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Notas sobre trabajo social en estos tiempos de globalización




Enviado por César Barrantes



  1. Introducción
  2. Primer
    punto
  3. Segundo punto
  4. Reflexiones "ex-post"
  5. Notas
  6. Introducción
  7. Primer
    punto
  8. Segundo punto
  9. Reflexiones "ex-post"
  10. Notas

Introducción

Ofrezco al lector mis puntos de partida sobre la
temática trabajo social y globalización en estos
tiempos de globalización y posmodernidad como
condición epocal, los cuales fueron expuestos en mi
ponencia al foro de cierre del XVI ALAETS.

Como línea de continuidad para las discusiones
sobre el tema y que nos alimentarán en los próximos
días, aquí conservamos el segundo de los tres
puntos y el breve posfacio contentivo de algunas definiciones
esquemáticas que, no obstante que no fueron explicitadas
durante mi exposición, forman parte de mi totalidad, sea,
la óptica o modo epistémico que me permite
organizar mi apertura hacia las realidades imaginarias,
simbólicas y reales, en el presente caso, de eso que
llamamos globalización y sus mediaciones en las
heterogéneas prácticas sociales que llamamos
trabajo(s) social(es). Quizá ayude al lector a una mejor
comprensión de mi lógica de argumentación.
Con ello no intentamos abrochar el discurso, si no, relevar su
paradojalidad e incompletud y dejar abierta la discusión
que nos pueda acercar a la construcción de un
TRABAJO-SOCIAL-POR-HACERSE-TRASDISCIPLINARIAMENTE-COMPLEJO-Y-POSMODERNO
en el transcurso del tercer milenio.

El debate fraterno pero sin concesiones, apenas
comienza.

Primer
punto

Primero, ¿qué es y cómo
describimos, comprendemos y explicamos la globalización?,
¿ con qué racionalidad, y desde dónde
pensar <<el >habitus (1), la
posicionalidad (2), el lugar al que fuimos lanzados (3)) o al que
fuimos a parar (4), la trama social (5)>> las
circunstancias que nos toca vivir en estos tiempos de
globalización?. Segundo, ¿cómo se relaciona
la globalización con la política, la
economía, la cultura, la vida cotidiana, lo
ideológico-simbólico, lo imaginario, lo
local-vecinal-nacional; o mejor dicho, cómo se relacionan
entre sí las globalizaciones de la política, la
economía, la cultura, etc.?. Tercero, el problema crucial
de la determinación de la globalización por las
percepciones e imágenes que los agentes-actores-sujetos
sociales construyen tanto de sus propias realidades -tanto las
"objetivas" como las intersubjetivas- como de sus necesidades
(carencias, aspiraciones, incluyendo la necesidad de realidad
misma y la necesidad de trascendencia y de absolutos) y
estrategias de satisfacción y creación de
éstas?.

Si bien estas preguntas pudieran resultar obvias para
algunos, los sentidos y significados de las relaciones y los
impactos que promueven los(las) trabajadores(as) sociales, creo
que implican un ejercicio de rigor metodológico de
dilucidación que debe ser asumido en cada momento y en
cada dimensión de la realidad social donde significamos,
simbolizamos nuestra intervención profesional, en especial
cuando el objeto de intervención está implicado en
un conjunto de correlaciones de fuerzas sociales, cada una
"portando" sus propios circuitos de
acumulación-desacumulación de recursos de
poder.

Con base en las anteriores líneas puedo entonces
afirmar que estos tiempos de globalización implican
fenómenos humano-sociales complejos porque son
relacionales y, por lo tanto, requieren ser mirados,
oídos, sentidos y pensados en y a partir de un pensamiento
complejo (6) que viene desde hace varias décadas
intentando abrir las ciencias sociales a los análisis
posdisciplinarios de insospechados dinamismos de las realidades
socialmente construidas (7).

Ello nos coloca a los(las) trabajadores(as) sociales
frente a uno de nuestros grandes retos: el de constituir-encarnar
una plataforma conceptual básica de nuevo cuño
epistémico y hermenéutico mediante la cual podamos
dar cuenta del cómo pensamos y relacionamos -en
condiciones epocales y societales de exclusión,
segmentación, fragmentación,
heterogeneización, diferenciación, diversidad y,
evocando los giros lingüísticos de los
filósofos griegos clásicos evocados por Gramsci y
Benjamin, polisemización y polifonización- la
globalización con otras categorías tales como
ciudadanía, participación social (8),
género, economía popular, organizaciones civiles y
oficiales de desarrollo social, mercado, lo local,
publificación, decentralización, gerencia social,
justicia de paz, justicia comunitaria, pesupuestación
participatoria, agentes-actores-sujetos, desarrollo sustentable,
desarrollo urbano, protección al consumidor,
animación sociocultural y producción cultural,
nuevas tecnologías de la información, sistemas
sociales de innovación, evaluación de impactos
socioambientales, y otras aún hoy ausentes en el
diccionario nuestro.

Segundo
punto

Respecto a lo antes dicho, evocamos la conferencia
inaugural del XVI Congreso de ALAETS, en la que el eminente
economista neoestructuralista chileno, Osvaldo Sunkel,
llamó la atención de los asistentes al preguntar
sobre qué aspectos de la globalización eran de
nuestro interés (¿informativo, cognocitivo,
contextual, económico, político, cultural…?), en
especial cuando no es posible hablar de UNA sola
globalización, si no, de muchas en el transcurso de la
historia, la última (le seguirán otras
posiblemente, distintas también para Europa y para
América Latina y otros continentes), coincidente con una
nueva revolución
científico-técnológica, con la crisis de
modernidad, mundialización y de pos o neomodernidad como
condición epocal del presente y con la ofensiva
neoliberal, hoy también en crisis para bien o para mal (en
la nota número 13 agrego un interesante esbozo de Daniel
Mato sobre su abordaje no esencialista de la
globalización).

De la misma manera, no podemos hablar de la existencia
actual de una sola si no de varias formas de capitalismos
centrales y/o periféricos en los que la relación
capital-trabajo no es la misma hoy que antaño ni en
América Latina y en Europa, Asia o
África.

Y es en este punto que planteamos EL PROBLEMA DE
LOS ABORDAJES O FORMAS DE PENSAR
la globalización
(tanto como la participación, la realidad social y el
pensamiento y sus formas mismas), vgr., por un lado, aquellas
complejas para las cuales ésta no es absoluta ni
única como no son absolutas ni únicas la modernidad
y la posmodernidad, sus relaciones ni sus crisis a las que
pertenece la globalización misma. Y, por otro lado,
aquellas simplistas que esencializan ésta y para las que
la globalización les evoca tanto la consigna de la
determinación en última instancia por la
economía como la del imperialismo como fase superior del
capitalismo, pero sin preocuparse de analizar qué de nuevo
y qué de viejo, qué de real y qué de
apariencia tienen los fenómenos actuales en
relación con los del pasado, globalización que, por
lo demás, se reduce fácilmente a los aspectos
perversos del neoliberalismo.

Según estos abordajes, toda la culpa de nuestros
males pasados, presentes y futuros los tiene la
globalización, como si ésta fuera la
sobredeterminación final propia de la dialéctica de
la exterioridad, olvidando fácilmente que el
CÓMO-PENSAR ESTRATÉGICA Y, POR LO TANTO,
COMPLEJAMENTE
, requiere análisis no menos
complejos y no menos estratégicos de las crisis de
modernidad (que no es igual a la del modernismo ni ésta a
la de la modernización) y de la condición epocal
posmoderna que exacerba la modernidad porque ya estaba y sigue
estando en ésta.

Por eso me parece que la demonización y
absolutización de la globalización tanto como de la
posmodernidad y la modernidad misma, sólo puede dejarnos
anclados en la repetición de fomas de pensamiento
automático que nos bloquea el desarrollo de nuestras
propias capacidades y potencialidades, la apropiación de
nuestras propias realidades universal-concretas y, por ende, de
nuestro futuro que se encuentra ya en el presente.

Con lo antes dicho no estamos significando -ni mucho
menos proponiendo- la ignorancia de que estamos inmersos en la
trama societal-civilizatoria de un determinado sistema
históricosocial de poder
(dominación-explotación-antagonismo), actualmente y
desde sus inicios, de carácter mundial o global
(Wallerstein, 1996; Quijano, 1993, 2000), cuyas relaciones
(culturales, económicas, políticas,
tecnocientíficas, sociales,
ideológicosimbólicas e institucionales capitalistas
y no capitalistas) han venido siendo articuladas en torno al
capital -que, como ya sabemos, es una relación
específica de poder entre quienes controlan el trabajo
asalariado y quienes poseen la fuerza de trabajo manual e
intelectual- y cuya configuración ostenta, al menos, dos
características relevantes: su asimetría e
inequidad. Dicho sistema de relaciones son incontestablemente
beneficiosas para los habitantes de los países del norte y
maleficiosas para los del sur, los cuales vamos
quedando, cada vez más, sometidos a una condición
de usufructo regresivo de los frutos del árbol de la
vida
, que parece haberse enraizado en la cultura occidental
eurocéntrica, cuyo principal éxito es el
presentarse seductoramente como universal.

Por lo antes expuesto, sí creo -pero no por acto
de fe teologal si no por experiencia propia, que es a lo que me
atengo y tengo a mi haber- que HAY UN ABANICO DE FORMAS,
ESTRATEGIAS O VÍAS DE ENTRADA AL ANÁLISIS (Y A LA
INTERVENCIÓN SOCIOPOLÍTICOCULTURAL PROFESIONAL) DE
LA REALIDAD SOCIETAL.

Me pregunto, por lo tanto, ¿por qué
tenemos que seguir entrando o metiendo la cabeza siempre por lo
económico, la globalización, la esencia, lo global
y lo general que a veces se asimilan a lo universal?. ¿por
qué no por lo relativo, lo singular de la vida cotidiana y
las historias y testimonios de vida, por lo particular
político, lo cultural, lo
ideológico-simbólico, lo local, el ocio, la
empresarialidad popular y el microcrédito oficial,
bancario o civil, o por lo fenoménico que es tan esencial
como lo universal, para sólo mencionar algunas mediaciones
que son tan constituyentes de la socialidad de lo social como la
eticidad, la nacionalidad, la estatalidad, la civilidad, la
culturalidad, la negritud, la etnicidad…?, ¿por
qué no por cualesquiera otras de las ene micro, meso,
macro y megamediaciones imaginarias, simbólicas, ilusorias
y reales, no obstante que todo tiene que ver con todo, aunque no
siempre de manera evidente ni inmediata ni necesaria?.

¿Por qué seguir pensando la
globalización como si fuera un túnel respecto del
cual, como no hay salida posible dentro del capitalismo,
sólo nos queda esencializar la opción entre
persistir en la conciencia protestataria y transformadora o
abandonarnos a la alienación, por lo demás,
normalizada política, cultural, tecnológica y
masmediáticamente?.

Reflexiones
"ex-post"

Hasta aquí he dado cuenta de una
exposición que no se propuso plantear conclusiones, mucho
menos contundentes, pero sí tuvo como telón de
fondo no explicitado un enfoque trasdisciplinar con perspectiva
histórico-sociopolítica de la ciencia y de lo real.
Fue así como fui hablado por un discurso
epistémico que pretendió pensar en voz alta, pero
no a partir del qué-pensar definitorio de la
razón ordenadora de lo dado, si no, del
cómo-pensar (desde lo que fue el aquí y
ahora del XVI Congreso de ALAETS y teniendo básicamente
como referencia mi experiencia en las academias venezolana y
costarricense) la apertura hacia los sujetos que encarnan cada
una de las nuevas y viejas realidades objeto de la
intervención y el análisis de los(las)
trabajadores(as) sociales.

Dicho cómo-pensar (9) tiene varias
exigencias problematizadoras que paso a esquematizar:

  • 1. Una perspectiva sociopolítica,
    entendiendo que es en las relaciones de poder entre
    actores-sujetos individuales, colectivos y
    jurídico-institucionales y la manera de antagonizar,
    dominar, competir y convencerse unos a otros al mismo tiempo
    que, por otro lado, se resignifican y encarnan la diversidad,
    la pluralidad, la cooperación, la tolerancia, la
    prudencia, la mesura y los consensos fraternos constructores
    de mundos y de futuros. Es aquí donde encontramos el
    punto de partida para abordar la cuestión del modo en
    que los contenidos y las formas de la política -y,
    específicamente, política social– están
    matizados por las tendencias dominantes de las correlaciones
    de fuerzas con opciones de poder (político,
    económico, cultural, moral, cognocitivo,
    comunicacional…) en los momentos co-constitutivos de las
    configuraciones sociales modernas: el estado, la sociedad, la
    nación, el régimen
    político-económico-social-cultural y el
    escenario electoral trasnacional pero, también local,
    regional y nacionalmente sobredeterminados.

  • 2. Afirmar la necesidad de los sujetos
    individuales y colectivos -entre éstos los(las)
    trabajadores(as) sociales- de agregarle valor a la realidad
    social mediante la apropiación de los dinamismos que
    les es posible simbolizar, potenciar y crear desde sus
    prácticas cotidianas.

  • 3. Pensar la realidad social desde las
    prácticas heterogéneas de los sujetos
    constitutivos de la categoría pueblo (no importa su
    devaluación conceptual) y abrir la posibilidad
    -utópica mas no por ello irreal o inalcanzable y menos
    por ello inválida- de encarnar un proyecto nacional
    que, permitiendo las diferencias, guíe las tareas
    deseables, posibles y necesarias para resemantizar y
    redimensionar tanto al trabajo social como la sociedad, ambos
    considerados en sus conjuntos más
    inclusivos.

  • 4. Superar las visiones reduccionistas basadas
    en enfoques doctrinarios y disciplinarios de corte empirista,
    legalista, y productivista dentro de las cuales se excluye o
    se diluye el carácter comprehensivo y sustantivo de la
    categoría pueblo, y, por lo tanto, se bloquea la
    puerta de entrada al conocimiento del modo en que los
    agrupamientos populares viven, piensan, sienten y hacen
    economía, política y cultura en sus
    ámbitos constituyentes.

  • 5. El concepto de totalidad, que no es un
    objeto filosófico, si no, una exigencia
    epistemológica del modo de organizar, por un lado, la
    producción, circulación y consumo del
    conocimiento concreto y, por otro, la apertura a la realidad
    desde un concepto de lo real.

Entiendo lo real como la realidad objetiva pero
socialmente acotada, es decir, en proceso de redefinición,
conceptuación, simbolización,
intersubjetivación y socialización. El momento de
mayor cualificación de la praxis constituida como tal en
tanto productora de sentido (significados, intencionalidades y
direccionalidades no siempre concientes pero que nos implican y
comprometen). Es el todo-posible, la racionalidad, total mas no
absoluta, de la siempre inconclusa aproximación del sujeto
al conocimiento, apropiación y potenciación de la
realidad social a la que él es lanzado o va a parar y en
relación a la cual se hace responsable.

El fundamento de lo real son las relaciones de
interioridad pletóricas de discontinuidades entre sujeto y
objeto, conciencia y realidad, pensamiento y ser, teoría y
práctica, poder y conocimiento; sociedad, estado y
nación; entre lo real y lo ideal; y entre lo
económico, lo político, lo espiritual, lo
ideológico, lo histórico y lo cultural. Es una
forma de razonamiento que implica que lo dado pertenece a una
realidad dinámica, susceptible de ser captada, pero a la
vez constituida, con significados y sentidos inéditos
articulados a la praxis, es decir, a la intencionalidad (no
siempre conciente), a la direccionalidad (no siempre deseada), y
a la viabilidad (no siempre valorada o reconocida) de las
opciones posibles en momentos distintos del desarrollo
históricosocial, en nuestro caso, especialmente de
los(las) trabajadores(as) sociales.

Un pensamiento como el esquematizado, nos viene dando
cuenta de que las crisis tanto como la globalización, nos
presentan amenazas y oportunidades que sólo son tales en
relación con nuestras fortalezas y debilidades. Enfrentar
aquéllas efectivamente, si bien depende de las instancias
económico-financieras internacionales, depende tambien de
la capacidad de gobernación y voluntad política de
las clases gobernantes para poner en marcha las reformas
nacionales necesarias que permitan si bien neutralizar las
amenazas, fundamentalmente constituir éstas en
oportunidades y crear otras inéditas para manejar lo
más a nuestro favor posible, la globalización
real-existente y las crisis implicadas en ella.

Oponernos a éstas simplemente porque no somos
capaces de manejarla con nuestros propios modos de pensar,
sentir, mirar y hacer colectivamente política,
economía y cultura, equivale -me parece- a bloquearnos
nosotros mismos la experiencia del desarrollo sustentable y el
caminar nuestro camino con nuestros propios pies en el(los)
ámbito(s) que nos toca vivir.

Con Joan Prats (10) me pregunto si habrá "algo
más directamente impactante en el desarrollo humano de
todos nuestros conciudadanos que generar un sistema financiero
(internacional y nacional) sano, confiable, transparente y
competitivo" y si habrá algo más también que
"exija mayores cambios en el poder social existente". Esto, con
el afán de construirnos, en las mejores condiciones
intersubjetivas que nos sean posibles, nuestros propios lugares y
nuestras propias vidas en el mundo globalizado.

Me pregunto también por el(los) papel(es) que
los(las) trabajadores(as) sociales (11) estamos en capacidad
tecnoprofesional real de desempeñar, pero ya no
sólo en el ámbito de las macrotareas relacionadas
con las finanzas mundiales, la macropolítica y los macro o
megapoderes trasnacionales, sin que ello implique -como pareciera
ser la tendencia de algunos colegas- dejar de lado las no menos
grandes ni menos importantes microtareas en los ámbitos
singular-universales o universal-concretos (12) en donde nuestros
sentidos son impactados por problemas personales y familiares de
Perico de los Palotes, de Juan y Pedro, de María y
José y por las formas en que éstos y sus amigos,
familiares y vecinos simbolizan o resignifican sus relaciones
intersubjetivas (con otros y el entorno ecosocial,
ecosistémico, ecoautoorganizacional)…., y todos los
ámbitos que cubren, vgr., las denominadas -más por
persistencia que por pertinencia- organizaciones no
gubernamentales.

Concluyo con dos preguntas a este último
respecto, evocando el tema de mi ponencia, que fue presentada en
la mesa sobre democracia y participación de el XVI
Congreso ALAETS: ¿son las organizaciones civiles de
desarrollo social las nuevas patronas de los trabajadores
sociales?, ¿son la fuente de trabajo asalariado
alternativa a la significada por la vieja y devaluada empleadora
que es la administración pública?, ¿son
socias (mayoritarias o minoritarias), simples instrumentos o un
campo estratégico abierto a una virtual iniciativa privada
y sustantiva pero con carácter público-civil de
los(las) trabajadores(as) sociales?. Y hoy agrego una tercera: si
hace cuarenta años la famosa Reconceptualización
-determinada por la crisis inflacionaria de los cincuenta, la
Guerra Fría y el segundo redespliegue industrial-
determinaron entre los trabajadores sociales el cambio de
Servicio Social al de Trabajo Social (por aquello del trabajo
social asumida como categoría de la economía
política marxista), cuya productividad no dejó de
estar adscrita al alero protector del estado interventor,
desarrollista o de bienestar latinoamericano, y si hoy cuarenta
años después ese estado se encuentra
cuasidesmantelado, deslegitimado y desfinanciado por su propia
lógica pero también y a propósito de la
"furia" neoliberal, entonces no debiéramos estar
planteándonos un proceso de RERRECONCEPTUALIZACIÓN
(uno de cuyos productos podría ser un nuevo nombre para
nuestro oficio o profesión) hoy de cara al siglo veintiuno
que recién estamos iniciando?.

Notas

( Tomado casi totalmente (excepto la nota 13), de la
intervención del autor en el foro de cierre del XVI
Congreso de ALAETS, celebrado en Santiago de Chile del 9 al 14 de
noviembre de 1998. Ver la web de Sersocial de Universidad de
Londrina, Brasil:
http://trigo.sercomtel.com.br/ecolman/Cesar2.zip.

  • 1. Pierre Bourdieu, La distinction,
    critique sociale du jugemen
    , Editions Minuit, 1980,
    Paris. Sociología y cultura, CNCA,
    México, 1990.

  • 2. Toda práctica social se constituye
    como tal en tanto es productora de sentido y toda
    producción de sentido es producción de un
    sistema de diferencias en el interior mismo de las relaciones
    socialmente constituidas dentro del texto inagotable que es
    la sociedad como tal. Cfr. Ernesto Laclau, "Tesis acerca de
    la forma hegemónica de la política", en Julio
    Labastida Martín del Campo (coord.),
    Hegemonía y alternativas políticas en
    América Latina
    ", Editorial Siglo XXI, 1985,
    págs. 19-44, México.

  • 3. Agnes Heller, "Una teoría de la
    modernidad", seminario impartido en el doctorado en Ciencias
    Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y
    Sociales de la Universidad Central de Venezuela, junio-julio
    de 1995.

  • 4. Peter L. Berger y Thomas Luckmann, La
    construcción social de la realidad
    , Amorrortu
    Editores, 1968, Buenos Aires.

  • 5. Martín Heidegger, Sendas
    Perdidas,
    Editorial Losada, 1962, Buenos
    Aires.

  • 6. Ver Edgar Morin, "Epistemología de la
    complejidad", en Dora Fried Schnitman y otros, Nuevos
    paradigmas, cultura y subjetividad
    , Paidós, 1994,
    págs. 421-446, Buenos Aires.

  • 7. Ver Inmanuel Wallerstein (presidente),
    "Abrir la ciencia social", Editorial Siglo XXI,
    1996, México. Hans Rudi Fischer, Arnodl Retzer u
    Jochen Schweitzer (comps.), El final de los grandes
    proyectos
    , Gedisa, 1997 (1992 en alemán),
    Barcelona. Dora Fried Schnitman y otros, op.
    cit.

  • 8. Tanto la políticamente dura,
    es decir, la más directamente vinculada al sistema
    político-sindical y gremial y al escenario electoral,
    como la políticamente blanda, sea, la
    suscitada en la esfera pública: el espacio de
    aparición de la política en tanto acción
    que no se reduce a sus causas y no es previsible en sus
    consecuencias. Hanna Arendt, La condición
    humana
    , Seix Barral, 1974, Barcelona. Asimismo, nos
    referimos a los procesos participatorios más
    recientes, vinculados a nuevas formas de hacer, pensar,
    sentir y vivir la economía, la cultura y la
    política en los espacios público-estatales y
    público-civiles. Sobre estos aspectos, ver Luis Carlos
    Bresser Pereyra y Nuria Cunill Grau (eds.), Lo
    público no estatal en la reforma del estado
    ,
    CLAD-Paidós, 1998, Buenos Aires. Nuria Cunill Grau,
    "La rearticulación de las relaciones estado-sociedad:
    en búsqueda de nuevos sentidos", en Reforma y
    Democracia
    , Revista del Clad, No. 4, 1995, págs.
    25-57, Caracas. Repensando lo público a
    través de la sociedad. Nuevas formas de gestión
    pública y representación social,

    Clad-Nueva Sociedad, 1997, Caracas. Teresita de Barbieri,
    "Público o privado o por dónde se mueven las
    mujeres", Iss-Unam, 1990, México.

  • 9. Hugo Zemelman (coord.), Determinismos y
    alternativas en las ciencias sociales de Latinoamérica
    América Latina
    , Editorial "Nueva Sociedad", 1995,
    Caracas. Los horizontes de la razón,
    Editorial Anthropos y el Colegio de Médicos, 1992, dos
    tomos, Barcelona. Para una propuesta de rescatar el
    racionalismo del idealismo, ver Franz Hinkelammert, "Frente a
    la cultura de la posmodernidad: proyecto político y
    utopía". En David y Goliat, año XVII,
    No.52, 1987, Buenos Aires.

  • 10. Joan Prats, "Las previsiones de la OCDE
    sobre la economía mundial, 1999-2000", en
    línea, www.imf.org.

  • 11. Este papel puede ser jugado como lector(a)
    más o menos asiduo(a) y atento(a) de las informaciones
    internetizadas o masmediatizadas y/o de las investigaciones,
    sistematizaciones y acciones de analistas, académicos,
    tecnólogos, tecnócratas, políticos y
    gerentes de oficio tales como sociólogos,
    politólogos, antropólogos, semiólogos,
    filósofos, epistemólogos, economistas y otros;
    asimismo, como analista con especificidad propia y
    competencia para apropiarse de uno o varios nichos en el
    mercado globalizado de conocimientos trasdisciplinarios o
    trascientíficos, pero sin dejar de ser trabajador(a)
    social. Si no somos capaces de desempeñar este
    último papel y competir en el mercado con otros
    cientistas, siempre tendremos que seguir dependiendo de los
    valiosos aportes de los cientificos sociales strictu
    senso
    y, por lo tanto, continuar invitando a
    prestigiosos y eminentes figuras para que inauguren los
    congresos de trabajo social en el tercer milenio. ¿Es
    esto expresión de un trabajo social globalizado por
    las ciencias sociales o simple subalternidad de los
    trabajadores sociales?.

  • 12. Tales como los de la micropolítica,
    la microproducción de valores tangibles e intangibles
    de cambio y de uso, los ámbitos local-nacionales,
    local-parroquiales, local-comunitarios, la vida cotidiana, la
    esfera doméstica, la economía popular, la
    empresarialidad y la innovación, el arte y la
    artesanía popular, el consumo familiar y colectivo,
    las estrategias de sobrevivencia, la justicia de paz, el
    género, el penitenciarismo, el desarrollo
    urbano-regional…

  • 13. Daniel Mato (1996), "Procesos culturales y
    transformaciones. sociopolíticas en América
    ´Latina´ en tiempos de globalización", en
    Daniel Mato, Maritza Montero, Emanuele Amodio (coords. 1996),
    América Latina en Tiempos de Globalización:
    procesos culturales y transformaciones
    sociopolíticas
    , Universidad Central de Venezuela
    /ALAS/UNESCO, págs. 11-14, Caracas: <<"Resulta
    sencillo constatar que hablar de "la globalización"
    y/o del "proceso de globalización" es relativamente
    común en nuestros días. Suele hablarse de "la
    globalización" como si se tratara de un
    fenómeno con vida propia al cual se le pudiera imputar
    la causalidad de otros fenómenos. De manera menos
    animista, pero en mi opinión también
    inapropiada, suele hablarse del "proceso de
    globalización" como si se tratara de un proceso
    diferenciado y diferenciable. Estas maneras tan generalizadas
    de imaginar y representar algunos aspectos
    característicos del presente histórico si bien
    insatisfactorias son muy significativas. Ellas son
    indicativas de la existencia más o menos generalizada
    de lo que podríamos llamar una "conciencia de
    globalización". Vivimos una época signada por
    dicha conciencia de globalización y por el creciente
    desarrollo de relaciones internacionales y trasnacionales
    cada vez más planetariamente abarcadoras que tienden a
    interconectar a los pueblos del mundo, sus instituciones y
    sus culturas. Estos "tiempos de globalización"
    presentan nuevos problemas y oportunidades a las sociedades
    de la región los cuales las desafían a hacerse
    económica, política, social y culturalmente
    más participativas o arriesgar un futuro de creciente
    conflictividad social y deterioro económico, capaz de
    comprometer incluso la viabilidad histórica de algunas
    de ellas como unidades sociales nacionales, de no llevarse a
    cabo reformas sociales fundamentales. Conciencia de
    globalización y tiempos de globalización:

    La existencia más o menos generalizada de una
    "conciencia de globalización" es un rasgo de estos
    tiempos. Conviene apuntar, sin embargo, que la
    afirmación de que ella se encuentra "más o
    menos generalizada" no debe interpretarse como equivalente de
    que el manejo de información sobre las
    características de "la globalización" se
    encuentra distribuido homogéneamente a lo largo y
    ancho del planeta, o entre los diversos grupos y actores
    sociales. Por el contrario, existen grandes diferencias en el
    acceso a este tipo de información, y de ellas se
    derivan importantes diferencias en las posibilidades de
    éxito de decisiones políticas,
    económicas, y sociales. De aquí precisamente la
    necesidad de promover no sólo el estudio de este tema
    sino también el acceso a los resultados de estos
    estudios por parte de aquellos actores sociales con menores
    oportunidades de acceder a ellos. Como sostenía
    más arriba, "la globalización" no es un un
    fenómeno con vida propia al cual resultaría
    pertinente asumir como causal de otros fenómenos.
    Tampoco es un proceso diferenciado. Pienso que, una manera
    más adecuada de representar "la globalización"
    es como una tendencia histórica -resultante de
    diversos procesos sociales- de alcance planetariamente
    omnicomprensivo hacia la interconexión entre los
    pueblos del mundo y sus instituciones; de modo que los
    habitantes del planeta en su totalidad tienden a compartir un
    espacio unificado, más continuo que discreto, en
    virtud de múltiples y complejas interrelaciones, y
    ello no sólo desde el punto de vista económico,
    sino también social, político y cultural. Como
    se sabe la palabra tendencia no indica un estado sino un
    movimiento en una cierta dirección, hacia un cierto
    estado; el cual por definición resulta ser
    hipotético. La tendencia a la globalización
    resulta de procesos sociales que entre otros resultados
    tienden a producir globalización. Es decir a
    interconectar organizaciones sociales geográficamente
    distantes entre sí y/o a intensificar interconexiones
    prexistentes. En este sentido, estos procesos resultan ser
    globalizadores o globalizantes. Por eso, me parece más
    adecuado utilizar la expresión procesos globalizantes
    o procesos de globalización (que promueven la
    globalización) en plural, que "proceso de
    globalización" en singular, como se hace en la
    mayoría de los estudios sobre el tema, y como yo mismo
    he venido haciéndolo en escritos anteriores a
    éste. Puede argumentarse que la tendencia a la
    globalización no es un fenómeno reciente, sino
    uno de muy antigua data. Sería arbitrario -e
    irrelevante a efectos del presente estudio- fijar el origen
    de esta tendencia en algún momento particular de la
    historia humana. Más allá de cualquier
    discusión sobre hitos históricos, resulta
    fácil aceptar que mucho antes de la difusión de
    las innovaciones tecnológicas comunicacionales que
    hace un cuarto de siglo llevó a Marshall MacLuhan a
    hablar de una "aldea global" diversos episodios de la
    historia humana podían hoy interpretarse como
    importantes momentos anteriores de esta tendencia. Los
    más obvios y renombrados son seguramente la
    invasión y ocupación europea de la masa
    continental luego denominada "América", las Cruzadas,
    y el Imperio Romano. Pero si dejamos de lado el sesgo
    eurocentrista implícito en la anterior
    enumeración cabria añadir a la lista las
    grandes migraciones y la constitución de imperios y
    federaciones diversas desde la más remota
    antigüedad en varios continentes. En cualquier caso,
    parece interesante apuntar que quizás las actividades
    humanas que más impulsaron esta tendencia han sido las
    exploraciones, las guerras, las migraciones, el comercio, y
    el desarrollo de las comunicaciones. Y entre estas
    últimas sería necesario incluir los desarrollos
    tecnológicos que han hecho posibles no sólo los
    movimientos de bienes y personas, sino también de
    símbolos, imágenes e ideas, como por ejemplo
    lenguajes, caminos, correo, navegación, imprenta, y
    otros notablemente anteriores a la era electrónica y
    que hoy parecen olvidarse al hablar del tema sin perspectiva
    histórica. Ahora bien, si asumimos que la tendencia a
    la globalización es tan antigua, entonces posiblemente
    no tenga mayor sentido referirse a ella como
    característica del presente histórico a menos
    que concluyéramos que estos tiempos se hallan
    particularmente marcados por ella. Como argumentaré
    más abajo y lo ilustran varios estudios en este
    volumen y una creciente bibliografía especializada,
    tal parece ser efectivamente el caso. Por eso parece
    pertinente utilizar la expresión "tiempos de
    globalización" para referirnos al presente
    histórico. La expresión "tiempos de
    globalización" parece adecuada en primer lugar porque
    se hace eco del creciente desarrollo de la conciencia de
    globalización. Y en segundo lugar, porque parece
    plausible asumir que esta conciencia de globalización
    (a la cual obviamente no puedo ser ajeno en tanto marca de mi
    tiempo histórico) se corresponde con el creciente
    desarrollo y complejidad de interrelaciones planetariamente
    abarcadoras. En efecto, por primera vez, en el presente
    momento histórico estas interrelaciones podrían
    tener alcance casi planetario. Y ello gracias no sólo
    al desarrollo de un sistema de producción e
    intercambio de bienes de alcance planetario y a la creciente
    difusión de la aplicación de ciertas
    tecnologías comunicacionales, sino también al
    (casi) fin de los imperios coloniales y los límites
    que imponían al sostenimiento de relaciones más
    allá de sus fronteras excepto a través de las
    respectivas metrópolis, al desarrollo creciente de
    organizaciones internacionales y trasnacionales de diversos
    tipos, y también al fin de la así llamada
    "guerra fría" y la división del planeta
    asociada a ella. Pero, cuidado con las simplificaciones.
    Porque ocurre que el sistema de producción e
    intercambio de bienes es controlado por un número
    bastante limitado de actores sociales; aún existen y
    tienen significativa importancia los estados, promotores y a
    la vez obstaculizadores de las tendencias a la
    globalización, promotores de formas de
    organización abarcadoramente pannacionales pero a su
    vez organizadas como "bloques" comerciales y
    políticos; aún existen relaciones abiertamente
    coloniales, y otras semi o neocoloniales; y las
    tecnologías comunicacionales en cuestión no son
    de libre acceso ni todas ellas multidireccionales. En fin,
    que es plausible asumir que aún podríamos vivir
    otros tiempos que resultaran ser más "de
    globalización" que los actuales.">>

  • 14. Hugo Zemelman (coord.), Determinismos y
    alternativas en las ciencias sociales de Latinoamérica
    América Latina
    , Editorial "Nueva Sociedad", 1995,
    Caracas. Los horizontes de la razón,
    Editorial Anthropos y el Colegio de Médicos, 1992, dos
    tomos, Barcelona. Para una propuesta de rescatar el
    racionalismo del idealismo, ver Franz Hinkelammert, "Frente a
    la cultura de la posmodernidad: proyecto político y
    utopía". En David y Goliat, año XVII,
    No.52, 1987, Buenos Aires.

 

 

Autor:

César Barrantes

 

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