferiores trae la inscripción "Piar tierra de
héroes y mártires" en letras góticas
capitales negras del tipo arial. Como ornamentos exteriores, el
campo muestra en la parte superior dos cestas o maras llenas de
las frutas producidas en la región y siete estrellas
centradas blancas en forma de arco sobresaliendo la estrella
central. En el flanco derecho muestra dos plantas de Maíz
y el flanco izquierdo dos de Caña. En la parte inferior
muestra entrelazada la Bandera del Municipio y más abajo
dos machetes entre cruzados. PARÁGRAFO ÚNICO:
Podrán omitirse los ornamentos exteriores cuando sea
necesario conforme a lo que en efecto establezcan las autoridades
municipales competentes. Semiología: El primer cuartel
superior, esmaltado en Oro (amarillo) simboliza la autoridad, la
constancia y magnanimidad, las riquezas y potenciales del
municipio. Muestra también la serranía de la
Cimarronera y el Pico e García exaltando ese importante
monumento natural. El extenso sembradío al pie de la
serranía representa el gran potencial agrícola del
municipio. El segundo cuartel inferior derecho (diestro),
esmaltado en Gules (rojo) simboliza la audacia, el coraje y el
valor, representa la sangre derramada por los hombres y mujeres
fundadores de este municipio en sus luchas contra la
tiranía y exalta la fidelidad de los mártires que
enfrentaron a Zuazola en 1813. La planta de maya, representa el
gentilicio de nuestro pueblo y a la vez refiere la majestad de un
símbolo cultural que ha enaltecido siempre nuestros
valores tradicionales. El tercer cuartel inferior izquierdo
(siniestro) esmaltado en Sinope (verde) para simbolizar la
abundancia, la amistad, la cortesía, la esperanza, la
industria, la Juventud, la laboriosidad como también el
verdor y la fertilidad de los campos piareños, muestra la
imagen de la histórica iglesia San Miguel Arcángel
de la población de Guanaguana la cual representa el
más antiguo icono religioso de nuestra entidad y denota la
voluntad cristiana del municipio, además de ser uno de los
monumentos arquitectónicos más importantes de la
región. En los contornes exteriores: La parte superior
(blasón) muestra siete estrellas blancas, seis representan
las parroquias La Toscana, Chaguaramal, Taguaya, El Pinto,
Aparicio y Guanaguana; la estrella central representa a Aragua de
Maturín como capital. Las dos cestas o maras con las
frutas, simbolizan la prosperidad representando la abundancia y
la riqueza agrícola de estas tierras; sugiriendo que la
agricultura debe considerarse puntal de desarrollo sustentable
del municipio. En el flanco derecho muestra una planta de
maíz que simboliza la importancia de este rublo para la
seguridad agroalimentaria, enalteciendo su sempiterna presencia
en el sustento de cada uno de los hombres y mujeres formadores de
nuestros pueblos originarios. En el flanco izquierdo se encuentra
una planta de caña que representa la diversidad de rublos
que se pueden producir en los campos del municipio y sobre todo
en aquellos que circundan los valles del río Aragua. Abajo
en la parte inferior del campo se muestra la Bandera del
Municipio sobrepuesta entre los tallos del las plantas de
maíz y caña simbolizando la intrínseca
comunión entre el pueblos y sus recursos naturales.
Además se encuentran dos machetes entrecruzados
simbolizando las eternas armas utilizadas por el pueblo para
defender su dignidad y su libertad representando también
las herramientas usadas desde los orígenes para poner a
producir esta sagrada tierra, cuna de héroes y de
mártires.

Sería interesante una explicación sobre la
palabra "englesado" que aparece en esta ordenanza, pues parece no
ser fácil de encontrar en los diccionarios, ni el en DRAE
ni en los de heráldica.

Quienes en el año 1813 murieron bajo las
cuchilladas de Zuazola, Boves y sus secuaces, fueron los
mártires aragüeños que habían servido
de población fundacional apenas siete años antes.
No pudieron ser héroes, pero fueron mártires, y sus
muertes motivaron la aparición de muchos héroes que
dieron lustre a la población y al país.

Hacer una reseña de todos los que dan lustre por
sus acciones a este pueblo haría interminable este
opúsculo. Sin embargo, recogeremos a continuación
algunas pequeñas biografías de personas dignas de
ser recordadas por haber contribuido a las causas más
nobles de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la
convivencia entre los hombres, así como a la
edificación moral del pueblo de
Aragua.

General Manuel Carlos Piar

El General Manuel Carlos Piar es el primer patriota que
podemos considerar aragüeño, aunque no nació
en Aragua. Sentimentalmente es nuestro héroe
más importante, pues fue vecino del pueblo y estuvo ligado
a él en labores de agricultura; sus manos, por así
decir, llegaron a acariciar su tierra, caminó sus calles,
habló con sus vecinos, apadrinó niños, en el
pueblo durmió y vivió hasta aquel 27 de septiembre
de 1817, que tanto dolor ha dejado en Aragua, hasta el
día de hoy.

Manuel Carlos Piar, según dice la historia
"oficial", nació en Curazao, hijo de la mulata
María Isabel Gómez y del comerciante canario
Fernando Piar Lottyn. Más, según las más
verídicas investigaciones, Manuel Carlos Piar nació
en Caracas, un día del año 1782, en el Convento de
las Monjas Concepciones, en el lugar en que hoy se encuentra el
Palacio Legislativo, donde sesiona la Asamblea Nacional, siendo
su madre Soledad Belén Concepción Xérez de
Aristeguieta y Blanco Herrera, casada más tarde con el
Coronel de origen vasco, Joaquín Pérez y Narvate,
en el año 1.787.

Esto se sabe porque en su afán de
modernización de Caracas, en 1871 el presidente
Guzmán Blanco hizo derribar el convento mencionado para
edificar el Capitolio que conocemos hoy. Cuando mudaron los
archivos de las monjas, se hizo una investigación en ellos
y se halló la partida de nacimiento del héroe. El
documento fue visto por personalidades como Juan Pablo Rojas
Paúl, quien luego fuera Presidente de Venezuela, el Juez
Ovalles y Francisco Herrera Vegas, abuelo de Francisco Herrera
Luque, autor de la obra Manuel Piar, caudillo de dos
colores.
El documento fue desaparecido supuestamente por
Guzmán Blanco, porque lesionaba el honor familiar, ya que
el presidente era sobrino nieto de aquella mantuana, de la
familia Aristeguieta Blanco y Bolívar, la madre de Piar.
Como se sabe, Guzmán Blanco se distinguió por su
tendencia a la manipulación y torcedura de las cosas, como
cuando eliminó de las Memorias de O"Leary lo
concerniente a Manuelita Sáez, poque "mancillaba" la
memoria de Bolívar…

Piar era hijo bastardo, y se han tejido tres versiones
acerca de quién era su padre. Según la primera, era
hijo del padre de José Félix Ribas, don Marcos de
Ribas y Betancourt, quien era ya anciano para cuando se
embarazó Soledad Belén; según la segunda,
era hijo del padre del Libertador, don Juan Vicente
Bolívar; y, finalmente, la tercera hipótesis, era
hijo de José Francisco, príncipe de Braganza, quien
habría casado clandestinamente con la madre de Piar, en un
viaje secreto que realizara a Caracas.

Según todos los indicios, probados por los
historiadores, la "partida de nacimiento" hallada en Curazao, fue
forjada a través de los manejos del mismo presidente
Guzmán Blanco, quien la hizo introducir en los archivos
curazoleños en su afán por salvar el "honor" de su
familia; investigaciones posteriores demuestran que en Curazao no
existe el registro de tal partida, cuestión ampliamente
certificada por las autoridades curazoleñas y por los
investigadores; además, la antigüedad del documento
determinada por los métodos modernos de
investigación, no se corresponde con las fechas cercanas
al natalicio de Manuel Carlos Piar.

El año 1884, precisamente el último
año del período guzmancita llamado "el quinquenio"
apareció envenenado el Obispo de Guayana,
José Manuel Antonio y Niño Ladrón de
Guevara, cuyos archivos habían desaparecido. En ellos se
encontraban los documentos probatorios de la verdadera
filiación de Manuel Carlos Piar, con todos los detalles
relacionados con su crianza y educación, además de
pruebas fehacientes de su inocencia ante el tribunal militar que
lo sentenció a muerte.

Constaba en esos documentos que Piar era hijo de la
mencionada mantuana caraqueña y del príncipe de
Braganza, quien dispuso todo lo concerniente a su
educación y crianza por parte de la partera
curazoleña María Isabel Gómez Quemp y el
piloto mercante y comerciante canario Fernando Alonso Piar y
Lottyn, a quienes se les pagaba todo el cuidado del niño;
una casa de banca de Curazao recibió del príncipe
100.000 pesos a nombre de Manuel Piar y sus tutores, cuyos
intereses tenía la obligación, por órdenes
del príncipe de girarles mensualmente, era una cantidad
muy importante para la época, lo que les permitió
no solo educarlo, sino progresar materialmente, llegando Fernando
Piar a tener sus propios barcos mercantes.

Los documentos de Arroyo Niño se basaban en los
documentos dejados en el palacio arzobispal de Guayana por el
confesor en capilla ardiente de Piar, Presbítero Remigio
Pérez Hurtado; en ellos se demostraba además la
inocencia de quien había sido ajusticiado por los manejos
de sus primos Simón Bolívar y Carlos
Soublette.

Pues bien, además de haberse formado en las artes
de la navegación gracias a las instrucciones de su padre
adoptivo, Manuel Piar logró tener una culta
educación. Hablaba holandés, español,
francés, inglés, papiamento de su isla natal, el
patois o creole de Haití, y el guinés, lengua
africana hablada en Curazao entre los esclavos.

En 1784, Manuel Piar, todavía muy joven, en
compañía de su madre de crianza, María
Isabel Gómez Quemp llegó a La Guaira,
donde se residenció en la zona conocida como El Cardonal.
En 1797, cuando Gual y España organizan la
revolución libertaria que resultó fallida, Piar se
encuentra entre los conjurados, era un joven de apenas 17
años. Debelada la revolución, estuvo entre los que
debieron huir a Curazao, muy posiblemente en su propia
embarcación.

El 8 de abril 1798, ante el Gobernador de la isla de
Curazao, en el castillo de Willemstad, tras adulterar su edad
para poder casarse, contrajo nupcias con la holandesa
María Martha Boom, con la cual engendraría una hija
de nombre María Isabel Piar Boom. De haber sido Piar un
mulato, como lo acusó Bolívar y lo han repetido
equivocadamente muchos historiadores, jamás hubiera podido
desposar a una mujer blanca, pues las rígidas leyes de
castas también regían en los territorios de
Holanda.

En 1805 y 1806, se encontraba en Haití cuando
Miranda prepara la segunda expedición libertadora a
Venezuela. Piar se anexa a esa expedición y al llegar a
tierra firme, el 3 de agosto de 1806, fue el encargado de arriar
la bandera española en la Vela de Coro y de izar la
primera bandera de la República, privilegio que ya lo
marca como un ser excepcional en la historia nacional. Como se
sabe, aquella acción mirandina no tuvo éxito, por
lo cual Piar volvió a las Antillas.

En enero de 1807 se encontraba en Haití con su
amigo Petión, involucrado en la independencia de la isla y
conduciendo un buque de guerra, bajo el mando de Alexander
Petión, Desalines y Chris Brown; pero no habiendo
abandonado su deseo de ver libre a Venezuela, se embarcó
para Cumaná, donde arribó al mando de su
propia embarcación, para envolverse en los sucesos del
año 1810, iniciados en Caracas el 19 de abril y en
Cumaná en mayo de aquel mismo año. Por su
mostrada convicción revolucionaria es electo como
comisionado por la Junta Provincial para responder a la de
Caracas, positivamente, en cuanto a la unión de
las provincias en pro de la libertad de Venezuela. Se sabe a
ciencia cierta, que fue Manuel Piar, quien llevó a
Caracas las Actas de adhesión al Movimiento
revolucionario del 19 de Abril, de las provincias de Margarita,
Barcelona y Cumaná. He aquí otro
privilegio que ejerció Piar, que de haber sido pardo
jamás hubiese tenido.

Al alistarse en el ejército patriota comandado
por Miranda, éste con la aprobación del Consejo
Supremo Ejecutivo, el 30 de septiembre de 1811, en la ciudad de
Puerto Cabello, lo nombra Alférez de Fragata (de haber
sido pardo, jamás hubiera tenido este grado militar). Piar
actuó brillantemente en las acciones de El Morro de
Valencia, el 23 de julio de 1811; y en Valencia, el 13 de agosto
de 1811; así mismo, el 26 de marzo de 1812 participa en la
batalla naval de Sorondo, librada en aguas del
Orinoco, como parte de la tripulación patriota
organizada por el gobierno de la provincia de
Cumaná o Nueva Andalucía. Allí
estuvo en compañía de los cuadros dirigentes de las
provincias orientales. En los valles de Aragua en el
año 1811, en plena guerra, es ascendido a Sub-Teniente y a
Teniente cuando luchó en Valencia. Estos grados militares
no podían obtenerlos los pardos o mulatos; eran
sólo otorgado a los blancos.

Al volver a La Guaira en 1812, todo parece
indicar que estuvo en el bochornoso apresamiento de su jefe
Francisco de Miranda, quien terminó en poder de los
españoles, cuestión esta que nunca le
perdonó a Simón Bolívar, por encabezar el
grupo de patriotas que lo apresó y obtuvo pasaporte de
Monteverde.

Ante la caída de la Segunda República en
1812, el ejército patriota quedó en desbandada.
Piar huye con a Trinidad, con un grupo de cuarenta y cinco
compañeros de armas. En este grupo se encontraban, entre
otros, Santiago Mariño, Antonio José de Sucre,
José Francisco Bermúdez, Manuel Valdez, Bernardo
Bermúdez, Francisco Azcúe, José Félix
Rivas y otros muchos más.

En Trinidad no son bien recibidos, pues un inglés
de apellido Woodford los obligó a mantenerse en el lado
occidental de la isla, en un islote llamado
Chacachacare, en cuyas cuevas pernoctaban y
subsistían. En este entorno hostil Santiago Mariño,
quien se perfila como líder del grupo, les toma juramento
a todos, elaborando la famosa "Acta de Chacachacare" ,
donde se comprometen a salvar a la Patria, sacrificándose
hasta verla independiente del dominio español. Todos
aquellos hombres hicieron honor a aquel juramento.

El 13 de Enero de 1.813, los patriotas a bordo del barco
de 40 pies de eslora propiedad de Manuel Piar, desembarcaron en
las Costas de Guiria, yendo a alojarse a una hacienda
llamada Caruanta, propiedad de la madre de Santiago
Mariño. Venían dispuestos a atacar las guarniciones
españolas. Esa misma noche, un italiano de nombre Juan
Caboso, al mando de las tropas realistas, lleno de pánico
por la presencia de los patriotas, salió huyendo y
abandonó la guarnición española, quedando
Güiria en poder de los patriotas recién
llegados.

Entonces, con la anuencia de Mariño, Manuel Piar,
al frente de varios hombres, entre ellos Francisco Azcúe,
decide avanzar sobre otras ciudades, siendo su meta la ciudad de
Maturín. Piar avanza por la ruta ancestral
Güiria Cumanacoa, San Francisco, Aragua,
Guayuta, Chaguaramal
y llega a Maturín el
día 2 de Marzo de 1.813. Al pasar por Aragua,
viniendo do Guanaguana, los pobladores salieron hasta
muy lejos a las afueras del pueblo a recibirlo con música
y vivas… cosa esta que encendió a La Hoz, Zuazola y
Boves, tomando contra el pueblo las represalias que ya hemos
narrado antes.

Pero el gobernador de Barcelona, Lorenzo
Fernández de La Hoz decide atacar a Piar en
Maturín, y se presenta en la ciudad, donde el
día 20 de marzo de 1813 libra batalla contra las tropas
patriotas al mando de Piar y Azcúe, siendo derrotado. En
dos ocasiones siguientes, Piar defiende a
Maturín: el 11 de abril y el 25 de mayo de aquel
año. En esta última oportunidad derrota al propio
Monteverde que había vcenido desde Caracas a
combatirlo. La victoria del 25 de mayo fue contundente, tal como
lo hemos narrado previamente. Piar, hombre de principios morales
muy fuertes, como correspondían a quien había sido
criado como príncipe, ante la derrota de Monteverde, quien
salvó la vida milagrosamente el 25 de mayo, ordena que se
recojan los cadáveres de los realistas y que se entierren
en el cementerio de Maturín con honores
militares. Lo mismo, por supuesto, que a los patriotas.
Realmente, era un hombre especial.

Desde ese momento, comenzó la liberación
de Oriente. Mariño puso sitio a Cumaná.
Piar toma Barcelona, el 19 de agosto de 1813. Finalmente cae
Cumaná en manos de Mariño, La Hoz, Zuazola
y Boves huyen cobardemente; y Mariño y Piar son
proclamados Primero y Segundo jefes supremos de las provincias
orientales, respectivamente.

Piar actuó entonces con una flotilla que vence a
los españoles en 1813, en Puerto Francés y
Chuspa, frente a las costas del Litoral, en
compañía de Simón Bolívar,
cuestión que recordará Bolívar en la
Expedición de Los Cayos, al incluirlo en la
expedición de 1816.

En 1814 está como gobernador de Margarita en
Pampatar. El 28 de agosto de ese año, se acercas
a la isla unas embarcaciones, era Bolívar y Mariño,
el primero iba rumbo a Cartagena. Piar los recibe a
cañonazos, por lo cual las embarcaciones se separan. Piar
decide perseguir a Bolívar, a quien acusaba de desleal con
la República y se embarca con 700 hombres tras de
él, rumbo a Carúpano, tras dejar 100
hombres en Cariaco. Prosigue hacia
Cumaná, en la quebrada de Los Caneyes
tiene un encuentro con Juan de la Cruz Pineda, subalterno del
Gobernador, quien salió huyendo, lo que permitió a
Piar entrar a la ciudad de Cumaná. Cuando Piar se
entera que viene Boves avanzando hacia ésta, el 15 de
octubre de 1814, le sale al encuentro en el sitio de El Salado,
pero Piar es derrotado el 16 de octubre, principalmente por la
inexperiencia de sus hombres. Piar huye a la ciudad, donde ya lo
esperaba gente de Boves, se desvía hacia Cariaco
resultando también derrotado allí, por lo cual,
huye a Margarita, donde es arrestado junto con Manuel
Valdés, por Juan Bautista Bideau el 6 de febrero de 1815.
Días después es expulsado de Margarita y se refugia
en la isla de Granada, hasta el 9 de ese mes, cuando las
autoridades, haciendo caso al Gobernador español de
Venezuela, deciden expulsar a todos los insurgentes
venezolanos.

De allí, Piar pasa a Los Cayos, en Haití,
donde como amigo personal de Petión, colabora en obtener
ayuda de este para la expedición libertadora que los
patriotas estaban organizando; obteniendo la buena pro del
presidente haitiano. Petión sólo pide que al
liberar al país se decrete la libertad de los esclavos,
cosa que prometen todos. Piar propone que sea Bolívar el
jefe de la expedición, tras reconciliarse con él,
Luis Brión lo apoya, así como los demás. En
la lista de patriotas se hallan Mariano Montilla y José
Francisco Bermúdez (enemigos de Bolívar en ese
entonces), Luis Brión, Santiago Mariño, Gregor Mac
Gregor, conduciendo unos 250 hombres más.

La expedición salió de Los Cayos de San
Luis a las 10 de la mañana del 20 de marzo de 1816,
tomando el rumbo de Margarita, donde ya estaba fuerte Juan
Bautista Arismendi. En la goleta "General Bolívar" vienen
Bolívar, Mariño y Piar. Al encontrarse en alta mar
con dos buques españoles que tratan de evitar el
desembarco, son el bergantín "Intrépido· y
la goleta "Rita". Cuando esta trato de fugarse, Piar y
Mariño la persiguen, de un cañonazo logran
vencerla. Con este triunfo, la expedición llegó a
Juan Griego el 13 de mayo. El 25 de mayo llegaron a
Carúpano. En esta ciudad a instancias de Diego
Bautista Rojas Zaraza, y de Manuel Cedeño, Bolívar
es proclamado como la autoridad suprema patriota, cuestión
que Piar aceptó junto con los otros jefes
patriotas.

Allí Bolívar ordenó que
Mariño fuese hacia Guiria por mar, y que Piar se
dirigiera a Maturín. Piar se viene a esta ciudad,
no por la ruta ancestral, sino por el Caño Colorado.
Empleando muy bien los recursos aportados por Bolívar
desde Carúpano y Barcelona. Entonces
Bolívar le asignó a Piar como secretario a quien
había sido su Secretario de Guerra en la campaña
del Magdalena, Pedro Briceño Méndez, este lo
acompañaría hasta su última batalla en
Upata.

A partir de allí siguen las victorias de Piar,
como en El Juncal, el 27 de septiembre de 1816. Exactamente un
año antes de su "apresamiento" en Aragua de
Maturín. Y las que desembocaron el la
campaña de Guayana, que arrancó el 8 de
octubre de 1816, y que tanto éxito, renombre y poder le
dieron. Como se sabe, después de los triunfos de San
Félix y Upata, todo lo puso Piar, con una gran
lealtad patriótica, en las manos y bajo la autoridad de
Simón Bolívar.

Por estas razones, es que extraña tanto,
cómo las intrigas de Juan Francisco Sánchez y de
todos aquellos que el mismo Piar había formado, ascendido
y alentado, como su compadre Anzoátegui, terminaron
traicionándolo tan vilmente.

Sus palabras antes de morir bajo el disparo de 16 balas
de rifle, las repetiremos aquí, fueron "APUNTEN BIEN A MI
INOCENTE CORAZÓN, QUE ME MATAN POR SIMPLÓN EN
NOMBRE DEL GOBIERNO DE SIMÓN BOLÍVAR. ¡VIVA
LA PATRIA!".

La muerte de Piar, ocurrida el 16 de octubre de 1817 en
Angostura, será una mancha en la historia de Venezuela, y
en los nombres de quienes actuaron a favor de la intriga que
condujo a ella: Bolívar. Soublette, Anzoátegui,
Brión… y los demás.

La historia no ha reivindicado aún a Piar, parece
estar encandilada por el genio de Bolívar, aunque en el
Panteón Nacional hay en una cripta un puño de
tierra tomado del antiguo cementerio de El Cardonal de Ciudad
Bolívar, para simbólicamente representar los restos
de Piar. En la memoria de los aragüeños, en la cual
la tradición oral alimenta su afecto por el héroe,
su caballo sigue cabalgando, buscando esa justicia
histórica que la historiografía le ha negado,
tratándolo aún de traidor a la Patria que tanto
amo.

Teniente José María
Espín

Era natural de Cumaná, pero le dio
lustre al pueblo al hacerlo su residencia tras haberse convertido
en uno de los héroes de la independencia desde muy
joven.

El 5 de diciembre de 1814 peleó en la batalla de
Urica donde perdió la vida José
Tomás Boves. En esa ocasión, cae entre los muchos
detenidos por los realistas triunfantes, cuando la batalla fue
finalmente conducida por Francisco Tomás Morales, quien
asumió el mando tras la muerte de Boves. Espín
estaba herido, y los españoles no estaban dispuestos a
cargar heridos patriotas, así que los ajusticiaban: pero
Morales parece que se conmovió ante el niño
Espín herido de un lanzazo y le perdonó la vida
dejándolo en el campo de batalla, desde donde pudo llegar
al pueblo y sobrevivir tras curar sus heridas.

Para el año 1816, cuando se reinicia la
reconquista del Oriente, a las órdenes de Mariño,
se encontraba el joven José María Espín,
quien a la sazón se incorporó en Cariaco,
participando el 14 de marzo de aquel año en el triunfo
contra el coronel español Francisco
Jiménez.

José María Espín sirvió con
dedicación en el ejército patriota, bajo el mando
de los jefes orientales Mariño, Piar y Bermúdez; en
1828, todavía se encuentra en pleno ejercicio militar,
cuando es ascendido a Sargento Primero, como miembro del cuerpo
de artillería de la guarnición de
Maturín.

El lanzazo que había recibido en Urica
lo fue postrando poco a poco, hasta que en 1829, por las
dolencias físicas y las morales, ante la debacle
anti-bolivariana que vive el país, en luchas intestinas
que preparaban la separación de Colombia y Venezuela,
decide pedir la baja del ejército; la cual obtiene como
enfermo. Entonces se dedica a la agricultura en las feraces
tierras aragüeñas, donde murió entrado ya en
la vejez.

General José Miguel Barreto
Pérez

Nació en Aragua en 1825, según
unos, o en 1830, según otros. Era hijo de Pedro Barreto,
un hacendado de Cumanacoa y de Eduarda Pérez,
descendiente de los Pérez de Aguilera, habitantes
originarios de Aragua. Cuando Boves y Zuazola se
presentaron en Aragua, la familia Barreto huyo a los
montes, y cuando la guerra se apaciguó en estos contornos,
se radicaron en Aragua.

José Miguel Barreto tuvo una destacada
actuación en el ejército de la recién nacida
República de Venezuela, conducida por Páez y sus
sucesores. En su carrera militar llegó a alcanzar el grado
de General de división, tras pelear en la guerra de la
federación. En 1862, estuvo en el encuentro con las tropas
del gobierno en el cerro El Zamuro cerca de La Victoria, estado
Aragua.

Motivado por la campaña iniciada en el
país a favor de la independencia de Cuba, viejo
sueño del Libertador, y ahora conducida por
Céspedes, el general aragüeño se dirige a Cuba
con la intención de contribuir con el sueño de
libertad de aquella isla, como jefe de la segunda
expedición del barco "Virginius", desembarcando en la
Ensenada de La Mora el 6 de julio de 1873.

El Presidente Céspedes lo ascendió a Mayor
General el día 15 de julio de 1873; aquel conductor de
hombres había evaluado al General Barreto Pérez de
una manera muy sagaz. Dijo de él:

El general Barreto es un hombre simpático,
delgado, carilargo, con los ojos pequeños y vivos, parece
de buen carácter. No creo que haya recibido una
educación esmerada; pero ha aprendido bastante en su roce
con hombres más instruidos. Manifiesta mucho entusiasmo
por la causa cubana. [81]

El Presidente Céspedes lo promueve
rápidamente dentro de las filas de su gobierno y en agosto
de aquel año 1873, lo nombra Secretario de Guerra. Al
referirse a Barreto, había escrito: "Aunque acaba de
llegar ha gustado generalmente, está bastante instruido de
nuestros asuntos; se interesa muchísimo por el triunfo de
Cuba y tiene los conocimientos necesarios para ese puesto"
[82]

Barreto y Céspedes en los dos meses que
trabajaron juntos, cultivaron una estrecha amistad, por esa causa
Barreto se mantuvo fiel a su amistad y al compromiso
revolucionario hasta el último momento. El 27 de octubre
de 1873, fue depuesto el presidente y Barreto Pérez es
destituido de su cargo y enviado a dirigir una división
del ejército ubicada en Jiguaní-Bayamo.

Como parte de esta división participó en
el asalto a Manzanillo el 10 de noviembre de aquel año; a
la sazón el general Calixto Díaz lo mantuvo a su
lado, como miembro de su estado mayor.

En enero de 1874, en San Diego de Buenaventura,
encontramos a Barreto Pérez como parte del grupo
revolucionario patriota formado por hombres como Máximo
Gómez, Vicente García, Antonio Maceo, Calixto
García y Modesto Díaz, planificando acciones de
guerra dirigidas a tomar el occidente de la isla. Pero aquella
invasión fue pospuesta por disparidad de opiniones en el
grupo.

En Septiembre de 1874, el presidente Salvador Cisneros
dispuso que Barreto Pérez pasara a la provincia de
Camagüey, bajo las órdenes del mayor general
Máximo Gómez; sin embargo, Barreto se mantuvo en
Las Tunas y en los territorios de Bayamo y Manzanillo, bastante
conocidos por él.

El 27 de febrero Céspedes era vencido en San
Lorenzo; su muerte enlutó a los patriotas, entre ellos a
Barreto Pérez, quien escribió estas palabras a la
Cámara de Representantes:

A mí no me ha sorprendido, porque siempre
creí que fuese el complemento de un plan preconcebido por
sus gratuitos enemigos, en que el León de Iberia
había de concurrir con garras ensangrentadas. En efecto,
el ilustre mártir rindió la vida heroicamente
haciendo fuego con su revólver a los españoles,
postrado en tierra, con una pierna rota, y solo, como lo dejaron
abandonado en las selvas. Estaba escrito sin duda, en el libro de
sus destinos, que habla de recibir en premio de sus servicios, la
ingratitud y el tormento[83]

La vida de Barreto Pérez transcurre en medio de
las intrigas, encuentros y desencuentros que se suceden en los
procesos bélicos. Después de la prisión de
Calixto García, Barreto Pérez se pone al lado de
Vicente García y continúa con su actividad
revolucionaria, oponiéndose al presidente Salvador
Cisneros Betancourt por considerarlo responsable de la muerte de
Céspedes.

Así que, el 20 de abril de 1875, en acuerdo con
el general de brigada Miguel Bravo Sentíes redactó
el manifiesto que seis días más tarde fue
proclamado en Lagunas de Varona, donde Barreto fue uno de los
principales instigadores de esa sedición.

En efecto, el 27 de abril de 1875, García
promueve un movimiento en Laguna de Varona; el día 28,
Barreto Pérez y el Dr. Bravo Sentíes hicieron saber
a Cisneros Betancourt que sería recibido como un ciudadano
más y que no obedecerían sus órdenes; pero
este les respondió: "Yo soy el Presidente de la
República, y solo la Cámara de Representantes tiene
la facultad de deponerme, y, o ustedes se someten a mi autoridad,
acatando mis órdenes, o se declaran inmediatamente fuera
de la ley"[84] Entonces Bravo Sentíes le
respondió que antes de obedecerle, se declaraban fuera de
la Ley.

Las conversaciones entre los dirigentes revolucionarios
civiles y militares se hicieron tensas y extensas. Pero por fin
Cisneros cedió y a principios de julio renunció al
cargo. Barreto, siempre a las órdenes de Vicente
García, regresó al Oriente de la isla. Había
transcurrido tres años de la muerte de Céspedes y
aún Barreto Pérez continuaba fiel a su pensamiento.
En el mes de marzo de 1877 escribió que: "Cada día
haciendo más falta en la república el inmortal
Caudillo de la Libertad, nuestro malogrado presidente, y no puede
ser de otro modo cuando tampoco ha surgido todavía el
genio capaz de reemplazarlo"[85]

Barreto lideró la Sedición de Santa Rita,
el 11 de mayo de 1877, en compañía del entonces
teniente coronel Modesto Fonseca. Posteriormente, José
Miguel Barreto Pérez se encuentra dirigiendo un
motín de insubordinación contra el presidente
Tomás Estrada Palma, en compañía del
revolucionario de origen francés Charles Philibert
Peissot, veterano de la Comuna de París, resultando
proclamado Jefe del Ejército Libertador al general Vicente
García: pero aquel mismo año tanto Estrada Palma
como Barreto cayeron en manos del enemigo.

Barreto fue capturado el 25 de octubre de 1877 en el
sitio de Las Pelona, Las Tunas, y fue encerrado en el cuartel de
La Loma, en Puerto Padre El 29 de diciembre de aquel año
fue sometido a juicio en Holguín y condenado a muerte;
afortunadamente el gobierno pacificador del español
Arsenio Martínez Campos hizo posible que no se cumpliera
el fallo, y la pena se le cambio a prisión perpetua en las
cárceles hispanas en África; pero Barreto
finalmente no salió de Cuba, más bien fue internado
por seis meses en el Castillo del Morro de La Habana en un frio
pabellón.

Cuando se firma el Pacto del Zanjón que puso fin
a la contienda entre cubanos y españoles, José
Miguel Barreto es liberado. Entonces regresó a Venezuela,
específicamente a Aragua de
Maturín, donde se dedicó a la agricultura,
tal como había hecho Espín; pero nunca se
desentendió de Cuba, y colaboró siempre con el
Partido Revolucionario Cubano , fundó un club de amigos de
Cuba y formó parte del Centro Propagandista Cubano
"José Martí", en la ciudad de
Maturín.

El 29 de julio de 1898, el presidente de la
República en Armas de Cuba, le escribió una carta
con estas hermosas palabras:

Para usted un saludo fraternal de hermano de ideas y
compañero de fatigas durante la primera guerra, y ahora
quiero significarle que el tiempo y la distancia no han entibiado
mi afecto hacia los nobles caracteres que vinieron a ayudarnos en
las horas tristes de tremenda prueba. Los cubanos guardaremos
donde no es posible olvidarlos, los nombres de todos los que como
usted lucharon a nuestro lado, y tendremos siempre para ellos un
lugar preferente en nuestra estimación y
cariño[86]

El general José Miguel Barreto Pérez,
casó con María Coll Pérez. Tuvieron doce
hijos, a saber: María, Eduarda, Narcisa, Carmen, Carlos,
José Miguel, Rosario, Celestino, Pedro, Agustín,
Rafael y Mercedes. Murió en Aragua de
Maturín, el 14 de octubre de 1900, a la
respetable edad de 75 años.

General Santos Carrera

Nació en la población de Urica,
estado Anzoátegui en 1840. Se residenció con su
familia en Maturín desde pequeño donde
fomentaron fincas agropecuarias.

Se hizo soldado en la Guerra Federal bajo las banderas
del Cabo Juan Sotillo con quien luchó en la Campaña
del Centro y estuvo presente en la batalla de
Coplé como segundo comandante de las fuerzas
lideradas por el general Antonio Guzmán Blanco.

No obstante, parece que cayó en desgracia con el
gobernante, pues su nombre se menciona en el manifiesto del
alzamiento (llamado "La Colinada", en honor a su líder
León Colina), que se inició en Coro, precisamente
contra el gobierno de Guzmán Blanco entre octubre de 1874
y febrero de 1875.

En la proclama que desde la Asamblea Legislativa del
Estado Falcón, lanzó este movimiento, explicando
los motivos del alzamiento, se dice que entre los agravios
cometidos por Guzmán Blanco a la dignidad de la
República, se destacaban las prisiones del senador
neoespartano general Eduardo Ortega y del diputado por
Maturín general Santos Carrera, lo cual muestra
que había sido electo diputado al congreso nacional en los
tiempos de Guzmán Blanco.

Posteriormente, lo vemos ejerciendo labores ejecutivas
cuando ejerció la vice presidencia del estado de
Maturín y luego el 1 de agosto de 1880 
ejerció la presidencia –hoy gobernación- del
estado. También ejerció la gobernación en
1881 y 1882.

Santos Carrera fomentó una rica hacienda en
Guayuta, muy cerca de Aragua de
Maturín y desde muy joven se alistó en la
Revolución Federal. Al General Santos Carrera se le conoce
como el Caudillo de Guayuta.

Fue un hombre con ganas de imprimirle a
Maturín aires de ciudad. Fundó el primer
matadero (que estuvo ubicado en donde hoy se levanta la Escuela
República del Uruguay) y el cementerio de la ciudad,
ampliando el mismo lugar donde Piar había enterrado a los
patriotas caídos en 1814.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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