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Desarrollo de la crisis socialista latinoamericana (página 7)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

En el seno del PCUS con el paso del tiempo en lo que
hace a la implantación en la URSS de la perestroika y de
la glasnost se manifestaron diferentes tendencias o líneas
de acción y pensamiento como ser los renovadores, los
ultra-renovadores y los ortodoxos. En otras palabras, entre
aquellos que querían que la perestroika y la glasnost
generaran más democracia y socialismo en la URSS, como
aquellos que entendían que las reformas eran demasiado
tibias y habría que radicalizarlas. Como también
los que pensaban que las políticas reformistas de
Gorbachov generaban la destrucción del PCUS y de la URSS.
En otras palabras, conducían a la URSS hacía el
sistema capitalista.

La perestroika y la glasnost de Gorbachov genero
inmediatamente un gran y fuerte impacto en el resto de los
países que conformaban el llamada socialismo real. Los
partidos comunistas en el poder y sus elites dirigentes se
dividían en aquellos que aprobaban esas políticas
renovadoras impulsadas en la URSS por Gorbachov y aquellos que se
oponían rotundamente a las mismas. En todos los pueblos
que conformaban el socialismo real apoyaban abiertamente la
perestroika y la glasnost de Gorbachov. Este se había
ganado un cariño y una alta popularidad entre las masas
que conformaban el llamado bloque socialista.

Dentro de la URSS y en el PCUS los conflictos entre
renovadores, ultra-renovadores y ortodoxos se iba acentuando cada
vez más. El primer conflicto, que enfrento Gorbachov
dentro del Partido lo tubo con un ultra-renovador, Boris Yeltsin.
El conflicto se centro sobre el ritmo de las reformas impulsadas
desde el gobierno. Esto generó que Yeltsin fuera expulsado
del PCUS por Gorbachov. En el horizonte más cercano el
conflicto más grande lo tendría con los llamados
ortodoxos que eran neostalinianos. Que pensaban que la
perestroika y la glasnost conducían hacia la
autodestrucción del PCUS y la URSS introduciendo el
capitalismo dejando de lado el socialismo.

Ahora, para enriquecer el análisis sobre las
diferencias de los grupos o fracciones en pugna en el seno del
PCUS y de la URSS pasaré a citar la opinión de
Leonid A. Gordon que es doctor en historia, miembro de la
Academia de Ciencias de Moscú e integrante del Instituto
para el Movimiento Internacional del Trabajo y que dice lo
siguiente: "El panorama es verdaderamente muy complicado y
debemos ser cuidadosos para no simplificar el significado de los
acontecimientos en la URSS. Es muy común en el oeste y
aún en mi propio país simplificar la perestroika
como una especie de lucha entre quienes quieren reformas
políticas y económicas y quienes se oponen porque
quieren conservar el status quo. Esto no es así. En mi
opinión en la actualidad, e incluso cinco años
antes, no hay oponentes a la perestroika en la
URSS."

Gordon sigue diciendo: "El problema es que hay muchos
tipos diferentes de perestroika. La lucha es entre quienes tienen
diferentes interpretaciones de las reformas políticas y
económicas que hay que hacer. Las dificultades en una
situación como la nuestra son probablemente mayores que en
una simple y más normal situación revolucionaria.
En ese caso una parte de la nación quiere preservar al
ansíen régimen y otra parte quiere cambiarlo
radicalmente. Pero aquí todos quieren cambiar la
situación existente, pero cada uno de los grupos quiere
moverse en dirección opuesta."

La opinión de Gordon en torno a los grupos o
corrientes políticas e ideológicas que se
manifiestan en el PCUS y en la URSS debatiendo sobre la
perestroika y la glasnost se opone a la visión que yo
sostengo en esta monografía. Pero, creo que su
visión ayuda a comprender lo complejo y dialéctico
del proceso de cambio que vivió la URSS en tiempos de
Gorbachov. Por eso pienso que al citarlo por más que
brinde otra opinión es muy positiva para
desentrañar la problemática analizada. Para Gordon
en su visión del futuro de la URSS de Gorbachov hay cuatro
posibles combinaciones. Es decir, dos económicas (mercado
versus plan) y dos políticas (democracia versus
autoritarismo). En relación a estas cuatro posibles
combinaciones el propio Gordon dice lo siguiente: "En la lucha
que se desarrolla hoy en día en la URSS hay fuerzas
políticas reales que pugnan por alguna de estas cuatro
estrategias que se orientan hacia la organización
política y económica. Si se mira hacía
atrás, digamos hacía el año 1987 y comienzos
de 1988, Gorbachov defendió una estrategia que bregaba por
cambios políticos democráticos y reformas
económicas orientadas al mercado. Eso apunta a la
dirección representada en el diagrama por el cuadrante I.
Sakharov estaba asociado con esta estrategia desde bastante antes
(…). En la dirección opuesta a estas ideas se
encuentran aquellos que pregonan el "orden" económico
– cuya estrategia es la restauración de la
planificación centralizada stalinista – junto con
normas autoritarias en la vida política. En este momento
esa estrategia no invoca el marxismo-leninismo o el estalinismo.
El soporte popular ideológico para estas ideas proviene
del nacionalismo y el chauvinismo rusos. Aunque es probable que
este tipo de movimiento combine una ideología marxista
vulgar con el chauvinismo ruso. En ese sentido, esta
ideología nacionalista tiene algunas similitudes
dramáticas con la ideología nazi."

En lo que se refiere a las otras dos combinaciones
Gordon dice lo siguiente: "Una de ellas es un intento de
combinar la democratización con la planificación
centralizada, es decir democratización sin mercado.
Quienes apoyan esta estrategia están contra el
autoritarismo, contra los privilegios y contra la burocracia.
Favorecen la democracia y el multipartidismo, como lo hicieron
los bolcheviques antes de 1917. Pero temen los excesos de una
economía de mercado tal como opera en un sistema
capitalista puro (…) Su idea es recrear un socialismo
genuino con aspecto democrático."

Todavía le queda a Gordon definir una de sus
combinaciones, Es así que, él dice lo siguiente:
"Sí, el mercado junto con el autoritarismo
político, la llamada modernización autoritaria.
Este, por ejemplo es el camino de China y, hasta cierto punto, el
de Europa Occidental en el siglo XIX. A pesar de que la
revolución francesa proclamó la libertad, la
igualdad y la fraternidad, en verdad la democracia sólo se
alcanzó en el siglo XX (…) Para cada una de estas
cuatro estrategias hay fuerzas sociales bien definidas que se
encuentran detrás."

Ahora se pasa analizar el cuarto escenario, es decir la
modernización autoritaria, el mercado sin democracia. Es
así que, Gordon dice al respecto: "El mercado sin
democracia tiene sus principales partidarios entre los
administradores de las plantas, granjas e institutos y
también en los niveles bajos de la nomenclatura. La
nomenclatura tiene tres niveles: el nivel más alto,
formado por el núcleo político, donde se encuentran
entre 100 y 1000 líderes. No se pueden generalizar acerca
de la estrategia a la que se afilian. Creo que piensan y
actúan como individuos. En contraste, en los niveles
más bajos de la nomenclatura se encuentran muchos
administradores de las economías locales y de las unidades
políticas. Ellos viven y actúan entre los
trabajadores, y tienen un contacto diario con ellos. Significan
aproximadamente la mitad de la nomenclatura. La otra mitad
integra un rango medio, como ya dije, y proporciona la base para
la restauración del estalinismo. Pero la mitad de abajo de
la nomenclatura, a la que me estoy refiriendo ahora, percibe
cómo más atractiva la estrategia de mercado sin
democracia porque les abre la posibilidad de convertirse en los
administradores de las plantas y de las fabricas sin la
presión desde arriba. Quieren ser realmente conductores en
la economía. Quieren no sólo más ingreso
sino también ser lideres con libertad en el juego
económico para alcanzar el éxito."

Después de analizar Gordon los cuatro posibles
combinaciones las económicas y las políticas. Pasa
a señalar o identificar los actores de clase, grupo social
e individuos que dan soporte a las diferentes alternativas. Es
así que, él dice lo siguiente: "Una gama amplia
de gente se encuentra detrás de la estrategia para una
modernización democrática. Son intelectuales
así como gente que se encuentra en la parte superior de la
sociedad y que entienden que ese es el mejor camino para
preservar el papel del país en la política
internacional. Hay nuevos grupos empresarios en la sociedad,
incluidos miembros de las cooperativas, nuevos granjeros, y
también una parte importante de los trabajadores y de los
empleados de cuello blanco. Tienden a ser los trabajadores
más educados y capacitados; en su mayoría
están conectados con industrias de alta tecnología
y que miran al futuro desde una perspectiva productiva. En
promedio, se trata de gente joven y con buena salud. No le temen
a la economía de mercado y están prontos para
competir por sus puestos en el mercado laboral. Es difícil
hacer estimaciones con propiedad pero más o menos un
tercio de la clase trabajadora está a favor de esta
estrategia de reformas. Viven en las grandes ciudades y su
percepción resultó evidente en las dos
últimas elecciones – las primeras elecciones libres
en nuestro país- en los grandes centros industriales como
Leningrado, Moscú y Sverdlovsk. Los que se afilian a la
estrategia opuesta son principalmente los grupos medios de la
nomenclatura no la parte de la nomenclatura integrada por los
más altos administradores de las principales plantas y
fábricas. Tienen también un soporte importante
entre los trabajadores de varios ministerios y en el aparato del
partido. No ven, para ellos, ninguna otra opción que un
socialismo de corte nacional para no perder sus trabajos y su
posición privilegiada en la sociedad. Los cambios
podrían simplemente eliminar sus profesiones. Muchos son
preparados, incluso gente brillante, y muy respetada. Sin duda
ellos juegan un papel importante en nuestra economía
centralmente administrada, en sustitución del mercado.
Durante los últimos cinco años han visto como un
sistema de mercado los iría dejando sin trabajo. No
sólo perderían su posición social sino
incluso su sustento. El cambio provocaría la
destrucción de su clase social. No es un grupo muy
numeroso, quizás algunos millones si se incluyen a sus
familiares. Pero son sumamente habilidosos en el uso del poder y
en el uso de las herramientas de nuestra máquina estatal.
Están después los que quieren democratizar sin
mercado. Defienden la utópica idea de una real
renovación socialista. Quienes defienden esta estrategia
no creen que sea una utopia. Hasta ahora parece una utopia y yo
creo que lo es. Pero sus defensores creen que se trata de una
real posibilidad. Y estas ideas tienen un soporte muy amplio. En
este contexto, cuando usa la palabra democratización no
sólo se refieren a la democracia política sino
también a la democracia económica con control
obrero sobre la propiedad. También encaran una lucha
especial contra los privilegios, y quieren romper la burocracia.
Sus ideas son sumamente atractivas para amplias masas de
trabajadores y campesinos, así como también entre
ingenieros y maestros que no están muy bien calificados y
cuya capacitación no se encuentra en los niveles
más elevados y su educación no ha sido la mejor. No
es gente muy joven, o muy fuerte o en su mejor estado de salud y
viven en ciudades pequeñas con bajos niveles de ingreso.
Para ellos el mercado es una verdadera amenaza y representa un
serio peligro. Estimaría que la mitad o incluso dos
tercios de los obreros y los campesinos gravitan en esta
dirección. No están activamente organizados y su
capacidad de expresión es reducida pero un líder
ardiente como Lenin podría convertirlos en un movimiento
de masas."

Sobre la opinión de los trabajadores
soviéticos sobre las reformas Gordon dice lo siguiente:
"No hay una posición uniforme de los trabajadores. Hay
tres organizaciones independientes, además del
sindicalismo oficial, lo que hace que haya cuatro posiciones
diferentes sobre las reformas. Un grupo de viejos sindicalistas
es ferviente partidario de la restauración del
estalinismo. Quieren volver a los viejos buenos tiempos del
socialismo con el liderazgo del partido, propiedad estatal, y
normas autoritarias. Cuando Stalin conducía, dicen, todo
estaba en las tiendas y los precios eran más bajos. Pero
ellos no dicen, por supuesto, que todo estaba en las tiendas solo
en cinco ciudades, y nadie podía comprarlo. Y no mencionan
los millones en campos de concentración, o el terror
estalinista contra los campesinos y los trabajadores pobres. En
oposición a estos viejos sindicalistas se encuentran la
Unión del Trabajo Colectivo. Son los sindicalistas que
quieren democratización política, un sistema
multipartidista y propiedad colectiva que continúe bajo la
planificación estatal. En esencia es
democratización sin mercado: socialismo utópico.
Otra organización es el Frente Unido de los Trabajadores y
su posición se encuentra entre la restauración
stalinista y el socialismo genuino. Abogan por una
renovación del socialismo que combina democracia y
actitudes antiburocráticas con la preservación del
plan central. Hablan de construir una sociedad donde el cordero
puede convivir al lado del león. Dicen: "El socialismo
stalinista fue un gran mal, pero el capitalismo no es mejor." En
abierto contraste, hay otra organización llamada la
Confederación del Trabajo – principalmente mineros y
sus aliados que de manera abierta y muy agresiva empujan por la
democratización combinada con la economía de
mercado. La Confederación ha apoyado oficialmente un
proyecto de nueva constitución para la república
Rusa donde no se menciona la palabra socialismo y permite todas
las variedades de relaciones de propiedad
privada."

De todo lo dicho por Gordon queda claro que la
perestroika y la glasnost de Gorbachov puso de una manera muy
manifiesta la lucha de clases en la URSS. La existencia de
diferentes proyectos de país sustentado por diversos
bloques de clases sociales, grupos e individuos pone a las claras
las divisiones que experimentaba en su seno el país
soviético. A esto se le suma que el desastre de la central
nuclear de Chernobil evidencio las limitaciones de la
tecnología soviética en el uso nuclear y tiro abajo
el prestigio tecnológico de la URSS. El pueblo
soviético experimentaba y veía que su país
no era tan potencia mundial en ciertas áreas como
creían producto esto de la propaganda oficial. El grupo de
Gorbachov en el PCUS estaba convencido de que era necesario que
la URSS implementara una política económica basada
en el mercado. Es decir, que la URSS pase de ser una
economía esencialmente dirigida centralmente a
través de la planificación quinquenal a una
economía en donde el mercado tenga un status-rol
fundamental en el área económica. Esta propuesta de
Gorbachov era resistida por la burocracia del
Partido-Estado.

Es así que, el economista español Luis
Ángel Rojo dice lo siguiente: "El lanzamiento de la
perestroika se expresó en la denuncia, desde el poder, de
la ineficiencia del sistema, de su capacidad para derrochar
recursos y de la abundante corrupción que generaba: y los
ciudadanos soviéticos, al amparo del glasnost, pudieron
corroborar esas denuncias y multiplicarlas a partir de sus
experiencias diarias. En 1986, la catástrofe de Chernobil
trajo al país graves dudas sobre su aptitud para utilizar
las tecnologías avanzadas fuera del ámbito de la
defensa y dio paso a la denuncia de los males ecológicos
que padecía, desde el desastre del Mar de Aral, resultado
de un plan de regadíos tan gigantesco como mal concebido,
hasta la contaminación intensa que afectaba a numerosas
áreas industriales. Tras tantos años de una
propaganda encaminada a mantener la fe en el sistema y a
alimentar el orgullo nacional, aquel brusco enfrentamiento con la
realidad de que la Unión Soviética había
perdido la carrera en que estaba empeñada con las
economías capitalistas, y ni siquiera podía
considerar superado el subdesarrollo en muchos aspectos,
sumió a los ciudadanos en un clima de frustración y
pesimismo. El Gobierno afirmaba que la solución a tantos
problemas había que buscarla en el mercado, pero no
podía esperar que el pueblo se convirtiera en fuerza
impulsora de esa idea. La propaganda oficial había
presentado al mercado, durante muchas décadas, como el
origen de múltiples males; el sistema soviético
había conseguido doblegar el estimulo y la iniciativa
individuales, y los ciudadanos, aunque no comprendiesen
adecuadamente el funcionamiento de una economía de
mercado, intuían correctamente que su introducción
requería transformaciones profundas que podían
afectar negativamente, durante un periodo transitorio, pero
quizá largo, a sus rentas reales y a sus puestos de
trabajo. El paso al mercado había de ser por tanto, el
resultado del impulso de las autoridades, pero ningún
marxista podía creer que la burocracia panificadora, el
aparato del PCUS o las autoridades locales fueran a colaborar de
buen grado en un proyecto que iba en contra de sus intereses; y
así, Gorbachov y su entorno pudieron comprobar cómo
las medidas flexibilizadoras, introducidas a partir de 1987, eran
debilitadas en sus efectos por las normas, interpretaciones y
conductas con las que esa extensa burocracia condicionó su
aplicación."

A la oposición de la burocracia del
Partido-Estado hay que añadirle que Gorbachov y su equipo
no tenían una idea clara y concreta de que proyecto de
país había que instaurar en la URSS y como llegar a
él. Todo era una gran nebulosa en donde la respuesta a la
pregunta central "¿Qué hacer?" no estaba para nada
clara en la mente de Gorbachov y su gente. En relación a
esto, Rojo dice lo siguiente: "Sin embargo, tampoco el
Gobierno central tenia las ideas claras. Gorbachov hablaba de una
"reforma económica radical", paralela a la "voladura" que
prometía del viejo sistema político, pero nunca
estuvo claro el contenido de la reforma que contemplaba.
Temía, sin duda, los costos sociales y políticos de
los ajustes necesarios para dar entrada a los mecanismos de
mercado y, además, no entendía bien lo que esa
transformación entrañaba: continuaba hablando de un
"socialismo de mercado planificado" y se resistía a
aceptar el restablecimiento de la propiedad privada. Así
que el fracaso de la Ley de Empresas Estatales y de las
demás medidas introducidas desde 1987 no era imputable
solamente al sabotaje de los burócratas; era
también la consecuencia de su falta de dirección
clara y articulada."

Las reformas en el área económica
instaurada desde 1987 a 1989 se habían aplicado mal o muy
mal generando una serie de problemas económicos muy
grandes y profundos. La Perestroika había tirado abajo la
planificación centralizada que había sido el modelo
económico que había adoptado la URSS desde los
tiempos de Stalin. Pero esa destrucción de ese modelo
económico no había sido sustituído por otro
modelo económico basado en el mercado más eficiente
y eficaz. Las disfuncionalidades que generaban la
aplicación de la reforma económica en la URSS se le
sumaban los reclamos salariales de los obreros en las empresas y
el cuestionamiento por parte de los ecologistas de que las mismas
eran contaminantes del medio ambiente.

Es así que Rojo dice lo siguiente: "Las
reformas introducidas desde 1987 a 1989 – reformas
parciales, mal articuladas y peor instrumentadas –
desmontaron en buena medida, el sistema de planificación
central, pero no lo sustituyeron por los mecanismos reguladores
del mercado. En consecuencia, la economía soviética
vivía en un estado considerable de desorden al comenzar el
año 1990: la producción descendía y las
escaseces aumentaban; las empresas incumplían sus
contratos de entrega y retenían una parte de su
producción para trocarla por materias primas y bienes
intermedios necesarios para su actividad; las repúblicas y
las autoridades locales trataban de evitar la exportación
de sus productos para asegurar también suministros
mediante operaciones de trueque; el sistema oficial de
distribución, siempre capaz de imponer mermas cuantiosas a
las producciones agrícolas de cada año, era objeto
de robos por parte de la delincuencia organizada, y el panorama
de confusión se veía acentuado por la
sucesión de huelgas en demandas de salarios más
altos, el aumento del absentismo en las empresas y la
proliferación de movimientos ecologistas que
imponían el cierre de plantas y empresas."

Esto ocurría en el plano de la economía
pero, en otros ámbitos de la sociedad se producían
cambios en el que el pueblo soviético era el protagonista
central de la acción. En lo referente a la glasnost, la
transparencia informativa, el pueblo soviético la hizo
suya tomando el control de la misma. La glasnost desbordaba y se
salía de las manos del control político de la
cúpula política encabezada por Gorbachov. En
relación a esto Isabel Turrent dice lo siguiente: "El
proyecto político original siendo insuficiente para
explicar la revolución cultural. Gorbachov se propuso
poner a la glasnost al servicio de la perestroika. A principios
de 1986 era ya claro que, mientras la reforma económica se
rezagaba, la "ola de la transparencia" – para usar las
metáforas marinas del líder soviético
– había cobrado vida propia. La cultura estaba al
servicio de fines que tenían poco que ver con el programa
del gobierno. Gorbachov, que sin duda posee un gran instinto
político, mantuvo la ilusión de que era el gobierno
el que dirigía la transparencia: era el único
camino para evitar que la resaca barriera la legitimación,
la popularidad y el apoyo de la inteligencia que había
obtenido en 1885. Mijail Gorbachov, en efecto, es el iniciador de
la glasnost y ha alimentado la apertura, pero no la encabeza ni
la dirige. La transparencia es una revolución desde abajo,
su agente es la literatura; su arquitecto es el pueblo ruso:
millones de ejemplares de periódicos, revistas y libros.
Es una revolución vieja y, a la vez, sin precedentes en la
historia rusa. Proviene de épocas remotas porque sus
preocupaciones son las mismas que desvelaron a distintos
pensadores desde el siglo XVII, aun antes de que hiciera su
aparición la intelliguentsia decimonónica. El
corazón de la glasnost es repensar la historia,
reescribirla, develar sobre todo lo que sucedió entre 1930
y 1953."

La glasnost como una revolución nueva en si
permitió al pueblo soviético y a sus intelectuales
tratar la cuestión de la figura de José Stalin y
status-rol en la historia de la URSS. Además del
estalinismo y sus vínculos con el bolcheviquismo. Las
diferentes generaciones de soviéticos que vivieron y
sobrevivieron a los tiempos de Stalin y experimentaron el auge y
caída de esta figura política en su país.
Como aquellos más jóvenes que experimentaron el
breve periodo de deseestalinización en los tiempos de
Kruschev y después el neoestalinismo de Brezhnev. La
glasnost permitió que se discutiera críticamente
sobre los diferentes tiempos políticos, económicos,
sociales y culturales que vivió la URSS. Es así
que, Turrent dice lo siguiente: "Sin embargo, la glasnost es,
al mismo tiempo, una revolución nueva. El stalinismo
modificó el contenido de las añejas preocupaciones
históricas de Rusia y generó desde 1985 un debate
ético que involucra tanto a los sobrevivientes de la era
de Stalin como a los jóvenes. Como los alemanes en 1945,
los rusos se encontraron en 1953 presas de una obsesión de
culpa: un pueblo sin historia, hijos de la nada. Intelliguentsia
y gobierno buscaron inútilmente disociarse del stalinismo.
El breve período de Jruschov, que descorrió apenas
el velo que ocultaba la magnitud de los crímenes de
Stalin, dejó intacta la responsabilidad de millones de
ciudadanos y funcionarios que participaron directamente en las
purgas y se mimetizaron con el líder utilizando su parcela
de poder para destruir "enemigos" inocentes en nombre del
"bienestar de la patria". La caída de Kruschev
restauró la mentira. Aunque Stalin no volvió a
compartir el mausoleo de Lenin, durante la larga
hibernación de la URSS bajo Brezhnev, su figura
recobró un perfil heroico e irreal. Los artistas,
conciencia moral de la sociedad, fueron amordazados, reducidos a
publicar en los famosos samizdatl o, si tenían suerte, en
Occidente. Así, en el deshielo o en la hibernación,
el tiempo pasó echando tierra de silencio sobre la
experiencia de todos aquellos que por temor o apatía
habían sido cómplices de los crímenes de
Stalin. Sin encarar su culpa colectiva, privada de memoria
histórica, la URSS se hundió en una
parálisis equidistante, a un tiempo, del escepticismo y
del cinismo."

Volviendo a la situación económica que
experimentaba la URSS al finalizar el año 1989. Cuando se
decidió elaborar un programa que pautase el paso a una
economía de mercado. La economía soviética
tenía una serie de problemas y las acciones necesarias
para abordarlas podían centrarse a tres áreas
interrelacionadas. En primer lugar, era necesaria una
estabilización monetaria y fiscal de la economía.
En segundo lugar, el área fundamental de los precios, los
problemas se referían tanto al nivel absoluto de mucho de
ellos como a su distorsionada estructura relativa. En tercer
lugar, se refería al tema más profundo y complejo,
de la reforma de las empresas donde las dificultades planteadas
por la privatización eran tantas que no cabía
pensar en avances muy rápidos.

Es así que, el economista español Luis
Ángel Rojo dice lo siguiente: "Al finalizar el
año 1989 cuando se decidió elaborar un programa que
pautase el paso a un sistema de mercado, los problemas que
pesaban sobre la economía soviética y las acciones
necesarias para abordarlos podían adscribirse a tres
áreas interrelacionadas: En primer lugar, era precisa una
estabilización monetaria y fiscal de la economía.
Había que reducir el déficit público que se
aproximaba al 10 por ciento del Producto Interno Bruto hasta
niveles que permitiesen su financiación sin recurrir a
fuertes expansiones monetarias; y ello requería, de un
lado, un reforzamiento de los ingresos fiscales y, de otro, una
reducción de los gastos públicos en especial de los
gastos de defensa y de las subvenciones a los precios y a
empresas con pérdidas. Al mismo tiempo, había que
introducir reformas en el sistema financiero para ofrecer al
público activos con una rentabilidad suficiente para
proteger los ahorros frente a la inflación; ello
permitiría absorber una gran parte de la capacidad de
compra, mantenida por las familias en forma de billetes y
depósitos, que presionaba sobre los mercados de consumo y,
en la medida que se ofreciese un tipo de interés razonable
sobre la deuda pública, haría posible la
financiación no monetaria de una parte sustancial del
déficit público. El proceso de privatización
también podría contribuir absorber la
liquidación del público, aunque esa
contribución habría de ser modesta en una primera
fase. Era preciso, además, frenar los aumentos salariales
concedidos por las empresas. Y era necesario en fin, proceder a
una unificación de tipo de cambio a nivel realista, que
apoyase la liberalización del comercio
exterior."

El economista español Rojo sigue diciendo: "En
el área fundamental de los precios, los problemas se
referían tanto al nivel absoluto de muchos de ellos como a
su distorsionada estructura relativa. Abordar este tema resultaba
básico para que los precios pudieran ofrecer una
orientación a las inversiones, para disponer de criterios
que permitieran decidir el grado de rentabilidad de actividades y
empresas, para conexionar la economía soviética con
el resto del mundo, mediante unos flujos comerciales
relativamente libres -con una protección arancelaria
razonable – y para normalizar los mercados interiores y
reducir las subvenciones. La liberalización de los precios
era el camino más propio para que éstos buscasen
sus niveles absolutos y relativos adecuados, ya que la
búsqueda de esos niveles a través de precios
controlados estaría sometida a toda clase de errores,
fricciones y obstáculos políticos. La
elevación resultante del nivel de precios
obligaría, en todo caso, a mantener transitoriamente los
controles sobre un grupo de bienes y servicios básicos, y
quizás a proporcionar transferencias de renta a los grupos
sociales más modestos; para el ajuste de precios era
necesario y también lo era el que no condujese a una
espiral inflacionista a través de los salarios. Por otra
parte, en una economía donde la planificación
central ha determinado una concentración de la
producción de cada sector en muy pocas empresas, la
liberalización de los precios debería ir
acompañada de una política de fragmentación
de los monopolios y de fomento de la competencia."

En lo que se refiere al tercer ámbito Rojo dice
lo siguiente: "El tercer ámbito de problemas se
refería al tema, más profundo y complejo, de la
reforma de las empresas donde las dificultades planteadas por la
privatización eran tantas que no cabía pensar en
avances muy rápidos. Tal vez hubiera que empezar por las
empresas de dimensión media y pequeña, tanto en la
industria como en la agricultura y los servicios, y dejar para
más adelante el tema de las grandes empresas estatales. En
cualquier caso, sin embargo, era preciso introducir una
disciplina financiera estricta que las sometiese a los criterios
de rentabilidad. Y las consecuencias normales de esa mayor
disciplina obligaban a diseñar inmediatamente un sistema
adecuado de seguro de desempleo. A todo ello hay que
añadir la necesidad de desarrollar un cuerpo legal, civil
y mercantil, capaz de regular las relaciones contractuales en una
economía de mercado."

La estructura de problemas planteados y de las
líneas básicas para abordarlos que responde al
diagnostico y a las recomendaciones centrales del informe sobre
economía soviética preparado por el Fondo
Monetario, el Banco Mundial, la OCDE y el Banco Europeo de
Reconstrucción y Desarrollo y recoge los temas principales
que han sido objeto del debate económico en la URSS a lo
largo de 1990 y que han sido referencia obligada de los sucesivos
problemas de reforma elaborados y discutidos en ese país
en ese tiempo. Es así que, en relación con esto
Rojo dice lo siguiente: "Este bosquejo de los problemas
planteados y de las líneas básicas para abordarlas
que responde al diagnóstico y las recomendaciones
centrales del informe sobre la economía soviética
preparado por el Fondo Monetario, el Banco Mundial, la OCDE y el
Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo en el
otoño pasado recoge los temas principales que han sido
objeto del debate económico en la Unión
Soviética a lo largo de 1990 y que han sido referencia
obligada de los sucesivos programas de reforma elaborados y
discutidos en los últimos 15 meses; el programa
relativamente radical preparado por el viceprimer ministro
Abalkin en noviembre de 1989 y el programa más conservador
presentado por el primer ministro Rizkhov, y adoptado por el
Congreso de los Diputados del Pueblo en diciembre del mismo
año; el programa de aceleración de la reforma
sometido por el mismo Rizkhov al Soviet Supremo y rechazado por
éste en mayo de 1990; el nuevo programa elaborado por el
Gobierno, el programa radical de los 500 días, preparado
bajo la dirección de Shatalin por acuerdo entre Gorbachov
y Yeltsin, y la síntesis de los dos anteriores elaborada
por Aganbeguián – programas, estos tres
últimos, que no consiguieron la aprobación del
Soviet Supremo en setiembre de 1990 -, en fin, las orientaciones
básicas para la estabilización económica y
la transición a una economía de mercado,
presentadas por Gorbachov ante el Soviet Supremo y aprobadas por
éste en octubre del pasado año."

 

 

Autor:

Licenciado Augusto Batista Stasiuk

 

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