- Resultados
- ¿Quiénes
son las mujeres que se estudiaron? - La mujer que
maltrata - Características
sociodemográficas de las mujeres que sufren violencia y
aquellas que la ejercen - Discusión
- Los índices de
violencia - Implicaciones de la
violencia en la salud de la mujer - Factores relacionados con
la violencia - Ventajas y limitantes del
estudio - Propuestas
finales - Agradecimientos
- Referencias
RESUMEN
México, comparado con otros países, carece
de información sobre la violencia contra
la mujer. El
propósito de este estudio fue determinar la frecuencia y
distribución de la violencia en la que
está envuelta la mujer de la
población urbana y de la rural en el estado de
Jalisco, México. Se
hizo una investigación transversal que
incluyó a 1 163 mujeres de la Zona Rural (ZR) y a 427 de
la Zona Urbana (ZU), seleccionadas aleatoriamente. Las variables
estudiadas fueron de carácter socioeconómico, así
como la violencia que sufre la mujer y la que ella ejerce en
contra de miembros y no miembros de su familia. Los
resultados fueron: a) 44.2 por ciento y 56.7 por ciento, ZR y ZU
respectivamente, sufrieron algún tipo de violencia; b) el
principal agresor fue el esposo en más del 60 por ciento
de los casos tanto en la ZR como en la ZU; c) las principales
diferencias estadísticas (p<0.05) entre la ZU y ZR
se encontraron relacionadas con la baja escolaridad, los grupos en
edad media,
las mujeres unidas y el tamaño de la familia de
siete miembros o más.
Palabras clave: violencia contra la mujer, violencia
doméstica, salud de la mujer
Ramírez-Rodríguez J. C.;
Uribe-Vázquez G. Mujer y violencia: un hecho cotidiano.
Salud
Pública Mex 1993; 35: 148-160.
ABSTRACT
In comparison with other countries, Mexico lacks
information on the issue of violence against women, especially
regarding the incidence and prevalence of battering and emotional
abuse. The aim of this study was to determine the frequency and
distribution of violence against women among both rural and urban
populations in the state of Jalisco, Mexico. A cross-sectional
study was conducted among two groups randomly selected; 1 163
rural women (RW) and 427 urban women (UW).
Variables included: frequency of violence of family
members against women and viceversa, socioeconomic variables and
reason for violence. The results were: a) 44.2 per cent and 56.7
per cent rural and urban female population, respectively,
suffered some form of violence; b) the principal aggressor was
the husband in more than 60 per cent of the cases in both rural
and urban areas. Significant statistical difference (p <0.05)
were found between rural and urban groups in relation to low
education, middle-age and family size over 7 members.
Key words: violence against women, domestic violence,
woman health Ramírez-Rodríguez JC.
No obstante la existencia de un limitado número
de informes sobre
el abuso
sexual,(1,2,3) México, comparado con otros
países, carece de información sobre la
problemática de la violencia contra la mujer. La
incidencia y prevalencia de la violencia física y emocional al
parecer no ha sido considerada como un tópico de
importancia para ser investigado formalmente dentro del campo
médico en México, donde la violencia contra la
mujer es vista más como un fenómeno
anecdótico y nota policiaca, que como un problema de
salud.
Esta deficiencia de información contrasta con la
amplia literatura generada sobre el
tema en otros países en las últimas dos
décadas, principalmente en los países
desarrollados,(4,5,6) donde se han discutido las implicaciones de
la violencia a nivel individual, familiar y social
relacionándola con sus posibles causas, su
asociación con las condiciones de vida familiar, y las
vías de solución emprendidas para detener el ciclo
de la violencia. (7,8) Sin duda, el estudio sobre la violencia
contra la mujer es singular debido a las dificultades que
representa su aprehensión objetiva y global. Es
difícil determinar y comparar el nivel de gravedad de la
violencia contra la mujer, así como su incidencia y
prevalencia en diferentes sociedades y
grupos poblacionales, por la gran variedad de planteamientos
metodológicos empleados en los estudios existentes. Ellos
generalmente están basados en registros
judiciales que demandan acciones
contra el cónyuge, entrevistas
dirigidas a las mujeres atendidas en refugios para mujeres
golpeadas o las que acuden a los puestos de urgencias
médicas por lesiones físicas, careciendo estos
registros de representatividad poblacional. (4,9) Entre los
estudios con representatividad poblacional que tienen mayor
consistencia metodológica está el realizado en 1975
por Straus, Gelles y Stainmetz, en una muestra de las
parejas de la población estadounidense, cuando informaron
que el 12.2 por ciento de ellas experimentaron al menos un acto
de violencia en ese año. (10) La incidencia
disminuyó en menos de un uno por ciento 10 años
más tarde (al 11.3%), cuando los mismos investigadores
aplicaron una encuesta
idéntica. (11) Con la misma metodología desarrollada por Straus en
1975,(12) se hizo un estudio en el estado de
Utah, EUA, en 1986, encontrando niveles más altos de
violencia contra la mujer.
También entre la población estadounidense,
pero esta vez entre el grupo de
hispanos, se notificaron cifras de violencia mayores comparadas
con la media poblacional. Las mujeres más afectadas
fueron: las residentes de ciudades (17.9%); las pertenecientes a
familias de bajos ingresos (18.9%)
y donde el esposo o compañero estaba desempleado y
subempleado, 21 y 23 por ciento respectivamente. (13) Al inicio
de la década de los ochenta, la segunda causa más
importante de crimen registrada por la policía escocesa
fue la violencia contra la esposa en un 25 por ciento de los
casos. (4) En Sao Paulo, Brasil, de las
mujeres atendidas en la Delegación de Defensa de la Mujer,
se encontró que el compañero varón fue el
responsable del abuso físico y emocional en el 85 por
ciento de las mujeres que recibieron servicios.
(14) En Colombia, en un
estudio basado en registros hospitalarios, se mostró que
en el 18 por ciento de las mujeres que recibieron atención por diferentes tipos de lesiones
se identificó al esposo/compañero como responsable
de ellas. En muchos países entre los que están
Canadá, Egipto y
Jamaica, la violencia contra la mujer es una de las causas
más importantes de divorcio. (4)
Un grupo especial de mujeres que sufre de violencia es el de
embarazadas. Entre el 6 y 8 por ciento de mujeres embarazadas
identificadas a través de clínicas privadas y
públicas en Texas, EUA, presentaron lesiones derivadas de
violencia por golpes directos en el abdomen ya sea con el
puño o puntapiés, además de lesiones en
mamas, genitales y agresión sexual. (15,16) En otro
trabajo se
identificó una tasa dos veces mayor de productos con
bajo peso al nacer de mujeres que habían sido golpeadas
durante el embarazo,
comparadas con las que no habían sufrido violencia. (17)
Como una respuesta a este problema, se estableció en los
Estados Unidos
un programa
educativo dirigido a los prestadores de servicios de salud para
identificar y prevenir la violencia contra la mujer durante el
embarazo. (18-21) Además de las lesiones físicas,
las mujeres golpeadas desarrollan un cuadro de estrés
permanente, el cual se acompaña de síntomas de
depresión, ansiedad, fobias, angustia, y se
perciben a sí mismas como enfermas, particularmente
aquéllas que se encuentran en el proceso de
violencia, atribuyendo esto a la posibilidad de enfrentar un
nuevo episodio de violencia en cualquier momento. (22) Usualmente
estas mujeres viven aisladas, pierden autoestima y
presentan un alto riesgo de
desarrollar adicción a drogas, al
alcohol o a
ambos. (6) Los problemas de
salud en la mujer derivados de la violencia que se ejerce sobre
ella ha ocupado la atención en distintos estudios en la
última década. A pesar de que casi cada estudio
muestra diferentes cifras de incidencia de violencia contra la
mujer,(23-27) todos concuerdan en que estas mujeres demandan
atención médica de forma repetida. Esto se debe al
tipo de lesiones que presentan como son contusiones, hematomas,
fracturas, quemaduras e incluso la muerte, las
que son producto de
empujones, golpes con objetos o con el puño,
puntapiés, quemaduras o el haber sido amarradas, el uso de
objetos punzo-cortantes o disparos con armas de fuego,
etcétera. Este tipo de afecciones requieren con frecuencia
atención médica hospitalaria para tratar lesiones
internas.
Este conjunto tan variado de lesiones que tienden a
modificarse de acuerdo a los episodios de violencia ha sido
denominado "síndrome de la mujer golpeada". (28) Si bien
al parecer la violencia contra la mujer es un fenómeno
generalizado, aunque con variantes, cabe preguntarse si
éste puede considerarse un problema sufrido por la
población femenina del estado de Jalisco y, en tal
sentido, "cómo se está manifestando en nuestro
medio? "Con qué frecuencia se presenta? "Quiénes
son las que la sufren dentro de la familia? "Quién ejerce
la violencia contra la mujer? "Cuáles son los motivos
relacionados con la violencia contra la mujer? Por otra parte,
considerando que la mujer no está exenta del ejercicio de
la violencia en contra de los miembros de su familia, se
consideró pertinente identificar la frecuencia con que
ella la ejerce, a quién agrede y algunos de los motivos
que se percibieron como relacionados con los episodios de
violencia. Con el fin de responder a estas preguntas, se tomaron
datos de una
investigación más amplia sobre las condiciones de
salud de la mujer en el estado de Jalisco, que incluyó
distintos items relacionados con la violencia contra la mujer
como parte de su problemática global de salud. (29,30)
MATERIAL Y METODOS El estudio que se realizó fue
descriptivo y transversal en dos grupos de mujeres receptoras de
servicios del Sistema para el
Desarrollo
Integral de la Familia (DIF) Jalisco y Guadalajara, entre los
años de 1985 y 1986. Estos grupos fueron seleccionados de
los registros familiares, de donde se obtuvieron los domicilios
de las mujeres. Se utilizó una técnica aleatoria y
el muestreo fue
independiente en las áreas rural y urbana. Se
determinó un error máximo permitido de ¤ 2.9
para la ZR y de ¤ 4.7 para la ZU, con un nivel de
confianza del 95 por ciento. Los criterios de inclusión
fueron:
1. Ser mayores de 12 años
2. Manifestar verbalmente su aceptación para
participar en el estudio una vez explicados los
propósitos del mismo
3. Haber sido beneficiaria de algún servicio
proporcionado por el DIF en el último mes.
El único criterio de exclusión fue haber
asistido a la consulta médica el mismo día o el
día previo a la
entrevista.
Los grupos quedaron integrados por 1 163 mujeres de 80
comunidades rurales de poblaciones menores de 2 500 habitantes, y
427 mujeres residentes de la zona metropolitana de Guadalajara,
distribuidas en 15 centros asistenciales. El índice de no
respuesta fue de 3.1 por ciento para la ZR y de 0.0 por ciento
para la ZU.
La información se obtuvo en el domicilio de cada
mujer a través de entrevistas únicas dirigidas por
cuestionario.
La aplicación de éste tuvo una duración
promedio de 30 minutos.
El equipo de entrevistadoras estuvo integrado por las
promotoras de Salud de la Unidad Red Móvil del DIF
Jalisco, y las trabajadoras sociales del DIF Guadalajara. Este
equipo recibió entrenamiento en
el manejo del cuestionario y la técnica de la entrevista,
estandarizándose los criterios y procedimientos
empleados.
El cuestionario incluyó datos relativos a las
siguientes secciones:
I. Características sociodemográficas de
la mujer y su familia
II. Alcoholismo
III. Morbilidad
IV. Educación para la salud
V. Salud reproductiva
VI. Violencia En esta comunicación nos referiremos a las
secciones sociodemográfica y violencia.
La sección de violencia contiene las siguientes
variables:
a) existencia y frecuencia de la violencia contra la
mujer;
b) los motivos aludidos que generan acciones violentas
y la frecuencia con que se presentan;
c) identificación de las personas que ejercen
violencia contra la mujer, de acuerdo a su sexo y a la
relación de parentesco con ella;
d) la existencia y frecuencia de la violencia que
ejerce la mujer en contra de miembros y/o no miembros de su
familia;
e) el sexo y la relación de parentesco de las
personas blanco sobre las que la mujer ejerce violencia,
y
f) los motivos que dan origen a la violencia de la
mujer contra terceras personas.
Para fines operativos empleamos indistintamente los
términos "maltrato" o "violencia" para referirnos a
cualquier comportamiento
de una persona (familiar
o no familiar) que tiene la intención de causar o causa
directamente un daño
físico y/o emocional a la mujer. De igual forma aquel
comportamiento desarrollado por la mujer dirigido hacia terceras
personas, familiares y/o no familiares.
No se hizo una diferenciación de las modalidades
ni del tipo de violencia física y emocional. Solamente se
registró si existió o no el hecho de violencia de
acuerdo a la percepción
que tuvo la mujer del mismo.
La información fue procesada en una
microcomputadora: para la captura se utilizó un programa
desarrollado en lenguaje
Cobol y para
el análisis estadístico se uso el
Statistical Package for Social Sciences (SPSS), empleándo
la prueba estadística Xi^2 para proporciones y t
Test para
variables continuas para mostrar las diferencias entre zona
residencial.
Los resultados que se presentan están divididos
en tres apartados. En el primero se muestran las
características sociodemográficas de las mujeres y
sus familias de acuerdo con su distribución residencial.
En la segunda parte, manteniendo la comparación entre zona
residencial, se identifican algunos motivos relacionados con la
violencia que sufre la mujer y quién es el individuo que
ejerce la violencia contra ella. También en esta
sección mostramos la frecuencia con que las mujeres llevan
a cabo acciones de violencia contra algunos miembros de su
familia y los motivos de ésta. En el tercer apartado se
trata de relacionar con factores sociodemográficos la
violencia que sufre la mujer, pero también la que ejerce
ella, a fin de conformar un perfil de este
fenómeno.
¿QUIENES SON LAS
MUJERES QUE SE ESTUDIARON?
En forma sucinta el perfil sociodemográfico en
estos grupos de mujeres es el siguiente: son mujeres
jóvenes, el promedio de edad para las de la ZR fue de 33.9
años y 31.8 años para las de la ZU.
De acuerdo al estado civil el mayor porcentaje, en ambas
zonas, es el de unión libre. Las características de
la escolaridad son sustancialmente distintas en los dos
grupos.
Las mujeres de la ZU tienen niveles de escolaridad
más altos que en el grupo de mujeres de la ZR, lo que
probablemente tenga relación con la ocupación,
donde el número de estudiantes es mayor en la ZU (con
10.3%) que en la ZR (2.8%), predominando, en ambos grupos, las
amas de casa. La familia nuclear entre la población de la
ZR es más frecuente que entre las mujeres de la ZU.
Más de seis es el promedio de integrantes por familia de
las dos zonas, predominando el tipo de familias con más de
siete miembros (cuadro I).
CUADRO I
Características sociodemográficas de la mujer y su
familia de acuerdo a la zona residencial
Fuente: Encuesta.
Se aplicó la prueba de Xiy para proporciones y
t-test para medias. Los valores de
"p" fueron: * < 0.01, ‰ p < 0.001 LA MUJER
MALTRATADA Y LA QUE MALTRATA La mujer maltratada El índice
de prevalencia de las mujeres que reciben maltrato por
algún miembro de su familia o por un no familiar para
ambas zonas fue alto, predominando en la ZU con 56.7 por ciento
sobre la ZR con 44.2 por ciento (p < 0.001). El maltrato se
identificó relacionado con el estado de
alcoholización del agresor, en una quinta parte de las
mujeres en el área rural y en una cuarta parte en las de
la urbana (cuadro II).
CUADRO II
Maltrato relacionado con estados de alcoholización y
agresor de acuerdo a la zona residencial.
Jalisco, México, 1986.
Quienes fundamentalmente ejercen maltrato sobre la mujer
son el esposo y, en forma secundaria, el padre; esto sugiere una
conexión con el estado civil de las mujeres.
También se sugirieron algunos motivos que ellas pudieran
relacionar con el maltrato, ellos son: el coraje, celos del
agresor, si el suceso se presentó por defender a
algún miembro de su familia podrían ser los
hijos(as), o si simplemente no se relaciona con algún
motivo que pueda identificarse con precisión.
Hay que señalar que las mujeres pueden sufrir de
maltrato por más de alguno de los motivos
señalados, por lo que tales frecuencias están
referidas al total de las mujeres de cada zona. El índice
más elevado de maltrato contra la mujer lo ocupó
aquél que ella relaciona con el estado de coraje del
agresor (figura 1), en una tercera parte de la población
femenina residente de la ZR y en casi la mitad de la ZU
(p<0.001). Le siguen en orden decreciente cuando la mujer
defiende a algún familiar (p < 0.001), los celos del
agresor y sin motivo aparente (p < 0.01). Es de llamar la
atención que en todos los casos las mujeres de la ZU son
las más afectadas. Cuando se identifica la periodicidad,
se mantiene la mayor frecuencia en la ZU en los rubros de "a
veces" y "frecuentemente", no así en el de "diario", donde
las mujeres de la ZR son las más afectadas.
Figura 1.
Motivos para ejercer violencia contra la mujer de acuerdo a la
zona residencial y la perioricidad.
Jalisco, México, 1986
Las mujeres identificaron como sus agresores tanto a
familiares como a no familiares (cuadro III). Predominaron
ampliamente los familiares, y de estos los de sexo masculino en
más de las tres quintas partes. El esposo, en ambas zonas
residenciales, fue el agresor identificado más
frecuentemente con 56.8 por ciento y 43.9 por ciento, ZR y ZU
respectivamente. También llama la atención que en
la ZR los no familiares son los agresores en una relación
de 4:1 respecto de la ZU, pero en este caso no se
identificó el sexo del agresor. La ZR es donde la mujer
está sujeta a la agresión por al menos dos o
más individuos en más del 20 por ciento.
Podría pensarse que está expuesta a mayores
probabilidades de sufrir episodios de violencia.
CUADRO III
Sexo y relación de parentesco de los individuos que
ejercen violencia contra la mujer.
Jalisco, México, 1986.
Fuente: Encuesta
Siguiendo la secuencia previa, la mujer que ejerce
violencia contra terceras personas que pueden ser miembros y/o no
miembros de su familia, es de 48 por ciento y 52 por ciento ZR y
ZU respectivamente. Resulta interesante el hecho de que las
mujeres del área rural registran cifras porcentuales
mayores de violencia (48%) de la que es ejercida en su contra
(44.2%). Más de la mitad del grupo de mujeres de la ZU
ejerce algún tipo de violencia. También en este
caso la mujer de la ZU perpetra violencia con mayor frecuencia
que la de la ZR.
La mujer que estando bajo los efectos del alcohol ha
maltratado a familiares o no familiares es del 2.3 por ciento
para la ZR y 6.1 por ciento para la ZU (cuadro II). En
comparación con la proporción en que las mujeres
son maltratadas por una persona que se encuentra bajo los efectos
del alcohol es sustancialmente menor en una relación de
8.8:1 para la ZR y de 4.2:1 para la ZU. El blanco del maltrato
por parte de la mujer alcoholizada es el esposo en el 80.8 por
ciento para la ZU, casi el doble que para la ZR. En el caso de
los no familiares que reciben la agresión es del 25 por
ciento en la ZR y no se presenta en la ZU.
Otros de los motivos aducidos por la mujer para el
maltrato y que con mayor frecuencia se presentan fueron, en orden
decreciente, el estar enojada; por defender a algún
familiar; por celos y por otro motivo. Las cifras más
elevadas de maltrato también están entre las
mujeres de la ZU para todos los motivos, excepto la
categoría "otro motivo". También predominan
éstas cuando se desagrega el motivo de violencia por la
periodicidad en que se presenta. La diferencia entre "a veces" y
"frecuentemente" es dramática, por ejemplo, en la ZR para
el caso de la violencia por coraje 43.8 por ciento se presentan
"a veces", disminuyendo a 1.4 por ciento en la categoría
"frecuentemente" (figura 2). Si bien la violencia es un
fenómeno en el que la mujer participa como agresora,
ésta se presenta con menor periodicidad que aquella
violencia de la que es objeto, como se señaló
previamente. El blanco de la violencia que ejerce la mujer es
predominantemente el sexo masculino, siendo los hijos varones los
más afectados y con relativamente baja frecuencia el
esposo. También el rubro más alto es el de dos o
más en donde pueden estar incluidos los hijos y el esposo
(cuadro IV).
Imagen
2 (no disponible)
CUADRO IV
Distribución porcentual del sexo y relación
familiar de las personas blanco
sobre las que ejerce violencia la mujer, Jalisco, México,
1986
Características sociodemográficas de
las mujeres que sufren violencia y aquellas que la
ejercen
Cuando se analiza la existencia de violencia contra la
mujer por variables sociodemográficas, la población
femenina de la ZU presenta mayor frecuencia de violencia en todos
los rubros, excepto el de "otro" en escolaridad (cuadro V). Si
bien las diferencias estadísticas por zona residencial no
se presentan en todos los rubros, es evidente la preponderancia
de las mujeres de la ZU a sufrir de violencia. Las mujeres que
presentan diferencias estadísticas entre la ZU y ZR, son
las de los grupos de edad media, 30 a 39 años y 40 a 49
años (p < 0.005 y p < 0.05, respectivamente);
aquéllas que cursaron solamente algún grado de
primaria (p < 0.001); mujeres cuyo estado civil se
clasificó como unidas (p, 0.005), y aquéllas que
viven en una familia de siete miembros o más (p <
0.01).
CUADRO V
Mujeres objeto de maltrato por característica
sociodemográfica y zona residencial,
Jalisco, México, 1986
Se aplicó la prueba de Xiy. Los
valores de "p"
fueron: * p < 0.05, + p < 0.01, ‰ p < 0.005, p
< 0.001
Respecto a las mujeres que maltratan, considerando las
variables sociodemográficas, en general existen mayores
frecuencias de violencia en la ZU que en la ZR. Las principales
diferencias estadísticas se presentaron en el grupo de
mujeres con primaria incompleta, las unidas y aquéllas que
forman parte de una familia de hasta cuatro miembros, todas ellas
con una p < 0.05 (cuadro VI).
CUADRO VI
Mujeres que maltratan por característica
sociodemográfica y zona residencial.
Jalisco, México, 1986
Se aplicó la prueba de Xiy, el
valor de "p"
fue: * p<0.05
En esta sección queremos destacar los siguientes
puntos para su discusión: los índices de violencia;
las implicaciones de la violencia en la salud de la mujer; los
factores relacionados con la violencia; las ventajas y limitantes
del estudio, y las propuestas finales.
Resultan ser elevadas las cifras de violencia que se han
mostrado tomando en cuenta que están referidas a una
población "abierta" (lo enfatizamos porque se tomó
a la población que fue beneficiaria de servicios del DIF
Jalisco, pero que no estaban demandando un servicio al momento de
la entrevista). Considerar que este fenómeno alcanza,
aproximadamente, al 50 por ciento de la población
femenina, es un dato que hace pensar en una
sobredeclaración o en la existencia de un problema que
requiere de atención inmediata.
Como hemos mencionado, la diversidad metodológica
en los estudios sobre violencia contra la mujer torna casi
imposible la comparación de la magnitud de este
fenómeno en distintas sociedades y poblaciones. No
obstante, manteniendo esta premisa en mente, los índices
encontrados en este estudio resultaron más elevados que
los informados entre la población hispana de Estados
Unidos, que fueron del 23 por ciento. Los autores de esa
investigación consideran que existió un subregistro
debido a la penalización que de ello se tiene en la
sociedad
estadounidense. (13) Hay que añadir que la violencia
contra la mujer en la sociedad mexicana no es vista como un
problema que requiera la intervención legal, sino que es
un "asunto de familia", por lo que la declaración de la
existencia de la violencia por parte de la mujer nos hace pensar
que refleja lo que está sucediendo entre esta
población femenina.
En cuanto a la distribución de este
fenómeno de acuerdo a la zona residencial, concuerda con
otros estudios en que las mujeres residentes de las ciudades son
más afectadas que las residentes de zonas suburbanas o
rurales,(13) encontrándose como factores explicativos el
bajo ingreso económico familiar en parejas de
jóvenes. (14) Por otra parte, puede pensarse en la
posibilidad de un subregistro en la ZR de nuestro estudio, debido
al temor de la declaración de la violencia por parte de la
mujer, ya que como lo han notificado Follingstad y colaboradores,
las mujeres en muchos casos son objeto de represalias cuando
declaran ser agredidas físicamente, presentándose
episodios de violencia más dañinos. (22) Otra
posibilidad es que culturalmente se acepte la violencia como algo
"natural" e incluso se justifique como necesaria,(31)
considerándose inexistente la violencia cuando de hecho se
da.
De acuerdo con nuestro estudio, la mujer maltrata en la
misma proporción e incluso más que la violencia que
ella recibe (ZR). El esposo es quien más maltrata a la
mujer y la mujer es quien más violencia ejerce sobre sus
hijos. Con ello nos inclinamos a pensar en la posición
jerárquica que tiene la mujer en su familia, que
está en desventaja con su esposo pero en una
posición superior ante sus hijos, lo que ha sido
denominado como "violencia en cascada". (6) Existen informes
donde la violencia entre la pareja es mutua, alcanzando casi la
misma proporción. La deferencia radica en que el nivel de
daño físico y/o emocional sufrido por el esposo es
menor que aquél que sufre ella. (10) Si bien en nuestro
estudio no pudo determinarse en todos los casos la persona contra
quien ejerce violencia la mujer (35% y 37% ZR y ZU), suponemos
que la dirige hacia los hijos, quienes reciben la mayor
proporción de violencia de parte de ella. En segundo
término la dirige hacia el esposo, que es quien la agrede
fundamentalmente. En este sentido se ha documentado que el tipo
de violencia que ejerce la mujer, y que es dirigida contra el
esposo, es en defensa propia y, generalmente, no tiene
trascendencia, pero cuando la tiene se presentan lesiones que
ponen en peligro la vida y puede llegarse al homicidio de
forma accidental al utilizar armas de fuego u objetos
punzo-cortantes. (6)
IMPLICACIONES DE LA VIOLENCIA
EN LA SALUD DE LA MUJER
La violencia contra la mujer, y especialmente la
ocurrida entre parejas, tiene un comportamiento cíclico,
incrementándose el nivel de daño físico y
acortándose los periodos entre cada episodio de violencia.
(32) Asimismo, una vez que se presenta el primer episodio de
violencia es más probable que se repita a que no vuelva a
suceder.
En este sentido, la frecuencia de los episodios de
violencia entre la población de mujeres de nuestro estudio
fue elevada en los rubros "a veces" y "frecuentemente", por lo
que pensamos que la violencia puede verse como un fenómeno
crónico con acuzaciones periódicas, que va en
detrimento de la salud general de la mujer. Se ha informado que
las mujeres que se encuentran en este proceso de violencia,
refieren tener afecciones en su salud de forma importante,
relacionada con los daños físicos sufridos, pero
también con los disturbios emocionales causados por la
constante presión a
que está sujeta la mujer al desconocer la ocurrencia del
siguiente episodio de violencia. (22) Por otro lado, como hemos
mencionado, el esposo es quien fundamentalmente maltrata a la
mujer. Si se toma en cuenta que el agresor es una persona con la
que se tiene una relación cotidiana, es importante
reflexionar y profundizar sobre los efectos que esta
relación de sujeción emocional y/o física
acarrea a largo plazo, así como los motivos que
condicionan la permanencia de la unión. Al respecto se ha
observado en distintos países que las mujeres que
abandonan sus hogares como respuesta al abuso físico y/o
emocional que ejerce sobre ellas su pareja, buscan refugio en
casas de apoyo para mujeres golpeadas; en la mayoría de
los casos vuelven con su pareja por carecer de apoyos
económicos para solventar sus gastos, no
encuentran lugares en escuelas para sus hijos y los procesos
judiciales, en caso de entablarse demandas, fracasan en su
inmensa mayoría. (4,12) A esto puede añadirse las
características socioculturales de nuestro medio, que
enfatizan la unidad familiar ante cualquier adversidad, pudiendo
ser una de ellas la violencia que sufre la mujer.
FACTORES RELACIONADOS CON LA
VIOLENCIA
Sólo un parte de las mujeres víctimas de
violencia están relacionadas con el estado de
alcoholización del agresor.
Situación similar a las mujeres que se
alcoholizan y ejercen violencia. Al parecer el alcoholismo es un
factor que quizá contribuya a que se dé el
fenómeno de violencia o que coexiste con ella, pero no lo
determina, ya que el agresor ejerce violencia aún sin
encontrarse alcoholizado.
Similares hallazgos son los informados por Berenson y
colaboradores entre la población de distintos grupos
étnicos en los Estados Unidos. (33) Por otra parte, lo que
inicialmente consideramos como "motivos de violencia", tales como
el enojo, celos, etcétera, pensamos que no son más
que manifestaciones conductuales que pueden o no coexistir con la
violencia. Además, cada uno de esos motivos es la
percepción que la mujer tuvo en el momento en que fue
víctima de ésta y/o cuando ella la ejerció
en contra de otros, dejando fuera el proceso en el que se gesta
el episodio de violencia, que es necesario incluir en trabajos
posteriores para implantar medidas de intervención acordes
al proceso que conduce al fenómeno de la
violencia.
En las zonas urbanas se han encontrado los
índices más elevados de violencia contra la mujer.
(34) En la información consultada no se encontró un
perfil sociodemográfico de las mujeres que sufren la
problemática de la violencia de acuerdo a la zona
residencial, sino el comportamiento general de la violencia
contra la mujer y entre las parejas, siendo el lugar de
residencia un factor más dentro del perfil.
En un trabajo previo se mostró la
problemática de salud general que afecta a la
población femenina de Jalisco de acuerdo a su
distribución residencial. (30) En el caso de la violencia
también debe considerarse este factor, ya que hay una
predominancia de la violencia en la ZU respecto de la ZR, a pesar
de que las diferencias estadísticas no se presentaron en
todos los rubros de comparación entre ambas. Insistimos en
ello debido a que las estrategias de
intervención que eventualmente pudieran plantearse para
encarar la problemática de la violencia contra la mujer,
deben de considerar el contexto donde se desarrolla la mujer y no
solamente tomar el hecho de la violencia en forma
aislada.
VENTAJAS Y LIMITANTES DEL
ESTUDIO
Como hemos apuntado, este trabajo sobre la violencia
debe considerarse como una investigación preliminar. Las
limitaciones para realizarla estuvieron en función de
que la violencia se consideró como otro componente
más de la problemática de salud de la mujer, que
tuvo la intención de cubrir un espectro amplio de los
posibles problemas de salud que enfrenta la población
femenina de Jalisco, y así contribuir a delinear el trabajo
futuro en el ámbito de la salud de la mujer. Por tanto se
sacrificó la profundización en cada temática
investigada. Tal fue el caso de la violencia. Por otro lado, el
carácter transversal del estudio no permitió
recuperar la dinámica del proceso de la violencia,
información que favorecería la implantación
de medidas de intervención eficaces que limiten este
fenómeno.
También el no identificar modalidades y tipos
concretos de violencia, pudo dar lugar a respuestas subjetivas
que contribuyeron potencialmente tanto al incremento en la
declaración de la violencia como al subregistro del mismo,
al que nos hemos referido previamente.
Las ventajas metodológicas del estudio se resumen
en tres puntos: la privacidad domiciliaria donde se llevó
a cabo la entrevista. El momento de la entrevista destinado a
tratar la problemática de violencia fue después de
las preguntas sobre las características
sociodemográficas y sus actividades en el hogar, tiempo que
permitió a la mujer estar tranquila. El uso de un lenguaje
accesible para que la mujer comprendiera cabalmente la pregunta y
diera paso a una respuesta fluida.
El último punto se refiere al equipo que hizo las
entrevistas conformado por mujeres, de quienes las entrevistadas
habían recibido algún servicio previamente,
permitiendo la identificación del personal y
favoreciendo la accesibilidad a la información global.
Consideramos que estos puntos favorecieron una atmósfera de
tranquilidad, que contribuyó a la declaración
veraz.
Tomando en cuenta las consideraciones previas, los
índices encontrados deben tomarse cuidadosamente. Pensamos
que hay que corroborarlos en trabajos posteriores donde se
incluya el tipo de violencia física, emocional y sexual;
las modalidades de cada tipo de violencia, por ejemplo, si es
golpeada con objetos, el puño, puntapiés o se
insulta y veja verbalmente a la mujer; la frecuencia, la
identificación de las características
sociodemográficas de los individuos que ejercen violencia
contra ella; el proceso que conduce a ésta y que favorece
su ciclicidad; la contextualización social,
económica e ideológica que pone en desventaja a la
mujer en relación al hombre en
nuestra sociedad y se reproduce en la familia, etcétera.
Todos ellos son solamente componentes del complejo proceso de la
violencia que requiere ser investigado.
La evidencia mostrada sobre la violencia a la que
está sujeta la mujer en Jalisco, nos hace pensar que
ésta no es privativa de dicha entidad, sino que muy
probablemente es un fenómeno compartido por grandes grupos
poblacionales de mujeres en toda la República Mexicana. En
este sentido sería conveniente iniciar estudios
multicéntricos que compartan la misma metodología
para contar con información comparativa. La
recuperación de la experiencia de las organizaciones
que prestan servicios a las mujeres que sufren de violencia es
trascendente, ya que son centros potencialmente receptores de la
información generada para ser transformada en servicios
directos hacia la población femenina. Con ello
podría cerrarse un ciclo de prestación de
servicios, necesidad de conocimientos, generación de
información, análisis y nuevamente
prestación de servicios.
Agradecemos a Claire Brindis, Elena Fuentes-Aflick
y Laura Laski, por sus valiosos comentarios a las versiones
previas de este documento. Apreciamos la contribución de
Rogelio Troyo y Roberto Becerra para realizar el procesamiento de
datos. La participación del equipo de Promotoras de
Red Móvil del DIF Jalisco y del DIF Guadalajara, fue
decisiva en la realización del trabajo de
campo.
Solicitud de Sobretiros: Dr. Juan Carlos Ramírez
Rodríguez.
Laboratorio de Salud Pública, Medicina
Preventiva y Social, Facultad de Medicina, Universidad de
Guadalajara. Apdo. Postal 1-4398 Guadalajara, Jalisco,
México.
* Este trabajo forma parte de una investigación
más amplia sobre las condiciones de salud de la mujer en
el estado de Jalisco. Fue co-financiada por el Sistema DIF
Jalisco y el Departamento de Investigación Científica y
Superación Académica de la Universidad de
Guadalajara. Un documento preliminar fue presentado en el III
Congreso Nacional de Investigación en Salud
Pública, 27 al 29 de enero de 1992, Cuernavaca,
Morelos.
Publicado en SALUD PUBLICA
DE MEXICO MARZO – ABRIL DE 1993, VOL. 35, N°.2
Fecha de recibido: 11 de mayo de 1992 // Fecha de aprobado: 14 de
septiembre de 1992
1. Dirección General de Salud Materno
Infantil, Secretaría de Salud. La Salud de la Mujer en
México. Cifras Comentadas. México: Programa
Nacional "Mujer, Salud y Desarrollo", Sistema Nacional de Salud,
1990;159-162.
2. Vidrio M. Estudio
descriptivo del delito de
violación en Guadalajara. En: Mantilla L, comp. La mujer
jalisciense: clase,
género
y generación. México: Universidad de Guadalajara,
1989: 339-363.
3. Memorias del
Segundo Foro Contra la
Violencia hacia la Mujer. Guadalajara, Jalisco, México:
Instituto Cultural Cabañas, noviembre de 1989.
4. Oficina de la
Naciones Unidas
en Viena, Centro de Desarrollo Social
y Asuntos Humanitarios. Violencia contra la Mujer en la Familia.
Nueva York: ONU, 1989:
139.
5. APHA. Family violence (position paper). The Nation's
Health 1991; XXI(9): 21-23.
6. Ferreira BG. La mujer maltratada. Un estudio sobre
las mujeres víctimas de la violencia doméstica.
Buenos Aires:
Editorial Sudamericana, 1989: 300.
7. Hamberger LK, Hastings JE. Personality correlates of
men who abuse their partners: A cross-validation study. J Fam
Violence 1986; 1(4): 323-341.
8. Hamberger LK, Hastings JE. Personality correlates of
men who batter and nonviolent men: Some continuities and
discontinuities. J Fam Violence 1991;692:131-147.
9. Rosenbaum A. Methodological issues in marital
violence research. J Fam Violence 1988;3(2):91-104.
10. Straus MA, Gelles RJ. Steinmetz SK. Behind closed
doors.
Violence in the american family. Anchor Books,
301.
11. Straus MA, Gelles RJ. Societal change and change in
family violence from 1975 to 1985 as revealed by two national
surveys. J Marriage Fam 1986;48:465-479.
12. Rollins BC, Oheneba-Sakyi Y. Physical violence in
Utah Households. J Fam Violence 1990;5(4):301-309.
13. Straus MA, Smith C. Violence in hispanic families in
the United States: Incidence rate and structural
interpretations.
En: Straus MA, Galles RJ. Physical violence in american
families: Risk factors and adaptations to violence in 8 145
families. New Brinswick, NJ: Transaction Publishers,
1990.
14. Goldenberg P, Medrado MA, Pasternostro MA. La
violencia contra la mujer. Una cuestión de salud.
Cuadernos Médico Sociales 1989;44:77-91.
15. Helton AS, McFarlane J, Anderson ET. Battered and
pregnant: A prevalence study. AJPH,
1987;77(10):1337-1339.
16. Berenson AB, Stiglich NJ, Wilkinson GS, Anderson GD.
Drug abuse and other risk factors for physical abuse in pregnancy
among white non-Hispanic, black, and Hispanic women. Am J Obstet
Gynecol 1991;164:1491-1499.
17. Bullock LF, McFarlene J. The birth-weight /
battering connection. Am J Nursing 1989; 1153-1155.
18. Helton A, McFarlane J, Anderson E. Prevention of
battering during pregnancy: Focus on behavioral change. Public
Health Nursing 1987;4(3):166-174.
19. McFarlane J. Battering during pregnancy: Tip of an
Iceberg revealed. Women Health 1989;15(3):69-84.
20. Helton AS, Snodgrass FG. Battering during pregnancy:
Intervention strategies. Birth 1987;14(3):142-147.
21. Young A, McFarlane J. Preventing abuse during
pregnancy: A national educational model for health providers. J
Nursing Education 1991;30(5):202-206.
22. Follingstad DR, Brennan AF, Hause ES, Polek DS,
Rutledge LL. Factors moderating physical and psychological
symptoms of battered women. J Fam Violence
1991;6(1):81-95.
23. Golberg WG, Tomlanovich MC. Domestic violence
victims in the emergency department. New findings. JAMA
1984;251(24): 3259-3264.
24. Berrios DC, Grady D. Domestic violence. Risk factors
and outcomes. West J Med 1991;155(2):133-135.
25. Petro JA, Quann PL, Graham WP III. Wife abuse. The
diagnosis and its implications. JAMA
1978;240(3):240-241.
26. Burge SK. Violence against women as a health care
issue.
Fam Med 1989;21(5):368-373.
27. Candib LM. Violence against women: No more excuses
(Editorial). Fam Med 1989;21(5):339-342.
28. Parker B, Schumacher DN. The battered wife syndrome
and violence in the nuclear family of origin: A controlled pilot
study. AJPH 1977; 67(8):760-761.
29. Uribe G, Ramírez JC. Perfil
epidemiológico de las mujeres asistentes a los servicios
del DIF Guadalajara. En: Mantilla L, comp. La mujer jalisciense:
clase, género y generación. México; Ed.
Universidad de Guadalajara, 1989;305-338.
30. Ramírez Rodríguez JC, Uribe
Vázquez G, Gutiérrez de la Torre NC.
Distribución espacial de la problemática de salud
de la mujer en Jalisco, México. Salud Publica Mex 1991;
33(2):155-165.
31. Sullivan CM. The provision of advocacy services to
women leaving abusive partners. An exploratory study. J
Interpersonal Violence 1991;6(1):41-54.
32. Walker LE. Descripción del ciclo de violencia
conyugal. Cuadernos de la mujer. Mujer y Violencia. CEPLADES,
1986; (3):18-30.
33. Berenson AB, Stiglich NJ, Wilkinson GS et al. Drug
abuse and other risk factors for physical abuse in pregnancy
among white non-Hispanic women. Am J Obstet Gynecol 1991;164:
1491- 1499.
34. Schulman M. A survey of spousal violence against
women in Kentucky. Garland Publishing, Inc. New York &
London, 1981.
Juan Carlos Ramirez-Rodriguez**, Griselda
Uribe-Vazquez***
** Profesor-Investigador, Laboratorio de
Salud Pública, Medicina Preventiva y Social, Facultad de
Medicina, Universidad de Guadalajara. Becario Internacional del
Programa Hewlett del Centro de Investigación en Políticas
en Salud Reproductiva, Instituto de Estudios en Políticas
de Salud, Universidad de California de San Francisco.
***2 Profesor-Investigador, Laboratorio de Salud
Pública, Medicina Preventiva y Social, Facultad de
Medicina, Universidad de Guadalajara.