Monografias.com > Religión
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El ministerio de música desde una perspectiva bíblica



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. En tus
    murallas, Jericó
  3. Cantar
    la Biblia
  4. Pablo
    (Domingo) y Silas (Pavarotti)
    jejejeje…
  5. El
    ministerio de música (M.D.M.)

Introducción

¿Tiene la Biblia algo que decir
sobre la música y el canto como ministerios en la
Iglesia?

¿Puede la Palabra de Dios iluminar
de un modo nuevo y "renovador" el ejercicio de los carismas
relacionados con este ministerio?

La perspectiva de Dios, manifestada en la
Biblia, ¿debe cambiar nuestras actitudes e impresiones
personales acerca del tema?

¡¡¡Sí, por
supuesto!!!

La música ocupa un lugar importante
en la Palabra de Dios. Más de 40 libros de la Biblia nos
hablan directamente de ella, sumando casi 600 pasajes.
¡Casi nada! Esto sin contar las numerosísimas
referencias indirectas en la misma . Por tanto, haremos bien en
leerlos, releerlos y aprenderlos de memoria para que en un
momento dado no se cuente con la biblia sabemos como expresarlos
e interpretarlos con sencillez y humildad

Todos los aspectos actuales de la
música y el canto sonabordados por la Palabra de
Dios.

En tus murallas,
Jericó

La música aparece en 563 citas del
Antiguo Testamento. Y lo hace ya desde las primeras
páginas del Génesis.

En Genesis 4:20-22 se nos describe la
primera especialización de las actividades
humanas.

Tres hijos tuvo Lamek: Yabal, Yubal y
Túbal Caín.

Yabal "vino a ser el padre de los que
habitan tiendas y crían ganado".

Túbal Caín "padre de todos
los forjadores de cobre y de hierro". El segundo de los
hermanos,

Yubal, fue "padre de cuantos tocan la
cítara y la flauta".

La palabra de Dios nos da a entender que
los alimentos y los productos manufacturados no sacian las
necesidades del hombre. Junto a estas actividades, la Biblia pone
la música. Dios nos revela que no es suficiente atender
las necesidades materiales del hombre.

El nos ha creado con ciertas necesidades
"estéticas"" y ha creado la música para satisfacer
esas necesidades.

Desde siempre, la música ha servido
para expresar la alegría y la alabanza a Dios. El
Señor le preguntaba a Job:

"¿Dónde estabas tú
cuando yo fundaba la tierra, alababan las estrellas del alba y se
regocijaban todos los hijos de Dios?" (Job 38,7).

Si leemos el Antiguo Testamento desde la
perspectiva de la música, nos impresiona la importancia
que tenía en la vida del pueblo de Dios.

Estaba asociada a todos los aspectos de su
existencia personal y colectiva.

La música está presente
siempre, en todos los lugares, tanto en la vida cotidiana como en
la religiosa.

Todas las épocas del año
están marcadas por cantos aprendidos o improvisados. Se
cantaba en:

?? las siegas y en las vendimias (Esdras
9:2; 16:10. Jeremías 31:4-5)

?? al momento de partir (Génesis
31,27)

?? y en los reencuentros (Jueces11: 34-35 ;
Lucas 15:25).

?? a la llegada de la primavera (Cantares
2:12)

?? y al descubrir el manantial
(Números. 21:17)

?? El novio cantaba al presentarse a la
amada (1 Mac 9, 3)

?? Había cantores y cantoras en la
corte del Rey (2 Samuel 19,

En los libros del Antiguo Testamento
aparecen toda clase de cantos:

?? Cantos de marcha (números
10:35-36. 2 Crónicas 20:21)

?? Cantos de peregrinación a
Jerusalén (Sal 121 a 134)

?? Cantos laborales (Números
21:16-18; Jueces 9:27; Isaías 5:1; Isaías 27:2 ;
Isaías 65:8; Jeremías 25:30; Jeremías 48:33;
Oseas 2:17; Zacarías 4:7 Job 38:7)

?? Cantos de amor (Salmos 45 ; Cantares
2:14 ; Cantares 5,:16 ; Ez 33:32)

?? Cantos para beber (Job 21, 12 ; Sal 69,
13 ; Is 24, 9 ; Is 33, 11)

?? Cantos para danzar (1Sam 18, 6-7 ; 21,12
; 29,5 ; Sal 26,6 ; 68,26 ; 87,7)

Las más antiguas menciones a
música y cantos improvisados están asociadas a las
guerras (Números 21:11- 15:21,27; 21,30¿y a las
victorias que Dios obtuvo en favor de su pueblo? (Éxodo
15:1; 1Samuel 18:6; 21:12; Isaías 14:4).

Las mujeres recibían a los
vencedores con panderos y danzas, alegres y cantando en coros que
se alternaban.

En tiempo de los reyes se mantuvo esta
costumbre: Después de su victoria, Josafat subió al
templo al son de cantos, arpas y trompetas (2 Crónicas 20,
28).

Se cantaba durante las fiestas y las bodas
(Salmos 45:9; 2 Samuel 19:35; Isaías 24:8; Mateo
11:17).

Se cantaba "al son de panderos, del arpa y
la flauta "(Job 21:12 ; Sal 30:12 ; Isaías 5:12 ; 24:8-9 ;
Jeremías 25:10 ; 31:4 ; Amos 6:5).

En estos pasajes encontramos ejemplos de
las tres categorías de instrumentos que se usaban: de
cuerda, de viento, y de percusión.

Hay cantos de júbilo tanto en la
salida de Babilonia (Isaías 48:20; Salmos 126:5) como en
la liberación definitiva de los redimidos (Isaías
35:10).

En los entierros, se cantaban
elegías fúnebres (2 Samuel 1:18-27; 3:33; 2
Crónicas 35:25).

Aún el más pobre de los
israelitas debía hacer venir como mínimo a dos
músicos que tocaran la flauta para el entierro de alguno
de su familia.

La música acompaña el
ejercicio del ministerio profético. En tiempos de Samuel,
había grupos de profetas que tocaban salterios, arpas,
panderos, y flautas (1Sam 10:5; 16:16; 19:20-24).

Eliseo pidió a un músico que
tocara el arpa para poder el expresar lo que Dios le
inspiraba.

La música era utilizada
también para echar los malos espíritus (1Samuel
16:16; 18:10).

La música se utilizaba regularmente
en el culto del templo, tal como había ordenado el
Señor: "En el día de vuestra fiesta y en las
solemnidades, tocaréis las trompetas durante vuestros
holocaustos y sacrificios de comunión.

Así haréis que vuestro Dios
se acuerde de vosotros (Números 10:10).

Cuando transportaron el arca a
Jerusalén, "David y toda la casa de Israel bailaban
delante de Yhaveh con todas sus fuerzas, cantando con citaras,
arpas, panderos, flautas y címbalos" (2Sam 6,
5).

Los especialistas en el tema han
clasificado hasta treinta instrumentos musicales utilizados por
los hebreos.

No todos eran utilizados por el pueblo;
David hizo que el uso de alguno de ellos se limitase
exclusivamente al culto del tabernáculo.

Los cantos y la música resonaban
sobre todo durante los sábados y las fiestas. Desde por la
mañana se cantaba un salmo que variaba según el
día de la semana.

La mañana del sábado, los
levitas cantaban los primeros versículos del Salmo
105.

La jornada estaba dividida en seis
períodos. Cada uno de ellos se introducía con el
canto de algunos versículos del Cántico de
Moisés (Sal 90, 1-6 ; 7; 13 ; 14-18…)

Por la noche, los levitas clausuraban la
jornada cantando el Salmo 96.

Cada fiesta era celebrada por uno de los
salmos en particular. En la fiesta de los Tabernáculos, la
asamblea entonaba el Salmo 118 caminando alrededor del
altar.

El último día, "el más
grande de la fiestas" , un sacerdote iba al estanque de
Siloé para sacar agua con un cántaro de
oro.

Cuando volvía, el pueblo lo
recibía a la puerta de la ciudad cantando:
"sacaréis con gozo de las fuentes de la salvación"
(Is 12, 3).

Mientras el sacerdote derramaba
solemnemente el agua sobre el altar, los otros sacerdotes tocaban
las trompetas y los levitas cantaban, acompañados por los
flautistas.

En este marco, podemos entender mejor las
palabras de Jesús en (Jn 7, 37). Esa noche, la fiesta se
prolongaba hasta el primer canto del gallo. Hombres y mujeres se
reunían en el atrio del templo a danzar y cantar al ritmo
de los instrumentos de los levitas.

David fue el primer responsable de un
ministerio de música

En (1Cro 15, 16-22) se nos explica como lo
organizó. Inventó instrumentos (Am 5, 23) para
acompañar los "cantos en honor a Dios" (1Cro
16,642).

Más tarde estableció 4.000
levitas para "alabar al Señor con sus instrumentos" (1Cro
23, 30).

Recibían diez años de
formación para poder ejercer este servicio y no
podían empezar su ministerio antes de los 30 años
(1Cro 23, 3).

Los maestros de música y canto
estaban divididos en 24 grupos de 12 hombres; un total de 288
levitas " expertos en todo lo referente al canto al Señor,
instruidos y aptos" (1Cro 25, 7).

Estos enseñaban la música a
sus hermanos. Asaf, Jedutún y Hemán dirigían
este gigantesco ministerio de música.

Daban la señal de empezar con sus
címbalos. Otros ocho músicos guiaban la
melodía con el arpa.

Salomón continuó con este
ministerio de música con tal fuerza y pasion que el pueblo
amo mas esto que aun perdura en la actualidad.

Para la inauguración del templo, 120
sacerdotes tocaban trompetas al mismo tiempo que un gran coro
cantaba a una sola voz: "porque es bueno, porque es grande su
Amor".(2 Cro 5, 13). Y Dios manifestó su aprobación
"llenando el templo de su Gloria".

En Cro 29, 26-30 y 35, 15, vemos nuevos
modelos para nuestros modernos ministerios de música. Con
el exilio (S.VI a. de Cristo) el canto pasó del templo a
las sinagogas, no sólo se continuó cantando los
salmos, sino que toda la escritura era leída
cantando.

De los ocho grupos de instrumentos
mencionados en el Antiguo Testamento, solamente la mitad
tenía acceso al templo. Sólo los descendientes de
Leví podían tocar en el Santuario y debían
hacerlo de una determinada manera, apropiada para el culto. Esto
nos enseña que había unos criterios establecidos en
lo referente a la utilización de instrumentos musicales, y
que no estaba permitido que cada uno hiciera lo que mejor le
pareciese para alabar a Dios.

Las mujeres también participaban en
el coro del Templo. Esdras habla de "doscientos cantores y
cantoras " (Esd 2, 65). En 1Cro 25, 5 y ss se nos habla de tres
hermanas instruidas para el canto en la casa de Dios.

Los cantores recibieron del rey Agripa el
privilegio de llevar una túnica blanca, distintivo de los
sacerdotes.

La "orquesta" del templo estaba compuesta,
sobre todo, por instrumentos de cuerda con sonidos suaves (arpas
y salterios).

Podemos decir que, a pesar de haber muchos
instrumentos, las voces no tenían ninguna dificultad para
sobresalir y así ser escuchadas.

En el culto, había lugar para el
canto de los solistas, el coro y las distintas clases
de

instrumentos.

El Antiguo Testamento nos presenta
también ejemplos del mal uso de la música. En Ex.
32, 17 se menciona la música que hicieron los israelitas
después de haber levantado el becerro de oro.

Pablo nos explica en 1Cor 10, 6-8 el
carácter maléfico y las consecuencias negativas de
esta clase de música.

En el libro de Daniel, se nos cuentas como
el rey Nabucodonosor utilizaba la música al servicio de la
idolatría y la glorificación del hombre (Dn 3,
5).

Amos en Am 6, 5 habla de la música
religiosa que no es agradable a Dios. Y en el cap. 5, 23 , el
Señor reprende a los que hacen música religiosa sin
que su corazón esté consagrado a Él: "Quita
de mí lado la multitud de tus canciones, no quiero
oír la salmodia de tus arpas".

Cantar la
Biblia

Hasta hace poco, se ignoraba casi por
completo cual era el carácter de la música
hebrea.

Se suponía que era similar al de
otras culturas de la zona: una música monódica, sin
armonía

En 1978, Susana Haïk publica el libro
"La música de la Biblia revelada" que presenta una serie
de sorprendentes descubrimientos sobre el tema.

Algunos investigadores habían notado
que, además de los puntos que indican la vocales, las
Biblias hebreas llevan – por encima y por debajo de las letras-
pequeños signos. ¿Qué significan?.
¿Son anotaciones sintácticas, para marcar
separación o encadenamiento de palabras, o son anotaciones
musicales?.

Estos signos aparecen en los manuscritos
más antiguos, como los encontrados a orillas del Mar
Muerto. Haïk consiguió descifrar el significado de
estos signos.

Dice su libro: "Los signos inferiores son
peldaños que constituyen una escala, espaciados
según las normas por las que nos regimos hoy en
día".

La "escala de DO" se corresponde con la
escala Babilónica llamada "Lidia" (pág. 48). Los
signos superiores son, para Haïk "notas añadidas que
indican cambios de tono de la melodía" (pág. 52).
Dado que la música se ajustaba fielmente al texto y todas
la sílabas tenían la misma duración, no
hacían falta signos rítmicos.

En una palabra: ¡Se cantaba todo el
Antiguo Testamento! Y gracias a estos símbolos, que pasan
casi desapercibidos arriba y debajo de las letras, podemos
conocer la melodía con que se cantaban todos los textos
bíblicos.

Dice Haïk que en "esta
cantilación bíblica, la música no se
distingue con una vida propia, independiente, sino que es puro
reflejo del sentido relativo de las palabras, dando al texto una
segunda vida, una especie de eco enriquecedor" (pág.
51).

Estos signos son la transposición
gráfica de un sistema de gestos muy antiguo: La
Quironomía.

Este sistema aún se utiliza en
muchos países de Europa para enseñar una
melodía. Cada tono se corresponde con un gesto.

La Biblia hace muchas alusiones a
Quironomía. Habla del uso de las dos manos en el
período de David; textualmente "según las manos de
David" (en algunas traducciones, dicen los autores de
Crónicas).

En 1Cro.25, 2 y Siguientes
versículos se cuenta como una obra de música
litúrgica era dirigida sólo con la mano.

Son estos gestos los que han sido anotados
en las Biblias hebreas. Era suficiente, por tanto, con atribuir a
cada gesto una nota, para poder reconstruir la música de
todo el Antiguo Testamento.

Además de esta cantilación,
en la Biblia hay otros dos tipos de cantos: La salmodia con canto
respuesta y el canto antifonal.

Un buen modelo del primero lo tenemos en el
Salmo 136: el coro se repite en cada versículo y alterna
con el relato de las intervenciones del Señor en la vida
del pueblo.

El canto antifonal se describe en el
capítulo 13 de Nehemías, a partir del
versículo 8. En el v.24 dice:" Los jefes de los levitas y
sus hermanos cantaban himnos de alabanza y de acción de
gracias en grupos alternos, según las instrucciones de
David".

Pablo (Domingo) y
Silas (Pavarotti) jejejeje…

El Nuevo Testamento contiene
únicamente 12 pasajes con indicaciones relativas a la
música.

Sin embargo, sabemos que la Iglesia
primitiva tiene muchos puntos de continuidad con el pueblo de la
antigua alianza y, al principio, sus celebraciones fueron
similares a las de las sinagogas. Si los hebreos tenían
razones para cantar y alabar a Dios, los cristianos tenían
aún muchas más.

El Nuevo Testamento comienza con un canto
profético de María: "El Magnificat" (Luc 1, 45-55).
Según las costumbres del pueblo hebreo, un poema de este
tipo debía recitarse cantando.

El nacimiento de Jesús fue anunciado
por el más fantástico ministerio de música
que jamás se haya oído sobre la tierra: miles de
ángeles entonando el Gloria, que después seria
cantado por millones de cristianos (Luc 2, 14).

Algunos días más tarde, Ana y
Simeón desbordaron de alegría cuando vieron a Aquel
que el pueblo esperaba desde hacía muchos siglos, y lo
saludaron con un himno de alabanza al Salvador (Luc 2,
22-38).

Estos poemas fueron, con toda seguridad,
cantados, como lo serán después durante siglos y
siglos por los cristianos. Jesús participó – como
cualquier otro israelita en el canto de los salmos de alabanza y
penitencia, tanto en la sinagoga como en el Templo.

Hay un momento muy especial, tras la
Última Cena, narrado en (Mc 14, 26):

"Cuando hubieron cantado el salmo, salieron
al Monte de los Olivos".

Los primeros cristianos mantuvieron la
tradición judía de cantar los salmos.

Participaban en el culto del Templo y los
cantaban también entre ellos en las casas.

El hábito de cantar y el sentido
espiritual del canto debía ser algo verdaderamente
arraigado en ellos, cuando en una situación tan apurada
como la que vivieron Pablo y

Silas en la prisión de Filipos, los
cánticos brotaban espontáneamente de su
corazón.

La orden de cantar es menos frecuente en el
Nuevo Testamento que en el Antiguo Testamento, pero la
encontramos en las cartas de San Pablo a los Colosenses (3, 16) y
a los Efesios.

Esta última carta constituye una
especie de testamento espiritual de Pablo a las iglesias de Asia
Menor. La segunda parte del capítulo 5 se podría
titular "Carta del Apóstol San Pablo a los Ministerios de
Música Cristianos".

Pablo hace una exhortación
fundamental : "¡Llenaos del Espíritu Santo!",
seguida de cinco verbos:

?? "Recitad entre vosotros salmos,
himnos y cánticos inspirados".

?? "Cantad para el Señor
desde lo hondo del corazón".

?? "Tocad para el Señor desde
lo hondo del corazón".

?? "Dando gracias siempre y por todo
al Dios Padre en el nombre de Jesús".

?? "Sometidos los unos a los otros
en atención a Cristo".

Esto quiere decir que la plenitud del
Espíritu tiene como consecuencias el canto, la alabanza,
la acción de gracias y el sometimiento mutuo.

Pero, por otra parte, quiere hacernos
comprender que cuando cantamos unidos

unos a otros, alabando al Señor y
dándole gracias por todo, estamos más abiertos a la
acción del Espíritu y lo experimentamos en mayor
plenitud.

O sea que el canto es, a la vez, una
característica de la Plenitud del Espíritu
y

un medio de lograrla.

Es como un canal de doble dirección:
Por Él recibimos la vida de Dios y por Él
expresamos esta vida que está en nuestro
interior.

Este texto de Efesios es, pues, clave para
captar la importancia de la música

y el canto en nuestra vida espiritual,
especialmente en su aspecto comunitario.

Pablo nos habla de cantar salmos, himnos y
cánticos inspirados. Destaca el valor de la
diversidad.

La Biblia nos transmite ciento cincuenta
salmos muy diferentes que se cantaban siguiendo variadas
melodías.

Durante mucho tiempo, sólo se
cantaban estos poemas inspirados por el Espíritu
Santo.

Pablo, pide que se canten también
himnos y cánticos espirituales. Dios no actúa por
patrones estereotipados.

Toda la creación refleja su amor por
la diversidad.

Según los tiempos y las
circunstancias, tenemos necesidad de diferentes tipos de cantos y
de música.

Debemos tener esto muy en cuenta en el
canto colectivo.

La gran ventaja de los salmos es que nos
ofrecen un texto del que podemos estar seguros que gusta a Dios,
ya que Él mismo lo ha inspirado

A los salmos podemos unir los himnos que
aparecen en los libros históricos, en Isaías y
Jeremías, en las cartas de San Pablo y en el
Apocalipsis.

A ellos podríamos añadir
todos los cánticos compuestos en el transcurso de los
siglos y que constituyen uno de los tesoros más preciosos
de la Iglesia.

Los "cánticos inspirados"
debían ser improvisaciones espontáneas en base a
textos bíblicos o experiencias interiores surgidas en las
oraciones sumergidas en el poder de su espíritu con una
gran conversación entre Jehová y nosotros, sin
olvidar que Jesús es el salvador y que está a la
diestra del padre intercediendo por nosotros.

Si se improvisan las oraciones y los
testimonios ¿por qué no permitir la
improvisación de los cantos?.

Naturalmente procurando integrar a toda la
asamblea en esta clase de cantos,

evitando todo protagonismo o deseo de
lucirse e intentando que la letra esté lo más
cercana posible al texto bíblico.

"Cantad a Dios con todo el corazón"
(Col 3, 16).

Dios es el destinatario de nuestros
cantos.

Poco importa si son cantados en nuestro
interior o en voz alta, que gusten o no a los estudiosos de la
música.

Si alguien canta con todo el corazón
sus alabanzas a Dios, está cumpliendo su
Palabra.

Y ¿qué nos dice sobre la
música el último libro de la Biblia?

En la eternidad, al final de la historia de
la humanidad, el canto permanecerá como una de las
ocupaciones de los huéspedes del cielo: Los 24 ancianos
cantan un canto nuevo en honor del Cordero:

"Tú eres digno de tomar el libro y
abrir sus sellos…" (Apocalipsis 5, 9-10)

Los 144.000 redimidos adoran a Dios por
medio del canto:

"La victoria es de nuestro Dios que
está sentado en el Trono y del Cordero"

Y todos los ángeles adoran a Dios
cantando:

"La Alabanza, la Gloria, la
Sabiduría, la Acción de Gracias, el Honor, el Poder
y la Fuerza…" (Apocalipsis 7, 10-12)

Cuando el séptimo ángel toca
la trompeta, unas voces poderosas entonan el himno de victoria
(Ap 11, 15).

Los que habían vencido a la bestia
estaban "en pie, sobre el mar de cristal, con las arpas de Dios.
Y cantaban el Cántico de Moisés, el siervo de Dios,
y el cántico del Cordero" (Ap 15, 2-3).

Parafraseando a Pablo en 1Cor 13, 8,
podemos decir: La predicación y la Evangelización
cesarán en el cielo… pero la música de
adoración ¡continuará!

La música ha tenido – y tiene – un
papel importante en toda civilización. Es una de las
grandes actividades humanas; para muchos, la más
bella.

Pero, ante todo y sobre todo la
música es un don de Dios.

Porque "Todo don perfecto viene de los
alto, del Padre de las luces" (Santiago 1, 17).

Es Dios quien "da cánticos en la
noche" (Job 8, 21).

Fue el Señor quien ordenó a
Moisés escribir un cántico y
enseñárselo a todo el pueblo de Israel
(Deuteronomio 31, 19), quien puso en la boca de David un
cántico nuevo (Sal 40, 2) y quien inspiró a los
salmistas la orden

"Cantad al Señor!" que nos repiten
en casi 30 ocasiones. En la lista de los dones del
Espíritu que edifican la Comunidad (1Cor 14,26), el
primero tiene mucho que ver con la música: "cuando os
reunís, cada uno de vosotros tiene un
salmo…".

Muchos cristianos nunca han sido
conscientes de esto: la música es un precioso don de
Dios.

Otros no se han atrevido a abrir el regalo,
examinarlo y ver para qué lo podían
utilizar.

Hay algunos que sí valoran este don,
pero lo utilizan únicamente para su satisfacción
personal… ¿Cómo descubrir el verdadero sentido
que Dios quiere dar a la música en nuestra vida y en
nuestra fe, tanto en el plano personal, familiar, como en el
congregacional y con los amigos y con la gente que nos rodea de
la comunidad para llevar buenas nuevas a los demás
?

El Señor Jesús nos regala el
don de la música y el canto como un precioso carisma Y CON
GRAN AGRADO PARA SU HONRA Y SU GLORIA

PARA LA ORACION CON ACCION DE GRACIAS, de
oración SINCERA Y PURA Y SANTA y Evangelización
LLEVANDO SU ALABANZA ALAS NACIONES, que construye la
congregación siendo cauce del Amor de Dios y de la
alabanza de su Gloria.

La música es un gran tesoro ES ESA
LUZ QUE NO SE VE PERO SE SIENTE NO SE SABE EXPRESAR EN PLABRAS
SINO EN EL SENTIMIENTO MAS PROFNDO Y PURO EN EL que el mismo Dios
pone en nuestras manos y que se hace canal; canal puro, precioso
y maravilloso por donde corre su agua viva ese don bendito que es
sanación para las naciones. No es una evasión ni, –
por supuesto- una distracción POR LOQUE MUCHOS HAN FALLADO
NO ES ESTO NI UNO NI OTRO ….

Y tampoco se puede reducir a una
cuestión de gusto, técnica o talento
natural.

En los grupos de oración, el canto
nace con la comunión del Espíritu Santo, que
manifiesta la gloria de Dios y coopera en la salvación
total de los hombres.

Cantar en el espíritu es cantar
más con el corazón que con la voz.

Es expresar el amor de Dios que "ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos ha sido dado".

Es un canto nuevo que surge de hombres y
mujeres nuevas, renovados y renovadas por el poder de la Sangre
de Jesús, por el poder de su muerte y
resurrección.

Cantar y tocar para el Señor de este
modo supone ser dóciles al Espíritu Santo,
entregando a Dios todo el corazón, aceptando vivir y
actuar en el Señorío de Cristo.

Cantar a Dios no es ofrecerle nuestro
canto, sino ofrecerle nuestro corazón.

En el canto Dios manifiesta su poder, y
nosotros nos entregamos a El.

El canto es así un signo, un puente,
una señal de amor entre Dios y

nosotros.

Dios nos une a Él, nos da su
Espíritu de Amor, y en El podemos amarnos los unos a los
otros.

Cantamos desde lo profundo de nuestro
ser.

Desde ahí dentro, Dios – que habita
en nosotros- se une a nuestro Espíritu.

Cantamos en la presencia de Dios, ungidos
por esta presencia.

Cuando se canta en el Espíritu, Dios
se entrega en el canto.

Dios actúa con poder,
transformándonos.

Manifiesta su voluntad, su
corrección, su ternura, su consuelo… su
Gloria.

la música no tiene sentido en si
misma. La música es totalmente oración, ése
es su sentido primordial: Don maravilloso de nuestro Dios que
primero construye el acueducto y, luego, hace correr por
él – hasta los confines de la Tierra- su Agua
Viva.

Canto nuevo, música ungida… el
carisma de la música y el canto es un don – entre los
múltiples y variados que el Señor nos regala- para
enriquecer y construir la comunidad.

La música tiene pues su papel
importante en toda celebración litúrgica o en
cualquier reunión de oración.

Pero no debemos olvidar qué es lo
esencial en una reunión de cristianos: "la
enseñanza de los apóstoles, la comunión
fraterna, la fracción del pan y las oraciones"

(Hechos 2, 42).

La música es servidora, no
dueña; servidora de la Palabra, de la Oración, de
la Comunión… no la dejemos usurpar un lugar que no le
corresponde. Estemos atentos para rechazar toda idolatría:
La música es canal, no fuente.

Dice Teilhard de Chardin que la
música nos aporta "el sentimiento de un gran
presencia".

Podríamos señalar cuatro
aspectos en los que este carisma construye, ayuda, sirve a una
comunidad orante:

?? Nos une en la alabanza y la
adoración.

?? Nos abre y nos predispone a la
escucha.

?? Nos facilita a todos la posibilidad de
expresar actitudes interiores, experiencias espirituales (a veces
mucho mejor que con palabras).

?? Nos enseña verdades espirituales
y las graba en nuestra mente y nuestro corazón.

Si la música es un don de Dios,
ningún cristiano puede despreciarla o desinteresarse de
ella.

Puesto que este don se compone de distintos
elementos, valoremos cada uno de ellos como regalo de nuestro
Padre.

Los estudiosos señalan hasta diez
elementos en la música; nosotros nos conformaremos – por
ahora- con pararnos en tres de ellos: Ritmo, Melodía y
Armonía.

1. Ritmo

Aceptar el ritmo como un regalo de Dios
quiere decir, en primer lugar, aceptar cantos con toda clase de
ritmos. Incluso si son nuevos para nosotros. En la
creación de Dios no hay uniformidad.

Si todos nuestros cantos tienen un ritmo
parecido o – lo que es peor- nosotros los cantamos con un ritmo
parecido, no estamos reflejando la infinita riqueza de nuestro
creador y la variedad de todo lo que sale de su mano.

Una de las dificultades de las personas
mayores con los cantos "modernos" es su ritmo.

Los cantos "de antes" se componían,
en su inmensa mayoría, con blancas, negras y alguna
corchea con puntillo.

Actualmente se emplean muchos ritmos
sincopados, se acentúan los tiempos débiles… y
muchos hermanos y hermanas se "despistan" o se cierran
considerándose incapaces de aprender y cantar estas
"novedades".

Sin embargo son una riqueza dada por el
mismo Dios que inspiró otros cantos más
tradicionales; si El nos da una mente abierta y un poco de
paciencia podemos aprenderlos correctamente y compartir esta
riqueza.

En el tiempo dedicado a ensayo de cantos,
que debe haber antes de una celebración y oración
común, acostumbrarnos al ritmo del canto debe ser lo
primero, puesto que normalmente es lo más difícil.
Para ello, antes de cantar la melodía, podemos marcar
el

ritmo al mismo tiempo que decimos la
letra.

2. Melodía

La inmensa mayoría de nuestras
melodías están formadas por solo diez
notas.

Es Dios quien nos ha dado esta riqueza
impresionante de cantos, resultando de las casi infinitas
combinaciones hechas con esas diez notas, las experiencias,
vivencias, intuiciones, profecías, palabras inspiradas de
hermanos y hermanas de todo el mundo

y de todas las épocas, expresadas a
través de la música son un tesoro inmenso que todos
podemos compartir.

Para ello es clave entrar en la intimidad
de una melodía para poder comprender y, si es posible,
vivir lo que el compositor o la compositora querían
expresar.

Captar el sentimiento o intuición
fundamentales de un canto y sus matices, a través de su
melodía.

3. Armonía

Ha sido Dios quien ha creado la diversidad
de voces: voces masculinas o femeninas, tenores o bajos, sopranos
o contraltos.

El canto a varias voces es un reflejo del
misterio de Dios y de suplan para nosotros como Iglesia: Unidad
en la diversidad.

Si cada uno y cada una contribuimos al
canto colectivo según las características
de

la voz que el Señor nos ha dado,
cantaremos mejor, armoniosamente, sin dañar ni cansar
innecesariamente nuestra garganta, y el resultado
reflejará mucho mejor la multiforme sabiduría de
Dios.

Un "precursor" de la Renovación
Carismática, John Wesley, resumía en cinco reglas
sus indicaciones en relación a este don del canto
(Obras completas de John Wesley ,vol. 14, pág.
346
):

1. Que todos canten.

2. Cantad alegremente y con
ánimo.

3. Cantad humildemente, para cantar unidos
y en armonía.

4. Cantad al mismo ritmo.

5. Sobre todo: Cantad
espiritualmente.

Dirigid vuestra mirada a Dios en cada una
de las palabras que cantéis.

Procurad agradar a Dios más que a
vosotros mismos o que a cualquier otra criatura. Para ello,
centraos sólo en lo que estáis cantando y velad
para que vuestros corazones no se aparten de El a causa de la
música, sino que a través de ella sean
constantemente ofrecidos a Dios. ¡Éste es el canto
que el Señor aprueba!

Este último punto resumiría
también toda la doctrina de los padres de la Iglesia:
cantar con el corazón, ésta es la actitud
fundamental para cantarle al Señor.

Para San Agustín, "si queremos dar
Gloria a Dios, necesitamos ser nosotros mismos los que cantamos,
no sea que nuestra vida tenga que atestiguar contra nuestra
lengua. Sólo se puede cantar a Dios con el corazón
cuando nos hemos rendido a El, esto es, que hemos aceptado su
plan de salvación y buscamos su voluntad, tomando en serio
su Palabra, cuando lo amamos. Bien se dice que el cantar es
propio del que ama; pues la voz del que canta no ha de ser otra
que el fervor de Amor".

Por eso agrega San Juan Crisóstomo:
"A Dios se le ha de cantar, más que con la voz, con el
Espíritu resonando hacia adentro.

Así cantamos no a los hombres sino a
Dios, que puede oír nuestros corazones y penetrar en los
silencios de nuestro espíritu". En expresión de San
Jerónimo "el siervo de Cristo cante de tal forma que no se
goce en la voz sino en las palabras que canta".

Para ello, dice San Basilio, "que la mente
conozca y comprenda el sentido de las palabras cantadas, para que
cantes con la lengua y cantes también con tu
espíritu".

Y San Ambrosio de Milán entiende que
"el canto de la comunidad cristiana es accesible para ser
entonado por todos, es la voz del pueblo, himno de todas las
edades, de todos los sexos, de todas la clases y estados de
vida.

El canto que los cristiano elevan para
expresar su fe en el Señor, todos han de comprenderlo,
sentirlo e identificarse con El".

Así pensaban y sentían
nuestros hermanos y hermanas de los siglos IV y V…
¿¿¿Y tú???

Nos dice la Palabra "cada uno,
según el don que ha recibido, póngalo al servicio
de los otros
" (1Pe 4,10).

Si has recibido el don del Señor
Jesús para la música y el canto, es un talento que
Dios te pide que pongas al servicio de tus hermanos y
hermanas.

El te pedirá cuentas de como los has
usado. Si guardas su don, si lo entierras en lugar de hacerlo
fructificar, sufrirás los reproches que el Señor
dirige al siervo infiel. Y para utilizar correctamente este don
que me ha sido confiado, no debo subes- timarlo y sobrestimarlo,
sino aceptarlo.

Conocerlo, valorarlo y dejar que el
Señor lo haga crecer. Acoger con humildad su
don:

"Que nadie se tenga por mas de lo que
conviene, sino que cada uno se tenga por lo que se debe tener,
conforme a la medida de la fe que Dios otorgó a cada
uno
" (Rom.12, 3).

El ministerio de
música (M.D.M.)

"El maestro Reichel dirigía el
ensayo de su conjunto vocal preparando la
ejecución

"El Mesías" de
Händel.

El coro acababa de llegar al lugar
donde la soprano entona: "Yo sé que mi Redentor Vive".
Cuando ella hubo terminado,

las miradas se dirigieron hacia
Reichel, esperando que expresara su
satisfacción.

En lugar de esto, se acercó a la
cantante y le dijo:

– Hija mía,
¿verdaderamente sabe usted que su Redentor
vive?

– Si – contestó
ella-.

– Entonces, ¡cántelo!
Dígalo de tal manera que todos los que la oigan comprendan
que usted conoce el gozo y

la fuerza de la Resurrección de
Cristo.

Entonces Reichel ordenó a la
orquesta que volviese a empezar.

La solista cantó como si fuese
la primera vez que hubiera experimentado el poder de la
Resurrección. A todos los que la oyeron les costaba
contener la emoción.

El maestro, con los ojos llenos de
lágrimas, se acercó a ella y le
dijo:

– "Ahora estoy seguro de que usted sabe
que su Redentor vive… su canto me lo ha dicho".

El mismo y único Espíritu
Santo da a algunos el don de servir a la comunidad en la
música y los cantos

(1Cor 12,11).

En función de éste servicio,
con los diversos carismas que el Señor regala para ello,
se forma el Ministerio de Música; teniendo en cuenta
más aún que el buen oído, la voz sonora y la
formación musical, la sensibilidad y docilidad al
Espíritu; más que la destreza técnica, la
humildad, la unción, la entrega al
Señor.

Cómo todo ministerio, el M.D.M. es
un instrumento de Dios para edificar la comunidad. Por eso debe
ser discernido, cuidado y pastoreado.

Los hermanos y hermanas que forman un
M.D.M. son personas que:

?? Se han encontrado con Dios.

?? Se ha convertido a Él.

?? Frecuentan los Sacramentos.

?? Conocen, leen y escuchan la Palabra de
Dios.

?? Dan testimonio con su vida, en una
relación con Dios a través de la oración y
en relaciones fraternas con los demás.

?? Son y se sienten Iglesia, unidos a sus
Pastores y en conformidad con su doctrina.

?? Han sido llamadas por el Señor a
servirle en este ministerio.

Todas estas condiciones son necesarias,
aunque algunas -aparentemente- nada tengan que ver con la
música. No es preciso, sin embargo, ser joven, tener una
gran voz, saber tocar la guitarra….

Todas estas cosas, buenas o indiferentes de
por sí, no cualifican necesariamente para formar parte de
un M.D.M. Lo fundamental, como en toda vocación, en todo
servicio al Señor, es su llamada y mi
respuesta.

Hay personas a las que Dios llama a este
servicio y se resisten a ello. Por miedo a comprometerse, no
crecen espiritualmente, sin conocer ni cumplir el plan de Dios
para su vida de servicio a la comunidad.

La vivencia espiritual de un M.D.M. es la
que lo hará capaz de transmitir el mensaje de Dios con
poder y, a su vez, manifestarle a Dios los sentimientos de su
pueblo, siempre movidos por el Espíritu Santo.

Todo ministerio es como una pequeña
comunidad. Y así debe crecer: como una pequeña
comunidad que canta y hace cantar a la Iglesia de
Dios.

Una comunidad unida que edifica la unidad
del cuerpo de Cristo. Los hermanos y hermanas de un M.D.M.
desarrollan, por tanto, un mutuo ministerio, animándose y
exhortándose, apoyándose y consolándose los
unos a los otros, de modo que el ministerio se convierta en un
lugar de comunión dentro de la comunidad
eclesial.

Un hermano mexicano, David Pimentel
Pimentel, compara al M.D.M con un puente:

– Un buen puente: Sería un medio de
unión, de acercamiento y de comunicación de Dios al
hombre y del hombre a Dios.

Cuando un puente funciona como debe, los
pasos del hombre son más seguros. Cuando un ministerio de
música funciona bien, la asamblea camina con más
seguridad.

– Un mal puente: Es el caso del hombre que
construye su casa (servicio) sobre arena (LUCAS 6,
48-49).

Este servicio se torna débil e
incluso peligroso. El ministerio no proyecta a Dios: se proyecta
a sí mismo.

El pueblo no llega a Dios tan
fácilmente, se queda en el puente, porque le faltan piezas
tan fundamentales como humildad, sometimiento, discernimiento,
oración, vida sacramental, vida eclesial…..

– No hay puente (no hay ministerio): El
hombre sí puede entrar en comunicación con Dios sin
la ayuda de la música y del canto, pero el camino de la
asamblea es más laborioso y difícil al no utilizar
este puente tan accesible.

Partes: 1, 2

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter