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La Feminidad puesta a prueba: Paradojas, Tensiones y Educación



  1. Introducción
  2. Adiós a las Mujeres
    imaginarias
  3. Mujeres: la cosa es de plata
  4. La
    masculinidad puesta a prueba
  5. La
    feminidad puesta a prueba
  6. Referencias

Introducción

Una mujer camina libremente por una calle de
Bogotá a las 3:45 am de un sábado cualquiera tras
una fiesta que recién termina. Nadie la persigue para
castigarla, nadie le reprochará, y seguramente, no
irá al infierno por ello. Pero hace 30 años
habría sido abiertamente señalada y castigada, hace
50 años dicha situación sería inconcebible
excepto para las damas prostitutas -quienes ocuparán un
lugar especial más adelante en nuestra
reflexión-.

En Colombia como en el resto de Latinoamérica
muchas cosas llegan tarde, entre ellas las ideas. Por esta
razón, los procesos feministas que hicieron posible las
libertades actuales de las mujeres de nuestro país son tan
recientes; no por ello menos importantes pero para desconcierto y
vergüenza de todas y de todos sí son ampliamente
desconocidos.

En este texto abordaré lo que he dado en llamar
las paradojas de la feminidad posmoderna, y no porque
como sociedad hayamos llegado a los proceso posmodernos de
pensamiento y desarrollo, sino porque dados los avances
tecnológicos de nuestro siglo, estamos al tanto de lo que
ocurre en sociedades "vanguardistas" en las que se da la
redefinición de los roles sociales del hombre y la mujer,
y dada nuestra conciencia mediática creemos que lo que
vemos en otras partes del mundo sólo debe ser copiado
aquí y ya. Ser mujer es más que una cuestión
de moda.

Adiós a
las Mujeres imaginarias

No existen mujeres universales como no hay hombres
universales cuando hablamos de procesos históricos.
Nuestra historia está reducida a la Cultura Occidental,
esa trama de significaciones –como dice Geertz- que nos
permite identificarnos como parte de una tradición. Es
decir, que fuera de nuestra historia dejaremos a muchas otras
formas culturales de ser mujer aunque al finalizar nuestro texto
veremos el carácter universal de la situación
femenina.

De forma general podemos identificar tres grandes Hitos
en este trazado genealógico de la feminidad
occidental:

  • La mujer Greco-latina

  • La mujer Medieval

  • La mujer Renacentista

Antes de la época Grecolatina no existía
la cultura occidental. La mujer ocupa un lugar definido en la
sociedad como cuidadora del fuego de los dioses, de la hoguera,
del Hogar. Aunque se encarga del hogar no asume de forma
determinante la educación de los hijos, sobre todo si eran
varones. Las niñas estaban destinadas a la obediencia, a
la belleza, a la formalidad y a la reproducción. No les
estaba permitido asumir ningún cargo público, ni
caminar solas sin sus maridos. Contadas algunas excepciones, las
mujeres no eran más que madres, exceptuado a las mujeres
que se dedicaban a la prostitución, y en cualquiera de los
casos estaban bajo el control del hombre. No las salva ni
siquiera la existencia de un Partenón plagado de diosas
femeninas
como Afrodita, Atenea o Hera. En oportuno recordar
cómo los hombres se disfrazaban de mujeres en las
obras teatrales.

En la época Medieval, la mujer no mejoró
su condición, y de hecho con la versión cristiana
del mundo se le consideró la fuente primera del pecado a
través del mito del paraíso y las figuras de
Adán y Eva
. Dicho relato asoció a la mujer un
carácter moral de pecado y maldad, se era mala por ser
mujer; sin embargo, en esta cosmovisión cristiana la
maldad fue redimida a través de otra figura femenina como
la de María la madre de Jesús, quien gracias
a su ciega obediencia redime a la mujer (prefigurada en Eva) y la
acerca de nuevo a Dios a través de su rol de madre,
momento en el que la maternidad se eleva a carácter
divino.

Como se evidencia, la mujer sigue siendo mantenida en la
esfera de lo privado, y su reino es la intimidad que en todo caso
se presenta de forma rigurosa pues ya no son permitidos los
comportamientos que vayan en contra de la sumisión debida
al esposo, si en la época grecolatina había
posibilidades de aparición en espacios públicos
ocasionalmente, en esta nueva época si llegase a haber
algún tipo de aparición ésta debía
estar sujeta a los parámetros religiosos: la
religión asigna el rol a la mujer.

Este contexto cristiano dio origen a la
institución conocida como la Iglesia, la cual es
abiertamente masculina, sin desconocer las nuevas formas de
redención de la mujer a través del servicio a Dios
mediante la consagración religiosa.

Un caso que merece especial atención en este
momento es la aparición de las brujas como el
modelo femenino de maldad, toda vez que en el proceso de
expansión del cristianismo se obligaba tanto a hombres
como a mujeres no creyentes a someterse a los deberes de la nueva
fe. Muchos pueblos ofrecieron resistencia ante el proceso de
aculturación forzosa, máxime cuando sus
cosmovisiones como las de los pueblos Celtas estaban basados en
una perspectiva femenina del mundo, de la naturaleza, y de la
tierra, de allí que la Iglesia proveyera herramientas para
efectuar conversiones entre los más renuentes tales como
el miedo, la persecución y la satanización de los
roles opuestos a la doctrina cristiana como consta en el
Malleus Maleficarum, a propósito de las
mujeres:

Pero como en estos tiempos esta perfidia [la
brujería] se encuentra con más frecuencia entre las
mujeres que entre los hombres, como lo sabemos por experiencia,
si alguien siente curiosidad en cuanto a la razón, podemos
agregar, a lo ya dicho, lo siguiente: que como son más
débiles de mente y de cuerpo, no es de extrañar que
caigan en mayor medida bajo el hechizo de la
brujería.

Porque en lo que respecta al intelecto, o a la
comprensión de las cosas espirituales, parecen ser de
distinta naturaleza que los hombre, hecho respaldado por la
lógica de las autoridades, y apoyado por diversos ejemplos
de las Escrituras.

Pero la razón natural es que es más
carnal que el hombre, como resulta claro de sus muchas
abominaciones carnales. Y debe señalarse que hubo un
defecto en la formación de la primera mujer, ya que fue
formada de una costilla curva, es decir, la costilla del pecho,
que se encuentra encorvada, por decirlo así, en
dirección contraria a la de un hombre. Y como debido a
este defecto es un animal imperfecto, siempre engaña.
(Kramer & Sprenger, 1486, p.50)

Finalmente, una vez terminada la época medieval
el mundo occidental entra en nuevos procesos de
transformación a través del renacimiento de las
artes y de las letras en Europa.

Estos procesos en la perspectiva femenina aunque
significarán cambios no serán capaces de levantar
la visión que sobre ella se cernía tras más
de diez siglos de medioevo y una tradición grecolatina tan
profunda.

La mujer aparecerá en el centro de las
concepciones estéticas, y será objeto de
admiración por sí misma, ya no por su maternidad
como lo demuestra el retrato de La Gioconda elaborado por
Leonardo Da Vinci, y cuyo contenido sigue siendo fuente de
estudios simbólicos, culturales y
artísticos.

El mundo empieza a redefinirse con la
construcción de las ciudades, los comercios, las
universidades laicas, la imprenta (nuevamente inventada) entre
otros grandes logros. Sin embargo, las transformaciones no
favorecerán particularmente a la mujer pues seguirá
confinada a oficios no remunerados, así como al hogar en
condiciones que no mejoraron sustancialmente en
comparación con las de la edad media. Ya las familias no
vivían en los establos con los animales y los
niños, sin letrinas o baños; ahora vivían en
casas urbanas, inquilinatos, pobreza y letrinas sin aseo pues la
ingeniería se recuperaría lentamente desde la
desaparición del imperio romano.

Pese a las transformaciones externas la moral y la
religión cristiana lograron sobrevivir al declive del
sistema económico y social del feudalismo, empero, la
religión cristiana en su versión centralizada en
roma tuvo que enfrentar su propia transformación en manos
de los reformadores protestantes, uno de los más
memorables es Martín Lutero quien para indignación
de la Iglesia Romana (pues a partir de este punto
aparecerán otras Iglesias Cristiana) se casará con
Catalina de Bora un antigua monja alemana. Sus planteamientos
fueron profundos y radicales, baste recordar uno de los
principales en contra de la venta indiscriminada de
indulgencias para financiar la construcción de la
basílica de San Pedro en Roma, la gran empresa del papa
Julio II.

Con esta reforma la mujer entraba en un nuevo rol en el
marco del cristianismo luterano al poder llegar al sacerdocio, lo
que hasta entonces, era una vocación exclusiva para los
hombres. Sólo nos llega como dato curioso la leyenda de la
papisa Juana.

Según la leyenda, mujer que ocupó el
trono papal. Su supuesto pontificado tuvo lugar, según
diferentes relatos, entre los siglos IX y XI. Una versión
asegura que nació en Inglaterra (o en Alemania, de padres
ingleses) y se enamoró de un monje benedictino con el que
huyó a Atenas disfrazada de hombre. Tras la muerte de su
amante, ingresó en el sacerdocio, se convirtió en
cardenal y fue elegida papa como Juan VIII, sucediendo al papa
León IV (847-855). En el 857, durante una procesión
papal, dio a luz un hijo, con lo que se descubrió que era
una mujer. La papisa murió durante el parto.

(Encarta, 2009)

Mujeres: la cosa
es de plata

Las mujeres hasta este punto de la historia occidental
no han entrado como sujeto colectivo a pensarse a sí
mismas, y pasará tiempo para que lo hagan de forma
consciente. Sin embargo, después de la
industrialización la feminidad en la sociedad occidental
jamás volverá a ser la misma.

Ninguna transformación social se produce
cómo los libros de historia lo muestran, como si en un
año y un día exactos todos se hubieran puesto de
acuerdo para cambiar las cosas, por eso los hechos se unen, unos
y otros para generar cambios a lo largo del tiempo.

Nadie creyó que la aparición del nuevo
sistema económico industria basado en el capitalismo iba a
modificar tan profundamente la sociedad al desterrar del campo a
los antiguos siervos y agruparlos en las ciudades creando por
primera vez la miseria y la pobreza en la escala en que la
conocemos hoy. Estos nuevos pobres, masificaron las ciudades y
fueron la mano de obra de las industrias nacientes. Poco a poco
los hombres fueron incapaces de dar abasto con tanto trabajo, el
aumento de las enfermedades y el incremento de la mortandad.
Así fue cómo la sociedad industrial sacó de
los hogares a los niños y a las mujeres y los puso
a trabajar en las industrias explotándolos hasta la
muerte, sin embargo, el precio que pagó la sociedad fue la
destrucción estructural de la familia: la mujer por fin
había salido del hogar a ocupar un escenario masculino al
margen de la religión y de la moral.

Ella se convirtió en trabajadora, con menos
sueldo y mayor explotación, pero se convirtió en
trabajadora que ganaba su propio dinero.

¿Pero acaso las mujeres dedicadas a la
prostitución no eran ya independientes desde antes?
¿No ganaban su propio dinero? Lo cierto es que el
desprestigio moral en que la cultura occidental cristiana ha
sumido a la mujer dedicada a la prostitución no ha
permitido ver con claridad las condiciones en las que se
desarrollaba este tipo de mujeres. De hecho la
prostitución, contraria a la idea de
autonomía e independencia con relación a los
hombres que parece tener en las culturas antiguas era un
escenario creado por los hombres para satisfacer sus deseos,
manteniendo una oposición radical y frontal con el otro
tipo de mujer que se aceptaba: la mujer reproductora.

Esta oposición hizo creer que la mujer prostituta
era algo así como una empresaria de su cuerpo, pero lo
cierto es que se hallaba en otro rol pero bajo el mismo yugo de
los hombres quienes se encargaban de suministrar
protección a sus trabajadoras y eran quienes
recibían la mayor parte del dinero. La prostituta era un
objeto de comercio muy apetecido en las culturas del medio
oriente, sin embargo, en Grecia su perfil se fue elevando pues
mientras otras mujeres estaban confinadas al hogar por lo general
en un completo grado de analfabetismo, las prostitutas eran
aceptadas en círculos literarios y de hecho,
accedían a placeres y oportunidades que ninguna otra mujer
conocería.

Ya en la edad media, su situación pese a que
siempre se les rechazó, logró tener una mayor
"comprensión" siguiendo las enseñanzas de San
Agustín

que sostenía que la erradicación de la
prostitución haría surgir otras formas más
radicales de inmoralidad y perversión, ya que los hombres
seguirían buscando el contacto sexual fuera del
matrimonio. A finales de la edad media los burdeles legales
florecían en toda Europa y proporcionaban importantes
ingresos a los miembros corruptos del gobierno y de la Iglesia
(Encarta, 2009, Véase Prostitución
).

Así las cosas, la industrialización
formalizó el negocio de la prostitución
grabándole impuestos y creando zonas especiales para su
desarrollo. En este momento, el rol de mujer prostituta alcanzaba
igual que el de la mujer reproductora un lugar diferente en la
sociedad.

La sociedad por fin había ofrecido un lugar
diferente a la mujer, y aunque seguía sometida a un orden
totalmente masculino, la mujer se desempeñaba en trabajos
que se creía eran incapaces de realizar. En este contexto
las reivindicaciones políticas aparecían por todas
partes, especialmente a las Revolución Francesa,
que dicho sea de paso, promulgó los derechos del Hombre,
es decir, que políticamente la mujer seguía siendo
menor de edad mientras que el resto del mundo masculino ya
había alcanzado la igualdad legal. La estadounidense Susan
B. Anthony comenzó su lucha en favor del sufragio
universal en 1851. Y para el año 1869 los esclavos
habían obtenido el derecho al voto mientras las mujeres
seguían esperando. La lucha por el reconocimiento
político sigue dándose hasta hoy.

  • c) Revolución Sexual: La mujer
    podrá ser infiel.

Desde finales del Siglo XVIII y hasta la mitad del siglo
XX la mujer en diferentes partes del mundo inició procesos
de reivindicación que le permitieron participar en los
escenarios que hasta ese entonces habían sido exclusividad
de los hombres. Poco a poco la mujer ganó para
sí un reconocimiento a nivel político,
económico, se le permitió votar
, se le
reconoció el estatus de mayor de edad igual que a un
adulto varón, pudo heredar bienes y administrar su dinero
y sus propiedades, pudo acceder a la educación general
desde la más básica hasta la educación
superior. La mujer estaba en una carrera que en no pocos momento
se había tomado como revanchista porque se quisiera o no,
varios elementos de la sociedad occidental tradicional se negaban
a aceptar los cambios que venían ocurriendo.

Sin embargo, sólo hasta la aparición de la
píldora anticonceptiva creada por el biólogo
Gregory Goodwin en 1960, la mujer irrumpe como sujeto dotado de
posibilidades desconocidas, pues dicho sea de paso, la mujer
seguía ligada a la relación sexual reproductiva con
el hombre, seguía ocupando el rol de madre reproductora al
cual no podía sustraerse, era el último
eslabón natural que por lo que se sabía no
podría ser eliminado.

Ahora la mujer podía elegir tener o no hijos, lo
que implicaba una total autonomía sobre su sexualidad,
fenómeno que nunca se había presentado en la
historia de la humanidad. Esta revolución se da en una
generación de jóvenes herederos de la
desilusión y del existencialismo emergente tras el declive
de los grandes metarelatos y las grandes historias de esperanza
que quedaron sepultadas en las ruinas de la Segunda Guerra
Mundial. Esta generación fue mayoritariamente
huérfana, y no tenía ningún interés
en reproducirse para dejar al mundo una nueva raza de
soldados.

Ya no existía ninguna diferencia entre hombres y
mujeres más allá de la condición sexual de
su nacimiento, ambos podían elegir qué hacer y
cuándo hacerlo. La apuesta fue vivir el presente porque la
idea de construir un futuro no era atractiva después de
conocer que en cualquier momento una bomba nuclear podía
acabar con la vida en el planeta. Así aparece el
Hipismo, el Rock, las propuestas revolucionarias alentadas por
el comunismo
, todas expresiones de transformación del
presente en algo nuevo impensado, nada que tuviese el
carácter de lo tradicional. La mujer jugó un papel
fundamental en estas nuevas expresiones sociales y espirituales
que marcarían una época…nuestra
época.

La masculinidad
puesta a prueba

Sólo hasta que la mujer inicia su proceso de
identificación como ser independiente al hombre y los
roles que éste le había asignado, empieza su
proceso filosófico y existencial por saber qué
significa ser mujer, este proceso lo encabezará la
filósofa francesa Simone de Beauvoir con su obra El
segundo sexo.

Hoy hace 50 años la mujer participó de la
revolución sexual, y hace 50 años la mujer
colombiana empezó a disfrutar de los logros que en Europa
se habían alcanzado 50 y hasta 100 años antes. Por
eso podemos entender fácilmente que hoy la mujer en
Colombia esté viviendo la revolución que en Europa
se dio hace medio siglo, con la característica especial de
disfrutar de medios interactivos de comunicación como el
internet lo que acelera procesos mediáticos y no siempre
facilita la madurez frente a los cambios trascendentales
acaecidos.

La mujer se descubre no sólo como objeto de
placer sino como sujeto de placer, ella puede disfrutar de su
sexualidad sin temor a quedar embarazada, puede explorar campos
vetados para ella. Con esto la mujer rompe con las practicas
reales y simbólicas de dominación masculina, la
mujer ya no "es propiedad de su marido", ella adquiere poder al
volverse autónoma sexualmente, la virginidad, la
heterosexualidad y la fidelidad se replantean pues ahora ella
accede a privilegios masculinos.

Sin embargo, a manera de respuesta y reflejo cada vez
que una mujer deja de hacer "algo" que tradicionalmente le
había sido asignado, emerge una nueva idea de masculinidad
en la que se incorporan los nuevos roles, por ejemplo: si la
mujer deja tras de sí la idea de "cocinar para el hombre";
el hombre aprende a cocinar para sí mismo. Si la mujer
sale del hogar a trabajar el hombre asume –no sin recelo en
los primeros años- el rol de encargado del
hogar.

La figura del matrimonio como pilar de otra época
es revaluada y ahora los contratos de unión marital pasan
a ser civiles y no eclesiásticos; se establecen
ampliamente las uniones de hecho, y empiezan a aparecer nuevas
estructuras familiares monoparentales con papá o
mamá, no la pareja.

En este contexto la homosexualidad se abre camino,
así como la definición de nuevos roles
masculinos y femeninos como el transgenerismo, el travestismo,
bisexualidad lo que hoy conocemos como población
LGTBI
. Así pues, la idea de la masculinidad como
"macho" entra en crisis, el hombre empieza forzosamente a
reconocer su parte femenina en una cultura tradicionalmente
machista, hay cambios en la estética y en la
educación el pluralismo emerge como realidad. Así
la masculinidad hoy sigue estando a prueba porque los
parámetros morales, políticos y religiosos en
Latinoamérica, como se ha señalado previamente, han
permanecido anclados en la visión machista de la sociedad
lo que dificulta la emergencia de la diferencia sin atravesar los
filtros del rechazo, la segregación y el
reproche.

La feminidad
puesta a prueba

En la actualidad las posibilidades que tiene la mujer de
asumir roles diferentes y exitosos están restringidos
más a su nivel educativo que al rechazo generalizado de la
sociedad. Tenemos mujeres en presidencias de países,
gerencias de empresas, fuerzas armadas, y en todas las
profesiones del mercado.

No obstante, la mujer se enfrenta hoy a retos
particulares pues las generaciones actuales crecen en un mundo en
el que las mujeres tiene "libertades ganadas",
difícilmente tendrán que luchar por un lugar en el
mundo, y sus derechos están garantizados como los de
cualquier otro ciudadanos.

El amplio desconocimiento de que dichas libertades son
recientes, y que se sostienen con fragilidad en una cultura
machista que no ha perdido su vigencia estructural hace que las
mujeres tengan el reto de mantener dichas posibilidades y poder
definir el rumbo del género en el nuevo siglo.

En la actualidad las tensiones a las que se exponen
tanto hombres como mujeres se amparan en la falta de
educación
frente al tema del feminismo como proceso
histórico de independencia, más allá de los
gustos o las tendencias morales y religiosas.

Hoy vemos mujeres que propugnan porque se les respete la
libertad de acción en temas sexuales frente a lecturas
machistas (de hombre y mujeres) que las califican como
prostitutas indignas y libertinas abriendo una peligrosa
justificación que algunos –desadaptados sociales-
usan para cometer acosos y abusos sexuales, violaciones y en
los casos más lamentables el
feminicidio.

En un ambiente sexualmente promiscuo tanto hombres como
mujeres se vuelven víctimas de abuso en ambientes cada vez
más riesgosos en una sociedad que aún no acepta los
comportamientos individuales moralmente diferentes.

Asistimos a embarazos no deseados y prematuros en
niñas entre los 12 y los 15 años,
quienes
apelan al libre desarrollo de su personalidad para iniciar su
vida sexual (hombres y mujeres), no obstante, no asumen la
responsabilidad y la negligencia que implica dar a luz un hijo,
retornando así a su rol de menor de edad esperando que los
padres (nuevos abuelos) asuman la educación y sustento del
recién nacido.

Tenemos jóvenes hombres y mujeres que rechazan
actos de cortesía propios de la educación
machista
como dar la mano… pagar la cuenta…
ceder un lugar en presencia de una mujer por considerarlos
retrógrados mientras se redefinen las formas de maltrato y
dominio de hombres hacia las mujeres o de mujeres hacia
hombres.

Seguimos creciendo en una sociedad con exceso de
información y procesos nulos de formación sobre la
sexualidad pues los padres creen que en la escuela sus hijos
recibirán la correspondiente educación sexual; y
finalmente, como lo demuestran los índices de maternidad
prematura… nadie ha educado a nadie, el tabú sigue
siendo una constante en nuestra sociedad.

Asistimos a nuevas formas de abusos de niños y
niñas que amparados en la internet participan ingenuamente
en redes y grupos de cybersexo, fomentando el sexting, el
bullyng, el Grooming
y creando ambientes de riesgos
altísimos para una generación de jóvenes
hombres y mujeres que no han entendido la fragilidad de las
libertades adquiridas, no comprenden el valor de sí
mismos, y no están interesados ni en condiciones de
direccionar sus acciones para no perder las libertades
adquiridas.

Sólo quienes estén dispuestos a asumir el
reto de pensarse a sí mismos, de conocer su historia, de
evaluar sus acciones podrán sobrevivir exitosamente a este
tiempo. Los demás seguramente, contarán una
historia de fracasos, de frustraciones y como es usual una
historia de suicidio ante un mundo, unas libertades y una
historia que les quedó grande. Aquí es donde la
reflexión sobre el género, la historia y la
sociedad toman un valor incalculable…si alguien sigue
preguntándose por el valor de la filosofía he de
responder que se encuentra en cada joven que logra sobrevivir a
esta generación para ser una persona libre,
autónoma, madura y exitosa.

Dama Formal

Las mujeres formales ocultan sus
pasiones tras un vestido con encaje,

Apaciguan sus miedos en una promesa
de Amor o tal vez una caricia obligada,

Desbaratan la ilusión de
libertad a cambio del protagónico "ama de
casa",

Vician sus cuerpos con moralidades
eclesiásticas y vacían sus tristezas en el Filtro
del olvido.

Condicionan sus pensamientos bajo el
yugo de "Hasta que la muerte los separe",

Abandonan el placer para entregarse a
un sometimiento necesario justificado por el sano
desarrollo.

Ellas son fieles seguidoras de las
falsas profecías éticas,

no usan minifalda pues consideran
pecaminoso la exhibición de la parte inferior del cuerpo
humano,

no dicen malas palabras pues creen
firmemente

que esto es un derecho formal de sus
patronos y maridos,

además a toda una dama estas
palabras no le combinan

con el maquillaje sobrio y la cartera
de charol,

no vacilan en seguir órdenes y
normas de urbanidad

puesto que sin estas, ellas no
serían unas damas coartadas pero formales.

Y si me preguntan simplemente
digo:

No soy una dama formal, soy mujer y
ya está.

"Amarilla" – Pseudónimo
Poetisa Colombiana

Referencias

Microsoft ®. (2009) Encarta ®.
Enciclopedia Digital. Artículos: Papisa Juana, Cultura
Celta, Martín Lutero.

Santidrián Padilla, R. Mujeres Malas y
Perversas.
Madrid, España: Ediciones
Edimat.

Kelly, L. (1989) Las Mujeres de la Revolución
Francesa.
Bogotá D.C., Colombia: Vergara-Tercer
Mundo.

Kramer, H & Sprenger, J. (1486) Malleus
Maleficarum: El martillo de los brujos.
Trad. Floreal Maza.
Ediciones Orion.

León, E. (F.S.C) (1962) Historia de la
Iglesia
.(12 Ed.). Medellín, Colombia: Editorial De
Bedout.

Andreev, N. et.al. (1978) Economía
Política Capitalismo.
Bogotá, Colombia: Fondo
editorial Suramérica.

 

 

Autor:

Luis Oswaldo Bernal
Correa

Ensayista y Licenciado en
Filosofía

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