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Argentina, diciembre de 2001: hito en el proceso de luchas populares


    Los hechos de diciembre constituyen un acontecimiento
    insoslayable en el análisis de la lucha social en la Argentina
    actual. En el marco de la agudización de las disputas en
    la cúpula de la burguesía se desarrolló la
    lucha de los excluidos del poder
    político. Durante una semana, todas las clases, fracciones
    de clase y capas
    sociales se movilizaron y participaron, en uno u otro sentido. La
    insurrección espontánea del 19 y 20 de diciembre,
    que se conoce como "Argentinazo" (1), no sólo plantea el
    problema de su conceptualización (relación con un
    cuerpo teórico) sino también el de su
    localización en el proceso histórico argentino. En
    este trabajo
    presentamos sus rasgos principales e intentamos delimitar el
    hecho, el ciclo de enfrentamientos sociales del que es parte, y
    el período en que se inscribe, para finalmente
    interrogarnos por su condición de hito, analizando el
    momento posterior

    DESCRIPCIÓN DEL HECHO
    (2)

    Las protestas de diciembre fueron en lo inmediato la
    respuesta a las medidas económicas anunciadas por el
    ministro Cavallo, que incluyeron la limitación de la
    cantidad de dinero que
    podía retirarse de los bancos. Dado que
    poco antes se había establecido que todas las
    transacciones económicas, incluido el pago de todos los
    salarios,
    debía hacerse a través de cuentas
    bancarias, esta medida recibió un repudio generalizado, no
    sólo de los "ahorristas de clase media", como plantea una
    mirada autocentrada en la pequeña burguesía, sino
    también de organizaciones
    sindicales como la Confederación General del Trabajo (CGT)
    llamada "disidente" (secretaría general Moyano), la CGT
    llamada "oficialista" (secretaría general Daer), y la
    Central de Trabajadores Argentinos (CTA). La
    organización empresaria Coordinadora de Actividades
    Mercantiles Empresarias (CAME) resolvió llevar a cabo un
    apagón de protesta, bocinazos y cacerolazos. Ambas CGT
    declararon la huelga general
    para el 13 de diciembre reclamando la libre disponibilidad de los
    salarios y la restitución del sistema de
    asignaciones familiares. La CTA decidió sumarse a la
    huelga general. Moyano organizó una marcha frente al
    Congreso a la que no adhirió la CGT-Daer, que temía
    que fuera visto como un acto político destinado a derrocar
    al gobierno radical.
    Dirigentes de esa CGT, en cambio,
    exigieron la renuncia de Cavallo como condición para
    llevar adelante una "concertación económica y
    social" propuesta por el gobierno

    El 12 de diciembre se realizaron los cacerolazos y
    bocinazos convocados por la CAME, a los que se sumaron
    espontáneamente vecinos, principalmente de la
    pequeña burguesía, incluyendo sus fracciones
    asalariadas. Las movilizaciones organizadas por la CGT-Moyano y
    por la CTA, más bien reducidas en sus actos centrales pero
    con gran difusión en todo el territorio nacional,
    precedieron a la huelga general del día 13, que tuvo un
    acatamiento de más del 80%. En su transcurso, desocupados
    cortaron rutas y calles en Tucumán, Jujuy y la Ciudad de
    Buenos Aires,
    y pequeños patrones agropecuarios lo hicieron en
    Río Negro. Asalariados estatales manifestaron por las
    calles y apedrearon bancos y un diario en Córdoba;
    manifestantes irrumpieron en el edificio de la municipalidad en
    Pergamino; y asalariados estatales y desocupados manifestaron,
    apedrearon e intentaron incendiar edificios públicos,
    bancos, empresas
    extranjeras y un diario en Neuquén, dando lugar a cinco
    horas de lucha callejera con la policía

    La misma noche del 13 comenzaron los saqueos en
    supermercados y otros comercios de Mendoza(3). Al día
    siguiente se repitieron allí y en Rosario (Santa Fe), y
    los días siguientes en Concordia, Concepción del
    Uruguay y
    Gualeguaychú (Entre Ríos), Avellaneda, Quilmes, San
    Martín, Boulogne, San Miguel, Ciudadela, Moreno, Lanús y
    Lomas de Zamora (Gran Buenos Aires), la Capital
    Federal, San Juan, Santiago del Estero, Neuquén, Mendoza,
    Córdoba y Cipolleti (Río Negro), hasta alcanzar,
    según estimaciones periodísticas, la cifra de 800 a
    1.000. El 19 los saqueos se generalizaron a casi todo el
    país, con particular peso en el Gran Buenos Aires (GBA).
    En varios se produjeron choques con la policía y tiroteos.
    Aunque los discursos y
    análisis lo tienen cada vez menos presente, las acciones
    callejeras de esos días no se limitaron a saqueos: hubo
    ocupación pacífica de edificios públicos (el
    14 en La Plata docentes
    tomaron el Banco de la
    Provincia de Buenos Aires), ataque a sedes gubernamentales con
    lucha callejera con la policía (el 19 en la municipalidad
    de Córdoba y en la legislatura en
    La Plata), y cortes de ruta que se extendieron durante
    días en todo el país (el 19 estaban cortadas todas
    las rutas de Jujuy, Entre Ríos y Chaco y el sur de la
    provincia de Tucumán)

    En respuesta, el gobierno nacional decretó
    el estado de
    sitio (suspensión de garantías constitucionales),
    ordenó el acuartelamiento de las fuerzas armadas del
    estado, que
    obedecieron la orden pero informaron públicamente que no
    intervendrían, y llamó a la calma por medio de un
    discurso
    presidencial. Estas medidas desataron la movilización y
    manifestación (cacerolazo),
    principalmente de la pequeña burguesía asalariada y
    no asalariada, con concentraciones en muchos puntos de las
    ciudades de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mar del Plata,
    La Plata y otras, en la noche del 19, al grito de "que se vayan"
    el gobierno y "los políticos". El ministro Cavallo
    presentó su renuncia y pocas horas después
    debió abandonar furtivamente su domicilio

    El 20 de diciembre, mientras continuaban los saqueos en
    Rosario, Junín, Capital, GBA, Corrientes, Salta,
    Paraná, Comodoro Rivadavia, y las manifestaciones en
    Chaco, La Plata y Mar del Plata, hubo lucha callejera en
    Córdoba, Mar del Plata, Comodoro Rivadavia, Mendoza,
    Neuquén, Tucumán, Rosario, Paraná y GBA.
    Pero la acción
    principal la constituyó el combate callejero desarrollado
    en el centro político de la Ciudad de Buenos Aires: la
    policía atacó a los pocos manifestantes que
    quedaban de la noche anterior, y la respuesta fue una
    concentración popular sobre la Plaza de Mayo. Cuando se
    trató de impedirla, se generalizó la lucha
    callejera entre las masas y la policía. A las 19 horas
    renunció el presidente de la Rúa, que sólo
    pudo abandonar la Casa de Gobierno en helicóptero, frente
    a la multitud embravecida.

    DELIMITACIÓN TEMPORAL
    DEL HECHO

    Para delimitar el hecho consideramos la
    concentración en el tiempo de las
    formas de la rebelión social en la Argentina actual, y
    encontramos que todas las formas que tomó en los doce
    años posteriores a la revuelta de 1989 se dieron
    simultáneamente en los nueve días comprendidos
    entre el 12 y el 20 de diciembre de 2001. El hecho investigado
    constituye pues un proceso que en lo inmediato debe remontarse a
    las movilizaciones convocadas por las centrales obreras y
    organizaciones de pequeños y medianos empresarios, que
    continúa en la huelga general, cortes de rutas, saqueos,
    manifestaciones y lucha callejera, ataques a edificios
    públicos, bancos y empresas privatizadas, cacerolazos,
    hasta culminar en la insurrección espontánea. Los
    sujetos activados fueron, al comienzo, los trabajadores, ocupados
    y desocupados, que protagonizan la huelga general con
    movilización. Después, la mayor parte de las
    acciones fueron llevadas a cabo por las capas más pobres
    del proletariado (saqueos) y fracciones de pequeña
    burguesía asalariada y no asalariada (cacerolazos). El
    movimiento se
    desarrolló desde las manifestaciones y huelgas convocadas
    desde el sistema institucional hasta una situación de
    masas descorporativizadas con disposición al
    enfrentamiento; desde la oposición a políticas
    de gobierno hasta la oposición al gobierno, al conjunto
    del sistema institucional político incluyendo a los
    beneficiarios e impulsores de las políticas aplicadas
    desde 1976; desde la huelga general como articuladora de las
    luchas, papel que cumplió en los últimos
    años (Iñigo Carrera, 2001), hasta su
    superación por otra forma que la subsume.

    EL CICLO DE ENFRENTAMIENTOS
    SOCIALES

    La delimitación temporal del hecho remite a un
    ciclo de enfrentamientos sociales. En él están
    contenidas todas las formas de la rebelión desarrolladas
    desde 1989: revuelta, motín, huelga general, lucha
    callejera, toma y defensa con barricadas de una posición.
    Este ciclo ¿comienza con los hechos de Corrientes en
    diciembre de 19994? ¿Se remonta a los hechos de
    Cutral-Có de 1997 y tiene continuidad en los
    enfrentamientos sociales en que va surgiendo y
    desarrollándose el llamado "movimiento piquetero"?
    ¿O se inicia en el motín de Santiago del Estero de
    diciembre de 1993? (Cotarelo, 1999)

    El comienzo de la década del noventa corresponde
    a un momento descendente en los procesos de
    lucha social (Iñigo Carrera y Cotarelo, 2000; Iñigo
    Carrera, 2001). Justamente la revuelta de 1989-1990 es
    conceptualizada como tal en tanto no constituye lucha
    (Iñigo Carrera et al., 1995), y la sigue el momento en que
    la política
    de la oligarquía financiera logra construir consenso,
    aislando los focos de resistencia (5).
    Tanto la revuelta como el motín de Santiago del Estero y
    otros similares ocurridos desde diciembre de 1993 se presentan
    como formas primitivas de la rebelión social, propias de
    crisis
    sociales en las que "el comienzo de un nuevo ciclo de luchas
    sociales traería aparejada la reaparición de las
    formas más elementales y primitivas […] en que se
    manifiestan los explotados" (Iñigo Carrera y Cotarelo,
    1997: 121-122). El ciclo se desarrolla desde formas
    espontáneas a formas sistemáticas de lucha, y se va
    conformando una fuerza social,
    cualquiera sea su grado de constitución, desde las estructuras
    económico-sociales caracterizadas por la presencia de
    población agrícola, de
    superpoblación inserta en el empleo estatal
    o de capitalismo en
    enclaves, hacia el centro del capitalismo argentino. El proceso
    tiene sus hitos en el motín de Santiago del Estero (1993),
    la lucha callejera en varias capitales provinciales (1995), la
    toma y defensa de una posición con barricadas (6) en
    CutralCó-Plaza Huincul (1996 y 1997), Jujuy y General
    Mosconi (1997), Corrientes (1999), Tartagal-General Mosconi (2000
    y 2001), GBA (2001). En ese proceso las huelgas generales,
    jornadas y marchas de protesta (como la Marcha Federal en 1994),
    y las Jornadas Piqueteras en 2001, constituyen momentos de
    articulación nacional. Tanto el desarrollo de
    las formas de lucha como el proceso de formación de fuerza
    social indican que la insurrección de diciembre se
    encuentra dentro del ciclo de enfrentamientos sociales que
    comienza en diciembre de 1993 y que recorre desde el motín
    hasta la insurrección y de lo local a lo nacional,
    culminando cuando, con el estallido de la crisis
    económica, una de cuyas manifestaciones fue la
    desaparición del dinero, todas las fracciones y capas
    sociales se movilizan en forma simultánea y en todo el
    territorio nacional. El desarrollo de este ciclo no es lineal y
    contiene momentos ascendentes y descendentes (Iñigo
    Carrera y Cotarelo, 2000) (7).

    PERÍODO

    La delimitación del ciclo de enfrentamientos
    sociales nos lleva al problema de en qué medida y en
    qué sentido los hechos de diciembre de 2001 constituyen un
    hito en el proceso de la lucha social en la Argentina. En la
    década del cincuenta cambió la dirección de la expansión del
    capitalismo argentino, que pasó a hacerlo principalmente
    en profundidad. En 1969 emergió en la lucha callejera de
    masas una fuerza social dirigida por el proletariado. El
    desarrollo del proceso histórico condujo a una
    radicalización de los enfrentamientos sociales, y la lucha
    alcanzó su momento militar. Después de un fallido
    intento en 1975, contenido por la movilización de los
    obreros, la fuerza social liderada por la oligarquía
    financiera logró imponer su política a partir de
    1976, mediante el uso de la fuerza material del estado y la toma
    del gobierno por el golpe militar. Ni la resistencia popular, ni
    la derrota en la guerra por las
    Malvinas en
    1982, ni el reemplazo de los cuadros militares por los
    políticos en 1983, modificaron el dominio de la
    oligarquía financiera ni lo fundamental de su
    política, que tuvo como resultante un proceso de centralización de la riqueza mientras
    crecieron el pauperismo y la proletarización de grandes
    masas de población (Iñigo Carrera y Podestá,
    1997). Por el contrario, después de las hiperinflaciones
    de 1989 y 1990, esa política logró volverse
    hegemónica, aunque no sin resistencias.
    La "paz" se alteró cuando la lucha al interior de la
    oligarquía financiera generó condiciones para la
    crisis de diciembre de 2001, pero resulta prematuro afirmar que
    la iniciativa haya cambiado de bando y se haya cerrado el
    período contrarrevolucionario iniciado a mediados de la
    década del setenta

    DESPUÉS DE LA
    INSURRECCIÓN ESPONTÁNEA

    Se mantuvieron movilizados principalmente los
    trabajadores desocupados organizados y fracciones de
    pequeña burguesía asalariada y no asalariada, bajo
    las figuras del "piquetero", el "asambleísta", el
    "ahorrista", el "obrero de fábrica recuperada". Pero es
    necesario analizar quiénes fueron los sujetos sociales de
    la rebelión en la pasada década: ¿los
    "excluidos", la clase obrera, u otras fracciones sociales no
    proletarias? Si el término "excluidos", con su fuerte
    carga de imprecisión teórica e indefinición
    empírica (8), debe ser descartado porque no permite
    delimitar de quién estamos hablando, el concepto de clase
    obrera (9) sólo puede ser utilizado como resultado del
    análisis. Durante el ciclo de enfrentamientos de 1993 a
    2001 el principal protagonista de la rebelión fueron los
    trabajadores asalariados: la mayor parte de las acciones de
    protesta fueron realizadas por asalariados ocupados. Incluso los
    cortes de calles y rutas, atribuidos generalmente a los
    trabajadores desocupados, fueron utilizados principalmente por
    asalariados ocupados y pequeños propietarios hasta 2001
    (10). Sólo en ese año los desocupados superaron en
    cantidad de cortes de rutas a los asalariados ocupados, cuando la
    consolidación de las organizaciones de desocupados
    conformó el llamado movimiento piquetero. También
    se activó en esos años la pequeña
    burguesía –pequeños propietarios, vecinos,
    estudiantes– que ocupó el primer lugar en la
    cantidad de cortes realizados entre 1997 y 1999 y en el primer
    cuatrimestre de 2001

    Correspondiéndose con quién es el sujeto
    principal de la rebelión, debe señalarse que fue la
    organización sindical –comisiones
    internas, sindicatos,
    seccionales, sindicatos de rama, centrales sindicales– la
    principal convocante a las acciones, incluso si se centra la
    observación en los cortes de ruta (11).
    Además, la huelga general con movilización
    (ocasionalmente las marchas convocadas por organizaciones
    sindicales) fue el instrumento que permitió articular las
    acciones a nivel nacional, al menos hasta 2001: la
    rebelión excedió sus manifestaciones locales
    sólo cuando se produjeron huelgas generales con
    movilización. En 2001 esa capacidad la tuvo también
    el movimiento de los desocupados y los pobres en algunas de las
    llamadas Jornadas Piqueteras, pero no debe olvidarse que los
    hechos de diciembre de 2001 comenzaron con la huelga general y
    movilizaciones convocadas por las centrales sindicales y
    organizaciones empresarias, aunque después de la huelga
    general la mayor parte de las acciones fueron llevadas a cabo por
    las capas más pobres del proletariado (saqueos) y
    fracciones de pequeña burguesía asalariada y no
    asalariada (cacerolazos). Si se tiene presente este atributo de
    la rebelión, se hace observable la tregua establecida por
    esa fracción de la clase obrera después de la
    insurrección de diciembre, en la que no participó
    como tal aunque muchos asalariados hayan integrado las
    manifestaciones de esos días y hayan intervenido en el
    combate callejero. En medio de "la mayor crisis de nuestra
    historia" las
    direcciones sindicales reclamaron que no hubiera inflación
    ni despidos, pero más o menos explícitamente
    promovieron la gobernabilidad, el diálogo y
    la búsqueda de una concertación económica y
    social. El gobierno prohibió los despidos, lo que no
    impidió que en la primera mitad del año hubiera
    329.500 (Clarín, 2002[b]), y que el índice oficial
    de desocupación abierta alcanzara el record de
    21,6% (extraoficialmente, el mismo gobierno la estimaba superior
    a 23%) mientras los precios
    subían 30,5% o más si se considera la canasta
    básica. Aunque con fuertes tensiones, la tregua se mantuvo
    incluso después de abril, cuando a pesar del cambio de
    ministros continuó la negociación con el FMI, que las
    centrales sindicales criticaban reclamando que "los costos de la
    crisis" los pagaran los exportadores y los bancos. Los intentos
    de la CGT-Moyano por mantener la confrontación con una
    huelga general y movilización el 22 de mayo, que produjo
    la fractura de esa central y su mayor aislamiento
    político, y de la CTA, junto con la Corriente Clasista y
    Combativa (CCC), con un paro el 29 de
    mayo que tampoco tuvo adhesión masiva, son indicadores de
    que la mayoría de los trabajadores no estuvo dispuesta a
    romper la tregua

    La CGT-Daer concentró su presión en
    obtener un aumento para los asalariados con convenio laboral; no lo
    recibieron los asalariados estatales, rurales y
    domésticos, ni los trabajadores "en negro" y los
    desocupados. Pero la tregua no se limitó a los
    trabajadores sindicalizados. Los desocupados y los pobres (12),
    incluidos los organizados en casi todas las vertientes del
    movimiento piquetero, recibieron subsidios para jefes y jefas de
    hogar desocupados (13), con lo que se expandió la base
    social de la tregua a buena parte de la población
    excedente para las necesidades del capital

    Señalar la tregua no significa desconocer que
    fracciones sociales expresadas en asambleas y organizaciones
    piqueteras se mantuvieron movilizadas, que hubo lucha
    económico-práctica de los asalariados y que, como
    en toda tregua, se produjeron choques y escaramuzas con la fuerza
    armada del gobierno. El pueblo mostró su mayor fuerza en
    las movilizaciones que siguieron a la muerte de
    dos militantes de organizaciones de desocupados en Avellaneda, el
    26 de junio, cuando el régimen pasó abiertamente a
    la ofensiva contra las organizaciones populares

    La oligarquía financiera, aunque perdió
    consenso en la sociedad y
    afloraron los conflictos que
    venían insinuándose a su interior desde años
    atrás –siguiendo diversas líneas de
    confrontación entre capitales más ligados a la
    producción o a la circulación, al
    mercado interno o
    a la exportación, de capitales locales o
    extranjeros, más concentrados y menos concentrados–,
    logró defender sus posiciones y fue recuperando otras, en
    disputa desde diciembre. Así, por ejemplo, se mantuvo la
    cuestionada ley de
    flexibilización laboral, fracasó el enjuiciamiento
    a la Corte Suprema de Justicia y se
    licuaron deudas de las grandes empresas. Mientras tanto,
    intentó recomponer su unidad alrededor de la defensa de la
    propiedad
    privada como valor absoluto
    (14) y sus cuadros ideológicos prepararon su ofensiva,
    anunciada de distintas maneras desde que la crisis
    económica y social comenzó a mostrar su magnitud a
    mediados de 2001. Como parte de esa ofensiva puede mencionarse la
    criminalización de la protesta social (15), el reclamo de
    utilización de las fuerzas armadas del estado para
    recuperar el control de las
    calles frente a piqueteros y manifestantes, y cierta
    pública nostalgia por el orden instaurado en 1976 aunque,
    ahora sí, manteniendo las formas legales16

    La movilización popular que siguió al
    enfrentamiento social de junio de 2002 en Avellaneda tuvo como
    resultado inesperado la convocatoria adelantada de las elecciones
    presidenciales. Aunque la movilización de los pobres por
    reivindicaciones inmediatas continuó, imperceptiblemente
    todo fue siendo canalizado hacia la disputa electoral, y el ciclo
    de enfrentamientos parece recorrer nuevamente un momento
    descendente

    Aunque nada es igual a antes de diciembre de 2001,
    resulta prematuro plantear que se ha cerrado el período
    contrarrevolucionario iniciado a mediados de la década del
    setenta.

    BIBLIOGRAFÍA

    • Clarín 2002[a] (Buenos Aires) 4 de
      septiembre
    • Clarín 2002[b] (Buenos Aires) 2 de
      julio
    • Cotarelo, María Celia 1999 El motín de
      Santiago del Estero (Buenos Aires: PIMSA)
    • Helbling, Carlos Conrado 2002 "A qué jugamos",
      en La Nación (Buenos Aires) 9 de
      julio
    • Iñigo Carrera, Nicolás 2001 Las huelgas
      generales. Argentina 1983-2001 (Buenos Aires:
      PIMSA)
    • Iñigo Carrera, Nicolás et al. 1995 La
      Revuelta. Argentina 1989/90 (Buenos Aires: PIMSA)
    • Iñigo Carrera, Nicolás y María
      Celia Cotarelo 2002 "19 y 20 de diciembre de 2001:
      análisis y conceptualización de un momento en la
      constitución de una relación de fuerzas
      política", en De la dictadura
      financiera a la democracia
      popular Rosario. Grupo de
      Trabajo Hacer la Historia
    • Iñigo Carrera, Nicolás y María
      Celia Cotarelo 2000 La protesta social en los ’90.
      Aproximación a una periodización (Buenos Aires:
      PIMSA)
    • Iñigo Carrera, Nicolás y María
      Celia Cotarelo 1997 Revuelta, motín y huelga en la
      Argentina actual (Buenos Aires: PIMSA)
    • Iñigo Carrera, Nicolás y Jorge
      Podestá 1997 Las nuevas condiciones en la
      disposición de fuerzas objetiva (Buenos Aires:
      PIMSA)
    • La Nación 2002 (Buenos Aires) 1° de
      junio
    • La Nación 2001 (Buenos Aires) 17 de
      junio
    • Marx, Karl 1973 (1867) El Capital (México: Fondo de Cultura
      Económica) Libro 1,
      Capítulo 23

    Notas

    1. El nombre de "Argentinazo" resulta una
    aproximación que constituye al hecho en amalgama y ariete
    ideológico de una fuerza popular, porque lo entronca con
    uno de los momentos más altos de las luchas de masas en la
    historia
    argentina al evocar los rasgos de combate callejero
    vinculándolo con los "azos" de 1969. Al mismo tiempo,
    señala acertadamente su forma "nacional". Sin embargo,
    "Argentinazo" carece de universalidad, y el sufijo "azo" es
    utilizado sin precisión para denominar hechos que tienen
    el rasgo común de las acciones callejeras pero que son
    distintos entre sí si se atiende a los intereses y
    protagonistas y a los procesos históricos de los que
    forman parte. Por eso la conceptualización como
    "insurrección espontánea" (Iñigo Carrera y
    Cotarelo, 2002).

    2. La descripción se hizo con información de los diarios Clarín,
    La Nación, Crónica, El Popular, Página 12,
    Ámbito Financiero, La Prensa, El
    Libertador (Corrientes), La Gaceta de Tucumán, Río
    Negro, El Día (La Plata), La Mañana del Sur
    (Neuquén), El Zonda (San Juan), La Voz del Interior
    (Córdoba), La Capital (Rosario), Los Andes (Mendoza), La
    Nueva Provincia (Bahía Blanca), El Diario (Paraná),
    Rosario/12, La Voz del Chaco.

    3. Aunque la sospecha de que los saqueos
    encubrirían un complot justicialista para desplazar al
    gobierno dio lugar a una investigación judicial, no ocurrió
    lo mismo con la invitación contenida en La Nación a
    que amas de casa "recorran nuestras avenidas, las plazas de
    provincia, se encuentren en la Plaza de Mayo, armadas de
    cacerolas", en defensa del orden y contra el "vacío de
    poder" (Helbling, 2002)

    4. El 17 de diciembre de 1999 se produjo un
    enfrentamiento entre la fuerza armada del gobierno nacional y las
    masas que defendían la toma del puente General Belgrano,
    entre Corrientes y Chaco. En noviembre de 2000 y mayo de 2001 se
    produjeron enfrentamientos similares en Tartagal y General
    Mosconi (Salta)

    5. Las huelgas y movilizaciones de obreros ferroviarios,
    mineros de Hipasam, siderúrgicos de Somisa,
    telefónicos, y la Plaza del No, convocada por
    organizaciones y partidos
    políticos en 1990.

    6. Bajo la figura del corte de ruta constituyen la toma
    de una posición que es defendida frente a la
    gendarmería; son piquetes masivos, los reclamos incluyen
    metas generales y reclamos específicos variados,
    expresándose más de una fracción social;
    surge una organización en asamblea y formas de democracia
    directa, lo que conlleva la desinstitucionalización; se
    desarrollan en el tiempo y surgen divisiones entre quienes
    aceptan negociar y quienes no.

    7. El desarrollo del ciclo de luchas sociales se
    expresó también en el terreno electoral: en el
    momento ascendente (1993-1997) tendieron a aumentar la
    abstención electoral y el voto en blanco. Ambos
    disminuyeron en el momento descendente (1997-1999), y en las
    elecciones presidenciales de 1999 aproximadamente el 90% de los
    votantes apoyó programas
    políticos que prometían mantener y profundizar la
    política de la oligarquía financiera. La
    abstención y el voto en blanco volvieron a aumentar en las
    siguientes elecciones legislativas (octubre de 2001) en que el
    llamado "voto bronca" alcanzó magnitudes inéditas.
    8 "Exclusión" remite a campos de relaciones sociales muy
    diversos, en "un sistema que deja afuera". Pero el grado de
    desarrollo del capitalismo argentino imposibilita la existencia
    de excluidos del conjunto de las determinaciones de la actividad
    económica

    9. Utilizamos el concepto clase obrera en su
    clásica acepción de expropiados de condiciones
    materiales de
    existencia que sólo pueden reproducir su vida mediante el
    salario, lo
    obtengan o no (Marx,
    1973).

    10. La siguiente distribución muestra los
    resultados de cuatro mediciones que hemos realizado en nuestra
    investigación.

    Cuadro 1. Cortes de ruta o calle
    distribuidos según quién los realiza
    I: diciembre 1993 a agosto 1997 (momento ascendente iniciado con
    el motín de Santiago del Estero;
    II: septiembre 1997 a octubre 1999 (momento descendente que
    siguió a la huelga general de septiembre de 1996 y los
    "cortes" de 1997);
    II: enero a abril 2001.
    IV: julio 2001 (corresponden al momento ascendente iniciado en
    diciembre de 1999). Tanto en la medición I como en la II los asalariados
    ocupados lo son, en primer término, los de empresas
    privadas
    Fuente: elaboración propia

    11. Hasta 1999 las organizaciones empresarias (31,7%) y
    las sindicales (24,8%) fueron dominantes en la convocatoria de
    los cortes de ruta y calle; entre enero y abril de 2001 el primer
    lugar correspondió a "espontáneos" (23,6%), seguido
    por las corrientes político-sindicales (21,6%) y las
    organizaciones sindicales (21,1%); en julio de 2001 el primer
    lugar correspondió a organizaciones sindicales (34,8%)
    seguidas por las corrientes político sindicales y
    organizaciones de desocupados (26,1).

    12. El concepto de pobres refiere a aquellos que,
    expropiados de sus condiciones materiales de existencia, no
    logran reproducir su vida en las condiciones sociales normales,
    mediante el salario.

    13. Administrados, en parte (128.000 planes sobre un
    total de 1.977.999), por las mismas organizaciones "piqueteras"
    (Clarín, 2002[a]: 19).

    14. El 28 de mayo de 2002 la cúpula del
    capitalismo argentino se unificó en la Asociación
    Empresaria Argentina. Su objetivo
    explícito es la defensa del principio de la propiedad
    privada porque percibe un estado de ánimo desfavorable al
    empresariado, el rechazo a las empresas privatizadas y una
    revaloración de su estatización. "[…] no se
    dedicarán a defender intereses sectoriales, sino las bases
    mismas del sistema capitalista" (La Nación, 2002:
    8).

    15. Más de 2.500 participantes en protestas
    están procesados y pueden ser condenados. Entre ellos
    fueron apresados y enjuiciados el dirigente Raúl Castells,
    más de cien manifestantes en San Salvador de Jujuy
    (septiembre de 2002), sentenciada en Bariloche en agosto de 2002
    Marina Schiffrin (docente condenada por participar de un corte de
    ruta); muertos por la policía Kosteki y Santillán
    en Avellaneda (26 de junio de 2002).

    16. Ver por ejemplo los discursos del presidente de la
    Asociación de Bancos Argentinos (junio 2001), del
    presidente de la Sociedad Rural Argentina en la
    inauguración de la Exposición
    Rural (2001 y 2002), de la Asociación Empresaria Argentina
    (AEA) el 19 de junio de 2002, y los múltiples editoriales
    y notas publicadas por el diario La Nación desde 2001 (por
    ejemplo el de Mariano Grondona el 17 de junio de 2001) clamando
    por el "orden" (y la propiedad privada) como valores
    absolutos.

     Este texto se
    encuentra bajo licencia Creative Commons

    Nicolás Iñigo Carrera* y
    María Celia Cotarelo**

    * Profesor en
    Historia por la Universidad de
    Buenos Aires (UBA), Investigador del Programa de
    Investigación sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina
    (PIMSA)

    ** Profesora en Historia (UBA), Directora del
    PIMSA

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