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La -solución final- al problema de la deuda (página 4)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

En realidad, este nuevo dinero suele ir
primero hacia los mercados financieros o al propio Gobierno
(pensemos en la política del quantitative easing de la
Reserva Federal, por la cual se ha impreso dinero para comprar
deuda del Tesoro o bonos hipotecarios a la banca). El siguiente
gráfico muestra la correlación entre las medidas
extraordinarias de la FED y el principal índice de
materias primas a nivel internacional (ECRI Commodity Price
Index):

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Fuente: Bloomberg

En el primer caso, se generan aumentos en los precios de
los activos financieros, o como llevamos viendo desde hace
tiempo, subidas sostenidas en el precio de las materias primas
(commodities). Como argumenta Reisman, dado que los agentes que
más operan en los mercados financieros "son
mayoritariamente individuos ricos", son éstos los
principales "beneficiarios de las sustanciales ganancias de
capital". Así es como se instrumenta la
redistribución de rentas a través de la
inflación, donde son los financieros quienes mayor tajada
suelen sacar.

Dado que una mayor igualdad en la distribución de
la renta es una de las demandas persistentes del electorado en
cualquier país, resulta cuando menos paradójico que
la política monetaria se oriente de una forma tan
expansiva, de modo que sus consecuencias son las contrarias a las
que desean los ciudadanos.

Pero, más allá de la teoría, existe
una evidencia empírica de que constituye un factor
regresivo en la distribución de la renta, favoreciendo a
los segmentos de mayores ingresos y perjudicando a los de
menores. Estos estudios empíricos se oponen a creencias
ampliamente difundidas en épocas anteriores, en que se
asociaba la estabilidad propiciada en los precios por el
patrón oro al interés de las clases más
adineradas, durante la época de vigencia de este
patrón.

En los últimos dos años
(2009-2010), como consecuencia de las medidas monetarias
ultraexpansivas aplicadas por los bancos centrales de medio
mundo, se ha ido generando una inflación de activos
significativa, especialmente en materias primas e instrumentos
financieros. Dado que este tipo de activos son
desproporcionadamente propiedad de los segmentos superiores de la
renta, nos encontramos con que el incremento de la riqueza
observado en este período se está focalizando sobre
todo en estos grupos de la población, provocando con ello
un incremento en la desigualdad en la riqueza y en las rentas, ya
que las rentas del capital aumentan mucho más
rápido que las del trabajo, debido a este incremento del
valor del capital subyacente propiciado en parte por la
política monetaria de los bancos centrales.

Asimismo, se pueden mencionar los
rescates masivos de los gobiernos occidentales al sistema
bancario y a sus acreedores. Además de que esto genera una
mayor despreocupación y relajación ante la toma de
riesgos financieros futuros, también significa un trasvase
de fondos desde el contribuyente medio a las capas de renta y
riqueza más favorecidas; del Main Street a Wall Street, en
términos de Estados Unidos.

Perjudica al contribuyente

Aunque suele aducirse en favor de estos rescates que, de
no haberse llevado a cabo la clase media también se
hubiera visto muy perjudicada, lo cierto es que sí que
había alternativa al rescate público indiscriminado
de la banca.

Por otro lado, la política de tipos de
interés en mínimos que mantiene Ben Bernanke al
mando de la Reserva Federal (FED) en Estados Unidos -y que
Trichet en el BCE parece haber empezado a dar marcha
atrás-, está suponiendo pingües beneficios a
la banca norteamericana.

Según denuncia el prestigioso economista Axel
Leijonhufvud, esta política supone un subsidio oculto a
gran escala hacia la banca. El mecanismo es el siguiente: la FED
concede a los bancos créditos a una tasa de interés
cercana al 0%. Gran parte de estos fondos no fluyen hacia
préstamos a empresas o particulares sino que o son
atesorados como reservas en exceso o son utilizadas para adquirir
bonos del Tesoro norteamericano que proporcionan alrededor del
3-4% en intereses. En contraste, los ahorradores que tienen su
dinero en depósitos bancarios apenas obtienen rentabilidad
de sus ahorros por estos bajos tipos de
interés.

Inflación de materias primas y
alimentos

Como sostiene Leijonhufvud, "este
considerable subsidio al sistema bancario es soportado en
última instancia por los contribuyentes", y
continúa denunciando esta estrategia: "Ni el subsidio, ni
la carga fiscal se ha votado por el Congreso", poniendo de
manifiesto a las claras cómo en ocasiones la democracia
queda en papel mojado, especialmente cuando están por
medio, los bancos centrales.

Por si todo esto no fuera poco, otro de
los efectos de masiva inyección de liquidez en los
mercados ha sido el de contribuir al notable incremento de los
precios de las materias primas, incluyendo energía, y
alimentos. Como informaba recientemente (marzo 2011) la
organización de la ONU para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), los alimentos son un 37% más
caros que en marzo de 2010.

El impacto de estos aumentos sobre los bienes de primera
necesidad de la cesta de consumo de los ciudadanos ya se
está dejando notar. Como éstos son los bienes
consumidos en mayor medida por los segmentos inferiores de la
renta, estos aumentos de precios afectan más a los
sectores de renta más baja que a las rentas más
altas (que consumen más productos
sofisticados).

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Fuente: Business Insider

Esto ocurre tanto en las diferentes capas de la sociedad
de un mismo país como entre los diferentes países,
afectando así mucho más a los países
más pobres del globo, con los consiguientes efectos de
desestabilización social adicional que ello puede
acarrear, tal y como ocurrió con numerosos disturbios en
países pobres durante 2008.

No en vano, las revueltas que han tenido lugar en el
Norte de África han estado en parte relacionadas con el
creciente coste de los bienes más básicos. Como
dice el analista de The Telegraph Ambrose Evans-Pritchard, la
subida de los alimentos no es la causa última de estas
revoluciones, pero sí ha podido ser lo que ha
desencadenado los acontecimientos.

Un "mea culpa" con la boca pequeña: el BoJ
(que reclama la paternidad de los estímulos monetarios),
culpa de la inflación a la Fed, al BCE, al
BofE…

"Por primera vez, un gran banco central
(Japón) admite que las políticas monetarias
expansivas están alimentando la inflación a nivel
mundial"…
El Banco de Japón señala los
culpables de la inflación: Bernanke, Trichet, King…
(Libertad Digital – 21/4/11)

En la actualidad, existe un gran debate respecto a las
causas de la subida del precio de las materias primas, que
está empezando a afectar a los precios al consumidor
conforme las empresas se ven obligadas a transmitir a sus
productos dicho encarecimiento de costes.

Hay dos posturas opuestas. La primera
exoneraría de toda responsabilidad a los bancos centrales
y sus políticas monetarias expansivas, asignando la subida
de precios al aumento de la demanda, principalmente desde los
países emergentes, y a problemas puntuales de
producción como, por ejemplo, sequías en el caso de
los alimentos o inestabilidad política -revoluciones- en
el caso del petróleo. La segunda, en cambio, acusa
directamente a la banca central de alimentar las presiones
inflacionistas a nivel mundial.

En este sentido, las autoridades monetarias de las
grandes potencias han adoptado diferentes posturas, incluso
discrepando entre ellas. Por un lado, nos encontramos a Janet
Hellen, que forma parte del ala más fundamentalista e
inflacionaria de la Reserva Federal de EEUU (FED). Hellen niega
cualquier tipo de responsabilidad y advierte de que los precios
de las materias primas no van a cambiar un ápice la
política expansiva de la FED.

Desde el BCE, sin embargo, han sido más cautos,
aunque sin apuntar claramente a la causa y origen de la creciente
inflación. Así, el presidente del BCE, Jean Claude
Trichet, ya ha advertido que su política se
centrará en mantener bajo control el auge de precios en la
eurozona, tal y como exige el ala más ortodoxa del
organismo (el Bundesbnak alemán).

Por su parte, el Banco Central de Japón (BoJ),
con una dilatada experiencia en la aplicación de
"estímulos" monetarios, publicó un informe el
pasado marzo (2011) en el que analiza a fondo el actual proceso
inflacionario a fin de detectar el origen del mismo.

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La demanda emergente

En primer lugar, el estudio empieza
remarcando la innegable relación entre el precio de las
materias primas y la creciente demanda como resultado de la
recuperación económica, lo cual se observa en la
correlación existente entre la actividad mundial y los
principales índices de materias primas.

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De este modo, los países emergentes han sido los
protagonistas del reciente aumento de la demanda, con varios
factores agravantes. Por ejemplo, sus economías son menos
eficientes en el uso de las materias primas que las
desarrolladas, lo cual precisa de un mayor consumo de recursos
para generar la misma producción. Esto queda reflejado en
su cuota de consumo energético, que en la última
década no ha parado de aumentar

Además, el consumo de comida representa una parte
mucho más grande de la renta de sus ciudadanos,
produciendo así fuertes cambios en la demanda, con el
añadido de que el progresivo incremento de su capacidad
adquisitiva les permite acceder a alimentos más elaborados
y de mayor calidad -aumento de la demanda de carne, por ejemplo,
y su impacto indirecto en el mercado de cereales-.

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Financiación de las materias primas

Sin embargo, el incremento de la demanda industrial no
explica por sí sola el sustancial incremento de precios
relativos (en algunos sectores) a nivel internacional.
Así, el informe del BoJ muestra cómo durante la
última década las materias primas se han ido
convirtiendo en un vehículo de inversión
común, sobre todo en las economías desarrolladas,
cuando, anteriormente, tan sólo constituían un
mercado relativamente pequeño dentro del amplio mundo
financiero. El mercado, en su constante búsqueda de
diversificación y buenos retornos en el ámbito de
las materias primas -sobre todo, en entornos inflacionarios-, ha
desarrollado numerosos índices y ETF's centrados en este
sector.

En la siguiente gráfica se puede observar la
correlación existente entre la bolsa y las materias primas
en EEUU que, en general, no se produce en el resto del
mundo.

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Este sustancial incremento de inversores en materias
primas afecta, evidentemente, a la formación de precios.
Así, si anteriormente se ha señalado la
correlación existente entre la actividad económica
y el precio de las materias primas, la siguiente gráfica
muestra una correlación aún mayor entre el volumen
de contratos de futuros y el precio de las materias
primas.

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Conclusiones

Una vez analizadas estas variables, el
BoJ admite en su estudio que resulta complicado conocer con
precisión qué porcentaje del aumento de precios
deriva de cada una de ellas. Sin embargo, sí alcanza una
conclusión clara y concisa: la agresiva política
expansiva seguida por los principales bancos centrales del mundo
-encabezados por la FED- desde el estallido de la crisis
financiera internacional en 2008 (tipos de interés bajos,
inyecciones monetarias, monetización de deuda, etc.) ha
ayudado a impulsar el precio de las materias primas al alza, ya
que los tipos históricamente bajos y el exceso de reservas
-como resultado de las masivas inyecciones a la banca- incentivan
el consumo, la especulación y la inversión en
mercados emergentes en busca de mayor rentabilidad.

En concreto, el BoJ destaca que la
especulación financiera sigue los comportamientos de la
oferta y la demanda y puede ayudar a una más eficiente
formación del precio, pero en un entorno de bajos tipos de
interés dicha especulación tiende a desconectar de
la economía real y a formar burbujas.

Así pues, la clave de este
estudio radica en que, por primera vez -y sin que sirva de
precedente- un importante banco central de la talla del
nipón entona el mea culpa al reconocer
explícitamente la responsabilidad de los banqueros
centrales en el alza de precios. Así, de su estudio se
extrae que, ya sea a base de incentivar una demanda manipulada o
una especulación financiera desconectada de las
expectativas del libre mercado, las expansiones monetarias
aplicadas por los bancos centrales han sido un factor crucial en
el aumento del precio de las materias primas.

Es decir, la banca central
está alimentando la inflación mundial, ya que la
caída artificial en tipos de interés negativos
-tasa de inflación superior al tipo de interés-
explica, en gran medida, la huida masiva de dinero hacia materias
primas y metales preciosos, tal y como avanzó Libre
Mercado.

Si bien es cierto que el BoJ entona el mea culpa con la
boca pequeña, también lo es el hecho de que por
primera vez un importante banco central admite la responsabilidad
directa de estos organismos en el alza de precios. Algo
inédito: Trichet (BCE) y King (Banco de Inglaterra) no se
han pronunciado en público sobre esta materia, mientras
que Bernanke (FED) ha negado, una y otra vez, toda
responsabilidad respecto al aumento de la
inflación.

Y ello, pese a que la banca central ya impulsó en
2008 la burbuja del petróleo y lo que evidencian algunos
datos en el actual proceso.

El siguiente gráfico muestra la
correlación existente entre el precio de las materias
primas y el inicio de la compra de deuda pública y bonos
hipotecarios por parte de la FED (quantitative
easing):

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Apocalypse Now
(por lo que se lee, no soy el único que tiene
pesadillas)

– Bolinches: "Pronto veremos que la
hiperinflación arrasa la situación económica
de EE UU… sólo es cuestión de tiempo"
(Negocios.com – 26/4/11)

– Mentiras

"Estar preparado es importante, saber esperar es
aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la
clave de la vida". Arthur Schnitzler. Narrador y dramaturgo
austriaco.

En el pasado ya hemos visto el colapso y
quiebra de países y la actuación del gobierno
siempre ha sido la misma, negación, negación y
negación. Sin embargo llega un momento en que no se puede
continuar escondiendo bajo la alfombra la verdad. En EEUU la
situación se hace cada vez más inestable y por
tanto lo único que queda por concretar es cuándo
(simplemente es cuestión de tiempo) y cómo
(deflación, estanflación o inflación que
termine en hiperinflación). Durante años China ha
estado exportando deflación hacia EEUU gracias a los
menores precios de los productos terminados, sin embargo debido a
la subida en el precio de las materias primas esta
situación puede haber desaparecido e incluso puede que se
haya invertido y por tanto ahora China esté
exportándole inflación a EEUU. Si esto es cierto y
estoy convencido que lo es, entonces pronto aparecerá de
una de las tres formas posibles: estanflación,
inflación o hiperinflación.

Personalmente creo que pronto veremos
que la hiperinflación arrasa la situación
económica de EEUU, ya que a diario veo a la FED encabezada
por Bernanke defenderse de las subidas de las materias primas
diciendo que la "inflación subyacente" todavía
está por debajo del 2% y por tanto todavía pueden
continuar inyectando moneda fiduciaria para estimular la
economía, es decir, si la situación no cambia cada
vez estoy más convencido que veremos la QE3, QE4 y QE5
antes de que se vean obligados a admitir la
verdad. 

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Este gráfico es muy sencillo de entender,
sólo deben fijarse en la línea sombreada vertical
cercana al 2010, esta línea indica el comienzo de la
crisis y la brusca caída que sufrieron los precios de los
productos terminados, sin embargo fíjense como la QE1 y la
QE2 han disparado los precios con una pendiente todavía
superior.

Esta cantidad de dinero sólo puede impulsar al
dólar a la baja y mientras Bernanke continúe a la
cabeza de la FED el Index Dollar sólo tiene un camino,
bajar, bajar y bajar.

Tampoco el FMI niega la evidencia (por si quedara
alguna duda)

– El FMI advierte de que las cuentas públicas de
EEUU se encuentran en una trayectoria "insostenible" (El
Confidencial – 3/5/11)

Las perspectivas presupuestarias de
Estados Unidos son "preocupantes" a pesar de los esfuerzos para
contener el déficit, ya que las finanzas públicas
del país se encuentran en una "trayectoria insostenible",
según advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI) en
un informe.

De acuerdo con las proyecciones presupuestarias de las
autoridades, se prevé que la deuda pública
aumentará desde el 62% del PIB en 2010 a alrededor del 90%
en el ejercicio 2030, y que seguirá aumentando a partir de
entonces debido a las presiones crecientes por el envejecimiento
de la población y el incremento de los costes
sanitarios.

De hecho, "la dinámica de la
deuda presenta una perspectiva aún más
sombría según los supuestos macroeconómicos
más conservadores utilizados por el personal
técnico del FMI", que advierte de que el nivel de deuda
pública de EEUU podría alcanzar hasta el 95% del
PIB en diez años, un nivel similar al que siguió a
la Segunda Guerra Mundial, ejerciendo así una
"presión alcista sobre las tasas de interés tanto
en Estados Unidos como en el mundo".

De este modo, los cálculos del personal
técnico del FMI apuntan que las autoridades
estadounidenses necesitarían adoptar medidas de ahorro por
importe cercano al 2,5% del PIB para cumplir el objetivo de deuda
federal del 77% del PIB en el ejerció fiscal 2021. "Dichas
medidas deberían sumarse a los planes existentes, que
incluyen aumentos de impuestos para los contribuyentes de
ingresos más altos a partir de 2013 y menores concesiones
tributarias para ciertas industrias", recomienda la
institución…

"Helicopter" Ben supera a "burbujita" Greenspan (y
marche otra dosis de QE)

Alan Greenspan recibió un aluvión de
críticas por dejar los tipos bajos durante demasiado
tiempo, lo que pudo sembrar la semilla de la crisis
actual.

"El voto en contra a la decisión pertenece a
Thomas M.Hoenig, que considera que continuar creando las
expectativas de tipos de interés bajos durante un extenso
periodo no supone una garantía, porque podría
generar desequilibrios futuros e incrementar los riesgos a largo
plazo para la economía y la estabilidad
financiera".

Éste es un fragmento del comunicado de la
Reserva Federal del pasado 16 de marzo de 2010 que hace
referencia a la postura adoptada por el presidente de la Fed de
Kansas sobre la decisión de la institución de
mantener el precio del dinero sin cambios. Y a día de hoy,
sigue en mínimos históricos en un rango de entre el
0% y el 0,25%, después de que así lo decidiera la
institución en la reunión de la semana
pasada"…
La etapa de tipos bajos en EEUU de Bernanke
superará a la de Greenspan (Expansión –
4/5/11)

Ben Bernanke tomó el testigo de la presidencia de
la Reserva Federal el 1 de febrero de 2006 e inició el
ciclo de bajadas de tipos en septiembre de 2007, como
consecuencia del efecto del estallido de la crisis
subprime.

El precio del dinero alcanzó su nivel más
bajo de la historia en diciembre de 2008, tras la quiebra de
Lehman Brothers, y, según matizó el presidente en
la rueda de prensa de finales de abril (2011), no piensa moverlos
hasta, al menos, septiembre de este año (2011). Esto
significa que Bernanke habrá mantenido los tipos de
interés en niveles inusualmente bajos durante más
de dos años y medio.

Bernanke relevó al histórico Alan
Greenspan, que se estuvo casi 20 años en el cargo.
Greenspan mantuvo los tipos entre un rango del 1% y el 1,75%
desde diciembre de 2001, tras el pinchazo de la burbuja puntocom
y los ataques a las Torres Gemelas del 11-S, hasta junio de
2004.

Es decir, durante dos años y
medio, por lo que la etapa de tipos bajos de Bernanke va a ser
aún más larga que la del propio Greenspan, cuando
muchos críticos le han culpado a este último de
sembrar la semilla de la burbuja de activos que provocó la
crisis de las hipotecas subprime y de alto riesgo y la posterior
tormenta financiera. El gestor estadounidense de hedge funds,
William A. Fleckenstein, por ejemplo, le dedicó un libro
que tituló "Greenspan"s Bubbles" ("burbujas de
Greenspan").

Pese a que el escenario sea diferente al de la etapa de
Greenspan, lo cierto es que poco a poco se suman las voces que
alertan del peligro de la actual política acomodaticia de
Bernanke. "A Bernanke se le ha criticado menos (por ahora) porque
siempre es fácil criticar a toro pasado, una vez
explotó la burbuja, como es el caso de
Greenspan.

Se puede asegurar que si la burbuja que se está
inflando ahora explota, se criticará a Bernanke de igual
modo", apunta Ángel de la Fuente, country head de Kepler
Capital Markets en EEUU. De la misma manera Philip Shaw,
economista de Investec, alerta sobre "los riesgos de que lo que
ocurrió con Greenspan suceda de nuevo con Bernanke". Pero,
añade que "no es obvio que en estos momentos haya una
burbuja, cuando los precios de algunos activos, como el de los
hogares, todavía están cayendo".

Una muestra de que ahora preocupan más otros
asuntos que una posible burbuja, como la política fiscal,
la inflación, el empleo, materias primas y los efectos del
quantitative easing (programa de compra de deuda para estimular
el crecimiento), es que la palabra bubble no se pronunció
en ningún momento durante la conferencia de Bernanke de
finales de abril (2011), la primera de la historia de la
institución.

Tampoco ningún medio preguntó al respecto.
Pero lo cierto es que Bernanke tiene otro reto importante por
delante: un balance lleno de billones de deuda pública.
Greenspan no se subió al helicóptero para tirar
billetes desde el cielo, pero Bernanke no debería
estrellarse.

Frente a frente

La dura etapa de Greenspan…

Su historia es muy larga: vivió el crack
bursátil de 1987, dos recesiones, el fin de la mayor
burbuja bursátil de la historia, el 11-S, la crisis
cambiaria de México -el "efecto Tequila"-, la gran crisis
asiática y la rusa, la multiplicación por tres de
los precios del petróleo… Crisis y más
crisis.

Ese intenso paso de acontecimientos durante sus casi 20
años al frente de la Fed le hicieron blanco de un
sinfín de críticas. Aunque precisamente con esas
dos décadas justifica su política monetaria
superexpansiva por la que entre enero de 2001 y junio de 2003
recortó el precio del dinero del 6,5% al 1%, el nivel
más bajo, entonces, desde 1958.

y el futuro de Bernanke

Dicen sus críticos que es muy fácil
analizar la historia con tanta distancia. Que comparar la
trayectoria de Alan Greenspan con la suya sería sencillo
si no fuera porque él aún preside la Fed. Si fuera
un partido de fútbol, Bernanke ha vivido una
recesión; Greenspan, dos.

Pero el partido no está tan perdido si se tiene
en cuenta que la crisis que vive la Fed actualmente es la peor en
siete décadas. Y estuvo a punto de convertirse,
según el propio equipo de Obama, en la más grave de
la historia. Con un paro instalado en cerca del 9%, un PIB que
defrauda y un IPC temeroso del crudo, Bernanke tiene encima hoy
todas las miradas.

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Memorias de
África (a verlas venir)

Del África blanca (¿emergente o
sumergente?)…

Recuerdo cuando, dando clases de economía en
una Escuela de Negocios en España (1995) utilizaba algunos
billetes argentinos y su secuencia evolutiva, para demostrar, a
los sorprendidos alumnos (europeos), el efecto monetario de la
inflación. Más o menos (con la correspondiente
dramatización), el relato era así:

… A fines de los 40 empezó a acelerarse
la inflación. Para 1969, se había hecho muy
incómodo el manejo monetario, con billetes cuyo mayor
valor alcanzaba los 10.000 pesos m/n. Entonces se lo
reemplazó por el peso ley. Esta línea
unificó el tamaño imitando al dólar
norteamericano: hasta entonces, a mayor valor también era
más grande el tamaño de los billetes. El nuevo peso
tuvo como diseño paisajes turísticos, lo que fue
toda una novedad. Y le correspondió el honor de ser la
línea monetaria que tuvo billetes del mayor valor
histórico en el país: 1.000.000. Del peso ley al
peso argentino, la línea del peso ley duró 13
años y medio. Pero recrudecieron los problemas de manejo
monetario por las altas denominaciones. Así, en junio de
1983 se reemplazó el peso ley por el peso argentino,
equivalente a 10.000 pesos moneda nacional: se eliminaron cuatro
ceros. Para el peso argentino, en lo que hacía al
diseño, se volvió a los próceres y
presidentes. Pero eran años de fuerte inflación (en
1983 fue del 433% y en 1984 de 688%) y la nueva moneda
sólo tuvo vigencia por dos años.

El 15 de junio de 1985 entró en vigencia del
Plan Austral. El austral se convirtió en moneda de curso
legal de la República Argentina el 15 de junio de 1985,
cuando el entonces presidente Raúl Alfonsín
firmó el decreto 1.096, anunciando un nuevo plan
económico (llamado Plan Austral) del entonces ministro de
Economía Juan Vital Sourrouille para contener una
inflación que venía siendo creciente. Su
símbolo era una A con el detalle de que la línea
horizontal era doble.

El plan incluyó la creación de una
nueva moneda, equivalente a 1.000 ($A) (Peso Argentino), a 10
millones de $L (Peso Ley 18.188) y a 1.000 millones de m$n (Peso
Moneda Nacional). En un principio el plan pareció exitoso
para contener el alza de la inflación, pero hacia 1986
comenzó a devaluarse con respecto al dólar y nunca
más logró recuperarse. El austral se llegó a
depreciar un 5.000% anual con respecto al dólar hacia
1989. En 1992 fue reemplazado por una nueva unidad monetaria, el
Peso convertible, a razón de 10.000 australes por
peso.

Originalmente se emitieron monedas por ½, 1,
5, 10, y 50 centavos y billetes por 1, 5, 10 y 50 australes. Pero
a medida que la inflación fue avanzando, se empezaron a
emitir valores muchos más grandes. Se llegaron a emitir
monedas de 1.000 australes y billetes de 500.000 australes. Una
curiosidad es que en los años 1989 y 1990, debido a las
fuertes devaluaciones, debieron emitirse billetes provisionales
de emergencia de 10.000, 50.000 y 500.000, que consistían
en utilizar el diseño de Pesos Ley 18.188 resellados a
australes…

Entonces llegaba el momento estelar: mostrar algunos
de los billetes. Gran sorpresa y alarma del personal (nunca
habían tenido en sus manos un billete de 100.000 ó
1.000.000 de unidades monetarias).

Luego venía la esperada pregunta de los
alumnos (europeos): ¿Y qué se podía adquirir
con un billete de 100.000 unidades en la Argentina
hiperinflacionaria?

Mi respuesta (lamentable respuesta) era: muy, muy,
poco, tal vez algo de comida (y no mucha). Si comes, no
fumas… y si fumas, no comes. O sea…

La Hiperinflación argentina de 1989 fue un
aumento de precios desmedido en los productos, que decantó
en la renuncia del presidente Raúl Alfonsín y en
una transición adelantada al presidente electo Carlos
Menem.

Con la desaparición del Austral, miles de
personas pasaron hacia la pobreza: la hiperinflación "se
devoró salarios, generó revueltas, impulsó
saqueos y terminó por destronar al primer Gobierno desde
la vuelta de la democracia".

"La hiperinflación abrió un surco
profundo en la mentalidad colectiva: angustia, impotencia y
búsqueda desesperada de soluciones que alivianaran tan
pesada carga".

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Evolución de la pobreza durante el gobierno de
Alfonsín.

La hiperinflación de 1989, llevó la
pobreza de 25% a comienzos de 1989, al récord
histórico de 47,3% en octubre del mismo
año.

… Al África negra (¿el
continente de las oportunidades?)

Para aquellos que son coleccionistas o le gustan las
emociones más fuertes, les ofrezco otra alternativa
(más surrealista, si ello es posible).

En Zimbabue, un billete de 100 billones (millones de
millones) de dólares locales vale unos US$
5.

Esa es la tasa de cambio para el billete de
más alta denominación del país africano, el
mayor jamás producido para una moneda de
circulación legal, y símbolo nacional de una
política monetaria descontrolada. En determinado momento
de 2009, un billete de 100 billones no alcanzaba para comprar un
pasaje de autobús en Harare, la capital del
país.

Desde entonces, el valor del dólar de Zimbabue
ha subido. No en el país, donde la moneda ha sido
abandonada, sino en eBay.

Los billetes son codiciados entre coleccionistas de
monedas y compradores de novedades, y se venden hasta a 15 veces
el valor oficial en circulación. En la década
pasada, el presidente Robert Mugabe y sus aliados intentaron
apuntalar la economía -y su gobierno- imprimiendo
rampantemente dinero. El resultado fue una hiperinflación
alimentada con billetes con más ceros.

El billete de 100 billones de dólares
zimbabuenses, que circuló por apenas unos meses antes de
que la moneda fuera oficialmente abandonada en el país en
2009, representaba el límite diario que se permitía
a la gente retirar de sus cuentas bancarias. Los precios
subieron, causando caos.

La inflación desenfrenada obligó a los
zimbabuenses a hacer fila para comprar pan, pasta dental y otros
productos básicos. Con frecuencia, llevaban bolsas
más grandes para su dinero que para los pocos
artículos que estaban en condiciones de
comprar.

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Hoy, todas las transacciones son en monedas
extranjeras, principalmente en el dólar estadounidense y
el rand sudafricano. Pero los billetes sin valor de Zimbabue son
valiosos, al menos fuera del país.

"La gente los muestra y hace chistes acerca de
cuándo ocurrirá eso aquí", dice David
Laties, dueño de Educational Coin Company, un vendedor
mayorista de monedas en Nueva York.

Los comerciantes lo suficientemente inteligentes como
para comprar los billetes de mayor denominación de
Zimbabue mientras estaban en circulación están
ahora disfrutando de su inversión. Laties gastó US$
150.000 comprando billetes de gente en Sudáfrica y
Tanzania con experiencia en sacar el dinero y otro cargamento
clandestino de Zimbabue. Al intuir que los últimos
dólares del país africano "serían los
mejores billetes hasta la fecha" en el mercado de coleccionistas,
pagó por adelantado US$ 5.000 a alguien que se
comunicó con él por Internet. "Funcionó",
dice. "Recibí mis billetes".

El presidente de la Comisión de Presupuesto de
la Cámara de Representantes de EEUU, Paul Ryan, y John B.
Taylor, economista de Stanford, están entre los nuevos
dueños de dólares de Zimbabue. Ambos guardan un
billete, mostrándolo en momentos oportunos como prueba de
las ramificaciones más extremas de la inflación.
"Ningún economista monetario que se respete sale sin un
billete de 100 billones de dólares", dice Taylor con una
sonrisa.

Post data: La hoja de ruta de Ben Bernanke (el que
quiera creer, que crea y el que no su razón
tendrá)

¿Le
compraría un auto usado a Bernie? Así y
todo… dirige la Fed (ex cathedra)

Sombras de luz con las que Bernanke nos ha ido
iluminando en estos años:

En octubre de 2005, en un momento en que
el sector de la construcción estaba en su apogeo en EEUU,
afirmó con solemnidad que en realidad no existía
ninguna burbuja inmobiliaria, y por tanto, las preocupaciones
sobre esta cuestión estaban infundadas.

En esa misma ocasión
achacó el incremento del 25% en los precios de la vivienda
a factores reales, como el crecimiento de empleos, de ingresos y
de nuevas familias.

Añadió, además, que
"un enfriamiento moderado en el mercado inmobiliario, en el caso
de que esto ocurriera, no sería incompatible con el
mantenimiento del crecimiento económico cercano a su nivel
potencial en el año que viene".

Por si esto no fuera poco, agregó
que los efectos económicos de una caída en los
precios de los activos "no depende tanto de la gravedad de la
caída misma como de la respuesta de los encargados de la
política económica, en particular, los bancos
centrales". Si fuera esto cierto, ahora estaríamos
creciendo a tasas estratosféricas.

En el año siguiente, Bernanke ignoró
totalmente los riesgos de las hipotecas subprime. Por ejemplo,
cuando habló acerca de la situación de la
economía ante el Congreso estadounidense en el verano de
2006, no hizo ninguna mención a posibles tensiones futuras
ni desequilibrios presentes. Conviene recordar que en ese mismo
verano se produjo el pico de la burbuja inmobiliaria. Los precios
de la vivienda no hicieron más que bajar desde
entonces.

En el verano de 2007 empezaron a florecer las primeras
semillas que alertaban de problemas. Sin embargo, Bernanke
permaneció impasible: "Parece improbable que los problemas
del sector subprime se trasladen seriamente a la economía
agregada o al sistema financiero", declaró el 5 de junio
de este año ante la International Monetary Conference. A
estas atinadas predicciones podríamos agregar su
estimación, en febrero de 2008, de que la
recuperación en el sector inmobiliario tendría
lugar a fines de ese año.

Después de los dos primeros años de
turbulencias y su más que demostrada nula capacidad de
predicción, Bernanke aún se permite el lujo de dar
lecciones al mundo explicando los orígenes de la crisis en
el exceso de ahorro de los asiáticos.

Declaraciones en 2009:

14 de abril: El presidente de la Reserva Federal de
Estados Unidos (Fed), Ben Bernanke, ha coincidido este martes con
el presidente del país, Barack Obama, en su
percepción de que hay ciertos indicios de que la
recesión se puede estar suavizando.

Bernanke se refiere a algunos
indicadores recientes relacionados con la venta de
automóviles, la construcción de viviendas y el
gasto de los consumidores. Según Bernanke, los riesgos de
inflación han remitido en los últimos meses. No
obstante, contempla la posibilidad de que reaparezcan cuando
comience la recuperación económica.

5 de mayo: "Seguimos augurando que la
actividad económica tocará fondo y repuntará
en el curso de este año", dijo Bernanke ante el
Comité Económico Conjunto de la Cámara de
Representantes y el Senado.

"La recuperación ganará
impulso sólo de forma gradual", afirmó Bernanke,
quien dijo que las empresas "probablemente seguirán cautas
a la hora de contratar". "La tasa de desempleo podría
mantenerse alta por algún tiempo, incluso después
de que se restablezca el crecimiento económico",
alertó. El jefe de la FED habló en un momento en
que han aparecido indicios de una desaceleración de la
caída de la actividad en Estados Unidos.

3 de junio: En un discurso pronunciado
ante la Comisión de Déficit de la Cámara de
Representantes estadounidense Bernanke ha señalado que
"seguimos esperando que la actividad económica toque fondo
este año y que después se levante a finales del
mismo", señaló Bernanke. "Los recientes datos
sugieren que el ritmo de la contracción económica
podría haberse ralentizado".

Bernie: de sospechoso habitual a presunto delincuente
(un diálogo "imperdible")

John Hussman uno de los mejores gestores de fondos y una
de las mentes más brillantes de Wall Street, relató
en una de sus recientes cartas (20/9/10), un duro
diálogo en el Senado americano entre el congresista
republicano Scott Garrett y Ben Bernanke

Garrett: (dirigiéndose a Bernanke) Usted
compró más de un trillón (anglosajón)
de dólares de la deuda de GSE (Government-Sponsored
Enterprises), y hasta ese momento, en circunstancias normales, en
el balance de la FED solo habían los bonos del Tesoro, o
si había algún otro activo, siempre tenían
firmado un pacto de recompra de dichos títulos en su hoja
de balance con un tercero (Repo). Actualmente, en torno a dos
tercios del balance de la FED están en deuda de
GSE.

Bernanke: Así es.

Garrett: Así que de momento están
garantizados – ¿no sabemos realmente si son deuda soberana
o no – pero sí que están garantizados por el
gobierno de los EEUU, pero sólo hasta cuando lo
están? 2012, ¿verdad? Después de eso, el
Congreso podría tomar otra decisión, y entonces
llegados a ese punto, posiblemente estos activos – dos tercios de
su balance – no estarían garantizados por el gobierno
federal. Vamos a ver…. usted no tiene una… ¿tiene
usted un pacto de recompra en esos activos, firmado con
alguien?

Bernanke: No sé qué quiere decir con un
acuerdo de recompra. Somos dueños de dichos
valores.

Garrett: Usted es el propietario de esos valores,
¿no es así? Así que no hay pacto de recompra
con alguien externo, para volver a recomprarlos. Son de su
propiedad.

Bernanke: Cierto.

Garrett: Así que después de 2012, si ya no
fuesen garantizados, ¿es justo decir que es posible que en
ese momento la FED estaría aplicando una política
fiscal, que sería básicamente la creación de
dinero? Y sé que usted estaría de acuerdo en que
este sería un actuación inconstitucional de la FED,
al participar en la política fiscal – Entonces,
¿dónde vas a estar usted en 2012 si hay que aplicar
una quita (pérdida) porque estos activos ya no
estarían garantizados?

Bernanke: Bueno, en primer lugar desde la perspectiva
del gobierno, yo, ehhhh, como un acto que, ehhhh, la Reserva
Federal podría perder el dinero que el Tesoro
podría ganar. No habría ningún cambio
(pérdida o ganancia), en términos consolidados en
la posición del gobierno de EEUU… En segundo lugar, el
acto de la Reserva Federal explícitamente
da…

Garrett: ¿Cómo podríamos estar
nosotros ganando? ¿Cómo estaría el Tesoro
ganando?

Bernanke: Bueno, si hay una hipoteca impagada y el
Tesoro… se debe aportar pongamos $10, si el Tesoro se niega a
hacerlo, entonces la FED perdería $10, por lo que de una u
otra manera el gobierno va a perder $10. Pero sólo quiero
decir dos cosas, una es que creo que, eh…

Garrett: ¿Pero si usted no los hubiera comprado
en su día, nada de esto habría ocurrido? No se
habrían creado estos $10. Ahora como usted los
compró, en esencia, si no los respalda, entonces usted
tendrá que crear adicionalmente $10.

Bernanke: Bueno, espero que no suceda, porque creo que
es muy importante para la estabilidad financiera y la confianza
que nosotros, que nosotros le garantizamos…

Garrett: Vamos a jugar a que hipotético de que
esto ocurre.

Bernanke: Bueno, entonces la FED podría perder
dinero allí. Sin embargo, permítanme señalar
que la Ley de Reserva Federal, que no ha invocado ninguna de
emergencia o de poderes extraordinarios para comprar esos
organismos. Queda expresamente en la Ley de la Reserva Federal,
que podemos comprar bonos del Tesoro o títulos de las
agencias y por lo que no hicimos nada raro
allí.

Garrett: ¿En qué situación estaban
cuando se los compró? ¿Estaban en tutela en ese
momento?

Bernanke: Um, sí.

Garrett: ¿Es normal que la FED compre valores de
estas agencias cuando están bajo la tutela? ¿Se
había hecho esto antes?

Bernanke: Nunca antes habían estado bajo la
tutela de la administración como ahora.

Garrett: Bueno, ahí lo tenemos. Así que la
práctica habitual no es la que se ha seguido aquí.
Simplemente me parece que podemos haber ido por un camino
diferente al de la historia de los EEUU, donde la Reserva Federal
ha participado en la compra de una garantía, que no es del
Tesoro, que no está garantizado por la plena fe y
crédito del los Estados Unidos de por vida, ni hay
ningún acuerdo de recompra con cualquier otra entidad a la
que la FED le adquirió – y que la FED, en esencia,
podría haber creado dinero (imprimir) si el gobierno
finalmente no lo garantiza. Al menos, esta podría ser la
situación en que nos podríamos encontrar en el
2012.

En resumen yo diría que la bomba
nuclear que estaba en los balances de todos los bancos privados y
entidades financieras como Freddie Mac y Fannie Mae, ha pasado al
balance del corazón del sistema, en el de la FED. Pero no
solo en los USA, el BCE europeo está comprando en el
mercado bonos griegos, portugueses e irlandeses por un lado, y
por otro presta todo el dinero que les pida cualquier banco
privado europeo sin límite, a cambio de Deuda
pública (española por ejemplo) o peor aun
titulaciones de hipotecas empaquetadas que sólo el banco
privado que la crea sabe de su solvencia.

Mentiras y errores al descubierto
(del conundrum de Alan, al oxímoron de Ben)

– Bernanke, el banquero central que
engañó a medio mundo (Libertad Digital –
5/1/11)

El presidente de la FED, Ben Bernanke,
fue alabado como la persona perfecta para afrontar el crash de
2008. Pero parece que a Bernanke se le apaga la estrella. Muchos
le dan la espalda y las críticas empiezan a arreciar desde
todos lados. No es de extrañar si se repasa la
hemeroteca.

(Por Hugo Baldasano)

¿Están siendo injustos y
oportunistas con Bernanke? ¿O realmente se merece las
críticas? El debate se ha repetido por todo el internet
económico, muchas veces como lucha entre diferentes
visiones o escuelas, donde los participantes acaban enrocados.
Para evitar caer en la misma dinámica nada mejor que
juzgar a Bernanke por sus predicciones. Para bien o para mal, el
tiempo siempre pone a cada persona en su sitio.

1. Antes de la crisis

Marzo de 2005

El reciente influjo de capital ha
provocado una subida del precio de la vivienda. Esta subida, a su
vez, ha alentado a las familias a aumentar su consumo. Por
supuesto, el aumento de las tasas de propiedad de vivienda y de
consumo de los hogares son cosas buenas

Discurso para la "Virgina Association of
Economics"

Julio de 2005

Transcripción de las partes más
significativas del vídeo:

Entrevistador: Ben, se habla mucho de una burbuja
inmobiliaria, particularmente, ya sabes (inaudible) de todo tipo
de lugares. ¿Puede darnos su opinión acerca de si
existe o no una burbuja inmobiliaria?

Bernanke: Bueno, sin lugar a dudas, los precios de la
vivienda han subido bastante; creo que es importante tener en
cuenta que los fundamentales son también fuertes. Tenemos
una economía en crecimiento, empleo, ingresos. Tenemos las
tasas hipotecarias muy bajas. Tenemos la demografía
apoyando el crecimiento de la vivienda.

Tenemos una oferta restringida en
algunos lugares. Por lo tanto, es comprensible que los precios
suban algo. No sé si los precios están exactamente
donde deben estar, pero creo que es justo decir que mucho de lo
que ha pasado está soportado por la fuerza de la
economía.

Entrevistador: Dígame,
¿cuál es el peor de los casos? Señor,
tenemos tantos economistas viniendo al programa y diciendo: "Oh,
esto es una burbuja, y va a estallar, y esto va a ser un
verdadero problema para la economía". Algunos dicen que
podría incluso provocar una recesión más
adelante. ¿Cuál es el peor de los casos, si en
realidad los precios bajaran considerablemente en todo el
país?

Bernanke: Bueno, no acepto su premisa.
Es una posibilidad bastante improbable. Nunca hemos tenido una
disminución de los precios inmobiliarios en todo el
territorio nacional. Creo que es más probable que los
precios de la vivienda se desaceleren, tal vez estabilicen:
podría reducir el consumo un poco. No creo que llevara a
la economía muy lejos de su camino del pleno empleo, sin
embargo.

Febrero de 2007

Se espera un crecimiento moderado en el
futuro. Creemos que si el sector inmobiliario comienza a
estabilizarse, y si algunas de las correcciones de inventarios se
completan, hay una posibilidad razonable de que veamos un cierto
fortalecimiento de la economía en algún momento
durante la mitad del año.

Nuestra evaluación es que no hay
indicación en este punto que las cuestiones de hipotecas
de alto riesgo (subprime) se haya extendido a todo el mercado
hipotecario, que todavía parece ser saludable.

Julio 2007

La economía global sigue siendo
fuerte, apoyado por un sólido crecimiento económico
en el extranjero. Las exportaciones de EEUU deberían
crecer aún más en los próximos trimestres.
En general, parece que la economía de EEUU se
expandirá a un ritmo moderado durante el segundo semestre
de 2007, con crecimiento y fortalecimiento en 2008 llegando a una
tasa cercana a la tendencia subyacente de la
economía.

No hay mucho que decir. Bernanke, el chairman de la
Reserva Federal, no vio venir la crisis. Bernanke creía
que la economía funcionaba correctamente y sería
capaz de realizar un pequeño ajuste no traumático
en 2007, para recuperar crecimiento total en 2008.

Aún así, Bernanke fue promocionado en 2008
y principios de 2009 como la persona más capacitada para
entender la economía y afrontar los graves problemas que
la crisis traía. Se hizo mucho énfasis en sus
estudios académicos sobre al Gran
Depresión.

Llegada su renovación en 2009, ante la
oposición de cierta parte del Congreso, personajes de las
finanzas como Warren Buffet o el fondo de inversión PIMCO
salieron a apoyarle. Obama finalmente le confirmó otros
cuatro años al frente de la Reserva Federal (FED), el
banco central más poderoso del planeta.

Las alabanzas a la gestión de la crisis tampoco
fueron escasas:

Ben Bernanke será visto como el mejor chairman de
la Reserva Federal de la historia (…) se le conocerá
como el hombre que evitó la segunda Gran
Depresión.

2. Durante la crisis

La Reserva Federal anunció la primera ronda de
compra de activos, conocida como quantitative easing (QE1), en
noviembre de 2008. La respuesta del presidente de la FED a las
críticas fue asegurar que las medidas eran temporales y su
objetivo era proveer liquidez al sistema financiero. El balance
del banco central se multiplicó casi por tres.

A principios de 2009, declarando en el
Congreso:

La Reserva Federal no monetizará
la deuda del gobierno

Adelantémonos por un momento
hasta noviembre de 2010, cuando en un discurso para inversores el
presidente de la Reserva Federal de Dallas, Richard W. Fisher,
admitió a regañadientes que estaban monetizando la
deuda del Gobierno.

En junio de 2009, la Reserva Federal anunció la
extensión de sus programas de liquidez temporales hasta
febrero de 2010. Hacia finales de año, diciembre de 2009,
con la renovación de Bernanke atascada en el Congreso por
las críticas a sus políticas expansivas, la Reserva
Federal emitió un comunicado donde volvía a
asegurar que las medidas tomadas en 2008 iban a expirar a
principios de 2010. Los tipos de interés no iban a
modificarse.

A la luz de la mejora continua en el funcionamiento de
los mercados financieros, el Comité y la Junta de
Gobernadores prevén que la mayoría de los programas
especiales de liquidez de la Reserva Federal expirarán el
1 de febrero de 2010, en consonancia con el anuncio de la Reserva
Federal del 25 de junio de 2009.

Fue en este momento cuando desde la Reserva Federal se
intentó promocionar el término jobless recovery,
recuperación económica sin disminución del
paro, para explicar la mejora de algunas estadísticas,
pero no cuajó.

2010 llegó y las medidas se
extendieron. En agosto del pasado año, la Reserva Federal
anunció lo que se vino a llamar QE lite. Un nuevo programa
que, básicamente, consiste en usar el dinero de las
hipotecas compradas de los bancos a través del QE1 para
comprar bonos del Gobierno federal, consolidando así la
expansión crediticia inicial. Es decir, Bernanke no
sólo no está retirando las medidas supuestamente
temporales, sino que las está fijando en el balance del
banco central.

Éste es un detalle por el que la prensa
pasó mayoritariamente de puntillas… por una buena
razón. Desde el inicio de la crisis se había
intentado marginalizar a los críticos de la FED y de
Bernanke tildándolos de alarmistas. Se hacía
hincapié en lo ridículo de los argumentos que
aseguraban que Bernanke no tenía intención de
retirar las medidas supuestamente temporales, y que, cuando se
filtrara, el dinero iba a crear una crisis
inflacionaria.

A partir de este momento no se habló más
de retirar las medidas. De hecho, en junio de 2010 Bernanke ya
había mostrado su incredulidad por el precio del
oro:

Yo no entiendo muy bien los movimientos
en el precio del oro

Y eso que su predecesor, Alan Greenspan, se lo
había explicado meses antes:

"El aumento del precio del oro, es estrictamente un
fenómeno monetario (…) una indicación de una
etapa muy temprana del intento de alejarse de las monedas de
papel (…) Lo que es fascinante es la influencia que el oro
todavía tiene para reinar sobre el sistema financiero como
la última forma de pago".

En noviembre de 2010 se anunció
el QE2, más expansión monetaria. La diferencia con
el QE1, donde la Reserva Federal compró bonos del Gobierno
a largo plazo y deuda hipotecaria de los bancos, consiste en que
el QE2 se dedicará exclusivamente a comprar más
deuda pública del Gobierno.

Pero el clima político en EEUU había
cambiado para entonces. La segunda revolución keynesiana
ingeniada por los políticos había fracasado y la
popularidad de Obama no paraba de caer. Las ideas de
contención fiscal y restricción gubernamental
florecían, especialmente de la mano del Tea Party.
Así que cuando Bernanke concedió el pasado
diciembre una nueva entrevista para explicar el QE2
aseguró:

Se repite por ahí el mito de que
lo que estamos haciendo es imprimir dinero. No estamos
imprimiendo dinero.

Sin embargo, en la entrevista que concedió un
año y medio antes para justificar el QE1 dijo:

Entrevistador: "Usted ha estado imprimiendo
dinero?"

Bernanke: "Sí, efectivamente, y
es lo que tenemos que hacer".

Las maniobras lingüísticas
de Bernanke fueron recogidas por el siempre genial cómico
Jon Stewart. La presión podría estar provocando
estos deslices, pero las prestidigitaciones semánticas no
son nuevas para él. Ya en 2006 tuvo este divertido
intercambio con el vicepresidente del Banco Central Europeo,
Lucas Papademos:

Bernanke: "Sería acertado decir
que los agregados monetarios y de crédito no han jugado un
papel central en la formulación de la política
monetaria de EEUU (desde 1982), aunque los políticos
siguen utilizando los datos monetarios como fuente de
información sobre el estado de la
economía".

Lucas Papademos respondía sorprendido:
"¿Es realmente posible que una política descrita
como monetaria sea formulada e implementada sin que el dinero
juegue un papel central? De hecho, la sugerencia de que la
política monetaria puede llevarse a cabo sin la
asignación de un papel destacado al dinero parece ser una
oxímoron". Es decir, una declaración
contradictoria, sino peor, ya que el significado literal de
"oxímoron" es "deliberadamente tonta".

La Reserva Federal lleva ejecutando el QE2 desde su
anuncio, comprando bonos del Gobierno. En la misma entrevista en
Bernanke quiso tranquilizar a la gente:

Entrevistador: "¿Es mantener la inflación
bajo control una prioridad menor de la Reserva Federal en estos
momentos?"

Bernanke: "No, en absoluto, lo que
estamos tratando de hacer es lograr un equilibrio. Hemos sido
muy, muy claros que no vamos a permitir que la inflación
pase por encima de un dos por ciento o menos".

Dado el historial de Bernanke, ¿apostarías
tu dinero en su capacidad o credibilidad de cumplir esta
promesa?

La opinión
de los que apoyan la monetización de la deuda (La
inflación buena)

– Why it is right for central banks to keep printing
(Financial Times – 22/6/10)

(By Martin Wolf)

Monografias.com

Festina lente -hurry slowly- is advice we have inherited
from the ancient Romans. Western policymakers should now take it
to heart. Confronted with huge fiscal deficits, many have
concluded that they should hurry fiscal tightening on as fast as
possible, in the hope that it will prove expansionary. What are
the chances that they will be right? Small, I believe. Moreover,
rather better alternatives are on offer. But their drawback is
that they are unorthodox: alas, many "sound" people prefer
orthodox recessions to unorthodox recoveries.

Why might a sharp structural fiscal tightening promote
recovery? As Harvard"s Alberto Alesina and Silvia Ardagna note in
an influential paper, smaller prospective deficits may improve
confidence among consumers and investors, thereby raising
consumption and lowering risk-premia in interest rates.*
Meanwhile, on the supply side, fiscal tightening may increase
supply of labour, capital or entrepreneurship. The broad
conclusions of their paper are that fiscal adjustments "based
upon spending cuts and no tax increases are more likely to reduce
deficits and debt over gross domestic product ratios than those
based upon tax increases. In addition, adjustments on the
spending side rather than on the tax side are less likely to
create recessions". This line of argument has strengthened the
will of George Osborne, the UK"s new Chancellor of the
Exchequer.

Is it persuasive? In a word: no. The authors group
together data for members of the Organization for Economic
Co-operation and Development between 1970 and 2007. But the
impact of fiscal tightening is going to depend on
circumstances.

A reduction in the fiscal deficit must be offset by
shifts in the private and foreign balances. If fiscal contraction
is to be expansionary, net exports must increase and private
spending must rise, or private savings fall. Thus, experience of
fiscal contraction is going to be very different when it occurs
in a few small countries, not in many big ones simultaneously;
when the financial sector is in good health, not impaired; when
the private sector is unindebted, not highly leveraged; when
interest rates are high, not close to zero, when external demand
is buoyant, not feeble; and when real exchange rates depreciate
sharply rather than remain fixed.

In short, when, as now, the economies affected by
financial sector fragility make up half of the world economy
(indeed, together with the still feeble Japanese economy, close
to 60 per cent); when the most dynamic large economy in the world
-China- is mercantilist; when interest rates are near zero; and
when businesses and households are credit-constrained, the view
that an early fiscal tightening will prove strongly expansionary
is surely heroic. I hope it will be true. But there is little
reason to believe it.

Another study, by the US Committee for a Responsible
Federal Budget, examined the cases of Canada, Denmark, Finland,
Ireland and Sweden. What emerges is the importance of external
demand and, in several cases, of huge exchange rate depreciations
(see chart). Are these successful examples really relevant to the
US and European Union today? I very much doubt it.

Monografias.com

Another study, by the US Committee for a Responsible
Federal Budget, examined the cases of Canada, Denmark, Finland,
Ireland and Sweden. What emerges is the importance of external
demand and, in several cases, of huge exchange rate depreciations
(see chart). Are these successful examples really relevant to the
US and European Union today? I very much doubt it.

Yet another approach is to find a situation that is
indeed quite like today"s. The closest parallel is the 1930s, in
terms of the proportion of the world economy affected by the
crisis, the low interest rates and the disinflationary (or, in
that case, deflationary) background. A study published last year
concluded that fiscal stimulus was effective when tried.** It
follows that fiscal tightening would have been -indeed was-
contractionary at that time.

In current circumstances, the belief that a concerted
fiscal tightening across the developed world would prove
expansionary is, to put it mildly, optimistic. At this stage, I
will inevitably be asked: what is the alternative? If these huge
deficits continue, markets will take fright, interest rates will
jump and the debt dynamics will become truly awful.

I have two responses to this.

The first, one I made a week ago, is that the
deleveraging cycle is generating huge private sector financial
surpluses across the developed world. Unless we expect a shift
into aggregate external surpluses (and corresponding deficits in
the emerging world), these surpluses must now to be invested in
government liabilities. This helps explain why yields on the
bonds of safer governments remain so low.

The second response is that if governments need to run
deficits, to support demand at a time of private sector weakness,
they can always borrow from central banks. Yes, this is "printing
money". It is also an insanely radical policy recommended by no
less insane a radical than Milton Friedman, back in 1948. His
view was that the government could expand the money supply during
recessions and contract it in the subsequent booms. A country
with a fiat currency and a floating currency could, thus,
stabilize the economy without destabilizing credit markets. The
neat thing about this proposal is that one does not have to
decide whether fiscal policy or monetary policy is doing the
heavy lifting: they are two sides of one coin.

The argument for aggressive monetary expansion remains
strong, though not equally everywhere, since the growth of broad
money and nominal GDP is weak (see chart). So Friedman"s policy
of "quantitative easing", as it is called, still makes good
sense. Am I recommending the economics of Robert Mugabe? No. As
in everything else, it is the context that matters. At present,
we have "too little money chasing too many goods". In this
environment, monetary policy must be aggressive. When the economy
recovers, the monetary effects should be withdrawn, via budget
surpluses obtained via long-term control over spending. In the
short term, changes in reserve requirements can offset the impact
on monetary expansion of the rise in deposits of commercial banks
at the central bank. Since, in practice, the money supply is
driven more by the demand for credit than reserves, this may be
unnecessary.

The conventional wisdom is that a strong and
co-ordinated structural fiscal contraction, focused on spending,
will promote the growth of a thousand private blooms. I hope this
will prove true. But I doubt it. Governments should hurry slowly.
If they all hurry quickly, they -and we- may regret it nearly as
soon.

* Large changes in fiscal policy, working paper 15438,
www.nber.org

** Almunia et al, The effectiveness of fiscal and
monetary stimulus in depressions, www.voxeu.org

(Copyright The Financial Times Limited 2010)

¿Trampa de
la liquidez o malas
inversiones? (Libertad Digital –
5/7/10)

(Por William Anderson – Autores Invitados)

Los keynesianos alertan sobre el riesgo
de que la economía de EEUU caiga en la temida "trampa de
liquidez". Según los austríacos, no existe tal
cosa. Tan sólo hay malas inversiones que deben ser
depuradas.

Mucha gente afirma en estos momentos que la
economía estadounidense está en la "trampa de la
liquidez" y que sólo el Gobierno nos puede sacar de esta
situación. Comentaristas como Paul Krugman o Martin Wolf,
del Financial Times, piensan que estamos en una "situación
Keynesiana"; a no ser que el gasto público nos rescate,
estamos condenados a sufrir décadas de estancamiento
económico.

La idea es simple, y atractiva. Según quienes
siguen el análisis Keynesiano, cuando la economía
se ralentiza, debido a una menor demanda agregada por parte de
los consumidores, hay dos formas de "estimularla" para que llegue
al "pleno empleo". La primera es que el banco central baje los
tipos de interés para que así las empresas pidan
más prestado y gasten más.

Sin embargo, ¿qué pasa si los tipos de
interés ya están cercanos a cero y los negocios
siguen sin pedir prestado? En esa situación los
Keynesianos afirman que los individuos y las empresas prefieren
mantener dinero en líquido (atesorar) porque anticipan que
los tipos de interés van probablemente a subir en el
futuro. Cuando eso ocurre, debería emplearse la segunda
prescripción de política económica:
incrementar el déficit y gasto del gobierno para
así aumentar directamente la demanda agregada.

La "política monetaria" y la "política
fiscal", como se denominan en los libros de texto de
economía, son simples y muy populares. Primero, son muy
fáciles de transmitir a los alumnos: los profesores
simplemente convierten el típico gráfico de oferta
y demanda en un modelo de "oferta agregada y demanda agregada"
(AS-AD, en sus siglas en inglés: Aggregate
Supply-Aggregate Demand). En vez de que los precios aparezcan en
el eje vertical y las cantidades en el horizontal, el eje
vertical sobre el AS-AD nos da el "nivel de precios" y el eje
horizontal denota "Y", o el producto interior bruto
(PIB).

El truco para llevar a la economía a la
situación de "pleno empleo" de los recursos es desplazar
la demanda agregada hasta el punto donde la economía se
acerca a la plena "capacidad". Pero una economía atascada
en una "trampa de la liquidez" no va a ver su demanda agregada
desplazada en la buena dirección a través de la
"política monetaria" -es decir, una bajada en los tipos de
interés-.

Por tanto, la única forma de que
la economía sea "rescatada" de este "equilibrio" de baja
producción y elevado desempleo es que los gobiernos pidan
prestado y gasten, incluso, a niveles que podrían
considerarse como imprudentes. Martin Wolf escribía lo
siguiente:

Si la política monetaria es
inefectiva, como puede que sea el caso, la restricción
fiscal debería ser anunciada, pero su
implementación debería ser pospuesta hasta que la
recuperación sea segura. Ya he perdido la fe en la
opinión de que dar a los mercados lo que creemos que
pueden querer en el futuro deba ser la idea dominante en las
políticas. (Énfasis añadido por el
autor).

Otra explicación

Los economistas de la Escuela Austriaca tienen otra
explicación, una que no recurre a la prescripción
de las políticas Keynesianas ni tampoco piensa que exista
tal cosa como una "trampa de la liquidez". La semana pasada
escribí sobre las malas inversiones, que son inversiones
hechas durante la etapa de auge económico que son
insostenibles porque los patrones de gasto de consumo, que en
última instancia determinan las estructuras de
producción en una economía, no permitirán
sostener las inversiones realizadas a los niveles precios. (El
colapso del boom inmobiliario generó la situación
presente.)

Los austriacos piensan que el gobierno realmente retrasa
la recuperación económica al mantener demasiado
bajos los tipos de interés. Primero, el gobierno tiende a
dirigir el nuevo dinero creado por el sistema bancario hacia
aquellas industrias más afectadas, ignorando las malas
inversiones que originalmente las llevaron a esa
situación. Así las malas inversiones permanecen,
extrayendo el capital y los recursos de sectores
económicos que originalmente no estuvieron tan afectados,
para bien durante el boom, y para mal en la posterior
recesión.

Segundo, el economista Robert Higgs señala
cómo el activismo gubernamental para poner fin a la
recesión genera lo que él llama "incertidumbre de
régimen". En sus esfuerzos para "hacer algo", Higgs
sostiene que los gobiernos con frecuencia son hostiles a los
derechos de propiedad privada, lo que desincentiva las
inversiones a largo plazo de empresas sólidas.
Además, el gobierno es todavía más hostil
hacia empresas rentables e individuos exitosos,
diciéndoles que no están "pagando su justa
participación" en los impuestos, haciendo así las
inversiones futuras menos seguras.

La economía norteamericana se recuperó
bien de una grave recesión en los 80, incluso con tipos de
interés de dos dígitos y bajas tasas de
inflación, algo que los Keynesianos descartarían
como imposible. Cierto, el gasto público aumentó en
ese tiempo, pero a una tasa muy lejana de lo que lo ha hecho
estos años pasados.

No hubo una "situación Keynesiana" entonces, y
tampoco la hay hoy. Sólo hay malas inversiones.

(Artículo publicado originalmente en The Freeman
Online. William Anderson es profesor asociado de economía
en Frostburg State University. Columnista semanal de The Freeman
Online. Escribe regularmente en su blog Krugman in Wonderland,
donde somete a crítica cada anotación y
artículo que escribe el Nobel Paul Krugman)

¿Una
época de esperanzas reducidas? (Project Sindicate –
3/8/10)

(Por Kenneth Rogoff)

CAMBRIDGE – Mientras las economías europeas
y de los Estados Unidos siguen esforzándose para superar
la crisis, existe una preocupación cada vez mayor por que
afronten un "decenio perdido" al estilo japonés.
Lamentablemente, demasiados debates se han centrado en lo que
pueden hacer los gobiernos para estimular la demanda mediante
déficits presupuestarios y política monetaria.
Estas últimas son cuestiones decisivas a corto plazo,
pero, como sabe todo economista, el crecimiento económico
a largo plazo viene dado principalmente por la mejora de la
productividad.

No cabe duda de que la inmensa crisis financiera del
Japón en 1992 fue un golpazo del que aún no se ha
recuperado y los paralelismos con los Estados Unidos y la Europa
actuales son preocupantes. Los dos parecen destinados a un largo
período de lento aumento del crédito, debido tanto
a una necesaria reglamentación financiera más
estricta como a que sus economías siguen en gran medida
excesivamente apalancadas. No hay atajos sencillos en el proceso
de curación.

Sin embargo, al evaluar la experiencia japonesa y su
pertinencia actual, es importante reconocer que el desplome del
Japón no se debió sólo a su crisis
financiera. El Japón padeció también varias
crisis graves de productividad, que tuvieron mucho que ver con
sus problemas a largo plazo. Aun cuando el Japón nunca
hubiera experimentado una burbuja inmobiliaria y de valores
bursátiles, el meteórico ascenso de su vecina China
habría representado una competencia enorme.

Al comienzo del decenio de 1990, el predominio del
Japón en los mercados de exportación a escala
mundial se había visto ya algo afectado por el ascenso de
sus vecinos asiáticos más pequeños,
incluidas Malasia, Corea, Tailandia y Singapur, pero China
representa una competencia totalmente distinta y el ajuste que
exige requerirá mucho más tiempo.

Además, aun cuando nunca hubiese tenido una
crisis financiera, el Japón se habría visto
afectado por una demografía adversa, pues su
población está envejeciendo y a la vez
disminuyendo. Por último -y no es lo menos importante-,
los años de hipercrecimiento del Japón se basaron
en una extraordinaria tasa de inversión, pero, como la
productividad se debe basar en última instancia en la
innovación y no simplemente en más edificios y
equipo, era inevitable que los rendimientos de la
inversión fallaran en algún momento.

En principio, con un sistema financiero más
solvente, la economía del Japón habría
tenido más flexibilidad para afrontar esas amenazas a su
aumento de la productividad, pero, de un modo o de otro, las
astronómicas tasas de crecimiento del Japón
habrían disminuido profundamente. Como suele ocurrir, la
crisis financiera amplificó otras causas de la
contracción económica, en lugar de provocarla
directamente.

La Gran Depresión del decenio de 1930 en los
Estados Unidos es otro ejemplo apropiado. Una vez más, se
ha prestado una gran atención a los altibajos de la
política fiscal y monetaria, pero las políticas
económicas del New Deal, al ampliar el papel del Estado de
un modo con frecuencia caótico e imprevisible,
probablemente desempeñaran también un papel
dificultando el aumento de la productividad, al menos
temporalmente.

Los EEUU de hoy parecen ir evolucionando
hacia un Estado de estilo más europeo y amable, con
mayores impuestos y posiblemente una mayor reglamentación.
Los partidarios del gobierno de los EEUU, podrían sostener
con razón que está aplicando remedios aplazados
durante mucho tiempo en relación con asuntos como la
desigualdad de renta, pero, si los EEUU experimentan un
crecimiento lento a lo largo del próximo decenio,
¿se podrá achacar todo a la crisis
financiera?

Asimismo, la última crisis de
identidad existencial de Europa está creando de nuevo
mucha incertidumbre e imprevisibilidad normativa. Si
también en Europa hay efectos negativos en el crecimiento
a lo largo del próximo decenio, tampoco se podrán
achacar todos a la crisis financiera.

A corto plazo, es importante que la política
monetaria en los EEUU y Europa luche denodadamente contra la
deflación al estilo japonés, que sólo
exacerbaría los problemas de la deuda al reducir los
ingresos en comparación con las deudas. De hecho, como
sostuve al comienzo de la crisis, sería mucho mejor que
hubiese dos o tres años de inflación ligeramente
elevada, que reduciría todas las deudas, en particular si
los sistemas políticos, legales y reglamentarios, por
permanecer en cierto modo paralizados, no logran las necesarias
amortizaciones.

Al estar dañados los mercados de
crédito, puede ser necesaria una aún mayor
relajación cuantitativa. En cuanto a la política
fiscal, ya está en marcha y necesita un endurecimiento
gradual a lo largo de varios años, para que unos niveles
de deuda estatal ya preocupantes no se deterioren aún
más rápidamente. Quienes creen -a menudo con una
convicción casi religiosa- que necesitamos aún
más estímulo fiscal keynesiano y deberíamos
pasar por alto la deuda estatal, me parecen ser presa del
pánico.

Sin embargo, es importante intentar preservar el
dinamismo en las economías, europea y de los EEUU mediante
medidas que aumenten la productividad: por ejemplo, adoptando una
actitud vigilante en la política antimonopolista y
aligerando y simplificando los sistemas fiscales.

Para bien o para mal, las tendencias de la productividad
resultan muy difíciles de extrapolar, pues dependen de las
relaciones, enormemente complejas, entre las fuerzas
políticas, económicas y sociales. Los premios Nobel
Robert Solow y Paul Krugman plantearon la célebre
cuestión de si la proliferación de computadoras y
tecnología provocaría una reducción del
crecimiento. (Este tema subyace al título del libro
clásico de Krugman sobre el decenio de 1990: "La
época de las esperanzas reducidas".)

Al final, las autoridades deben recordar
que la posibilidad de que los EE.UU y Europa eviten un decenio
perdido depende de su capacidad para mantener la vitalidad
productiva en sus economías y no simplemente de medidas de
estímulo de la demanda a corto plazo.

(Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, es profesor
de Economía y Políticas Públicas en la
Universidad de Harvard. Copyright: Project Syndicate,
2010)

La Gran
Depresión en el recuerdo económico (Project
Syndicate – 31/8/10)

(Por Jean Pisani-Ferry)

PARÍS – La polémica que ha surgido
en los Estados Unidos y Europa entre quienes proponen un mayor
estímulo gubernamental y los partidarios de la
moderación fiscal da enteramente la impresión de un
debate sobre la historia económica. Los dos bandos han
vuelto a examinar la Gran Depresión del decenio de 1930
-además, de la historia de las crisis de deuda soberana,
que se extiende a lo largo de siglos- en una polémica que
tiene poco parecido con las polémicas habituales de
política económica.

El bando partidario del estímulo se refiere con
frecuencia al perjuicio causado por la moderación fiscal
en los Estados Unidos en 1937, cuatro años después
de la elección de Franklin Roosevelt como Presidente de
los EEUU y el lanzamiento del Nuevo Trato. Según los
cálculos del economista Paul van den Noord, el resultado
neto del presupuesto de 1937 fue una contracción fiscal
que representó tres puntos porcentuales del PIB, lo que no
constituyó una cantidad insignificante precisamente. El
crecimiento económico se desplomó del 13 por ciento
en 1936 al 6 por ciento en 1937 y el PIB se contrajo un 4,5 por
ciento en 1938, mientras que el desempleo aumentó del 14
por ciento al 20 por ciento. Aunque la política fiscal no
fue la única causa de la doble caída, la inoportuna
moderación fiscal contribuyó, desde luego, a
ella.

Así, pues, ¿estamos como
en 1936 y podría la restricción presupuestaria
prevista en muchos países provocar una similar
recesión con doble caída?

Está claro que la comparación tiene
límites. Para empezar, ha transcurrido mucho menos tiempo
desde la crisis financiera, la recesión ha sido mucho
menos profunda y la recuperación ha llegado mucho antes.
Además, acontecimientos importantes que ocurrieron entre
la crisis del mercado de valores de 1929 y la restricción
fiscal de 1937 –en particular, el giro de los Estados
Unidos hacia el proteccionismo en 1930 y la agitación
monetaria de los años posteriores– carecen de
equivalente actualmente.

No obstante, el episodio de 1937 sí que parece
ilustrar los peligros que entraña intentar consolidar la
hacienda pública en un momento en el que el sector privado
sigue estando demasiado débil para que la
recuperación económica sea autosostenida. (Otro
caso con consecuencias similares fue el aumento de la tasa del
valor añadido del Japón en 1997, que
precipitó un desplome del consumo).

Los halcones fiscales también se basan en
argumentos brindados por la Historia. Los economistas Carmen
Reinhart y Kenneth Rogoff han estudiado siglos de crisis de deuda
soberana y nos recuerdan que el mundo desarrollado actual tiene
una historia olvidada de quiebra soberana. Un ejemplo
particularmente revelador es el período posterior a las
guerras napoleónicas de comienzos del siglo XIX, cuando
una serie de Estados agotados incumplieron sus obligaciones. El
decenio de 1930 es pertinente también a este respecto, en
vista de que en él hubo otra serie de quiebras de Estados
europeos, entre ellas -y no fue la menor precisamente- la de
Alemania.

Lo que la Historia nos dice a este
respecto es que las quiebras no son privativas de los
países pobres y deficientemente gobernados. Son una
amenaza para todos, en particular en épocas de gran
movilidad de capital, en las que los gobiernos dependen demasiado
de la aparente disposición de prestadores extranjeros para
facilitar fondos y, cuando se detienen las entradas de capital,
se encuentran en graves aprietos.

Una vez más, las comparaciones tienen
límites: resulta particularmente difícil inferir de
episodios pasados los límites de la deuda pública.
Al fin y al cabo, la deuda pública británica
superó el 250 por ciento del PIB en el período
posterior a la segunda guerra mundial y Gran Bretaña no
quebró, pero una idea importante que brinda la Historia es
que es más probable que las políticas fiscales
insostenibles provoquen quiebras cuando no se pueden abordar con
inflación. Así fue con los regímenes
monetarios basados en el oro, como, por ejemplo, el
patrón-oro del siglo XIX, y así es en la actualidad
en el caso de los países que han renunciado a su
autonomía monetaria, como, por ejemplo, los miembros de la
zona del euro.

En épocas normales, la Historia
es cosa de los historiadores y el debate sobre la política
económica se basa en los modelos y los cálculos
econométricos, pero las actitudes cambiaron en cuanto
estalló la crisis en el período 2007-2008. De
hecho, los banqueros centrales y los ministros estaban
obsesionados en aquella época con el recuerdo del decenio
de 1930 e hicieron conscientemente lo contrario que sus
predecesores hace 80 años.

E hicieron bien. En épocas extraordinarias, la
Historia es, en realidad, una guía mejor que los modelos
calculados con datos correspondientes a épocas corrientes,
porque capta variaciones que las técnicas de series
temporales habituales pasan por alto. Si queremos saber
cómo abordar una crisis bancaria, el riesgo de una
depresión o la amenaza de una quiebra, es natural que
examinemos las épocas en que esos peligros
existían, en lugar de basarnos en modelos que pasan por
alto semejantes peligros o los tratan como si fueran nubes
lejanas. En épocas de crisis, las mejores guías son
la teoría, que capta la esencia de un problema, y las
enseñanzas que se desprenden de la experiencia pasada.
Todo lo que queda entre medias es prácticamente
inútil.

Sin embargo, el peligro de basarse en la Historia es el
de que no tenemos una metodología para dilucidar
qué comparaciones son pertinentes. Resulta fácil
considerar pruebas las analogías ligeras y se puede
recurrir a una gran diversidad de experiencias para apoyar una
opinión particular. Así, pues, las autoridades
(cuyo conocimiento de la historia económica suele ser
limitado) corren el riesgo de perderse entre referencias
históricas contradictorias.

La Historia puede ser una brújula esencial cuando
la experiencia pasada brinda rumbos inequívocos, pero un
recurso indisciplinado a la Historia podría llegar a ser
una forma confusa de expresar opiniones. La gestión de los
asuntos públicos por analogía puede propiciar
fácilmente una gestión confusa.

(Jean Pisani-Ferry es director de Bruegel, centro de
estudios europeo. Copyright: Project Syndicate, 2010)

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