Monografias.com > Psicología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Sexualidad desde el psicoanálisis



  1. Etapa
    infantil
  2. Periodo de latencia
  3. La
    metamorfosis de la pubertad (11-12
    años)
  4. Caso
    de Sigmund Freud sobre una neurosis
    obsesiva

La sexualidad en psicoanálisis ha sido y sigue
siendo motivo de grandes controversias y duras críticas.
Por ello es conveniuente delimitar esta cuestión para
entender a qué nos referimos exactamente cuando hablamos
de sexualidad.

El vocablo sexus de origen romano es una
derivación del vocablo latino secare que
significa "desunir o cortar". Durante siglos sexus
sólo hizo referencia a lo orgánico masculino o
femenino. Fue siglos después durante la época
Victoriana que el término sexo se difundió
ampliamente y conceptos como instinto sexual, moralidad sexual,
acto sexual, etc., se popularizaron de manera que su fin fue
instaurar una ideología represiva de la sexualidad. La
sexualidad es, pues, un sistema muy complejo con múltiples
niveles que comprende desde el nivel biológico hasta el
nivel cultural, incluyendo las relaciones, lo social… Cuando se
habla de sexualidad, vemos cuán limitado es pensarla
exclusivamente como genitalidad.

Es decir, la sexualidad es la relación del sujeto
con el entorno desde sus propias necesidades y deseos, regidos
por el principio del placer. Todo aquello tocado por la palabra,
que es lo genuinamente humano. Algo tan fisiológico como
el hambre, la respiración, la función excretora…
vemos que no se reducen exclusivamente al orden de la necesidad,
incluso van a tener que ver con la manera de relacionarnos (como
ejemplo persona que no come porque ha tenido una disputa con un
familiar, alguien que se "descompone" ante una situación
concreta o el enamorado que no tiene apetito porque "se siente
lleno").

La sexualidad se inicia desde el momento mismo del
nacimiento, un instinto sexual sujeto a una evolución,
donde el niño, más allá de la necesidad,
irá perfilando ciertas zonas erógenas como fuentes
de placer, sucumbiendo a una represión progresiva (por
medio de la educación). Va conquistando así su
propio cuerpo para relacionarse con el medio.

Coexiste aún una concepción popular por la
cual se niega la sexualidad como parte de la niñez,
abjudicando su aparición en la pubertad. Así
determinadas actitudes prematuras en el niño como la
masturbación, la simulación del coito les han
valido para darle el calificativo de degeneración, cuando,
como veremos, forman parte del desarrollo normal. Esto se debe,
en parte, a que los adultos adolecemos de la llamada amnesia
infantil, por medio de la cual no recordamos nuestra propia
niñez.

Todo nuestro cuerpo es susceptible de excitación,
pero en concreto podemos distinguir determinadas zonas
erógenas que van a ser determinantes en nuestro
desarrollo. Se establecen tres caracteres esenciales de la
manifestación sexual infantil: se apoya en alguna de las
funciones fisiológicas de más importancia vital, es
autoerótica (no tiene objeto) y su fin sexual se halla
bajo el dominio de una zona erógena. En base a ellas,
distinguimos:

ETAPA
INFANTIL

FASE ORAL (desde el nacimiento hasta
los 12-18 meses).

El niño necesita de unos cuidados para poder
sobrevivir, esto es, de la función materna (no tanto si es
la madre o el padre, sino un cuidador) y es a través de la
boca, en el pecho de la madre donde el niño
comenzará a calmar el hambre. Pero, una vez que aprende a
succionar, vemos cómo en el chupeteo encuentra una gran
satisfacción.

El acto es autoerótico porque utiliza
preferentemente una parte de su propio cuerpo (ejemplo el
dedo).Va comenzando a llevárselo todo a la boca, como un
modo de conocer. Se perfilan la boca, los labios, como una zona
erógena, donde ya no es la necesidad fisiológica la
que lo impulsa a succionar, sino el propio placer despertado en
ello.

En lo sucesivo, en el recorrido hacia el dominio de las
sensaciones y excitaciones desde el propio cuerpo hacia el
exterior, las etapas van sumándose, no desaparecen, se
incluyen en nuestra manera de relacionarnos. Vemos esta
cuestión con lo oral, ese placer con la boca cuando, por
ejemplo, comemos, bebemos, hablamos,fumamos en exceso. En
palabras de una paciente, extraído de la obra de Sigmund
Freud: "No todos los besos dan el placer que da el chupete. Es
imposible describir el placer que se siente en todo el cuerpo
mientras se chupa. Parece se sale de este mundo, se siente una
totalmente feliz y satisfecha y no desea nada más. Es una
sensación maravillosa. Es algo inefable. No se siente
ningún dolor, ninguna pena, y le parece a una
transportarse a otro mundo."

FASE ANAL (12-18 meses hasta los 3
años)

De la sensaciones provenientes del aparato excretor el
niño va adquiriendo el control de sus esfínteres,
donde retener y expulsar supone una excitación de las
mucosas intestinales y una voluptuosidad. Comienza a diferenciar
lo que es la pasividad y la actividad y a desarrollar su primera
represión de sus posibilidades de placer (no puede hacer
sus necesidades en cualquier sitio) y un modo de relación
con el exterior (recibe atención por parte de la madre).
El niño considera los excrementos como parte de su cuerpo
y les da la significación de primer regalo, con el cual
puede mostrar su docilidad a las personas que le rodean o su
negativa de complacerlas. Supone una de la raíces del
estreñimiento tan frecuente en los neuróticos, que
poseen usos y ceremonias mantenidas por ellos en el más
profundo secreto. En los neuróticos hay una gran cantidad
de trastornos digestivos.

FASE FÁLICA (3 hasta 6
años)

Las sensaciones de placer que emanan en esta zona
acontecen en su más temprana infancia (en los
baños, cambios de pañal, contacto con las
secreciones..) y conllevan a un deseo de repetición. El
pudor, la repugnancia y la moral aún no están
constituidas en esta época infantil, por lo que es
frecuente el placer de mostrar su cuerpo desnudo, que se acoge
además a su curiosidad de ver los genitales de otras
personas.

Hay una aproximación a la constitución
definitiva de los instintos parciales (la boca, el ano..) y su
subordinación a la primacía de los genitales, pero
aún no han alcanzado la madurez suficiente para la
reproducción.

En esta fase acontece el llamado Complejo de Edipo,
importantísimo pasaje para el sujeto psíquico, pues
va a actuar como máquina hominizante (el cachorro humano
entra en la civilización), donde se instaurará la
instancia inconsciente, preconsciente y consciente. Digamos que
va a separar al niño en su imaginario, de esa
célula narcisística madre-hijo, se va a desatribuir
toda esa totipotencia que se le atribuye a la madre.
Entrará así en el mundo. A través de la
amenaza de castración (por la masturbación, aunque
la amenaza no se haya expresado de una manera directa, por esos
deseos sexuales hacia la madre), el niño teme la
pérdida de su más preciado órgano. Aunque en
un principio tanto los niños como las niñas
creían que todas las personas poseían el mismo
órgano, tras sucesivas contradicciones (imaginan que a las
niñas ya le crecerá) y sucesivas luchas interiores,
no pueden más que sucumbir ante esta supuesta evidencia:
las niñas están castradas. El niño entonces
se identifica con el padre por esa angustia de la
castración y en la niña surge la envidia del pene y
la identificación con la madre, al tiempo de cierta
hostilidad hacia ella por esta carencia.

En su investigación sobre de dónde vienen
los niños, motivada bien por el instinto de saber (sobre
los 3-5años) y por la posible aparición de un
hermanito, el niño cree que por medio de la ingesta
(proveniente de la etapa oral) la madre quedó embarazada y
que, posteriormente, lo expulsará por el recto (fase
anal), esto es, la teoría de la cloaca, por lo que
fantasean con la posibilidad de que a ellos también le
ocurra. Después van a creer que los sacan por la barriga,
como el cuento de caperucita roja.

El complejo de Edipo es el complejo nodular de la
neurosis y constituye el elemento esencial del contenido de estas
enfermedades. En este periodo el Edipo sucumbe a dolorosas
desilusiones, ya que está fundado en un desencuentro
inicial, ama y odia a ambos padres de manera ambivalente y
también los desea, por lo que se topa con una absoluta
imposibilidad.

Lo importante no son las excitaciones sexuales que el
individuo hubiera experimentado en su infancia, sino sobre todo
su reacción a tales impresiones (fantaseadas o no) y el
haber respondido o no a ellas con la represión. El
neurótico adulto trae consigo desde su infancia cierta
medida de represión sexual que se exteriorizaba luego bajo
la presión de exigencias de la vida real.

PERIODO DE
LATENCIA

Acontece a partir de los 5 ó 6 años, donde
esa producción de la excitación sexual sufre una
detención (por haber sido reprimida en el Complejo de
Edipo), por un lado se forman mediante la represión
reacciones para la construcción de posteriores diques
sexuales y por otro, aquellos componentes sexuales destinados a
formar sentimientos sociales.

LA METAMORFOSIS
DE LA PUBERTAD (11-12 años)

El instinto sexual del adulto queda originado por la
reunión de muy diversos impulsos de la vida infantil, en
una unidad, una sola tendencia a un solo fin, el de la
función reproductora. No es hasta esta fase que hay una
diferenciación sexual en cuanto a la elección de
objeto, femenino, masculino, exento en la etapa infantil, debido
a que la preferencia es la forma pasiva o autoerótica de
los instintos sexuales (pasivo corresponde a la posición
femenina y activo a la posición masculina) iguales en
ambos sexos.

La normalidad de la la vida sexual se
produce por la confluencia de las dos corrientes dirigidas sobre
el objeto sexual y el fin sexual, la de ternura y la de
sensualidad. Digamos que el instinto sexual se pone al servicio
de la función reproductora. Sigmund Freud en su texto
"Sobre una degradación general de la vida erótica",
refleja esta cuestión en determinados hombres donde estas
dos corrientes, la cariñosa o de ternura y la sensual no
han llegado a fundirse, por lo que sólo desean a las
mujeres que no aman e incluso degradan y por las que sostienen
una gran inclinación amorosa y respetan, no las desean.
Este es un trastorno por el que frecuentemente se acude a
consulta y afecta a individuos de naturaleza intensamente
libidinosa pero que en el acto sexual, sus órganos
rehúsan a colaborar, es la denominada impotencia
psíquica. Se observa cómo no es un problema
exclusivo del aparato reproductor, sino que tienen que ver con
cómo se relaciona el individuo en otras parcelas de su
vida. Así, un hombre impotente indudablemente lo
será también en otros aspectos en sus relaciones
(trabajo, amistad…). Una mujer frígida en lo genital
también le sucederá en otras esferas de su vida. De
ahí frases como "estrecha de mente", "no me entra en la
mente". Digamos que el sujeto se posiciona en esta postura ante
todo lo que le rodea. Vemos claramente cómo todos los
aspectos del ser humano están tocados por la
palabra.

Las cuestiones infantiles no resueltas van a
sobredeterminar las relaciones con los demás. Nos vamos a
posicionar cada vez en el complejo de Edipo (esa relación
primigenia) que se va a ir repitiendo a lo largo de la vida como
modelo primordial de relación, marcando las pautas del
presente. Así podemos ver problemas con la autoridad (por
ejemplo personas que continuamente tienen problemas con sus
jefes), problemas con la pareja, con la elección de la
misma (por ejemplo, personas que eligen objeto amoroso
únicamente en función de ese triángulo
edípico, es decir, que ya estén en pareja con otra
persona o búsqueda de parteners que conlleven a
situaciones sádico-masoquistas…), en la
amistad…

Reprimir la investigación sexual infantil trae
como consecuencias un pensamiento también reprimido en
general (como vino sucediendo con la mujer durante siglos) y una
manifestación en forma de síntomas. Al ocultarle lo
sexual sólo se consigue privarle de la capacidad de
dominar intelectualmente aquellas funciones para las cuales posee
ya una preparación psíquica y una
disposición somática.

CASO DE SIGMUND
FREUD SOBRE UNA NEUROSIS OBSESIVA

"Una paciente de 30 años tenía un acto
obsesivo por el que repetía una y otra vez esta secuencia:
corría hacia una habitación, se ponía frente
a una mesa, donde había una gran mancha roja, llamaba a la
sirvienta de manera que se situara delante de esa mancha y le
daba una orden cualquiera o a veces ninguna y luego la invitaba a
salir. Después de nuevo corría a la
habitación primera. Consultada sobre el sentido que
tenía aquello, ella aseguraba no saber nada.
Recordó en el transcurso del tratamiento un hecho ocurrido
hacía más de 10 años atrás donde en
su noche de bodas su marido, un hombre mucho mayor que ella e
impotente, hizo varias tentativas para consumar el acto sexual,
recorriendo desde su habitación a la de ella sin
éxito. Por la mañana dijo "Es como para que uno
tenga que avergonzarse frente a la criada cuando haga la cama" y
volcó un frasco de tinta roja en las sábanas, pero
no justamente en el sitio donde hubiera tenido derecho a exhibir
para no poner en duda su virilidad.

En este recuerdo se encuentra una parte de
la acción obsesiva: correr de una habitación a
otra. La paciente agrega que en el tapete del escritorio frente
al cual ella se para hay una mancha. Entonces Freud interpreta la
identificación de la mujer al marido, al hombre y la
sustitución de la sábana por el tapete y de la cama
por la mesa. Sustitución facilitada porque mesa y cama
juntas simbolizan matrimonio. Ella fue repitiendo y
'perfeccionando' la escena para rectificar la penosa experiencia
real (su noche de novios) y el sentido del acto obsesivo
resultó que expresaba un deseo: el marido no tiene que
avergonzarse ante nadie, pues no es impotente, de manera que
hacía que la criada se situara en el lugar justo para que
pudiera ver la mancha y ella se identificaba en este acto con el
marido, que ya no tenía por qué avergonzarse, pues
la mancha estaba en el sitio correcto. Como análogamente
lo haría un sueño, figura este deseo como cumplido
dentro de una acción presente, en el
síntoma."

En los adultos vemos cuán enrevesadas pueden
llegar a ser las relaciones y los motivos por los cuales se
instauran patologías diversas. Por ser sujetos
psíquicos somos complejos y, en ocasiones, las lecturas de
las situaciones no son reales, sino que están
teñidas por la conciencia que por ser meramente
perceptual, es ciega a lo que realmente acontece. Todo lo
referente a la familia (padre, madre, hermanos, ideología
familiar…) van a jugar un papel importantísimo en la
elección de pareja y sus conflictos, siempre en
correspondencia con algún aspecto inconsciente de esta
relación primigenia, cada uno está tocado por ello.
La sexualidad es un estado de equilibrio que guarda
relación con el bienestar dentro de la pareja. Cualquier
problema que produzca desacuerdos dentro de la pareja,
directamente afectará a la vida sexual, nuevamente vemos
cómo está tocado por la palabra. Conflictos que no
se saben gestionar, porque en realidad ¿a quién
están reprochando, con quién se discute? Vemos que
con algún modelo familiar.

Cuando los afectos se ocultan, se viven en silencio,
repercuten de manera que en el ámbito sexual aparecen
síntomas (frigidez, impotencia por ese rencor y hostilidad
inconscientes o venganza) o hay una ausencia de las relaciones.
Las faltas de deseo nunca son verdaderas, los sujetos somos
deseantes, entonces no se apaga el deseo, simplemente es
desplazado en el síntoma sexual.

Hay hombres que son impotentes a la hora de amar o
querer, con dificultad para establecer relaciones sentimentales
duraderas, que denotan un apego infantil hacia la figura materna,
con relaciones ambivalentes de amor odio hacia ella. Se refleja
en un desprecio hacia la mujer, hacia la que sólo tienen
interés sexual o búsqueda de comodidad. Suele ser
la mujer la que lo abandona, comenzando un nuevo ciclo con otra
mujer. Su líbido está fijada a esa relación
edípica infantil con la madre, por lo que no pueden
transferirla a otra mujer (siempre en un plano
inconsciente).

Estos procesos y patogenias en las personas van a tener
una lectura real, diferente individualizada porque cada caso es
diferente, de la mano del psicoanálisis, por tener en
cuenta lo que realmente acontece y está sobredeterminando,
porque todos deseamos las mismas cosas, tan sólo nos
diferenciamos en la diferente manera de renunciar, de poner en
escena, de llevar adelante nuestros deseos.

En palabras de Sigmund Freud una persona
sana es capaz de amar y trabajar, por lo que lo normal de la
sexualidad esta muy lejos de constituir una norma.

El sexo no cae, se puede deformar,
transmutar, esconderse, disfrazarse pero el sexo no cae (Miguel
Oscar Menassa)

 

 

Autor:

Laura López

psicóloga-psicoanalista

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter