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El romanticismo



  1. Características
  2. Clasificaciones de
    los escritores románticos
  3. El declive del
    romanticismo
  4. El Romanticismo en
    México
  5. Bibliografía

El romanticismo (provienes del adjetivo ingles romantic)
es una revolución artística y movimiento cultural,
político, social e ideológico, artístico muy
ideológico y de exaltada fantasía, revalorizo las
leyendas clásicas. Su característica fundamental es
la ruptura con la tradición clasicista basada en un
conjunto de reglas estereotipadas. Entre 1770 y 1800 "Europa se
acostó absolutista y neoclásica y se levantó
demócrata y romántica". Gracias a la
revolución industrial inglesa (1760-1840), que desarrolla
una clase burguesa y sienta las bases del liberalismo; gracias a
la revolución francesa (1789), que proclama los principios
de libertad, igualdad y fraternidad. Se desarrolló en la
primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde
Inglaterra a Alemania hasta llegar a otros países. Su
vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en
diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el
Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la
denominación general de Posromanticismo, una
derivación del cual fue el llamado Modernismo
hispanoamericano.

El término romántico se empleó por
primera vez en Inglaterra en el siglo XVII con el significado
original de `semejante al romance´, con el fin de denigrar
los elementos fantásticos de la novela de
caballerías muy en boga en la época.

Los temas mitológicos y las escenas amorosas y
hoy viven muchos de sus principios: libertad, individualismo,
democracia, nacionalismo. Se destaca por su riqueza
cromática. Hizo fundamentales aportaciones en los campos
de la literatura, el arte y la música. El término
romántico se empleó por primera vez en Inglaterra
en el siglo XVII. Se desarrollo fundamentalmente en la primera
mitad del s.XIX, extendiéndose desde Alemania a
Inglaterra, Francia, Italia, España, Rusia, Polonia,
Estado Unidos y las recién nacidas republicas
hispanoamericanas. Posteriormente, se fragmento en diversas
corrientes como el parnanismo, el simbolismo, decadentismo o
prerrafaelismo, subsumidas en la denominación general de
posromanticismo, una derivación del cual fue llamado
Modernismo hispanoamericano, con el fin de denigrar los elementos
fantásticos de la novela de caballerías muy en boga
en la época. Fue originado en Alemania y en el Reino Unido
(Gran Bretaña e Irlanda del norte) a finales del siglo
XVIII como una reacción revolucionaria contra el
racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo,
confiriendo prioridad a los sentimientos.

El romanticismo llega a España con retraso
respecto al resto de los países europeos, y no es
particularmente fecundo puesto que está condicionado por
la política marcada por Fernando VII. El erudito
José Joaquín de Mora, exiliado en Francia,
envió a los Bochl de Faber, entonces en Cádiz los
primeros romances protorománticos , y más tarde
durante su exilio en Londres, junto Alcalá Galiano y
Blanco White, fue uno de los impulsares del romanticismo
español .Tras la muerte de Fernando VII se señala
como triunfo del romanticismo en España 1834.Se estrenan
entonces La conjuración de Venecia ,de Martínez de
la Rosa, Macías de Larra y se publican poesías de
Salas y Quiroga. Algunos señalan el fin del auge de
romanticismo en España en 1844 cuando se estrena el Don
Juan Tenorio de Zorrilla.

En España hay, un poco de todo esto, mezclado con
otras cosas tradicionales y modernas, como en otros
países.

La literatura latinoamericana nace propiamente con el
Romanticismo junto con objetivos misioneros, tales como definir
las identidades nacionales diferenciándolas de
España, reconocer las características
geográficas e históricas, revalorar el pasado
prehispánico y combatir la esclavitud, revelar los usos,
costumbres y tipos populares, plasmar los hechos heroicos de la
insurgencia y las luchas posteriores en defensa de las
soberanías, para crear conciencia nacional y
tradición cultural. De ahí el énfasis en la
búsqueda de originalidad y autonomía literarias.
Esto se manifestó espontáneamente en la
aparición de géneros y temas autóctonos con
base en la asimilación ecléctica (mestizaje,
transculturación, heterogeneidad o hibridez) de los
presupuestos románticos europeos. Son ejemplares en este
sentido Tradiciones Peruanas (1872 a 1918) de Ricardo
Palma y lo que podría llamarse Novela Ensayo, tales como
Facundo (1845) de D. F. Sarmiento; Una
excursión a los indios ranqueles
(1870) de Lucio V.
Mansilla; o Los capítulos que se le olvidaron a
Cervantes
(1895) de Juan Montalvo. Obras, entre otras, que
incorporan la tradición oral o en las que se mezclan
relatos, poemas, historia, polémicas políticas,
autobiografías, temas sociológicos e incluso
documentos y notas a pie de página. Otros autores y textos
imprescindibles del Romanticismo latinoamericano son los extensos
poemas narrativos y líricos Martín Fierro
(1872 y 1879) de José Hernández y
Tabaré (1888) de Juan Zorrilla de San
Martín; y las novelas Sab (1814) de Gertrudis
Gómez de Avellaneda; María (1867) de Jorge
Isaacs; Cecilia Valdés (1882) de Cirilo
Villaverde; Enriquillo (1882) de Manuel de Jesús
Galván, y Los bandidos de Río Frío
(1889-1891) de Manuel Payno.

Asimismo, en el Romanticismo latinoamericano fueron
particularmente destacables el Ensayo, el Periodismo, la
Crónica y la Novela costumbristas, el Folletín, el
Teatro criollista, los Epistolarios de hombre públicos y
también la Oratoria. En cuanto temas y tendencias propios
aparecen el indianismo como idealización del pasado
indígena; el negrismo o la mulatez con propósitos
sociales antiesclavistas; y en Argentina la poesía
gauchesca de carácter popular y social. Identificado con
las causas independentistas, con la desestructuración de
la sociedad colonial y con la estructuración de las
nacionales, el Romanticismo latinoamericano enalteció la
libertad y la dignidad humanas y favoreció los temas
históricos, sociales y populares más que los
fanáticos o sentimentales. Los escritores
románticos tuvieron una gran conciencia de la realidad
circundante y, en su momento, de la función social de la
Literatura, por lo que en el Subcontinente las notas subjetivas e
imaginativas y el autonomismo estético se equilibraron, en
lo general, con los propósitos objetivos y
éticos.

Al estudiar el español, Allison Peers niega, en
primer lugar, que sea un movimiento importado y que como tal
tenga su momento de apogeo coincidiendo con el regreso a
España de los emigrados políticos, a partir de
1834. Para apoyar su tesis trae a colación el hecho de ser
España un país romántico por excelencia, no
sólo en su historia, sino también en su arte y
literatura. Al margen de otras consideraciones, hay aquí
una ambigüedad expresiva, por cuanto Peers no define el
término con características en un tiempo concreto,
sino de un modo mucho más general y amplio, y, por tanta,
más discutible o inválido. A partir de mediados del
s. XVIII, dice Peers, se produce una romantización de la
literatura española (lo que se define como
Prerromanticismo, pero aunque para él no pasan de ser
síntomas y antecedentes, nunca movimiento
autónomo). Esta romantización se da como
fusión de dos etapas paralelas: renacimiento y
rebelión romántica. La segunda etapa fue
considerada, según Peers, como totalmente negativa, cuando
la verdad es que pedía libertad para aquellos autores que
deseaban lograr un desenvolvimiento literario libre de toda
traba. Al principio se manifestó en forma de descontento
con usos y costumbres que iban ya perdiendo popularidad o como
tendencia a darse a insólitos modos de pensar o
expresarlos en lenguaje inusitado. Pero poco a poco fue
acrecentándose, hasta convertirse en una rebelión
suelta, y aun vehemente, contra las limitaciones que los
clasicistas trataban de imponer a la literatura. El otro
movimiento [el renacimiento] deseaba una libertad semejante, pero
más bien para que acarreara un renacimiento, tanto de
fondo como de forma, de la literatura de la Edad Media y del
Siglo de Oro. Tanto un movimiento como otro no sólo
tenían una inspiración afín, sino que en
cierta medida cada uno de ellos implicaba al
otro.

Características   

   A
partir de 1834 se produce el plenamente de lo que puede
considerarse como revolución romántica en
España (siempre con los reparos ya expuestos sobre la
validez del término). El 8 feb. 1833 un crítico
escribía: ""Se ha formado una
juventud que arde en deseos
de ser útil a su patria. Por todas partes pululan ingenios
que anhelan lanzarse a la carrera, anunciando talentos no
vulgares. Acaso en ningún tiempo ha ofrecido España
tal multitud de jóvenes atletas que se presentan en la
liza… Dentro de algunos años es de esperar que si
encuentran libre campo para ejercer sus talentos, brillará
la aurora de una nueva época gloriosa para nuestra
literatura"". La idea de libertad invade el país tras la
muerte del rey, y Larra escribe: ""Libertad en Literatura, como
en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en
la conciencia. He aquí la divisa de la época. He
aquí la medida con que
mediremos"".      Desde 1834 hasta 1837
se estrenan las principales obras teatrales del Macías de
Larra y La conjuración cíe Venecia de
Martínez de la Rosa (1787-1862) y Elena de Bretón
de los Herreros en 1834; Don Álvaro o la fuerza del sino
del duque de Rivas en 1835; El trovador de García
Gutiérrez (1813-84) y Abén Humeya de
Martínez de la Rosa en 1836; y, en 1837, Los amantes de
Teruel de Hartzenbusch. La Corte del Buen Retiro de Escosura
(1807-78) y El paje y El rey monje de García
Gutiérrez. Ninguna de ellas, sin embargo,
constituyó un gran éxito, y su importancia debe
juzgarse como reflejo del conjunto. El Don Álvaro, que
tradicionalmente se consideraba como la Hernani española,
apenas llegó a las 17 representaciones el año de su
estreno. Entre todas, sólo El trovador alcanzó un
poco de éxito, con 25 representaciones. El fracaso no fue
únicamente a nivel de público; tampoco la prensa
fue demasiado favorable, como ha demostrado Peers. Y si lo dicho
alude únicamente a Madrid, en provincias tuvo el teatro un
éxito aún menor.

En relación con la novela apenas hay nada nuevo
que aportar a la tradición puesta en vigor en los
años inmediatamente anteriores. En lírica y
narrativa, lo importante se inicia entonces, con la lectura del
poema de Zorrilla ante la tumba de Larra, y alcanza su momento
cumbre alrededor de 1839-40.

Relación con Europa. Una de las afirmaciones
más extendidas es la de que el llegó de la mano de
los emigrados políticos que en exilio tomaron contacto con
Europa. El aserto no es del todo válido. Ya
existía, en mayor o menor grado, con anterioridad a su
llegada. La polémica Fernán Caballero con Mora,
entre otras cosas, lo demuestra. A la muerte del Rey coinciden
Larra, español dentro de España, y Martínez
de la Rosa, emigrado, estrenando, con una misma estética,
en el mismo año de 1834.

Decadencia. Propiamente, comienza en 1838. Las tertulias
habían empezado a desaparecer ya en 1835, y revistas como
El Sigla, El Artista, etc., que habían apoyado el
movimiento romántico, se anulan progresivamente por falta
de público. El drama se empobrece y pierde calidad,
mientras la poesía sigue una línea ascendente.
Hacia 1840 hay ya una clara conciencia de fracaso del y las
sátiras se multiplican.

Eclecticismo. Con el fracaso del se inicia el auge del
eclecticismo y pronto del realismo COSTUMBRISMO I; REALISMO IV).
Ya en 1832 y en pleno triunfo de los dramas románticos, se
habían estrenado obras eclécticas. Ahora los
principales representantes serán el duque de Rivas y
Zorrilla, con sus Romances y Leyendas respectivamente;
Fernán Caballero, Trueba y Alarcón en la novela,
Campoamor en la lírica, Mesonero, Estébanez
(1798-1867) y Antonio Flores (1821-66) en la prosa costumbrista.
Desde un punto de vista teórico, el eclecticismo apenas
existe. Se trata de imponer un justo medio entre los extremos
clásico y romántico, y el establecimiento de una
única norma con arreglo a la cual juzgar todo tipo de
literatura. Esa norma sería la del mérito. Como
última característica se añadía un
nacionalismo, de perfiles algo anacrónicos, tendente al
rechazo de la importación de formas propias del arte
extranjero. Interesa saber ahora qué entendían los
autores más o menos teorizantes por el movimiento que
Peers llama ecléctico. Dejando a un lado lo
anecdótico perceptible en Mesonero, Hartzenbusch o
Alcalá Galiano, dos nombres son citados por el estudioso
inglés: Gil y Zárate (1796-1861) y Donoso
Cortés. El primero pide un teatro en el que se mezclen
Siglo de Oro, neoclasicismo y la brillante poesía de las
primeras [las obras], la regularidad, el buen gusto de la
segunda, el movimiento y pasión de los últimos. Con
todos ellos produciremos una composición perfecta. Donoso
Cortés entiende que el Clasicismo consiste en la
perfección de la forma y la riqueza de imágenes,
mientras que el lo hace en la profundidad de pensamiento y
elevación de sentimientos. Según esto la
perfección consiste en ser clásico y
romántico a un mismo tiempo… Porque ¿en
qué consistirá la perfección si no consiste
en expresar un bello pensamiento en una bella forma?. En la
práctica fue mucho más importante, sin embargo, y
hacia 1845, tanto románticos como clasicistas, se
habían pasado a las filas del eclecticismo. En realidad,
salvo Espronceda y Larra (muertos ya) y Gil y Carrasco (v.),
también desaparecido, ninguno de los románticos lo
fue por mucho tiempo.

Clasificaciones
de los escritores románticos

Navas divide a los escritores en tres grandes grupos
cronológicos: Los nacidos entre 1785 y 1799, inicialmente
neoclásicos y convertidos al con posterioridad
(Martínez de la Rosa, duque de Rivas, Gil y Zárate,
etc.). En segundo lugar, los nacidos entre 1800 y 1815; reciben
una educación clásica; son los que formarán
el progresista y radical, aunque después, a
excepción de los muertos prematuramente, pasen a
posiciones moderadas (Larra, Espronceda, Gil y Carrasco,
Mesonero, Escosura, Ventura de la Vega, Hartzenbusch, Donoso
Cortés, etc.). Por último, los nacidos entre 1816 y
1826; éstos se educan en medio del fervor
romántico, pero simultáneamente crecen en su
derrumbamiento (Zorrilla, Amador de los Ríos,
García y Tassara, Milá y Fontanals, Campoamor,
etc.). Esta clasificación cronológica, como todas
las clasificaciones generacionales, es discutible, pues las
características de una generación no suelen ser
homogéneas, y suelen variar de unas personas a otras o de
unos grupos a otros del mismo periodo
cronológico.

Otra clasificación posible es la regional. Lo que
se ha dicho hasta aquí estaba fundamentalmente centrado en
Madrid. Sin embargo, Cataluña, por su estructura social,
resultaba más cercana a Europa, y por consiguiente
dispuesta de otro modo para el movimiento romántico.
Además, Cataluña vivía en esos momentos la
Renaixenga, movimiento de energía cultural y ligado al
Romanticismo. La Sociedad Filosófica (1814-21) y
periódicos burgueses como el Europeo o El Vapor, con
posterioridad, introducen el R. de los otros países
europeos. López Soler y Aribau exponen la ideología
romántica francesa y alemana. El milanés Luigi
Monteggia se refugió en España tras la
revolución piamontesa de 1821, a fin de difundir las ideas
propias de la rev. milanesa «I1 Conciliatore». En el
valenciano, como en el catalán, hay también mayor
equilibrio que en el de Madrid, con tendencias formales y
sociales más moderadas.

Otras clasificaciones pueden hacerse
alrededor de ciertos temas. Así, p. ej., lo que se ha
definido como hipertrofia del yo frente a la realidad, que daba
lugar a la mitificación del héroe romántico,
que llega a ser un ángel caído. Como ha escrito
Navas, en muchos, el personaje romántico suele ser de una
sola pieza, sin inflexiones psicológicas, sin
contradicciones, aunque haya que hacer las oportunas salvedades,
como la de José de Espronceda, cuyos Félix de
Montemar (El estudiante de Salamanca), Adán (El diablo
mundo), aparte de los diversos personajes protagonistas de sus
poesías líricas (El pirata, El verdugo, El mendigo,
etc.) distan mucho de ser simples. Pero, por lo general, el
aserto vale para el Macías de Larra, para el Rugiero de
Martínez de la Rosa, el D. Álvaro del duque de
Rivas, el Manrique de García Gutiérrez, o el
mediocre D. Juan Tenorio de Zorrillo. Se trata de tipos, no de
caracteres. La mujer pertenece, en general, a dos grandes modos
de comportamiento: es un ángel de amor (Inés,
Leonor, en Don Juan Tenorio y Sancho Saldaña,
respectivamente, o la Leonor del duque de Rivas, etc.), o bien es
un demonio encarnado, como la Zoraida de Los amantes de
Teruel.      En algunos autores la
preocupación o la vuelta al pasado es con
desinterés por el presente, en otros es un intento de
mejor comprensión o de reforma del mismo. El Macías
de Larra, p. ej., utiliza como artificio el tema del doncel de D.
Enrique el Doliente para presentar su crítica concreta a
su propio tiempo. Más importante es el hecho, en diversos
autores, de significar un tránsito al eclecticismo,
característica ésta diferenciadora con el resto de
los R. europeos.

Su característica fundamental es la
ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto
de reglas estereotipadas. El romanticismo fue una reacción
contra el espíritu racional e hipercrítico de la
ilustración y el neoclasicismo y favorecía ante
todo:

Rebelión del individuo contra
cualquier norma que la impida expresar sus propios
sentimientos.

Absoluta libertad en política, moral
y arte.

Mantienen una actitud idealista que no
corresponde a la realidad que los rodea y los lleva a la
rebeldía contra la patria, la sociedad e incluso contra
Dios.

Como consecuencia del enfrentamiento entre
su espíritu idealista y la cruda realidad, se produce la
desesperación y el desengaño.

Reacción contra el Neoclasicismo contra el orden,
la razón, el buen gusto, las reglas; el predomino de la
sensibilidad sobre la razón de los conceptos individuales
sobre los generales.

Énfasis en el individuo: románticos
liberales y románticos conservadores.

El romanticismo se manifiesta ilustrando:

  • Las ideas expresadas a través de la
    revolución Francesa.

  • Libertad y nacionalismo.

  • Valor del individuo, y consecuente exaltación
    del ""yo""

  • Por lo mismo reacciona también contra la
    industrialización y promueve: la naturaleza, en
    paisajes y animales; la búsqueda de lo
    divino.

  • Lo exótico en: el recuerdo de un pasado
    glorioso y misterioso, desde Grecia hasta la edad media,
    especialmente el gótico, una geografía en
    expansión donde se incluyen el mundo desconocido de
    África del norte y el de las tierras
    salvajes.

  • La fantasía y, sobre todo el drama, con: la
    obsesión de la muerte, la noche y las ruinas, la
    descripción de monstruos y criaturas
    anormales.

  • Si en el siglo anterior la verdad era igual a
    belleza, para el Romanticismo sólo la belleza es la
    verdad.

La supremacía de sentimiento frente a la
razón.

La fuerte tendencia nacionalista de cada
país.

La del liberalismo frente al despotismo
ilustrado.

La de la originalidad a la tradición
grecolatina.

La de la creatividad a la limitación
neoclásica.

Dos tendencias románticas:

Tendencia liberal y revolucionaria: José
Espronceda y Mariano José de Lara.

Tendencia tradicional, aristocrática,
nacionalista y católica; es ya mas estilo que
ideología: José Zorrilla.

El declive del
romanticismo

Hacia mediados del siglo XIX, el romanticismo
comenzó a dejar paso a nuevos movimientos literarios: los
parnasianos y el simbolismo en la poesía y el realismo y
el naturalismo en la prosa, pero siguió
cultivándose en Europa y América con gran
éxito de lectores. El romanticismo llega a España
con retraso respecto al resto de los países europeos, y no
es particularmente fecundo puesto que está condicionado
por la política marcada por Fernando VII.

Uno de los escritores iniciales de la centuria es el
mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi,
conocido por "el Pensador Mexicano" (1776-1827). Autor de prosa
vigorosa, su "Periquillo Sarniento" (1816) se considera la
primera novela de Latinoamérica. Se trata de un relato
realista, parecido a los de la picaresca española por las
aventuras de su protagonista y su carácter moralizador. Su
obra maestra se llama "Don Catrin de la Fachenda" (1832), novela
bien construida, de intención didáctica, sobre la
ruina moral y física de un joven de buena familia. Otras
narraciones novelescas tienen menor valor, como "La Quijotita y
su prima" (1818) y "Noches tristes" (1818).

En Cuba, la figura principal del período es
Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), que vive casi
siempre en España. Sus Poesías, publicadas por vez
primera en 1841, cultivan el tema amoroso y, a veces, los acentos
místicos. Compone varias novelas, como "Sab" (1841), de
ambiente cubano, y "Guatimocín" (1846), sobre la conquista
de México; y obras dramáticas, como "Saúl"
(1849), "Recaredo" (1850) y "Baltasar" (1858). También
cubanos son Diego Gabriel de la Concepción Valdés,
conocido por "Plácido" (1809-1844), fácil
versificador, aunque parcamente imaginativo; José Jacinto
Milanés (1814-1863), poeta y dramaturgo ("El conde
Alarcos", 1838), y Cirilo Villaverde (1812-1894), cultivador de
la novela "esclavista" en "Cecilia Valdés"
(1839).

El Romanticismo en México esta representado por
los poetas Ignacio Ramírez (1818-1879), ministro en varias
ocasiones, de lira inconformista, que populariza el
seudónimo de "El Nigromante"; Guillermo Prieto (1
818-1897), de inspiración popular en la "Musa callejera"
(1883); el autor teatral Fernando Calderón (1809-1845),
con dramas, comedias de costumbres y tragedias, y los novelistas
Manuel Payno (1810-1894), seguidor de Fernández de Lizardi
en "Los bandidos de Río Frío" (1888-1891), y Luis
G. Inclán (1816-1875), que narra la vida de los campesinos
en "Astucia, el jefe de los Hermanos de la Hoja"
(1865).

En Italia el movimiento romántico fue un tema
de debate, dando lugar a amplias polémicas. Se destacan
tres generaciones:

La primera generación: se
comprendería entre 1815 y 1840. Muestra una gran
preocupación por la historia civil. Los autores se ocupan
de los distintos géneros literarios (lírica
intimista, histórica…). Destacan los nombres de
Manzoni y Leopardi.

La segunda generación: aparece entre 1840
y 1860, siendo un periodo de menor importancia. Es una
lírica dulzona, sentimental y sensible. Es un romanticismo
más idealista. Utiliza rimas fáciles, más
musicales, más sonoras y de alguna manera más
superficiales. Estamos en una época de guerras y el
público busca evasión.

La tercera generación: se produce
después de 1860, y es una reacción contra el
sentimentalismo anterior. Da origen a un movimiento de
jóvenes anarquistas, denominado Scapigliatura.

El Romanticismo
en México

En México, destacan los poetas Juan de Dios
Peza

(1852-1910), cultivador de los temas infantiles y
domésticos en "Cantos del hogar" (1884); y Manuel
Acuña (1849-1873), de fogoso temperamento que termina en
el suicidio, autor, por ejemplo, del famoso "Nocturno", amoroso y
apasionado.

Los precursores del Romanticismo, que se extendió
por Europa y América, son Rousseau

(1712 – 1778) y el dramaturgo alemán Goethe (1749
– 1832).

En el siglo XVII aparece ya en Inglaterra con el
significado de "irreal". Samuel Pepys (1633 † 1703) lo
emplea en el sentido de "emocionante" y "amoroso". James Boswell
(1740 – 1795) lo utiliza para describir el aspecto de
Córcega. Romantic aparece como adjetivo
genérico para expresar lo "pasional" y "emotivo". En
Alemania, sin embargo, fue empleado por Johann Gottfried Herder
como sinónimo de "medieval". El término
romanhaft (novelesco) fue reemplazado por
romantisch, con connotaciones más emotivas y
pasionales. En Francia, Jean-Jacques Rousseau lo utiliza en una
descripción del Lago de Ginebra. En 1798, el Diccionario
de la Academia Francesa recoge el sentido natural y el sentido
literario de romantique. En España hay que
esperar hasta 1805 para dar con la expresión
romancista. Durante los años 1814 y 1818, tras
sucesivas polémicas, se usan, aún con
indecisión, los términos de romanesco,
romancesco, románico
y
romántico.

Los precursores del Romanticismo, que se extendió
por Europa y América, son Rousseau ( 1712 – 1778) y el
dramaturgo alemán Goethe ( 1749 – 1832). Bajo el influjo
de estas figuras los románticos se encaminan a crear obras
menos perfectas y menos regulares, pero más profundas e
íntimas. Buscan entre el misterio e imponen los derechos
del sentimiento. Su lema es la libertad en todos los
aspectos de la vida.

En el romanticismo de México se separa por
poetas:

Ignacio Ramírez (1818-1879): fue ministro
en varias ocasiones, de lira inconformista, que populariza el
seudónimo de "El Nigromante".

Guillermo Prieto (1818-1897): de
inspiración popular en la "Musa callejera"
(1883)

Fernando Calderón (1809-1845): con dramas,
comedias de costumbres y tragedias.

Manuel Payno (1810-1894): seguidor de
Fernández de Lizardi en "Los bandidos de Río
Frío" (1888-1891).

Luis G. Inclán (1816-1875): que narra la
vida de los campesinos en "Astucia, el jefe de los Hermanos de la
Hoja" (1865).

El Romanticismo entra en España por
Andalucía y por Cataluña (El
Europeo
):

En Cataluña: El Europeo fue una
revista publicada en Barcelona entre 1823 y 1824 por dos
redactores italianos, un inglés y los jóvenes
catalanes Bonaventura Carles Aribau y Ramón López
Soler.

En Andalucía: El cónsul de Prusia
en Cádiz, Juan Nicolás Böhl de Faber, padre de
la novelista "Fernán Caballero" (seudónimo de
Cecilia Böhl de Faber y Larrea), publicó entre 1818 y
1819 en el Diario Mercantil gaditano, una serie de
artículos en los que defendía el teatro
español del Siglo de Oro, tan atacado por los
neoclasicistas.

Bibliografía

http://www.ciber-arte.com/movimientos/romanticismo.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_espa%C3%B1ola_del_Romanticismo

http://www.monografias.com/trabajos6/roma/roma

http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/2romanti.htm

http://www.ciber-arte.com/movimientos/romanticismo.htm

 

 

Autor:

Rebeca Irasema Sánchez de
León

 

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