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Te comiste mi cuy (Reciprocidad) (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

Severo se queda murmurando, "Jazmín,
Jazmín, Jazmín", nunca escuché ese
nombre.

Leocadio empezó a afinar el
instrumento y luego a interpretar un tema bailable (Huaylash)
cuando terminó todos los presentes se quedaron admirados
cómo interpretaba bien la música de su repertorio,
"que cante, que cante", le pedían. Al cabo de un rato
empezó a cantar: "soy un jardinero, jardinero de amor,
cuando encuentro una flor la cuido como la niña de mis
ojos, esa flor, esa flor, se llama Jazmín,
Jazmín"

-¿Quién está cantando?
–pregunta uno de los invitados.

-Es aquel muchacho gordo medio bizco, que
al comienzo estaba callado y cuando le dieron aguardiente
caliente se entonó y mira cómo canta, parece un
profesional.

 Y desde ese momento no le dejaron
cantar y tocar al arpa a Severo y él, desde lejos, le
miraba incrédulo mientras que Jazmín y otras
muchachas se le acercaban con frecuencia a pedirle canciones o
que improvisara algunas con el nombre de ellas.

 -Primo, primo, ese gordo me
quitó la felicidad, todo porque canta y toca el arpa
bonito, nadie se fija en mí, ¿Te das
cuenta?

-No llores, no llores, practica más
y verás que tú le vas a ganar en otra
ocasión.

 Pasaron las horas y eran ya las
cuatro de la mañana y a Leocadio no lo querían
soltar las muchachas, hasta que con tanta insistencia lograron
parar la música y a duras penas lo subieron al carro y lo
llevaron al cuarto de Alfonso hasta que le pasara la borrachera.
Mientras Severo se lamentaba por la pérdida de su primer
amor, en su mente sonaba la dulce voz de Jazmín,
Jazmín, y él no podía hacer nada porque ella
le había dicho que le gustaba mucho los verdaderos
artistas y él apenas sabía ocho canciones ya
pasadas de moda, y así se quedó dormido.

-¡Alfonso, Alfonso! ¡Primo,
primo! Despierta, mira que ya es la una de la tarde ¡Santo
Dios! ¡Yo tengo un pedido importante en el comedor de los
empleados para mañana y mira que hora es!

-Ay, ay mi cabeza, tengo ganas de vomitar
¿Dónde está el baño?
–decía Leocadio que se levantó
pálido.

-Por ahí, por ahí –le
decían.

-¿Ahora qué hago
primo?

-No te preocupes, yo te voy a dar el carro,
así compra las verduras y con la misma vuelves, pero antes
tenemos que devolver el arpa y a este aguafiestas.

-Yo no voy a la casa de Don Roque, recuerda
que ayer dijo hasta las dos de la mañana y su nieto no
debía tomar ni una gota de alcohol, ¿Lo
recuerdas?

-¡Claro! ¿Cómo vamos a
hacer para devolverle a este infeliz? Por culpa de este casi no
bailé en la noche.

-Y qué dices de mi, yo perdí
a Jazmín por culpa de este metiche… toma Leocadio,
muerde canela, así tu abuelo no te olerá, masca,
masca… 

Se subió al carro Leocadio, el arpa
y el primo Alfonso, se fueron con rumbo a la casa de Don Roque
mientras Severo se quedó esperando y esperando marcaron
las cuatro de la tarde y su primo Alfonso no regresaba, seis de
la tarde y Severo daba vueltas y vueltas pensando cómo
solucionar el pedido importante que tenía con el comedor
de los empleados, fue hasta el paradero de los colectivos y le
dijeron que salía mañana a las diez de la
mañana y otro carro no salían antes y entonces
regresó nuevamente a la casa de su primo y eran ya las
siete de la noche… sonaron las nueve cuando Alfonso se
apareció.

-Disculpa primo, lo que pasa es que no
sabía cómo explicarle a Don roque lo sucedido el
día de ayer y cuando volvía me encontré con
Hortensia y tuve que llevarla a ella y a Jazmín para su
casa, esas mujeres no hacen otra cosa que hablar de ese gordo
bisco, que cómo canta lindo, que cómo toca el arpa
lindo y todo lindo, como tú dices, yo no entiendo a las
mujeres, bueno ya estoy aquí y toma la llave del carro y
ve a hacer tu negocio.

 Como pudo, Severo Callupe se
subió al carro y tomó rumbo a Cajamarquilla, eran
las diez de la noche cuando salió de Cerro de Pasco, en el
trayecto pensaba "si yo pudiera cantar mejor y tocar mejor el
arpa estoy seguro que Jazmín me haría caso, pero
por más que escucho no puedo aprender a entonar mejor",
¿Qué haré? ¿Qué haré?
Mmm, Jazmín, Jazmín, Jazmín, qué
bella eres y tu nombre suena precioso, nunca sentí
así antes, Oh, Jazmín, cuánto te amo, te amo
locamente y tú te quedarás grabada aquí en
mi corazón.

Y de un momento a otro sintió que el
carro empezaba a emitir un sonido raro, rodó una media
hora, perdió fuerzas otro poco más y se
quedó varado. "Ay, Diosito lindo qué le
habrá pasado a este carro y para colmo yo no sé
nada de mecánica, ¿Qué haré?
¿Qué haré?"

…¿Dónde estoy?
¿Qué hora es? Son las once de la noche y a esta
hora casi no pasan los carros, los únicos que
pasarán serán los de la empresa de buses que van a
la selva a eso de las dos de la mañana y si me pongo a
caminar de aquí hasta La Quinua está más o
menos a una hora o de lo contrario, si voy hacia abajo
está Chicrín por lo menos cuarenta y cinco minutos
a una hora también y se llevan el carro, no, no, mejor me
quedo aquí y en cuanto algún carro pase por
aquí le pediré ayuda.

 

Se quedó dentro del carro y a
través de la ventana del vehículo se podía
ver una hermosa luna llena de junio y ahí afuera estaba
haciendo un intenso helaje, en eso que se encontraba sumido en su
pensamiento ligeramente se escuchó el sonido de un arpa y
Severo se puso de sobresalto ¿Un arpa? ¿Un arpa?
No, es la idea que me persigue de la fiesta de anoche, se dijo
así mismo. Otra vez se escuchó el sonido de un
arpa, esta vez más fuerte, ¡Un arpa! ¡Un arpa!
¡Si, es un arpa! Pero, ¿Aquí? Yo no veo casa
o algo así.

 Se bajó del carro y se
dejó llevar por el sonido; caminó y caminó
llegando hasta un riachuelo; continuo caminando y se
perdió el sonido, luego se adentró un poco
más y observó una especie de mini catarata con una
luna preciosa, las aguas que caían parecían hilos
de plata, se quedó otro rato más esperando escuchar
más el sonido del arpa pero no continuó ese
precioso sonido, al cabo de dos horas volvió a su carro
pensativo y podía aún percibir el sonido claro y
bien timbrado del afinamiento del arpa. Encontrándose ya
dentro del carro Severo se preguntaba ¿Estaré
soñando? Se volvía a tocar el cuerpo cuando se dio
cuenta pasaba en ese momento un camión cargado que se
dirigía hacia la selva peruana, la fuerte luz lo
despertó de su pensamiento, bajó rápido e
hizo señas para que le ayudaran, se detuvo el
camión y le explicó cobre la falla de su carro,
convinieron cuánto le costaría el arreglo y pudo
seguir su viaje hacia Cajamarquilla, Severo llegando a su destino
a las cinco de mañana compró su mercancía y
regresó así a Cerro de Pasco no obstante cuando
pasó por el lugar donde se había detenido la noche
anterior miró y buscó el lugar y vio un hermoso
riachuelo de aguas cristalinas. A unos trescientos metros hacia
arriba se podía apreciar como una pequeña cascada
era de un aspecto precioso. Pasó pensando "ese sonido, ese
sonido no lo puedo olvidar". 

Después de haber repartido sus
pedidos y entregado el carro a su primo, se acostó en su
cama muy pensativo y a su mente volvía una y otra vez lo
ocurrido la noche anterior y ese sonido del arpa que a cada
instante volvía a sus oídos, no lo podía
evitar…volvía y volvía…

SEGUNDA VISITA AL LUGAR DE ARPA
WAHANA 

En sus sueños se le apareció
una hermosa mujer de aspecto juvenil de largos cabellos color
plata, ojos azules y unos labios carnosos. Un cuerpo esbelto. Le
decía: "ven, ven, libérame, sácame de
aquí yo quiero salir, yo quiero salir", Severo se
fijó bien y vio que esta hermosa dama era sostenida por
otro ser que la jalaba de sus cabellos y de ellos salía el
sonido del arpa, Severo se despertó sudando y se
incorporó. 

-¡Oh, Dios! ¿Qué
está pasando? Ufff, sólo fue una pesadilla,
quizás comí mucho, bueno, tomaré agua y
luego me acostaré.

Cuando estaba a punto de llevarse el vaso
de agua a la boca volvió el sonido del arpa; lo escuchaba
claro, ¿Qué me está pasando? ¡Santo
Dios! ¡Ese sonido no lo puedo olvidar!, se volvió a
acostar en la cama y el sueño volvió nuevamente:
"Por favor sácame de aquí, libérame, ven,
ven", le decía la mujer de cabellos plateados. Al
día siguiente todo el día estaba dándole
vueltas al asunto y así pasaron dos meses y de vez en
cuando se repetía ese sueño hasta que se
decidió volver al lugar de la cascada donde nacía
un río. Se quedó en La Quinua en la casa de sus
padres y ellos le decían: Severo, estás muy
cambiado, ¿Qué te pasa hijo?, te pasaste todo el
día diciendo palabras que no entendí y hasta
emitías sonidos de la escala musical, eso yo nunca te
había visto así, ¿Qué te pasa
hijito?

 -Nada, papá, sólo me
estaba acordando de una canción… eso es todo, a mi
no me pasa nada.

PRIMER ENCUENTRO

En cuanto oscureció faltando una
hora para la media noche, Severo se dispuso a caminar con rumbo
al riachuelo donde había escuchado el sonido del arpa.
Caminó y caminó, y cuando avistó el lugar se
encontraba muy oscuro, trató de poner toda la
atención posible para escuchar nuevamente el sonido que
tanto esperaba. Exactamente a las doce de la noche se escucharon
las primeras notas musicales del tan esperado instrumento,
primero el afinamiento completo del arpa y luego desglosaba los
realísticos de esas notas musicales; era un banquete para
aquel que gusta o practica la música en
sí.

Severo, en medio de la oscuridad, buscaba
quién era él o los ejecutantes pero por más
que buscó no encontró persona alguna, sólo
se escuchaba la melodía dulce y profunda de un arpa que se
mezclaba con el sonido de la pequeña cascada. Severo se
dejó llevar por el sonido y cuando se dio cuenta se
encontraba en medio de la pequeña catarata, ni cuenta se
dio de lo empapado del agua fría que se encontraba;
perdió la noción del tiempo. Cuando hubo
desaparecido el sonido del arpa recién se dio cuenta del
tiempo que había transcurrido: eran las cuatro de la
mañana. Estaba temblando de frío a punto de
congelarse. Caminó de retorno a la casa de sus padres a
unos cincuenta minutos de donde se encontraba la noche
anterior…

-¡Papá, papá!
¡Severo se va a morir… corre…
corre!

-¿Dónde, dónde?
–contesta el padre.

-Está tirado en el suelo temblando y
está morado, yo no sé lo que le
pasó!

En cuanto pudo verlo el padre de Severo lo
atendió de inmediato, lo abrigaron, le dieron bebidas
calientes, lo metieron dentro de la cama y todos empezaron a
rezar. Después del medio día se recuperó
Severo y empezó a contar que había tenido un
accidente la noche anterior, que se había caído al
río pero los padres le preguntaban cómo, y
éste sólo les alcanzaba a decir que fue un
accidente y nada más, que no se preocuparan que ya se
encontraba bien. A nadie le contó la realidad de las
cosas. Sólo él escondía su secreto
personal.

TERCERA VISITA

Después de la segunda visita al
lugar donde se escuchaba el sonido del arpa, Severo Callupe
soñaba casi todas las noches con esa hermosa dama de
cabellos plateados, donde le pedía que la liberara y que
lo esperaba con ansias. En una de las tantas noches volvieron a
sorprender a Severo caminando desnudo con dirección a la
pequeña cascada donde él había escuchado el
sonido del arpa pero esta vez Severo cerrando los ojos como
sonámbulo repetía: "sí mi
amor…sí mi amor… yo te sacaré de
allí…yo iré, te lo prometo"

 El padre de severo, como una de las
tantas veces, lo capturó envolviéndolo con una
bayeta (tela tejida con lana de oveja) y lo condujo a su casa.
"no sé qué vamos a hacer con Severo, ya casi es un
año que hace lo mismo, ya no trabaja, no quiere comer,
duerme todo el día y cuando se acerca la media noche corre
como loco con dirección hacia Chicrín pronunciando
palabras que a veces no entiendo" ¿Quién le
habrá hecho la brujería? ¡Pobre mi hijo!
Él no era así. Ahora hasta tengo que amarrarlo para
que no se me escape de la casa. Ya lo llevé para que lo
curen hasta la selva pero no se cura, no sabemos qué vamos
a hacer, el administrador de la hacienda me dijo mejor
será llevarlo a Lima a internarlo en el hospital para
locos… es mi hijo, yo no puedo permitir eso…

 Todos se preparaban para la fiesta de
mayo "Fiesta de las Cruces". En esa temporada el sol sale
brillante todas las mañanas y, en las noches, una noche
plateada y estrellada, es un hermoso panorama en toda la sierra.
Esa noche en la casa de Severo todos estaban calmados, Severo
hacía como dos semanas que no le había dado la
recaída (ya no salía en las noches). Entre los
familiares comentaban: ¿Ya viste? Severo come
tranquilo… ya no sale en las noches, hace como tres noches
que ya no le amarro en la cama, gracias a Dios que ya se
está sanando, así comentaban sus padres. Eran
exactamente las once de la noche cuando en sus sueños
Severo se encontró con su amada, "ven, ven…no
temas, ven quiero amarte, ven" –le decía la voz que
sonaba como un susurro del viento mezclado con música
suave de un arpa bien afinado.

 Severo se levantó y
salió al encuentro de su amada. Esta vez toda la familia
se encontraba completamente dormida. Caminó, caminó
hasta llegar al riachuelo, subió unos cincuenta metros
más y avistó la cascada, faltaban unos minutos para
las doce de la noche. El cielo estaba lleno de estrellas. La luna
parecía brillar aún más. Era una noche de
plenilunio. Se acomodó a la espera del primer sonido y a
las primeras notas de afinamiento. Luego escuchó una
hermosa melodía, la misma que escuchaba en sus
sueños pero esta vez los sonidos eran bien claros y
fuertes. Buscó de dónde venían exactamente,
buscó, buscó ahí en medio de la catarata. En
la oscuridad algo emergía, lentamente y al compás
de la melodía. Primero pudo ver la silueta de un arpa,
según cómo iba saliendo se veía la otra
parte del instrumento, pero, pero, ¿Dónde
está mi amada? ¿Dónde está mi amada?,
se preguntaba Severo. Al fin se pudo ver completamente el arpa.
El instrumento de cuerda era impresionante. Con la luz de la luna
pudo apreciar unas piedras preciosas incrustadas sobre los bordes
de distintos colores. Las cuerdas parecían de plata y el
soporte final en el piso brillaba como oro. Severo nunca
había visto un instrumento musical de esa naturaleza. Se
quedó boquiabierto. Quiso agarrarlo pero una voz lo detuvo
¡No, no hagas eso! ¡No lo toques!

 Severo se detuvo asustado ya que la
voz era fuerte como un trueno. Sintió que le retumbaba
hasta las entrañas. Al mismo instante se quedó
mirando hacia la catarata y el arpa que hace unos segundos
sonaba, ahora era una hermosa mujer de cabellos largos y
plateados, suplicante y haciéndole unas señas le
decía: "aquí estoy, aquí estoy"

 Severo no pudo salir de su asombro.
Primero un arpa y luego esa bella mujer que todas las noches se
aparecía en sus sueños. "sí, es
ella…es ella", decía para sus adentros, "pero que
bella y hermosa es, si yo pudiera besarla como en mis
sueños, tocarla como en mis sueños"

Volvía la voz y lo sacó de
sus pensamientos.

-¡Tú eres uno de los
candidatos!… pero… debes cumplir tres deseos: primero,
entregarnos tus seres queridos, segundo, tu castidad (estar o no
haber tenido contacto sexual alguno), y tercero, tu alma. Si
tienes todos estos requisitos te entregaré esta doncella y
además serás incomparable en la ejecución y
voz de ese instrumento (arpa).

Mientras Severo se reponía de la
escena vivida, la hermosa dama de sus sueños empezaba a
desaparecer dentro de la catarata y con la mano le decía
suplicante: "sácame de aquí, yo te haré
feliz, sácame de aquí."

 Pensativo y cabizbajo retornó
Severo a la casa de sus padres. Eran las cinco de la
mañana. Sus padres se encontraban en la puerta de su casa.
¡Hijo, Hijito! ¿Dónde has estado?, le
decía su madre mientras le acariciaba, y su papá lo
miraba desde lejos un tanto callado. "No te preocupes
mamá, sólo me levanté temprano y salí
a caminar, como ves, no estoy mojado ni tengo frío…
estoy bien, estoy bien…" y se retiró a su
dormitorio.

La voz volvía una y otra vez: "Dame
tus seres queridos, dame tu virginidad, dame tu alma…"
esas frases volvían una y otra vez. Desde esa fecha Severo
no volvió a salir en las noches y ni se volvió a
enfermar. Se repuso y volvió a su negocio anterior, pero
en las noches soñaba con ella y cada vez que pasaba por el
lugar se detenía y le llevaba flores. Algunas veces le
hablaba de sus sentimientos.

EL PLAZO CUMPLIDO

 En una de sus tantas visitas al lugar
donde se encontraba su amada, se encontró con un joven
pastor y le dijo:

-Severo, Severo… mi señor me
manda a decir que ya se va a cumplir el plazo o de lo contrario
perderás todo, a partir de ahora en adelante tienes tres
meses para cumplir los requisitos que tú ya
sabes…

-¿Quién eres tú?
¿Cómo sabes mi nombre? –no pudo decir la
última palabra cuando el pastorcito desapareció y
él, todo confundido, se preguntaba, "¿Plazo?
¿Plazo? ¿tres meses…tres meses?
¿Cómo hacer? Yo amo a esa mujer y en mis
sueños me hace muy feliz, ¿Entregarle a mis seres
queridos? ¿Cómo será entregarle a mis
padres? ¿Entregarle mi castidad? Yo nunca me acosté
con una mujer, yo no conozco siquiera una mujer desnuda…
¿Y mi alma? ¿Qué será eso? Yo nunca
la he visto…

 Así, sumido en sus
pensamientos, prosiguió su viaje hacia Cerro de Pasco
donde debía entregar la mercancía
(verduras).

Faltando un mes para que se cumpliera el
plazo, Severo se encontraba solo en su cuarto. No podía
dormir. En eso sintió que alguien golpeaba su puerta,
¿A esta hora y en éste lugar?, ¿quién
será…? Abrió la puerta y ahí estaba
ella. Sus ojos grandes y azules, sus labios sonrientes le
decían: "¡Hola mi amor! Te hice esperar mucho,
aquí estoy, he venido por ti, porque hace ya casi un mes
que no vienes a verme y te extraño mucho y aquí
estoy, vengo porque te amo". Severo no salía de su
asombro. Había soñado tanto con ese momento, y
ahora ahí estaba insinuante. Entró a su cuarto y
Severo corrió a abrazarla y ella le dijo: "¡Espera
mi amor! ¡Espera! ¡Mi amor… espera!" Lo detuvo
con sus manos blancas y suaves. Sus uñas parecían
de marfil. "primero tenemos que definir nuestra situación
y luego seré tuya, tuya para siempre…" Severo
Apenas alcanzó a balbucir algunas palabras: "siii…
si". Mientras tanto ella se despojaba del manto que le
cubría la cabeza y se sacó el abrigo y quedó
solamente con su vestido rojo lo cual se ceñía
perfectamente a su esbelto cuerpo. Severo no dejaba de mirarla
atónito por la belleza de la dama.

-Y bien, ¿hasta dónde has
avanzado con la proporción de tutor? –le dijo la
dama.

-Buen, bueno, hay algo que yo no entiendo,
lo de mis padres…eso sí se lo doy, mi alma, no
sé qué será eso, en fin, también se
lo doy, pero hay algo que me da vergüenza
decirlo…yo…yo…

-No tengas pena, mi amor, ya nos conocemos
mucho tiempo y sé que tú me amas y espero que
tengas confianza en mí.

-si, si…es que…es que yo
nunca me acosté con una mujer, ¿eso
importa?

-¡Claro!, eso es lo más
importante. Eso quería escuchar de tus labios, por eso he
venido a buscarte. De hoy en adelante nadie nos va a
separar.

-¿De veras? ¿Nadie, Nadie?
¿Cómo hago para cumplir la promesa?

-El próximo viernes, como hoy, vas
allá a la catarata y llevas contigo una tela blanca y otra
de color rojo y te vistes de color blanco, todo de blanco, a la
hora de siempre. Adiós mi amor te esperaré
allá, no faltes… ¿Me oíste? No
faltes. –le recalcó la dama que a la vez se
vestía nuevamente. Luego salió como una gacela
perdiéndose en medio de la oscuridad.

SE FIRMA EL PACTO

Llegó la semana esperada. Eran las
cuatro de la tarde del día viernes del mes de julio.
Severo se encontraba nervioso y muy pensativo. Su primo Alfonso
le dice:

-¡Primo! ¡Primo!
¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? ¿Puedo
ayudarte en algo? ¿Y esa ropa blanca? Yo no sabía
que te gustaba ese color ¿Dónde es la fiesta? Desde
la última vez que fuimos a la fiesta de mi novia
Hortensia, no hemos ido a ninguna otra, ¡Ah…!
Hablando de esa fecha nuevamente, llegó Jazmín,
¿Te acuerdas de ella? La chica que te gustaba mucho,
¿Te acuerdas? Ella preguntó por ti
y…

-¡Alfonso, ya cállate! No me
interesa ninguna chica, ninguna fiesta, déjame tranquilo,
no me molestes, ¿está bien?

-Bueno…bueno, no te enojes,
sólo quería ayudarte, eso es todo. –diciendo
esto, su primo se retiró.

 Se apresuró a llegar al
paradero de buses para dirigirse a su destino. Faltando quince
minutos para las doce de la noche Severo llegó a su cita.
Anduvo, como él ya conocía el camino, tomó
el sendero lentamente, como las otras noches, el cielo estaba
estrellado, la luna estaba en su punto. Se oyeron los primeros
acordes y luego la inconfundible melodía. Suspirando
hondo, Severo se acercaba más y más. Entonces
apareció el arpa luego de algunos minutos. Del mismo arpa
emergió la doncella con sus cabellos plateados, sus
grandes ojos azules que le hacía señas para que se
acercara más. Severo, una vez adentro del agua y vestido
de blanco, sonriente pasó por debajo de la cascada.
Flotaba. El piso era como de algodón y al fondo lo
esperaba una comitiva todos vestidos de rojo con negro. Era como
un inmenso salón adornado para un acontecimiento especial.
La luz era un tanto tenue. Al fondo, un personaje lo miraba
atento y muy serio. Y su amada se encontraba con un grupo de
doncellas. Parecían hadas. Caminó, caminó y
le hicieron un gesto de alto. Se le acercó un hombre alto
vestido rigurosamente de negro y le dijo: "Tendrás fama,
fortuna, hasta nueve años, y luego vendrás a formar
parte de nosotros, ¿estás de acuerdo?", "Sí
señor".

 Sacó un rollo de pergamino,
tomaron a Severo y a la dama dos personas a cada uno y de un
jalón el primer hombre le arrancó una vena llena de
sangre mezclándola con la de la dama y firmaron el
pergamino. Severo sintió en la mano izquierda como
cosquilleo y luego pasó. Después de haber firmado
dicho documento de compromiso le increpó, al aparecer, el
jefe mayor: "De hoy en adelante usted no se llamará
Severo, sino "Arpa Wahana", es así como se llama tu novia,
hoy tu esposa".

Al cabo de un tiempo, Severo, ya bautizado
como "Arpa Wahana", se retiró y cuando se incorporó
se encontraba en su cuarto de Cerro de Pasco dormido, se
levantó rápidamente, se revisó y vio su
muñeca izquierda: tenía una cicatriz reciente. De
vez en cuando le dolía.

-¿Dónde está?
¿Dónde está? -se preguntaba-
¿Dónde está mi amada? Me dijeron que me
había casado y, ¿dónde está mi
esposa?,

-Aquí, aquí mi amor…
aquí estoy, contigo, y no me separaré de ti,
aquí estoy…aquí…

Buscó y buscó y lo que estaba
viendo no lo podía creer, ahí estaba el instrumento
que lo había visto tantas veces allá en la
catarata, se acercó, lo tocó despacio, era un
instrumento bellísimo,

-Pero…pero, ¿dónde
está ella?

Y una vez más escuchó esa
voz:

-Aquí estoy mi amor. – Miró
detenidamente y la voz salía dentro del arpa.

-Mi amor, ¿estás ahí?-
preguntó Severo.

-¡Si! ¡Si! Si mi amor, estoy
aquí, allá afuera hace mucho sol, espera, me
verás en la noche y seré toda tuya, por ahora estoy
aquí, si quieres acaríciame que yo lo siento ji,
ji, ji…

 Severo tomó el arpa en su
mano, lo abrazó, lo besó, lo estrujaba entre sus
brazos y entre dientes le decía: "mi amor, mi amor,
cuánto te amo, te amo, te amo…

 Así pasó largas horas
acariciando el instrumento. Durante todo el día Severo no
salió del cuarto encerrado. De vez en cuando miraba el
reloj y recién eran casi las once de la mañana,
otra vez las doce horas. "faltan ocho horas para ver a mi amada".
Y así se pasó contando las horas, hasta que
llegó las diez de la noche. Como una de las tantas veces,
Severo se acercó al instrumento y lo acarició y
preguntó: "¿Dónde estás mi amor?
¿Ya vas a salir?". Mientras que ella le decía:
"falto poco". Las once y media. "¿Mi amor, ya vas a
salir?" Y ella le contestaba: "falta poco…falta poco".
Hasta que llegó las doce de la noche y la voz le dijo:
"apaga las luces…ven a acariciarme". Severo acariciaba el
arpa, siguió acariciándolo, cuando de pronto sus
manos sintieron su piel suave y tersa y se encontró en
brazos de su tan ansiada dama.

 Se besaron apasionadamente y por
primera vez Severo se acostaba y se entregaba a una mujer, se
envolvieron en un tálamo de amor y de pasión.
Severo parecía encontrase volando entre las estrellas y no
quería bajarse, repetía una y otra vez:
¡Qué bella es, qué bella es! Hasta que el
cansancio y bañado en sudor le sorprendió el
sueño. Eso era el cumplimiento de su primer contrato o
compromiso, entregar su castidad… (Virginidad).

ENTREGA DE LA SEGUNDA PROMESA

 Los vecinos del lugar se quejaban
constantemente:

-Hace mucho tiempo que no puedo dormir con
tanta bulla que reina en este vecindario. No sé que vamos
a hacer vecina; casi todas las noches, ese vecino del frente no
nos deja dormir, en algunas ocasiones son quejidos de mujeres y
otras sonidos como de arpa o piano, algo así, pero es
exactamente a las doce de la noche, antes no había
escuchado algo así, ya nos quejamos con el jefe del
campamento y hasta la fecha no hace nada…

 

Severo había prosperado
económicamente; se hablaba que compraría una casa
en Huancayo y muy pronto pondría un gran negocio en la
capital. Sus amigos se preguntaban: ¿Cómo Severo en
menos de un año había subido tan rápido
económicamente? Pero eso sí, casi no lo
veían, hasta andaba en un carro del año y bien
alejado, decían los que lo conocieron antes. Esa noche a
eso de las diez de la noche su amada (Arpa Wahana), le
habló suavemente:

-Mi amor, mi niño. –le
decía – mi tutor me dijo que el día de hoy
habría que cumplir la segunda promesa.

-¿Segunda promesa?
¿Qué segunda promesa?

-¿No te acuerdas mi amor? El
día que me entregaron a ti, firmaste un contrato y hoy
tienes que cumplir la segunda promesa, hoy antes de las doce de
la noche debes llevar a tus padres a mi casa (la catarata) y
presentarlo a mi tutor, de lo contrario ya no me verás
más y perderás todo lo que tienes y que
lograste.

-Tú…tú no puedes irte,
¿qué haría yo sin ti? Me muero…me
mueroooo (Severo lloró como un niño)

-Está bien mi amor, todo lo que
tienes que hacer es llevar a tus padres y así cumplir tu
promesa y viviremos felices como hasta ahora.

 Severo se subió al carro todo
pensativo… ¿Qué les pasará a mis
padres?, pero si yo no los llevo, me quitarán a mi amada
¡Eso no! ¡Eso no lo soportaría!

Así llegó hasta su casa de la
pequeña población llamada "La Quinua".

-Papá mamá levántense,
ahora mismo nos vamos APRA Huánuco a darnos una vuelta
apúrense, suban al carro que se nos hace tarde. –le
dijo.

-¡Pero hijo!, nos tomas de sorpresa
después de casi un año de ausencia, sin saber nada
de ti, ¿Y ahora apareces y nos dices que nos vamos para
Huánuco? No te entiendo. Además tu mamá
está enferma, casi no puede caminar, así no podemos
ir a ninguna parte.

-Lo que pasa, papá es que me
enteré que mi mamá estaba enferma y quiero llevarla
para que la vea un buen doctor, si eso es…

-¡Ay! Hijo sólo tú te
preocupas de tu madre –diciéndole esto, su madre lo
abrazó; pero en ese abrazo su madre sintió el
cuerpo de su hijo como congelado -¿Qué te pasa
hijo? ¿Tienes frío?

-¡No mamá! Lo que pasa es que
acabo de llegar de Cerro de Pasco y, como sabrás,
allá hace un frío terrible, más en esta
época, ¡Vamos, vamos, casi no tenemos tiempo!
–le dijo Severo.

-Bueno, al menos avisaremos a mi compadre
Timoteo para que cuide la casa ¿No? –increpó
el padre.

-No te preocupes papá, yo ya le
avisé antes de venir aquí.

 Como pudieron rápidamente
subieron al carro de Severo y al mismo tiempo su mamá le
decía:

-¡Qué bonito carro hijo! Y es
nuevo, te habrá costado mucho.

-No mucho, no mucho mamá
–decía apenas Severo.

Pero miraba constantemente su reloj, lo
cual faltaban veinte minutos para las doce de la noche,
aceleró y faltando cinco minutos llegaron a su destino (la
catarata).

-¡Papá, mamá,
bájense rápido, aquí arriba se encuentra un
curandero muy bueno, allí estaré una hora y
después nos vamos para Huánuco, sólo quiero
consultar si mi mamá se curará, vamos papá,
sólo una hora nomás.

-¡Pero hijo!, tu mamá no puede
caminar, y yo no puedo ver nada y ni siquiera traemos con
qué alumbrarnos.

-¡No, papá! Espera un momento,
llamaré a alguien para que nos ayude.

 

En efecto, se bajó Severo,
caminó unos minutos para luego aparecer con dos personas
altas y fornidas. Sin decir nada, los extraños personajes
tomaron a los padres de Severo y los condujeron adentro de la
catarata, mientras tanto los viejos (padres de Severo)
gritaban:

 

-¡Hijo, hijo! No nos dejes…
¡No nos dejes!

Severo se tapó los oídos con
las manos y en ese momento apareció su amada.

-¡Mi amor! Aquí estoy para
protegerte y amarte. –Lo tomó en sus brazos
consolándolo –no llores, ya te pasará,
más bien, ahora vámonos para la selva de vacaciones
y luego volveremos.

Así lo hicieron. Mientras tanto, en
la casa de sus padres de Severo, los parientes extraños no
salín de su asombro, "hace más de un mes que no
sabemos nada de la familia de Severo y ni siquiera de él,
¿qué habrá pasado con esa
familia?".

Los padres de Severo desaparecieron como
por encanto, por más que buscaban y averiguaban, nadie
daba noticias de los viejos, todas las cosas quedaron intactas en
sus respectivos lugares, por más que las autoridades
investigaban no llegaban a nada.

Hasta que Severo apareció e hizo el
simulacro de dolor; fue a las autoridades, lloró y
allí quedó todo…

 Mientras Severo era conocido por
distintas partes y cada día se volvía más
rico. No tenía tiempo para nada, según él,
los empresarios se peleaban por contratarlo, en todas sus
presentaciones era un lleno total. Los artistas lo admiraban,
pero Severo más conocido como "Arpa Wahana" no se separaba
de su instrumento ni de día ni de noche. Cuando alguna
admiradora (mujer) se le acercaba; el arpa sonaba de una forma
distinta y otras ocasiones se rompía alguna cuerda,
entonces allí "Arpa Wahana" evitaba hablar con cualquier
ser del sexo femenino.

 Las mujeres artistas, especialmente
las cantantes, le coqueteaban pero Severo muy serio decía
que se había casado hace mucho tiempo y no quería
problemas con su esposa y que él confesaba que la amaba
con locura y cada vez que hacía esta afirmación se
dirigía a su arpa y lo acariciaba. Casi siempre "Arpa
Wahana" se encontraba solo. Evitaba reunirse con la gente. No
asistía a ninguna reunión, sólo a sus
presentaciones en público donde arrancaba suspiros,
aplausos en cada canción que interpretaba "arpa Wahana".
Se había convertido en una estrella máxima de la
canción.

 

 

ENTREGA DE LA ÚLTIMA
PROMESA

 "Arpa Wahana" ya era famoso y con
mucho dinero. Sus joyas extravagantes que usaba llamaba mucho la
atención. No sólo eso, también viajó
a Argentina para grabar un disco. Cuando salió su voz en
los discos de carbón y se escuchaban por las emisoras,
comentaban: "el eximio cantautor de la música
Vernácula se presentará en el coliseo Cerrado del
Puente Ejecutivo el día de mañana". Y ese recinto
se llenaba tanto, que algunas veces las localidades se agotaban
antes de iniciarse la función. "Arpa Wahana" estaba en la
cúspide de la fama y la fortuna.

Tenía dinero, fama, admirado por el
sexo opuesto, pero siempre huía de cualquier
reunión con la gente.

En el escenario, había mejorado
grandemente, tenía dominio escénico, bien timbrada
voz y al momento de ejecutar la música con el arpa, las
melodías parecían acariciar dulcemente hasta el
punto que algunas personas afirmaban ver que el arpa en
ocasiones, especialmente en las presentaciones nocturnas, se
transformaba en mujer. Cuando le preguntaban a Severo,
éste sólo se sonreía, no negaba ni mucho
menos afirmaba. 

… Era un domingo de julio en la
capital de Perú Lima, en el "Coliseo Mundial", lugar donde
se presentaban los artistas ya consagrados, estaba programado
"Arpa Wahana", el empresario para encontrarlo y contratarlo
había esperado casi dos años y ese era el
día, los provincianos que se encontraban en la capital del
Perú lima, con anticipación compraban sus entradas,
faltando dos días ya no había
entradas. 

Severo Callupe, más conocido como
"Arpa Wahana", en la noche del viernes tuvo una
conversación con su amada:

-Mi amor, mi niño, este domingo
cumplimos nueve años de habernos casado ¿Te
acuerdas mi amor?

-¡Qué bárbaro!
Cómo pasó el tiempo, eso me parece como si hubiera
sido ayer.

-Mi amor…mi niño, hace unos
minutos estaba aquí mi tutor y vino por la paga del
último compromiso.

-¿Compromiso? ¿De qué
compromiso estás hablando? ¿Acaso no le
bastó que le entregara a mis viejitos queridos?
–Lloraba –durante el día no puedo ver a mi
esposa, y no sólo eso, ¡Hasta me tiene prohibido
hablar con la gente! No tengo amigos… ¡no tengo a
nadie! ¡Estoy solo!, y…y ahora no sé
qué quiere ese tal tutor.

Diciendo estas palabras, salió
corriendo del hotel sin rumbo alguno. Tomó el primer carro
que encontró y era un bus que se dirigía hacia
Huaraz Departamento de Ancash. Al cabo de cinco horas de viaje,
el carro sufrió una falla mecánica y se dio varias
volteretas muriendo casi la totalidad de los pasajeros. Severo
salió ileso, sin algún rasguño. Al
día siguiente lo trasladaron nuevamente a la capital Lima.
Regresó a su hotel. Lloraba, hablaba solo: "¿Por
qué? ¿Por qué habré aceptado tal
locura?". Y la voz inconfundible que salía del instrumento
musical (el arpa), le decía: "Arpa Wahana ya no tienes
escapatoria, tú firmaste el compromiso con tu sangre y con
tu puño y letra, debes cumplir a como dé lugar,
ellos vendrán en cualquier momento y te encontrarán
en cualquier lugar donde te escondas, no tienes escapatoria".
Pero Severo lloraba: "¡Cállate, no sigas! ¡Al
menos debía haber muerto anoche y aquí estoy vivo!
¡Maldita sea!". Golpeaba los puños en la pared y de
un arranque de ira corrió con todas sus fuerzas y se
arrojó por la ventana de un edificio de 7 pisos cayendo al
pavimento destrozándose completamente en un charco de
sangre bajo la mirada aterradora de los testigos.

La noticia corrió
rápidamente: "murió el máximo exponente de
la canción folclórica, Arpa Wahana, se
suicidó arrojándose del séptimo
piso". 

Precisamente el domingo a las tres de la
tarde, cuando Severo Callupe, más conocido como "Arpa
Wahana", debía estar deleitando a sus fans allá en
el Coliseo Mundial. Los admiradores lo estaban llevando en un
ataúd rumbo al cementerio.

Muchos seguidores de "Arpa Wahana"
lloraban, se lamentaban, y se preguntaban cómo pudo
suceder tal cosa, si él tenía dinero, fama y todo
lo que quisiera. Así lo comentaban: ¿Por
qué…por qué?

Lo enterraron ese domingo, y el día
lunes recibieron la noticia más extraña: "la tumba
del cantante y compositor Severo Callupe (Arpa Wahana), fue
saqueada y desapareció el cuerpo de dicho artista, las
autoridades investigaron el caso y nunca dieron cómo,
quién y dónde fue a parar el cuerpo de dicho
artista. 

Según cuenta el abuelo, por esa
misma fecha habría fallecido en suicidio otro artista en
la cúspide de su carrera, un artista de color, (negro) y
al cabo de veinticuatro horas habría desaparecido su
cadáver. En cuanto al instrumento, desapareció del
cuarto como por encanto. Nadie sabe del paradero de dicho
instrumento hasta la fecha; pero muchos artistas y músicos
que al principio apenas podía arrancarle un sonido al
instrumento que pretendía tocar, fueron grandes
músicos y cantantes con tan sólo asistir una o dos
veces a la catarata del pequeño riachuelo ahora llamada
"Arpa Wahana" (donde el arpa llora), que se encuentra entre la
localidad de la Quinua y el asiento minero de
Chicrín.

"Usted… ¿Quiere aprender a
cantar o tocas algún instrumento? Vaya a la cascada Arpa
Wahana, (huajana)pero eso sí… mucho cuidado con lo
que acepte por conseguir fama y dinero… mucho
cuidado…" Estos son cuentos del abuelo

LEON COCHA

León Gocha.- Después de las
fiestas.- León Gocha se come a los intrusos.- El rescate.-
El encuentro de la sorpresa agradable

LEON GOCHA

 Esta historia se remonta a muchos
años. Se trata de una familia muy poderosa que
vivía en las cercanías del Departamento de
Junín. Se dice que la familia Castañeda Diego, eran
los primeros criadores de toros de Lidia (toros preparados para
torear), más finos, los cuales llevaban a las diferentes
plazas de toros, como Trujillo en el departamento de la Libertad,
la capital Lima en el mes morado y eran los toros infaltables del
gran Coliseo Huancayo. La particularidad de estos brutos, eran el
embestir elegantemente y muy bravos. Cuando observaban el
moño (distintivo de la ganadería que pertenece),
poseían el color inconfundible de morado y blanco, los
mismos que se colocaban en la parte superior del animal
comprendido entre el cuello y la cabeza. Con ellos los
acompañaban con los hermosos caballos de paso ataviados
por sillas enchapadas en pura plata, las mismas que eran hechas
en el fundo llamada "Casa Blanca" de la propiedad de Don
Ángel Castañeda, dueño de casi toda la
comarca. 

Y las fiestas que se realizan en dicha
hacienda eran tan pomposas que todos los moradores de su
alrededor esperaban con ansias para asistir, ya que en él,
todos los que vivían tenían que casarse,
bautizarse, realizar todo sacramento en la fiesta veinticuatro de
septiembre, fecha memorable, cuando sacaban a la patrona del
lugar "Nuestra Señora de las Mercedes"

En la víspera se ponían
castillos de fuegos artificiales, competencia de fuerzas
especialmente para los que querían ser hombres (esto
consistía en que los que pasaban las edades de veinte
años debían demostrar su destreza, ecuanimidad como
Hombres). 

Se realizaban diferentes actividades que
duraban hasta un mes de fiesta, y en el día central
después de la misa, Don Ángel Castañeda,
regalaba a todos los asistentes una medalla de plata de nueve
décimos donde la imagen de Nuestra Señora de las
Mercedes estaba acuñada, al cura le pagaban con plata
pura. Los danzantes de la Virgen (los Chonginos) estaban
ataviados en plata, inclusive los adornos del zapato tenía
plata. Era todo lujo, contrataban para esa fiesta las mejores
orquestas folclóricas. Para esta fiesta se preparaban un
año, ya que la chicha de jora debería descansar
exactamente un año enterrado allá abajo en el
trapiche (lugar donde se procesaba la caña de
azúcar), porque con un capitán, emborrachaban a los
bebedores, o algunos fastidiosos. Se engordaban cerdos, toros,
carneros y se criaban docenas de gallinas y lógicamente no
podía faltar ese suculento "picante de cuy" y para ello se
criaban a la intemperie en cantidades que casi no se sabía
cuántos cuyes había en dicho corral

La preparación de la chicha era todo
un acontecimiento, se juntaban dos o tres familias y
discutían entre sí, cómo mejorar el sabor de
la chicha de jora. La chicha de maní, la chicha morada y
cómo darle un sabor especial al guarapo. Los utensilios
que utilizaban eran hechos de barro cocido gigantes "porongos"
(vasijas grandes de una capacidad más o menos de unos
doscientos litros), para cada bebida se usaban cinco diferentes
porongos.

 Al fundo "Casa Blanca", para las
fiestas patronales llegaban de distintos lugares y todos los que
llegaban, propios o extraños, eran bien
recibidos.

Un buen día el cura le
preguntó a Don Ángel Castañeda:

-¿Cuántas personas son los
que gastan para estas fiestas patronales? ¿Y cuánto
gastan?

-¡Ah! –Le dice Don Ángel
–no son varios, todo el gasto los hago yo
solito.

-¿Solito? ¡Santo Dios!
¿Cuánto te cuesta todo? ¿Cuánto
gastas?

-Bueno no tanto…

-¡Cómo que no tanto! –Le
dice el cura –Si aquí todo es gratis hasta…
¡hasta le regalas medallas de plata a todos los
asistentes!

-¡No se exalte, señor cura!
Esto es un secreto que guardo de mis antepasados, ¿usted
sabía que yo pertenezco a la dinastía
Inca…?

-¿Inca? No lo puedo creer, tu
apellido (segundo nombre) es Castañeda y ese apellido es
Español, no me va a decir que no.

-Yo sé…yo sé. De parte
de mis abuelos yo pertenezco a la dinastía Inca, yo soy de
la línea del gran rebelde cavide, ya que esa familia
vivió siempre en estas tierras lo cual yo recibí
por heredad y dentro de estas tierras están escondidos
muchos secretos que hasta la fecha no han sido revelados. Yo
sólo pude rescatar el secreto de "León
Gocha"

-¿León Gocha? Siempre lo
mismo, siempre me contestas con eso de "León Gocha" y
nunca me dices qué es, no vaya a ser que tú
estés entrando en la herejía, si es así voy
a tener que descomulgar a ti y a tu pueblo…

-¡No! ¡No padre!, no se trata
de lo que está pensando. "León Gocha" es una mina
de plata que me dejaron mis antepasados, de ahí es donde
yo saco toda la plata para adornar la capilla para adornar los
caballos de paso, para adornar los bailarines de Chonginada y
hasta para pagarle a usted…

-¡Espere hijo! Espere, yo no te pido
que me pagues en plata pura, tú eres el que se
empeña en hacerlo.

-No padrecito, no se altere, yo pienso que
es la mejor forma de pagarle o contribuirle, ya que usted viene
de muy lejos y, además, ese dinero o plata pura, yo
sé que usted lo utiliza en Huancayo para ayudar a los
pobres, ¿no es cierto?

-Mmm, ¡Claro…¡Claro! Yo
los reparto entre lo pobres. Bueno, volviendo al asunto,
cuéntame, ¿dónde queda esa mina de la que me
hablas? ¿Está lejos? ¿Podríamos
ir?

-¡Claro padrecito! Sólo que
tendremos que esperar hasta el año entrante en el mes de
junio o julio porque esa es la fecha en que yo saco la plata de
la mina.

-¿Y qué pasa si vamos ahora
mismo?

-No podríamos entrar, porque el agua
del…

-Está bien hijo, de esta
conversación no vaya a contar a nadie, esto es un secreto
entre los dos ¿Oyó hijito?

-Si usted lo dice padre… yo
sé guardar secretos.

 El cura se quedó pensando todo
el tiempo que se quedó en la hacienda "Casa Blanca".
Luego, un día antes de partir, el cura nuevamente le
habló a Don Ángel Castañeda:

-Mira hijito, no vayas a pensar que yo soy
ambicioso o algo por el estilo, lo que pasa es que yo pienso en
tu seguridad ¿Eh?…bueno cuéntame cómo le
haces para sacar la plata de la mina y cuánto
sacas…

-Bueno, le voy a contar todo porque usted,
es hombre de Dios…cuando llega el mes de junio preparo una
mula y me voy hacia arriba de esta casa, a unas dos horas de
camino… ¿Ve ese pico hacia la derecha? Ese es el
guaguruncho, ese pequeño del lado izquierdo es él
Llama Llama, entre esos dos picos está ubicado
"León G", es una laguna no muy grande, hasta hay patos
silvestres, venados a la vizcacha su carne es delicioso, hasta
ahí el hila (amuleto para aumentar el
cuy)…

-Hijo, hijo…no te vayas por otro
camino como otras veces…cuéntame acerca de la
mina.

-Ay padrecito, es que cuando vayas
allá arriba te vas a quedar maravillado del paisaje, de
los animales entre otras cosas.

-¡Bueno! ¡Bueno!
¿Qué dijiste sobre la mina?

-Primero, antes de entrar al lugar, rehago
su ofrenda, y esa ofrenda tengo que prepararla con tiempo, luego
de Chakchapar (masticar la hoja de la coca) y entregar lo que le
pertenece a mamá Pacha (madre tierra), cojo mi herramienta
que consiste en un cincel, un martillo y entró a la mina,
camino unos cien metros o más y corto a mano lo que
necesito… ¡La plata! ¡Ah…la plata! Pero
debo calcular bien, para que no me falte ni me sobre plata,
porque si no, mamá Pacha se enojaría, entonces
nunca más me dejaría sacar sus riquezas, luego
de…

-¡Espere…espere!
¿Así de sencillo? ¿Entras y cortas la plata
y sales?

-Sí padre…así de
sencillo.

-¿Cómo cuánto sacas en
cada entrada a la mina? –increpa el cura

-Unos diez kilos o doce, los que me alcance
para pagar músicos, comida… ¡Ah y para
acuñar la cara de la mama Mercedes!

-¿Y por qué no sacas
más?

-¿Para qué? Si yo no la
necesito, después de eso distribuyo la plata y así
todos los años…

 Pasó la fiesta y llegó
el día del Aywualla (despedida). Don Ángel
Castañeda despidió a todos sus invitados, no antes
regalándole a cada uno un presente, y por último
llegó la despedida del señor Cura.

Los moradores de la hacienda le besaban las
manos pidiéndole su bendición, mientras
hacía eso, el señor Cura buscaba con la mirada a
Don Ángel…

-Bueno…hijito ya me voy y no olvides
nuestra promesa. En cuanto vayas para sacar de lo que ya hablamos
me avisas con tiempo, y de esa forma con bendición de Dios
nos va a salir mejor, no se te vaya olvidar avisarme.

-No se preocupe padrecito, yo le
avisaré…yo le avisaré.

 Y el cura antes de subirse al
caballo, volvió a cogerle de los hombros a Don
Ángel: "todo lo que necesites para poner al altar de
Mamá Pacha (madre de tierra) yo lo compro en Huancayo y te
lo traigo… ¿Oyó hijito? -Le dijo al
oído. "Sí padrecito, se lo haré saber", le
contestó Don Ángel.

El cura le dio la bendición y
partió, mientras Don Ángel se quedó con el
pensamiento y se preguntaba a sí mismo,
¿será correcto que le avise el día que yo
voy a sacar la plata para Mamá Mercedes?…Eso lo
consultaré a mi coca y me avisará
–decía así mismo.

DESPUÉS DE LAS FIESTAS

 Pasaron dos meses de las fiestas
patronales de la hacienda "Casa Blanca". Don Ángel
Castañeda ordenó que se reuniera toda la
población o los habitantes de la comarca.
¡Macedonio! ¡Macedonio!… haga sonar las campanas
para que el pueblo se reúna el día de mañana
frente a la capilla de mamá Mercedes, le decía Don
Ángel.

 Llegó el día y toda la
población estaba reunida a la hora indicada. En dicha
reunión se formaron las comisiones para festejar la
próxima fiesta de la "Virgen de las Mercedes"

 El patrón y dueño de la
comarca decía: "Pacho, tú y tus hijos
viajarán a la ciudad de Huancayo y comprarán todo
lo que se necesite para hacer la comida…Severo, Tafur y
Domitila se harán cargo de recolectar los cuyes, gallinas
y cerdos". Así, Don Ángel encargaba comisiones o
trabajos que debía realizar para el próximo
año. Al cabo de dos días Pacho y sus hijos viajaron
a la ciudad de Huanuco a comprar lo indicado, ya estando en dicha
ciudad, Pacho le dice a su hijo mayor: "Vaya al mercado central y
compra incienso, mientras tu hermano y yo iremos al mercado
mayorista a comprar cintas y otras cosas que necesitamos y dentro
de una hora nos encontraremos aquí frente a la iglesia
inmaculada". Cada uno se fueron a lo acordado y cuando
regresaron, el hijo mayor no encontró incienso y muy
preocupado le contó a su padre:

-¡Papá…papá! No
encontré el incienso por ningún lado, ¿ahora
qué vamos a hacer?

-¡No puede ser! ¿A
dónde iremos ahora?

El hijo mayor le sugiere a su
padre:

-Tata, Aquí al frente está la
Iglesia inmaculada… ¿Y si les decimos a los
padrecitos que nos vendan un poco? ¿Nos
venderán?

-No sé hijo, pero de todas maneras
vamos…

 Entraron a la iglesia y se acercaron
a la oficina, grande fue su sorpresa, allí se encontraba
el cura que había oficiado la misa en el pueblo el
año anterior.

-¡Padrecito…padrecito!
¡Qué bueno que lo encuentro aquí!

El cura sorprendido le pregunta:

-¿Quién eres? ¿De
dónde me conoces?

-¿No se acuerda padrecito? Usted fue
el nos bautizó a nuestros hijos el año pasado en
"Casa Blanca"

-¿Casa Blanca? ¡Ah,
sí… sí claro! ¿Te dio algún
encargo para mí el viejo Castañeda?

-Papachi no nos dijo nada. Lo que pasa es
que no encontramos por ningún lado el incienso y
veníamos aquí para ver si nos podría vender
aunque sea un poquito.

-Mmm… vamos a ver…
¿Qué incienso dices?

-Para poner a la virgencita
pues…

-¡Ah…si! Pero antes dime,
¿El viejo Castañeda ya fue a la mina?

-Eso yo no sé, padrecito

-¿Y con quién va a la
mina?

-¡Con quién va a ser!
¡Pues conmigo! El me tiene mucha confianza, por eso yo lo
quiero como a mi tata.

-¡Bueno, bueno! Dime hijo…
¿Tú conoces el lugar y cómo se entra en
ella?

-¡Claro pues! ¡Es
facilito!

-¿Entonces todavía no va el
viejo?

-Yo creo que no todavía.

-Mira hijito, yo te voy a dar una
bendición especial si me haces saber la fecha exacta
cuando uno puede ir. Yo quiero ir primero a la mina antes que el
viejo Castañeda para sacar cualquier peligro, así
al viejo no le va a pasar nada.

-Está bien padrecito, yo te
haré saber todo, pero véndame el
incienso.

-Ven por aquí, hijo, toma de ese
armario la cantidad que quieras, no te voy a cobrar nada, pero no
te olvides de avisarme y te pagaré todo los gastos de
pasajes, comida, hasta te voy a regalar un sombrero nuevo de
marca Borsalino, como tú sabrás, eso los usan
sólo los que tienen dinero.

-Gracias padrecito, yo le haré
saber, inclusive, yo mismo vendré aquí ya que
conozco dónde encontrarlo, pierda cuidado
padrecito.

-Recuerda hijito que este encuentro no lo
vayas a contar al viejo Castañeda ni a nadie o de lo
contrario la Virgen te va a castigar porque ella me lo cuenta
todo, bueno, hijito, recibe mi bendición.

 Luego de largo camino, al día
siguiente llegaron al atardecer a la hacienda de Casa
Blanca.

LEÓN COCHA SE COME A LOS
INTRUSOS 

Pacho y sus hijos estaban controlando
cuando llegara la gran fecha que debería ir a cortas la
plata (así llamaban cuando iban a sacar plata de la mina).
Llegó el mes de junio, la fiesta de Santiago, fiesta de
todos los pastores y es el mes de verano en toda la sierra del
Perú, amanece con un hermoso sol, las aguas de los
ríos bajan del caudal, los pastos se secan y por la
madrugada cae la escarcha y es época de hacer secar la
cebada, quinua, entre otras cosechas.

Pasó Santiago, y una tarde Don
Ángel Castañeda mandó llamar a Pacho y sus
hijos, y cuando fueron, les dijo que dentro de una semana
irían a cortar la plata y que se prepararan chacchando
bien, debían tener la manta de colores tejido por su mujer
de pacho en puro algodón traído exclusivamente de
la costa. La manta se utilizaría para poner la ofrenda a
Mamá Pacha. Cuando amaneció, Pacho salió de
madrugada con rumbo a Huancayo, al cabo de unas horas se
entrevistó con el cura y convinieron regresar
inmediatamente con destino a "León Gocha". A duras penas y
con el cuerpo adolorido, el cura y su acompañante llegaron
al tan ansiado lugar de "León Gocha".

-Realmente este paisaje es
fantástico, ni en mi patria, España, he visto uno
igual, ¿qué es lo primero que debemos hacer para
cortar la plata? –decía el cura.

-Lo primero que vamos a hacer es Chakchapar
y luego entregar la ofrenda a Mamá Pacha y
después…

-¡Qué mamá Pacha ni
qué nada! ¡Entremos ya! ¿Te olvidas que Dios
está conmigo?

-¡Pero… mi papacha hace eso
primero!

-No hijo, no lo necesitamos hacer, entremos
ya porque la noche nos va a garrar cargados y se nos va a hacer
difícil volver.

El cura y su acompañante, jalando
una mula cada uno, ingresaron a la mina de "León Gocha",
caminaron unos cincuenta metros y el cura se quedó
asombrado: "¡Ay, San Cipriano! ¡Mira qué
filón tan hermoso de plata!, con un poco de estos
podría comprar medio pueblo mío".

Cortaron a mano la plata de uno de los
filones, cargaron a las mulas y emprendieron el regreso. Cuando
faltaban unos diez metros sintieron que el agua les quedaba en el
tobillo, jalaban a duras penas las mulas. Trataron de caminar
más y el agua seguía aumentando más y
más. "¡Padrecito…padrecito!
¡Háblale a Mamacha Mercedes para que nos
ayude… a ti te escucha más!".

De un momento a otro el agua aumentó
y el cura quedó sepultado por las aguas, a duras penas y
muerto de frío salió Pacho y cuando alcanzó
la orilla vio un león gigante que arañaba la tierra
y por las narices vertía fuego. Al sentir ese ruido, las
mulas se hundieron en la laguna y Pacho logró escapar y
llegar hasta la hacienda. Don Ángel, en su pequeño
taller, fundía un poco de plata y las sobres las
ponía en un costado.

 -¡Papachai! ¡Papacha!
–Gritaba Pacho -¡Ay… ay, papacha!
¡Perdóname!

-¿Qué pasa?
¿Qué tienes? ¿Por qué gritas
así?

-¡Ay papacha! Ha ocurrido una
desgracia muy grande… ahora sí Mamacha Mercedes nos
va a castigar.

-¡Cálmate, cálmate,
toma un poco de agua…!

Después de tomar algo de agua, un
poco calmado, Pacho contó lo ocurrido.

-Ahora qué vamos a hacer, ya casi
amanece y es peligroso salir, peor porque la luna ya se va a
ocultar y no sabemos qué vamos a hacer. Ven
siéntate aquí, abrígate junto al
fogón y en la madrugada saldremos a rescatarlo.

EL RESCATE

Muy de mañana salieron Don
Ángel y cinco acompañantes, mas llegando al lugar
indicado, "León Gocha", grande fue su sorpresa:
encontraron al cura despedazado, los brazos tirados de un lado a
otro, la cabeza tirada a unos treinta metros, sin
vísceras, le faltaban las piernas, era casi irreconocible.
Caminaron un poco más. Encontraron tres surcos como
arañados en la tierra y Don Ángel dijo a los que lo
acompañaban: "todo lo que ven aquí, así
castiga a los ambiciosos "León Gocha". Cuánto
más ambición tengas, peor es el castigo que
recibirás, por ello toma lo que necesites y come lo que te
llene tu estómago y nunca desperdicies nada y mucho menos
se dejen encandilar por la avaricia, porque Mamá Pacha nos
da sustento suficiente con sus frutos ¿Para qué
tratar de tener más? 

Cuando estaban de regreso a la hacienda
"Casa Blanca", por el camino, Don Ángel comentaba: "con
razón que mi coca saltaba y no podía encontrar la
coca quinto (hoja de la coca bien formada y verde) ya que
anteriormente consulté a mi coquita y siempre saltaba
fuerte y me preguntaba ¿Quién morirá? Y mira
lo que pasó, mi coca no me engaña nunca.

Al cabo de muchas investigaciones de lo
sucedido, las autoridades del lugar no pudieron saber lo que
realmente ocurrió, una y otra vez los policías de
Huancayo iban y venía y no sabían realmente lo que
había sucedido. El padre policial decía: "el
sacerdote José María de las Casas murió por
accidente". Y desde esa fecha todos los moradores de la hacienda
y sus alrededores tenían miedo de hablar acerca de lo
acontecido y hacían penitencias en masas para que Mamacha
Mercedes los perdone y nunca caigan maldiciones a la hacienda
"Casa Blanca". 

Después de la muerte de Don
Ángel Castañeda, heredaron sus hijas, pero como
ellas vivían en la capital, no podían atender de la
hacienda. De vez en cuando, llegaban para ver como iban, mas no
se quedaban a lo más por espacio de una semana o
dos. 

Simona, la hija menor de Don Ángel,
era la que más frecuentaba a la hacienda, mientras que la
hija mayor llamada Doctosa casi no iba. Simona tuvo cinco hijos;
cuatro mujeres y un solo hijo, lo cual heredó por nombre
Papachiti, nombre del abuelo. Así le llamaban a Don
Ángel Castañeda.

 Un buen día la hija menor,
Simona, contó de la mina "León Gocha" y
posiblemente sacaban plata de una mina que perteneció a
sus antepasados, los que le escuchaban decían que era
sólo un cuento y otros decían que los Incas
tuvieron minas y que hasta la fecha no habían sido
descubiertas. Pero uno de los yernos que recientemente se
había recibido de Geólogo, se interesó mucho
en lo que la suegra contaba. Doña Simona,
¿Cuándo me invita a su hacienda?, decía
entre broma y broma, "lléveme y yo domaré a ese
León gigante", decía el yerno. Otros
comentaban:

"¿León? ¿Cómo
puede vivir un león a una altura a más de tres mil
quinientos metros sobre el nivel del mar?, otro yerno
decía: "Yo no le creo a esa vieja, sólo dice
patrañas…hasta donde yo sé, un león
vive en la selva… ¿No será un oso polar? Ja,
ja, ja"

El yerno geólogo buscó a
Doña Simona al día siguiente.

-Doña Simona… ¡Vamos y
muéstreme esa mina "León Cocha" yo le pago todo los
gasto y de pasada ve cómo están las cosas por
allá!

-No hijo –decía la suegra
–ya la reforma agraria acabó con todo, sólo
ha quedado la casa grande donde nací y sobre la mina, yo
no sé nada, porque mi papá antes de morir nos hizo
prometer que no enseñáramos ese secreto a nadie.
Pero de todas maneras, pienso ir para Santiago y ver cómo
andan mis carneritos y unas vaquitas que nos quedaron, si
tú quieres vamos en julio para Santiago, pero tienes que
abrigarte ya que en la sierra el verano comienza desde el mes de
mayo hasta fines de agosto. Porque por las noche hace frío
y por las mañanas también.

EL ENCUENTRO DE LA SORPRESA
AGRADABLE 

Llegó el mes de julio y al comienzo,
Eduardo, el yerno geólogo, recordó a la suegra una
vez más:

-Señora, acabo de comprar una
máquina detectora de metales, es una máquina
moderna recién salida de los Estados Unidos, con ella no
vamos a fallar ¿Cuándo viajamos
allá?

-La próxima semana –le dijo
Simona.

Llegó el gran día. Compraron
lo necesario y partieron con rumbo a la sierra. Cuando pasaron
por Ticlio, Eduardo se enfermó mucho a tal punto que el
pobre se quería regresar a la capital
Lima. 

-¡Ay…ay!
¡Señora…me duele la cabeza…tengo
náuseas! ¡Aggg –vomitaba -ayyy!

-Hijo, tómate este té de
coca, esto te va a hacer bien, déjame que te frote la
cabeza con timolina, eso te va a sentir bien.

-¡No! ¡No! ¡No!
Señora, eso huele muy mal, ese té de coca no lo
puedo pasar, es horrible, ¡Ay! ¡Ay!

Llegaron a la ciudad de la Oroya, luego
pasaron por Pachacayo y casi en la entrada del valle, a eso de
las seis de la mañana, Eduardo se quedó maravillado
por el inmenso valle que recorría y el paisaje andino,
decía: "¡Oh…! ¡Nunca había visto
tan hermoso paisaje! ¿Ese nevado cómo se llama?
Eduardo no salía de su asombro del paisaje natural.
"cierto hijo, que bonito es mi valle y ese nevado se llama
Huaytapallana" (donde se recogen flores). "¡Mire qué
hermoso color allá arriba y ese cielo es bellísimo
que pone de fondo azul…qué hermoso es
todo! 

Se quedaron un día en la ciudad
incontrastable de Huancayo. Allí pudo ver Eduardo las
fiestas de "Tayta Shanty". Saliendo las pastoras a la calle
vestidas con sus trajes típicos bailando, dando sus
guapidos (gritos folclóricos), llevando consigo una Tinya
(pequeño tamborcito hecho de cuero de carnero) sonando los
cuernos, eran comparsas de diferentes coloridos. "no creí
que estos serranos fueran tan alegres" –decía para
sus adentros el yerno. Muy de mañana salieron temprano a
la estación del tren con destino a "Casa Blanca".
"Apúrate que ya casi sale el tren Macho"
–decía la suegra. 

Al cabo de cuatro horas largas de camino,
avistaron recién el hermoso paraje de Papache
Ángel. Se veían otros matices andinos y por el
camino se encontraron con algunos aledaños, quienes
saludaban muy atentos y con reverencia.

Casi al atardecer llegaron a su destino.
Eduardo se encontraba muy cansado y cuando se quería
sentar, lo hacía de lado porque todo su cuerpo le
dolía.

-Bueno, al fin llegamos señora, pero
hace mucho frío.

-Ponte algunas cholas y te
calentarás" –le dijo la suegra.

¿Qué serán esas
cosas?, pensaba Eduardo, "seguro que me acostaré con
alguna lugareña o algo así". Como adivinando lo que
pensaba Eduardo, la suegra le dijo: se trata de dos botellas de a
litro con agua caliente, a esas cosas se les llama "cholas".
Eduardo, antes de acostarse, se dio un pequeño paseo por
los alrededores de la casa, se encontraba algo descuidada, era
muy grande, tenía muchas habitaciones con cuadros muy
antiguos, se utilizaban candiles llamados mecheros, desde el
segundo piso se podían ver algunas chozas donde
vivían los otros habitantes.

 Al canto del gallo en el corral se
despertaron. Eran las cinco de la mañana:

-¡Señor! ¡Señor!
¡Abra la puerta, le trajimos su desayuno!

Eduardo apenas pudo oír:

-¿Eh? ¡Eh! ¿Qué
hora es?

-Son las cinco señor, ya está
su desayuno.

-¡Uy…! ¡Qué
frío! –se cobijó el cuerpo y luego
salió.

-¡Gracias! ¡Gracias! Pero es
muy temprano.

-No señor –le dice
–aquí todos nos levantamos a las 4:00, aunque la
señora Simona nos dijo que a las 6:00 a.m. porque
tenía que ir a "León Gocha" y de pasada contar
cuántos carneros, vacas, caballos…

-Tratándose de esa Lina, no importa
la hora –dijo Eduardo. 

Al cabo de una hora todos estaban listos.
¡Cuidado! ¡Cuidado!…esos instrumentos son muy
costosos, ponlos con mucho cuidado, decía Eduardo a los
que le ayudaban. En promedio de seis personas, salieron con rumbo
a lo esperado, después de cabalgar por espacio de casi dos
horas:

-¡Mira! ¡Mira! Esa laguna es
"León Gocha"

-¿Ese es? –preguntaba
Eduardo.

-¡Sí! ¡Ese es!
–Decía la señora Simona –no es cerca,
te lo dije.

Eduardo mascullaba:

-Para mí no es cerca, claro, y este
caminito es como si fuera para ratones, tan delgaditos y muy
peligrosos. No entiendo cómo esta gente puede soportar
tanto frío y caminar cargados por estos angostos
senderos.

-Mira Eduardo, esta es la laguna, te
dejamos aquí para que veas, pero ten mucho cuidado. Para
que te ayude se queda contigo Cipriano, es él muy fuerte y
conoce estos lugares. Volveremos en una hora, porque yo tengo que
ir a la casa de Víctor, quien nos cuida de los caballos,
vacas y algunos carneros que todavía nos quedan,
aprovechando esta visita le llevaré comida, sal y alguna
ropita que compré en Lima. Bueno, hijo ya volveremos.
Eduardo, entusiasmado preguntaba:

 

-¿Dónde queda exactamente la
entrada de la mina del viejo Don Ángel
Castañeda?

Cipriano, balbuceando le
decía:

-¡Es muy peligroso señor!
¡Es muy peligroso si no le pedimos permiso a Mamacha
Mercedes! ¡Nos va a pasar cualquier desgracia!

-¡No! ¡No! Yo tengo esta
máquina ¿Ves? Esa máquina nunca falla,
¡Sólo dime por dónde es la estrada y
ya!

-Yo casi no me acuerdo –decía
Cipriano –yo vine a sacar plata cuando era un niño,
y entonces era de noche, nunca de día.

-Como mi suegra dice que tú conoces
muy bien estos lugares –replicaba Eduardo

-Cierto, yo conozco estos lugares porque yo
nací aquí y nunca salí, yo no conozco otros
lugares. Este es mi terruño…

-¡Ya! ¡Ya! Sólo dime
dónde está la entrada y se acabó

– Por ahí…por
ahí. 

Eduardo se metió al agua hasta la
cintura y el aparato que traía empezó a funcionar,
sonaba al manómetro de tal forma que Eduardo se
entusiasmó, quería seguir adentrándose
más y más, de pronto Cipriano le despertó
como de su letargo:

-¡Señor! ¡Señor!
¡No muy adentro! 

Eduardo, cuando se dio cuenta, las piernas
no le respondían, se estaba congelando. Paralizado por el
tremendo frío glacial del mes de Julio. 

-¡Ayúdame!
¡Ayúdame! ¡No puedo moverme! ¡Tira el
lazo rápido!

Cipriano lanzó con todas sus fuerzas
hasta que a duras penas pudo sacar al ingeniero hacia la orilla
de la laguna.

-¡Qué frío!
¡Qué frío! -temblaba Eduardo.

-Tómate un poco de aguardiente
–decía Cipriano.

-¡Dámelo
rápido!…Glub… gluub… -tomó uno
o dos tragos mientras Cipriano lo arropaba con cuanta manta
encontraba.

-¿Ya le pasó señor?
–preguntaba Cipriano.

-Ya me estoy calentando… ya
sé por dónde es la entrada de esa mina y sé
también que es cierto que hay metal precioso porque mi
máquina vibraba con tanta fuerza, lo cual es
síntoma que allí hay metal precioso.

 Cipriano apenas lo miraba con
indiferencia, para sí comentaba: "casi se muere de
fío, y sigue pensando en la plata, estos hombres blancos
solamente piensan en eso. Mamacha Mercedes nos libre"

-¡Allí viene!
¡Allí viene! –Gritó Cipriano
–allí viene la señora.

-¿Qué pasó Eduardo?
¡Pero si estás temblando y mojado!
¿Qué pasó Cipriano? ¿Qué
pasó? ¡Ay, Dios mío! –clamaba la
señora Simona.

-¡No es para tanto! ¡No es para
tanto! –Decía Eduardo –lo que pasa es que me
adentré un poco al fondo y se me congelaron estas malditas
piernas, pero Cipriano me lanzó una acuerda y salí,
ya estoy bien. Cipriano, si tienes otra botella de esas que me
diste, pásamela, está buena… parece
güisqui.

 Al día siguiente, Eduardo
abrió los ojos, miró por todas partes. Se
levantó asustado, salió corriendo y cuando
abrió la puerta se encontraba en el segundo piso de la
casa hacienda. "ayy… qué dolor de
cabeza"…

En el patio grande, todos lo miraban
sonrientes y por el otro lado estaban señalando a los
ganados. Un par de señoras con sombreros de vicuña
adornados con flores silvestres que crecen en las faldas de los
nevados y vestimentas de colores con cintas y en la mano una
tinya (tamborcito hecho de cuero de carnero) cantaban en lengua
materna quechua coplas alusivas a la fiesta de Yayta Shanty.
Todos corrían de un lado a otro agarrando los ganados. La
vista era hermosa, desde ahí se podía ver el
hermoso panorama serrano. Eduardo bajó, caminó un
poco. Al hijo le decía la suegra:

-Hijo, ¿cómo pasaste la
noche?

-Bien señora…
bien.

-Ahora para que te pase ese dolor de cabeza
tómate este Yaco Chupe (caldo de papas con verduras) y se
te quitará el malestar.

 

Eduardo pensando y caminando a la vez
decía: "yo tengo que volver a esa mina, pero con otras
personas más y con más instrumentos", y sin darse
cuenta llegó al lado opuesto de la casa hacienda y
allí se encontraba el pequeño tallercito o
fundición del viejo Castañeda. Era el lugar donde
fabricaba y fundía la plata extraída de la mina
"León Gocha", se veían vestigios y utensilios, y al
lado estaban unos fierros mohosos, los mismos que utilizaban para
atrancar las puerta de la antigua hacienda, casi por accidente,
Eduardo se agachó y observó esos fierros viejos
llenos de moho. Grande fue la sorpresa que se llevó
Eduardo: ¿Qué? ¿Qué es esto?
¡Dios mío! Sacó un cortaplumas y rasgó
esos trozos de metal que se encontraban en el piso a la
intemperie por largos años. No lo podía creer.
Corrió al patio principal, allí existía una
puerta grande. Miró hacia el piso, allí estaba otro
trozo de metal, lo agarró.

 -¡Señora!
¡Señora! ¡Venga rápido!

-¿¡Qué pasa
hijo!?

-¡Mire! ¡Mire! –le dijo
Eduardo.

-¿Qué debo mirar?
¿Dónde?

-¡Aquí…!
¡Aquí!

-¡Ah…! Este, bueno, esos son
los fierros que utilizaban mis padres parar atrancar las puerta
de la hacienda. De esos muchos son fierros viejos que no sirven.
Nosotros lo ponemos en las puertas para que el viento no las
abra.

¡No! ¡No! Querida suegrita,
estos no son fierros comunes y corrientes…son trozos de
plata, ¿Se da cuenta a hora de lo que le estaba
hablando?

-¿Seguro que ese montón de
fierros son plata?

-¡Seguro! ¡Es tan seguro como
que este es mi gran día!

 La señora Simona ordenó
que juntaran todos los fierros tirados por la casa hacienda, y
Eduardo iba adelante dando el veredicto. Después de una
ardua labor de todo el día en un cuarto, lograron juntar
una gran cantidad de plata pura. Según cuenta el abuelo,
eran más o menos como unos ochocientos kilos de plata
pura, los residuos de la plata extraída de los filones de
"León Gocha" por espacio de dos generaciones.

 

Al cabo de un año la señora
Simona y su yerno Eduardo pudieron mejorar su situación
económica de una forma considerable. Según cuenta
el abuelo, Eduardo volvió al lugar en varias ocasiones sin
poder sacar nada, en la última oportunidad perdió
cinco hombres y dos ingenieros, Eduardo se salvó a duras
penas.

 Algunos lugareños cuentan que
llegaron de otros pueblos a enterarse de la existencia de estas
minas pero también pasaron la misma suerte, murieron por
congelamiento y otros por accidente.

Pasó el tiempo. Ese lugar, Casa
Blanca y la Virgen de las Mercedes, se hizo caseríos y hoy
por hoy sólo queda el recuerdo, y cada vez que llega el 24
de septiembre, algunos moradores, especialmente los más
viejos, recuerdan la casa hacienda de Casa Blanca y las minas de
"León Gocha".

Y suspirando con tristeza decía:
"esos tiempos fueron mejores"

 EL REGALO QUE NUNCA
LLEGÓ

Otra vez Navidad.- El avión de
cuatro motores.- Carta a Papá Noél.- El regalo que
nunca llegó.- Reconciliación

 OTRA VEZ NAVIDAD

 El ambiente reinaba en la casa de
Daniel y Patty. Era de color y sabor a Navidad. Todos estaban
sumidos a buscar un regalo para su ser querido, pero Daniel muy
por el contrario, reuía a las conversaciones referentes a
la fecha. "¡Papá! ¡Papá! Santa Claus me
va a traer un juguete muy bonito que le pedí, por ello me
estoy portando bien para que se cumpla mi deseo…
"

Daniel, muy para sus adentros pensaba:
"Santa Claus…si supiera quién le va a regalar esos
juguetes, mi hijo no pensaría así". La voz de su
esposa le sacó de su letargo.

-¡Daniel! ¡Daniel!
¿Cuáles de tus amigos traerás para la Noche
Buena?

Daniel, uno poco ofuscado, le
respondía:

-Tú sabes mujer, que a mí,
esas fiestecitas no me gustan y tú te empeñas
siempre por juntar acontecimientos para esa fecha y te lo repito
como todos los años… ¡No cuenten
conmigo!

Partes: 1, 2, 3, 4
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