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Actividades productivas, organización laboral y medio ambiente en el bajo delta del Paraná




Enviado por Galafassi, Guido P


Partes: 1, 2

    Descriptores Temáticos:
    Medio Ambiente;
    Politica de Desarrollo;
    Planificacion de Desarrollo; Trabajo;
    Productores; Deltas; Manejo Forestal; Productores Agroforestales;
    Argentina; Buenos Aires;
    Entre Rios; Bajo
    Delta del Parana

    INTRODUCCIÓN

    El presente documento da cuenta de las relaciones
    existentes entre la práctica económica, el proceso de
    trabajo y el ambiente natural en pequeños y medianos
    productores agroforestales del Bajo Delta del Paraná
    [1].

    Lo que se quiere destacar es la importancia que asume la
    consideración de las variables
    ecológicas en la explicación del comportamiento
    que adoptan los actores sociales, de acuerdo a la posición
    que ocupen en la estructura
    social.

    Si hasta ahora, desde las ciencias
    naturales se incorporó tímidamente a lo social
    como un elemento más de similares características
    que los componentes físico-biológicos en el
    análisis de
    sistemas; desde las ciencias
    sociales se privilegió el estudio de las relaciones y
    contradicciones sociales, prestando poca o nula atención a las condiciones naturales que
    influyen de una u otra manera en toda existencia humana. Los
    desajustes ambientales del presente son el resultado de esta
    visión parcial de la realidad.

    La complementación de variables de origen natural
    y social en un sistema de
    análisis que respete las diferencias, pero
    que interprete las articulaciones
    sociedadnaturaleza,
    constituye el objetivo de
    este estudio.

    De aquí surgen dos instancias fundamentales a
    relevar en el trabajo
    empírico: a) las características de estructura y
    funcionamiento del ecosistema
    natural que influyen directa o indirectamente en el proceso
    social, y b) la
    organización de la formación social que
    interactúa con a).

    Primeramente se define el marco
    teórico-metodológico con el cual se ha
    trabajado, lo que permite distinguir los componentes y procesos
    relevantes para la explicación de las conexiones causales
    que determinan históricamente una situación
    específica.

    En un capítulo siguiente se describe la
    estructura y funcionamiento de los ecosistemas
    naturales del Bajo Delta, destacando aquellos aspectos de la
    dinámica natural que están
    más relacionados con el proceso productivo. En una tercera
    parte, luego de una breve descripción de las actividades
    económicas dominantes, se pasa a la explicación del
    proceso productivo, diferenciando actor social estudiado (unidad
    productiva familiar), estrategias de
    ingreso, organización del trabajo y técnicas
    productivas, considerando la incidencia de las variables
    ambientales en la dinámica social. Y en una cuarta parte
    se describen los mecanismos de articulación
    sociedad-naturaleza que sirven para la explicación de la
    forma que asume el sistema social en la región. Así
    se intenta dar una explicación del porqué y
    cómo se conforma en el Delta un complejo sistema con
    limitantes ambientales importantes y un proceso económico
    de larga data, cuyas claves están en las relaciones entre
    los actores de la formación social y la
    articulación de ésta con el sistema
    ecológico.

    MARCO TEÓRICO Y
    METODOLÓGICO

    El abordar la relación entre población humana y ambiente natural supone
    una tarea de compatibilización de las categorías
    ecológicas con las del correspondiente campo de las
    ciencias
    sociales. Esto posibilita no caer en un reduccionismo que
    enfatizaría sólo una vertiente de los factores
    intervinientes en el fenómeno. De esta manera, se hace
    conveniente distinguir principios y
    leyes que
    rigen cada porción de la realidad, pero utilizando y
    también construyendo conceptos que puedan dar cuenta de
    las relaciones y articulaciones que se plantean, definiendo tipos
    y grados de vinculación (Galafassi, 1993) [2].

    Dado el nivel actual de difusión y
    extensión de la civilización, podemos afirmar que
    toda la naturaleza está mediada socialmente. Toda
    porción de naturaleza está incorporada y valorizada
    de alguna manera por la dinámica social [3]. El proceso de
    producción es donde los hombres por medio
    de determinadas relaciones se organizan para apropiarse y
    transformar porciones de naturaleza. La producción implica
    trabajo humano para generar productos que
    satisfagan las necesidades económicas individuales y
    colectivas [4]. Al trabajo se lo define como la
    organización de un marco social para luchar con la
    naturaleza, o como el hombre
    añadiéndose a la naturaleza, porque "el trabajo es
    esencialmente, a través de la técnica, la
    transformación que hace el hombre de la
    naturaleza qué, a su vez, reacciona sobre él
    modificándolo" (Friedman, 1971) [5]. La naturaleza
    constituye entonces, el objeto sobre el cual se actúa, a
    través de la incorporación de instrumentos,
    herramientas y
    técnicas de producción. Abordar el estudio de un
    ecosistema humanizado significa considerar una variable
    dependiente (utilización del suelo,
    apropiación de recursos
    naturales, etc.) como una "función
    compleja de una multitud de variables interdependientes de las
    cuales algunas desempeñan un papel preponderante" (Marsan,
    1976: 43).

    Para ello es importante penetrar en las situaciones
    concretas de apropiación y usufructo del ambiente a
    través de una metodología que permita acceder prontamente
    a los actores sociales involucrados, conociendo sus motivaciones
    y explicaciones particulares sobre la problemática en
    cuestión. La posibilidad de tal acercamiento se facilita
    al hacer hincapié en la fuente oral "como un medio que nos
    permite rescatar recuerdos y testimonios de actores conspicuos,
    de aspectos invisibles de los procesos sociales…que posibilitan
    dar la palabra a gente común o correr el velo del mundo
    material y mental" (Acuña, 1988:1). Esta investigación se desarrolló sobre la
    base de dos pilares básicos:

    a) el análisis de datos secundarios
    que aportó fundamentalmente el material para la
    caracterización del ecosistema natural, y una información básica para la
    elaboración de la estrategia de
    campo, principalmente en los aspectos sociales de la
    problemática;

    b) un trabajo de campo con visitas periódicas a
    la zona que incluyó entrevistas
    con los diversos actores sociales involucrados, resolviendo las
    cuestiones referidas al accionar del grupo social
    en relación al ambiente natural.

    La recolección preliminar de datos en fuentes
    secundarias se basó fundamentalmente en unos pocos
    trabajos científicos que cubren los aspectos
    biológicos y antropológicos, y en un material un
    poco más abundante que evalúa las posibilidades de
    la región para implantar planes de desarrollo de
    diferentes características. Estos estudios,
    fundamentalmente de carácter socioeconómico y que se
    centran en las distintas potencialidades naturales del
    área fueron elaborados por organismos provinciales o
    nacionales (CFI, INTA, IFONA, Pcia. de Bs. As., Pcia. de Entre
    Ríos) pensando en programas de
    promoción del área que en general
    nunca fueron ejecutados. El análisis de la bibliografía existente
    dejó ver la total falta de información sobre los
    procesos sociales de relación hombre-ambiente, la
    inexistencia de estudios sobre las formas que adopta esta
    relación, en particular para cada uno de los distintos
    actores sociales que intervienen en el área. De
    aquí que se definiera como prioritario investigar las
    maneras en que los diferentes actores se apropian y transforman
    el medio natural en sus procesos productivos. El trabajo de campo
    se situó en la 1ra, 2da y 3ra sección de islas
    (mapa 1), perteneciente a los partidos de Tigre y San Fernando
    (mapa 2). El abordaje desde una metodología cualitativa
    "que depende fundamentalmente de la observación de los actores en su propio
    terreno y de la interacción con ellos en su lenguaje y con
    sus mismos términos" (Vasilachis, 1992:58), implicó
    realizar la recolección
    de datos de campo sobre la base de entrevistas abiertas a
    distintos actores sociales de la zona, que fueran representativos
    de los diferentes aspectos que adopta la organización del
    trabajo agrícola y forestal. El ahondar en las historias
    de vida de los entrevistados enriqueció el análisis
    aportando variados datos sobre la forma en fueron vividas las
    transformaciones en los estilos de vida y producción.
    Frecuentemente se apeló a la observación
    participante, acompañando a los pobladores en sus
    distintas tareas en el campo. Dentro de la diversidad de actores
    sociales, fueron entrevistados productores pequeños y
    medianos en sus propiedades, trabajadores temporarios y
    permanentes sin propiedades, y también técnicos de
    organismos nacionales de asistencia a la producción (INTA
    e IFONA). Esto último permitió cotejar un rico
    conjunto de datos desde un punto de vista diferente al del
    poblador directamente involucrado.

    EL AMBIENTE
    NATURAL

    El Delta del Paraná constituye un amplio espacio
    geográfico formado por tierras planas e inundables, con
    sectores más elevados (albardones), y de una alta
    fertilidad. Se ubica en el tramo inferior del río
    Paraná hasta su desembocadura en el Río de la
    Plata, confluyendo también en este punto con las aguas del
    río Uruguay. Su
    extensión total es de aproximadamente 1.750.000 ha. y su
    territorio se encuentra bajo la jurisdicción de las
    provincias de Buenos Aires y Entre Ríos.
    Geomorfológicamente ha sido dividido en cuatro sectores
    que presentan características propias y definidas [6]. En
    esta investigación se tomará solamente el sector
    del Bajo Delta, por constituir desde el punto de vista
    ecológico y socioeconómico una unidad claramente
    diferenciada (mapa 4).

    Primeramente, es importante mencionar que el Delta
    constituye la conexión con el océano de la amplia
    red
    hidrográfica alrededor de la cual se estructura una de las
    áreas económicamente más activas de América
    del Sur: la Cuenca del Plata. Constituyendo uno de los sistemas
    fluviales más grandes del mundo, esta cuenca abarca una
    superficie de 3.100.000 km.., por territorios de Brasil,
    Argentina, Paraguay,
    Bolivia y
    Uruguay. Esta zona concentra la mayor parte de los suelos con mayor
    capacidad productiva de América del Sur; ofrece
    también un gran potencial industrial e
    hidroeléctrico, así como pastizales de excelente
    calidad
    (Adamoli et al, 1980). La región del Delta constituye, por
    su ubicación, un área típica y muy
    particular inserta como una cuña en la extensa llanura que
    caracteriza a los sectores medios e
    inferior de la Cuenca del Plata. En efecto, mientras en los
    llanos circundantes se practica una fuerte actividad
    económica basada en la agricultura y
    la ganadería
    sin observarse factores ambientales limitantes que sean de
    destacar, en el sector del Delta la actividad económica
    gira en torno a la
    actividad
    forestal únicamente, debido precisamente a factores
    limitativos que la definen como un área de drenaje
    deficiente y con ocurrencia de periódicas inundaciones. El
    origen, estructura y funcionamiento de los ecosistemas del Bajo
    Delta debe explicarse en función del accionar constante
    del río Paraná. El funcionamiento de cualquier
    sistema ecológico depende de un flujo continuo de radiación
    solar que entra al mismo. Pero en el caso del Delta,
    además de la energía
    solar, "recibe subsidios especiales o pulsos de materia
    orgánica, sedimentos, nutrientes, agua, semillas
    y energía hidrodinámica, aportado por el flujo propio
    del río Paraná y sus afluentes" (Morello, 1981:1).
    Este río caudaloso arrastra desde sus nacientes, y las de
    sus afluentes, una gran cantidad de materiales en
    suspensión debido a la erosión de
    los suelos del tramo superior. Y el tramo final (Bajo Delta o
    Delta propiamente dicho) se comporta como una zona receptora y
    concentradora de materiales. Este aporte continuo de sedimentos
    ricos en materia orgánica que se produce por
    periódicas inundaciones es lo que le otorga un alto
    potencial productivo a sus tierras debido a su alta fertilidad.
    Pero al mismo tiempo
    constituye el principal condicionante al asentamiento humano y a
    la práctica económica, originando estrategias
    adaptativas en los estilos de vida y de producción que
    deben encarar las unidades productivas para adecuarse a las
    cíclicas crecidas de las aguas.

    Su ubicación en la confluencia de varios
    ríos y su cercanía al océano hacen que el
    Delta posea un régimen fluviomarítimo, ya que sus
    crecidas se deben, por un lado, a mayores caudales de los
    ríos Paraná y Uruguay, y por otro, a efecto de las
    mareas sobre el Río de la Plata (mapa 3). Las crecidas
    causadas por la influencia de las mareas del estuario tienen un
    alcance limitado, afectando principalmente al Delta Frontal, es
    decir a las tres primeras secciones del Delta Bonaerense (Alonzo,
    1991).

    Las crecientes y bajantes del Paraná hacen sentir
    su efecto hasta la mitad del Bajo Delta, reduciendo su volumen hasta
    perderse casi por completo en el Paraná Miní. El
    mayor aporte proviene de los cursos ubicados en la cuenca
    superior, habiendo una correspondencia notable entre las crecidas
    y bajantes de los afluentes de Brasil y las observadas en
    Rosario. Con respecto a la distribución a lo largo del año,
    "las crecidas máximas ocurren en febrero/marzo con un
    repunte en junio; pues el Alto Paraná transcurre en zonas
    de lluvias tropicales con precipitaciones de verano superiores a
    los 1000 mm., hasta máximos de 4.000 mm." (Foguelman,
    1990). En cuanto a las restricciones que impone el ambiente
    natural, el ciclo de crecientes e inundaciones se encuentra entre
    los más significativos y obliga a adoptar estrategias y
    técnicas productivas para poder
    superarlo. Este factor limitante tiene gran incidencia sobre
    ciertos aspectos de la organización social, determinando,
    por ejemplo, ciertas características del patrón de
    asentamiento de las viviendas y fundamentalmente en el
    tratamiento que reciben las tierras para su puesta en aptitud
    para la práctica agrícola-forestal y en las
    posteriores técnicas de explotación de los
    diferentes cultivos. Paradójicamente, estas
    periódicas crecientes que actúan como un fuerte
    factor limitante, son, al mismo tiempo, el elemento natural que
    aporta el principal subsidio en nutrientes al ecosistema
    deltaico. Este comportamiento de las aguas, es por lo tanto, un
    factor integrante del sistema natural que genera una
    inestabilidad intrínseca y que implica un costo importante
    en términos económicos y en consumo de
    fuerza de
    trabajo el poder hacerle frente a través de diversos
    métodos
    como rellenamiento, endicamiento, sistemas de drenaje, etc.
    [7].

    En principio es posible distinguir las crecientes
    periódicas que ocurren varias veces en el año, y
    las inundaciones extraordinarias cuya frecuencia es muy diversa.
    Es con respecto a las primeras que se generan respuestas de
    adaptación por parte de las unidades productivas de tal
    manera de no sufrir grandes pérdidas ante tal ocurrencia.
    En cambio las
    inundaciones extraordinarias superan toda previsión y en
    general ocasionan grandes perjuicios al productor [8]. Las
    lluvias rondan los 900 a 1000 mm. anuales, que junto a la
    evapotranspiración y la capacidad del suelo para retener
    agua, determinan un balance hídrico con un muy ligero
    déficit en los albardones en la temporada de verano,
    habiendo exceso de agua el resto del año, la cual no logra
    infiltrarse por la escasa permeabilidad de los suelos. Drena
    hacia los arroyos o se acumula en los pajonales interiores que
    permanecen anegados por semanas. Cuando las lluvias de verano
    superan la marca de 300 mm.
    generan inundaciones extraordinarias. Estas islas que se originan
    en realidad no son planas sino que por el contrario poseen un
    sector más elevado constituido por el "albardón
    perimetral" seguido de pequeños albardones interiores que
    generalmente sufren inundaciones breves y representan el 20% de
    la superficie. Hacia el interior se encuentra una porción
    de terreno en forma de cubeta poco profunda que actúa como
    laguna pantanosa y que cubre el restante 80% de la
    superficie.

    El período de anegamiento constituye un
    importante factor de diferenciación de ambientes
    naturales: es mínimo en los albardones perimetrales y
    máximo en los puntos más bajos de la cubeta
    central. Esta diferencia en ambientes es importante para poder
    entender muchas de las prácticas productivas y pautas de
    asentamiento de la población isleña. La estructura
    edáfica de las islas es un elemento importante dentro de
    los condicionantes naturales a la producción. Los suelos
    gley húmicos que ocupan los albardones, son ricos en
    materia orgánica y aptos para cualquier cultivo, previa
    preparación del terreno. Los suelos semipantanosos ocupan
    la cubeta central y están frecuentemente anegados. En
    condiciones primitivas son inadecuados para el cultivo debido al
    anegamiento y la excesiva acidez, pero una vez drenados se
    convierten en suelos de alta productividad.

    PROCESO
    PRODUCTIVO

    Si bien el Delta se caracteriza por una gran diversidad
    de producciones agropecuarias e industriales tanto en la
    actualidad como en toda su historia, siempre existieron
    una o dos actividades claramente predominantes en cada etapa. Las
    ventajas comparativas que ofrece esta región de acuerdo a
    sus condiciones naturales, ubicación geográfica,
    inserción en el mercado,
    estructura socioeconómica, han variado durante el
    transcurso de este siglo. De esta manera, la producción
    dominante también cambió siguiendo el proceso
    anterior. Así tenemos que en la primera mitad de este
    siglo esta región era la principal productora de frutas
    para el mercado metropolitano, pero a partir de la década
    50-60 esta producción fue reemplazada paulatinamente por
    los cultivos forestales, que constituyen actualmente casi una
    monoproducción, complementada en pequeños
    productores por el cultivo del mimbre (Galafassi, 1993b) [9]. El
    tipo de explotaciones, régimen de tenencia y tamaño
    de las mismas deriva de un largo proceso de ocupación y
    utilización de este medio. La predominancia de unidades
    productivas de tipo familiar determinó en gran medida un
    régimen de tenencia y tamaño de la
    explotación característico, basado en una
    extensión de pocas hectáreas en donde el trabajo
    era atendido fundamentalmente por los miembros de la familia
    [10].

    El cultivo de forestales se asienta en su gran
    mayoría en la producción de sauce y álamo (y
    en mucha menor medida, pinos y eucaliptus). Esto convierte a la
    región del Delta en un sector monoproductor de
    salicáceas, constituyendo la mayor concentración
    del mundo en cultivos de estas especies en una sola zona
    ecológica y económica. La venta de la
    producción se canaliza hacia tres finalidades: pasta
    celulósica, molienda (madera
    aglomerada) y aserradero. La comercialización y el destino de la madera
    es un nudo muy importante para la producción forestal del
    Delta. Para aquella destinada a pasta celulósica existen
    sólo dos compradores, Papel Prensa y Celulosa
    Argentina (siendo la primera la dominante) que conforman un
    mercado fuertemente monopólico, estableciéndose los
    precios y
    condiciones de venta unilateralmente. El productor se ve obligado
    a aceptar estas condiciones, dada la falta de alternativas que
    existen actualmente para la producción de acuerdo a
    cómo se estructuran todos los elementos del sistema
    socioeconómico de la región [11]. El mimbre, al ser
    de cosecha anual, le permite al productor poder obtener ingresos
    periódicos mientras espera el turno de corte de la madera.
    Es un cultivo de bajo grado de tecnificación, pero que
    necesita un alto aporte de mano de obra, cubierta en los
    pequeños productores por el grupo familiar completo. El
    principal destino de la producción de mimbre fue
    originalmente la fabricación de canastos para frutas; al
    declinar la fruticultura, el mimbre comenzó a ser
    absorbido paulatinamente por compradores que lo destinan para
    elaborar artículos artesanales como canastos y muebles
    rústicos. Salvo una pequeña cantidad de canastos,
    la fabricación se realiza fuera de las islas, motivo por
    el cual el producto
    primario sale de ellas sin un valor
    agregado. A la venta la realizan los productores principalmente
    en el puerto de Tigre, donde existen unos pocos compradores
    habituales que a su vez revenden el producto a un grupo
    también reducido de fabricantes.

    La fruticultura, hoy casi desaparecida, fue la
    más importante en la primera mitad de este siglo.
    Actualmente la producción se reduce a aquellas quintas que
    todavía mantienen algunos montes diversos para el consumo
    familiar, siendo muy pequeña la cantidad de este producto
    que aún ingresa al puerto de Tigre [12].

    • Sistemas productivos

    La dinámica económica de la porción
    del Bajo Delta estudiada presenta una combinación de dos
    sistemas productivos que se relacionan entre si y con el exterior
    de forma diversa, presentando diferentes grados de
    participación en la economía de mercado.
    Pero ambos sistemas se estructuran sobre la base de una
    práctica productiva ligada al aprovechamiento directo de
    los recursos
    naturales, aunque diferenciándose por la forma y tipo de
    usufructo del ecosistema, uno basado en la reposición
    natural de los recursos y otro a partir del subsidio
    energético suministrado por la unidad productiva. El
    primer sistema productivo es aquel denominado como
    economía de subsistencia con una organización
    dispersa (INA, 1984; INTA-UNESCO, 1973) de escaso desarrollo y
    presencia en este sector. Se limita a la caza, pesca y
    recolección de especies de la flora y fauna silvestre,
    estando a merced de la productividad natural del ecosistema. Las
    actividades productivas son llevadas a cabo por productores
    independientes, en general no propietarios de las tierras que
    ocupan y que trabajan, en donde la organización del
    proceso productivo está centrada en el grupo
    doméstico (Rosato, 1988).

    Los diferentes productos primarios obtenidos son
    destinados al consumo directo en la unidad de producción
    para satisfacer necesidades básicas que atienden a la
    reproducción de la unidad. La
    apropiación de elementos de la naturaleza está
    orientada de acuerdo a una estrategia de supervivencia, jugando
    los recursos obtenidos un rol fundamental en el mantenimiento
    de la célula
    familiar. Así, estos productos de origen natural adquieren
    sólo un valor de uso dentro de la unidad familiar y su
    circulación está precisamente limitada al interior
    de las células
    que los producen. El otro sistema productivo, que constituye el
    dominante, es de tipo capitalista, en donde el proceso de
    acumulación y de inserción en el mercado
    está claramente definido. Esto involucra a actividades
    económicas en donde la propiedad de
    la tierra y la
    inserción de capital son
    dos elementos constitutivos del sistema. La producción
    primaria se destina al intercambio en el mercado, es decir, los
    productos primarios participan de los mecanismos de oferta y demanda
    que operan en la región. Por lo tanto, estos productos
    adquieren un valor de cambio y son los que permiten el generar un
    proceso de acumulación en la unidad productiva. La
    práctica del proceso productivo implica el aporte
    constante de un subsidio externo al ecosistema natural, aportado
    a través del proceso de trabajo. La forestación, la
    fruticultura, la explotación del mimbre y también
    cierta ganadería son los rubros presentes, complementados
    en algunos casos con agricultura para consumo doméstico.
    Estas actividades son llevadas a cabo por pequeños y
    medianos productores que organizan su producción sobre la
    base del trabajo familiar, y producen para un mercado que
    presenta todas las características de mercado capitalista.
    Además existen algunos grandes predios con
    explotación forestal, cuya organización responde
    típicamente a una estructura empresarial y que en ciertos
    casos son propiedad de las empresas
    elaboradoras de papel instaladas en la zona (Papel Prensa,
    Celulosa Argentina, Papelera San Justo, etc.).

    Como esta investigación se ha centrado en
    aquellos productores con organización de tipo familiar y
    ligados al mercado capitalista, se procederá en las
    páginas siguientes a profundizar en su
    caracterización.

    • Unidad de Producción
      Familiar

    Dado un marco conceptual en donde se resalta el interés
    que reviste la dinámica y organización del grupo
    social que interactua con una porción de naturaleza, y al
    centrar el trabajo en pequeños y medianos productores, nos
    parece importante entonces, introducirnos aquí en la
    caracterización de la unidad de producción sobre la
    cual gira esta investigación, para lo cual se
    tomará previamente el trabajo de Borsotti (1978) en donde
    analiza aquellas situaciones en las que la familia funciona
    como una unidad económica. La familia como unidad
    económica es aquella donde se conjuga una serie de
    atributos que la distinguen ciertamente como una unidad
    productora de bienes y
    servicios para
    el mercado, aunque también para la subsistencia, y como
    una unidad que genera las condiciones para la reproducción
    de sus miembros. Esto último implica el producir la
    reproducción de agentes sociales en sus ciclos cotidiano y
    generacional. Reproducción generacional significa el
    proceso por el cual toda sociedad repone sus individuos de
    generación en generación. La reproducción
    cotidiana implica, en cambio, "que todos los agentes sociales
    reponen diariamente su existencia y capacidad de trabajo y con
    ello su valor de uso y de cambio" (op. cit.: 6). Este ciclo de
    reproducción (que incluye la reproducción
    biológica, social y cultural de las familias) es el
    objetivo central que organiza el conjunto de las actividades de
    todo desarrollo
    humano en general, y de los grupos
    sociales tratados en
    particular. Así, como unidad de producción, la
    familia también es una unidad de consumo, regulada sobre
    la base de los objetivos a
    lograr y al caudal de ingresos. Este consumo, que responde al
    proceso de reproducción de los agentes sociales
    está en función, entonces, de la producción
    de la unidad familiar y del tipo de inserción de esta en
    el sistema social de producción e intercambio.

    Pero un elemento que define a esta unidades productivas
    y que las distingue de aquellas unidades de subsistencia, es que
    existe alguna forma de acumulación, es decir que se
    registra una producción de excedentes que se integra a un
    circuito de intercambio social que está por fuera de la
    unidad familiar. Por lo tanto, es en función de la
    producción de bienes y servicios que genera un proceso de
    acumulación, que debe organizarse la totalidad de la
    fuerza de trabajo de la familia y no sólo la de alguno de
    sus miembros. Que la familia constituya una unidad
    económica para la producción social implica,
    además, que debe contar con algún medio de
    producción (tierra o
    capital) que esté disponible directamente, aunque no sea
    de su propiedad. De la operación de estos medios de
    producción a partir del trabajo de la familia es que se
    generan excedentes para el intercambio que permiten no
    sólo la reproducción del ciclo productivo, sino
    también un proceso de acumulación que
    posibilitará el incremento de estos medios de
    producción. La unidad de producción familiar en su
    ciclo productivo y reproductivo genera valores de uso
    y de cambio que se utilizan en el consumo cotidiano o se colocan
    en el mercado valiéndose para esto de la fuerza de trabajo
    de sus miembros. De acuerdo con Borsotti, entonces, aquí
    es útil distinguir el trabajo doméstico del trabajo
    social, y el trabajo productivo del reproductivo. Para definir al
    trabajo doméstico se tendrá en cuenta el lugar
    donde se realiza y el destino del producto, en consecuencia,
    "trabajo doméstico es aquel que se realiza en la unidad de
    vivienda familiar y se destina al consumo directo de sus miembros
    o al mantenimiento de dicha unidad" (op. cit: 6). En cambio,
    trabajo social es
    aquel que ejecutándose en la unidad de vivienda, su
    producto es consumido por quienes no pertenecen a ella, o el que
    se realiza fuera de la unidad de vivienda o el que se realiza
    fuera de la unidad económica y su producto es consumido
    por los miembros de una unidad de vivienda. Ahora, "trabajos
    reproductivos son todos aquellos que se traducen en un bien o
    servicio
    susceptible de consumo inmediato por parte de los individuos,
    aplicable directamente a la reproducción cotidiana o
    generacional de los agentes sociales, ya sea que se produzca
    socialmente o en el hogar doméstico". Y en cambio,
    "trabajos productivos son los que dan por resultado un bien o un
    servicio no susceptible de ser consumido inmediatamente" (op.
    cit.: 7).

    Por la combinación de estas cuatro formas de
    trabajo es posible encontrar entonces: 1) trabajo
    doméstico reproductivo para el mantenimiento de los
    miembros de la unidad productiva; 2) trabajo doméstico
    productivo, en el caso en que la unidad familiar genera sus
    propios medios de producción; 3) trabajo social
    reproductivo, en donde los bienes producidos se destinan al
    consumo inmediato de la unidad; y 4) trabajo social productivo,
    en el que sus productos no se destinan al consumo inmediato. La
    presencia de una u otra de estas formas de trabajo y sus posibles
    combinaciones está en relación al tipo de sociedad
    a la cual pertenece la unidad familiar, el grado de
    inserción, y su situación particular en la
    estratificación social. De esta forma, la familia
    recurrirá a distintas estrategias para la obtención
    de recursos que permitan el cumplimiento del ciclo reproductivo.
    Estos recursos pueden ser generados total o parcialmente por la
    unidad familiar. En el caso de las unidades productivas objeto de
    este estudio, sólo una parte de la reproducción
    familiar está atendida por la propia unidad, estando el
    resto a cargo de trabajos reproductivos producidos socialmente, a
    los cuales la familia tiene acceso. En la producción de
    bienes y servicios para ser colocados en el mercado se ponen en
    operación determinados procesos de trabajo que involucran
    la transformación de recursos para generar productos con
    un cierto valor de cambio. Para esto, la familia isleña,
    se constituye con sus miembros en conjunto para participar de
    dicho proceso [13], a diferencia de otros casos (familia urbana)
    en que participan los miembros de la familia en forma
    individual.

    Esta organización del trabajo y la
    producción, y el tipo y nivel de consumo debe establecerse
    necesariamente basándose en acuerdos básicos que
    definen la composición del hogar y las obligaciones
    entre los miembros, las metas u objetivos a alcanzar sobre la
    base de valores comunes y las vías a seguir para
    lograrlos. Estos acuerdos básicos que se definen
    principalmente sobre la base de normas
    culturales, se enfrentan permanentemente a contextos variables,
    debiendo interactuar con cambiantes situaciones
    ecológicas, económicas, culturales y políticas.
    Así se originan procesos internos de cambio en la unidad
    familiar que deben adecuarse a las variaciones de los contextos
    externos (Forni et al, 1988). Las respuestas que se generan
    difieren ampliamente de acuerdo a la conjunción
    específica de situaciones. Algunos elementos de la
    estructura familiar son más estables y otros más
    cambiantes. La dirección y velocidad del
    cambio no necesariamente es la misma para cada uno de ellos en un
    proceso de cambio social y cultural. Por ejemplo un cambio
    desfavorable en las condiciones económicas puede ocasionar
    migración de los miembros jóvenes
    que provoca la ruptura de la estructura familiar, sin embargo no
    necesariamente genera una modificación en las formas
    productivas.

    • La Unidad Familiar Isleña:
      Organización, Estrategias de Ingreso y
      Producción

    Antes de analizar la unidad familiar, es necesario
    definir qué entendemos por pequeño y mediano
    productor en el Delta, para poder comprender con qué
    unidad de estudio se estuvo trabajando, sin significar esto un
    análisis profundo de la tipología de productores,
    que no constituye el objetivo de este trabajo. Se sigue
    fundamentalmente el criterio de los propios actores sociales que
    delimitan a los pequeños y medianos productores en base
    principalmente a la extensión de la propiedad, pero que
    involucra también tipo de producción primaria y
    características de la fuerza de trabajo y la tecnología empleada.
    Se considera pequeños productores a aquellos cuyas
    explotaciones no superan las 15-20 ha., con trabajo familiar casi
    exclusivamente y producción mimbrera y forestal; en cambio
    los medianos llegan a tener explotaciones de hasta 100 ha
    aproximadamente, y suelen contratar mano de obra temporaria para
    sus producciones casi exclusivamente forestales para la cual
    existe algún grado de tecnificación con
    incorporación de maquinarias. [14] Al respecto uno de los
    informantes nos decía:

    " y el chico es de 10 ha, 10-15 ha, son los
    fruticultores de antes, que ahora quedan algunos pero es poco
    lo que queda, y medianos podríamos llamar 50-80 ha…100
    ha. medianos, y después los grandes, son los que tienen
    400, 500, 800 ha, y después las empresas que tienen 1000
    o 2000 ha; Papel Prensa en una quinta sola tiene 1000 ha, en
    otra en Entre Ríos creo que tiene más de 1000
    también, y Celulosa Argentina también…"
    (Eduardo, productor forestal, Arroyo Grande).

    Según un trabajo de Carranza (1990), los
    pequeños productores mimbreros poseen poca tierra,
    títulos de propiedad precarios o inestables, ocupan en
    todas las tareas productivas mano de obra familiar, siempre de
    baja capacitación, y poseen recursos de capital
    muy escasos, lo que no les permite acceder al crédito, trabajando en consecuencia, con
    escasa incorporación de insumos y equipos. Los productores
    medianos en cambio, procurando maximizar la productividad de sus
    forestaciones, realizan nuevas inversiones en
    insumos, equipos y tierras. Repetimos que no se quiere realizar
    una tipología de productores isleños, sino
    solamente caracterizar a los grupos sociales
    que fueron objeto del análisis. Entonces, de aquí
    se desprende una serie de atributos que definen al componente
    social en su interacción con el ecosistema natural.
    Algunos de éstos son de interés, pues denotan las
    características que asume esta interacción. En la
    forma de vinculación con la tierra, es decir si son
    propietarios o no, se puede ver la manera de apropiación
    que se efectúa del territorio, cuya expresión
    dominante es la propiedad privada trabajada por sus propietarios;
    existiendo algunos pocos casos de pequeños productores
    mimbreros con ocupación de hecho de terrenos
    fiscales.

    La racionalidad económica, que se puede definir
    por la forma de vinculación con el producto, está
    indicando que son productores en donde se verifica una cierta
    capacidad de acumulación con producción de
    beneficios, en donde las decisiones de producción se toman
    de acuerdo a las circunstancias del mercado, que en la
    mayoría de los casos responde a un ámbito nacional
    con respecto al destino de los productos finales, pero que en el
    caso de la materia directamente obtenida de las quintas su
    destino es el mercado local o regional (Pto de Tigre, San
    Fernando, o alguna empresa papelera
    de la región). Esto último configura una compleja
    trama de relaciones que hace que la producción forestal en
    el Delta obedezca básicamente a las necesidades nacionales
    de estos productos. Por lo tanto la baja en el consumo de la
    madera en las últimas décadas en todo el
    país imprime un fuerte rasgo de subproducción en
    este período. Todos estos rasgos ayudan a definir al grupo
    social estudiado como una unidad económica basada en la
    reproducción ampliada de mercancías, y con una
    fuerte presencia de trabajo familiar que explota los altos
    potenciales productivos que brinda el ecosistema
    deltaico.

    Entonces, en la unidad familiar isleña se
    verifica ciertamente la generación de un producto con
    cierto valor de cambio que se colocará en el mercado, y
    que se produce a través del trabajo de los miembros de la
    familia, atendiendo también a las necesidades de
    reproducción de sus integrantes. Es posible definirla como
    una unidad en donde los miembros en su conjunto trabajan para la
    producción social de bienes que serán colocados en
    el mercado. En este trabajo social productivo intervienen todos
    los integrantes, cumpliendo cada uno un rol predeterminado que
    está en función del tipo de tareas a realizar y
    también de cierto arreglo a valores comunes. La
    división del trabajo por sexo y por
    edad determina también una distribución
    específica del mismo que hace ocuparse fundamentalmente a
    mujeres y niños
    del trabajo doméstico y a los hombres jóvenes y
    adultos de las operaciones
    concernientes a la producción de bienes para el
    intercambio. La constitución de esta unidad productiva
    familiar se dio a principios de siglo a partir de la compra de
    tierras por parte de inmigrantes llegados a Buenos Aires, proceso
    que se facilitó debido al bajo precio de las
    mismas [15]. Es muy común entre los pobladores escuchar
    cuando el abuelo llegó al Delta y comenzó su
    explotación en pequeñas quintas en donde trabajaba
    toda la familia. Otro caso muy difundido es aquel en que se
    comenzaba como peón de alguna quinta frutícola y a
    través de un proceso de ahorro se
    pasaba posteriormente a ser propietario de su propia tierra, otra
    vez facilitado por el bajo precio de la misma. Al respecto un
    pequeños productor nos decía:

    " acá en la isla había muchas familias
    que tenían un peón o dos peones, hacían
    fruticultura y trabajaban con ellos, a veces se casaban con los
    hijos de los mismos isleños o la hermana con el
    peón que venía de Italia o
    viniera de donde viniera, ese peón después
    empezaba a juntar plata, que cuando la plata era estable, la
    plata se juntaba y siempre servía. Entonces ese
    peón que trabajaba por día, por tanto o por mes,
    juntaba platita, cuando ya tenía unos pesitos
    después se casaba, compraba una quintita, la iba pagando
    mensualmente o anualmente, después se independizaba
    porque ya tenía más fuerza, compraba otra quinta
    o plantaba él, y bueno, así fue creciendo, los
    isleños se hicieron así…El origen del
    isleños propiamente dicho es eso. Y otros como el caso
    de mi abuelo, él era italiano y no le gustaba ser
    asalariado, porque él había trabajado en Buenos
    Aires, y bueno, entonces después que tenía
    juntado unos pesitos con sus cinco hijos a cuesta, se
    compró una quinta en el Delta, que ahora es
    centenaria…" (Alfredo, productor forestal, Arroyo
    Caraguatá).

    El cambio de actividad productiva influyó
    directamente en el reparto de tareas entre los miembros de la
    unidad familiar. La intervención de mujeres en el trabajo
    social productivo se presentaba en la producción de
    frutas, participando fundamentalmente en la cosecha. En cambio,
    con las actuales actividades forestales, la mujer se
    reserva el papel del mantenimiento del hogar y diversas
    diligencias a la zona urbana. La reproducción cotidiana y
    generacional de los miembros de la unidad familiar está
    sustentada un presupuesto que
    forma su ingreso por vía monetaria y por especias. El
    trabajo doméstico en huertas y cría de animales aporta
    algunos elementos indispensables para la subsistencia. La
    disponibilidad de espacio en las quintas y el aislamiento con
    respecto a los centros de comercialización favorecen estas
    prácticas productivas, cuya presencia es solo la necesaria
    para la satisfacción de las necesidades primarias. Estos
    trabajos eran resueltos por los distintos miembros de la unidad
    familiar, quienes realizaban todas las tareas en aquellos
    sectores más aptos de sus quintas:

    "…verduras para el consumo de la familia las
    cuidaban entre papá y mamá, se preparaba la
    tierra con tractor, que lo podía hacer mi hermano, y
    después sembraba mamá. Tomate,
    ají, habas, lechuga, acelga, zanahoria y muchas
    más…Durante todo el año, siempre había
    algún cultivo…y también gallinas, nunca se
    compraba pollo o huevos. Se necesitaba seis o siete meses para
    que crezca y están listas para el consumo, se les daba
    fruta, verdura y maíz. Se
    aprovechaban todos los lugares mejores de la quinta para las
    verduras, se aprovechaban los espacios libres más altos,
    cerca de una zanja, para el riego" (Miriam, ex-productora
    frutícola, arroyo Toro).

    El ingreso monetario proviene de las actividades que
    están relacionadas con la producción comercial de
    la explotación. En la actualidad a través de la
    combinación de mimbre y madera, se genera un doble
    ingreso. El mimbre es un producto típico de los
    pequeños productores, de aquellos que poseen menos de
    20-30 ha., y es el que les provee el ingreso anual, pues se
    cosecha todos los años. En cambio con la madera se debe
    esperar el turno de corte que oscila entre 10 y 14 años, y
    sólo algunos productores realizan plantaciones escalonadas
    en el tiempo de manera de tener un corte de madera todos los
    años. Igualmente esta alternativa es posible en
    productores medianos que poseen explotaciones con una
    extensión tal que les permita tener varias
    hectáreas por cada año de plantación,
    posibilidad que no está al alcance de los pequeños
    productores. Estos últimos, entonces, recurren al mimbre
    para obtener un ingreso todos los años, y al llegar el
    turno de corte de algún cuadro de forestales, ese
    año obtendrán un ingreso extra, pero sin dejar de
    producir el mimbre. Algunos ejemplos de estas alternativas se
    pueden detectar en las siguientes citas de pobladores:

    "…entonces hay chicos que te hacen mimbre y
    subsisten con el mimbre hasta tanto empieza la corta de lo que
    tengan. Ellos te hacen mimbre y madera simultáneamente.
    Con el mimbre viven, con la madera acumulan." (Pedro, Ingeniero
    Agrónomo, INTA-Delta)

    "…el chico y también un mediano tienen que
    tener algo de cultivo de mimbre, el mimbre se cosecha anual,
    todos los años…Entonces claro, tienen la cosecha anual
    y si tienen el ciclo de madera para ir cortando todos los
    años cortan, y sino tienen eso (mimbre) para ir
    comiendo" (Alfredo, productor forestal, arroyo
    Toro).

    Entonces el productor forestal que desea tener un
    ingreso por madera todos los años debe organizar y
    planificar su plantación, plantando año a
    año un sector nuevo, y así al termino de los
    primeros 10-12 años tendrá su primer turno de corte
    y de ahí en adelante, si vuelve a replantar cada vez
    después de una cosecha, tendrá anualmente un
    ingreso por la madera cortada. Aunque este proceso no es exacto,
    pues las cambiantes condiciones ambientales pueden hacer que una
    plantación no crezca lo suficiente de tal manera que no es
    conveniente cortarla cuando se había previsto,
    determinando que ese año no haya cosecha de forestales, o
    si igualmente se la corta, se obtendrá un ingreso
    sustancialmente menor, pues cambia el destino del producto. Esta
    situación también puede darse porque las
    condiciones de comercialización en el mercado de madera no
    son favorables, por lo que al productor le resulta más
    conveniente esperar otro año antes de vender su
    producción a muy bajo precio. Entonces con una
    producción de madera todos los años de algunas
    pocas hectáreas y una cosecha anual de mimbre el
    pequeños productor puede subsistir, como lo expresa
    claramente este testimonio:

    "…vamos a suponer que ha sido organizado y ha
    plantado todos los años, se hace el ciclo, porque si yo
    empiezo este año, sigo el siguiente, sigo el siguiente,
    hago 10 años de producción, si hago dos
    hectáreas por año, que las puede hacer
    cualquiera, tiene después cada año para cortar.
    Lo que hice hoy, en 10 años lo corto y voy haciendo el
    ciclo. Pero esto no alcanza para subsistir, por eso tiene
    mimbre, y algunos salen a trabajar afuera…" (Juan, productor
    forestal, Paraná Miní).

    Otra alternativa que se da especialmente en la 1ra.
    sección de islas, en donde las quintas son de pocas
    hectáreas (8-12) y lo que predomina es el turismo, es sumarle a las
    producciones tradicionales de mimbre y madera el trabajo
    permanente o temporario fuera de sus quintas. Al no lograr un
    ingreso adecuado con su explotación este pequeño
    productor debe recurrir a actividades fuera de su propiedad,
    fundamentalmente en el corte de la madera y en el arreglo y
    construcción de muelles, tablestacadas y
    mantenimiento de casas de fin de semana. Un poblador del arroyo
    Toro (1ra sección) nos ejemplifica esta
    situación:

    "…trabajo afuera desmontando, compro fracción
    chiquita, álamo y sauce y la cambio por trabajo. Cambio
    una fracción de 1/2 ha. por algún trabajo y la
    madera que obtengo es mía. Pero últimamente hay
    menos trabajo porque los turistas no plantan. Hago trabajos de
    carpintería, muelles, estacadas, escaleras, puentes
    también, para casas de fin de semana…" (Carlos,
    ex-productor frutícola).

    El ingreso logrado en el trabajo fuera de su
    explotación se incorpora a la producción de su
    quinta, pero esta situación en general se da en
    productores con muy pocas hectáreas, que sólo
    logran subsistir sin poder desarrollar un concreto
    proceso de acumulación que les permita incrementar la
    producción y sus ingresos. Por último se presenta
    el caso de aportes periódicos o no, en dinero o
    especies por parte de familiares inmigrantes a las zonas urbanas.
    También existen aquellos ingresos percibidos formalmente
    como jubilaciones, pensiones u otro similar. Por supuesto que el
    ingreso principal es aquel generado por el desarrollo de la
    actividad primaria (forestación o mimbre), siendo los
    demás aportes complementarios que se suman al principal.
    La relación entre éstos, y el grado de importancia
    en la conformación del presupuesto varía en cada
    uno de los casos presentados, caracterizándose en medianos
    productores la predominancia de ingresos de su producción
    forestal y siendo más común en pequeños
    productores su combinación con las otras alternativas. La
    conducta
    cotidiana del grupo familiar está reglada entonces, por un
    proceso destinado a decidir cómo se combinan y organizan
    las distintas facultades y elementos disponibles. Estas
    decisiones a tomar, muchas veces no se manifiestan a
    través de un proceso explícito, sino que forman
    parte de un bagaje cultural que caracteriza a estas unidades
    familiares, que son principalmente descendientes de inmigrantes
    europeos. La semejanza con pautas de valor de las familias
    urbanas de igual origen es clara en muchos aspectos. La idea de
    ser trabajadores independientes que dispongan de su tiempo y sus
    propias decisiones, sin tener que estar atados a una
    relación de dependencia laboral, se hace presente en las
    entrevistas mantenidas con los productores:

    "…el que nunca fue asalariado y sabe lo que es ser
    autónomo, disponer de lo que quiera, yo por ejemplo,
    capaz que un domingo a la mañana tenía que
    trabajar en alguna urgencia, pero al otro día, el lunes,
    salía. Nadie me pedía ninguna clase de
    condición, y hacía lo que se me antojaba. Me
    rompía el alma cuando
    quería y paseaba cuando quería y salía
    cuando me convenía. Esa libertad
    tiene un valor inmenso. En vez el que tiene que ir a la
    fábrica tiene que estar a tal hora y si no cumple la
    asistencia pierde el premio y qué se yo cuanto. No, yo
    trabajaba diez veces más que los fabriqueros pero cuando
    quería no trabajaba, ese es el asunto". (Alfredo,
    productor forestal)

    La unidad de la familia en el trabajo hace que
    intervenga sólo personal
    contratado en las tareas que necesariamente lo requieren. La
    posibilidad en las últimas décadas que los hijos
    estudien fuera de las islas, con la consecuencia que permanezcan
    desarrollando sus vidas en tierra firme una vez terminada la
    formación escolar, forma también parte de esta
    serie de valores compartidos. Aunque esta decisión
    significó en muchos casos la ruptura de la
    organización familiar y el quiebre de una
    característica continuidad generacional en el manejo de
    las quintas y el desarrollo de la producción
    primaria.

    ORGANIZACIÓN DEL
    TRABAJO

    El sistema de producción en los pequeños y
    medianos productores asume una organización basada
    fundamentalmente en los potenciales del grupo familiar. El
    proceso de trabajo en la unidad familiar incluye las
    técnicas apropiadas (tanto del manejo de los instrumentos
    como del conocimiento
    del medio natural), la programación adecuada de las diferentes
    actividades (debido a la estacionalidad de ciertos productos y a
    las diferentes tareas que pueden superponerse a lo largo del
    año) y a la capacidad laboral de cada productor (de
    acuerdo al tipo y tamaño de la explotación se
    determina la necesidad o no de contratar mano de obra). En
    algunos casos de productores medianos suelen existir relaciones
    asalariadas de tipo patrón empleado que organicen el
    proceso, y en ningún caso existen formas de
    cooperación sistemática entre productores. Cada
    productor organiza su trabajo en forma independiente sin mediar
    relación alguna con otros productores, definida en
    función de una complementación de tareas por sexo,
    edad y conocimientos entre los habitantes de su vivienda,
    además de la fuerza de trabajo contratada. Si bien,
    utilizando los conceptos de Caballero (1984), en cuanto al tipo
    de relaciones que mantiene la unidad productiva con respecto a la
    sociedad, se caracteriza a la primera como una empresa
    capitalizada que implica una dependencia alta de los distintos
    factores del mercado: capital, productos, bienes de consumo,
    servicios técnicos, etcétera. Ahora, con respecto a
    la relación que mantiene con la naturaleza a través
    del proceso de trabajo: ritmo de trabajo, relación entre
    tiempo de trabajo y de producción, secuencia de
    operaciones, proporción entre trabajo de diseño
    y de ejecución, mantiene la unidad familiar isleña
    un carácter más tradicional. La unidad de
    residencia es al mismo tiempo la unidad de producción, lo
    que trae como consecuencia que la organización del proceso
    productivo esté centrada en el grupo doméstico,
    entendiendo aquí como "un sistema de relaciones sociales
    que, basado en el principio de residencia común, regula y
    garantiza el proceso productivo" (Archetti, 1975:51). Los
    relevamientos y trabajos de campo realizados en el área
    han demostrado que la mayoría de las viviendas
    están ocupadas por familias nucleares (padres, madres e
    hijos) aunque en una gran proporción los miembros
    jóvenes están ausentes por haber emigrado a la
    ciudad. La capacidad productiva de la unidad de
    explotación está condicionada por las particulares
    características que adquiere la fuerza de trabajo
    familiar. Las tareas realizadas por cada miembro de la familia
    están en función de la capacidad operativa de
    éstos y de las cualidades de cada operación,
    así como la incorporación de trabajo asalariado
    dependerá del tamaño de la explotación
    agropecuaria y el tipo de tareas a realizar.

    Según lo manifestado en las entrevistas, para el
    caso de las pequeñas explotaciones, todas las operaciones
    que intervienen en la producción son realizadas o
    controladas por el propio productor:

    " él es el gerente, el
    es el peón, el es el organizador, y todos los gastos son
    mínimos, todo se hace económicamente" (Alfredo,
    productor forestal, Arroyo Caraguatá).

    Un elemento importante a destacar es cierto cambio que
    se dió en las relaciones de trabajo dentro y fuera de la
    familia con la transformación de las actividades
    productivas en las islas. La organización del trabajo
    familiar y el grado y modalidad de incorporación de fuerza
    de trabajo asalariada no es la misma en la fruticultura que en la
    explotación de madera y mimbre. Este fenómeno se
    dio conjuntamente al proceso de mayor mecanización,
    transformación y aumento de superficie de las unidades de
    explotación. A continuación seguirá el
    análisis discriminando por actividad productiva, ya que si
    bien muchos rasgos son comunes, el tipo de producción y de
    productor define una organización del trabajo
    específica.

    • Fruticultura

    El trabajo típicamente familiar se daba en la
    producción de frutas. Todos los miembros de la familia
    participaban de las tareas, y se contrataban peones temporarios y
    en algún caso permanente, para tareas específicas.
    En la fruticultura todos los integrantes del grupo
    doméstico participaban del proceso de trabajo en donde
    había tareas cualitativamente diferenciadas, comparado con
    la explotación forestal en donde la participación
    de la mujer es casi
    nula. Al respecto veamos dos testimonios:

    " en aquella época (década del '50) toda
    la familia trabajaba, todos participaban de la cosecha. Una de
    las mujeres se quedaba en casa cocinando y el resto cosechaba.
    Fuera de las cosechas, las mujeres no participaban del trabajo
    de campo" (Miguel, ex-productor frutícola, arroyo
    Grande).

    " Ya no es lo mismo (en la forestación) porque
    hay tareas que son muy pesadas, la mujer poco puede ayudar. En
    la fruticultura todos son útiles, porque hay tareas que
    son livianas, con respecto a la madera es más
    complicado" (José, productor forestal y ex-productor
    frutas).

    Los miembros femeninos participaban, entonces,
    sólo en época de cosecha, ayudando en la misma
    luego de realizar tareas domésticas. El resto de las
    tareas estaban reservadas exclusivamente a los hombres. Los
    trabajos realizados consistían tanto en juntar fruta, como
    en seleccionarla y clasificarla por tamaño y calidad. Los
    trabajos de sistematización del campo, como
    guadañeo y zanjeo, así como las tareas de limpiado
    periódico de malezas, podas y
    pulverizaciones, eran realizadas por los miembros masculinos,
    padre e hijos. La poda, por ser una tarea delicada en la que el
    productor tenía su forma y estilo particular, nunca estaba
    hecha por personal contratado, siempre era realizada por miembros
    masculinos de la familia:

    "…en nuestra quinta podaban papá, mi hermano
    y alguna vez mi tío, nunca los peones, porque cada
    quintero tiene su sistema de poda" (Miriam, ex-productor
    frutícola, arroyo Toro).

    La contratación de fuerza de trabajo se daba
    fundamentalmente para la época de la cosecha, en verano, y
    en ocasiones también en invierno para las operaciones de
    desmalezado o "guadañeo". Siempre eran relaciones
    temporarias que sumaban trabajo al ya aportado por el grupo
    familiar. En ocasiones, los quinteros solían tener,
    además, un trabajador asalariado permanente, que
    podía hacer las más variadas tareas durante todo el
    año. Como ejemplo vale el siguiente testimonio:

    "…trabajaba mi madre, trabajaba yo, trabajaba mi
    padre y después mi señora, e igual
    teníamos gente ayudando…De invierno siempre
    había uno o dos peones por lo menos, pero en verano
    (para la cosecha) a veces eran tres o cuatro personas que
    teníamos además de nosotros" (Jorge, ex-productor
    frutícola, Arroyo Caracoles).

    El trabajador temporario era del mismo Delta o
    venía generalmente del litoral, eran reclutados por
    algún productor isleño en su lugar de residencia, y
    una vez en las islas solían turnarse y rotar de productor
    en productor:

    " Por lo general algún vecino iba a buscar
    peones a Entre Ríos y estos se turnaban de quinta en
    quinta. También gente de la isla trabajaba como
    peón, que no eran propietarios, o, sólo,
    solamente tenían casa y lote…que trabajaba en las
    quintas como temporario…" (Helena, ex-productora
    frutícola, Arroyo Toro). Si bien no dejaba de
    contratarse fuerza de trabajo, se pudo constatar a
    través de las entrevistas cierto recelo o resquemor
    hacia estos trabajadores, ya que se tenía en cuenta la
    procedencia y personalidades de los mismos. Y en la
    época en que prosperaron las medidas tendientes a
    otorgar derechos al trabajador, la
    opinión de los productores visitados generalmente fue
    negativa con respecto a las consecuencias que esto trajo. Como
    ejemplo valen los siguientes testimonios:

    " Generalmente los dueños de las quintas iban a
    Chaco o Santa Fe y traían gente de campo. Los quinteros
    tenían miedo e inseguridad
    de traer gente de villa…" (Miguel, ex-productor
    frutícola, Arroyo Grande).

    "…cuando estuvo Perón,
    eh, con las ventajas pal'trabajador, y si fue ventaja
    pal'trabajador, fue pérdida pal'productor, por la
    razón de que usted vio que antes a lo mejor tomaba un
    peón y trabajaba dos o tres días y después
    se hacían echar para que le pagaran. Esta táctica
    a mi nunca me pareció buena…tirarse a chanta pa'que lo
    echaran por cuatro pesos locos" (Alfredo, ex-productor
    frutícola, Arroyo Caraguatá).

    • Mimbre

    El cultivo del mimbre presenta en la actualidad una
    organización del trabajo en donde la mano de obra familiar
    y el trabajo manual son las
    características básicas. La gran cantidad de tiempo
    libre y fuerza de trabajo sin ocupar que deja la actividad
    forestal hace que se las emplee en este cultivo estacional, que
    concentra las tareas en seis meses durante el año. De esta
    manera la fuerza de trabajo familiar presente en la unidad
    productiva encuentra una ocupación adecuada a sus
    características, proporcionando al grupo social un ingreso
    que en general cubre las necesidades básicas. Es entonces
    el mimbre una producción con muy baja inversión de capital, y éste de
    rotación rápida, y una muy alta utilización
    de mano de obra, y un factor tierra que no necesita gran
    extensión para que una familia pueda obtener ingresos
    medios. Entonces la eficaz utilización de fuerza de
    trabajo es central en esta actividad. Las distintas tareas que
    implica el cultivo del mimbre son en general realizadas por el
    propio productor, más el aporte de mano de obra contratada
    de tipo temporaria y de relación muy informal. En otros
    casos se suele dar el trabajo de cosecha "a porcentaje". El ciclo
    comienza con el corte de las "varas" a fines de otoño, y
    según los testimonios de los productores es posible
    cosechar 1 hectárea en dos meses de trabajo por una sola
    persona,
    obteniendo entre 6000 y 7000 kg. Considerando que muchos
    isleños tienen dos o tres hectáreas plantadas y la
    cosecha debe realizarse enteramente en el invierno. Se deduce que
    deben contratar forzosamente mano de obra para conseguir terminar
    en término y seguir el proceso con el "spichado" y
    "pelado" (ver capítulo de técnicas). Estos peones
    contratados muy informalmente pueden realizar casi todas las
    tareas, siendo su retribución por cantidad de trabajo
    efectuado. El sistema de contratación es claramente
    informal, realizándose exclusivamente en forma oral. Estas
    condiciones se vienen dando desde tiempo atrás y el
    siguiente testimonio nos lo ejemplifica claramente:

    "…tuvimos cuando mimbre (peones), pal'mimbre
    sí tuvimos…por allá, por el '40…días
    nomás, changas, poquitos días, changas.
    Pa'cortar, pa'pelar, más, más que nada pa'pelar
    que es cuando apura, cuando apura es cuando la pelada"
    (Alfredo, ex-productor, actual jubilado, Paraná
    Miní).

    Otra forma de trabajo en el mimbre es entregar el campo
    cultivado a uno o dos trabajadores que realizan todas las tareas
    hasta el empaquetado e incluso en algunos casos la
    comercialización, pagándole al propietario un
    porcentaje de lo obtenido o un monto fijo previamente pactado. Un
    pequeños productor del Paraná Miní nos
    decía:

    "…yo agarré y le dije, cuánto
    querés, porque no podía cortar él, cuanto
    querés por el cuadro, tanto, bueno le pagué lo
    que quería y después lo corté, lo
    spiché, lo pelé y después lo
    vendí…junto con el mío" (Pablo, productor
    mimbre).

    También se han encontrado algunos casos en que el
    productor intercambia la cosecha de mimbre de sus tierras por
    trabajo en forestación. Por ejemplo, se otorga una
    producción de mimbre a cambio de que se planten nuevas
    hectáreas con especies para madera, o para cuidar
    hectáreas ya plantadas, en desmalezado, rastrillado,
    zanjeo, etcétera. Los trabajadores en estos casos,
    realizan todo el ciclo de tareas completo en el mimbre hasta su
    venta final.

    En síntesis,
    el mimbre y la fruta guardan similitudes en cuanto son
    actividades anuales que concentran su trabajo en un
    período determinado del año, en la alta
    utilización de mano de obra familiar y temporaria, y en la
    poca utilización de maquinaria.

    • Forestación

    El cultivo de madera ha implicado una
    transformación del patrón de organización
    laboral de la familia isleña. Si bien la mano de obra
    familiar sigue estando presente en un gran porcentaje, en la
    mayoría de los casos el productor forestal debe recurrir a
    fuerza de trabajo externa a la unidad productiva. El tipo y
    magnitud de las tareas a realizar ha obligado a un incremento en
    el uso de maquinarias para aumentar la productividad, y a la
    utilización de mano de obra especializada en determinados
    trabajos del ciclo maderero. Esta mano de obra temporaria que
    participa fundamentalmente en el volteado de los árboles, consiste en cuadrillas que van
    rotando de productor en productor con una estructura y
    organización definidas, o bien por pobladores individuales
    de las islas que realizan tareas de corte u otras tareas ligadas
    al ciclo forestal. Al respecto vale el testimonio de un
    técnico del INTA-Tigre:

    "…cuando llega la época de corta se contrata
    otra gente, es otro de los problemas
    que tiene la gente, pero hay empresas que se ocupan de hacer el
    trabajo, que contratan…se dedican a cortar, y te compran en
    pie el monte y lo cortan para ellos, o que te cortan y que te
    cobran por la corta"

    El transporte
    posterior puede efectuarlo también esta empresa, o de lo
    contrario se apila la madera en la costa y el productor es el que
    se encarga de contratar un transporte. De manera que en estos
    casos el propietario interviene muy poco en el proceso de
    cosecha. Pero en reiterados casos lo que ocurre es que el
    productor contrata unos pocos peones que trabajan junto con
    él en el corte y apilado de la madera:

    "…hago toda la madera con peones, cuatro peones y yo
    trabajando, yo me dedico a la limpieza del terreno, de la
    quinta, de las zanjas, y los peones a cortar, sí…a
    cortar con hacha y sierra" (José, productor forestal,
    Paraná Miní).

    Es posible combinar mano de obra permanente y
    temporaria, y las tareas se reparten de acuerdo a la capacidad
    laboral del trabajador, y las formas de pago en general se
    acuerdan sobre la base de la cantidad de trabajo
    efectuado:

    " Tengo dos peones jubilados y dos muchachos
    temporarios solo cuando corto, le pago por tanto, por kilogramo
    apilado en la costa, y los jubilados tanto por metro de zanja o
    por hectáreas . Los jubilados sólo hacen la
    limpieza. Los muchachos voltean y desgajan. Las herramientas
    son suyas, motosierras, machetes". (Carlos, productor forestal,
    Paraná Miní)

    La plantación es realizada por el propio
    productor, comprando primero las estacas y luego en general
    organizando su propio vivero. Los cuidados en los primeros
    años, así como el desmalezamiento del terreno en
    este período también es realizado por el propio
    productor, aunque en los trabajos de guadañeo puede
    contratarse algún personal, como en la fruta. El sistema
    de contrato de
    las cuadrillas para el proceso de corte de la madera se da en
    diferentes maneras, ya sea repartiendo el total obtenido de las
    ventas entre
    propietario y fuerza de trabajo; o de acuerdo a un precio fijo
    convenido previamente por tonelada de madera cortada. Un
    productor del arroyo Caraguatá nos explica con más
    detalle:

    " Hay dos maneras de contrato acá en la isla,
    de destajista, uno lo toman por ejemplo, lo que se vende,
    vamos a decir un 30 % para el que lo hace y un 70 % para el
    dueño o 40, según si está la motosierra
    de parte del contratista o si está de parte del
    dueño de la quinta; y otros hacen diferente, les pagan
    por tonelada de trabajo, cuando terminan de cortar lo pagan,
    igual pueden dar a cuenta dinero pero cuando se carga se sabe
    que son tantas toneladas" Estas cuadrillas se encargan de
    cortar el árbol, trozarlo según las medidas
    exigidas por aserradero o papelera, y luego trasladarlo a la
    costa del río donde se apilan, para poder ser cargado
    posteriormente en los barcos de transporte, las "chatas".
    Muchos de los trabajadores que conforman estas cuadrillas son
    de otras zonas, entrerriano, santiagueños y
    últimamente se ha producido una gran entrada de
    trabajadores uruguayos. Pero la estrategia de cortar madera
    en otras quintas por los propios pobladores del Delta es muy
    frecuente en aquellas unidades familiares que poseen una
    superficie de terreno muy pequeña para efectuar una
    práctica forestal rentable. Por lo tanto subsisten con
    la combinación de mimbre, cortar madera afuera y un
    poco de cosecha de su propia quinta. Este procedimiento
    es muy habitual en pequeños productores y
    también como práctica corriente de
    transacción:

    "…y se trabaja afuera, y hacía algún
    montecito, hacía madera, y después acá
    también algo, sauce llorón, pero poco…y
    había quedado en dar algo, y no le dieron plata, no le
    dieron, pero entonces le dieron monte y mis hermanos, los dos
    mayores fueron a hacer los montes allá, allá en
    el Guazú, la boca del Bravo…ahí hicieron
    monte un tiempo". (Alfredo, jubilado, Paraná
    Miní).

    Partes: 1, 2

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