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Empresas recuperadas: otra respuesta de trabajadores en situación de conflicto laboral




Enviado por Gloria Rodríguez


    Nuestra intención es aportar a la
    reflexión y análisis de las formas de expresión
    y organización de la protesta social a
    través de la
    comunicación de una experiencia de toma de
    instalaciones de una empresa
    supermercadista que declaró la quiebra, y la
    posterior puesta en marcha de la empresa por
    parte sus trabajadores, en la ciudad de Rosario. Este caso forma
    parte del fenómeno de recuperación de empresas, y nos
    interesa atender los modos de participación,
    organización y decisión llevados adelante por la
    Comisión de Acción
    Gremial de empleados de comercio en su
    lucha por la instalación de un mercado
    comunitario.

    Las profundas transformaciones operadas en la estructura
    económica en general han afectado nuestro particular
    objeto de estudio, el mundo del trabajo, lo
    que nos exige analizar las transformaciones operadas en las
    respuestas gremiales construidas por los trabajadores. De
    ahí que resulta fundamental profundizar tanto en la
    observación de la trama de relaciones
    sociales donde se insertan los trabajadores en situación
    de conflicto
    laboral, como
    en la escucha de la producción de nuevos sentidos
    –altamente afectados por el vaciamiento
    ideológico– como forma de contribuir a la
    caracterización de las respuestas gremiales y las
    modalidades de participación sindical.

    Si la
    globalización ha generado ajuste,
    flexibilización y reducción del estado
    paliativo, también ha creado desajustes sociales,
    rebeliones y respuestas de distintas características que
    constituyen formas peculiares de la lucha de clases originadas en
    este proceso de
    concentración de capital. La
    protesta social en Rosario expresa las profundas conmociones
    provocadas por la última reestructuración
    capitalista que, buscando la recomposición de la tasa de
    ganancia con políticas
    neoliberales, redefine las relaciones capital-trabajo. Estas
    transformaciones se vieron acompasadas por cambios culturales,
    expresados en hábitos, rutinizaciones y creencias que se
    sustentan en nuevos contenidos del sentido común. La
    promoción de este nuevo sentido
    común logró internalizar en la población un profundo rechazo a la corrupción, fundamentalmente política y sindical,
    invisibilizando la corrupción empresarial, fuente de financiamiento
    de todas las otras. En este mismo proceso se barrió con el
    sindicalismo
    y, junto a él, la importancia de la
    organización sindical. Esta lógica
    neoliberal y privatizadora impulsó además la
    promoción de dirigentes sindicales que introdujeron el
    estilo empresarial en sus organizaciones,
    contribuyendo al desamparo de los trabajadores. Así, el
    desprestigio social del sindicalismo se sumó al
    desposicionamiento objetivo de
    las entidades gremiales generado durante el proceso de
    desindustrialización. Las instituciones
    gremiales se encontraron debilitadas políticamente debido
    a los cambios estructurales habidos en los procesos de
    producción, que redujeron su incidencia en las
    políticas nacionales. Pero también debieron su
    debilidad al profundo divorcio
    establecido con los trabajadores, enmudeciendo frente a las
    políticas de ajuste, conducta que ha
    redundado en el descreimiento de sus afiliados (1).

    En este contexto emerge la cuestión de la
    posibilidad de superar la orfandad en que se encuentra las
    clase
    trabajadora, ya sea por debilitamiento, traición o
    impotencia de las organizaciones gremiales que otrora la
    contenía. Y empleamos el término contención
    en el doble sentido de inclusión morigeradora de
    asimetrías, y de sofreno de comportamientos explosivos.
    Sin embargo, es saludable recordar que los cambios en el sistema vienen
    acompañados por nuevas posibilidades de lucha: en efecto,
    la otra cara de la orfandad bien puede ser vista como oportunidad
    para la clase de volver a organizarse con independencia
    política y a través de prácticas
    superadoras. Más aún, vuelve a ser pertinente una
    discusión clásica en el marco de la democracia
    sindical: si aceptamos que estamos en sociedades
    autoritarias, educados en la delegación y trabajando con
    organizaciones cuyo funcionamiento requiere una gran estructura
    burocrática, el problema no consiste en cómo la
    burocracia es
    posible, sino en cómo es posible una experiencia
    democrática (Lipset et al., 1956).

    Es por eso que observamos con atención el caso de una comisión de
    acción gremial altamente participativa, desarrollada en el
    seno de un gremio con fuerte tradición delegativa y donde
    la recuperación de una empresa
    abandonada por su dueño forma parte de las estrategias
    políticas diseñadas por los propios
    trabajadores.

    EL CONTEXTO
    LOCAL

    Rosario es uno de los nucleamientos urbanos más
    importantes de la Argentina. Ciudad industrial, comercial y
    estrechamente vinculada a la actividad agrícola pampeana a
    través del puerto, fue el hogar de una poderosa clase
    trabajadora que protagonizó acciones
    colectivas de distinto carácter a través de su historia. El proceso de
    desindustrialización iniciado en tiempos de la dictadura militar
    (1976) cambió la fachada urbana, mostrando los rostros de
    una población jaqueada por la presión de
    un índice de desocupación que supera el 20%. Durante el
    gobierno del
    presidente De la Rua, casi todas las huelgas generales convocadas
    por las centrales obreras (2) tuvieron la característica
    de paro activo
    con movilización y protagonismo de los trabajadores. La
    existencia de una multisectorial que reúne a las distintas
    centrales de trabajadores, junto con gremios independientes y
    otros sectores populares, posibilitó la coordinación de acciones conjuntas. A
    partir del 20 de diciembre de 2001 la situación ha
    cambiado y el protagonismo se ha desplazado hacia los grupos piqueteros
    demandando fundamentalmente subsidios para jefas y jefes de hogar
    desocupados, las asambleas barriales, y algunas experiencias
    novedosas de recuperación de empresas en manos de los
    trabajadores, desligadas de las conducciones tradicionales, de
    las cuales la de la ocupación y creación del
    mercado comunitario es una saliente expresión.

    LA LUCHA POR LOS PUESTOS DE
    TRABAJO:
    PROYECTO
    ALTERNATIVO DE REACTIVACIÓN

    Durante los últimos años la
    concentración de capitales y la sucesión de
    quiebras empresariales en el ámbito de la actividad
    supermercadista tuvo como resultado inmediato la pérdida
    de cientos de puestos de trabajo debido a las políticas de
    reducción de personal o bien
    de recambio del mismo en procura de trabajadores sin experiencia
    sindical.

    El caso que nos ocupa se agudiza a partir de la quiebra
    de una cadena regional de supermercados que deja a sus
    trabajadores en la calle. Para impedir el vaciamiento, es ocupado
    un importante local céntrico de la firma. Luego de
    sostener la protesta con reclamos formales, manifestaciones y
    cortes de calles que acompañaron la ocupación, se
    generó la propuesta de constituir un Mercado Comunitario
    (sociedad del
    Estado) administrado por un ente compuesto por representantes de
    los gobiernos provincial y municipal, con el respaldo de amplios
    sectores sindicales, políticos, religiosos, corrientes
    universitarias, el Honorable Concejo Deliberante (3) de la ciudad
    y, fundamentalmente, la simpatía de la población.
    La protesta en este momento se dirigía hacia el Estado en
    sus niveles nacional, provincial y municipal, demandando su
    intervención. El predio "tomado" ya había sido
    objeto de ocupación cuando pertenecía a la Cooperativa El
    Hogar Obrero, que entró en quiebra en 1990. En esa
    ocasión los trabajadores ocuparon el local durante meses y
    sostuvieron el conflicto hasta lograr el traspaso empresarial y
    la conservación de los puestos de trabajo
    (Rodríguez, 2001). En buena parte, los trabajadores que
    protagonizaron ambas quiebras fueron los mismos y la dirección gremial del conflicto
    también, dando lugar a la activación de la memoria
    histórica. Después de más de un año
    de lucha y ante la inacción de los entes gubernamentales,
    el 6 de septiembre de 2002 los trabajadores abrieron el Centro de
    Comercialización, Trabajo y Servicios,
    donde se comercializan productos de
    otros lugares tomados, como Milhojas y Grisinópolis, de
    las huertas comunitarias y de los pequeños productores
    regionales, afirmando una lógica social distante de la
    mera rentabilidad
    capitalista (Meiksins Wood, 2001: 83). El día de la
    inauguración hubo un acto donde los vecinos del centro,
    donde está el local, acercaron plantas y
    augurios, y se hicieron presentes organizaciones gremiales,
    políticas y estudiantiles. Al día siguiente, el
    escritor Osvaldo Bayer, ante la presencia de 800 personas, dio
    inicio a un ciclo de charlas sobre la ética del
    movimiento
    obrero.

    Es destacable la estrategia de la
    Comisión de Acción Gremial de hilvanar una serie de
    actividades tendientes a no aislar el conflicto. Tal vez la
    más importante de ellas sea la constitución del sitio como un lugar de
    encuentro social, promovido mediante la activación de un
    Centro Cultural y la posibilidad de la instalación de un
    comedor universitario en acuerdo con la Universidad
    Nacional de Rosario. La población se apropió del
    centro cultural, considerándolo un espacio social,
    desatendiendo el carácter formalmente ilegal de su
    funcionamiento. En este propósito se ha desarrollado un
    comportamiento
    que tiende a la más amplia unidad y compromiso con el
    conjunto de la sociedad para la consecución del objetivo
    más anhelado: la recuperación del trabajo, que hoy
    simboliza un empuje para la clase trabajadora y para quienes
    comienzan a trazar un sendero de cómo organizar
    democráticamente un conflicto.

    Al cumplirse un año de la toma se han
    señalados cuatro elementos fundamentales: la existencia de
    trabajadores dispuestos a resistir; el desarrollo de
    prácticas democráticas en la toma de
    decisiones; la presencia de un sindicato que
    acompaña la lucha; el saber rodearse de la más
    amplia solidaridad sin
    discriminación alguna.

    El tema de la solidaridad no sólo garantiza la
    presencia, el apoyo hacia otros sectores en lucha, sino que se
    constituye en un recurso importante de seguridad. En
    este momento en que está en auge la criminalización
    de la protesta, con la policía en constante acecho para
    desalojar el local y apresar a los dirigentes acusados de
    usurpación, el hecho de que el sitio esté
    permanentemente ocupado con actividades culturales,
    políticas, recreativas, a las que se les ofrece el espacio
    solidariamente, es el mejor elemento de protección de los
    trabajadores y de la toma. En el Centro Cultural de La Toma se
    realizan las más variadas actividades
    –reunión de asambleas barriales, presentación
    de libros, obras
    de teatro y arte plástico,
    encuentros de agrupaciones políticas y gremiales,
    reuniones de la multisectorial, cursos varios, gimnasia,
    idiomas, etc.– al amparo de los
    trabajadores, y a su vez las actividades amparan a éstos
    de la arremetida oficial.

    DESANDANDO EL VACIAMIENTO
    IDEOLÓGICO

    La ocupación y recuperación del
    supermercado fue conducida por la Comisión de
    Acción Gremial de la Asociación Empleados de
    Comercio de Rosario. Esta comisión de activistas surge en
    1999, cuando los conflictos con
    los supermercados se sucedían ininterrumpidamente, y se
    fue fraguando en la lucha por la vigencia de la ley de Descanso
    Dominical. Las prácticas gremiales desarrolladas por esta
    comisión cambian la rutina delegativa de los trabajadores
    mercantiles, quienes comienzan a apropiarse de sus propias
    experiencias y a resolver protagónicamente los conflictos.
    Como correlato de estas prácticas se generó un
    espacio de debate sobre
    la lucha donde se observa la acumulación de experiencias
    jalonadas por fracasos que tienen como causa principal la lucha
    ideológica que los activistas deben dar con el conjunto de
    los trabajadores. Un dirigente del conflicto relataba lo
    siguiente en el aniversario de la toma: "En el 2000, en el
    Encuentro Regional Ciencias
    Sociales y Sindicalismo, planteábamos la nueva
    situación ante la que se presentan las luchas: la
    desocupación es selectiva, quienes quedan trabajando son
    los más pro-patronales. Debemos tener una visión
    profunda de lo que es el antiburocratismo. Descubrimos que muchos
    compañeros odian a la burocracia pero no a la patronal"
    (Rodríguez et al., 2000). Esto los llevó a
    construir un nucleamiento focalizado en dos puntos, anti-patronal
    y profundamente democrático, donde la ocupación del
    supermercado es una batalla más que pone en acto la
    importancia del objetivo fundamental: organizar el cuerpo de
    delegados de todo el gremio.

    Esta tarea es ardua porque no supone sólo superar
    las diferencias entre agrupaciones antiburocráticas, sino
    algo más profundo, que es la pelea contra el vaciamiento
    ideológico o, como dicen los propios trabajadores "la
    principal lucha que tuvimos no fue con Nucci (4), que
    apareció enseguida, sino con la cabeza de los
    compañeros", y la pelea por la organización del
    movimiento obrero regional como forma de garantizar la
    coordinación de las luchas. Para ello se proponen discutir
    tozudamente con todos, aún con quienes confían en
    la patronal o en el Ministerio de Trabajo, partiendo del estado
    de desideologización radical en que se encuentran y
    tomando como una cruzada la tarea de la educación
    sustentada en la práctica democrática y consecuente
    de lucha contra la patronal.

    NUEVAS PRÁCTICAS,
    NUEVOS HÁBITOS, NUEVAS RUTINAS

    Rutinas, hábitos y ritualidades otorgan
    consistencia a la agrupación. Los delegados y activistas
    se reúnen "religiosamente" todas las semanas, se organizan
    cursos con la difusión previa del tema garantizando una
    activa participación, y se desarrollan actividades (5) que
    les permiten reflexionar fértilmente sobre sus propios
    procesos. Los hábitos se consolidan promoviendo la
    participación en la movilización, la
    difusión de demandas, llevando la solidaridad a otros
    sectores en lucha e incorporando cada vez más miembros en
    la discusión y decisión de las actividades. Hechos
    significativos son la discusión de problemas
    internacionales, porque la mayoría trabaja en empresas
    multinacionales, o la conmemoración del 1ro de mayo, donde
    anualmente se entona La Internacional enfatizando que se trata de
    un día de lucha, conquistado con sangre obrera.
    Recordamos que es un gremio que agrupa 28 mil afiliados, el
    más numeroso de los que nuclean la actividad privada en la
    ciudad. Es decir, no estamos hablando de un caso marginal. Estos
    nuevos activistas han desarrollado un proceso de
    implicación, ya no con los procesos productivos o de
    gestión
    impuestos por
    las nuevas formas de organización del trabajo, sino con el
    proceso de producción de prácticas gremiales. Esta
    implicación, esta cohesión, se ve galvanizada en
    una ritualidad (aplausos a los delegados electos, el orgullo de
    ser elegido, el esfuerzo altruista, etc.) que da marco a la
    promoción del valor de ser
    delegado, de ser activista gremial. El ritual aparece como una
    suerte de compensación moral al
    esfuerzo de ser activista. Establecer hábitos, dar
    continuidad y valor a las actividades, y mantener una presencia
    continua, otorgan un marco de contención de clase que
    suple a las viejas estructuras.
    Esto es sumamente importante si pensamos que las "situaciones
    críticas" (Giddens, 1995), como las generadas por la
    desocupación, destruyen las rutinas produciéndose
    un despojo de las respuestas socializadas que otorgan
    predecibilidad a la vida social. Si hay alternativas que aporten
    sensación de futuridad, entonces se pueden ensayar
    respuestas proyectivas. Las respuestas proyectivas encuentran
    anclaje en prácticas, hábitos y ritualidades que
    nos pueden estar hablando de la posible constitución de
    una "cultura obrera
    distinta" (James, 1993).

    Relatamos una experiencia no porque sostengamos la
    irreductibilidad de las particularidades, sino porque: los
    compañeros que me antecedieron trataron muy
    convenientemente el marco general del proceso; es importante
    encontrar lo contextual en las prácticas y
    representaciones concretas; el carácter de la investigación procura, a partir de trabajos
    empíricos, conocer la problemática local
    incorporando desde la antropología cultural, la historia social y
    la ciencia
    política, preguntas acerca del modo cómo fueron
    esos procesos y cómo han operado sobre las
    prácticas, la memoria, las
    actitudes y
    tradiciones de los sujetos; porque investigadores y sujetos de
    investigación pertenecemos a la misma sociedad, y por lo
    tanto el conflicto supera la condición de
    preocupación metodológica para constituirse una
    cuestión social. Sostenía Santiago Wallace (1994:
    234) que "lo que está en la base es un proceso de
    producción de conocimiento
    de la construcción de una relación social
    con el otro, de una profunda interacción que es al mismo tiempo
    experiencia con el grupo y
    participación en las experiencias del grupo".

    BIBLIOGRAFÍA

    • Giddens, Anthony 1995 La constitución de la
      sociedad. Bases para la teoría de la estructuración
      (Buenos
      Aires: Amorrortu). James, Daniel 1993 "El olvido oficial es
      muy poderoso en la Argentina", en Todo es Historia (Buenos
      Aires) N° 314, Setiembre. Dossier Gremialismo y
      Política.
    • Meiksins Wood, Ellen 2001 "Trabajo, clase y estado en
      el capitalismo
      global" en Seoane, José y Emilio Taddei (comps.)
      Resistencias
      Mundiales [De Seattle a Porto Alegre] (Buenos Aires:
      CLACSO).
    • Rodríguez, Gloria 2001 "Un
      ‘Rosario’ de conflictos. La conflictividad social
      en clave local", en OSAL (Buenos Aires: CLACSO) N° 5,
      Septiembre.
    • Rodríguez, Gloria et al. 2000 Actas del Primer
      Encuentro Regional Ciencias
      Sociales y Sindicalismo (Rosario: CEHO).
    • Wallace, Santiago 1994 "El proceso de trabajo
      cervecero. Una mirada desde los riesgos", en
      Berrotarán, Patricia y Pablo Pozzi (comps.) Estudios
      inconformistas sobre la clase obrera argentina (1955-1989)
      (Buenos Aires: Ediciones Letra Buena).

    NOTAS

    1. Desde mediados de la década del treinta y con
    mayor fuerza durante
    las dos primeras presidencias de Perón,
    surgió una fuerte clase obrera industrial, la más
    concentrada de Latinoamérica. Durante las décadas
    del sesenta y setenta esa situación se reforzó,
    dando lugar a un numeroso proletariado industrial concentrado que
    reflejaba el proceso "fondista". Como correlato de esta base
    social, existía una poderosísima burocracia
    sindical. Dirigentes como Vandor, Framini, Taccone, Coria, etc.,
    hacían temblar gobiernos con sus amenazas de "planes de
    lucha". Esta realidad cambia a partir del proceso de
    desindustrialización de Martínez de Hoz, durante el
    Proceso, y con el Plan de
    Convertibilidad. Hoy es todo un símbolo que muchas
    fábricas se hayan convertido en supermercados, mientras
    que los obreros que trabajaban en ellas han pasado a integrar la
    legión de desocupados, cuentapropistas o
    jubilados.

    2. Confederación General del Trabajo (CGT) y CGT
    Rebelde, ambas en proceso de unificación, y Central de los
    Trabajadores Argentinos (CTA).

    3. "El Honorable Concejo Deliberante expresa su respaldo
    a las gestiones que llevan adelante los trabajadores del
    Supermercado Tigre (Tucumán 1349) con el objetivo de
    sostener sus puestos de trabajo y concretar un emprendimiento
    económico que dé respuesta a sus necesidades.
    Antesalas, 24 de septiembre del 2001."

    4. Juan Nucci era el Secretario General de la CGT
    Rebelde de Rosario.

    5. Estas actividades consisten en actos; paros;
    movilizaciones convocando a todos los sectores gremiales y
    populares; charlas sobre salud y legislación
    laboral; cine-debate;
    cursos sobre historia del movimiento obrero argentino;
    convocatorias a la participación de intelectuales
    y profesionales; participación solidaria en los conflictos
    de otros gremios o sectores populares; participación en
    las convocatorias realizadas desde instituciones
    académicas de la universidad o agrupaciones universitarias
    y, lo que ha sido el instrumento más importante, la
    generación del Centro Cultural de La Toma.

    Este texto se
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    Gloria Rodríguez
    (*)

    (*) Antropóloga. Profesora
    Titular/investigadora de la Universidad Nacional de Rosario
    (UNR). Directora del Departamento de Antropología
    Sociocultural, Escuela de
    Antropología (UNR). Coordinadora del Área
    Antropología y Trabajo del CEHO (Centro de Estudios de
    Historia Obrera).

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