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Historia laboral femenina en la primera mitad del siglo XX (página 2)




Enviado por adela JORDÁ



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No hay dudas que el siglo XX fue un siglo
de transformaciones impresionantes en la humanidad,
particularmente por el desarrollo tecnológico, una
percepción diferente del tiempo y la globalización,
pero también por la lucha y la incorporación de la
mujer al mundo del trabajo extradoméstico implicando, a mi
juicio, el derecho y la capacidad de hacerse cargo de sí
misma. También significa la capacidad y la
obligación de hacerse cargo de su prole, en pié de
igualdad con el hombre.

El camino emprendido por la mujer no ha
sido lineal sino lleno de encrucijadas, avances y retrocesos,
debiendo luchar contra la oposición masculina y, lo que es
peor, contra su propia ambivalencia. Tantos siglos de
educación y disciplinamiento configuraron una identidad
que, por conocida y aceptada, proveyó de seguridad, aunque
también de severas limitaciones para la
constitución de un ser autónomo.

Cuándo la mujer sintió que
necesitaba de esa autonomía, que le daba autoridad sobre
sí misma y aumentaba su autoestima? Cuando salió a
trabajar y encontró, más allá de la
satisfacción de una necesidad concreta, todo un universo
de relaciones y significantes nuevos que la afianzaron como
persona adulta. Ya era imposible volver atrás y no lo
podía evitar ni la dureza del trabajo en las
fábricas ni la exigencia de la doble
función.

En lo que respecta al desarrollo
profesional, todavía las mujeres tenemos mucho por
qué luchar. En las Organizaciones, pocas mujeres en
comparación con los hombres, llegan a los máximos
niveles ejecutivos y las que llegan lo logran, en la generalidad
de los casos que yo he visto y que son muchos,
desempeñándose conforme a un modelo
masculino.

Sacrifican un modo femenino de entender y
de actuar, a la par que sienten que están sacrificando a
su familia, por alcanzar objetivos de crecimiento profesional.
Las que lo logran sin sentimientos de culpa, son en su
mayoría, las mujeres que no han tenido hijos, o que se han
divorciado y tienen la justificación de mantener a los
hijos.

En nuestra sociedad, que una mujer con
hijos tenga ambiciones laborales y ponga energía en eso,
todavía es juzgado. Tan internalizado está esto en
nuestra sociedad, que las propias mujeres lo creen y lo
racionalizan de las más variadas maneras. Se convencen que
hay un tiempo pre y post maternidad para su desarrollo laboral y
los hombres, "conversan y deciden" con sus mujeres que, por unos
años o por siempre, se dediquen al cuidado de los
niños mientras ellos se dedican a trabajar y a
capacitarse. No estoy hablando de personas de más de
cincuenta años, estoy hablando de jóvenes en la
década de los treinta, con los que intercambio
diariamente.

Más que nunca estoy convencida que
la lucha de las mujeres por la igualación de sus derechos
con los del hombre pudo haber sido entendida como una lucha en
contra del hombre por mentes estrechas, tan caras a las elites
dominantes. Pero el hombre que lucha día a día por
el bienestar, cuando no por la subsistencia de su familia, que
está excesivamente presionado por el sistema y se siente
en situación de desamparo, se sentiría aliviado si
pudiese celebrar la incorporación de la mujer a esa lucha,
más allá del ámbito doméstico. Ambos
son víctimas del falocentrismo, aunque no se den cuenta y
debieran mirarse como compañeros en una vida a la cual
cada uno aporta una subjetividad distinta y rica. Si,
además, el ámbito doméstico, comienza a
considerarlo como suyo, sólo ahí entenderá
que lo que perdió en un lugar, lo incorporó en
otro, al igual que la mujer.

Las grandes mujeres que lucharon por los
derechos de la mujer en Argentina, Grierson, Lanteri, Rawson,
Cherkof y tantas otras, no resignaron su femineidad ni su deseo
de compartir una vida con sus hombres, menos aún su
capacidad de goce de todas las posibilidades que ofrece la vida.
Estos son modelos a los que todavía en el siglo XXI, en la
Argentina tenemos que mirar. Conversando con una joven
recientemente recibida de médica le pregunté si
había oido hablar de Grierson, Lanteri y Rawson en la
Facultad de Medicina y me dijo que no. Habiendo sido una alumna
excelente, sólo me queda pensar que no han sido
mencionadas en la Facultad las primeras médicas
argentinas. El machismo, en algunos ámbitos, parece estar
intacto, aunque en la matrícula de Medicina sea
mayoritario el alumnado femenino.

Si bien en el ámbito universitario,
la incorporación femenina supera en muchas carreras a la
masculina, eso no se refleja de igual modo en el ámbito
laboral de las organizaciones y más aún cuando se
analizan las estructuras y se ve quiénes ocupan los
puestos de mayor jerarquía. Todavía muchas mujeres,
atravesadas por la cultura y sus mandatos, dicen que "es una
elección" criar a los hijos y no trabajar o trabajar a
tiempo parcial o en posiciones de menor responsabilidad porque
implicaría una carga que les restaría
energía para dedicarse a su hogar. También
entrevisto a muchas jóvenes profesionales que atrasan su
maternidad y algunas no se atreven a decir y a decirse que no
quieren tener hijos porque sería un obstáculo para
sus planes de carrera. Si finalmente algunas de ellas o muchas
deciden tener hijos, estos niños nacerán con el
estigma de ser un obstáculo para el desarrollo profesional
de sus madres, cuando el problema está en la sociedad. Los
hombres no se plantean esta opción.

La necesidad económica, ahora y
antes, particularmente en familias de bajos recursos, termina
justificando la salida de la mujer casada al mundo del trabajo
extradoméstico. La importancia del propio deseo, la
realización laboral-profesional-personal y social no son
reconocidos en un plano de igualdad con el mundo de los
vínculos íntimos, por lo menos hasta que los hijos
crecen y se van independizando.

La historia de las mujeres trabajadoras
durante la primera mitad del siglo XX es una historia de
sacrificio, de lucha por la igualdad y por la dignidad. En lo
personal, haberme adentrado en las obras de las autoras que
cité y haber hecho mi propia elaboración, me
permitió saber en qué lugar me paraba respecto de
mi femineidad y mi historia de mujeres trabajadoras, con lo que
me respondí mi pregunta inicial.

Bibliografía

Mirta Z. Lobato: "La vida en las fábricas"
Trabajo, protesta y política en una comunidad obrera,
Berisso (1904-1970).

Mirta Z. Lobato: "Lenguaje laboral y de género
en el trabajo industrial". Primera mitad del siglo XX en Historia
de las mujeres argentinas siglo XX.

Mirta Z. Lobato (Dirección de Tomo): Nueva
Historia Argentina. El progreso, la modernización y sus
límites (1880-1916) – Tomo V.

Mirta Z. Lobato (editora): "Cuando las mujeres
reinaban. Belleza, virtud y poder en la Argentina del siglo
XX".

Dora Barrancos: "Inclusión/Exclusión
– Historia con mujeres".

Dora Barrancos: Conferencia de noviembre de
1997

Philippe Ariés y Georges Duby: "Historia de la
vida privada. La vida privada en el siglo XX tomo
9.

 

 

Autor:

Adela Jordá

 

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