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Los llamados -contratistas- en la guerra contra las drogas




    Los llamados "contratistas" en la guerra contra las drogas
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    Los llamados "contratistas"
    en la guerra contra las drogas

    La política diferenciada del uso de
    contratistas-mercenarios de empresas militares de seguridad
    privada constituye otra amenaza construida a través de la
    lucha contra el tráfico ilegal de drogas (TID).
    Ciertamente el uso de contratistas por parte de los Estados
    Unidos es una práctica política que se viene
    extendiendo en el modus operandi de ese gobierno. En los
    últimos años se ha apreciado cómo muchos de
    los militares, políticos, diplomáticos y
    contratistas utilizados en el Medio Oriente son "promovidos"
    hacia América Latina y el Caribe.

    La situación que vive la región, con el
    auge de los cárteles de la droga, ha provocado un auge de
    la violencia, llegando al punto del colapso en países como
    México. La cruzada de Washington contra los
    cárteles no se ha hecho esperar, y sus métodos cada
    vez más violentos han devenido en altos índices de
    muertes, a lo que se ha respondido con la proliferación de
    la contratación de agencias privadas de seguridad militar
    por parte del gobierno de los EE.UU.

    Lo más preocupante es que ante la
    extensión de las rutas de la droga por los países
    del Cono Sur, las erróneas estrategias utilizadas en la
    subregión andina, con el Plan Colombia, la fenecida
    Iniciativa Regional Andina, IRA, y en el caso de México,
    Centroamérica y algunos países del Caribe con la
    Iniciativa Mérida, sea extendida a otros países de
    la región. El paradigma político que
    significó México por años, feneció
    con la Iniciativa Mérida.

    El sinnúmero de víctimas, la inestabilidad
    político-institucional que vive esta nación,
    el quebrantamiento de la seguridad ciudadana y el Estado de
    Derecho, dan muestra de las fatídicas consecuencias de la
    militarización de la lucha antidroga, aspecto que llega a
    afectar además la paz y la seguridad
    internacionales.

    Pero la guerra es necesaria para las pretensiones
    geoeconómicas y geopolíticas estadounidenses.
    Avalados en esa contienda, se incrementan las necesidades
    logísticas y de efectivos militares, que se solventan con
    la participación de los contratistas-mercenarios en los
    países latinoamericanos, obviando las leyes del derecho
    internacional y la soberanía de los Estados
    latinoamericanos, implicados en los problemas asociados al
    TID.

    La subcontratación de servicios de seguridad para
    la cooperación en materia de lucha contra el TID, conlleva
    a la extrapolación de otros conflictos, resquebrajando el
    debilitado equilibrio político de las sociedades
    latinoamericanas afectadas por el problema. Con ello no
    sólo han penetrado en los conflictos internos de los
    países (Colombia, Bolivia), sino que han influenciado en
    estos en correspondencia con los intereses imperiales, en los
    destinos de las luchas políticas internas. Un ejemplo
    claro es el caso de Colombia, donde la cooperación de la
    empresas militares de seguridad privadas se transformó de
    apoyo a la lucha contra el TID en ayuda al gobierno de turno
    contra las guerrillas (FARC y ELN).

    La utilización de este servicio de mercenarios
    produce una privatización de la guerra contra las drogas
    y, a la vez, aunque de modo más paulatino, una
    privatización de la seguridad ciudadana. El mundo
    empresarial de la guerra perfila nuevas formas de
    dominación o más bien, nuevas excusas para la
    misma. Tomando como base las contrataciones con empresas
    privadas, se adquieren mercenarios para la guerra, consultores
    jurídicos para el fortalecimiento institucional y la
    adecuación de las leyes internas de los países
    implicados a los intereses hegemónicos de EE.UU.,
    extendiendo el servicio de "colaboración" al asesoramiento
    policial y servicios de defensa, que hacen cada día
    más rentable la llamada guerra contra las drogas, para los
    intereses del gobierno estadounidense y de las empresas privadas
    vinculadas a estos servicios.

    Las empresas de aparatos de defensa y otros servicios de
    asesoría presentes en los países con conflictos,
    necesitan de estos problemas, que ágilmente son alentados
    por la CIA, el FBI, la USAID, la DEA, el Departamento de Estado y
    el de Defensa , hostigando a aquellos gobiernos que no son
    dóciles a su recetas imperiales, mediante la
    demonización realizada a gobiernos contrarios, a
    través de la construcción de consensos, lograda por
    su hegemonía sobre los medios de comunicación y las
    redes sociales informatizadas. Las agresiones que han estado
    recibiendo el gobierno de Bolivia en los últimos meses son
    un vivo ejemplo de ello.

    Entretanto, las empresas privadas de seguridad se ven
    beneficiadas por lucrativos contratos federales antidrogas que
    ascienden a miles de millones de dólares, sin preocuparse
    por la supervisión ni la rendición de cuentas. Para
    ello "los contratistas estadounidenses en América Latina
    reciben dinero de los departamentos de Defensa y Estado para
    proveer servicios de inteligencia, vigilancia, reconocimiento,
    entrenamiento y suministrar equipamiento"
    [1]

    Ahora bien, si se indaga sobre los antecedentes de la
    lucha contra el TID en Latinoamérica, ciertamente el uso
    de contratistas no es novedoso. "Conjuntamente a la
    militarización, la lucha contra las drogas empezó a
    privatizarse; aunque se menciona de la presencia de Dyncorp desde
    el año 1988, se habla de sus actividades de forma
    más concreta a partir del año
    1994."[2] El ejemplo más conocido de su uso
    ocurrió en 1995, cuando tres contratistas murieron cundo
    prestaban servicios en avionetas de fumigación de cultivos
    de coca. Ya en 2006 existían 26 agencias militares de
    seguridad en Colombia. Para tener una idea de cuánto deja
    atado a los Estados latinoamericanos la privatización de
    la lucha antidroga por parte de los EE.UU., el actual presidente
    de Colombia, Juan Manuel Santos, cuando ocupaba la Cartera de
    Defensa reconoció públicamente: "dependemos de todo
    lo que nos da Estados Unidos, sin Estados Unidos nos quedamos
    miope" [3]

    En la lucha antidroga participan diversas empresas
    contratistas. Para el caso de América Latina las
    más ganadoras son DynCorp Internacional, que
    recaudó 1.100 millones de dólares, el 36% del total
    del gasto en contratos antidrogas de la región efectuado
    por los departamentos de Defensa y Estado, siguiéndole
    Lockheed Martin, Raytheon, ITT y ARINC. [4]La
    parte más lamentable de la historia es la inexistencia de
    un sistema que controle si los fondos canalizados responden a los
    "éxitos" en la guerra antidroga. De hecho una de las
    excusas planteadas por estos departamentos es la carencia de
    presupuesto que le permita crear un sistema de control más
    efectivo.

    La realidad es que el sentido del uso de las empresas
    privadas de seguridad es el de disminuir el costo político
    de las incursiones militares en territorios foráneos. Para
    evitar escándalos como los de la época de Vietnam,
    se usan nuevas tácticas que bajo el manto de la
    contratación a empresas privadas, se recurre a todo tipo
    de violaciones de los derechos humanos e, incluso, de lo normado
    por la propia legislación de EE.UU. para lograr los
    intereses geopolíticos y geoeconómicos que tienen
    en Latinoamérica. Con esta tendencia a la
    contratación de empresas de seguridad privada para la
    guerra antidroga, la mayor cantidad de los fondos que se
    canalizan para reducir este flagelo va hacia el pago de estas
    empresas.

    Lo preocupante es la tendencia a una expansión de
    esta práctica que deja a los gobiernos de los
    países afectados sin un control sobre las operaciones que
    se realizan en su propio territorio. Un autor versado en estos
    temas como Peter Singer alerta del riesgo de depender de agencias
    privadas de seguridad en temas de inteligencia, que expone la
    esencia de planes estratégicos gubernamentales en manos de
    un actor privado. Con ello se hace entrega de la seguridad del
    país a empresas privadas que, además, responden a
    los intereses de los Estados Unidos. La falta de claridad en los
    informes y la divergencia de los datos ofrecido por la DEA y el
    Departamento de Defensa y el de Estado, confirma el tratamiento
    irrespetuoso y oportunista que se le da a la lucha
    antidroga.

    Se calcula que EE.UU. ha gastado 3.000 millones de
    dólares en la lucha contra el llamado narcotráfico
    en América Latina desde 2005. Recientemente la senadora
    demócrata Claire Mac Caskill, presidenta del
    subcomité sobre la Supervisión de
    Contratación reconoció: "Cada vez es más
    claro que nuestros esfuerzos por frenar el comercio de
    estupefacientes en América Latina, en especial en lo
    relativo al uso de contratistas por parte del Gobierno, han
    fracasado en gran medida."[5]

    La investigación solicitada por Mac Caskill
    revisó los contratos de 2005 a 2009 para operaciones
    antinarcóticos en Colombia, México, Perú,
    Bolivia, Ecuador, Haití, Guatemala y la República
    Dominicana. Dicha pesquisa arrojó que el gobierno
    estadounidense aumentó los contratos en un 32 por ciento,
    elevando los fondos destinados de 482 millones de dólares
    a 636 millones, todo ello sin que existiese un sistema que
    regulase el uso de los fondos.

    El Departamento de Estado, a conciencia de las
    problemáticas que pueden traer las disparidades de los
    controles, se comprometió a mejorar el sistema de rastreo
    del dinero, señalando la debilidad de la
    supervisión de los contratos y la concesión de
    fondos por unos 840 millones de dólares. El
    escándalo producido por las irregularidades de las
    contrataciones respecto a la guerra antidroga y las funestas
    consecuencias sociales que padecen los países implicados
    llevó a que la Comisión Internacional de
    Políticas sobre Drogas de la ONU, declara en su informe
    del pasado 7 de junio de 2011, la guerra contra el
    narcotráfico como un fracaso.
    [6]

    Sin embargo las firmas continúan desarrollando
    sus contratos y servicios., las facilidades que otorgan son de
    satisfacción para hábiles políticos que se
    refugian en ellas, reconocidas –por el gobierno de los
    EE.UU.– como el camino correcto para apartarse de las
    molestias que pueda ocasionar el Congreso en relación a la
    discusión sobre los costos políticos al interior de
    la sociedad norteamericana, viendo en los conflictos más
    que una amenaza internacional a enfrentar, una oportunidad
    empresarial. Los otros Vietnam de la postguerra fría
    llegaron pero sin movimientos hippies ni mayo francés, los
    contratistas son el instrumento ideal para acallar la
    opinión pública norteamericana y su
    hegemonía sobre el cuarto poder (los medios de
    comunicación) al no ver utilizado sus soldados en
    territorio foráneo, sino que estos son sustituidos por los
    contratistas-mercenarios.

    Respecto a la ineficiencia del sistema de rastreo de los
    fondos canalizados por el gobierno de EE.UU. parece más
    una obra comercial que la inocencia de un grupo de
    burócratas. Por solo mencionar un ejemplo, las empresas de
    contratación privada estadounidense que actúan en
    México, según datos del Senado de Estados Unidos,
    han ganado en un período de cuatro años 170,6
    millones de dólares a través de contratos con los
    Departamentos de Defensa y Estado.

    El paquete prometido de la Iniciativa Mérida,
    1.400 millones de dólares de ayuda estadounidense a
    México y Centroamérica en su lucha contra el crimen
    y el narcotráfico, estaría gastándose,
    asegura el relator, en la venta de tecnología de guerra y
    en manos de los contratistas. Es decir que sobre la
    canalización de fondos del gobierno estadounidense hacia
    México, por concepto de lucha contra el
    "narcotráfico", tiene un efecto bumerán, ya que se
    recicla en manos de las empresas militares privadas de seguridad
    y otros servicios.

    En México, el gasto estadounidense en
    contratistas alcanzó su máximo en 2008 de 64.4
    millones de dólares, coincidiendo con el comienzo de la
    Iniciativa Mérida. El informe sostiene que en todo el
    continente EE.UU. ya ha pagado al menos 3 mil 100 millones de
    dólares a contratistas en la lucha contra las drogas,
    creciendo en un 32 por ciento en apenas cuatro
    años.

    Estas firmas, a diferencia de las fuerzas
    multinacionales, no tienen ningún compromiso de
    imparcialidad sino que, por el contrario, operan conforme a las
    soluciones precisas que quiere su cliente, viendo en el terreno
    no las formas de ayudar a la población, sino las de
    solucionar el problema que afecta al cliente, independientemente
    de que las vías que deban utilizar para lograrlo violen
    los derechos humanos y las normas jurídicas del
    país donde operan, incluso si las tácticas
    engendran más violencia en la sociedad. El objetivo
    concreto y predominante es proporcionarle a los EE.UU. cifras
    alentadoras sobre la captura o asesinato de narcotraficantes y
    sobre el control de territorios que considere
    geoestratégicamente importante ese gobierno.

    La lógica imperial de los EE.UU. encuentra en las
    empresas de seguridad militar, el vínculo por donde
    desviar los recursos asignados a la lucha antidroga para
    América Latina y el Caribe, desviando el dinero hacia el
    sector empresarial estadounidense. De este modo, lejos de
    solucionar el problema del TID y otros delitos conexos en el
    Hemisferio Occidental, estos recursos se encargan de apaliar las
    deficiencias económicas de su sistema, con el incremento
    de contrataciones al sector privado radicado en EE.UU.,
    haciéndolo aliado de sus intereses geoeconómicos y
    geopolíticos en la región.

    La estrategia, por más crítica que
    parezca, refleja la realidad de un sistema en crisis, que
    aprovecha los problemas del TID en Latinoamérica para
    consolidar su sistema de dominación, ante la emergencia de
    otras potencias económicas y su creciente interés
    en la región. Esa lógica imperial, resulta
    pertinente apreciar los pilares militares económicos y
    políticos como un complejo entramado de intereses a
    considerar para entender las verdaderas pretensiones del gobierno
    estadounidense con la guerra contra el "narcotráfico" en
    la región.

    Siguiendo esa línea de pensamiento, resulta
    comprensible por qué no se concentren las políticas
    antidrogas impulsadas EE.UU., enfrentando los problemas que
    incitan en el negocio de las drogas, con la demanda del ferviente
    mercado norteamericano y las dificultades que vive
    Latinoamérica, con el índice de pobreza y
    desigualdad social. Tampoco se ocupan de rastrear los
    vínculos de los cárteles de la droga con empresas
    legales transnacionales. Por el contrario, estas estrategias se
    limitan a crear recetas para eliminar cultivos de plantas de las
    que se obtiene materia prima para las drogas.

    De esta forma, lejos de atender el tema de las drogas de
    forma integral, se orientan hacia la cadena más
    débil, que parte de los países pobres,
    militarizando la guerra contra los cárteles de la
    región, inyectando de armas a estos grupos, a la vez que
    se acrecienta la permanencia de las empresas militares de
    contratación privada en la región. De todo ello,
    finalmente paga las consecuencias la sociedad civil. Las
    experiencias de Colombia y México son un fatídico
    ejemplo de lo que pudiera significar la extensión de esta
    práctica la paz y la seguridad en la región. Con
    ello se aprecia la verdadera amenaza: mercenarios y empresas
    privadas de seguridad, haciendo dinero a costa de las calamidades
    del tráfico ilícito de drogas en Nuestra
    América.

    Bibliografía:

    Hernández Martínez, Jorge (2004). Los
    Estados Unidos – América Latina: el contrapunteo
    histórico entre la hegemonía y la "seguridad
    nacional".
    Cuadernos de Nuestra América, XVI,
    11-40.

    Junta Internacional de Fiscalización de
    Estupefacientes (2001 al 2006). Informes de la Junta
    Internacional de Fiscalización de Estupefacientes
    correspondientes a los años 2001 al 2006. Nueva York:
    Naciones Unidas.

    Oliva Campos, Carlos (2004). América Latina y
    el Caribe frente a la hegemonía global de los Estados
    Unidos: los otros senderos del ALCA
    . Cuadernos de Nuestra
    América, XVII, 135-191.

    Padilla, René (1989) Principales efectos
    políticos, económicos y sociales del tráfico
    ilícito de drogas en las relaciones latinoamericanas
    1980-1989
    Tesis de Diploma. La Habana: Instituto de
    Relaciones Internacionales. Texto Inédito.

    Santa, Adalberto (2004). El Narcotráfico en
    América Latina
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    S.A.

    Suárez Salazar, Luis (1992):
    ""Narcotráfico" y subdesarrollo en América Latina y
    el Caribe: algunas reflexiones", en Drogas, sociedades adictas y
    economía subterránea, Cochabamba, Bolivia,
    1992.

    Suárez Salazar, Luis (1987): "El
    `narcotráfico' en las relaciones interamericanas: un
    enfoque estructural", en Cuadernos de Nuestra América, La
    Habana, julio-diciembre de 1987, No. 8.

    Guerra antidrogas: muertes…, y
    millones para los contratistas privados. En:
    http://upsidedownworld.org/main/en-espatopmenu-81/3107-guerra-antidrogas-muertes-y-millones-para-los-contratistas-privados

    Perret, Antoine. El uso de contratista en
    Colombia: una política equivocada, Universidad Externado
    de Colombia. Investigación de tesis de maestría
    efectuada en la Universidad Externado de Colombia a
    Bogotá.

    Santos Calderon, Juan Manuel, Conferencia
    pública, Hotel Tequendama 23 de agosto 2007. Y/o: Antoine
    Perret. El uso de contratista en Colombia: una política
    equivocada, Universidad Externado de Colombia.
    Investigación de tesis de maestría efectuada en la
    Universidad Externado de Colombia a Bogotá,
    p.5.

    Guerra antidrogas: muertes…, y
    millones para los contratistas privados. En:
    http://upsidedownworld.org/main/en-espatopmenu-81/3107-guerra-antidrogas-muertes-y-millones-para-los-contratistas-privados

    New information about Counternarcotics
    contracts in Latin America. En
    http://mccaskill.senate.gov/files/documents/pdf/CNReportFINAL.pdf

    Guerra antidrogas: muertes…, y
    millones para los contratistas privados. En:
    http://upsidedownworld.org/main/en-espatopmenu-81/3107-guerra-antidrogas-muertes-y-millones-para-los-contratistas-privados

    Global Commissión on Drug Policy,
    en: www.globalcommissionondrugs.org

     

     

    Autor:

    Alejandro L. Perdomo
    Aguilera

    [1] Véase: Guerra antidrogas:
    muertes…, y millones para los contratistas privados. En:
    http://upsidedownworld.org/main/en-espatopmenu-81/3107-guerra-antidrogas-muertes-y-millones-para-los-contratistas-privados

    [2] Antoine Perret. El uso de contratista en
    Colombia: una política equivocada, Universidad Externado
    de Colombia. investigación de tesis de maestría
    efectuada en la Universidad Externado de Colombia a
    Bogotá.

    [3] Véase: Santos Calderon, Juan
    Manuel, Conferencia pública, Hotel Tequendama 23 de
    agosto 2007. Y/o: Antoine Perret. El uso de contratista en
    Colombia: una política equivocada, Universidad Externado
    de Colombia. investigación de tesis de maestría
    efectuada en la Universidad Externado de Colombia a
    Bogotá, p. 5.

    [4] Véase: Guerra antidrogas:
    muertes…, y millones para los contratistas privados. En:
    http://upsidedownworld.org/main/en-espatopmenu-81/3107-guerra-antidrogas-muertes-y-millones-para-los-contratistas-privados

    [5] Véase: New information about
    Counternarcotics contracts in Latin America. En
    http://mccaskill.senate.gov/files/documents/pdf/CNReportFINAL.pdf
    Véase: Guerra antidrogas: muertes…, y millones
    para los contratistas privados. En:
    http://upsidedownworld.org/main/en-espatopmenu-81/3107-guerra-antidrogas-muertes-y-millones-para-los-contratistas-privados

    [6] Véase: Global Commissión on
    Drug Policy, en: www.globalcommissionondrugs.org

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