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La literatura épica




Enviado por Braian RV



  1. Introducción
  2. La
    épica
  3. Características de la
    épica
  4. El
    Cantar de los Nibelungos
  5. La
    Chanson de Roland
  6. El
    Poema de Mio Cid
  7. La
    épica, hoy
  8. Conclusión
  9. Anexo
  10. Bibliografía

Introducción

Presente en la mayor parte de las antiguas
literaturas, vinculada umbilicalmente con la mitología o
la historia real de los respectivos pueblos que la originaron, la
poesía épica puede reivindicar como propios algunos
de los grandes monumentos literarios de todos los tiempos, desde
el Guilgamesh basta la Ilíada, desde el Beowulf
hasta el Canto de la incursión de Igor, desde la Chanson
de Roland hasta el Cantar de Mío Cid.

La épica anónima de la Edad
Media europea constituye un – momento muy particular en la
evolución del género épico—si es que,
en la historia de los géneros, resulta lícito
hablar de evolución, y aquí será el centro
de nuestras investigaciones, por eso no quiere decir, por cierto,
que en otros lugares del mundo y en otras épocas no hayan
existido expresiones muy significativas de esta índole. En
rigor, todos los pueblos mediterráneos,
mesopotámicos y del resto de Asia han cultivado el
género, y aun resulta fácil encontrar elementos
épicos en los legados literarios de las civilizaciones
extinguidas o primitivas de África y América.
Podemos darnos una idea de la dispersión en el tiempo de
la épica mencionando a un tiempo los precristianos poemas
homéricos y las composiciones eslavas o
turcotártaras —apenas o nada influidas por la
literatura escrita— de los siglos XIX y XX.

La
épica

La épica es un género
poético cuyo nombre deriva del griego "epos", que se
aplicaba a cualquier composición, de cualquier contenido y
longitud, en hexámetros. Después, se ha entendido
por "épica" a toda composición poética que
narre con cierta extensión un argumento de hazañas
extraordinarias realizadas por grandes héroes dotados con
frecuencia de virtudes casi sobrehumanas.

El origen del género épico
hay que buscarlo entre las más antiguas expresiones que ha
producido la cultura a la que pertenecemos. El poema épico
emblemático de la literatura de occidente es la
Ilíada. Se considera emblemático porque
ofrece un modelo en cuanto a la manera de narrar, el tratamiento
del tema y de las acciones, la conformación de personajes
heroicos y un amplio repertorio de recursos estilísticos
que sirve a la épica posterior y que se proyecta hasta la
actualidad.

Se atribuye la creación de la
Ilíada a Homero, quien se supone que la
escribió en el año 730 a.C. Éste, ofrece el
resultado de una larga tradición que se remonta hasta el
1200 a.C. Por aquel entonces, los poetas eran llamados aedas y se
encargaban de componer las historias y reelaborar las leyendas
populares de memoria; las cantaban acompañándose
con instrumentos de cuerda, sin caja de resonancia como la
lira.

Si bien las formas más lejanas en el
tiempo que se han conservado lo han hecho gracias a la escritura,
el modo de difusión en las civilizaciones que las crearon
era oral. La transmisión oral exigía por parte del
aeda un gran ejercicio de la memoria. La estructura en verso, las
formas rítmicas fijas, las repeticiones de
epítetos, adjetivaciones y fórmulas
sintácticas completas facilitaban la tarea
memorística.

Además, la Ilíada y la Odisea
eran obras que se utilizaban para la formación educativa
de los jóvenes, para el conocimiento de la propia lengua,
la historia y la geografía, la religión, y hasta
para enseñar cuáles eran las armas que utilizaba un
guerrero o como se orientaban aquellos que se hacían a la
mar en pesados barcos. Por eso, los aedas debían
esforzarse para mantener sin modificaciones la versión
original que ellos habían recibido, tarea para la cual
debían perfeccionarse en sus aptitudes
memorísticas.

Características de la
épica

Entre las principales
características del relato épico, debe consignarse
la ubicación temporal de los hechos narrados. Se trata de
un pasado lejano, un tiempo leyendario que coincide con el
nacimiento de los valores que constituyen una cierta
nacionalidad. Las naciones modernas son el producto de un
conjunto de transformaciones económicas, sociales,
políticas y culturales; muchos de los datos centrales que
caracterizan a estas transformaciones se encuentran en la
épica medieval: la necesidad de delimitar los territorios
y de recortar un conjunto específico de tradiciones
lingüísticas, artísticas y culturales en
general que posibiliten la creación de una "identidad
común".

El segundo aspecto fundamental y
característico del género épico tiene que
ver con el personaje central en torno del cual se organiza la
totalidad del mundo épico: el héroe. Los
héroes son verdaderos arquetipos, es decir, guerreros que
condensan una serie de virtudes en tal alto grado que se elevan
por sobre el plano humano hasta convertirse casi en
Dios.

El héroe por excelencia es el
guerrero, de allí se comprende que las virtudes que lo
definen más acabadamente son el valor y la lealtad hacia
sus compañeros de armas. En la épica del Medioevo,
se debe sumar el respeto sagrado a la relación de
vasallaje, o sea la obediencia sin excusa que se le debe al
rey.

Las mujeres, esposas, amadas e hijas,
reproducen esa relación de respeto, amor y obediencia
hacia el hombre masculino.

La épica medieval

Para comprender la épica medieval,
es imprescindible como base un acercamiento a la historia. En tal
sentido, valdrá la pena recordar que la Edad Media, desde
el punto de vista histórico, se extiende desde la
caída del Imperio Romano de Occidente (476) hasta la toma
de Constantinopla por los turcos (1453) o, según otras
referencias, hasta el descubrimiento de América
(1492).

En lo social la interrupción de las
comunicaciones y el comercio, dio a Europa una fisonomía
de mundo rural, todo lo cual trajo aparejado el origen del
sistema feudal. Asimismo, el desmembramiento del
Imperio, provocó la formación de nuevas lenguas
denominadas romances, derivadas del
latín.

La épica constituye uno de los
grandes géneros de la antigüedad. Su importancia se
demuestra en la cantidad de siglos en que se mantuvo como muestra
de una de las formas superiores del arte. Sin embargo, el
género sufrió transformaciones con el paso del
tiempo y con las particularidades de las diversas culturas
europeas que reclamaron su herencia. Este fenómeno es bien
visible en la Edad Media y aquí será el centro de
nuestras investigaciones.

La leyenda del rey Arturo

Artús o Arturo es un personaje de
leyenda que reinó entre los bretones a principios del
siglo VI. El origen de Arturo ha sido muy discutido. Algunos
historiadores especulan con que el personaje histórico que
pudo haberlo originado es el jefe de los brotones que
venció a los sajones en tierras de Badon Hill (hacia
516).

En un principio, se creía que Arturo
provenía de las leyendas populares de Bretaña; sin
embargo, los especialistas perecen inclinarse, en la actualidad,
a considerar que este héroe surgió del choque de la
civilización celta con la francesa, que culminó con
la conquista de Inglaterra por los normandos, otro pueblo de
origen germánico.

El rey Arturo aparece, por primera vez,
citado en la Historia britonum (Historia de los
bretones
), del historiador latino Nennius (siglo IX). El
escritor inglés Godofredo de Monmouth (1102-1154)
realizó la primera versión de la leyenda al
escribir, en 1136, su Historia Regun Britanniae (Historia del
Reino de Bretaña
).

En 1155 el cronista anglonormando Robert
Wace (1110-1175) tradujo al francés, en forma de verso, la
obra de Godofredo y le dio como nombre Li romans de Brut
(Romance de Brut). En esta versión, se
incluyó, por vez primera, la célebre mesa redonda,
diseñada con esa forma para que ninguno fuera más
que el otro.

El principal caballero, Lancelot, se
convertirá en el amante de la reina Ginebra; la
unión de Lancelot y Ginebra se convirtió con el
tiempo en un motivo romántico clásico. En su
origen, el romance constituye uno de los mejores ejemplos del
llamado "amor cortés", es decir un tipo de acercamiento
amoroso que imponía conductas fuertemente codificadas para
el hombre y la mujer, que incluían la humillación,
el renunciamiento y el sacrificio.

La leyenda de Arturo ha dejado, más
allá del propio rey, un conjunto de personajes memorables
y bien definidos: el mago Merlín, la hechicera Morgana, la
bellísima Ginebra, Lancelot, Gauvain.

La "materia de Bretaña" – que es el
nombre con que se conoce ese conjunto de obras aparecidas en el
siglo XII – sirvió de alimento artístico a
numerosos autores de la Edad Media.

El Cantar de los
Nibelungos

Esta obra tiene un origen germano, por lo
que hay que hacer énfasis en la épica medieval de
este país.

La poesía heroica tiene antecedentes
muy antiguos entre los pueblos germánicos. "Godos,
burgundios, francos, lombardos, daneses, suecos y turingios
proporcionaron los mejores héroes y los mejores
poetas".

La temprana Canción de
Hildebrando
conservada en un manuscrito del s. IX, es un
testimonio valioso de la primitiva épica germánica,
y probablemente fue compuesta a comienzos del s. VII.

La situación histórica que
sirve de soporte a la mayor parte de la épica alemana es
la decadencia del reino burgundio, que tuvo lugar en el s. V.
Aunque Atila no había intervenido en la destrucción
del reino burgundio, la tradición le atribuyó esta
responsabilidad y le otorgó un puesto
destacado.

De esta manera, quedan definidas las
líneas directrices que confluirán en el principal
cantar de gesta alemán y que alimentará el
género por muchos años: El Cantar de los
Nibelungos

Como ocurre con otras tradiciones el
más antiguo de los grandes cantares épicos que han
podido conservarse en Alemania es también el más
importante de este pueblo, y en torno suyo se ha podido florecer
con posteridad toda una serie de poemas heroicos que se le
parecen en la forma o en el asunto.

El Cantar de los Nibelungos parece
haber sido compuesto por un juglar austrobávaro entre 1200
y 1204; ninguna de las investigaciones ha permitido descubrir la
identidad del autor, y solo se supone que fue un cortesano que en
algún tiempo estuvo al servicio del obispo Passau, Wolfger
von Ellebrechtskirchen.

El tema central del poema es, naturalmente,
el fin del reino burgundio. El argumento del Cantar apenas
modifica la tradicional leyenda bávara invadida por el
ciclo burgundio. La epopeya constituye una síntesis del
héroe épico de la mitología germánica
y el héroe cortesano de la caballería cristiana de
los Hohenstaufen.

Los motivos fundamentales de esta epopeya
están constituidos, junto a la fidelidad que impone la
relación de vasallaje, por la lealtad al amigo y a los
vínculos familiares, como tan espectacular y
conmovedoramente se expresa en su segunda parte, que narra la
venganza de Krimilda, viuda del héroe Sigfrido.

Fraccionado en más de treinta
manuscritos, el cantar se ha reunido en tres versiones
básicas: la de Múnich, la del Danubio y la de Sankt
Gallen. Además, ha constituido la base de múltiples
redacciones y adaptaciones.

La Chanson de
Roland

Los diversos equívocos y
ambigüedades surgidos en torno de las investigaciones acerca
de los orígenes de la épica francesa están
todavía lejos de haberse disipado en su totalidad. La
epopeya de Francia, refleja mejor que ninguna otra del mundo
feudal, con su carencia de individualismo y su apego a los
valores caballerescos; por más que a menudo toma como
pretexto hechos históricos ocurridos supuestamente varios
siglos antes, los matiza con interpolaciones fantásticas y
extraordinarias y no llega nunca a ser realista.

El único manuscrito de la
Chanson de Roland – copia del original –
conservado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, permitió
tomar contacto directo con la primera gran epopeya francesa. De
su autor únicamente se sabe lo que reza en el final del
manuscrito "Aquí acaba la gesta que Turoldus cantaba".
Este Turoldus o Turoldo, pues, debió de haber compuesto el
poema y si nos atenemos a los trabajos filológicos, fue un
clérigo normando con un buen conocimiento de las obras
clásicas y de las crónicas históricas
latinas carolingias.

En el centro del cantar está un
episodio histórico: la expedición de Carlomagno
contra los sarracenos de España. Rolando o Roldán,
su protagonista, parece haber sido un personaje histórico
real, el Ruotlandus que cita Eginardo en su Vida de
Carlomagno,
que efectivamente murió en
Roncesvalles.

Refiere un episodio de las empresas de
Carlomagno en España, precisamente la traición
tramada por Ganelón junto con Blancardín, consejero
de Marsile, rey moro de Zaragoza, para vengarse de Rolando. Los
sarracenos sorprenden la retaguardia de los francos en
Roncesvalles : allí mueren 20.000 cristianos, y con ellos
el valiente y sabio Olivier, amigo fiel de Rolando; el obispo
Turpín, los pares de Francia y el propio Rolando.
Carlomagno los venga, desbaratando el ejército sarraceno,
al que acababa de reforzar Baligant, el poderoso emir de
Babilonia; luego conquista Zaragoza, y juzga y sentencia a muerte
al traidor Ganelón.

La Chanson está escrita en tiradas
de versos asonantados, por lo general decasílabos, que se
ajustan con flexibilidad a la narración de la epopeya; la
lengua del autor todavía no está estabilizada, y no
pocas veces puede chocar al lector actual la relativa pobreza
sintáctica del poema y la confusión que introduce
en el uso de los tiempos verbales, aparte de la falta de
uniformidad del vocabulario mismo.

Después del Roland la
leyenda carolingia alcanza extraordinaria difusión; a
partir de él, el género cuenta con una
tradición importante en lengua vulgar, muy por encima de
las cantilenas y los versos épicos hasta entonces
difundidos.

El Poema de Mio
Cid

Diversas teorías se han formulado
para explicar la génesis de épica medieval en
España. Ya en el s. XI, cuando ésta comienza a
ganar popularidad en toda Europa, resulta indiscutible en
España la gravitación de la "canción de
gesta" francesa.

La épica española ofrece una
originalidad sorprendente respecto de las del resto de Europa. Su
tónica general es más popular que la de todas las
otras; además, canta hechos contemporáneos o casi
contemporáneos, por ejemplo, con la épica alemana y
la épica francesa. Sea como fuere, la singularidad de la
épica castellana es indiscutible; y antes que nada, puede
demostrarlo una lectura cuidadosa de su mayor obra: El Poema
de Mio Cid.

Se trata del más antiguo cantar de
gesta conservado y el primer gran testimonio de la literatura
castellana. El cantar de gesta es la narración de hechos
históricos, compuesto en versos de arte mayor de rima
incompleta y asonante, agrupados en estrofas de longitud
variable.

El Cantar de Mio Cid fue compuesto hacia
1140 por un poeta anónimo y se transmitió a
través de un manuscrito copiado por un amanuense llamado
Per Abbat o Pedro Abad hacia 1307. Consta de 3730 versos
asonantados dispuestos en series variables, y en su estado
actual, se encuentra dividido en tres partes: el Cantar del
destierro, las Bodas de las hijas del Cid y la Afrenta de Corpes.
La versión que integra este volumen se circunscribe a la
primera de estas tres secciones. Narra con realismo y ajustada
fidelidad a los hechos históricos la vida de Rodrigo
Díaz de Vivar, desde su exilio hasta el matrimonio de sus
hijas, doña Elvira y doña Sol.

En el primer cantar, el Cid convoca a sus
vasallos luego de haber sido desterrado por el rey Alfonso VI.
Las razones del destierro tienen que ver con el cobro de las
parias que tributaba el rey moro de Sevilla al rey Alfonso VI. El
cid, tras ser víctima de una conjura llevada a cabo por el
conde García Ordóñez, quien lo acusa de
haberse quedado con parte de los tributos cobrados, es
desterrado.

La historia se inicia, precisamente, cuando
el Cid debe abandonar su tierra. Comienza así su largo
peregrinar que lo lleva a separarse de su familia y a luchar
contra los moros a fin de conquistar territorios y obtener el
perdón del rey.

Después de muchas luchas, en las que
conquista importantes territorios, el Cid alcanza finalmente el
perdón del rey – en el segundo cantar – y
acepta el pedido de éste para que sus hijas se casen con
los infantes de Carrión. Con el casamiento de las hijas
del Cid, termina este segundo cantar.

En el tercero, luego de una prueba por la
que pasan los infantes de Carrión, y en la que demuestran
su cobardía y sus nefastas intenciones, el Cid conquista
nuevos territorios a favor de la Corona. No pasara mucho hasta
que los infantes de Carrión den muestras de su
calaña azotando vilmente a sus esposas. Este ultraje
impele al Cid a reclamar justicia ante el rey. Así es como
en la corte de Toledo, el Cid recobra su honra.

El triunfo de los vasallos del Cid contra
los infantes de Carrión da lugar, a modo de
epílogo, a un casamiento que cierra la obra y que
reivindica definitivamente al Cid: sus hijas contraen enlace con
los infantes de Navarra y Aragón.

En cuanto a la temática de la obra,
presenta gran cantidad de temas, pero la honra quizás sea
el tema que deba subrayarse por encima de los demás. Claro
que todo ello deberá ser comprendido en el marco de una
época en la que los hombres se debatían por
alcanzar sus ideales de valor y dignidad. Lo cierto es que junto
con el honor surgen otros temas: la fidelidad, el vasallaje, la
justicia, la religiosidad, la solidaridad, el amor,
etc.

El "verdadero" Rodrigo Díaz de
Vivar, llamado el Cid Campeador, fue un guerrero castellano que
nació en Vivar, Burgos, cerca del año 1043, y
murió en Valencia en 1099. Muy joven entró en la
corte de Fernando I, rey de Castilla y Aragón, y
llegó a ser con posterioridad capitán
(alférez) de la guardia real de Sancho II al obtener
éste el trono de Castilla. Sancho II combatió
contra sus hermanos: García de Galicia y Alfonso VI de
León, y participó también en el conocido
como cerco de Zamora, donde el monarca fue asesinado en
circunstancias que los historiadores no han logrado aclarar. Por
eso, Rodrigo Díaz fue el encargado de tomar el juramento
de Alfonso VI de que no había matado a su hermano, como
requisito para que lo sucediera en el trono. Bajo las
órdenes de Alfonso, Díaz de Vivar realizó
diversas excursiones militares; en el cumplimiento de algunas de
ellas, en particular contra los árabes en Toledo, el Cid
no habría cumplido con exactitud las órdenes
reales; y tal desacuerdo debió pagarlo con el destierro en
1081. A partir de entonces, el Cid y sus hombres pelearon bajo el
mando del reyezuelo musulmán que ocupaba Zaragoza.
Después de la grave derrota sufrida en Sagrajas, el rey
debió levantarle el destierro al Cid. La
reconciliación duró poco y, esta vez, el Cid
decidió actuar por su cuenta y, luego de derrotar en el
pinar de Tévar (1090) al conde barcelonés Berenguer
Ramón II, se asentó con su ejército primero
en Lérida y, más tarde, en Valencia. El
ejército almorávide (tribu sahariana que, desde el
Magreb africano, extendió su dominio hacia el territorio
español) deseaba aquella región; pero fue repetidas
veces derrotado por el Cid, incluso cuando contaron con el apoyo
de Pedro I de Aragón. Finalmente, el Campeador casó
a su hija Cristina con el infante Ramón de Navarra, y a su
hija María, con el conde de Barcelona Ramón
Berenguer III.

El Cid murió en 1099, el mismo
año que los cruzados tomaron Jerusalén. Durante los
tres años siguientes, su esposa, Jimena, logró
resistir el asedio de los almorávides. En 1102, el rey
Alfonso fue en su ayuda pero, dada la situación,
decidió evacuar la ciudad de Valencia: llevaban consigo
los restos del Cid que recibieron sepultura en el monasterio de
Cardeña (Burgos). Valencia fue el muro de
contención frente a la embestida árabe que
permitió que la región peninsular del Este
resistiera fuera de su poderío.

De cualquier modo, se debe subrayar que la
figura de Rodrigo Díaz de Vivar es materia de incesante
disputas en la historia de España. La opinión
más difundida lo muestra como un héroe
nacional.

La épica,
hoy

No se necesita buscar demasiado para
advertir las mil maneras en que los personajes y temas de la
épica antigua sobreviven. Y lo hacen con toda su fuerza en
películas, series, historietas, tapas de CD, videojuegos,
letras de canciones.

La épica no llega hasta la
actualidad únicamente de esta manera directa, sino que
también lo hace a través de infinitas
"traducciones" y transformaciones. La más poderosa y
popular es, sin duda, la saga que concibió el escritor
británico John Ronald Revel, conocido con el
seudónimo de Tolkien, que vivió entre 1892 y 1973.
Su obra comenzó con El hobbit (1937) y se
desplegó monumental- mente con su trilogía El
Señor de los Anillos
(1954-1955).

Otro ámbito donde los personajes
míticos de las epopeyas han encontrado un ámbito
fértil para su desarrollo es entre los
"superhéroes" de las historietas; éstos, al igual
que las criaturas de Tolkien, supieron ganarse muchos nuevos
miles de seguidores cuando llegaron a las pantallas del cine y de
la televisión.

Conclusión

El género épico fue el
más importante en los tiempos pasados, es decir en los
tiempos más remotos.

Si bien, los grandes clásicos
grecolatinos, La Ilíada y las Eneida, se
mostraron siempre como los modelos por imitar, el género
épico sufrió transformaciones a lo largo del
tiempo. Este fenómeno es bien visible en la Edad Media y
surge de la confrontación de tres grandes
obras.

La épica germánica gira con
frecuencia sobre hechos acaecidos durante la emigración de
los pueblos alemanes a las zonas romanas (Los Nibelungos
es la gran obra épica germánica). La épica
francesa se manifiesta en las "canciones de gesta" (La más
conocida es La canción de Rolando). La
española, más realista e histórica, gira
alrededor de las hazañas de los grandes personajes de la
Reconquista, cantándose en ellos la lucha contra el moro
en pro de la Cristiandad (el Poema de Mio Cid es una muestra
característica)

En el caso del Cantar del Mio Cid,
es evidente que la tradición ibérica se muestra con
un carácter más realista; los hechos de la vida de
Rodrigo Ruiz de Vivar y de su familia se cuentas casi con los
modos de la crónica histórica. No sucede así
con La Leyenda del rey Arturo ni tampoco, con el
Cantar de los Nibelungos. Tanto en un caso como en el
otro, se acentúan los aspectos mágicos y
maravillosos. La épica del norte de Europa se muestra
mucho más influenciada por los mitos y por las leyendas
paganas anteriores al cristianismo.

Toda época tiene su "Homero" propio,
sus Nibelungos propios y su Chanson De Roland propia. Esto
significa que las diferentes épocas han adoptado una idea
diferente en cuanto a la figura del héroe, aunque siempre
coincidiendo su origen.

Anexo

Edad media: La Edad Media,
Medievo o Medioevo es el período
histórico de la civilización occidental comprendido
entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa
convencionalmente en el año 476 con la caída del
Imperio Romano de Occidente y su fin en 1492 con el
descubrimiento de América o en 1453 con la caída
del Imperio Bizantino, fecha que tiene la ventaja de coincidir
con la invención de la imprenta (Biblia de
Gutenberg)
y con el fin de la Guerra de los Cien
Años.

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Santa Sofía de Constantinopla
(532-537).

Monografias.com

La ciudad medieval de Carcasona. Ciudades
amuralladas, puentes bien guarnecidos y castillos son parte de la
imagen bélica de la Edad Media.

La Épica, hoy

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Cantar de Mio Cid

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Cantar de los Nibelungos

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La Chanson de Roland

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La Leyenda del Rey Arturo

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Bibliografía

Bédier, J., Les Legendes
épiques, Paris, 1927 (5º ed.)

Boor, Helmut de, Das
Nibelungenlied
, Wiesbaden, 1956;

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Gilman, S., Tiempo y formas temporales
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Gispert, C., Gárriz, J.,
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lit); Teso, Manuel (prol.), Barcelona, ISBN 84-494-3123-9, vol.
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Héroes Medievales: El Cid-
Arturo- Los Nibelungos, ed., Cántaro, ISBN
950-753-130-0

Iglesias, N., Mahuer, S., Blarduni, E.,
Literatura Universal, Buenos Aires, 1971

Jirczek, O. L., Die deutsche
Heldensage
, BerlínLeipzig, 1922;

La mejor edición crítica del
Poema de Mío Cid continua siendo la de
Ramón Menéndez Pidal, Madrid, 1908-11 (3º ed.,
Madrid, 1954-56), en 3 volúmenes.

Wikipedia, la enciclopedia libre., "la
épica
" [EN LINEA] <
http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89pica> [Consulta:
29/10/09]

 

 

Autor:

Braian RV

 

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