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La Nueva Edad Media


     Nuestra sociedad
    está experimentando una orientación neomedieval,
    que ya había sido anunciada hace varias décadas. El
    actual ciclo civilizatorio se va acercando poco a poco, pero de
    forma inexorable, a su fin, y entramos claramente en una
    época de transición.

    Ya en los años treinta Nicolás Berdiaeff
    planteó la medievalización de la sociedad. En la
    década de los setenta, diversos trabajos en distintos
    ámbitos volvieron a coincidir en el diagnóstico: el geógrafo Giuseppe
    Sacco, el historiador Furio Colombo, el lingüista Umberto
    Eco y el sociólogo Roberto Vacca, por citar sólo
    los más conocidos de aquellos que lanzaron la voz,
    acuñaron la denominación de "Nueva Edad Media".
    El filósofo Jorge Ángel Livraga-Rizzi fue
    también uno de los primeros en detectar estos cambios,
    exponiendo su tesis sobre la
    Nueva Edad Media, para ofrecer un paradigma que
    sirviera para analizar el ritmo que iban tomando los
    acontecimientos.

    Más recientemente, el escritor francés
    Alain Minc, apoyándose principalmente en las
    particularidades de los conflictos
    bélicos desatados en los Balcanes, volvió a
    subrayar los rasgos neomedievales de la situación que
    estamos viviendo en todo el mundo, destacando la serie de
    coincidencias que se dan entre el anterior período
    medieval, vivido por Europa
    después de la caída de Roma, y el
    actual. El choque producido por guerras como
    la de Bosnia o las nuevas de Afganistán e Irak han
    puesto de manifiesto que el mundo entero se está
    enfrentado bruscamente con una realidad que, hasta hace poco,
    veía un tanto lejana. Se ha comprobado cómo han
    caído los esquemas, cómo se han roto todos los
    moldes y manifestado una serie de parámetros de manera
    violenta. Alain Minc insiste mucho en ello en su libro y se
    centra en ese estereotipo que proporciona una guerra
    dolorosa y sangrienta que está precipitando la crisis de la
    civilización mucho más rápidamente de lo que
    se pensaba.

    Todo esto es tema para reflexionar y mucho más
    interesante si lo analizamos en profundidad, no de una forma
    alarmista o catastrófica como podría resultar de un
    análisis superficial. Hay muchos elementos
    que nos pueden ayudar a conocer el momento tan especial en que
    nos desenvolvemos, a conocernos también un poco a nosotros
    mismos y así anticiparnos a los acontecimientos venideros,
    con una cierta tranquilidad de que podemos superar la
    prueba.

    Podemos establecer, en primer lugar, una serie de
    elementos que nos ayuden a descubrir si los modelos
    utilizados en la Edad Media anterior nos pueden ser de utilidad para
    enfrentarnos a la que se avecina. Consideramos, con una
    visión histórica inspirada en el
    conocimiento tradicional, que el tiempo es
    curvo, que la Historia no manifiesta una
    linealidad en el sentido de que se vayan superando etapas en un
    progreso infinito, sino que más bien se nos plantea como
    una rueda cuyo continuo girar hace que nos encontremos ante
    ruinas de antiguas civilizaciones que nos sorprenden por su gran
    esplendor y conocimientos y que, sin embargo, cayeron y fueron
    sustituidas por otros modelos civilizatorios de muy bajos
    resultados positivos: momentos oscuros y decadentes que los
    historiadores han dado en llamar edades medias. En la Historia de
    la Humanidad ha habido momentos de esplendor y momentos de
    decadencia. Mientras en Europa estábamos sumidos en la
    Edad de Piedra, había otros lugares que disponían
    de grandes formas civilizatorias, donde las Artes, la Ciencia, la
    Religión o
    la Política
    conducían a los hombres a formas de vida perfectamente
    organizadas. De ahí que esta pretensión que se
    tenía en el siglo pasado, o incluso antes, de esa
    sucesión de etapas que llevaban a un mayor florecimiento y
    a una mayor perfección para la Humanidad, cada vez es
    sostenida por menos pensadores.

    EFECTOS EQUIVALENTES EN LOS
    PERIODOS MEDIEVALES

    Se pueden establecer una serie de paralelismos que nos
    van a llevar a la descripción de esta nueva situación
    neomedieval. A veces estos paralelismos se dan en
    oposición, puesto que las causas que los producen son
    equivalentes, pero no idénticas. Estamos hablando de
    procesos
    paralelos, no iguales. En la pasada Edad Media, por ejemplo, uno
    de los primeros signos
    más significativos es el tremendo descenso de la población. Esta crisis, sin embargo, que en
    la edad pasada fue producida por el hambre o las epidemias, tiene
    su polaridad opuesta en la superpoblación y el crecimiento
    demográfico que está afectando hoy principalmente a
    los países subdesarrollados, que son los primeros en notar
    los efectos del ciclo neomedieval.

    También en el polo opuesto se encuentra la
    saturación de las ciudades frente al abandono de las
    mismas al comienzo de la Edad Media. Una vez que los
    bárbaros se apoderan de las bien organizadas ciudades
    romanas, que disponían de servicios y
    todo tipo de elementos de convivencia, los ciudadanos
    huían al campo, donde se atrincheraban, y así
    fueron creando pequeños núcleos para constituir lo
    que después serían los castillos feudales, punto de
    referencia del nuevo sistema y germen
    de las futuras ciudades amuralladas. Hoy en día, por el
    contrario, son ya muchas las ciudades saturadas, con más
    de 5.000.000 de habitantes, lo que causa verdaderos problemas de
    acumulación en los servicios, las comunicaciones
    e incluso en el propio estado
    psicológico de sus habitantes.

    DIFICULTADES DE
    COMUNICACIÓN

    Este problema, que se plantea en los albores de la Edad
    Media, se ve ahora contrapuesto por el exceso de comunicación que hoy existe en todos los
    países civilizados. La
    comunicación excesiva es uno de los signos propios de
    nuestra época y hace que las consecuencias de esta
    situación de tránsito sean vividas por todos, lo
    cual es un elemento original, en tanto en cuanto el mundo se ha
    convertido hoy en lo que Mac-Luhan llamaba "la aldea global",
    donde nada que se produzca en cualquier lugar puede tener el
    aislamiento necesario para crecer. En tiempos del Emperador
    Carlomagno, cuando Europa vivía la Edad Media más
    dura -siglos V y VI-, donde todavía esas pequeñas
    semillas de un mundo mejor no habían germinado por falta
    de tiempo, había otros lugares de la Tierra que
    estaban en pleno auge, con unos elementos de civilización
    desconocidos en el mundo europeo. Es bien sabido cómo
    Carlomagno envió emisarios a Constantinopla para que
    trajesen expertos, artesanos y conocedores de los adelantos de la
    época.

    En "El fin de la Historia y el último hombre", su
    autor, Fujuyama, plantea el hecho de que si hoy un país
    quisiera hacer una experiencia de laboratorio y
    dejar de utilizar los mecanismos científicos o los
    adelantos de la tecnología para
    trabajar en un medio totalmente descontaminado, al principio
    podría parecer fácil conseguir ese aislamiento,
    pero la experiencia estaría condenada al fracaso. Hoy el
    aislamiento es inviable, pues los medios de
    comunicación hacen que todo esté interconectado
    e interdependiente. Tendría que haber un consenso mundial
    que permitiera a un país pequeño hacer ese
    experimento, lo cual es una utopía.

    ESPECIALIZACIÓN
    TECNOLÓGICA

    Otro punto es la decadencia tecnológica. En
    nuestra sociedad de consumo, donde
    cada producto es
    sustituido con mucha rapidez por otro nuevo, se está
    produciendo una falta de conocimiento y
    de utilización de muchos de estos mismos productos que
    no se saben aprovechar debidamente. Ese exceso de producción tecnológica hace que
    aunque se esté en un nivel muy alto de producción,
    el grado de utilización de esa tecnología por parte
    de los individuos sea cada vez más bajo. Hay, no obstante,
    un sector de la población que sí continúa el
    ritmo de esa producción y mejora tecnológicamente,
    pero la gran mayoría cada vez se desmarca más y
    más de lo que se requiere para aprovechar esos avances. De
    ahí que lo que se produce en este sentido es como una
    especie de desalfabetización tecnológica por parte
    de los individuos, ante la súper especialización
    técnica que se está dando en los productos, y una
    infrautilización de los mismos. Entonces, quizá por
    exceso, se va a llegar a parecida situación.

    Por otra parte, también sucede que la mano de
    obra especializada que requiere la fabricación de
    productos de alta tecnología, el abandono de la
    producción de elementos hechos con las manos, hace que la
    población que se requiere para estos trabajos sea casi de
    élite y, como consecuencia, queda una gran masa de gente
    que ya no sabe cómo resolver las incógnitas que
    plantean estos elementos altamente tecnificados, ni tampoco
    cómo crear algo más simple que los sustituya. Esa
    gente se queda desmarcada del proceso
    tecnológico. Es algo parecido a lo que sucedía en
    la anterior Edad Media cuando no había orfebres ni
    especialistas que supieran tallar las piedras o construir
    edificios y tuvieron que buscar -estamos hablando del renacimiento
    carolingio, que es el primero que intenta superar y sembrar esa
    semilla que sirva para salir de la barbarie- en otros lugares
    más civilizados a aquellos artesanos y constructores que
    le enseñarán a la población todas aquellas
    técnicas y elaboraciones que habían
    olvidado.

    INSEGURIDAD,
    PROVISIONALIDAD

    Los peligros en los caminos durante la Edad Media
    serían hoy comparables a esos peligros que también
    ahora tenemos en nuestros caminos, ya sea dentro de las ciudades
    o también fuera, y que producen un sentimiento
    generalizado de inseguridad,
    que es otra de las características de esta época de
    transición. De igual manera que el hombre
    medieval, cuando se ponía en camino, no sabía lo
    que podía ocurrirle, ni siquiera si iba a volver, poco a
    poco tal provisionalidad se adueña de nosotros, que ya no
    nos atrevemos a planificar con la racionalidad de hace no tanto
    tiempo, pues todo se ha vuelto mucho más inseguro y
    aleatorio.

    El catastrofismo milenarista de la Edad Media, que
    pretendía que cuando llegara el año 1000 se iba a
    terminar el mundo y se preparaban todos directamente para esa
    finalización de los tiempos, también se puede
    comparar al catastrofismo de la amenaza nuclear, al miedo a la
    destrucción del planeta desde el punto de vista de la
    ecología,
    etc. Hoy tenemos también un cierto catastrofismo
    milenarista; a pesar de esa presunta racionalidad de la gente,
    todo el mundo se pregunta qué es lo que va a pasar
    mañana, se indagan las profecías, se buscan los que
    adivinan el futuro… Ese fantasma del fin de los tiempos atrae a
    la gente más de lo que parece.

    FORMALISMO
    INTELECTUAL

    Hay también paralelismos en el ámbito de
    la cultura. En la
    pasada Edad Media nos encontramos un ambiente de
    muchas discusiones, tremendas disputas escolásticas por
    mínimos matices en la expresión, grupos religiosos
    divididos, corrientes enfrentadas y duramente en pugna por
    pequeñas definiciones dogmáticas, por
    pequeños añadidos a ciertas frases
    evangélicas… En nuestro momento actual existe un exceso
    de formalismo intelectual; por establecer un pequeño matiz
    en una pequeña parte de un pequeño tratado de una
    pequeña rama de la ciencia, se
    producen profundas disquisiciones que son comprendidas por muy
    pocos y que no trascienden prácticamente en nada al resto
    de la sociedad, pero que apasionan y producen grandes
    polémicas entre los intelectuales.

    Es interesante también subrayar el papel que
    desempeñaron los monasterios en la antigua Edad Media. Los
    monasterios fueron punto de referencia para la
    conservación de las ideas, del conocimiento, en un mundo
    embrutecido y barbarizado. Gracias a esos monjes bien organizados
    que copiaron a Platón,
    a Aristóteles o a los estoicos, se realizaron
    obras de arte y se
    conservaron muchos tesoros del mundo clásico. Umberto Eco
    considera que son las universidades actuales las destinadas a
    desempeñar ese papel en la nueva Edad Media. Giuseppe
    Sacco, por el contrario, subraya que, siguiendo el modelo de las
    microsociedades ascético-monásticas que florecieron
    en la Edad Media, la clave de los nuevos valores y
    códigos éticos va a estar en los grupos
    pequeños de idealistas con claridad de objetivos, con
    mucha imaginación y capacidad para sobrevivir en un medio
    muy hostil, autoabasteciéndose sin depender demasiado del
    exterior.

    LOS SEÑORES DE LA
    GUERRA

    Los ejércitos privados al servicio de
    los "señores de la guerra", como se les llamaba en la Edad
    Media, tienen su paralelismo en la tribalización de las
    guerras actuales. En estos momentos, hay muchos conflictos que
    evidentemente no son una guerra clásica, en la cual
    existen bandos enfrentados, sino que hay una serie de
    pequeños ejércitos particulares de cada ciudad, con
    diferentes jefes pagados por individuos aislados, y que no
    obedecen a una estrategia
    general. Por eso es tan difícil llegar a acuerdos. Los
    acuerdos se plantean por la vía racional del sistema
    antiguo a través de interlocutores internacionales y de
    representantes del Estado. Pero lo que hoy funciona no son
    Estados, sino clanes, tribus, o a lo sumo ciudades enfrentadas
    entre sí. Este protagonismo de las ciudades también
    en un rasgo medieval. En la Edad Media los feudos, poco a poco,
    se convierten en burgos y ciudades que son las auténticas
    protagonistas, y en la actualidad también se están
    federando como se federaron entonces en la liga
    hanseática; se traspasan las barreras, tanto de regiones
    como de naciones, en esa descentralización paulatina que se va
    implantando. El
    estado-nación
    cada vez cuenta menos y se habla -por ejemplo- en el continente
    europeo, de la "Europa de Regiones" y de la "Europa de
    Ciudades".

    HEREJES E
    INQUISIDORES

    La represión de los herejes es otro rasgo
    importante de la Edad Media. Todo aquel que pensara de distinta
    manera era eliminado, tras ser juzgado y acusado de hereje. Hoy
    se está dando esto mismo en la persecución, a veces
    artificial y a veces real, de los movimientos que se llaman
    sectarios, y también en la diabolización que se ha
    hecho de la palabra "secta". En la antigüedad, los grupos o
    sectas que se plantearon en el seno de las diferentes tendencias
    de la religión cristiana fueron innumerables, y aunque
    algunos simplemente se limitaban a subrayar algún aspecto
    de la doctrina, en otros casos se cometían verdaderas
    aberraciones, pero a todos sin excepción se les
    metía en el mismo casillero y se les acusaba igualmente de
    herejes. Ahora se está haciendo los mismo con la
    persecución de lo que se ha dado en llamar "sectas
    destructivas", integrando dentro de ellas a todo grupo que
    plantee algún tipo de alternativas o de nuevas
    perspectivas, y son perseguidas, no por una inquisición,
    sino que ahora la sociedad plantea otro tipo de inmolaciones. La
    manipulación de los medios de
    comunicación ha creado nuevos fantasmas de
    miedo y de terror, similares a los del Santo Oficio, pues se
    diabolizan igualmente los elementos, y con ello hay una
    condenación pública que convence a la gran
    mayoría. Eso produce, junto con la intransigencia que cada
    vez se da más en la Edad Media, una permanente
    descalificación: en el mundo medieval abunda esa
    opresión permanente o ese estado de agresividad que vive
    la sociedad. Esto se generaliza en una intolerancia total hacia
    cualquiera que piense de distinta manera que uno. Es un
    dogmatismo, ya sea en materia
    religiosa o política, que se palpa en el
    ambiente.

    Los castillos fortificados en la Edad Media, las
    murallas que aparecen en torno a ellos y
    al núcleo de población que los rodeaba, son
    fortificaciones que surgen ya en la época tardía, o
    sea, cuando empieza verdaderamente la Edad Media. Estos castillos
    fortificados tienen una correspondencia en la actualidad con los
    dispositivos de seguridad que
    cada vez proliferan más, ya sea en los edificios
    particulares o apartamentos, o en los organismos oficiales. Todos
    aquellos lugares donde puede residir el poder son
    sistemáticamente vigilados y filtrada toda persona que pueda
    tener acceso a ellos.

    LENGUA
    COMÚN

    La elaboración del alfabeto en la época
    del Renacimiento Carolingio fue uno de los instrumentos que
    ayudó enormemente a salir de la barbarie al mundo europeo
    de entonces. Hay que decir que nadie sabía leer ni
    escribir, ni siquiera el mismo Carlomagno: tuvo que poner a sus
    monjes, dirigidos por Alcuino de York, a elaborar un nuevo
    alfabeto.

    Por otra parte, la lengua
    común que se buscaba y que, mal que bien, todo el mundo
    hablaba en la Edad Media -no sólo los más cultos,
    pues también era necesaria para el comercio y
    otros determinados menesteres-, era ese latín que poco a
    poco fue deformándose y constituyendo las lenguas
    romances. Hoy día es bastante claro que esa lengua
    hegemónica es el inglés.
    Es una especie de imposición, propia de esa aldea global,
    que todo el mundo tiene que aceptar si pretende acceder al mundo
    científico o simplemente viajar por distintos
    países o estudiar cualquier carrera
    universitaria.

    Otro paralelismo estaría entre las justas y
    torneos medievales y nuestras actuales competiciones deportivas.
    Las ciudades del Medievo vivían prácticamente
    aisladas entre sí. Los castillos, esas pequeñas
    sociedades
    feudales, vivían independientes y se encontraban con
    ocasión de las justas y torneos. Umberto Eco considera que
    las grandes competiciones deportivas tienen algo de ese sabor
    medieval en cuanto a su capacidad para movilizar el entusiasmo de
    las gentes y su identificación con los colores. Al igual
    que en las justas y torneos, los partidarios de unos u otros se
    catalogan por los colores que portan y por la adscripción;
    es una identificación, un entusiasmo movilizador lo que
    une a esas masas por encima de las pequeñas agrupaciones
    sociales.

    EPÍLOGO

    Podemos plantear algunas posibles soluciones
    ante esta inexorable medievalización de nuestra sociedad.
    Hay que decir que no existen paradigmas,
    panaceas infalibles ni recetas globales, por la misma
    razón de que no es un mundo homogéneo el que
    tenemos entre las manos, sino cada vez más fragmentado y
    heterogéneo, como es propio de todos los períodos
    medievales. De ahí que no se pueda decir que la
    solución tenga que ser económica, cultural o
    religiosa.

    Jorge Ángel Livraga afirma que una de las
    posibles soluciones reside en la creación de
    módulos de supervivencia, y añade: "Cada cual tiene
    que tratar, en lo posible, de rescatar todo aquello que sea
    válido, para sí y para los demás". Es decir,
    ante una imagen
    histórica como es la de la Nueva Edad Media, lo
    único que cabe también es una actitud y una
    imagen histórica que implique una forma de comportamiento
    que sea la de ese hombre neomedieval que va buscando las semillas
    salvadoras. Se trata de una actitud mental, todo un planteamiento
    de rescate de todo lo bueno, bello y justo. Livraga afirma
    asimismo: "Tenemos que aprender a vivir aun a través de
    las deficiencias que ya va planteando la sociedad medieval".
    Aprender a vivir en otro nivel, no el que nos empuja hacia una
    sociedad de consumo alocado y confort, donde todo funciona, sino
    en una sociedad donde hay deficiencias: ser capaz de anticipar la
    posibilidad de un fallo eléctrico sin que esto nos
    desestabilice, la posibilidad de una escasez de
    combustible, de una carestía de alimentos, de una
    inseguridad cada vez mayor, sin que ninguna de estas deficiencias
    del sistema nos limite a nivel psicológico. En un saber
    cómo comportamos ante la xenofobia,
    ante la intolerancia o la persecución de los que piensan
    de otra manera.

    Así podremos hacerle frente sin peligro de perder
    irremisiblemente muchos de esos logros que ha ido acumulando el
    hombre a través de los siglos: logros culturales,
    técnicos, científicos, morales y espirituales, que
    son patrimonio de
    la Humanidad y que no podemos dilapidar de ninguna manera, pues
    ellos son los que van a servirnos para que, cuando venga el nuevo
    giro de la Historia, podamos llegar un poco más lejos de
    lo que hemos sido capaz de llegar la Humanidad hasta
    ahora.

    FACTORES QUE CARACTERIZAN LOS
    PERIODOS MEDIEVALES

    La Edad Media no se plantea en realidad como un
    período histórico sino, más bien, como una
    imagen histórica, es decir, un ambiente, un estado de
    ánimo generalizado, donde hay una serie de factores, de
    estructuras
    comunes que se dan siempre en todas las edades medias, las cuales
    nos permiten identificarlas como tales. No todo es
    destrucción, no todo es caída o declive; al ser un
    momento enormemente activo y de gran transitoriedad, se producen
    también en ese tiempo iniciativas o tendencias positivas
    que van a servir para superar el gozne. Esa es la apasionante
    carrera en la cual todos estamos comprometidos; descubrir en ese
    tiempo de cambios y confusión aquellas semillas que van a
    servir para que se supere el ciclo, porque toda Edad Media
    –lo sabemos ya también por el estudio comparativo
    que hemos hecho de las anteriores–, lleva en sí el
    germen de lo que va a ayudar a superarla.

    – Una paz que se desmembra. Es ese "Status quo" de un
    cierto equilibrio
    que teníamos hasta que la Unión Soviética
    se deshizo en fragmentos. Había un cierto entente entre
    las dos grandes potencias, que Umberto Eco llama la pax
    americana, rememorando la "pax romana" del antiguo Imperio. Es
    muy complicado hablar de esa "pax", puesto que la Humanidad
    nunca ha conocido períodos de paz estable, pero digamos
    que, frente a la generalización de los conflictos que
    tenemos ahora, esa "pax" o guerra
    fría de los años sesenta era una convivencia
    bastante más controlada de lo que es ahora. En
    definitiva, ese sería el primer factor: una paz que se
    desmembra o un conflicto
    que se generaliza.

    – Invasiones e inmigración. Unos "bárbaros" que
    presionan, ya sea desde dentro, con nuevas ideas, o desde
    fuera, tratando de integrarse en el sistema. Estos son los
    inmigrantes, todos los refugiados de distintos países,
    que huyen de las guerras y presionan las fronteras de los
    países que se definen a sí mismos como más
    civilizados. No son invasiones violentas o guerreras -a lo
    largo de la Historia vemos que no todas lo han sido a golpe de
    espada- sino movimientos de pueblos, gentes que viven
    precariamente y van buscando, sencillamente, un lugar donde
    poder sobrevivir.

    – Descentralización de la estructura
    social y crisis del control
    central de los sistemas. Este
    es quizá uno de los elementos fundamentales, donde
    más coinciden los analistas del momento actual. Las
    instituciones revisten un carácter accesorio ante los intereses
    privados en pugna. El gran aparato del Estado pierde cada vez
    más capacidad de control y se produce una
    feudalización, en cuanto que las instituciones se
    vacían cada vez más de contenido y son mantenidas
    de manera artificial. El poder se va desplazando hacia otros
    grupos laterales que no están integrados dentro de los
    grandes aparatos constitucionales, lo cual implica un
    protagonismo de los intereses privados frente a un Estado
    Central y racional propio del siglo XIX.

    – Las ciudades se fragmentan en barrios. La
    "vietnamitación del territorio", lo llama el historiador
    Furio Colombo. En esta fragmentación sucede que quedan
    territorios como "tierras de nadie", lugares donde puede
    suceder de todo, donde no hay seguridad ni ningún tipo
    de utilización prevista para ese espacio. Dice
    textualmente Alain Minc: Espacios inmensos regresan a un estado
    salvaje, la ilegalidad se reinstala en el corazón
    de las democracias más avanzadas, las mafias no aparecen
    como arcaísmos en vías de desaparición,
    sino como una forma social en plena expansión. Una parte
    de las ciudades se escapa a la autoridad
    del Estado y se sumerge en una inquietante
    extraterritorialidad. Millones de ciudadanos en el
    corazón de las sociedades más ricas y más
    sofisticadas se mueven en la oscuridad y en la
    exclusión; nuevas bandas armadas, nuevos ladrones,
    nuevas tierras incógnitas, ahí están todos
    los ingredientes de una Nueva Edad Media.

    – Sentimiento generalizado de inseguridad ante el
    futuro. Esta característica afecta sobre todo a los
    ciudadanos que se sienten muy identificados con el sistema. Los
    que viven más en la psicología medieval
    pueden tener dos tendencias:

    a) Sabiéndolo, tratar de sobrevolarlo todo un
    poco, es decir, identificarse en el papel de buscador de todo
    lo que pueda ser semilla válida para el
    futuro.

    b) Dejarse llevar y reproducir el estereotipo
    medieval, identificarse con él y seguir la corriente
    histórica.

    Tanto los primeros como los segundos tienen un rasgo
    en común, que es la sensación de inseguridad ante
    lo que va a ser el día de mañana, además
    de la inseguridad física por las
    agresiones por falta de vigilancia en los barrios
    marginales.

    – Tendencia a que los datos del saber
    sean traducidos a imágenes; habrá una élite,
    que será la "cultura docta", y una gran mayoría a
    la que pertenece la "cultura popular". Los primeros, los
    intelectuales más capaces, van a sentir constantemente
    la llamada de la divulgación hacia esas masas populares
    y van a intentar traducir en imágenes sus ideas, para
    hacerlas asequibles. Esto ocurrió en la Edad Media
    pasada y en la actualidad también se da, puesto que cada
    vez proliferan más las enciclopedias o vídeos
    donde se cuenta, de manera sencilla y comprensible, todo el
    acervo que el conocimiento ha llegado a producir
    culturalmente.

    – Gusto por la recopilación y el inventario, por
    la tendencia a acumular objetos, unos por simple coleccionismo
    y otros por un sentido más profundo. En los
    ámbitos culturales, éste es quizá uno de
    los elementos más positivos y que más ha
    beneficiado la conservación de objetos de valor. En
    aquellos primeros monasterios medievales se guardaba cualquier
    cosa que se pudiera encontrar: lo mismo una lápida
    funeraria de la antigua Roma que un códice del que no
    entendían nada.

    – Cultura de la readaptación continua, de la
    transición permanente. Podemos decir, con Alain Minc,
    que la Edad Media se caracteriza por un estado de
    confusión y de deseo. Los estudiosos de estas teorías nos indican cómo los
    sistemas actuales de la sociedad están cayendo cada vez
    más en puntos de desequilibrio, y a pesar de sus
    esfuerzos por defenderse de esa inestabilidad, van
    inexorablemente hacia un estado general de caos. De ahí
    que, curiosamente, los estudios más avanzados en las
    ciencias
    contemporáneas sean precisamente sobre el caos y el
    principio de incertidumbre: hay una relación muy directa
    entre la
    motivación de los pensadores o científicos y
    las tendencias que tiene la Humanidad. No deja de ser
    significativo que en un momento en que se está
    produciendo ese estado de confusión cada vez más
    generalizado, sean precisamente los estudios de la
    Física del Caos los más vanguardistas. ¿Es
    que se capta esa forma mental, que está produciendo la
    Humanidad en conjunto, con su situación de
    transición de un tiempo a otro?

    PARALELISMOS

    – El deterioro de las calzadas romanas, de las
    vías de comunicación del antiguo Imperio,
    tendría su paralelismo hoy con la
    contaminación del medio
    ambiente. Nuestro entorno se va deteriorando hasta el punto
    de que los elementos naturales, los bosques, las aguas y hasta el
    aire que
    respiramos están amenazados debido a la contaminación cada vez mayor que sufrimos.
    Cada vez es más escasa el agua potable,
    y las carreteras ofrecen la amenaza de una contaminación
    permanente.

    – La escasez de alimentos que se produce en la antigua
    Edad Media, desgraciadamente, se está produciendo
    también ahora en los países superpoblados
    tercermundistas, además del deterioro creciente que
    experimentan los alimentos desnaturalizados y convertidos a veces
    en productos cancerígenos en los países
    más desarrollados.

    – El fenómeno de las peregrinaciones y viajes en la
    Edad Media, ese ponerse en camino, ir a los Santos Lugares, a
    Santiago, a las ermitas y romerías, o ir simplemente en
    busca de nuevas perspectivas a grandes núcleos de
    población, las compara Umberto Eco con el auge que tiene
    en nuestro días el turismo de masas, los
    movimientos de población en busca de conocer otras tierras
    y otros mundos.

    – En la antigua Edad Media teníamos el misticismo
    mendicante, es decir, aquellos iluminados que iban por los
    caminos predicando y buscando adeptos. Hoy tenemos otros
    "místicos", falsos ocultistas que prometen un mundo
    maravilloso, un paraíso, que enseñan doctrinas y
    salvaciones de tipo mesiánico, tal como se
    producían en aquel entonces.

    – Las epidemias de enfermedades incontrolables
    constituyen otro de los síntomas visibles de esa estructura
    medieval que se adueña de todo. La aparición de
    virus
    aún no identificados, que se renuevan con continuas
    mutaciones produciendo enfermedades contagiosas, para las que el
    tan alabado poder de la medicina
    moderna no encuentra vías de curación, produce un
    estado de confusión y de angustia ante lo desconocido, muy
    similar al que vivieron nuestros antepasados.

    La pobreza y la
    mendicidad son otro punto de convergencia. En la Edad Media fue
    tan enorme que hasta los artistas de comienzos del Renacimiento
    las reflejaron en sus obras. Este estado de marginación,
    de grandes "bolsas de pobreza", existe
    hoy en todas las grandes ciudades, y poco a poco, el nivel de
    pobreza va creciendo en todas partes. En la actualidad existen
    países enteros, naciones consideradas pobres.

    – La amenaza del Islam, utilizada
    como elemento propagandístico cuando interesa, es otra de
    las coincidencias que encontramos. El avance del Islam fue vivido
    como una amenaza por las micro-estructuras medievales, e
    igualmente, en este momento, el integrismo islámico viene
    a ser una amenaza directa ante el sistema; los propios
    países de la influencia islámica lo ven
    también como una amenaza para ellos, sobre todo aquellos
    que se pasaron al sistema racional e industrializado del mundo
    occidental.

    María Dolores F.-Fígares


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