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Los movimientos sociales en la Europa del Siglo XIX (página 2)



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Acabado el marqués,Grimaldi se vio en la
obligación de dirigir el timón de la nave
gubernamental en aquellas difíciles circunstancias. En
Madrid, las aguas habían vuelto a su cauce, pero el
rey y sus ministros, en Aranjuez, desconfiando de que una simple
carta pudiera haber salvado la situación y conscientes del
que el pueblo había salido victorioso, seguían en
un estado de perplejo y temeroso nerviosismo. Incluso se dice que
estaban aterrados. Grimaldi notificó a los embajadores
españoles en el extranjero que el motín
había sido obra de algunos instigadores y que en
particular las provocacio-nes de alcaldes y golillas
habían sido responsables de su estallido. Esta era la
apresurada versión oficial. Al mismo tiempo, Grimaldi
ordenó a las tro-pas establecidas en las cercanías
de Madrid que se concentrasen en torno a Aranjuez. Este dato
confirma la sensación de que el rey y sus ministros
seguían temerosos, en espera de nuevas violencias
populares. El siguiente día,el 28, el propio Grimaldi
llamaba al conde de Aranda, sintiéndose poco capaz de
dominar la situación por sí mismo. El conde,
capitán general de Valencia, debía acudir a
Aranjuez con todas sus tropas. (28)

La llegada de Aranda tranquilizó algo a Carlos
III y el conde quedó convertido en el hombre fuerte de la
situación.Temiéndose una nueva ex-plosión
popular en Madrid -a fin de cuentas, el rey no había
vuelto- el Consejo de Castilla hizo pública una nota,
recordando "la seguridad ofrecida por S.M.", recalcando que no se
había dado orden -y tal era el rumor- de que "viniese
artillería o tropa extranjera". Lo cierto es que el rey no
se decidía a regresar a Madrid, donde su tardanza se
interpretaba en sentido negativo, poniendo en peligro la paz. El
rey temía al pueblo. El día 29, Grimaldi dispuso
que un regimiento de caballería se apostase
estratégicamente en los pasos del Guadarrama.
(29)

En medio de esta confusa situación se
desató una confusa lucha por el poder en el seno del grupo
de colaboradores de Carlos III. Esquemática-mente,
éstos se dividieron en "albistas" -así denominados
por tener en el duque de Alba su inspirador; desde luego, no debe
entenderse que éste fue-se el líder del grupo- y
los "ensenadistas", partidarios del marqués de la
Ensenada. El grupo "albista" estaba integrado por militares
ambiciosos, como el cada vez más poderoso conde de Aranda
y por regalistas tenaces, como Roda, Campomanes y Moñino.
Los seguidores de Ensenada, que contaban con cierto apoyo popular
y con el apoyo de los sectores más politizados de la
Compañía de Jesús, eran un obstáculo
para los ambiciosos planes del primer grupo, pero desde el primer
momento resultó evidente que los albistas tenían
todas las de ganar. Uno de ellos -Roda- era ya ministro;
Campomanes era el fiscal del Consejo de Castilla y Aranda, por su
parte, parecía ser el único hombre capaz de
controlar la situación en momentos en que se
producían motines en diversos puntos de la
geografía española (en Cuenca, Palencia, Lorca,
Guipúzcoa, Granada, etc.) (30)

Como dice Domínguez Ortiz "en general, fueron
simples motines de hambre de los que las clases elevadas
estuvieron ausentes". Por otra parte, aunque la noticia de tales
motines produjera una fuerte impresión en el áni-mo
de Carlos III, no es posible atribuirles hoy una especial
gravedad, por cuanto, aunque se produjeran en diversos puntos de
la geografía peninsular, provocados por el hambre
más que por alborotadores políticamente
inten-cionados; se extinguieron
rápidamente,volviéndose a la normalidad.Ydebe
decirse que el pueblo volvió a la normalidad por sí
solo, ya que las fuerzas del orden, salvo en algunos puntos, eran
prácticamente inoperantes. (31)

Los motines favorecieron a los albistas; Carlos III
tenía que echar mano de este grupo político, el
más sólido, en aquellos momentos en los que era
imposible adivinar el alcance de la tormenta social. En Aranjuez
persistían los hondos temores todavía el 10 de
abril; en esa fecha Miguel Muzquiz, el sustituto de Esquilache,
pedía 30.000 balas de fusil con destino a Aranjuez.
Debían ser enviadas "con toda precaución y
disimulo…" Un dato elocuente.

Después del motín, desaparecido
Esquilache, al frente del país se afirmaba un nuevo equipo
gobernante,en el que todavía figuraba Grimaldi,pero a la
sombra del poderoso Aranda y en el que era evidente la
importancia de españoles influyentes como Campomanes y
Floridablanca. (32)

Un hecho a destacar, en ese periodo histórico,
fue la expulsión de España, y de todos sus
territorios ultramarinos, de la poderosa Compañía
de Jesú, el 2 de abril de 1767. Los Jesuitas ya
habían sido expulsados de Por-tugal y Francia con
anterioridad pero, en un principio, contaban con el apoyo del rey
Carlos III,en contra de la opinión del ministro
Aranda.Pero al finalizar el motín contra el ministro
italiano Esquilache, vuelven a la carga Aranda, hombre fuerte en
ese momento, y sus seguidores contando con el apoyo del ministro
francés Choiseul que envía correspondencia al rey
de España culpando a la Compañía de
Jesús de estar detrás del motín contra
Esquilache. (33)

Por fin las intrigas contra los jesuitas consiguen el
apoyo regio que promulga el edicto de expulsión de la
Compañía de Jesús. Este terrible decreto
decía lo siguiente:

"Os revisto de toda mi autoridad (a todos los
gobernadores del reino) y de todo mi poder real para que en el
acto os trasladéis a la casa de los Jesui-tas. Allí
haréis prender, inmediatamente, a todos los religiosos y
los conduciréis, en el término de veinticuatro
horas, al puerto indicado en las presen-tes, en donde se les
embarcará en los buques destinados a este objeto. Al punto
que estaréis en la casa de los Jesuitas haréis
sellar los archivos y libros de ella, como también, los
papeles de sus miembros sin permitir que ninguno de ellos se
lleve otra cosa que breviarios y la ropa estrictamente necesaria
para el viaje.Si cuando los buques que deben recibir a los
jesuitas están ya fuera y se hallasen en territorio de
vuestro gobierno un solo miem- bro de la Compañía
de Jesús, aunque esté enfermo, os costará la
cabeza".

Estas severas órdenes fueron ejecutadas en el
acto y muy pronto llega-ron los buques a las costas italianas con
miles de jesuitas, prohibiendo su desembarco al alegar que no
podían alimentar a tanta gente. Como conse-cuencia de
todos estos acontecimientos muchos jesuitas murieron por el
trayecto antes del desembarco definitivo, en Corfú,seis
meses después. (34)

El nuevo equipo gobernante iba a llevar adelante
importantes reformas de orden interno, quizá menos
espectaculares que las del primer período, pero, en
cualquier caso, más profundas y mejor pensadas desde el
punto de vista de su viabilidad. Así pues, el motín
de Madrid y los motines que le siguieron no detuvieron el
ímpetu reformista de Carlos III. El conde de A- randa supo
poner orden en el caos y hasta logró imponer el uso de la
capa corta y suprimir el uso del sombrero de ala ancha.
(35)

El desarrollo del absolutismo y la expansión del
Estado centralista bajo Carlos III ya habían provocado
tensiones, suscitando una respuesta hostil no sólo por
parte de los liberales sino también de los
tradicionalistas. La tradición estaba representada
por los intereses regionales y aristocráticos,
manifestándose en la resistencia al reclutamiento forzoso
y en la oposición a los ministros y la burocracia
Los sectores privilegiados se consideraban ignorados por el
Estado absolutista y denunciaron el despotismo ministerial y la
autoridad de un primer ministro sobre los demás como un
quebrantamiento de los derechos aristocráticos, ya fuera
el ministro Floridablanca o Godoy y su monarca Carlos III o
Carlos IV. (36)

Mientras los tradicionalistas rechazaban el liberalismo
por sus innovaciones, los reformistas manifestaban,
también cierta desilusión. Habían
contemplado cómo el Estado borbónico abandonaba las
reformas de los primeros momentos e iniciaba el camino inverso.
(37) Los problemas que subyacían en el gobierno
borbónico continuaron en una época de empeoramiento
de las condiciones económicas. Se manifestaron
primero en la adversidad demográfica. Las grandes
epidemias de finales del reinado de Carlos III, en un contexto de
malas cosechas, señalaron el fin del crecimiento moderado
de la población del S. XVIII. El crecimiento era
ahora más lento y fue interrumpido por nuevas epidemias.
En 1800, la fiebre amarilla azotó Cádiz causando la
muerte del 13% de sus habitantes;desde allí se ex-
tendió a Sevilla, Triana y Jerez.  En 1804,
Andalucía se vio afectada por un nuevo azote, el
cólera, que asoló a las poblaciones urbanas y que
también tuvo repercusiones en Cartagena y
Alicante. La aliada de las epidemias era la
malnutrición y ello guardaba relación con el nivel
de vida en las ciudades y en el campo. (38)

La España rural estaba dividida entre una
oligarquía de grandes pro-pietarios y sus satélites
locales, por una parte, y una masa de campesinos, por
otra. Entre grandes propiedades cultivadas de forma
deficiente, descapitalizadas y utilizadas fundamentalmente como
productoras de renta, y la agricultura de subsistencia practicada
por campesinos que no tenían excedentes que vender, sino
que trabajaban simplemente para poder pagar su arrendamiento y
sus cargas fiscales y, además, los derechos y diezmos que
exigía de ellos el sistema señorial.
(39) 

Así pues, la España rural no sólo
sufría las consecuencias del clima, del suelo y, de las
comunicaciones, sino de la situación de abandono de los
recursos productivos. No había signos de un
incremento sustancial de la agricultura a gran escala ni de la
aplicación de técnicas intensivas, sino tan
sólo de la extensión de la agricultura tradicional
en tierras menos fértiles.  En su mayor parte, los
beneficios obtenidos del abastecimiento terminaban en los
bolsillos de los señores absentistas, funcionarios de
impuestos, recaudadores de diezmos y hombres de negocios, en su
mayor parte resi dentes en Madrid.  Los impuestos y las
rentas fluían, pues, hacia la capital, que poco era lo que
devolvía a la sociedad rural. (40)

Incluso en Cataluña, región
modélica desde el punto de vista económico de
España, cuyo crecimiento económico, fue la nota
dominante del período 1730-1790, se interrumpió en
1793 cuando España inició un período de
conflictos bélicos que duraría 20 años. En
1793, Cataluña se convirtió en uno de los
principales escenarios de la guerra, que fue el golpe que
quebrantó el comercio y la confianza de los
catalanes.  El origen de la crisis catalana es anterior a
1793 y su causa fue la saturación de los mercados
coloniales de tejidos estampados de algodón, mercados que
eran también el blanco de la competencia inglesa. 
Por tanto, la crisis de 1787 se produjo en un momento de
incremento de la producción; pero cuando en América
co-

menzaron a aumentar las mercancías almacenadas
sin vender, fue necesario reducir la producción y comenzar
a despedir trabajadores. No obstante, lo peor estaba
aún por llegar: la guerra con Inglaterra, que se
prolongó de 1796 a 1808, paralizó el comercio con
América y provocó graves problemas en
Cataluña, el cierre de mercados, el recorte de la
producción, el desempleo y, a largo plazo, el abandono por
parte de la burguesía comercial de muchas actividades
económicas en las que hasta entonces habían
arriesgado su capital.El número de barcos que zarparon de
los puertos catalanes descendió. Entretanto, las
condiciones de la agricultura también empeoraron entre la
escasez de tiempo de guerra, las malas cosechas y la
ele-

vación de los precios, produciéndose
finalmente auténticas crisis de subsistencia en 1799 y
1802. Asimismo, en Cataluña la guerra y las epidemias
redujeron el crecimiento demográfico en los años
1793-1812. (41)

La situación agraria en España se hizo
más crítica durante el reinado de Carlos IV y el
abastecimiento de productos alimentarios más
difícil como consecuencia de la inflación provocada
por la guerra.  El reinado comenzó con un año
de escasez de productos alimentarios como consecuencia de la
terrible sequía de 1787 y de la catastrófica
cosecha de 1788. En Barcelona hubo 3 motines de hambre en
febrero de 1789 y en Zamora los hambrientos y los desempleados
mendigaban por las calles. A todo lo largo y ancho de

las dos Castillas los alimentos eran escasos y caros;
los terratenientes rete-nían el grano para forzar la
elevación de los precios y los comerciantes vaciaban el
campo para alimentar a Madrid. El gobierno intentó aliviar
la escasez reorganizando los graneros públicos, donde se
podían almacenar una parte de las cosechas de los
años de abundancia. Se tomaron otras medidas, mucho menos
convincentes. (42) También se producen motines en Galicia,
en 1790, debidos a una subida de los impuestos. Cabe destacar, ya
a princi- pios del S.XIX durante la Guerra de Independencia, en
1812, el levanta- miento de unos 4.000 campesinos que ocuparon,
durante una semana, la villa de Viveiro para forzar la
satisfacción de sus exigencias consistentes en no pagar la
nueva Contribución Extraordinaria de Guerra. La
indignación causada por el apremio militar, se
extendió también al pago de diezmos,for- mas de
cobro de las rentas territoriales y diversas exacciones fiscales.
(43)

En 1801-1802,los precios del trigo alcanzaron, en los
mercados toleda- nos, valores excesivamente altos. La mala
cosecha recogida en julio-agosto de 1801 provocó la
carestía del pan, junto con el acaparamiento del grano por
parte de productores y acaparadores.

Fueron varias las localidades en las que se produjeron
motines destacan- do, por su importancia, Tembloque,
Mora,Mascaraque…De todas ellas fue Madridejos el primer
pueblo en donde se llegó a una situación
crítica, en la noche del 2 de mayo de 1802. Los vecinos
amotinados pedían que se bajara el precio del pan que
había subido de los 60 reales a los 91 en un
año.

Los amotinados de Madridejos utilizaron el sonido de las
campanas de la parroquia, tambores y otros instrumentos para
llamar la atención y que el pueblo participara en el
motín.Los actos de violencia provocaron rotura de puertas
y cristales de las ventanas y robos en las casas más
significativas del pueblo y del Ayuntamiento. Ninguna persona
resultó herida, pero por estos hechos fueron apresadas 25
personas a lo largo del mes de mayo de 1802,siendo los
jornaleros,de entre 20 y 40 años,el grupo de apresados
más numeroso.

El Ayuntamiento consiguió pronto controlar la
situación al acceder a las solicitudes de los bulliciosos
a cambio de mantener el orden.No sólo bajó el
precio del pan,sino que se dio a conocer mediante bando y
pregones. (44)

El gobierno de Carlos IV tomó una serie de
iniciativas frente a la desas- trosa cosecha de 1803-1804.
Intentó estimular a las autoridades locales, asignar
fondos para la ayuda de la población rural pobre, dar
trabajo a los desempleados y destinar dinero de las instituciones
de caridad para com- prar semillas para los campesinos
pobres. Pero estas iniciativas no apor- taron gran alivio a
los millares de víctimas del hambre,la malnutrición
y las enfermedades en Castilla y Andalucía. La crisis de
1804 demostró,de forma concluyente, que la falta de
integración entre las regiones del interior y los mercados
periféricos nunca se superó en el S.XVIII. Mientras
los precios del trigo se elevaban en un 100% con respecto a los
de 1799 en las ciuda- des costeras del N. y del E.,su
elevación fue superior al 350% en Castilla la Vieja y
Extremadura. Al mismo tiempo, la inexistencia de un mercado
nacional disuadía a Castilla de conseguir excedentes en
sus cosechas que pudiera vender a las zonas periféricas y
obligaba a éstas últimas a abas- tecerse mediante
importaciones del exterior. (45)

La inflación se añadió a los
problemas del Antiguo Régimen y ahondó aún
más las divisiones en la sociedad española. En la
España rural, la in-

flación, unida a las fluctuaciones de las
cosechas y a las diferencias exis-

tentes en la propiedad de la tierra, provocó el
descenso del nivel de vida de la mayoría de los campesinos
en un momento en que los sectores privile-

giados podían protegerse elevando las rentas y
derechos. En las ciudades, los trabajadores industriales
salían peor parados que los maestros artesanos y los
propietarios, que podían hacer recaer las subidas de
precio en el consumidor. El incremento de los precios de los
productos en casi un 100%

en la segunda mitad del S. XVIII, frente a un incremento
de los salarios de menos de un 20%, significó el
incremento de los beneficios empresariales, pero empeoró
el nivel de vida. (46)

La caída de los salarios por debajo de los
precios permitió que muchos hombres de negocios, por
ejemplo en Cataluña,ahorraran y pudieran inver-

tir.  El alto clero se veía protegido por
sus propiedades y privilegios de los estragos del alza de precios
y, en general, las rentas eclesiásticas aumentaron al
mismo ritmo que los precios, como ocurrió en el caso de
todos aquellos que obtenían la riqueza de la
tierra. Menos protección frente a la inflación
tenían los funcionarios del Estado y todos cuantos
dependían de un salario fijo. Pese a todo, no
morían de hambre. La carrera administrativa se estaba
profesionalizando. (47)

Con el empeoramiento de la crisis, las divisiones
sociales se hicieron más profundas y la
estratificación más rígida y en la mente de
la mayor parte de los españoles el interés social
adquirió prioridad sobre la posición
ideológica.  Si es cierto que las "dos
Españas" nacieron durante esos días, no se trataba
básicamente de una España conservadora y otra
liberal,sino de la España de las clases altas y de las
clases bajas y se expresaban en el pri- vilegio, en el primer
caso, y en la discriminación, en el segundo.
(48)

Diversas zonas sensibles a la opresión en el
pasado entraron de nuevo en ebullición, como
ocurrió en Valencia en 1801, debido a las adversidades
climáticas, las malas cosechas y el alza de precios.Las
crisis de subsistencia y la depresión industrial se
agravaron como consecuencia las exorbitantes

exigencias tributarías del gobierno central y
provocaron el estallido de la violencia en la ciudad en agosto y
septiembre de 1801. La cólera de la población
urbana se dirigió hacia el nuevo sistema de reclutamiento
obligatorio para la milicia impuesto por Godoy, mientras que la
protesta campesina se centraba en la carga tradicional de los
derechos feudales, en especial en aquellos derechos pagados en
especie. El desempleo y la mendicidad se mezclaron con la
delincuencia y el bandolerismo,mostrando Valencia
todos

los signos de una sociedad en crisis. (49)

La estructura impositiva del Antiguo Régimen
estaba diseñada para un Estado ideal, sin problemas en el
interior y en situación de paz en el exterior.  Los
ataques del hambre, la peste y la guerra, cualquier
situación de urgencia, agotaban inmediatamente los
recursos y se producía el déficit
presupuestario.  Las tres guerras sucesivas, contra Francia
en 1793-1795, contra Gran Bretaña en 1796-1802 y, de
nuevo,en 1804-1808, costaron más de lo que reportaban los
impuestos, por mucho que fueron incrementados y complementados y,
por mucho que lo intentara el tesoro,nunca conseguía ir a
la par de la inflación.  El gobierno, antes que
reorganizar la estructura impositiva y solucionar el problema de
los privilegios fiscales, prefería so- lucionar los
problemas a través de empréstitos mediante
emisiones sucesivas de títulos del Estado, los vales
reales. Las emisiones masivas de vales reales en 1794-1795 y
1799-1800 provocaron su depreciación y en 1798 se
cotizaban al 25%, en 1799 al 43%, en 1803 al 47% y en1808 al 63%.
(50)

Las dos partidas más importantes del presupuesto
eran la corte y la defensa. La casa real,insensible a las
necesidades nacionales,continuaba ab- sorbiendo grandes
cantidades de dinero que se invertían en productos sun-
tuarios, en los palacios, el mecenazgo real, las diversiones y
los viajes hacia los sitios reales. Los gastos de defensa
comenzaron a aumentar durante la guerra con Francia de 1793-1795;
entre 1780-1782 y 1794-1795 los gastos militares triplicaron la
deuda pública. En 1797, la situación de la Real Ha-
cienda era crítica: la tensión internacional
obligó al gobierno a incrementar los presupuestos de
defensa, y éstos a su vez dependían del flujo
ininte- rrumpido del comercio y los ingresos americanos. Los
ingresos coloniales y los impuestos sobre el comercio colonial
aportaban el 20% de los ingresos totales del tesoro general de
Madrid durante el período de 1784-1805. (51) Sin
embargo, la guerra contra Gran Bretaña hizo peligrar esas
fuentes de ingresos, por cuanto la marina británica
interrumpió las rutas comerciales coloniales y
amenazó las remesas de metales preciosos.  Los
burócratas es- pañoles reflexionaron un tiempo y
finalmente se decidieron a dar la espalda a tres centurias de
monopolio y, en noviembre de1797, autorizaron la exis- tencia de
un comercio neutral con con América, permiso renovado
en1801, y,de nuevo,en 1804. Pero eso no era suficiente.
(52)

A partir de 1799, el gobierno intentó imponer
ciertos ajustes económicos en la administración.Al
mismo tiempo,se lanzaron nuevas emisiones de va- les y se
elevaron los impuestos,pero con todas esas medidas los ingresos
no eran suficientes para hacer frente a los gastos.En
1798,decidió recurrir a las propiedades de la Iglesia. La
Iglesia española era una institución rica:
sólo sus tierras producían la cuarta parte de las
rentas generadas por la agricul- tura, mientras que su riqueza
total suponía entre 1/6 y 1/7 de los ingresos totales de
Castilla.Mediante un decreto del 19-9-1798 el gobierno
ordenó la venta de "todos los bienes raíces
pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia, de
reclusión y de expósitos", otras instituciones de
caridad y algunas fundaciones piadosas. Las sumas así
obtenidas se inver- tirían en la redención de los
vales reales a un interés anual del 3%. Esta medida
pretendía simplemente aliviar la situación de la
Real Hacienda, sufragar la deuda creciente y reforzar el
crédito público, deteriorado por la
depreciación de los vales. De hecho,las sumas
obtenidas se sutilizaron para sostener el crédito real y
con ello la capacidad de la corona para obtener nuevos
préstamos. Entre 1798 y 1808 se vendieron propiedades
por valor de 1.600 millones de reales, que significaban entre 1/6
y 1/7 parte de las propiedades eclesiásticas. La mayor
parte de esas tierras no fueron adqui- ridas por pequeños
campesinos, sino por individuos ricos y poderosos, la mayor parte
de los cuales ya eran terratenientes. De esta
manera,los responsables políticos acentuaron
el desequilibrio de la estructura agraria y asestaron un duro
golpe a la clase que más necesitaba el servicio de
asisten- cia de la Iglesia. (53)

Curiosamente,el papado se mostró complaciente
ante las exigencias españolas, y en octubre de 1800
Pío VII concedió un acuerdo extraordinario so- bre
los diezmos,que reportó al gobierno 31 millones de
reales.Por lo demás, el clero español se
sentía ultrajado. Calificaron a Godoy de revolucionario
peligroso y condenaron a su gobierno como extorsionador que se
había apoderado de sus rentas y sus tierras
dejándoles en una situación de indi- gencia. 
Pero lo peor estaba aún por llegar. El 30-8-1800 se
publicó un real decreto que determinaba la creación
de la Caja de consolidación de vales reales, y
exigía a las casas religiosas la mitad de las propiedades
que les había concedido originalmente la corona,o la mitad
de las rentas anuales de cada una de ellas. El 15-10-1800, un
nuevo decreto, aún más ominoso,tam- bién
esta vez con autorización de Pío VII y permitiendo
muy pocas excep- ciones, ordenó la venta de propiedades
eclesiásticas por un valor de 6,4 millones de reales
anuales que,capitalizados al 3%,supondrían un valor de
venta de 215 millones.Como la desamortización no
reportó las sumas nece- sarias, el gobierno
recurrió -inevitablemente- a un nuevo expediente: para
hacer frente a los costes de la guerra y al subsidio a Francia,
el noveno y,lo que es más importante,las desamortizaciones
se extendieron a las colonias a partir de diciembre de 1804,
permitiendo obtener nuevos ingresos pero con un gran coste
político. (54)

En febrero de 1807, el gobierno de Godoy publicó
un breve documento papal autorizando al monarca de España
a vender 1/7 parte de todas las propiedades
eclesiásticas.Al mismo tiempo se decretó la
confiscación de los señoríos episcopales y
estaba claro que no había inmunidad alguna ni para los
privilegios ni para las propiedades. Se había iniciado la
desamorti- zación y quien la había puesto en marcha
no eran los liberales sino el mo- narca católico, no por
razones ideológicas, sino monetarias.(55)La
expro-piación parcial de las propiedades de la Iglesia no
permitió cubrir el déficit del gobierno. Los
gastos doblaban los ingresos, alcanzándose, en 1808, una
deuda pública total de 7.000 millones de reales, el
equivalente a los ingre- sos de 10 años.La razón es
que el gobierno no era lo bastante fuerte ni inde- pendiente
respecto a la sociedad existente como para desafiar las estruc-
turas básicas del Antiguo Régimen. La
austeridad era un concepto ajeno a la corte española. Nada
se exigió a la aristocracia. El gobierno tomó parte
de los diezmos,pero no recurrió los derechos
señoriales. Se eligió a la la Iglesia porque, desde
el punto de vista social, era la institución más
débil en el sector de los privilegiados.La Iglesia fue,
pues, el gran perdedor del hun- dimiento del Antiguo
Régimen y de la transición del nuevo.
(56)

La caída en desgracia de Godoy, en los primeros
meses de 1808, es celebrada con satisfacción por el clero
español que en sermones y declara-ciones (también
en folletos de distinta factura) que lo presentó como
decidido enemigo de la Iglesia,recordando ahora las numerosas
exacciones económicas practicadas durante sus años
de privanza (de la desamortización de 1798 a las bulas de
1805-1807).

      Gracias a su
participación en las luchas políticas, durante el
reinado de Carlos IV, el sector ultramontano de la Iglesia
española llegó al momento clave, el sexenio
1808-1814, con una capacidad de acción más que
notable. También el grupo jansenista había
conseguido a pesar de todo mantener su cohesión doctrinal
y no había abandonado la esperanza de aplicar su programa
de reforma. Creyeron llegada su oportunidad con las Cortes de
Cádiz y trataron de desarrollar sus ideas apoyados en el
grupo liberal. El intento, sin embargo, resultó vano a
causa de la ruidosa, pero efectiva, oposición de los
ultramontanos, bien representados en el parlamento por los
diputados reaccionarios o "serviles". (57)

En Francia, la denominada "La guerra de las
harinas" designa a una ola de motines sobrevenidos entre
abril y mayo de 1775 en las partes norte, este y oeste
del reino de Francia. Fue ocasionada por un incremento de
los precios de los granos y, consecutivamente,
del pan debido a las malas cosechas de los veranos
de 1773 y 1774. Esta revuelta, singular por su
escala, estuvo determinada por el control de los precios del
trigo (antes del retorno de la abundancia) y por la
intervención de la tropa, todo ello como

antecedentes de la Revolución
Francesa que tuvo lugar pocos años más tarde.
(58)

Por medio de estas revueltas, se manifestó la
crisis social y política del Antiguo Régimen. Estos
acontecimientos son vistos como una reacción frente al
edicto de Turgot, que estableció la
liberalización del comercio de granos, decretado
el 19 de diciembre de 1774. En efecto,esta
liberalización parecía contraria a la
"economía moral", lo que significaba una ruptura con
respecto al principio que exigía del rey que éste
velara por la seguridad de sus súbditos y por el
aprovisionamiento de productos alimenticios. (59)

Con ocasión de la cosecha de la primavera de
1775,las reservas de cerea- les se agotaron debido a que las
nuevas cosechas no habían llegado todavía. En la
primavera de 1775, la hambruna se manifiesta en este nuevo
contexto Antes del edicto de Turgot,cada región
habría enfrentado su propia penuria, de forma que algunos
habrían sufrido una verdadera hambruna, mientras que otros
habrían ahorrado y se habrían aprovisionado con
precios estables. Con la liberalización, los granos
podían salir de las regiones mejor abaste- cidas para ser
destinados a las regiones más afectadas, lo que
generó alzas importantes de precio en todas partes.
(60)

Los precios de los granos y del pan aumentaron
brutalmente, y este in- cremento fue considerado como intolerable
por la población más pobre. Por ello,se produce una
agitación popular importante que estuvo centrada en los
mercados y en otros lugares de distribución de las
harinas. Se propagaban rumores contra los"acaparadores" y los
"monopolizadores".Este tipo de reacción popular contra los
comerciantes fue una constante de las situa- ciones de hambruna,
pero tomó un relieve particular cuando el gobierno se
tornó hacia las
teorías fisiocráticas y liberó el
comercio. (61)

En 17 días, se contaron 180 conflictos en
la cuenca parisina. Jean Nico-las constata 123 revueltas
distintas, mientras que Bouton cuenta 313, inter-pretadas
tanto como movimientos "anárquicos" como la
anticipación de una revuelta rural.  Estas
manifestaciones de la denominada "economía mo- ral"
tomaron tres formas distintas:

  • En las regiones exportadoras, se constatan
    tasaciones populares espontáneas y pillajes más
    o menos organizados. Los revoltosos de- nuncian
    las especulaciones, fuerzan a los propietarios a vender
    sus stocks en el mercado a un "precio justo", roban
    eventualmente pana-derías y almacenes y buscan
    restablecer los principios de la"econo-mía
    moral".

  • En las ciudades, se organizan de forma similar
    ataques de almacenes y panaderías.

  • Finalmente, se ponen obstáculos a las
    vías de comunicación fluviales y terrestres en
    las regiones densamente pobladas.Se impide el trans-porte
    de trigo de ciertas provincias agrícolas a
    otras de alto poder ad- quisitivo. Las víctimas
    eran, generalmente, mercaderes o agricultores o, aún
    con más frecuencia, representantes directos del poder.
    (62)

A menudo, las revueltas se dirigían contra los
molineros mercantilistas o contra los consejeros de los
parlamentos,como sucedió el 18 de abril en Dijon. El 27 de
abril, el movimiento llega a las áreas densamente
pobladas: en un primer
momento Borgoña occidental, luego Beauvaisis y,
finalmente, Beauce y Brie. Los sediciosos se encontraban frente
a Versalles el 2 y el 3 de mayo, donde la multitud
saqueó las panaderías de París. LuisXVI
se mostró inquieto porque ciertos panfletos culpaban a sus
allegados; sin embargo, las destrucciones estuvieron muy
delimitadas. Los objetivos prin-cipales fueron los barcos que
transportaban trigo, que fueron hundidos. (63)

El orden fue restablecido por una doble acción
gubernamental:

  • Represiva, con la intervención de 25.000
    soldados, 162 arrestos, la condena a la horca de dos
    sediciosos (en realidad, estas penas fueron reducidas por
    gracia real en condenas a las galeras y al destierro). En
    suma, estas medidas fueron relativamente
    simbólicas.

  • De asistencia a la población con la
    organización del abastecimiento de las provincias en
    dificultades,así como por la obligación a los
    pro- pietarios de stocks de vender sus productos a los
    precios impuestos. El rey multiplicó los mensajes a
    las masas campesinas, en particular, por intermedio
    del clero.

Cinco meses fueron necesarios para poner fin
definitivamente a los dis- turbios,pero la mayor parte de las
revueltas habían cesado después del 11de mayo de
1775. (64)

Durante los últimos años del Antiguo
Régimen se publicaron una serie de críticas a la
aristocracia francesa en panfletos y libelos. Acaso el más
franco de los "libelles" fuese Le gazetier cuirassé, de T.
Morande. En dicha gaceta se mezclaban calumnias concretas con
proclamas genéricas, propor- cionando un mensaje a la
sociedad francesa de aquel entonces: la aristocra- cia y alta
nobleza era impotente, incapaz de relevarse y corrupta;asociando
la decadencia de la aristocracia con la incapacidad para cumplir
sus funciones en el ejército, la Iglesia y el Estado. "Se
calcula que en Francia, sobre unos doscientos coroneles entre
infantería, caballería y dragones, la mitad no
saben leer y escribir su nombre…y no hay cuatro que
conozcan las nociones básicas de su oficio".
(Crónica de Morande)

La constante penuria de "granos" (cereales) y la
hambruna del invierno de 1788, que se prolongó durante la
primavera y hasta el verano de 1789, habían reactivado la
tradicional preocupación por la subsistencia tanto en las
ciudades como en el campo.La desconfianza hacia la nobleza se vio
ali- mentada por un conjunto de factores: se había
comprobado la actitud hostil de la nobleza hacia cualquier tipo
de reforma durante los Estados Genera- les y la
recién creada Asamblea Constituyente;frente a la
Revolución parla- mentaria y política de mayo y
junio de 1789, había empezado una primera ola de
emigración de nobles al extranjero,acentuando el miedo de
una inter- vención de las monarquías extranjeras
aliadas con la nobleza. La crisis eco- nómica que
marcó el reinado de LuisXVI había
reducido también los ingre- sos de la nobleza
terrateniente mientras aumentaba el coste de su lujoso tren de
vida; para compensarlo, en los años que precedieron la
Revolución la nobleza había incrementado la
presión fiscal y productiva sobre los campesinos de sus
tierras, agravando su pobreza. Habían reducido, por
ejemplo, considerablemente las tierras comunales
(vendiéndolas o convir-tiéndolas en tierras de
labranza) donde los campesinos cazaban, llevaban el ganado a
pacer y recogían madera. (65)

Desde el punto de vista político,algunas ciudades
francesas habían cono- cido, desde 1788, movimientos
esporádicos de oposición violenta a la no- bleza
local, como Grenoble (acontecimientos
llamados journées des tuiles) en junio-julio de 1788,
motín provocado por el destierro del Parlamento y que
ocasionó varios muertos y heridos
y Rennes (acontecimientos llamados journées des
bricoles) en enero de 1789. La convocatoria, en 1788, de los
Estados Generales había levantado grandes expectaciones en
la población francesa, y los Cuadernos de quejas, que
permitieron al pueblo llano expre- sar por primera vez sus
preocupaciones, recogían numerosas peticiones de
supresión de ciertos derechos señoriales, como
las corveas,las banalidades (banalités), el pago
del champart en tiempos de malas cosechas, y el mono-
polio señorial de la justicia. Preguntado un campesino
sobre lo que deseaba pedir a los Estados Generales,
respondió: "que supriman los conejos, los pichones y los
curas. Los primeros nos comen el trigo en flor, los segundos en
grano y los terceros en gavillas". (66)

Los campesinos confiaban en el amparo del Rey, que
había promovido la redacción de los "Cuadernos de
quejas" y había aceptado que el número de los
delegados del Tercer Estado en los Estados Generales
fuera incrementa- do en contra de la opinión de la
nobleza. Si los campesinos se defendían contra una
supuesta tentativa de la nobleza de aplastarles,lo hacían
conven- cidos de que estaban cumpliendo con la voluntad del
monarca, que llevaba ya años enfrascado en un conflicto de
intereses con los nobles. Las revuel- tas ocurridas en la
región de París en la primavera de 1789, así
lo demostra- ban. (67)

El origen del denominado Gran Miedo en Francia y sus
causas directas son múltiples y confusas. Por un lado,la
crisis alimentaria había provocado, en los meses
anteriores a julio de 1789, unas importantes revueltas
frumen-tarias, muy localizadas pero repartidas sobre áreas
muy diversas del territo-rio francés. Esas primeras
revueltas habían sido motivadas por el hambre y la ira
hacia algunas personalidades locales, pero muy pocas adoptaron la
forma de una rebeldía contra la aristocracía local
o contra la nobleza como estamento, y la mayoría no
tuvieron prolongaciones durante el Gran Miedo. Por otro lado, el
desasosiego reinante desde antes de la Revolución
favorecía que cundiera el pánico ante rumores de
ataques,destrucción y robo. (68)

Para algunos historiadores, se extendió el rumor
de que la aristocra-cia estaba contratando bandidos
para que recorrieran los campos cortando el trigo verde
y estropearan la cosecha. Es la idea del "complot
aristocrá-tico", desarrollada por el
historiador Georges Lefebvre en 1932 y apoyada por
historiadores de diferentes ideologías, como Albert
Soboul y François Furet. Otros historiadores,
como Timothy Tackett, Clay Ramsay y John Markoff, minimizan
el impacto de las noticias provenientes
de París,debi- do en parte a la lentitud de los
correos. (69)

El miedo a los "bandidos" se extendió con rapidez
y a veces alentaba la confusión: en
el Franco-Condado, al estallar
un polvorín en el castillo de Quincey, cerca
de Vesoul; en Champaña, en donde el polvo que
levantaba un rebaño de ovejas fue tomado por el de un
ejército; en las regiones de Beauvais y
de Maine;en la región de Nantes y en la
de Ruffec,monjes men-dicantes fueron tomados por bandidos.
(70)

Los campesinos se armaron y formaron milicias para
protegerse de los eventuales bandidos. Pero como éstos
sólo eran fruto de la imaginación y del miedo, no
los encontraron. Buscando una explicación a la
situación, empezó a extenderse en algunas zonas la
idea de que la nobleza había he-cho correr los rumores a
fin de sembrar la confusión y el pánico. Esta
con-clusión resulta lógica teniendo en cuenta que
la desconfianza hacia la aris-tocracia venía
agudizándose desde años atrás. En
muchos lugares, como en la Baja Normandía, se pensó
además que los propietarios nobles estaban acaparando el
grano para especular y venderlo a precio más
alto. El miedo se cambió en cólera, y bandas de
campesinos se dedicaron a atacar castillos y abadías,
llevándose el grano y quemando archivos y documentos.
(71)

Las revueltas surgieron de forma espontánea y
estallaron en varias pro- vincias francesas, de modo casi
simultáneo. Los grandes levantamientos se produjeron en
el Franco-Condado,Alsacia,en la región
de Mâcon,Baja Nor- mandía, Condado de
Henao,en la región de Vienne,el Delfinado y en
el Vi- varés, a los que se sumaron otras revueltas menos
extendidas pero no me- nos violentas en el suroeste y el norte
del país. En la mayoría de las regio- nes, como en
el Poitou, Auvernia, Champaña, alrededor
de Toulouse y en todo el suroeste, la ira de los
campesinos iba dirigida hacia individuos con- cretos, y raros son
los casos de ataques sistematizados contra la nobleza;
querían vengarse del señor local, odiado desde
generaciones. (72)

Los ataques a las mansiones aristocráticas
tenían un mismo propósito: destruir los llamados
"libros terriers", unos libros en los que los nobles
inscribían ante notario las servidumbres, obligaciones,
deudas e impuestos a los que estaban sometidos los campesinos de
sus señoríos. Como estos libros legitimaban
el régimen feudal, al destruirlos los campesinos
mate-rializaban un deseo expresado en los "Cuadernos de quejas":
la supresión de los privilegios de la nobleza, que aparece
como demanda en casi todos ellos y se refleja en infinidad de
obras referentes a la Revolución Francesa; (73) pero
además, en el Cuaderno de quejas de Uchau, el pueblo hace
refe-rencia a la necesidad de convocar los Estados Generales y
que los repre-sentantes voten de forma individual y no por
estamentos. Por último, me parece importante destacar, de
este cuaderno de Uchau,"el fijar un impues- to para todos los
súbditos que posean fortuna en metálico".
(74)

CAHIERS DE DOLÉANCES DE LA
COMUNIDAD DE UCHAU (SENESCALÍA DE NIMES,
LANGUEDOC).

1. Suplicamos humildemente a S.M. que ordene la
supresión de todos los privilegios atribuidos a todas las
tierras consideradas como nobles,cualqui-era que sea la calidad
de sus poseedores; y que los impuestos de cualquier naturaleza,
reales, provinciales y municipales sean repartidos entre todas
las tierras,ya sean nobles o plebeyas,en función del valor
en el catastro.

2. Atendiendo a que este tipo de impuesto no grava
más que a los bienes inmuebles y que es justo que los
capitalistas concurran también a las necesidades del
Estado en proporción a sus fortunas, suplicamos a 
S.M. se digne aprobar las medidas que considere necesarias para
que las municipa-lidades de su Reino queden autorizadas a incluir
en las listas de imposi-tores, con contribuciones similares a las
fijadas para los bienes inmuebles, a todos aquellos
súbditos del Reino poseedores de fortunas en
metálico.

3. Suplicamos a S.M. tenga a bien conceder a la
provincia del Languedoc una nueva constitución y una nueva
administración, compuesta por diputados de los tres
órdenes libremente elegidos, a fin de que dicha
administración sea realmente representativa de la
provincia y que el Tercer Estado tenga el mismo número de
representantes que los otros dos órdenes, el del clero y
el de la nobleza juntos, y que las deliberaciones se realicen no
por orden sino por cabeza.

4. Suplicamos a S.M. tenga a bien ordenar que,
conforme a las antiguas leyes de la Iglesia, y a la
administración primitiva de las rentas pertenecien-tes a
los eclesiásticos, estos, como beneficiarios de los
diezmos, sean obligados a ceder anualmente al municipio un
porcentaje de lo recaudado por este concepto para que sea
aplicado a la subsistencia de los pobres.

5.Suplicamos… ordenar la supresión de todos los
derechos de salida de impuestos sobre los vinos del bajo
Languedoc, atendiendo a que este artículo es la principal
fuente de ingresos de esta parte de la provincia y que los
genoveses y otros extranjeros que adquieren el vino se aprovechan
de esta circunstancia para comprarlo a un precio mucho más
bajo.

6. Suplicamos…prohibir la salida de mulos y
caballos del reino, pues ello produce una carestía tal que
perjudica considerablemente a los habitantes de las provincias
meridionales.

7. Exponemos que esta provincia, habiendo tenido
que soportar una emigración de súbditos no
católicos de S.M. por efecto de la revocación del
Edicto de Nantes en 1685, alberga aun a un gran número de
súbditos no católicos los cuales, a pesar del
edicto de noviembre de 1787, mediante el cual, S.M. se
dignó reconocerles una parte de los derechos civiles
perdidos, no disfrutan de todos sus derechos. Suplicamos a S.M.
tenga a bien supri-mir las medidas aún vigentes que
restringen los derechos de estos súbditos, medidas que son
contrarias a la justicia y al derecho natural, lo cual
resul-taría de gran utilidad y beneficio para todo el
reino.

8. Suplicamos…aproximar la justicia a los
justiciables y restablecer en esta comunidad la situación
en que se encontraba cuando fue separada de la bailía y
del marquesado de Calvisson, para que la justicia sea
administrada en la propia localidad de Uchau como se administraba
antes de su incorporación a la bailía y
veguería de Marsillargues.

9.  Finalmente suplicamos…la
supresión de la milicia en tiempos de paz y que, si en
tiempos de guerra tiene S.M. necesidad de hombres, le sea
permitido a cada comunidad designarlos…

La importancia de las revueltas hizo que se temiera un
levantamiento general del campesinado. Las revueltas precipitaron
un acontecimiento que ya estaba en mente de los constituyentes, y
contenido en la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, cuya redacción estaba en
curso.

(R. Robin, Estudios de Historia
Social).

La noche del 4 de agosto de 1789, la Asamblea
Constituyente, actuando detrás de los nuevos
acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres
personales (abolición
del feudalismo),los diezmos y las justicias
señoriales, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante
penas y en el acceso a cargos públicos. En cuestión
de horas, los nobles y el clero perdieron sus privile-gios. El
curso de los acontecimientos estaba ya marcado, si bien la
implan-tación del nuevo modelo no se hizo efectiva hasta
1793.El rey,junto con sus seguidores militares, retrocedió
al menos por el momento.Lafayette tomó el mando de
la Guardia Nacional de París y Jean-Sylvain
Bailly, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, fue
nombrado nuevo alcalde de París. El rey visitó
París el 27 de julio y aceptó la
escarapela tricolor. (75)

Después de estos actos de violencia, los nobles,
no muy seguros del rumbo que tomaría la
reconciliación temporal entre el rey y el pueblo,
comenzaron a salir del país, algunos con la
intención de fomentar una guerra civil en Francia y de
llevar a las naciones europeas a respaldar al rey. Éstos
fueron conocidos como
los émigrés (emigrados). Poco tiempo
después, Luis XVI sería guillotinado y se
proclamaría la I República. (76)

En el contexto de la Revolución Francesa, que se
había iniciado en 1789 en medio de las protestas populares
por la carestía del pan, de la que se responsabilizaba al
propio rey y a la reina (motejados como el panadero y la
panadera); desde el 27 de septiembre de 1792 el Ayuntamiento de
París había fijado un máximum de precio para
ciertos productos que podían venderse en esa ciudad. El 4
de mayo de 1793, la Convención extendió esta medida
al conjunto del país con la Loi du maximum (Ley
del máximum) para granos y harinas. (77)

El 26 de julio de 1793, la Convención
votó, a instancias de Jean-Marie Collot d'Herbois, un
decreto contra los acaparadores de géneros de
primera necesidad, amenazándoles con la pena de muerte y
confiscación de bienes. El 19 de agosto se extendió
el máximum a los combustibles. El 11 de sep- tiembre, el
precio del grano tasado fue unificado en toda Francia en 14 li-
bras el quintal, más el coste de transporte.

Enfrentados a la crisis de subsistencias,
más o menos constante durante toda la Revolución, y
al alza vertiginosa de los precios a causa de la
deva-luación de los asignados (assignats, papel
moneda), los sans-culottes pari-sinos, dirigidos por
los enragés y los hebertistas, impusieron a
la Conven-ción una nueva ley, que fijaba también
máximos para la carne fresca y salada, tocino,
mantequilla, aceite, ganado, pescado salado,vino, aguardien-te,
vinagre, sidra, cerveza, madera de calefacción,
carbón, velas, aceite de quemar, sal,sosa, jabón,
potasa, azúcar,miel, papel blanco,cuero,hierro,plo- mo,
acero, cáñamo, lino, lana, tejidos, materias primas
necesarias para las fábricas, zapatos, colza, coles y
tabaco; y bloqueaba los salarios. Todo ello con el
propósito de remediar la profunda crisis económica
en que se hallaba la Francia revolucionaria, que al mismo tiempo
estaba sometida a una difí- cil coyuntura bélica,
tanto en el interior como en el exterior. (78)

Variable según las regiones, el máximum
para los géneros de primera necesidad era, en general,
mayor en un tercio a los precios corrientes en 1790. En cuanto al
máximum de los salarios, era en una mitad superior a los
de 1790. Según la ley, toda persona que vendiera o
comprara por mayor precio del máximum se veía
amenazada con ver inscrito su nombre en una lista prevista en
la Ley de los sospechosos (Loi des suspects).

El 4 de ventoso del año II (22 de
febrero de 1794), un tercer decreto fijó la
ejecución del decreto de 29 de septiembre, así como
el máximum de precio de transporte desde el lugar de
producción y los beneficios de los comerciantes al por
mayor y al por menor. Esta tentativa de establecer una
economía dirigida por parte de un gobierno produjo
efectos contrarios a los fines buscados.

Los campesinos procuraban ocultar sus excedentes, que
desviaban a especuladores que se precipitaban a adquirir todo lo
que podían, acapa-rando y ocultándolo a su vez;
resultando una escasez artificial y una penu-ria sin precedentes,
agravada por el hecho de que el bloqueo de los salarios se
aplicaba sistemáticamente. Las ciudades organizaron
racionamientos, así como sistemas de delación,
mientras que la Convención tomó medidas draconianas
para imponer como medio de pago aceptado los asignados,ca- da vez
menos atractivos.

Convertir las prácticas de subida de precios y
ocultamiento de mer-cancías (especialmente alimentos) en
un crimen contra el gobierno tuvo un éxito muy limitado, y
en lo que respecta a su pretendido efecto beneficioso sobre el
suministro de comida a precios razonables, fue un fracaso.
Algu-nos comerciantes se vieron obligados a vender productos por
debajo del coste de producción, lo que les incitaba a
ocultarlos y derivarlos hacia el mercado negro. No
obstante, en lo que sí tuvo éxito la ley del
máximum general fue en desviar un asunto político
sensible fuera del Comité de Sa-lud
Pública y la figura de Maximiliano Robespierre,
permitiéndoles dedi-carse más a fondo a su propia y
ambiciosa agenda política. (79)

A la larga,el maximum demostró ser un asunto
demasiado controvertido, difícil de implantar e impopular
entre gran parte del pueblo francés;incluso
convirtió a los guillotinados, como consecuencia
de la represión, en héroes simbólicos que
demostraba la tiranía del Terror,(80)lo que
contribuyó a la caída de Robespierre y su gobierno
en julio de1794.El 9 de thermidor,el al- calde de
París, Jean-Baptiste Fleuriot-Lescot,solicitó
refuerzos armados al temer manifestaciones hostiles con
ocasión de la fiesta en honor de Bara y de Viala, prevista
para el día siguiente. La section des Gravilliers,dominada
por los hebertistas, sostenía la Convención contra
la Comuna, declarada en abierta insurrección. El 10
de thermidor una multitud rodeó a Robespierre
mientras llegaba a la tribuna,quejándose del máximo
rigor con que se había decidido aplicar el máximum
de salarios (decisión tomada el 17 de
messi-dor -5 de julio- y publicada el 5 de
thermidor -23 de julio-). (81)

Con la reacción thermidoriana que trajo
la victoria de los moderados sobre los radicales, se
volvió a la libertad económica,entre agosto y
diciem-bre de 1794. El 24 de diciembre de 1794 la nueva
Convención votó un decreto que abolía el
maximum. Esta medida permitió la renovación del
comercio exterior pero, dada su brusquedad,
contribuyó a un gran aumento de precios, y junto al
descenso del valor de los asignados (por un aumento vertiginoso
de las emisiones), llevó a la bancarrota. (82)

Durante las guerras revolucionarias registradas en
Francia, entre 1792 y 1799, se produce una importante
sangría demográfica ya que morirían unos
500.000 franceses (de una población total de casi 29
millones), casi el 2% de la población total francesa en
menos de diez años,a parte de las personas fallecidas
procedentes de otros países europeos. (83)

Desde la Revolución Francesa,y durante el ciclo
de las revoluciones bur- guesas,los trabajadores se habían
movilizado y luchado junto a la burguesía en contra de los
privilegios de la aristocracia. Pero a medida que compren- dieron
que la situación de explotación que sufrían
era resultado de la indus- trialización, comenzaron a
plantear sus propias demandas, a elaborar sus propias ideas. El
movimiento obrero, poco a poco, se fue alejando de su alianza con
la burguesía. (84)

El sistema de lucha de estas primeras organizaciones
obreras eran simila- res a los que la pequeña
burguesía radicalizada y los sans-culottes habían
empleado durante la Revolución Francesa: agitación
callejera, publicación de periódicos y
panfletos,motines e insurrecciones.Además de utilizar
estos métodos jacobinos,los obreros encontraron una forma
novedosa de lucha:la huelga. La huelga era una acción
más apropiada para luchar contra los due- ños de
las fábricas.Era un medio de presión directa que
disminuía la ganan- cia de los empresarios y
permitía a los sindicatos discutir mejores condi- ciones
de trabajo,aumento de salarios o reducción de la jornada
laboral.(85)

A principios del S. XIX surge un grupo social relevante
denominado Carbonario que de Italia pasó a Francia donde
fue conocida como Charbo-nnerie, y se organizada en ventes (se
llamaba así por el lugar de reunión), como en
Italia. Tuvo numerosos miembros en París, donde la
sociedad se formó en 1821 por tres jóvenes, Bazard,
Buchez y Flotard. El principal objetivo de la asociación
en Francia era también política, es decir, para
ob-tener una constitución en la que el concepto de
soberanía popular pudiera encontrar su expresión.
Desde París, centro de la Charbonnerie, se extendió
rápidamente por todo el país y hacia finales del
año 1821 causó varios mo-tines entre las tropas. El
movimiento perdió su importancia una vez que varios de los
conspiradores fueran ejecutados, especialmente cuando las
discusiones surgieron entre los líderes del movimiento. La
Charbonnerie tomó parte en la revolución de julio
de 1830, pero tras la caída de los Bor-bones perdió
su importancia. (86)

En Rusia, durante el reinado de Catalina II, se va a
producir una impor- tante rebelión de siervos (1773-74),
dirigidos por Pugachov, hijo de un co-saco del Don que era
un pequeño propietario. Nacido en Zimoveiskaia, se
alistó en el ejército a los 17 años.Un
año más tarde, se casó con una mucha-cha
cosaca, Sofía Nedyuzheva, con quien tuvo un total de cinco
hijos, dos de los cuales murieron en la infancia. Poco
después de su matrimonio, se unió al
ejército ruso en Prusia durante la Guerra de los Siete
Años, bajo el mando del conde Zakhar
Chernyshev. Regresó a casa, en 1762 , siendo
ascendido al rango de comandante. Fue también durante
este período, en 1770 en el sitio
de Bender, cuando, por primera vez, muestra un instinto
para la suplantación, jactándose ante sus camaradas
que la espada fue dada a él por su "padrino", Pedro
I. (87)

En1770,Pugachev pidió permiso para regresar a
casa para recuperarse de una grave enfermedad. A pesar de la
insistencia de los comandantes milita- res,Pugachev se
negó a ser tratado en un hospital militar o volver al
frente. Convencido por su hermano, Simón Pavlov, se
unió a un grupo de descon- tentos cosaco que huían
hacia el este para formar una comunidad cosaca in- dependiente
sobre el río Terek. Después de cruzar con seguridad
a través del río Don, regresó a casa a
Zimoveiskaia. Los cosacos que huían fueron capturados
poco después por las autoridades, y Pavlov Pugachev
implicado en estos hechos, era buscado por las autoridades rusas.
Se enteró dos días antes de que iba a ser detenido
y huyó antes de ser arrestado. (88)

  A principios de enero de 1772, se unió a
un grupo de protesta y fue ele- gido su representante
oficial. En su camino a San Petersburgo para presen- tar una
queja oficial, su condición de fugitivo fue descubierto en
Mozdok y fue detenido de nuevo. Pudo escapar el 13 de
febrero y regresar a casa, sólo para ser detenido
nuevamente. (89) 

La idea de hacerse pasar por el difunto emperador Pedro
III se le ocu- rrió a Pugachev desde el principio, incluso
antes de llegar a los cosacos del Yaik. No es de sorprender,
habida cuenta de otro imitador de campesinos recientes, Fedot
Bogmolov, y de la historia de Rusia de imitadores. Puga- 
chev, haciéndose pasar por un rico comerciante, subleva a
los cosacos en el Yaitsk y les sugiere conducirlos hacia
Turquía.Cuando la mayoría de los cosacos
parecían estar de acuerdo con su plan, consideró el
momento ade- cuado para iniciar su rebelión. A pesar de
que fue detenido poco después, una vez más, y esta
vez durante cinco meses en Kazán, podría escapar
una vez más y volver a la Yaitsk para iniciar su
rebelión. Prometiendo devolver varios privilegios a los
cosacos,y restaurar la antigua creencia, fue capaz de obtener el
apoyo que necesitaba para promover su identidad como Pedro
III.  La historia de su gran parecido físico con
el zar Pedro III, que en 1762 fue derrotado y asesinado por su
esposa, la futura emperatriz Catalina II, proviene de una leyenda
posterior. Pugachev contó la historia que él y sus
principales seguidores habían escapado de las garras de
Catalina. (90)

Después de haber reunido un ejército a
través de la propaganda, el re-clutamiento y la promesa de
la reforma, Pugachev y sus generales fueron capaces de invadir
gran parte de la región que se extiende entre el
río Volga y los Urales. Pugachev consigue una gran
victoria contra el ejército del zar apoderándose
de Kazán .Además de acumular un gran
número de cosacos y campesinos, Pugachev también
adquirió artillería y armas y fue capaz de levantar
un gran ejército, mayor que el predicho por el
ejército ruso. (91)

En respuesta a esta rebelión, el general Pedro
manda un gran ejército pero la dificultad del transporte,
la falta de disciplina, y la insubordinación grave de sus
soldados mal pagados paraliza todos sus esfuerzos durante meses,
mientras que las bandas innumerables de Pugachev obtienen
victo-rias en casi los enfrentamientos.No será hasta
agosto 1774 cuando el gene- ral Michelsohn derrota a los
rebeldes cerca de Tsaritsin,perdiendo unos diez mil
soldados, entre muertos o hechos prisioneros. El 14 de
septiembre, de 1774, el propio cosaco Pugachev es hecho
prisionero. Alexander Suvo-rov lo mete en una jaula de metal
y es enviado a Simbirsk y luego a Moscú para su
ejecución pública que tuvo lugar el 21 de
enero de1775. En la plaza pública, fue decapitado, y
luego descuartizado. (92)

La rebelión de Pugachev tuvo un efecto duradero
en Rusia en los años venideros. Mientras que Catalina
II intentó reformar la administración pro- vincial,
los horrores de la rebelión la llevó a frenar otras
reformas, en parti- cular los intentos de emancipación de
los siervos campesinos de Rusia. Su régimen
sería cada vez más reaccionario. En el
reglamento redactado por el conde Rumiantzov para sus dominios,
se castigaba con cinco mil palos al esclavo que penetrase en la
habitación de sus señores (93). El escritor ruso
Alexander Radishchev, en su obra "Viaje desde San Petersburgo a
Moscú", atacó al gobierno de Rusia y, en
particular, la institución de la servidumbre. En el
libro, se refiere a la rebelión de Pugachev como una
advertencia. (94)

Llegados a este punto cabe definir qué entendemos
por campesino. Se- gún Wolf, los campesinos serían
aquellos individuos que para su subsistencia se ocupan del
cultivo de la tierra tomando decisiones autónomas sobre
dicho cultivo. Son cultivadores directos. Pueden ser propietarios
de la tierra que, por sí solos o gracias a una mano de
obra asalariada, toman decisiones sobre su tierra.También
serían campesinos los arrendatarios.

Estos grupos serían las dos grandes figuras que
englobaría el concepto de campesino dejando fuera a los
grupos de propietarios de grandes exten-siones de tierra que
delegaban en otras personas la toma de decisiones y
gestión de sus propiedades. Lo mismo ocurría con
aquellas personas que vendían su fuerza de trabajo y que
no tomaban ninguna decisión sobre la tierra que estaban
trabajando. (95)

Esta clasificación sería válida
tanto para los campesinos europeos como para aquellos de otras
regiones del mundo en los siglos XVIII-XIX. En general, los
campesinos tuvieron que afrontar una conflictividad que proce-
día de tres cambios importantes que se produjeron de forma
simultánea a finales del S. XIX.

1º. La introducción del capitalismo: al
igual que en Europa en el XVIII-XIX, las economías
campesinas eran autosuficientes, la tierra no era una
mercancía en compraventa y tampoco era una economía
en especies. Los campesinos cultivaban productos para su propia
subsistencia y lo que sobraba lo intercambiaban. Sin embargo, con
el capitalismo esta situación cambió: se
comenzó la comercialización de la tierra, y la
monetización tan-

to de la tierra como de los productos. Esto significaba
que los campesinos tenían que asumir los cambios y
modificar su relación económica con la tierra. Se
produjo la extensión del mercado agrario de tal forma que,
aquellos campesinos que realizaban monocultivos se veían
obligados a vender sus productos a precios en los que ellos no
intervenían. (96)

La internacionalización del mercado produjo la
transformación radical en la producción de
cultivos. Esto no se produjo de la misma forma en toda Europa
pero lo importante es que todos estos hechos sí se
desarrollaron. Este cambio, que tuvo que ser afrontada casi
obligatoriamente, vino acompañado por cambios de tipo
social. (97)

2º.La formación de los Estados: se produjo
la creación paulatina de instan- cias y autoridades
políticas diferentes a las tradicionales. Antes del XVIII,
los conflictos, las comunidades políticas y las relaciones
eran de carácter local, pero fueron siendo sustituidas por
ámbitos más amplios que coincidían con la
centralización de la política y la creación
de autoridades. Esto mismo también ocurrió en el
campo. Esas comunidades agrarias locales en las que los notables
eran la autoridad y el contacto se producía de una forma
personal se fue diluyendo a favor unas instituciones que
imponían nuevas obligaciones. Junto a la
introducción del capitalismo y al cambio económico
se produjo un cambio en las propias relaciones en la comunidad
agraria, tanto en el interior como en el exterior.
(98)

3º. El aumento demográfico: agravó
las repercusiones de los acontecimientos anteriores. Se
creó un conflicto entre la oferta y la deman da de la
tierra.

Antes, la situación era más o menos
"equilibrada" aunque con una elevada mortalidad. En general,
había un proceso de herencia y sucesión de tierras
que no producía ningún tipo de conflicto. Sin
embargo, con el descenso de la mortalidad fue cuando
comenzó a producirse el desequilibrio ya que había
más gente que necesitaba el cultivo para subsistir. La
privatización, monetización, formación del
Estado y el aumento demográfico cambiaron a la comunidad
agrícola provocando conflictos. (99)

En general, la principal forma de abordar los diferentes
conflictos surgi- dos a raíz de estos cambios fue la
emigración, tanto interna como externa. También
habría que tener en cuenta la resignación por parte
de algunos campesinos que no tuvieron más remedia que
amoldarse a la nueva situación, la rebeldía
individual en forma de bandoleros, etc. Las
características de la vida de los campesinos no
permitía la comunicación entre ellos ha- ciendo
difícil que todos ellos se pusiesen de acuerdo para
resistir de una forma colectiva; pero no sólo por falta de
comunicación, sino también por diferentes
posiciones sociales.Por ello,la situación general era de
hetegeneidad. La resistencia se producía de forma oculta o
anónima, personal, que

trataba de no sufrir los riesgos de la publicidad de la
protesta y del enfren- tamiento público contra el causante
del conflicto.Trataba de que el culpable fuese consciente de la
existencia del conflicto pero no de quien se manifes- taba por
ello. En el caso de los campesinos y de las poblaciones rurales,
las formas de protestas eran las difamaciones, la falsa
obediencia, e incluso, la extensión de los lindes de las
propiedades. (100)

Estas actuaciones se producían contra todo aquel tipo
de autoridades (poderosos) que intervenían en las
relaciones campesinos-tierra y campesinos-sociedad. Los cambios
que dieron lugar a las transformaciones pro-

vocaron la disolución de las relaciones entre la
propia comunidad agrícola, que estaba basada en
vínculos de reciprocidad (patrón-cliente). Esa
relación se basaba en una división de derechos y
deberes. Los campesinos reconocían a los poderosos como la
élite social por sus recursos, por ser los grandes
propietarios…y, por tanto, les debían una lealtad
que se materializaba en servirles de soldados en el
"ejército" de esa comunidad para defender al poderoso.Eran
vínculos que les unían, pero ello no quiere decir
que esa fuese la única realidad de las relaciones de la
época.A cambio de ello,los poderosos también
tenían una serie de obligaciones y derechos, como socorrer
a los campesinos ante la adversidad. Entonces, en ese mundo sin
tecnología moderna y muy tradicional, cuando el nivel de
subsistencia era bajo, los poderosos tenían el deber de
proteger a sus subditos. No eran relaciones ideales puesto que
siempre hay algún motivo de conflicto. Las
transformaciones sociales que acontecieron hicieron añicos
estas relaciones y los poderosos ya no protegían a los
campesinos puesto que debían de atender a las autoridades
locales.Es otra consecuencia de la ampliación de la
comuni- dad local a un grado en el que depende del mercado y del
Estado. (101)

En algunos casos, esas relaciones patronos- clientes se
disolvieron y fueron sustituidas por otras, al igual que las
instituciones locales fueron reemplazadas por poderosos
colectivos que adoptaron los mismos criterios. Destacaron dos
tipos de poderosos colectivos que heredaron este protagonismo: la
Iglesia (diversidad de cultos), y los partidos políticos.
Estos poderosos colectivos, ante las adversidades, protegieron a
los campesinos dando facilidades a cambio de lealtad.
(102)

A toda esta situación habría que
añadir la resistencia, la resignación y la
emigración por parte de los campesinos. Es en este punto
cuando se puede afirmar que la acción colectiva de los
campesinos ha sido escasa. Toda la comunidad sentía que
estaba ante una situación injusta llegando a producir
diferentes levantamientos, pero todos han fracasado por la dureza
empleada por parte de los órganos represores del Estado de
la época. La represión, en todas sus formas, fue la
responsable de la inhabilitación de los campesinos para
que siguieran protestando haciendo que la protesta se
desarrollase en ciclos. Por este motivo es por el que ha habido
tan poca resistencia colectiva, abierta y
pública de los campesinos. (103)

Esto da un perfil del mundo agrario en el que hay
escasos enfrentamien-tos , lo que es compatible con que hubiera
ciertos levantamientos generali- zados que se salían del
ámbito local.Incluso,alguno de esos levantamientos, dieron
lugar a revoluciones campesinas pero, en general,
predominará la re- signación o la emigración
entre el campesinado hacia otras áreas más urba-
nizadas o hacia otros países. (104)

Todavía a finales del S.XIX la economía
rusa giraba, casi por completo, alrededor de la agricultura. Hay
un aumento de producción, necesario para afrontar la deuda
del país. Sin embargo, a partir de 1886, se liberaliza el
mercado de cereales prodecente de los países de Europa
Occidental lo que provocará la ruina para muchos
campesinos rusos que se verán obligados a emigrar hacia
los centros urbanos e incluso a emigrar hacia otros países
de Europa Occidental o los Estados Unidos.Su industria es escasa
y concentra-da geográficamente en las ciudades rusas
más importantes y, casi siempre, estaba en
manos de capital extranjero.

A fines del S.XIX sólo el 13% de la
población rusa vivía en las ciudades y los
campesinos representaban el 80% de la población total.
Unos campesinos recién salidos del Antiguo Régimen
y de la servidumbre, que con- servaban todavía su vieja
forma de comunidad agraria tradicional (el Mir: Especie de
asamblea local,con funciones económico-sociales,muy
cercanas al cooperativismo),lo que constituyó,en
definitiva,un obstáculo para la mo- dernización de
la agricultura. (105) Además,las malas cosechas de1891,
1906 y 1911,provocaron una serie de hambrunas por gran parte del
terri- torio ruso.En 1906 el gobierno entregó 40 libras de
harina mensuales a toda persona menor de 18 años y mayor
de 59. El sufrimiento era intenso y la mortalidad excesivamente
alta. La hambruna de 1911 se extendió sobre el Imperio
Ruso europeo y afectó a 30 millones de personas de forma
directa, mientras que fueron sujetos a la inanición 8
millones más.Hierbas,la corte- za de los árboles,y
el pan agrio hecho de bellotas fue la dieta principal de estos
desposeídos rusos. (106)La miseria de la población
rural rusa se constata también por la alta tasa de
mortalidad que superaba el 35 por mil en la década de
1890, siendo su tasa de natalidad del 47 por mil. Ambas tasas
demográficas eran, a finales del S.XIX, las más
altas de Europa. (107)

Todavía,a mediados del S.XIX,en extensas regiones
europeas multitud de personas pasaban hambre, llegando a provocar
la muerte por inanición. El ejemplo más
significativo, caso aparte del ruso analizado anteriormente,fue
la Gran Hambruna  Irlandesa (1845-1849), una de las muchas
hambrunas que padeció Irlanda desde la primera mitad del
siglo XIX, pero se diferen-cia de todas las precedentes en el
alcance del desastre que provocó. (108)

El censo de población de Irlanda había
registrado 8,2 millones de habitantes en 1841.Esta cifra se
había reducido a 6,5 millones hacia 1851.Pese a que estas
estadísticas no son en modo alguno definitivas, permiten
apreciar la magnitud del desastre acaecido. Más de un
millón de personas fallecieron a causa del hambre y de las
enfermedades que ésta provocó y
millones de supervivientes intentaron emigrar a Gran
Bretaña y Estados Unidos.

(109) Otras fuentes indican, asimismo, que la
población irlandesa había au-mentado de forma
masiva en la primera mitad del siglo XIX, alcanzando casi los 8,5
millones de habitantes hacia 1845, por aquel entonces la mayor
parte de las personas en Irlanda eran agricultores y su dieta
estaba com-puesta casi exclusivamente de patatas. También
utilizaban las patatas como moneda de cambio para pagar el
alquiler a los terratenientes. Los terratenientes desahuciaron a
cientos de miles de campesinos que se vieron obli-gados a emigrar
a América y a otros países de habla inglesa.
(110)

La cosecha de 1845 fue destruida por un hongo,conocido
comúnmente como roya, que se había propagado desde
Norteamérica hasta Europa. Todas las circunstancias
apuntaban a que el desastre iba a ser inminente a principios del
otoño de 1845, pero el gobierno británico no supo
reaccionar a tiempo y fue incapaz de dar una solución a
una crisis de tal magnitud. Durante el invierno de 1845-1846, el
gobierno conservador presidido por sir Robert Peel compró
alimentos a la India por valor de 100.000 libras, los
distribuyó entre los necesitados y puso en marcha
proyectos como la cons- trucción de un canal para crear
puestos de trabajo. (111)

Peel abandonó el cargo de primer ministro en
junio de 1847 y fue reem-plazado por John Russell y su gabinete
whig, quienes aplicaron una política económica no
intervencionista.Este gobierno consideraba que la clase
acaudalada de Irlanda debía hacerse responsable de asistir
a los indigentes y rechazó las medidas de
intervención o ayuda directa del Estado. No obs-tante, ni
los terratenientes irlandeses ni las Poor Laws unions
(organiza-ciones para ayuda a los pobres) conseguían hacer
frente a la carga que su-ponía tal cantidad de
población hambrienta. El gabinete de Russell
modi-ficó su programa no intervencionista en 1847,
destinó un presupuesto para préstamos y
construyó comedores de beneficencia. La cosecha de patatas
de 1847 no se perdió, aunque tampoco fue abundante. Sin
embargo, cuando cientos de miles de personas inundaron los
pueblos y ciudades en busca de ayuda, estallaron epidemias de
fiebres tifoideas, cólera y disentería que se
cobraron más vidas que la propia hambruna.
(112)

Los campesinos que consumían los productos
podridos enfermaron y pueblos enteros se vieron afectados por el
cólera y el tífus. Muchos agricul-tores que
emigraron hacinados en los barcos murieron durante la
travesía. La hambruna irlandesa de 1846-50 ocasionó
más de un millón de muertos a causa del hambre y
las enfermedades, y transformó la estructura social y
cultural de Irlanda, Gran Bretaña y los Estados Unidos.
(113)

A partir de finales del S. XIX, desaparecen,
prácticamente, las hambrunas del continente europeo, al
menos de forma estructural, y se empiezan a notar en los
territorios que actualmente se encuentran en el
subdesarrollo.

Se inicia la transformación de los métodos
de cultivo, se introducen los fertilizantes químicos y los
insecticidas, se procede a una selección de los cultivos y
de las especies animales.Además,aparecen los primeros
controles estatales sobre los alimentos en prevención de
posibles fraudes y daños pa- ra la salud. Para tal fin, en
1876 el primer ministro británico Benjamin Dis- raeli
aprobó la Ley de Comercialización de Alimentos y
Drogas, sentando las bases de lo que serían los controles
estatales sobre los alimentos, los medicamentos y las
legislaciones alimentarias que se desarrollaron poste- riormente
en los distintos países europeos. Toda una
revolución que permi- te el aumento sustancial de la
disponibilidad de alimentos, con la consiguiente mejora
nutricional de grandes masas demográficas.

Es en el S.XIX cuando se empiezan a producir mejoras
considerables en la mecánica agrícola y en la
tecnología industrial, desarrollo que culmina-rían
en el S.XX. Además, se pasa de la preparación
familiar de algunos alimentos básicos a producciones
industriales, introduciendo procesos de refi- nado que hacen
más presentable el producto y, a su vez, pueden modificar
su valor nutricional, como en el caso del pan, el azúcar y
el aceite. (114)

Se dice que las cuatro hambrunas de 1810, 1811, 1846,y
1849 ocasiona- ron no menos de 45 millones de muertes, en
China. En 1875-1878, cuatro provincias del norte de China,
el distrito conocido como el "Jardín de
China," sufrió la pérdida de las cosechas
debido a la falta de lluvias,y en un área del
tamaño de Francia perecieron de hambre 9 millones de
personas. Los historiadores contemporáneos establecen un
nexo de unión entre episodios de hambre y revueltas
sociales como las de Tai-Ping (1851-64) o la de los Bóxers
que ocasionaron millones de muertos. (115)

Pocos años después, a finales del
Ochocientos,en la India se produjo una serie
devastadora de hambrunas. 25 brotes de hambruna se extendieron
por los estados de Tamil Nadu, en el sur de la India, Bihar, en
el norte y Benga- la, en el este,donde murieron entre 30 y 40
millones de indios. Las hambru- nas fueron el resultado de
problemas climatológicos con cambios en el régimen
de lluvias que alternaban sequías con inundaciones. Pero
también fueron causadas por la administración de
los británicos, cuando tierras cultivadas por los
hindúes con productos para su subsistencia y alimenta-
ción fueron reemplazadas por plantaciones de té y
algodón. (116)

A finales de la era victoriana, la desigualdad entre las
naciones era tan profunda como la desigualdad entre las clases.La
Humanidad estaba irrevocablemente dividida en dos:
la de los países ricos de Europa Occidental y Estados
Unidos y los territorios coloniales asiáticos y africanos
bajo el control de potencias europeas como Inglaterra, Francia o
Bélgica, en donde millones de personas eran explotadas y
se morían de hambre. (117)

Notas bibliográficas:

(1)Pierre Vilar, Historia económica y
social.

(2)Universidad de Cambrigne, Historia económica
de Europa.

(3)Susana Tavera,Experiencias desiguales:Conflictos
sociales y respuestas colectivas en el siglo XIX.

(4)Paul Sweezy Marlor, Teoría del desarrollo
capitalista.

(5)A.Vachet, La ideología liberal.

(6)Maurice Dobb, Estudios sobre el desarrollo del
capitalismo.

(7)J.Acosta Sánchez, El imperialismo capitalista.
Concepto,periodos y mecanismos de
funcionamiento.

(8)Teófanes Egido, El motín
madrileño de 1699.

(9)Constancio Eguía Ruíz, Los jesuitas y
el motín de Esquilache.CSIC.

(10)Francisco Mata Linares, El motín de
Esquilache.

(11)Fernando García de Cortázar, Breve
Historia de España.

(12)Julián Marías, La España
posible en tiempos de Carlos III.

(13)VV.AA, Diccionario Biográfico
Español.

(14)José Miguel López García, El
motín contra Esquilache.

(15)Manuel Fernández y González, El
motín de Esquilache.

(16)VV.AA,Carlos III,Madrid y la
Ilustración.

(17)Manuel Tuñón de Lara, Historia de
España.

(18)Rogelio Blanco y Fernando Muñoz, Historia de
España.

(19)W.J.Callahan, Iglesia, poder y sociedad en
España, 1750-1874.

(20)Marqués de Lozoya, Historia de
España.

(21)Antonio Domínguez Ortiz, Carlos III y la
España de la Ilustración.

(22)Jaime Vicens Vives, Historia económica y
social de España y América.

(23)John Lynch, La España del siglo
XVIII.

(24)Mª de los Ángeles Pérez Semper,
El motín de Esquilache. Historia y Vida.

(25)Vicente Palacio Atard, Carlos III, rey de los
ilustrados.

(26)José Miguel López García, El
motín contra Esquilache.

(27)Manuel Fernández y González, El
motín de Esquilache.

(28)VV.AA,Carlos III,Madrid y la
Ilustración.

(29)Fernando García de Cortázar, Breve
Historia de España.

(30)Manuel Tuñón de Lara, Historia de
España.

(31)Antonio Domínguez Ortiz, Carlos III y la
España de la Ilustración.

(32)VV.AA,Carlos III,Madrid y la
Ilustración.

(33)Francisco Martí Gilabert, Carlos III y la
política religiosa.

(34)Adolfo Boucher, Historia de los Jesuitas.

(35)Julián Marías, La España
posible en tiempos de Carlos III.

(36)John Lynch, La España del siglo
XVIII.

(37)C. Morange,Las estructuras de poder en el
tránsito del Antiguo al Nuevo régimen.

(38)José Díaz del Moral, Historia de las
agitaciones campesinas andaluzas.

(39)Raymond Carr, Historia de España:
1808-1939.

(40)Jaime Vicens Vives, Historia económica y
social de España y América.

(41)Pierre Vilar y otros, Historia de
Catalunya.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13
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