El periodismo martiano: La Conferencia Internacional
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El periodismo martiano: La Conferencia
Internacional Panamericana
Ser periodista es una inmensa responsabilidad. Tener un
compromiso político y defender tus posiciones
políticas en el periodismo, es otra inmensa
responsabilidad. Poseer la posibilidad de publicar tus ideas
políticas es una oportunidad muy valiosa y más aun
que un autor no deba limitar sus opiniones para ajustarse a la
"política editorial" es el mayor sueño de todo
escritor. José Martí concretó ese
sueño cuando cubrió la Conferencia Internacional
Americana para el diario argentino La Nación.
Argentina, nación con profundos lazos
económicos con Inglaterra (un tercio de su comercio total
en 1890), se preveía que sería la nota discordante,
junto con otras naciones también cercanas al imperialismo
británico (Chile, Uruguay, etc.), dentro de la Conferencia
Internacional Americana. Sería la nota discordante pues,
debido a su alineamiento político y económico con
Inglaterra, no aceptaría cualquier proposición del
gobierno norteamericano de impulsar su hegemonía sobre el
hemisferio y que esas acciones disminuyeran las influencias de
otros imperialismos en la
región[1]Argentina en esta época
seguía los lineamientos en política exterior
presentados por el intelectual Juan Bautista Alberdi que
veía como "focos de amenaza" para Argentina a Brasil y
Estados Unidos, sin embargo ve con buenos ojos la relación
con Europa[2]
Así lo ve el texto Historia de las Relaciones
Exteriores Argentinas
"(…) el panamericanismo norteamericano tuvo otro
inconveniente. Al excluir en su visión las vinculaciones
con Europa, chocó en forma inevitable con el enfoque
europeísta de la elite argentina, sector para el que la
conexión con Europa era la quintaesencia de su
éxito económico y su inserción en el mundo.
En consecuencia, el panamericanismo norteamericano de la
década de 1880 fue inaceptable para la élite
argentina, opuesta a un esquema de unidad regional cuyo centro
estuviera en Washington y no en Buenos
Aires."[3]
Y agregaba:
"(…) el propósito de la delegación
argentina en la Conferencia de Washington fue básicamente
el de proteger los intereses comerciales argentinos con Europa,
oponiéndose a cualquier iniciativa norteamericana que
pudiera cercenar la libertad de acción, u obligara a los
países latinoamericanos a adoptar medidas de seguridad que
no fuesen del agrado de las autoridades argentinas. En este
sentido, los delegados argentinos continuaron la línea
autárquica -respecto de proyectos panamericanistas- y a la
vez europeísta que iniciaron los hombres de la
Revolución de Mayo y que explicitó Juan Bautista
Alberdi en sus distintos escritos sobre política exterior
argentina. Frente al slogan "América para los
americanos" de la Doctrina Monroe, que la delegación
norteamericana intentó reeditar en esta Primera
Conferencia Panamericana (sic.), Roque Sáenz Peña
lanzó su célebre frase América para la
Humanidad."[4]
Las relaciones comerciales y financieras con Inglaterra
de la mayoría de las naciones americanas impedían a
los Estados Unidos aumentar su control y dominio hacia toda la
región y a su vez impedían la concreción de
su política expansionista hacia el sur de sus
fronteras[5]Para solucionar estas contradicciones
y lograr una mayor penetración en las economías
latinoamericanas (la visión de un solo continente tentaba
a los industriales estadounidenses con la promesa de mercados
exclusivos, privilegios arancelarios y cercanía
comercial), los Estados Unidos rescataron la vieja Doctrina
Monroe, del año 1823, que defendía el derecho
al espacio americano para los americanos con la nación del
norte al frente y contra las potencias que en esa época
iniciaban su penetración en la región (Inglaterra,
Francia y lo que luego sería Alemania). Junto a la
Doctrina Monroe levantaron el proyecto panamericano,
promoviendo la unidad de todas las naciones del hemisferio
americano.
El máximo resultado de esos intentos por parte
del gobierno norteamericano fue la convocatoria a la Conferencia
Internacional Americana de 1889[6]Es el propio
José Martí el que desde el inicio de la Conferencia
aclara que las expectativas norteamericanas para la misma eran
formar una unión aduanera, organizar un sistema de
arbitraje internacional en el continente, construir un
ferrocarril panamericano y establecer una moneda y banco
hemisféricos; por supuesto todo bajo dominio y control de
los Estados Unidos. El propio Congreso norteamericano le da la
razón al apóstol pues en la propia convocatoria se
señalan como objetivos del encuentro:
"Con el objeto de discutir y recomendar a los
respectivos Gobiernos la adopción de un plan de arbitraje,
para el arreglo de los desacuerdos y cuestiones que puedan en lo
futuro suscitarse entre ellos; de tratar de asuntos relacionados
con el incremento del tráfico comercial y de los medios de
comunicación directa entre dichos países; de
fomentar aquellas relaciones comerciales recíprocas que
sean provechosas para todos y asegurar mercados más
amplios para los productos de cada uno de los referidos
países."[7]
El diario La Nación, fundado por
Bartolomé Mitre, era uno de los diarios más
influyentes de la política y la sociedad bonaerense de la
época. La relación de Martí con esta
publicación, la concepción del maestro sobre el
concepto "Nuestra América" en contraposición al
Panamericanismo impulsado por los Estados Unidos y la
relación de la Argentina con las potencias imperialistas
en pugna, son los combustibles que impulsan al apóstol
para darle esa tonalidad a los artículos, que en forma de
cartas, enviaba al director del diario.
José Martí para 1889 era ya un joven muy
conocido y respetado en los círculos políticos e
intelectuales latinoamericanos. Su poesía era muy conocida
y comenzaba a tener una marcado carácter modernista al
más puro estilo europeo, había escrito teatro,
crónica, criticas literarias y artísticas y hasta
una revista infantil (La Edad de Oro – 1889). Desde
hacia algunos años y luego de vivir en España,
Guatemala y México, reside en los Estados Unidos desde
donde continua su labor en la preparación de la
inmigración para organizar una "guerra necesaria" en Cuba.
Era cónsul de Uruguay en Nueva York desde 1887 y en 1888
fue nombrado representante en los Estados Unidos y Canadá
de la Asociación de la Prensa de Buenos Aires.
Martí con su profunda vocación antiimperialista y
latinoamericanista desde un inicio se opuso a la idea esencial y
hegemónica de los Estados unidos para la convocatoria de
la Conferencia. Este ensayo analizará la importancia de la
labor periodística del Apóstol durante la
Conferencia Internacional Americana de 1889.
Las condiciones estaban creadas: Martí
escribía para un influyente diario de un país
hostil totalmente a la política para América Latina
de los Estados Unidos, es decir Argentina y esta se
convertiría en su oportunidad de publicar todas sus
opiniones sobre la política que el naciente imperio
impulsaba hacia la región.
Divididos en 11 trabajos enviados en forma de cartas al
"Señor Director de La Nación" cada ensayo
martiano describe facetas y momentos de la Conferencia. Es
incisivo en los juicos de valor, pero prefiere hacer hablar a los
participantes y a la gran prensa norteamericana. Se nota un
lenguaje fluido y sencillo pues su intención es hacer
llegar su mensaje a todos los lectores; hacer conciencia del
peligro que representa la hegemonía norteamericana sobre
la región.
Es bastante discreto en sus retratos de los delegados y
sus intereses, recordar la siempre presente política
editorial y la relación de Argentina con el resto de los
países del hemisferio. Sin embargo, era menos reservado en
su correspondencia con Gonzalo de Quesada en el mismo periodo
cronológico. Estas cartas proporcionan importantes
valoraciones no solo sobre los delegados, sino también
sobre los intereses que representan cada uno de ellos y la ayuda
que la Conferencia y sus resultados podría dar para, su
siempre presente tema, la independencia de Cuba.
La expresión más conocida y acabada sobre
lo que representaba para la región la Conferencia la
encontramos desde los primeros trabajos enviados a Argentina,
como este fechado el 2 de noviembre de 1889.
"Jamás hubo en América, de la
independencia acá, asunto que requiera más
sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen
más claro y minucioso, que el convite que los Estados
Unidos potentes, repletos de productos invendibles: y
determinados a extender sus dominios en América, hacen a
las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio
libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una
liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo. De la
tiranía de España supo salvarse la América
española; y ahora, después de ver con ojos
judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge
decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América
española la hora de declarar su segunda
independencia."[8]
El tema de los peligros siempre estará presente
en los trabajos enviados. Encontramos en el primer trabajo su
visión crítica de los objetivos y carácter
del Congreso al afirmar:
"Unos venían de Europa a presentar sus
credenciales al congreso que llaman aquí de
Panamérica, aunque ya no será de toda, porque
Haití, como que el gobierno de Washington exige que le den
en dominio la península estratégica de San
Nicolás, no muestra deseos de enviar sus negros elocuentes
a la conferencia de naciones; ni Santo Domingo ha aceptado el
convite, porque dice que no puede venir a sentarse a la mesa de
los que le piden a mano armada su bahía de Samaná,
y en castigo de su resistencia le imponen derechos subidos a la
caoba."[9]
La ausencia de esas dos naciones y de otras que por
estar aun bajo el régimen colonial (Cuba, Puerto Rico y
las Antillas) no asistieron es, en opinión de
Martí, una gran falta pues, ¿Cómo una
representación continental va carecer de parte de sus
integrantes desde un inicio?
Un aspecto muy señalado por el apóstol es
el interés norteamericano de enseñar sus adelantos
y su entorno, desarrollado e industrial. En las crónicas
él dedica especial atención al "tren palacio" donde
los invitados al Congreso fueron paseados por diferentes zonas
del país como Boston y Chicago.
"Se abre el Mail Express, el diario vespertino de los
republicanos de Nueva York, y se lee: 70 huéspedes que
vienen a seguir nuestra guía; la alianza que hemos
solicitado y que vienen a ajustar nuestros huéspedes. Se
abre el Herald, y se lee: "Es un tanto curiosa la idea de echar a
andar en ferrocarril, para que vean cómo machacamos el
hierro y hacemos zapatos, a veintisiete diplomáticos, y
hombres de marca, de países donde no se acaba de nacer"
[10]
Para el gobierno norteamericano es de vital importancia
que durante la Conferencia los delegados americanos palpen el
adelanto de la nación norteña para así
potenciar su comercio con la región. Las contradicciones
dentro de la sociedad norteamericana por la política
económica a seguir hacia el continente (proteccionismo o
librecambismo) son también objeto de análisis pues
él analiza la necesidad de sacar los productos
industriales hacia los amplios mercados americanos sin embargo no
se quiere que al país entren productos latinoamericanos
que compitan con los productores nacionales:
"Se prometía a los manufactureros el mercado de
las Américas: se hablaba, como con antifaz, de derechos
misteriosos y de "resultados inevitables": a los criadores y
extractores se les prometió tener cerrado a los productos
de afuera el mercado doméstico: no se decía que la
compra de las manufacturas por los pueblos españoles
habría de recompensarse comprándoles sus productos
primos, o se decía que habría otro modo de
hacérselos comprar." [11]
Los temas fundamentales fueron muy debatidos por
Martí en las paginas de La Nación pero el
de mayor cobertura por su importancia fue el tema del arbitraje
norteamericano para la región. Este tema era el que
más lesionaría, la independencia de las naciones
americanas y los intereses de las potencias occidentales en la
región, pues los Estados Unidos tomaban el derecho de
arbitrar en los conflictos en el continente, no solo entre los
países latinoamericanos sino entre estos y las potencias
europeas.
"Los tratados, los ha recomendado la comisión. El
arbitraje no será, de manos de americanos, el que
esclavice a la América."[12]
Es más certero en otros dos momentos cuando
agrega:
"¡Pero ha de ser el tratado libre, sin
compulsión y sin alcaides ejecutores, hecho de mano
honrada para el bien de "nuestros países respectivos y
para la causa de la humanidad!" Y si no,
no."[13]
"En vez de la alcaidía continental del senador
Fry, el autor de la convocatoria de la Conferencia, que
pidió tutor perpetuo para los pueblos de sesos calientes
del Sur, la conferencia aprueba un proyecto de los pueblos del
Sur contra toda alcaldía y tutela; que mira en su casa
propia cara a cara: y el proyecto no lleva la firma de los
pueblos que la secretaria de estado llamó a junta de
amigos magnos, teniéndolos por cabeceras de
América."[14]
La posición de Martí en su
publicación es de amplio rechazo a la "tutoría"
norteamericana sobre el continente, pues considera el arbitraje y
toda la relación con el imperialismo norteamericano de muy
peligroso pues limitaría las libertades de las naciones
latinoamericanas. En cuanto a la relación con los otros
imperialismos en pugna él ve esta relación como una
gran lucha entre los imperios ya establecidos y los nuevos por la
hegemonía en los mercados y regiones (África, Asia
y América Latina): Inglaterra y Francia contra Alemania y
Estados Unidos, sin embargo no percibe ni critica la especial
relación de Argentina con su "benefactor" y "protector",
el imperialismo británico, a consecuencia de no conocer
los resortes económicos y políticos con los que
funciona ese imperialismo en su conjunto. Martí como gran
latinoamericanista analiza y critica el peligro norteamericano,
pero en su pensamiento no esta completo una posición
más critica frente a otros imperialismos como el
británico.
Los temas económicos que también fueron
vistos en la conferencia, también fueron objeto de
análisis martiano. Critica el Zollverein americano
utilizando los puntos de vista del delegado argentino Roque
Sáenz Peña que lo considera como "utópico e
irreal" para nuestra realidad. Sobre este tema esta la famosa
frase de Sáenz en su discurso oponiéndose al
Zollverein americano: "América para la
humanidad".
Martí señala la impotancia de la
comisión e asuntos sobre la unión aduanera que
estaba compuesta entre otros por el delegado Argentino
Sáenz. Esta comisión en reemplazo del proyecto de
unión aduanera hemisférica propuesto por Blaine,
sugirieron la firma de tratados de reciprocidad comercial
bilaterales o multilaterales. Guiados por el éxito
económico del modelo primario-exportador, los
líderes argentinos necesitaban en ese entonces establecer
un rol de la Argentina como socio comercial de Europa, rol
claramente opuesto a los deseos de Estados
Unidos[15]
El tema del ferrocarril panamericano o el
establecimiento de los "vapores subvencionados" que funcionara
como impulsor del comercio regional son resuelta a favor de estos
últimos. En centro y sur américa las
compañías norteamericanas no podían competir
contra las compañías británicas en cuanto al
desarrollo del ferrocarril, sin embargo sí lo
podían hacer en el negocio de los vapores.
En conclusión: la cobertura a través del
diario argentino La Nación que hizo Martí
de la Conferencia Internacional Americana fue aprovechada por el
apóstol para expresar todo su rencor por la
política que los Estados Unidos comenzaba ha tener para
con el continente americano. Luego de la Conferencia Martí
sentía que en balance la conferencia era un acontecimiento
positivo. Esta visión fue consolidada después de la
derrota de las ofertas norteamericanas sobre el arbitraje y la
unión aduanera, y la aprobación de acuerdos sobre
estas temáticas propuestos por las delegaciones
latinoamericanas, específicamente las argentinas con una
visión más abierta hacia el resto del mundo y sin
tutoría norteamericana[16]
Gracias a esta posibilidad, no sin alguna
censura[17]contamos con una excelente
retrospectiva de la Conferencia y además contada por un
cronista que la vivió día a día. La
descripción y el análisis martiano sobre este
acontecimiento es de vital importancia para comprender el inicio
de la política panamericana y el momento en que la
política norteamericana hacia la región toma un
camino diferente.
Bibliografía
Dallanegra Pedraza, Luis: Relaciones
Políticas entre EUA y América Latina:
¿Predominio "Monroista" o Unidad Americana?; Ed. del
Autor, Buenos Aires, 1994. Edición digital: ISBN:
950-43-5524-2.
Escude, Carlos y Andrés Cisneros: "Historia de
las Relaciones Exteriores Argentinas". Tomado de
http://www.argentina-rree.com consultado 20 de enero de
2011.
Fernández Retamar, Roberto: Introduciendo a
José Martí; Ed. Letras Cubanas, La Habana,
2006.
Martí, José: Obras Completas en 26
tomos; Ed. Ciencias Sociales, Habana, 1991.
Maya Sotomayor, Teresa: Estado Unidos y el
panamericanismo: El caso de la I Conferencia Internacional
Americana (1889-1890); Edición digital.
Medina Castro, Manuel: Estados Unidos y
América Latina, siglo XIX; Ed. Pueblo y
Educación, La Habana, 1968.
Morell, Luis: Los Estados Unidos en la pupila de
José Martí; Edición digital.
Peñate, Florencia: José Martí y
la primera conferencia panamericana; Ed. Arte y Literatura,
La Habana, 1977.
Pérez-Concepción, Hebert: José
Martí como cronista de los Estados Unidos; en Revista
Santiago, No. 125, mayo-agosto 2011.
Autor:
Benito Albisa Novo
[1] Para más información:
Escude, Carlos y Andrés Cisneros: “Historia de las
Relaciones Exteriores Argentinas”. Tomado de
http://www.argentina-rree.com consultado 20 de enero de
2011.
[2] Escude, Carlos y Andrés Cisneros:
“Historia de las Relaciones Exteriores
Argentinas”.
[3] Escude, Carlos y Andrés Cisneros:
“Historia de las Relaciones Exteriores
Argentinas”.
[4] Escude, Carlos y Andrés Cisneros:
“Historia de las Relaciones Exteriores
Argentinas”.
[5] Medina Castro, Manuel: Estados Unidos y
América Latina, siglo XIX; Ed. Pueblo y
Educación, La Habana, 1968.
[6] Conferencia y no congreso pues en este
último las delegaciones invitadas tienen poder para
firmar tratados y en las Conferencias solo se aconseja a los
gobiernos quienes posteriormente deciden si rubrican o no los
acuerdos. Tomado de Maya Sotomayor, Teresa: Estado Unidos y el
panamericanismo: El caso de la I Conferencia Internacional
Americana (1889-1890); Edición digital.
[7] Rowe, Leo: “Conferencias
Inter-Americanas, 1889-1936”; Fundación Carnegie
para la Paz Internacional, Washington, 1938. Tomado de Maya
Sotomayor, Teresa: Estado Unidos y el panamericanismo
(…). Nótese como, despectivamente, desde la propia
convocatoria se señalan al plan de arbitraje “para
el arreglo de los desacuerdos y cuestiones que puedan en el
futuro suscitarse entre ellos”. Somos “los pueblos
de sesos calientes del sur.”
[8] Martí, José: Obras
Completas en 26 tomos, Ed. Ciencias Sociales, Habana, 1991,
T.6. P.47.
[9] Ídem. P.33.
[10] Ídem. P 41.
[11] Ídem. P 52.
[12] Ídem. P 82.
[13] Ídem. P 96.
[14] Ídem. P 100.
[15] Escude, Carlos y Andrés Cisneros:
“Historia de las Relaciones Exteriores
Argentinas”.
[16] Escude, Carlos y Andrés Cisneros:
“Historia de las Relaciones Exteriores
Argentinas”.
[17] En ese periódico le habían
anteriormente censurado un fragmento donde criticaba la
situación de los obreros en los Estados Unidos por
Bartolomé Mitre lo que le valió una agria
respuesta de Martí. ¿Habrá sido
también censurada parte de esta correspondencia? Para
más información revista el discurso Un periodista
argentino llamado José Martí, en Fernández
Retamar, Roberto: Introduciendo a José Martí; Ed.
Letras Cubanas, La Habana, 2006.