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Globalización, cultura, lenguajes y violencia


    La ideología de la
    globalización y la agonía de un largo
    final

    Las circunstancias de fines de siglo y los comienzos de
    otro son problemáticas. Grandes fantasmas
    recorren el mundo convertidos en fuerzas que rechazan el análisis, la historia, proponen otros
    argumentos de la razón en condiciones de omnipotencia y de
    absorción de los pensamientos de los sujetos. La
    regulación apocalíptica que surgió en los
    últimos años del siglo XX de los hechos
    económicos, sociales, políticos, culturales como
    explosión de la denominada globalización y de sus crisis, se
    constituyó en el ámbito planetario proponiendo
    elementos de oscuridad. Quizás de manera más
    terrible en cuanto a las posibilidades de salida para los
    países del Tercer Mundo. América
    Latina sometida a períodos de congelamiento
    político por el terrorismo de
    Estado a
    mediados de los años setenta, aceptó la
    hegemonía estadounidense para la comprensión,
    la
    administración y la política de la vida
    de sus países. Siguiendo la tradición del
    compromiso de las burguesías con el capital
    internacional la última década de los noventa
    convirtió a los países periféricos en una plétora de
    difusores y defensores del neoliberalismo. Porque la globalización
    iniciada como proceso
    económico extendió la misma
    conceptualización a la filosofía y a una
    multiplicidad de disciplinas. A partir de la apropiación
    política de cada Ministerio de Economía o de
    Hacienda, los reproductores de la globalización realizaron
    prácticas proféticas argumentando la necesidad de
    la inserción mundial para cada país y el valor del
    mercado para
    todos los hechos. Sucesos que se iniciaron en la década de
    los 70 con las dictaduras militares preanunciando mediante
    el lenguaje de
    la violencia –no simbólica – lo que
    ocurriría unos años más tarde con la
    producción, los salarios, el
    capital, los valores,
    los consumos y las sociedades
    modeladas para usos de intercambio en otros niveles de
    violencia.

    A principios de los
    años setenta Aldo Ferrer que fuera ministro de
    economía decía: "…el mercado debe asignar los
    recursos
    productivos y distribuir los ingresos entre
    los agentes de la producción; la empresa
    privada debe encabezar el desarrollo y
    el Estado
    cumplir una función
    subsidiaria; la economía debe abrirse a la competencia
    internacional y especializarse conforme a las ventajas
    comparativas reveladas por el mercado internacional; la
    inflación debe frenarse mediante la reducción del
    gasto
    público y sin déficit fiscal….."
    La concepción conocida años más tarde como
    neoliberal ya estaba en el Estado sin que la sociedad
    hubiese tomado nota del cambio.

    Globalización es un término que se repite
    en los discursos
    oficiales, en la academia, en los medios de
    comunicación, en la opinión generalizada de
    habitantes. Ha sido conocida como un paraíso para alcanzar
    y como una fórmula disciplinada a la que se debe obedecer,
    por los alambicados y sinuosos discursos en los actos del habla,
    especialmente en las situaciones de trabajo,
    cualesquiera fueran sus formas de empleo,
    subempleo, trabajo en negro. Se insertó en lo que se
    conoce como vida cotidiana o en el lugar en que los sujetos
    desempeñan su subjetividad y crean su identidad
    social. El lenguaje de la
    opinión
    pública y/o el de los medios de
    comunicación se encargó de situarlo como un
    proceso exclusivo de los economistas, oscuro y sobrepresentado
    por datos
    cuantitativos y adhiriéndole nociones impenetrables para
    el común de la población. La distancia entre lenguajes
    hace que la conciencia de lo
    que ocurre en la vida cotidiana sea incomprensible, con falta de
    razones y de respuestas a los por qué.

    Para Agnes Heller la vida cotidiana se constituye como
    vida alienada ya que las relaciones sociales de los individuos
    con las formas de actividad son lo que determina la
    alienación. [1] No hay vida cotidiana sin historia, como
    tampoco la hay sin los elementos de la heterogeneidad, que son
    las capacidades, habilidades y pasiones que poseen los individuos
    a lo largo de su vida. A medida que los individuos actúan
    en la vida cotidiana sus comportamientos devienen
    homogéneos, lo que no significa que actúen de
    acuerdo a una estructura
    homogénea, sino que se sumergen en una objetivación
    homogénea, que implica una praxis
    comprometida, una concentración de fuerzas y de
    capacidades concentradas y éstas son acciones
    cognoscitivas, psicológicas y morales. La ideología
    de la globalización, el neoliberalismo, el posmodernismo
    se insertó en la vida cotidiana dejando de reconocer los
    sucesos históricos, los pensamientos, las ideas, los
    hechos, las identidades. La vida cotidiana se tornó mucho
    más alienada en la Argentina en los últimos diez
    años como producto de la
    dispersión de fuerzas que tuvieron que realizar las
    personas ante el cambio de valores que
    planteó la globalización. ¿Qué
    pasó que el neoliberalismo impuso el mecanismo del mercado
    dictando sus leyes a la
    sociedad?, conduciendo lo demolición de la sociedad.
    ¿Por qué el BM y el FMI pueden
    intervenir a voluntad y forzar a los países a participar
    en la economía
    mundial, en términos desfavorables?. Seguridad
    social amenazada en la mayor parte de los países,
    medio ambiente
    al borde del colapso, países cada vez más pobres y
    países cada vez más ricos es la consecuencia de la
    primacía de la dictadura de
    lo económico sobre la sociedad. Las ideas del
    neoliberalismo en sus orígenes crearon una red de fundaciones,
    institutos de investigación, publicaciones, forjaron
    académicos y escritores de las relaciones
    públicas, de manera que empaquetaron las ideas y
    doctrinas y las hicieron permeables para la sociedad.
    Interpretaron a Antonio
    Gramsci con el concepto de
    hegemonía cultural. Se puede decir que el trabajo
    minucioso y violento de la derecha ha tenido el éxito
    al estilo de una promoción de una secta religiosa, ya que su
    doctrina dogmática, el sacerdocio que pregona, las
    instituciones
    legislativas que lo enfundan envía a la Inquisición
    a quienes se le opongan. A diez años de lo que fuera la
    famosa frase de Margaret Thatcher cuando el bombardeo del buque
    General Belgrano, en 1982, en el intento de recuperación
    de las Malvinas se
    hizo carne: no importan los individuos importa el
    mercado.

    En 1979 ¿El fin de la Historia? la obra de
    Francis Fukuyama marcaba las líneas de su
    coterránea Thatcher. Diez años después
    aquél descubrió que en realidad la historia no
    puede acabarse, pero hasta que las ciencias de la
    naturaleza no
    hayan llegado a su fin. No muy arrepentido de sus contundencias,
    Fukuyama dice en la actualidad que no fue comprendido y que la
    historia está dirigida por la expansión de las
    ciencias de la naturaleza y de las tecnologías
    contemporáneas y que ellas son el fundamento de la
    modernización económica. Pero parece haberse dado
    cuenta que se necesita de un sistema
    político que admita la universalidad de los derechos del hombre. Su
    lógica
    evolutiva es que sólo las naciones más avanzadas
    podrán llegar a la democracia
    liberal y los mercados. El
    resto y las crisis serán sólo involuciones.
    Fukuyama pronosticó que la mundialización va a
    durar mucho tiempo, que
    llegó para quedarse y que será diferente
    según países. Muy ávido por los procesos
    evolutivos también pronostica Fukuyama que serán
    las tecnologías de información las que acelerarán los
    procesos de democratización, ya que ningún
    país podrá quedarse aislado de las fuentes
    externas de información.

    El recorrido de la mirada por cualquier territorio
    latinoamericano, del Tercer Mundo y aún de los del Primer
    Mundo indica por el contrario que las víctimas del libre
    mercado somos muchos y que lo que está en una picada
    descendente son las formas de la democracia liberal y el mercado
    manejado y manipulado de la forma en que se ha realizado en los
    últimos 30 años.

    ¿Qué es globalización? El concepto
    fue establecido como organizador de la discusión
    económica política en la escena
    contemporánea. El término implica que una sociedad
    cohesiva y aislada y una economía doméstica ya no
    se sostienen y que debemos integrarnos a una economía y a
    una sociedad que son verdaderamente globales y que existe una
    dependencia de la vida cotidiana de fuerzas, que también
    son globales. De allí se pasa a aseveraciones, a juicios,
    que la transformación cualitativa del capitalismo
    desarrolló en nuevas relaciones de interdependencia
    más allá de los estados nacionales. El concepto
    devino en situaciones de mito, de
    imágenes invertidas de la realidad y se
    afirmó en las políticas
    de los estados justificando las más impopulares, durante
    toda la década de los noventa, e independientemente de
    cuáles fueran sus voceros.

    Se oyó decir que era un evento completamente
    nuevo cuando en realidad situaciones globales acompañaron
    todo el devenir del capitalismo. Como justificación
    económica se dijo que se ingresaba a una nueva
    época de crecimiento rápido, sin inflación
    ni crisis, cuando las crisis son recurrentes y mucho más
    la provocada por la globalización. También se dijo
    que se iniciaba una época de producción y productividad
    amparados por una revolución
    tecnológica y la informática, cuando no ha habido
    crecimiento de la productividad y el fenómeno del desempleo se ha
    tornado estructural y a escala mundial la
    situación de inflación que generó el capital
    derivó en fuertes retrocesos de zonas que de tiempo
    atrás estaban rezagadas. Se dijo que había que
    privatizar porque el Estado era deficiente en su funcionamiento,
    incluso con la justificación de escapar de la deuda externa.
    Las privatizaciones, aparte de enajenar el capital
    público no amortizaron las deudas externas de los
    países menos desarrollados. Se dijo que la
    globalización había de servir de base al
    crecimiento sostenido; que serviría para el equilibrio
    ambiental; que se debilitaba el Estado centralizado; que las
    clases desaparecían e incluso el conflicto de
    clases; que los movimientos reivindicatorios de los trabajadores
    no tenían sentido; que los modos de operacionalidad de la
    política irían cambiando a partir de la
    búsqueda de consensos entre los tres sectores de la
    sociedad: el estado, los empresarios y los académicos; que
    las viejas nociones de centros hegemónicos y
    periféricos eran obsoletas; que se iniciaba un orden con
    el fin de la historia y que este comienzo se denominaba
    neoliberalismo.

    A partir de estos esquemas –seguramente existen
    muchos más– devino un quehacer social y
    político que cambió mentalidades, pensamientos,
    idiosincrasias y erosionó las bases valorativas de
    comprensión y justificación de la realidad social.
    Las alteraciones a la realidad social son culturales porque
    justifican a través del lenguaje, las formas de actuar
    macro y micropolíticas, inventan lenguajes
    crípticos denominados tecnológicos, son de ghettos
    sociales y sirven para la reproducción social de la sobrevivencia de
    unos pocos.

    Lo definitorio de la globalización reside
    en:

    • La importancia de la estructura financiera y de la
      creación global del crédito y el dominio de las
      finanzas
      sobre la producción.
    • El conocimiento
      y/o una estructura del saber como definitorio para la
      estructura de la producción.
    • La obsolescencia de ciertas tecnologías y el
      crecimiento en la trasnacionalización de las
      tecnologías.
    • El ascenso de los oligopolios globales con forma de
      corporaciones multinacionales.

    La globalización de la producción, del
    conocimiento y de las finanzas dio lugar a la retirada del estado
    nacional como poder
    regulatorio y el ascenso de un poder global político en la
    estructura de autoridad de
    los estados, asociado con las Naciones Unidas,
    que a su vez socavó al sistema
    democrático tal como se lo conoció desde el siglo
    XIX.

    Asimetrías y des
    identidades de la ciudad global.

    Globalizaciones existieron siempre en el sistema de
    producción capitalista, pero nunca como a fines de siglo
    XX se dio en los discursos y en la conformación de las
    operaciones de
    las metrópolis sucesos para maximizar beneficios
    jerarquizados. La globalización presenta contrastes tanto
    en fortunas como en infortunios, entre los que ganan y los que
    pierden y estos entrecruzamientos generan distintos lenguajes y
    violencias solapadas. Las fortunas concentradas se encuentran en
    las ciudades más globalizadas, New York, Japón,
    París, Bonn o cualesquiera de ellas, las 300 personas
    más ricas del mundo manejan ingresos superiores a la mitad
    de la población del planeta. De esas ciudades parten los
    negocios de la
    droga, de las
    armas, de la
    prostitución, de las mafias, de las bolsas,
    de las telecomunicaciones y de los esquemas de pensamiento
    hegemónicos que se dispersan en asimetrías para el
    resto de la población terráquea. También en
    las más importantes de ellas existen contrastes entre los
    modos de vida opulentos, los desocupados y
    desempleados.

    Nunca como en la última década el libre comercio
    accionó los poderes de ofertas de mercaderías no
    sólo como objetos, sino humanas y nunca se conoció
    de manera tan violenta una monopolización de herramientas
    económicas que permitiese el control de las
    sociedades más ricas sobre las más pobres. Los
    controles monopólicos se efectúan en los
    ámbitos que dan más réditos: las
    tecnologías, las finanzas, los medios de
    comunicación, las armas de
    destrucción masiva y el acceso a los recursos
    naturales del planeta. La concepción del desarrollo se
    asimiló a la expansión del mercado, del mercado
    capitalista. Todo se mercantilizó en la sociedad y
    también los actos del habla. Los proyectos se
    percibieron de otra manera como la concentración espacial
    de la era telemática, que fue vista como una
    democratización específica, educativa y cultural,
    pero que agudizó la dispersión de los conocimientos
    y la integración en numerosos sentidos. Fue lo
    político subsumido a lo económico, las concepciones
    sobre el Estado las que produjeron las asimetrías
    más dispares, especialmente para el Tercer Mundo.
    Así economía y estados quedaron cada vez más
    vinculados. Con detrimento de la política y en las
    metrópolis grupos
    sociales con intereses cada vez más transnacionales
    son los que manipulan las corrientes de opinión y las
    pasiones del pueblo.

    Estas vinculaciones hicieron a la emergencia de
    influencias políticas no sujetas a control, separadas de
    toda intencionalidad y devenir democrático,
    paradójicamente en las ciudades más destacadas
    actúan las sedes del Banco Mundial,
    la Organización Mundial de Comercio y el
    Fondo Monetario
    Internacional.

    Es en las ciudades en las que se da una
    integración de diversos sectores a la vida social, la
    economía, la política, la cultura, pero la
    economía que es mundializada y autónoma con
    relación a los estados políticos o nacionales hizo
    que los modelos
    económicos asentados en la idea de la globalidad,
    provocasen las consabidas demandas multiplicadas, reclamos de
    enseñanza, de sistemas de
    protección social, de empleo, de seguridad, de
    derechos en los marginales, de los inmigrantes, de etnias y de
    los y las diferentes. Demandas que la dinámica de las administraciones no
    están preparadas para responder en tanto son dirigidas por
    modelos
    económicos globalizados. El mundo tecnocrático
    inspirado en la mercantilización hizo de la democracia un
    nivel poco destacable y en las administraciones de los estados se
    dejaron de tener en cuenta la multiplicidad de realidades. El
    paradigma de
    las empresas
    comenzó a cobrar vigor para conducir a lo público y
    la representación de intereses y de valores se unió
    a la representación política como no lo hiciera en
    todo el siglo XX.

    Las ciudades son hoy sede de las operaciones legales y
    de contabilidad
    más que de producciones y en las gestiones exportan
    incertidumbres, especulación, fragmentación
    además de la terciarización de los servicios.
    Esta implantación de actividades crea distorsiones, de las
    más conocidas: la disparidad de salarios entre
    trabajadores de distinto nivel educativo, el desempleo, la des
    información, altos ingresos y hábitos de consumo
    elevados para sectores sociales ocupados y adaptados con los
    términos de la economía y los lenguajes de modos de
    vida dirigidos. La generación de subculturas se observa
    por doquier, una uniformización de los modos de vida que
    es acorde con los valores del posmodernismo que se ajusta a la
    globalización y que hace que se estandaricen los tipos de
    consumo, las representaciones imaginarias, las modas, pero lo que
    se estandarizó con mayor agudeza fue el deseo de
    ganar.

    Aunque el grado de información tecnológica
    es superabundante, el acceso a ella es relativo para diferentes
    sectores sociales. Las informaciones televisivas también
    de orden global son fragmentarias, las referencias de los sujetos
    son dispersas pero excitan el goce y la pasión por los
    consumos, por el éxito individual y el temor al fracaso.
    Existen dificultades para elegir especialmente valores,
    circunstancias y se vive en las ciudades de manera descartable
    y/o haciendo zapping. Las proyecciones que tuvieron su soporte en
    la globalización, en la Argentina, dejaron de tener en
    cuenta identidades, historias, costumbres, favorecieron la
    recepcitividad pasiva de espectadores y espectadoras.

    Cada vez más en los espacios físicos se
    superponen las diferencias, las hay que son ghettos protegidos en
    los suburbios y que mantienen nulas relaciones de vecindad.
    Centros en los que también se perciben las disparidades
    como en las periferias, pero ahora los centros geográficos
    están devaluados y en las periferias conviven poblaciones
    marginales conjuntamente con las burguesías en ascenso. El
    lenguaje actual los denomina country clubs. Los privilegios se
    manifiestan en obras de infraestructura y atractivos especiales
    en los que niñ@s y jóvenes asisten a niveles de
    escolaridad también privados con accesos a campos
    deportivos diversos, al consumo de tecnologías y una
    movilidad que los imagina estar en cualquier ciudad del planeta
    tierra. Los
    posgrados en universidades del Primer Mundo han empezado a
    competir con los posgrados en la metrópolis pero de
    universidades privadas que poseen sus enclaves en las
    cercanías de los barrios cerrados. El paisaje suburbano
    argentino se asemeja al californiano o al inglés
    y la vida transcurre de manera bucólica con escenarios
    encerrados por el que fue en el siglo pasado, el símbolo
    del progreso: el alambrado.

    Alambrados y accesos con barreras custodiados por
    guardias de seguridad. Luego es posible ver a los niños
    en el paisaje homogéneo, con las bicicletas
    homogéneas, los jardines homogéneos y las casas
    homogéneas. Detrás de la violencia que suscita el
    alambrado, muchas veces electrificado, la pobreza
    multifacética. Es que el bienestar está amenazado y
    el mal rodea a los prisioneros que se consideran los buenos del
    campo de concentración de la pureza globalizada. La
    desigualdad, o mejor la pobreza,
    creó un nivel de criminalidad, de violencia, reconocida en
    los países del Primer Mundo pero inespecífica en
    los del Tercer Mundo. Existen admisiones acerca de la
    relación entre el desempleo y el aumento de la violencia,
    sin embargo poco se dice acerca de las motivaciones y de los
    circuitos
    culturales que hacen a los comportamientos violentos.

    La continua superposición de actividades
    encontradas aparece como generadora de una ética
    global que dicta los señalamientos en los comportamientos.
    La erosión de
    los estados nacionales como contenedores de las identidades hizo
    que se prescindiese de las integraciones simbólicas como
    elementos significativos y se optase por la inclusión de
    sujetos de las grandes corporaciones multinacionales, sus modos
    de vida, sus costumbres y sus tradiciones. De manera que el poder
    se convirtió en fachada de frivolidades, de expresiones
    banales y de la iniciación de otros valores para transitar
    el camino de las carreras políticas. Al semejanza con los
    Estados Unidos
    el sistema político se presenta lleno de desconfianzas, de
    mediocridades y de mezclas de
    corrupciones. La desconfianza de la opinión pública
    con respecto al voto, el mayor acceso a los programas
    televisivos y a la internet da lugar a la
    presencia en la política de personas sin experiencia, sin
    embargo a la opinión pública le gusta seguir a los
    famosos sin experiencia en los cargos de gestión
    del Estado porque en apariencia posee un hartazgo sobre la
    corrupción
    de la política. Los valores manifiestos por la publicidad
    establecen paradigmas a
    ser tenidos en cuenta por l@s que se dedicarán a la
    política para el nuevo milenio como los siguientes: hace
    falta inteligencia
    para ganar dinero y tener
    éxito; aquél o aquella que se presentan es porque
    han tenido éxito, han ganado, y lo han conseguido por
    sí mismos, no han robado en los cargos públicos.
    Esta sospechosa participación de las vías
    telemáticas en la política considera que el
    público dejó de ser espectador y se
    convirtió en protagonista, en una especie de experto, de
    analista de los problemas
    sociales, como la sanidad, la educación, el
    cuidado de los ancianos, que lo importante es quién va a
    ganar no quién es el mejor o la mejor candidato o
    candidata.

    A nivel societario existe una alta fragmentación
    de identidades, ya que no hay una unidad de poder que permita
    confluir lazos sociales, que asegure la convivencia. El
    management es el nuevo código
    ético de la administración de los estados. Las
    administraciones públicas son ahora gerenciadas en vez de
    administradas. Mejorar la gestión es mejorar la
    economía y el deber ser ocurre en tanto exista el cierre
    de caja. La agilidad de la gestión se mide por auditorías, por negociaciones
    descentralizadas e individuales y sobre todo por aumentar la
    productividad. Como el mercado opera de manera flexible nada fue
    tan defendido y acatado como las pautas de las reformas del
    mercado laboral para
    convertirlo en flexible. El empleo precario, la reducción
    unilateral de salarios para las empresas, las fechas para tomar
    las vacaciones, la extensión de la jornada laboral, la
    negociación a nivel de empresas, la
    supresión de las negociaciones colectivas de trabajo
    mediante los sindicatos,
    fueron cambios que operaron en las ciudades. El poder
    político sometido al poder económico hizo que los
    contadores fuesen los técnicos más capaces para
    administrar las políticas exteriores, la educativa, la de
    defensa, la cultural. La necesidad de confiar en los mercados
    confluye en una permanente consigna que es reducir gastos, efectuar
    políticas de austeridad y continuar con el endeudamiento
    externo. Las debilidades para formular y orientar
    políticas públicas, para dar respuesta a los
    problemas
    concretos se realiza con un mayor control sobre recursos
    humanos y con mayor poder de policía sobre los
    trabajadores. La privatización y la destrucción de
    los servicios
    públicos que condujeron al igual que en Gran
    Bretaña por los años 80 a una fuerte
    reducción de los empleos públicos acarreó un
    deterioro de la sindicalización, especialmente de la
    fortaleza sindical derivada de los empleos públicos. Para
    los neoliberales es mejor tener menos trabajadores que
    más. El descrético hacia los sindicatos hizo
    confundir a lo largo de los últimos diez años los
    derechos adquiridos tanto en lo laboral como en lo social, de
    manera que los lenguajes de tono totalitario fueron tan
    frecuentes de oir en expresiones como: la hora de los sindicatos
    ya pasó; si no te gusta este sueldo y este contrato te vas.
    Los trabajos flexibles fueron lo constante en el ámbito
    público como en el privado, aunque el trabajo
    público continuó con el prejuicio de
    la burocratización ineficaz e ineficiente; la
    pérdida de tiempo; el gasto infructuoso. La
    transpolación de lo ineficiente pasó de todo lo
    público al reconocimiento de las personas.

    El cambio en las relaciones de poder en la sociedad es
    entre élites tecnocráticas o bien ligadas al poder
    político de turno y el resto de una masa
    heterogénea, desprotegida y en gran parte desempleada.
    Esas élites antes eran denominadas patria contratista,
    empresarios industriales, cúpulas sindicales. Ahora son
    holdings, ex ejecutivos de corporaciones que asesoran, ejecutivos
    del sector financiero, ejecutivos de los servicios privatizados.
    El lenguaje común que se usa en las grandes ciudades es
    emitir conceptos como si todos tuviesen el mismo modelo
    básico cual si fuesen computadoras,
    la PC del Mercado Libre. Los sistemas
    operativos son las políticas macroeconómicas
    para tener éxito en la economía globalizada y el
    software es la
    ley, los
    tribunales, los organismos regulatorios, una prensa libre y
    las instituciones democráticas. Tanto en Rusia como en
    cualquier otra ciudad del Primer y/o del Tercer Mundo existen
    gestionadores de las administraciones públicas corruptos,
    porque la economía está sometida al hardware del mercado libre,
    aunque dichas economías estén estancadas. La
    gestión es la que debe de cambiarse y dejar de proteger
    con normas a los
    recursos dirigentes de esas administraciones. No hacen bien las
    cosas, buscan favores, privilegios impositivos, subsidios y esto
    aumenta los déficit. Se debe dejar de hacer asistencia y
    comprender cuál ha sido el origen del éxito
    norteamericano para emular. El sofware de leyes y de mercado que
    permite ganar al competidor más productivo. De allí
    que se necesiten administraciones públicas honestas,
    flexibles y reducidas. [2]

    El nuevo capitalismo reclama los subsidios y los
    favoritismos que no mantienen las reglas básicas de la
    economía de mercado. No es posible seguir trabajando a
    pérdida, con malas calidades tanto de productos como
    de recursos humanos, de lo contrario se continúa con los
    incentivos
    económicos perversos. Es necesario hacer cumplir la
    disciplina del
    mercado, [3] este es el lenguaje de la nueva ética. En el
    lenguaje globalizante del capital no se reconoce la
    apropiación en manos corporativas y privadas, como tampoco
    la emergencia de influencias políticas sujetas a las
    variantes de los oficiales del Banco Mundial o
    del FMI. Estas instituciones se han fortalecido en los
    últimos 20 años de manera asombrosa, gracias a la
    crisis de la deuda y al mecanismo de condicionalidad el FMI ha
    pasado a ser el dictador de las políticas
    económicas sólidas. Dictadura que se traspasa a los
    gobiernos democráticos y que permite las corrupciones de
    éstos ya que al dictar la economía las
    políticas, la política sobrevive apoyándose
    en la norma neoliberal. Demás está en nombrar en
    este pequeño esbozo que el resultado de las
    privatizaciones en Argentina, y en otros países, no estuvo
    relacionado con la eficiencia
    económica. Los gerentes de las empresas privadas
    duplicaron o triplicaron sus sueldos y por lo general fue la
    misma gente que antes trabajaba para las empresas del estado. En
    cuanto al resultado de esas privatizaciones se entregó el
    producto enajenado de trabajo de miles de personas a los grandes
    inversionistas.

    El milagro económico de los últimos diez
    años deja en la Argentina con más de la mitad de la
    población viviendo en la pobreza. En Buenos Aires el
    cinturón más grande del conglomerado urbano que se
    encuentra en La Matanza, –otrora cinturón
    industrial– es una hilera de fábricas abandonadas.
    Las empresas se han ido al Brasil, por los
    menores costos y un
    mercado más grande, otras empresas dejaron de existir por
    la apertura del mercado argentino a la competencia extranjera.
    Mientras en las periferias urbanas se consume pobreza, droga y
    violencia, en el centro las ofertas culturales son más
    amplias, por un poder adquisitivo mayor y por un consumo cultural
    adaptado a los niveles adquisitivos, lo que hace de la ciudad de
    Buenos Aires una constante comparación con el Primer
    Mundo. La industria
    cultural no se mide por la calidad de las
    producciones del pensamiento, sino por la producción de
    ofertas de espectáculos, trabajo, inversión y ganancia como cualquier otra
    actividad económica.

    Desde la perspectiva sociológica clásica
    los diagnósticos sobre las sociedades actuales fueron
    catalogadas como sociedades anómicas. Anomia es un
    término adaptado del griego por Emile Durkheim, que
    define a una sociedad desintegrada, en la que no rigen normas de
    conducta, ni
    patrones de comportamiento
    para mantener a los miembros de la sociedad compartiendo estilos
    de convivencia. Esta desintegración, también
    estudiada hace muchos años por la sociología norteamericana, por Robert
    Merton, está concebida por los cortes entre los modelos de
    éxito y las posibilidades de lograr las personas –el
    éxito- mediante el trabajo. Se produce un corte
    estructural entre las aspiraciones de la mayoría de la
    población y las oportunidades y posibilidades de
    realizarlas. Ante estas situaciones las personas efectúan
    lo que Merton llamó "cortadas anómicas", es decir
    que cada vez más gente renuncia a seguir caminos de
    progreso personal comunes
    en las sociedades bien constituidas, como trabajo, posibilidades
    de ahorro,
    honestidad,
    dedicación a las tareas, etc., para tomar otros
    caminos.

    Estas cortadas anómicas son recurrentes en
    comportamientos como ira, enojo, decepciones, protestas, violencia
    social y política y también la evasión,
    aislarse despectivamente de la sociedad y de su política
    –en muchos caso estimuladas por drogas– o
    dedicarse a actividades sin sentido positivo. En otras palabras
    gambetear la situación, o utilizando el lenguaje actual,
    zafar. Las llamadas actividades de diversión como casinos,
    bingos, juegos de
    azar, premios, loterías son formas de ilusiones para zafar
    de ciertos dolores.

    También existe otra forma de cortada
    anómica que es el comportamiento "ritualista o
    conformista" que deriva en indiferencia por lo que se hace, por
    el otro o la otra y actuar también displicentemente,
    generando climas de desinterés o de apatía social,
    que en las expresiones del lenguaje oral es: es como
    si…..

    Política, estado,
    nación,
    democracia.

    En los últimos tiempos no hubo una
    expresión más acabada que aquella que
    recomendó reconvertir el poder centralizador del Estado,
    que permitió el surgimiento de recetas que notificaban
    acerca de la necesidad de aplicar la descentralización en las administraciones
    públicas. Operación que también la produjo
    la empresa privada
    en Estados Unidos con el crack financiero del año 29. Sin
    embargo la descentralización se aplicó a la
    economía, a la salud, a la educación y sobre
    todo a la asistencia directa, que por la cesión de
    competencias a
    las provincias y a los municipios en las áreas de la
    política
    social servirían además para erradicar la
    pobreza. En realidad la descentralización fue
    también una herramienta usada al servicio de
    las privatizaciones, a la crisis fiscal del estado y para
    establecer ajustes especialmente en las áreas
    sociales.

    El Estado conoció numerosas reformulaciones
    mediante la ideología de la globalización, de ser
    un estado- burocrático-autoritario en los años de
    la dictadura pasó a ser un estado gerente, a un
    estado regulador por el proceso de las privatizaciones aunque sin
    el funcionamiento acorde de los controles institucionales y a
    comienzos del año 2000 se intentará pasar a un
    estado solidario, para la defensa de los más
    débiles. El tipo ideal weberiano, el ideal de la burocracia ya no
    existe por obra y gracia de la búsqueda de la eficiencia.
    Rigidez versus flexibilidad son los polos de la dinámica
    de las organizaciones
    modernas, rapidez, racionalidad del gasto, velocidad de
    la decisión política. Esta racionalidad de la
    gestión presupone estructuras
    organizativas que ya no son piramidales, sino horizontales en las
    que se favorece el trabajo en equipos. Los nuevos vocablos que
    dicen de las acciones remiten a: calidad total,
    reingeniería de procesos, planeamiento
    estratégico, la coordinación en redes. La
    denominación de estado solidario para la defensa de los
    más débiles está señalando un cierto
    darwinismo social que siempre estuvo implícito en la
    ideología de la globalización Con esa
    denominación se está cuestionando la ineficiencia
    del estado liberal constituído alrededor de los valores de
    libertad y del
    individuo y
    también se está desconociendo la historia de las
    ideas, los pensamientos fértiles. Se está
    cuestionando al Estado de Bienestar basado en la igualdad y en
    lo colectivo y por los desastres ocurridos se está
    utilizando un lenguaje menos violento que no cuestiona al estado
    neoliberal, privatista, individualista y corrupto. Este
    será el Estado que iniciará el tercer milenio, que
    propondrá la defensa de los más débiles e
    intentará calmar las asimetrías sociales mediante
    la lucha contra la pobreza, las desigualdades sociales y las
    exclusiones, que dice que tendrá en cuenta las
    políticas de seguridad urbana o como suele llamarse hoy en
    día a la seguridad
    ciudadana. §

    Sin embargo la ortodoxia de la globalización no
    entiende de humanismos ni de solidaridades, aunque en el
    último año del siglo haya utilizado esas palabras
    porque como se expresó anteriormente el neoliberalismo no
    entiende de democracias, ya que fue creado para los vencedores y
    no para los votantes. La globalización no entiende de los
    sufrimientos humanos porque dejó atrás las
    relaciones sociales y disolvió la resistencia a la
    explotación capitalista y porque entró para
    quedarse durante muchos años. En realidad se rehacen
    pérdidas como la de los valores democrático
    liberales pero trasnacionalizando a los estados nacionales. De
    esta manera se sugiere un seguro sobre los
    ciudadanos del mundo aunque los ciudadanos sean solamente
    factores de la producción en tanto mercancías
    asalariadas. Bajo el principio de la competencia y de la
    maximización del valor de las acciones, el neoliberalismo
    se presenta como justamente violento. Por eso es que la
    resistencia a la globalización no ha tenido efectos, la
    violencia, la opresión, encuentra a los grupos oprimidos
    sin condiciones para establecer cambios. De allí que se
    haya escuchado y leído expresiones de
    reestructuración sobre los quehaceres de la gente en los
    márgenes. Una de las formas de lectura sobre
    las respuestas hacia la violencia de las exclusiones fue la
    expresión: estrategias de
    sobrevivencia, especialmente para las mujeres. La gente
    más pobre no hace otra cosa que adaptarse desesperadamente
    a las condiciones adversas a través de estrategias de
    existencia, pero aún así fracasan. Nada se aclara
    acerca de la violencia que supone en las relaciones sociales de
    vida, esas estrategias. Los contenidos implícitos son: la
    sobrevivencia de los más aptos. De esta manera la
    ideología de la globalización aplica en las
    relaciones sociales el darwinismo social más sofisticado
    porque instauró un nuevo orden moral.

    Fukuyama llama a esta recomposición, una gran
    reconstrucción moral. En su nuevo libro La gran
    ruptura [4] dice que las sociedades industriales dejaron de
    existir para convertirse en sociedades de la información y
    que las naciones ricas sufrieron quiebres en sus valores. Fueron
    las democracias liberales las que originaron esos quiebres con la
    declinación de las instituciones de parentesco, los
    crímenes, el bajo número de matrimonios y
    nacimientos, la pérdida de fe en las instituciones y la
    reducción del radio de
    confianza o la tendencia de la gente a relacionarse en grupos
    pequeños. Dice Fukuyama volviendo a instaurar la
    terminología vigente en el siglo XIX : nuestros instintos
    más básicos nos impulsan a crear reglas morales que
    nos unen en comunidades y a promover la cooperación…en
    las sociedades de la información, ni los gobiernos ni las
    coorporaciones van a depender exclusivamente de reglas
    burocráticas y formales, van a descentralizar el poder y
    descansar en la gente, que se autoorganizará. Para
    América
    Latina las proyecciones de Fukuyama es que nada cambiará
    hasta tanto no se realicen las asociaciones entre la cultura
    formal con la informal, y por informal el autor entiende las
    asociaciones privadas, o lo que hoy parece estar en el tapete de
    la modernización, la sociedad civil.
    También el concepto de sociedad civil deberá ser
    revisado por la vocación de imponer condiciones
    relacionadas a la reproducción del capital en el sistema
    político. El totalitarismo de la sociedad civil como
    reemplanzante de la tarea del estado-nación
    en las democracias imperfectas, no da lugar a una democracia de
    mayor nivel sino por el contrario, a la continuidad de una
    democracia encorvada o de baja intensidad manejada por el
    desarrollo socio político del mercado y ésta es una
    estrategia
    más de la concepción neoliberal globalizante del
    gran capital.

    Este darwinismo social que posee numerosas aristas,
    justifica las relaciones patriarcales de dominación y la
    sobrevivencia de los más aptos produce la estructura de
    oportunidades para la relación jerarquizada entre varones
    y mujeres. Ciudadanos y ciudadanas lo son en tanto compartan la
    ciudadanía por la productividad, sus
    derechos se deberán acomodar a los valores transnacionales
    de la productividad. Es un appartheid de condiciones globales que
    impone las reglas del apartheid a la población a fin que
    resulte exitosa la guerra
    económica. Ya no hay dignidades fuera de los factores de
    la producción, el capital en sí mismo se ha
    globalizado y está basado en la destreza científica
    expandiéndose más allá de las fronteras del
    estado-nación. Pensando en un ejemplo que recorre a todo
    el siglo XX es la relación entre deporte, política,
    nación y cultura. El deporte fue instrumentado por la
    mayor parte de los gobiernos quizás no sólo en este
    último siglo, antes también, pasando por los
    apartheid en variadas olimpíadas, los boicots y las
    expresiones acerca de la alegría de los pueblos en las
    competencias deportivas. Las identidades deportivas que a primera
    vista pueden pensarse como identidades nacionales fueron tomando
    un auge a medida que las prácticas deportivas subieron las
    divisas de
    jugadores y clubes, grupos multinacionales, grupos
    políticos insertándose en los clubes deportivos,
    mafias, etc. El hecho es que los lenguajes de la comercialización que la opinión
    pública admite son los relativos a los precios que se
    ponen a los jugadores de football, (ejemplo que es más
    importante para la Argentina, pero que se repite para el resto de
    las actividades deportivas de competencias internacionales). La
    mercancía humana permite la capitalización de
    grupos de individuos ligados a todo tipo de corruptelas, sin
    embargo estas transacciones no sufren ningún tipo de
    sanción, por el contrario son estimuladas a partir de
    concepciones que refuerzan las concepciones de las emotividades
    de las multitudes, el ejercicio de la pasión por sobre la
    razón.

    Al concepto de Estado que se lo entiende en
    términos de soberanía nacional, ejercida en un
    territorio determinado y en relación a un pueblo, con la
    administración del espacio público
    incluyendo a la población que vive en ese espacio reconoce
    la relación con la sociedad. Para la ideología
    globalizante y de la violencia, el estado es sólo de
    competencia. De esta forma el capital es la sociedad. Esta forma
    de entender la relación entre estado y sociedad ignora las
    relaciones de producción definidas y contradictorias, la
    sociedad capitalista y constituida a través del proceso de
    lucha de clases. La conformación del estado-nación
    en la Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX estuvo basado
    en una economía de mercado. Estado y acumulación
    del capital, con el aporte de las normas jurídicas que
    favorecieron la propiedad
    privada, fueron fundamentales para la conformación del
    estado nación. Pero era un estado que se daba la
    posibilidad de pensar y de intervenir en la sociedad, en todos
    los ámbitos que conformaban las reglas de juego a fines
    de ese siglo. La protesta instaurada contra el estado
    centralizador se instaló con violencia porque
    desarticuló la institucionalidad lograda y la armada a lo
    largo de todo el siglo XX entre estado y sociedad. Por otra parte
    la constitución de aquel estado, denominado
    liberal, en el que intervinieron los socialistas con sus
    versiones reformistas, se fundamentó sobre la legalidad
    parlamentaria, el desarrollo de las organizaciones obreras, del
    cooperativismo
    libre, la aplicación de impuestos
    directos y progresivos a la riqueza y la nacionalización
    de los sectores claves de la economía, también puso
    en marcha políticas sociales en materia de
    salud, vivienda, protección a la vejez que se
    plasmaron de manera contundente en la década del cuarenta
    con la legislación peronista.

    En la actual retirada del estado nación existe un
    marco legal diferente al que usó el liberalismo
    económico. Esa relación con la sociedad está
    derivada por una subsunción de todos los aspectos sociales
    de la vida humana provocadas por la competencia del mercado. Esto
    no significa la crisis de la democracia de masas, sino su
    tergiversación. Esta última está basada en
    la formación de un Estado fuerte y activo dentro de la
    globalización que está destinado a buscar en su
    territorio las mejores ofertas de inversión de capital,
    incluso dentro de su territorio, el estado debe movilizar sus
    recursos para que el capital global prefiera ciertas
    localizaciones en vez de otras, de manera de dictar las
    políticas regionales.

    El desarrollo social
    siempre fue un derivado del desarrollo
    económico. Sociedad y estado están sometidas a
    la democracia, por ello no implica que hayan dejado de existir
    las clases
    sociales y las conflictividades subyacentes entre ellas.
    Aunque se reconocen intereses sectoriales complejos y cambiantes
    se le asigna al Estado ocuparse de los pobres, de los indigentes,
    o de las desgracias individuales que le tocan a la gente. La
    impotencia ante las situaciones del mal y del dolor posee varios
    nombres, que el estado está sobre burocratizado, que es
    torpe, que está sobreexpandido, que posee secuelas de
    estancamiento, que produce inflación, grandes
    déficit fiscales, subempleo, desempleo. Lo social,
    léase la salud, la seguridad, la educación son
    factores condicionantes del desarrollo económico. Entonces
    aparecen las concepciones sesgadas tales como: "Sólo las
    poblaciones con niveles altos y generalizados que poseen
    educación y cultura poseen los comportamientos que
    favorecen el progreso de las democracias constitucionales y
    capitalistas contemporáneas." [5]

    Ahora el modelo global presenta fisuras, las
    predicciones hechas en el pasado sobre la desaparición del
    estado nacional resultan infundadas, ahora opinan en Yale:
    Geoffrey Garrett del Massachussetst Institute of Technology
    (MIT), los países industrializados escaparon de las
    presiones de la globalización, los gobiernos
    intervencionistas no fueron invariablemente afectados por la fuga
    de capitales. Por eso piensa el autor, en las condiciones
    actuales, los gobiernos pueden expandir la economía
    pública, incluso aumentando los impuestos al capital, sin
    afectar la competitividad
    de la economía ni provocar una huida masiva de empresas
    multinacionales. Esto se debe, según el autor, a que con
    el gasto público los gobiernos suministran bienes
    colectivos de importancia económica que ayuda a las
    empresas a incrementar su productividad. [6]

    El movimiento
    corporativo en coalición con las tecnocracias
    modernizantes del estado ahora privatizado y con
    propósitos oscuros, incluye los negocios en toda
    investigación para superar los estados de condicionamiento
    y llegar a la inclusión globalizante. La nueva virtud de
    la ética es la adscripción a la teoría
    de los sistemas complejos condenando el pensamiento obsoleto. El
    progreso, palabra mal vista y estigmatizada a la
    generación del 80, a los pensadores positivistas del siglo
    pasado, es caminar bajo el signo del neoliberalismo. El orden
    actual promete premios para los que sufren la transición
    con una estabilidad y bonanzas sin aclarar qué tipo de
    disposiciones habrá que efectuar para la contínua
    subvaluación de los salarios y ataques serpenteados a los
    derechos
    humanos. Es evidente que la ansiada democracia llegó a
    fines del actual siglo aquejada por numerosos problemas,
    pertrechada por la invasión de avances
    tecnológicos, por los mundos de la cibernética y de la informática.
    Avances que llegaron a unos pocos. La democracia parece que se
    mantiene y se estabiliza cuando el régimen se hace eficaz,
    cuando la economía se muestra
    sólida. Entonces parece que lo que vendrá
    será democracia eficaz cuando pueda solucionar problemas
    rápidamente. Entre los supuestos de la
    representación, en lo que hace al comportamiento de los
    sujetos las ideas permanecen muy vagas por las visiones
    globalizantes. ¿A quién debe el mandato de la
    representación el diputado o la diputada, al partido, al
    bloque, o a quienes lo votaron?. La clarificación del
    pluripartidismo con los límites
    sobre cómo es el actuar del parlamento, más la
    incidencia de los grupos de interés, o
    lo que en expresiones actuales se conoce como hacer lobbies con
    el mundo de las multinacionales, forma parte de la des
    ideologización del final de siglo. Y parece haber sido una
    simple ilusión el reclamar participación en la
    década de los noventa por parte de la ciudadanía.
    La política de opiniones primarias televisiva no da lugar
    a una mayor socialización cultural de la
    población, los partidos
    políticos se han tornado meras máquinas
    electorales por lo que las decisiones de envergadura no son
    consultadas a la hora de los compromisos. Resulta por tanto
    contradictorio escuchar las propuestas de cambio cuando las
    decisiones se realizan en defensa de intereses en vez de defensa
    de ideas. A pesar de las reformas constitucionales del 94, en
    Argentina, las participaciones directas y semidirectas no han
    entrado en funcionamiento aún.

    Se declararon finalizados y estancos a los estados
    nacionales y culturales con la consiguiente pérdida de
    identidad de los sujetos. El pensamiento único declara la
    armonía en un espacio totalitario, de inestabilidad y de
    incongruencias. El llamado al reemplazo por la identidad
    globalizante no es exclusivamente un discurso, sino
    algo socialmente efectivo. La subasta y adjudicaciones a favor de
    las transnacionales y de las elites de apoyo alimentan el nuevo
    momento económico, político y social. Las
    corrupciones, comportamientos recurrentes de las clientelas
    domesticadas, dicen transitar por una nueva identidad. En el
    Tercer Mundo esta desarticulación urbana produce el caos
    en las clases medias y bajas, ya que las primeras perdieron la
    idea de proyecto, algunos
    se asilan en los medios tecnocráticos mientras otros
    devalúan sus vidas en una pauperización creciente.
    El proletariado readapta sus condiciones de marginación
    conjuntamente a un complicado movimiento de migraciones y
    mecanismos de defensa con cuotas de sacrificio.

    El imaginario social del nuevo mensaje evangelizador es
    que se han borrado las fronteras nacionales y por lo tanto ha
    perdido vigencia el derecho de los pueblos a ejercer su
    soberanía con relación al control sobre su patrimonio
    cultural. Y por patrimonio cultural hay que entender no
    sólo recursos materiales a
    ser reciclados, territorios, sino lenguas, organización social, conocimientos
    creencias, lealtades, manutención de grupos, incluso
    creencias en tradiciones y valores hasta chauvinistas. Una
    percepción totalizante ligada a la
    conquista de América y a la formación de los
    estados nacionales americanos que negó la plurietnicidad y
    diversidad cultural de lo americano, incluso de la
    autonomía indígena. El reemplazo del término
    nación por el de mercado mundial confunde
    globalización con integración y América
    Latina queda convertida en una de las regiones más
    atrasadas del planeta. Queda desvirtuada la construcción de la americanidad que
    construida sobre la participación tardía del
    proceso civilizatorio, fue producto del mestizaje, de la
    hispanidad, del de ser indios y el de convertir a la cultura
    europea en la cimiente de una liberación. Basada en las
    diferencias, más en las tragedias que en los éxitos
    a semejanza de la América del Norte, la integración
    de la América del Sur se sostiene hoy en día sobre
    los aislamientos. La competencia exacerbada como Credo religioso,
    muestra el aislacionismo de los países a diferencia de lo
    que realizó Europa con la
    Unión
    Europea. El panamericanismo de contenido anglosajón
    deja pendiente los hechos históricos y divide a la
    región latinoamericana con conflictos
    marcados por la desigualdad, la gobernabilidad, la democracia y
    la violencia producto de la mercantilización de la
    actuación de las mafias, drogas, el negocio de la
    prostitución, lavado de
    dinero, etc. Este fracaso occidental que erosiona la cosa
    pública no hace desaparecer las identidades, ni el apego a
    las instituciones, que constantemente a partir de la
    democratización en los años ochenta tienden a ser
    renovadas, sino que multiplican las reacciones violentas. La
    insensibilidad sobre las diversidades culturales y también
    la necesidad por encontrar nuevos chivos expiatorios sobre las
    desventuras humanas hace crecer las reacciones xenófobas.
    Esa imitación sobre los comportamientos pragmáticos
    tan exitosos para la América del Norte, sobre los
    pensamientos de las potencias Occidentales trae aparejado la
    fragmentación cultural, que se expresan de diferente
    manera por antagonismos sociales basados en el racismo, en el
    sexismo, o en nacionalismos.

    A pesar de las visiones pesimistas el estado nacional
    permanece como posibilidad de renovación
    democrática ya que el neoliberalismo fracasó en la
    movilización global por el acuerdo social y la
    sumisión a la política del apartheid, y/o el de la
    violencia. El reformismo radical incluye hoy en día
    políticas y luchas institucionales y extra
    institucionales, este reformismo social aún puede ser
    encarado por algunos partidos políticos que pueden
    plantear formas de creación del control político y
    reformar el marco social y político dentro del cual la
    acumulación capitalista pueda desplegarse. Entre las
    reformas se encuentran las estructuras institucionales que
    vigilan la explotación del trabajo.

    El pensamiento universal que incluso proclama los
    derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos y
    que es cada vez más ratificado por las cartas magnas de
    los países, están muy lejos de ser cumplidos y de
    ponerse en práctica, a pesar de las declaraciones
    oficiales. Fundamentalismos de diferente tenor se multiplican y
    levantan al comienzo del nuevo siglo. Mientras que la Iglesia
    Católica, la imperante en la región del sur de
    América se torna cada vez más estructurada y pierde
    fieles por doquier, se multiplican las sectas religiosas y las
    creencias conducidos por gurúes budistas, hinduistas y de
    congregaciones evangélicas que prometen salvaciones en
    esta tierra y no en el cielo. El seguimiento por ese tipo de
    creencias cruza a las clases sociales y el desinterés por
    la preocupación por el otro y la otra, es la nueva
    geografía
    cultural con el que comienza el tercer milenio.

    El fracaso del pensamiento único, así como
    el de la posmodernidad
    muestra que la convergencia de los valores ha desaparecido. Que
    la ética es sólo ética para los unos pero no
    para los otros. También el término democracia
    sufrió adjetivaciones en las dos últimas
    décadas. Se le adjuntó los términos de
    desconcierto y de la desesperanza. Entonces se crearon nuevos
    calificativos como democracias de baja intensidad, democracias
    delegativas, democracias electorales poco gobernables,
    democracias imperfectas, democracias inmaduras, democracias
    limitadas. El rasgo común es los efectos sobre las
    desigualdades sociales como las dificultades de los sistemas
    económicos, las corrupciones, el vanaglorio sobre el
    poder, las licencias en los modos de vida de los satélites
    del poder y los lenguajes sobre los despropósitos en el
    manejo de la cosa pública. Con estas bifurcaciones se
    asientan los medios de comunicación y los escenarios de la
    publicidad, de las continuas denuncias, delaciones sobre
    evasiones fiscales y fastuosidades de la vida privada de
    gobernantes y clientelas que no hacen más que publicitar
    la bipolaridad social.

    El fracaso del pensamiento único comenzó a
    sucumbir porque no tuvo, ni tiene sueños. Porque
    descreyó de la idea de progreso con el que el liberalismo
    y los hacedores de ideas y de hechos construyeron a este
    país. Porque no tuvo ni tiene proposiciones para disolver
    la desigualdad; no tiene ni tuvo vanguardias; porque no tiene ni
    tuvo exaltadores de la democracia representativa, ni del
    pensamiento revolucionario. Nació como lo que se conoce
    como pensamiento light, es decir, ligero, insustancial, sonso.
    Porque los albores de este totalitarismo declaró
    inconsistente a lo creado anteriormente y propuso sólo el
    vacío sostenido por dogmatismos. Porque creyó que
    no existía ni centros ni periferia, sólo
    fragmentaciones, disonancias erráticas y cayó en
    sus propias contradicciones erráticas. Porque la
    fascinación por la rapidez sin conocimiento produce
    servilismos, desorientaciones, pasiones que sucumben en
    violencias. Porque descreyó de la autonomía y
    favoreció el repliegue de las personas. Porque
    descreyó de las concepciones de sentido, de humanidad, de
    verdad, de representación. Porque exacerbó los sentidos no
    para el
    conocimiento sino para lo frugal, para el pasatismo, para lo
    inmediato. Porque presentó ideas mensurables,
    apocalípticas,violentas, simplistas en un escenario
    compuesto por personas complejas.

    BIBLIOGRAFÍA

    • Amín, Samir: El capitalismo en la era de la
      globalización. Paidós. 1999.
    • Beinstein, Jorge: La Declinación de la
      Economía global. De la postergación de la crisis
      a la crisis general de la globalización.
      Colección cuadernos sociales. Facultad de Ciencias
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    • Bonefeld, Werner: Una evaluación de EL ESTADO Competitivo de
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    • Bonefeld; Werner: Las Políticas de la
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      México, nº 29, septiembre. Octubre
      1991.

    Notas

    [1] Heller, Agnes: Sociología de la vida
    cotidiana. Ediciones Península. Barcelona.
    1977.

    [2] Friedman, Thomas L.: La cuestión del software
    y hardware. Diario La Nación, sección Enfoques.
    7/11/99.

    [3] Tornhill, John: Radiografía del nuevo
    capitalismo ruso. En Diario Clarín, sección
    Economía 7/11/99.

    § Un darwinismo social solapado fue enunciado por
    Margaret Thatcher que en uno de sus discursos dijera: "Es nuestra
    función glorificarnos en la desigualdad y velar que a los
    talentos y las habilidades se les sea dado una salida y
    expresión para el beneficio de todos nosotros". En George,
    Susan: Breve historia del neoliberalismo: veinte años de
    economía de elite y las oportunidades emergentes para un
    cambio estructural. Conferencia sobre
    Soberanía Económica en un Mundo Globalizado.
    Bangkok, marzo 24,26/1999. http://www.millennium-round.org
    .

     [4] Fukuyama, Francis: La gran ruptura.
    Atlántida. Buenos Aires. 1999.

    [5] Murphy, Ricardo López: Desarrollo
    económico y Estado de bienestar. En diario La
    Nación, 23/7/99.

    [6] Sevares, Julio: Fisuras del modelo global. En diario
    Clarín. Sección Economía.
    3/10/99.

    Lic. Bibiana Apolonia Del Brutto.**

    ** Socióloga. Documento elaborado en el marco de
    la Cátedra Abierta Globalización y Crisis, dirigida
    por el Dr. Jorge Beinstein en la Facultad de Ciencias Sociales de
    la UBA. Secretaría de Extensión
    Universitaria.

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