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La predestinación




Enviado por Agustin Fabra



  1. Etimología y
    presentación
  2. La
    predestinación de los elegidos
  3. Teoría de la
    predestinación post praevisa merita
  4. El concilio de
    Trento y la predestinación
  5. El libro de la
    vida
  6. Conclusión
  7. Bibliografía
  8. Glosario

"A él, por quien somos herederos, elegidos de
antemano según el previo designio del que realiza todo
conforme a la decisión de su voluntad"

Efesios 1:11

Etimología
y presentación

La palabra predestinación proviene de la
palabra griega proorizo, que significa determinar
anticipadamente
. En latín el vocablo que define la
predestinación es praedestinare. Muchas personas
se muestran en desacuerdo hacia la doctrina de la
predestinación, a pesar de ser una enseñanza
bíblica. La clave es entender lo que bíblicamente
significa la predestinación. La objeción más
común a la predestinación es que es injusta; que
todos los seres humanos deberían estar predeterminados por
Dios a la salvación. Como veremos en este estudio, hay
varios factores que inciden directamente en esta decisión
divina.

DEFINICION

La predestinación es una doctrina religiosa bajo
la cual se relaciona el principio y el destino de las cosas. En
particular, la predestinación concierne a la
decisión de Dios para crear y gobernar la creación
y su evolución, así como el punto hasta el cual las
decisiones de Dios determinan lo que será del destino de
grupos e individuos.

Según la Enciclopedia Católica, la
predestinación es un decreto divino por el que Dios,
debido a su infalible presciencia del futuro, ha elegido y
ordenado desde la eternidad todos los eventos que ocurren en el
tiempo, especialmente los que proceden directamente o al menos
están influidos por la libre voluntad de la persona
humana. Tomada en este sentido general, predestinación
coincide claramente con Divina Providencia y con el gobierno del
mundo.

La teología restringe el término a esos
decretos divinos que hacen referencia al fin sobrenatural de los
seres racionales, especialmente del ser humano. Considerando que
no todos los hombres logran su fin sobrenatural en el cielo, sino
que hay muchos eternamente perdidos por su propia culpa, debe
haber una doble predestinación: al cielo para todos los
que mueren en estado de gracia, o a las penas del infierno para
todos los que parten en pecado o con el descontento de Dios. Sin
embargo es lógico pensar que el término
predestinación se reserva para el decreto divino
de la felicidad de los elegidos.

La
predestinación de los elegidos

Empezaremos con una pregunta: ¿el mérito
natural del hombre ejerce alguna influencia en la elección
divina a la gracia y a la gloria? Si recordamos el dogma de la
absoluta gratuidad de la gracia cristiana, nuestra respuesta debe
ser totalmente negativa. A la pregunta sobre si la
predestinación divina no toma en consideración las
buenas obras sobrenaturales, la Iglesia contesta con la doctrina
de que el cielo no es dado a los elegidos por un pacto de Dios
puramente arbitrario, sino que es también el premio a los
méritos personales de los justificados. Los que buscan la
razón de la predestinación solamente en las buenas
obras naturales del hombre, evidentemente cometen un error de
juicio sobre la naturaleza del cielo cristiano, que es un destino
totalmente sobrenatural.

En realidad el dogma católico sobre la
predestinación ve la felicidad eterna como la obra de Dios
y su gracia, y también como el fruto del premio a las
acciones meritorias de los predestinados. Pablo de Tarso dice
explícitamente: "Por lo demás, sabemos que en
todas las cosas interviene de aquellos que han sido llamados
según su designio. Pues a los que de antemano
conoció, también los predestinó a reproducir
la imagen de su Hijo, para que fuera El el primogénito
entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a esos
también los llamó; ya los que llamó, a esos
también los justificó. A los que justificó,
a esos también los glorificó"
(Romanos
8:28-30).

Además del pre-conocimiento y la
pre-ordenación eternos, el Apóstol Pablo menciona
varios pasos en la predestinación: vocación,
justificación y glorificación. Esta creencia ha
sido fielmente preservada por la Tradición a lo largo de
los siglos, especialmente desde la época de Agustín
de Hipona. San Pablo decía al respecto: "Por tanto,
hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra
vocación y vuestra elección"
(2ª. Pedro
1:10). Y Agustín de Hipona fue más directo en este
sentido: "Si no estás predestinado, actúa de
manera que lo estés"
(Obras completas de San
Agustín XXXV).

En realidad no sabemos si estamos incluidos entre los
predestinados o no lo estamos. Todo lo que podemos decir es:
"sólo Dios lo sabe". Pero el Concilio de Trento
(siglo XVI) promulgó el siguiente canon: "Si alguien
dijera que el hombre regenerado y justificado está
obligado por fe a creer que está entre el número de
los predestinados, sea anatema"
(Sesión VI, canon
XV). En verdad una presunción de este tipo no sólo
es irracional, sino también contrario a las Sagradas
Escrituras: "Cierto que mi conciencia nada me reprocha; mas
no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor"

(1ª. Corintios 4:4).

La objeción más común hecha a la
doctrina de la predestinación es que es injusta.
¿Por qué Dios escogería a ciertas personas y
a otras no? El punto más importante que debemos recordar
es que ninguno de nosotros merecemos ser salvados porque todos
hemos pecado y todos merecemos el castigo eterno. Sin embargo
Dios, generosamente, decidió salvar a muchos de nosotros.
Dios no está siendo injusto con aquellos que no
eligió, porque ellos reciben lo que merecen. El hecho de
que Dios fuera clemente con algunos, no lo hace injusto para los
otros.

La Biblia dice que todos tenemos la libertad de elegir;
todo lo que tenemos que hacer es creer en Jesús y seremos
salvos: "Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es
el Señor y crees en tu corazón que Dios le
resucitó de entre los muertos, serás salvo"

(Romanos 10:9). La Biblia nunca describe a Dios rechazando a
quien cree en él, o alejando a alguien que le haya estado
buscando: "Desde allí buscarás a Yahvé,
tu Dios, y le encontrarás si lo buscas con todo tu
corazón y con toda tu alma"
(Deuteronomio
4:29).

De alguna manera, en los misterios de Dios la
predestinación trabaja mano a mano con la persona que es
conducida por Dios: "Nadie puede venir a mi si el Padre que
me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el
último día"
(Juan 6:44). Dios predestina a
quien será salvado, y debemos elegir a Cristo para dicha
salvación. Ambos factores son igualmente
verdaderos.

Teoría de
la predestinación post praevisa merita

Ante todo debemos indicar que el término post
praevisa merita
significa después de los
méritos y en relación a dichos méritos
.
Jamás debemos pensar en obtener algún premio o
gracia antes de merecerlo. Si creemos en merecer la gracia antes
de nuestros méritos, descuidaremos nuestros actos, que son
los que podrían hacernos merecedores del mérito o
premio.

Lo anterior nos lo confirma san Ignacio de Loyola al
decirnos: "No debemos hablar mucho de la
predestinación por vía de costumbre; mas si en
alguna manera y algunas veces se hablare, así hable que el
pueblo menudo no venga en error alguno, como a veces suele,
diciendo: si tengo que ser salvo o condenado, ya está
determinado, y por mi bien hacer o mal no puede ser ya otra cosa;
y con esto entorpeciendo, se descuidan en las obras que conducen
a la salud y provecho espiritual de sus ánimas"

(Ejercicios Espirituales, regla 15ª).

Esta teoría de la predestinación post
praevisa merita
fue defendida tanto por Alberto Magno (siglo
XII) como por Francisco de Sales (siglo XVII), diciendo de ella
que era la opinión más verdadera y más
atractiva. Difiere de la predestinación ante praevisa
merita
o antes de obtener los méritos en dos
puntos: primero, asume una predestinación
hipotética a la gloria; y en segundo lugar, no revierte la
sucesión de gracia y gloria en los dos órdenes de
la eterna intención y de la ejecución en el
tiempo.

Si el propio Dios quisiera aclararnos lo dicho
anteriormente, con seguridad diría: "Justamente como
en el tiempo, la felicidad eterna depende del mérito como
condición, así Yo planifiqué el cielo desde
toda la eternidad, solamente para el mérito
previsto
". Solamente por razón del infalible
pre-conocimiento de estos méritos, ésos y no otros
se salvarán. Por el contrario es que el fuego eterno del
infierno sólo pudo haber sido preparado desde toda la
eternidad para el pecado y el demérito; es decir, para la
negación de la caridad cristiana.

El concilio de
Trento y la predestinación

En primer lugar debemos indicar que el Concilio de
Trento se celebró durante 18 años, desde 1545 hasta
1563, en la ciudad de Trento, Italia, iniciándose bajo el
papado de Pablo III, siguió bajo los de Julio III, Marcelo
IV y Pablo IV, finalizando con Pío IV. El tema principal
que se abordó fue el nuevo estilo de la Iglesia, tanto la
reforma como la contra reforma, con todos los temas que ello
abarca.

Para enfatizar cuán misteriosa e inaccesible es
la elección divina, el Concilio de Trento llama a la
predestinación misterio oculto. Que la
predestinación es un misterio sublime está claro;
no sólo por el hecho de que las profundidades del consejo
divino no pueden ser ni imaginadas, sino en lo desigual de la
elección divina. Aunque sea correcta la respuesta de que
Judas fue hacia la perdición por su libre voluntad,
mientras que Pedro cooperó fielmente con la gracia de la
conversión que se le ofrecía, esto no aclara el
enigma ya que podemos seguir preguntándonos: ¿Por
qué Dios no le dio a Judas la misma gracia eficaz que le
dio a Pedro, cuya blasfema negación del Señor era
un pecado no menos grave que el de Judas?

A esta cuestión la única respuesta
razonable es la es la palabra de San Agustín: "Los
juicios de Dios son inescrutables"
(De la
predestinación de los santos).

El libro de la
vida

El conocimiento previo inerrable de Dios y el
pre-ordenamiento se designa en la Biblia con la figura del
Libro de la Vida. Este libro es una lista que contiene
los nombres de todos los elegidos. El Libro de la Vida
es una expresión usada tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento, pero con acepciones diferentes.

En los comentarios al texto del Éxodo, cuando
Moisés le pide a Yahvé que le quite del Libro, se
considera que en dicho Libro de la Vida se inscriben los que
están en vida, en contraposición a los que mueren o
que ya están muertos, ya que es innegable la
intención de Moisés de pedir la muerte para
sí mismo en este relato: "¡Pero ahora! si
quieres perdonar su pecado. Si no, bórrame del libro que
has escrito"
(Éxodo 32:32).

También parece ser esta la interpretación
del texto del libro de los Salmos, donde el salmista pide que sus
enemigos sean borrados del Libro de la Vida: "Añade
culpa a su culpa, no tengan acceso a tu justicia; sean borrados
del libro de la vida, no sean inscritos con los justos"

(Salmo 69:28-29).

Los judíos eran muy dados a hacer
genealogías donde se colocaban documentalmente la
pertenencia o el rango de los miembros del pueblo de Israel. Esto
servía de prueba, e incluso a veces condicionaba la
ciudadanía, tal como consta en Nehemías 7:61-64. De
ahí la creencia de que existía un Libro de la Vida
a modo de registro celestial, el cual contiene la lista de los
que pertenecen a Dios.

Finalmente, en el libro de Daniel se habla del Libro de
la Vida como el registro de quienes se salvarán: "En
aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que
se ocupa de tu pueblo. Serán tiempos difíciles como
no los habrá habido desde que existen las naciones hasta
este momento. Entonces se salvará tu pueblo; todos los
inscritos en el Libro"
(Daniel 12:1).

Con el sentido de quienes se salvan y han vencido al mal
es recogido en el Nuevo Testamento en varios textos. Uno de ellos
está en la carta de Pablo a los Filipenses:
"También te ruego a ti, Sícigo,
compañero mío, que las ayudes, ya que lucharon por
el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás
colaboradores míos, cuyos nombres están en el Libro
de la Vida"
(Filipenses 4:3).

Y las alusiones más concretas se encuentran en
varias partes del Apocalipsis:

  • "El vencedor será así revestido de
    blancas vestiduras y no borraré su nombre del libro de
    la vida, sino que me declararé por él delante
    de mi Padre y de sus ángeles"
    (Apocalipsis
    3:5).

  • "Y la adorarán todos los habitantes de la
    tierra cuyo nombre no está inscrito, desde la
    creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero
    degollado"
    (Apocalipsis 13:8).

  • "Los habitantes de la tierra, cuyo nombre no fue
    inscrito desde la creación del mundo en el libro dela
    vida, se maravillarán al ver que la Bestia era y ya no
    es, pero que reaparecerá"
    (Apocalipsis
    17:8).

  • "Y vi a los muertos, grandes y pequeños,
    de pie delante del trono; fueron abiertos unos libros, y
    luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los
    muertos fueron juzgados según lo escrito en los
    libros, conforme a sus obras"
    (Apocalipsis
    20:11-12).

  • "Nada profano entrará en ella, ni los que
    cometen abominación y mentira, sino solamente los
    inscritos en el libro de la vida del Cordero"

    (Apocalipsis 21:27).

Se dice que el Cordero es quien posee el Libro de la
Vida, de ahí que en numerosas iconografías se
represente a Cristo llevando el Libro. Es una imagen usada
ampliamente, muestra de ello es esta cita bíblica:
"Pero no os alegréis de que los espíritus se os
sometan; alegraos de que vuestros nombres estén inscritos
en los cielos"
(Lucas 10:20).

Una vez analizados los textos anteriores no nos debe
quedar duda de que un nombre será borrado sin misericordia
del Libro de la Vida cuando un cristiano se hunda en la
infidelidad o en el ateísmo, y muera en pecado.

Conclusión

Definitivamente el ser humano puede aceptar o rechazar
la salvación que Dios le ofrece.

Hay preguntas que están de moda hoy en
día, difundidas principalmente por sectas y grupos
religiosos fundamentalistas, tales como:

  • ¿Está escrito mi destino?

  • ¿Tiene razón de ser esforzarse en la
    práctica de la vida cristiana?

  • ¿Estaré predestinado a condenarme o a
    salvarme?

  • ¿Importa lo que yo haga o deje de hacer en la
    vida?

Estas preguntas no son nuevas ya que podemos
encontrarlas en la historia del cristianismo desde el siglo XVI,
cuando surgió el cisma con Lutero y Calvino, lo cual dio
origen al protestantismo. Desde entonces las sectas nacidas de
esta separación han propagado doctrinas con bases poco
sólidas en la fe.

La Iglesia Católica, fiel al mensaje de Cristo,
no niega la doctrina de la predestinación, sino que nos la
recuerda constantemente. Esta predestinación, apoyada en
numerosos textos bíblicos, consiste en que Dios nos ha
designado para ser felices a su lado. Nos ha creado para
salvarnos para la vida eterna y para el amor sin fin. De cada uno
de nosotros depende poder acceder a esa gracia divina.

Uno de los atributos de Dios es la bondad, por lo cual
Él no puede ser cruel y arbitrario y crear a los hombres
para la condenación o la salvación, según su
capricho. Cristo nos enseñó que Dios es nuestro
Padre y que quiere que todos los hombres se salven.

Junto a este misterio de la misericordia divina
encontramos el misterio de la libertad humana. Dios crea al
hombre con inteligencia y voluntad y, además, como un ser
libre. El hombre, por su propia libertad, decide aceptar o
rechazar voluntariamente la salvación que Dios le
ofrece.

Tal como dice el Catecismo Católico en su numeral
1036, las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de
la Iglesia son un llamado a la responsabilidad con la que el
hombre debe hacer uso de su libertad en relación con su
destino eterno.

Dios no predestina a nadie al infierno. Para que esto
suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios, y la
persistencia en el pecado hasta el fin de sus días. Por
todo esto, ¿dejaremos que las creencias
anti-bíblicas dirijan nuestro destino, o tomaremos las
riendas de nuestra propia vida encaminándola a la
predestinación de ser felices en el cielo, por los siglos
de los siglos? La decisión es únicamente de cada
uno de nosotros.

"Y tú, Daniel, guarda estas palabras y sella
el libro hasta el momento final. Muchos lo consultarán y
aumentarán su saber"
(Daniel
12:4)

Bibliografía

Enciclopedia Católica

Biblia de Jerusalén Desclée de
Brower

Catecismo Católico 2ª.
Edición

De la predestinación de los santos Agustín
de Hipona

La predestinación Francis Ferrier

La predestinación Ignacio Alonzo
Carias

La ética protestante y el
espíritu

del capitalismo Max Weber

Glosario

ABOMINACION Acción y efecto de abominar o
condenar y maldecir a alguien o algo por considerarlo malo o
perjudicial.

ANATEMA Maldición o
imprecación.

ATEISMO Opinión o doctrina del ateo, quien niega
la existencia de Dios.

AVERSION Rechazo frente a alguien o algo.

CANON Regla o precepto.

CISMA División o separación en el seno de
una iglesia o religión.

DEMERITO Falto de mérito.

ETIMOLOGIA Origen de las palabras y razón de su
existencia y de su significado.

FUNDAMENTALISMO Creencia religiosa basada en una
interpretación literal de la Biblia.

HIPOTETICA Relativo a la hipótesis o
suposición de algo posible o imposible para sacar de ello
una consecuencia.

INERRABLE Que no se puede errar o
equivocarse.

PRESCIENCIA Conocimiento de las cosas
futuras.

Monografias.com

 

 

 

Autor:

Agustin Fabra

 

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