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Las nuevas tecnologías en la edición




Enviado por Djamel Toudert


    ABSTRACT

    Estamos en la era digital, el avance incesante de las
    nuevas tecnologías ha contribuido a aunar conceptos,
    formas de trabajo,
    profesiones…, y hoy día, se nos hace difícil
    diferenciar entre montaje o edición, montador o editor, cine o
    vídeo, ya que el soporte informático en el que
    trabajan es el mismo.

    Palabras clave:

     · brecha
    digital

     · comunicación mediada por
    ordenador

     · convergencia
    tecnológica

     · desarrollo

     · medios de
    comunicación

    Un breve paseo por la
    historia.

    Mucho ha cambiado el montaje desde el "corta y pega" del
    celuloide a ojo y con tijeras. He aquí un repaso fugaz. Al
    principio, las primeras películas de argumento fueron
    ordenadas y montadas a mano por los mismos directores –
    ¿es que alguien más podía hacerlo?– y
    no fue hasta la aparición de la primera moviola que
    el trabajo en
    la sala de montaje dio el primer paso su breve historia.
    Ésta hizo posible contemplar las imágenes
    en movimiento a
    través de una pequeña lupa, lo que agilizaba el
    proceso y
    facilitaba enormemente el trabajo, que en esencia seguía
    siendo el mismo. No fue hasta poco después, gracias a la
    irrupción del sonido, cuando se
    produjo el verdadero cambio radical
    del montaje: además de la imagen, ahora
    había que montar el sonido y hacer que ambos soportes
    estuvieran sincronizados. Ya no era suficiente el colocar un
    plano tras otro, había que combinar las imágenes,
    equilibrándolas con la precisión de un relojero por
    medio de la continuidad sonora.

    Este problema hizo necesaria la aparición de
    técnicos especializados, y con aparición de las
    grandes compañías de producción y distribución se configuraron a su vez los
    equipos técnicos, así como las líneas de
    trabajo en
    equipo. Desde entonces, la opinión y decisión
    en la sala de montaje era compartida por tres personas: el
    productor, el guionista y, lógicamente, el montador, que,
    claro, montaba la película ajustándose inicialmente
    a la planificación fijada en el guión
    –que a su vez era supervisado por el guionista y el
    productor–. Posteriormente surgió un nuevo soporte,
    el magnético, que durante un tiempo
    complicó el empleo del
    sonido al tener que ser escuchado siempre en un lector de cabeza
    magnética. Sin embargo la evolución prosigue, y las posibilidades de
    la columna sonora se ampliaron hasta hacer posible enriquecerla
    con distintas bandas, tanto con diálogos como con efectos
    sonoros o músicas. Nuevas visionadoras provistas de dos
    pantallas y cabezas lectoras estaban llamadas a facilitar el
    trabajo del montador.

    Fue la era del montaje clásico, en la que un
    equipo básico de montaje estaba compuesto por un montador
    jefe, un ayudante y un auxiliar. El primero trabajaba con el
    copión –el positivo no descartado en los
    visionados– y una banda magnética en la que se
    había repicado previamente el sonido. En la moviola, iba
    señalando los puntos de corte con un lápiz graso
    según las indicaciones del director. La película
    pasaba después a manos del ayudante, que la instalaba en
    unos rodillos y ejecutaba el trabajo más mecánico:
    el corte y el empalme. Al mismo tiempo, el auxiliar llevaba a
    cabo también la responsabilidad de archivar y enumerar las
    diferentes tomas, incluso los "descartes",
    que en un momento posterior siempre pueden hacer falta. Cuando el
    montador jefe conseguía finalmente afinar el montaje
    definitivo enviaba el copión al laboratorio.
    Allí, siguiendo los números identificativos de los
    fotogramas, –lo que en la profesión se
    conocía con el término "pietaje"–, se
    realizaba el corte del negativo y se dejaba la película
    lista para obtener las futuras copias de distribución
    necesarias.


    Una cuestión de
    términos

    La llegada del vídeo, viene a complementar esta
    parcela de una profesión comprometida con la
    técnica audiovisual. Resulta curioso que, a partir de la
    llegada del vídeo a España, el
    "montador" se convierta en "editor" y el "montaje", en
    "edición".

    Otra explicación fugaz: durante el periodo en el
    que aún no había aparecido la
    televisión, siempre se utilizó el
    término "montaje" para referirse al oficio
    cinematográfico de "montar imágenes y sonidos".
    Pero tras la irrupción de ésta, se comienza a
    utilizar siempre el término "edición", con sus
    diferentes variantes lingüísticas en los distintos
    países. ¿Por qué? Pues principalmente porque
    los profesionales de las ondas
    catódicas quisieron independizarse del lenguaje
    cinematográfico. En el fondo, su forma de expresión
    estaba muy lejos en sus medios materiales de
    los recursos
    cinematográficos. Igualmente se distinguían en que
    sus montajes debían ser realizados a través del
    directo.

    Y otra vuelta de tuerca: la llegada del vídeo
    trajo consigo nuevas posibilidades para hacer un montaje "a
    posteriori", algo más cercano a lo que se hacía en
    el cine. La terminología referente al montaje en el mundo
    del vídeo es entre los profesionales del medio y en las
    publicaciones especializadas aún más complejas y
    equívocas que en el aspecto cinematográfico.
    Aquellos que confiaban en las posibilidades del vídeo,
    pero también que conocían la eficacia, los
    métodos de
    trabajo y, sobre todo, los mejores resultados artísticos
    del cine, quisieron aproximarse al más experimentado
    lenguaje del celuloide y retomaron muchas veces el viejo
    término de la cultura latina
    europea "montaje".

    Otros realizadores de vídeo más pegados a
    la imagen televisiva prefirieron seguir usando su
    terminología "editar", mejor implantada en su medio y
    quizá más entroncada con aspectos
    tecnológicos.

    Y otro de los condicionantes para tal ensalada
    terminológica fue sin duda que algunos montadores
    cinematográficos comenzaron su carrera profesional en la
    televisión, al igual que muchos editores
    curtidos en el vídeo dieron posteriormente el salto a la
    gran pantalla.

    La diferencia en principio entre el montaje en cine y la
    edición en vídeo es que los procesos de
    trabajo eran bien distintos, pudiendo en este caso hablar de
    edición no lineal y lineal. Pero ambos
    términos se aunaron en la edición, algo que hasta
    entonces en cine no se había nombrado. Se había
    hablado de no linealidad, pero no de edición no lineal. Y
    el montaje en cine desde sus orígenes era no lineal. Los
    empalmes pueden hacerse en cualquier posición, y el
    metraje se puede añadir o quitar en cualquier
    posición. El metraje por completo se halla en un estado
    manejable y puede cambiarse en cualquier punto. Esta no
    linealidad había existido siempre pero nunca se
    consideró algo especial, hasta que se convivió con
    el vídeo.

    Aunque el cine permite la edición no lineal, la
    película no nos proporciona acceso aleatorio a cualquier
    punto del metraje. Si el rollo está posicionado en su
    final y queremos coger una toma que está a la mitad, hemos
    de rebobinar el carrete a lo largo de todo el material hasta
    alcanzar la posición deseada, ya que el acceso que tenemos
    a las diferentes tomas es secuencial. El acceso aleatorio
    permitiría localizar lo más rápido posible
    cualquier punto del material. El acceso secuencial implica que
    para acceder a una toma, antes hay que pasar por todas las que
    estén almacenadas entre donde estamos y el punto elegido.
    Para entendernos: una cinta de casete sería de acceso
    secuencial y un disco de vinilo sería de acceso aleatorio,
    ya que podemos elegir directamente qué pista escuchar de
    forma independiente. En la cinta de vídeo tenemos
    también acceso secuencial a las
    imágenes.

    En vídeo, sin embargo, la edición en
    principio era lineal y el acceso secuencial hace que el usuario
    piense hacia delante y planifique la forma en que se
    editará una secuencia. Si en un momento decidimos hacer
    una modificación en lo ya editado, hay dos formas de
    proceder: la primera es repetir todas las ediciones desde el
    punto de cambio; la segunda es copiar a otra cinta, llamada
    "submáster" todo lo editado, para reproducirla
    posteriormente como cinta fuente y poder hacer
    más rápidamente las modificaciones pertinentes en
    la cinta master aprovechando lo ya montado.

    Lo ideal, lo que se pretendía era poder contar
    con un sistema que
    reuniese lo mejor de los procedimientos
    utilizados en cine y en cinta de video: la no
    linealidad de cine y la rapidez de uso de los sistemas
    electrónicos utilizados en el vídeo, todo ello con
    acceso aleatorio a las imágenes, es decir, para trabajar
    con absoluta flexibilidad sería deseable utilizar sistemas
    electrónicos de edición no lineal con acceso
    aleatorio. Y es en este momento donde las nuevas
    tecnologías vuelven a jugar un papel importantísimo
    en la edición, cuando no encontramos ninguna diferencia
    entre montaje y edición, porque el proceso de trabajo es
    el mismo.

    La era
    digital

    Así fue como otras herramientas
    comenzaron a sustituir a moviolas, sincronizadoras, bobinadoras e
    incluso el soporte positivo-película, al igual que el
    mundo del vídeo experimentó avances
    tecnológicos importantes. Estamos en la era digital y,
    aunque todavía la filmación de largometrajes en
    este tipo de sistemas esté dando sus primeros pasos, en el
    terreno del montaje ya son mayoría el número de
    películas montadas en estos nuevos soportes, al igual que
    el video analógico convive con el vídeo digital y
    cualquier producto
    producido en vídeo es editado en un ordenador.

    Existen distintas marcas y modelos de
    edición digital. Por citar el más utilizado, es el
    llamado Avid Media Composer, que puede ser considerado una
    herramienta que se ajusta a la perfección al montaje
    cinematográfico y la edición en vídeo, ya
    que permite el proceso del material media (imagen y sonido) al
    tiempo que precisa y mejora los trabajos de edición,
    combinando las herramientas tradicionales de la
    postproducción, con facilidad y celeridad en el almacenamiento y
    organización de archivos de
    imágenes y sonidos en discos fijos y removibles (que
    permiten, a su vez, una gran elasticidad a la
    hora de administrar y conducir el material). Para un profesional
    del montaje, la única diferencia entre el sistema
    tradicional y el montaje digital es el hecho físico de
    tener entre sus dedos la película, o la cinta de
    vídeo y el disquete. Pero las ventajas sin embargo de
    estos sistemas electrónicos de edición con respecto
    a los procedimientos utilizados en cine son de una flexibilidad
    absoluta, principalmente porque estos sistemas son no lineales
    frente a la linealidad del cine (KEM y Steenbeck) y de los
    primeros sistemas electrónicos de vídeo. Esta no
    linealidad conduce directamente a los principales motivos de
    atracción que han impulsado hacia delante los sistemas de
    montaje electrónicos de acceso aleatorio.

    Tradicionalmente, estos equipamientos y técnicas
    digitales eran costosas y no estaban suficientemente probadas,
    exigiendo además un personal
    más cualificado (informáticos). Sin embargo, el
    continuo avance que existe en los campos de la edición y
    las postproducción hacia lo digital, hace que nos
    preguntemos: ¿Qué ofrece al usuario estos sistemas?
    Esencialmente, el entorno de grabación en disco digital
    proporciona mejores posibilidades de procesamiento de la
    señal, menor tiempo de búsqueda y mejoras respecto
    a la pérdida de calidad por
    sucesivas generaciones propias del mundo
    analógico.

    Resumiré brevemente las ventajas de los sistemas
    digitales actuales, respecto a los sistemas mecánicos
    tradicionales:

    · La mayor
    rapidez es seguramente el atributo más importante
    (así como el más mencionado) de los sistemas
    electrónicos. La rapidez de los sistemas
    electrónicos se debe a muchas razones, sobre todo a la
    posibilidad del acceso aleatorio inmediato al material. En los
    viejos sistemas mecánicos, una persona (el
    montador o su ayudante) tenía que localizar y recuperar
    cada plano. En un ordenador, eso solo representa una
    pulsación en el ratón.

    · Coste
    reducido debido a que elimina la posibilidad de positivar la
    película. Una vez que la película esté
    montada, solo habrá que positivar las tomas que
    estén incluidas en el corte, lo que puede reducir el
    presupuesto de
    positivado en un noventa por ciento. Con respecto al trabajo en
    vídeo sólo tenemos que digitalizar para poder
    acceder directamente al material.

    · Menos
    personas contratadas en la sala de montaje, pues el ordenador
    se hace cargo automáticamente de tareas como clasificar
    el material, hacer listados, etc., que solían estar a
    cargo de varios ayudantes y meritorios.

    · Facilita
    el acceso al material. La sala de montaje tradicional
    tenía un cierto aire a
    cofradía medieval, con una jerarquía definida y
    largos periodos de entrenamiento
    en tareas humildes –como codificar y reconstituir–
    que se han reducido o eliminado en el dominio
    digital. Dicho sencillamente, el objetivo del
    montaje electrónico consiste en resultar tan
    fácil y accesible como un procesador de
    textos.

    · El
    director puede revisar todo el material en su estado original
    previo al corte y, simultáneamente, este mismo material
    puede ser incluido en infinidad de versiones diferentes de la
    película.

    · Un
    ambiente de
    trabajo más civilizado libre del ruido y de
    la materialidad de la Moviola y de la propia película.
    La imagen electrónica no se raya, no se rompe ni se
    quema, y no se monta físicamente como se hace con la
    película. Podemos ver lo que estamos haciendo más
    tranquila y claramente, durante tanto tiempo como
    queramos.

    ·
    Preservación de versiones diferentes de la
    película. Como no hay cortes de los que preocuparse, el
    montaje electrónico es capaz de recordar cada tentativa
    de versión de una escena y archivarla para futuras
    referencias. En comparación, en el montaje
    mecánico no es fácil retomar las cosas, a menos
    que deliberadamente tomemos la decisión (costosa en
    tiempo y dinero) de
    duplicar la escena en cuestión o bien copiarla en una
    cinta de vídeo.

    · Uso
    sofisticado del sonido. Los sistemas electrónicos pueden
    llevar muchas bandas de sonido y mantenerlas
    automáticamente en relación correcta con la
    imagen, no importa cuántos cambios se hayan hecho. Los
    sistemas mecánicos están limitados,
    prácticamente hablando, a dos o tres bandas, que tienen
    que ser separadas y laboriosamente ajustadas a los cambios de
    imagen. Asimismo, de manera significativa, Avid puede variar el
    volumen de
    cualquier sección de sonido –hacerlo desaparecer o
    aparecer gradualmente y cambiar su ecualización–
    simulando la mezcla final. Los sistemas mecánicos no
    pueden hacer nada de eso.

    · Integración con los efectos especiales
    electrónicos: los sistemas electrónicos facilitan
    el paso desde el proceso de montaje a los cada vez más
    sofisticados efectos especiales electrónicos.
    Naturalmente, los tradicionales fundidos, encadenados y
    cortinillas pueden verse y juzgarse al instante, así
    como cualquier corrección y recorte del cuadro, marcha
    atrás, aceleración y ralentizado de la acción. Pero eso es solo la punta del
    iceberg digital.

    Algunos nombres
    propios

    Pero el montaje electrónico no sólo ha
    sido promovido por los creadores de hardware. Los propios
    cineastas también le han dado un fuerte impuso: George
    Lucas, Oliver Stone, James Cameron, Steven Soderbergh, Carroll
    Ballard, Bernardo Bertolucci, Francis Ford Coppola y muchos otros
    han experimentado con diferentes sistemas electrónicos
    para montar sus películas. La buena disposición de
    los cineastas se ha debido no tanto al ahorro de
    dinero como al aumento de la velocidad en
    el montaje y, sobre todo, a la multiplicación de las
    posibilidades creativas.

    Al final todo se resume en
    una cosa: contar una historia

    Como conclusión aludir a que hoy día,
    edición o montaje forma parte de la última fase de
    producción de un producto audiovisual (cine, programas, spot,
    noticias,…). Montar una película o
    editar una noticia es rescribir la historia a partir del material
    en el que fue rodado o grabado, tratando de perseguir en el
    espectador unos efectos determinados: interés,
    risa, miedo, emoción, etc.

    Los montadores de cine o los editores de vídeo
    manipulan imágenes y sonidos para contar una historia.
    Montar o editar es mucho más que ordenar, seleccionar,
    empalmar o cortar: es rescribir la obra tras la escritura del
    guión y los cambios introducidos en el rodaje. El montador
    enfrentándose al desafío de dar forma a la obra.
    Aunque los equipos y medios con que se han trabajado a lo largo
    de la historia sean diferentes, el trabajo en esencia es el
    mismo.

    En la actualidad, cine y vídeo confluyen en el
    uso de la informática, y es por ello que cada vez se
    acercan más el uno al otro. Durante mucho tiempo el
    montaje de películas ha sido reticente al uso de las
    nuevas tecnologías, pero esto ya no es así, dada la
    necesidad que los usuarios de cine y vídeo tenían
    de una forma de trabajo que integrara los dos sistemas reuniendo
    lo mejor de cada uno. Hay que tener claro que lo que converge son
    las formas de manipular los medios y combinarlos, gracias a los
    avances de las nuevas tecnologías.

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    Este artículo es obra original de Teresa
    Sotoca Holgado
    y su publicación inicial procede del II
    Congreso Online del Observatorio para la
    CiberSociedad:

    http://www.cibersociedad.net/congres2004/index_es.html"

    Teresa Sotoca Holgado

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