Los partidos políticos en Córdoba desde la hora del pueblo hasta la caída de Levingston
- La persistencia del
partido - La Unión
Cívica Radical del Pueblo (UCRP) y la "guerra de los
comunicados" - La UCRP y el homenaje a
Amadeo Sabattini - El Movimiento Nacional
Justicialista: La reacción por Eva, y el homenaje a
Teodoro Funes - La relación con
otras fuerzas políticas - En la
UCRP - En el Movimiento Nacional
Justicialista - En el
MID - En la Democracia
Cristiana - La relación con el
gobierno - La
UCRP - El Movimiento Nacional
Justicialista - La Unión
Cívica Radical Intransigente (UCRI) - El Partido
Demócrata - Conclusiones
- Notas
- Bibliografía y
fuentes consultadas
Resumen: Descriptores Tematicos: partidos politicos;
historia;
ideologias politicas; ucrp; union civica radical del pueblo;
movimiento
nacional justicialista; gobierno local;
argentina; cordoba
Al asumir Roberto Levingston la presidencia, las fuerzas
políticas esperaron una apertura política inmediata.
Sin embargo, el nuevo Presidente se mostró renuente a
ello, y prefirió establecer un plazo de cuatro a cinco
años para las nuevas elecciones, período que
consideraba necesario para reformar los partidos y los cuadros
políticos, buscando el surgimiento de nuevas formaciones
políticas, o el reemplazo de viejos dirigentes, por la
denominada "generación intermedia", políticos
más jóvenes de segunda línea.
Esto no fue bien recibido por la mayoría de los
partidos y de sus principales líderes. Consecuentemente,
se incrementaron las actividades y los comunicados contrarios al
gobierno, y también los contactos entre las fuerzas
políticas. El 20 de junio nacía el Encuentro
Nacional de los Argentinos, donde tenían
participación dirigentes radicales, peronistas,
comunistas, democristianos, socialistas y demoprogresistas, con
el objeto de acercar posiciones y constituir un frente
político; y el 11 de noviembre de 1970, en una
reunión de representantes del Partido Conservador Popular,
del Partido Demócrata Progresista, del Partido Socialista
Argentino, de la UCR bloquista, del Movimiento Nacional
Justicialista, y de la UCR, se emitió un documento
denominado "La hora del pueblo", en el que se exigía
elecciones inmediatas, y se asumía un compromiso de
participación sin exclusiones, y de respeto a las
minorías.
Este documento generó repercusiones en el
gobierno, en las Fuerzas Armadas, en los partidos
políticos que no participaron, y en el seno de las mismas
fuerzas políticas firmantes. A medida que crecían
los debates, también aumentaban las críticas a la
gestión
del Presidente, las alusiones al fracaso de la Revolución, y los reclamos para una pronta
convocatoria electoral.
A esto se agregaba la crisis
económica, y diversos problemas en
las provincias. En Córdoba, luego de la renuncia del
gobernador Bernardo Bas, había sido designado en el cargo
José C. Uriburu, amigo del Presidente, quien siendo
fuertemente resistido por diversos sectores (1),
presentaría su renuncia luego que los desórdenes,
la muerte de
una persona, y los
más de trescientos detenidos en la jornada de huelga del 15
de marzo, recordaran al "cordobazo (2)". Esto terminó de
debilitar a Levingston, quien enfrentado con la Junta,
renunció el 22 de marzo.
Así, los sucesos acontecidos en Córdoba,
primero "el Cordobazo" bajo la gestión de Onganía,
y el "viborazo" con Levingston, fueron factores importantes en el
alejamiento de dos Presidentes de la Nación.
La provincia tuvo sucesivos gobernadores, y hubo una fuerte
movilización social. Sin embargo, ¿qué
sucedía con los partidos políticos en
Córdoba?, ¿eran reflejo de esa intensa actividad
social?, ¿adoptaban determinadas posturas en
relación a los gobernantes?, ¿o a las decisiones de
los dirigentes nacionales de su partidos? Las anteriores
preguntas serán respondidas, a través del análisis de tres cuestiones básicas
en las que parecen centrarse los sucesos públicos (3) de
los partidos políticos cordobeses en el período
considerado: La cuestión de la persistencia del partido y
su reorganización; la relación con otras fuerzas
políticas; y la postura adoptada en relación al
gobierno nacional y a sus representantes provinciales. Cuestiones
que, por otra parte, presentaban numerosos contactos entre
sí, e influirían en acontecimientos
posteriores.
Los partidos retomaban lentamente su actividad, y por lo
tanto trataban de volver a retomar el contacto con las bases y
con la ciudadanía. En este sentido, las
conmemoraciones de revoluciones, o fallecimientos,
cumplían una función
ideal, en tanto servían para agrupar dirigentes, reafirmar
determinados valores ante
la sociedad, y en
algunos casos, tratar de definir las disputas en relación
a la conducción del partido.
La Unión Cívica
Radical del Pueblo (UCRP) y la "guerra de los
comunicados"
El radicalismo contaba con dos grupos
principales; uno de ellos era la juventud,
conducida por Hormaeche, que perdió fuerza cuando
jóvenes se pasaron al Movimiento de Resistencia
Radical, liderado por Ernesto Aracena; y la otra, era la
generación intermedia, integrada por Conrado Storani,
Carlos Becerra, Eduardo Angeloz, y Ramón
Mestre, entre otros, sector que participó activamente para
lograr una orientación progresista en la UCRP.
El conflicto se
originó cuando el Comité Provincial de la Juventud,
decidió realizar para el 5 de febrero de 1971, un acto con
el objeto de conmemorar la Revolución del 4 de febrero de
1905, y de exponer el pensamiento
sobre la situación social Argentina. Dicho Comité,
también anunciaba actos relámpagos, en diferentes
lugares de la ciudad, con sectores y horarios preestablecidos.
Pero esto generó una fuerte oposición interna, y la
emisión de diferentes comunicados por parte de los
diversos agrupamientos u órganos internos, llevó al
diario Córdoba a nombrar a la situación, como la
"guerra de los comunicados (4)".
Así, el Movimiento de Avanzada Revolucionaria y
Resistencia Radical, en una declaración firmada por Carlos
Saavedra y Miguel Manietti, expresó que "dicho"
Comité de la Juventud desacató la decisión
del partido de oponerse a la dictadura, y
de unirse a sectores populares con el objeto de la
liberación nacional; que los integrantes del Comité
ocupaban cargos en el gobierno provincial; que habían
hecho un acuerdo con Bas para no criticar al "régimen"
militar en el acto, lo que era una "flagrante violación de
la moral
radical (5)"; que el objetivo del
mismo era "sembrar la anarquía dentro de las filas de la
UCR y destruir lo que se está haciendo ya carne en los
sectores populares, o sea la unidad popular frente a la dictadura
(6)"; y que por ende, las autoridades partidarias tenían
que adoptar las medidas correspondientes, y los radicales
debían seguir la línea adoptada en el Congreso de
la Cumbre.
Por último, aclaraba que los documentos como
"La hora del pueblo", "no significan pacto alguno, sino
sólo el compromiso de los partidos de respetarse
mutuamente en el logro de objetivos
comunes: El reintegro de la Nación
a su vida política y la adopción
de medidas que hacen frente a la protección del Patrimonio
Nacional frente a la penetración imperialista. Denunciamos
el contubernio que hace la dictadura con dirigentes apresurados
de todos los partidos en su afán de figuración
presupuestaria (7)".
A su vez, la juventud nacional del radicalismo, con las
rúbricas de Luis Alberto Cáceres por Santa Fe,
Leopoldo Moreau por Capital
Federal, y Miguel Molinero por Córdoba, en
representación de la Mesa Ejecutiva Nacional,
solicitó desconocer al grupo que
convocó a la manifestación; que el Comité
Provincia y la Junta de Acción
Política no se adhirieran a dicho acto; y criticaron a los
organizadores, pues "los auténticos jóvenes
radicales son los que junto a otros sectores populares
confluyeron en las calles de Córdoba denunciando la
represión, el hambre y la entrega que sufre nuestro pueblo
[…] Esas manifestaciones no contaron con la
participación de los que hoy convocaron a este acto, que
después de casi cinco años de mutismo y quietud,
programan y quizás negocian un acto, que no garantiza su
coherencia ni fuerza en el desarrollo de
las provisiones programáticas y de la lucha de la Juventud
Radical Nacional, ni del partido en cuanto al cumplimiento de las
formulaciones del último plenario del Comité
Nacional y del documento "La hora del pueblo (8)".
Ante estas acusaciones, el Comité de la Juventud
de la ex UCRP, respondió con la firma de D. Hormaeche,
Victoriano Prieto, Juan Carlos Hermelo, Carlos Ledesma,
María Luca y Mercedes Cerini, poniendo de manifiesto que
el acto a realizarse, iba a hacer el primer acto público
de la UCRP en la Ciudad de Córdoba, luego del golpe de
1966. Además, sostuvieron que todos conocían su
intransigencia radical, y que nunca habían aceptado
acuerdos con el gobierno, o con otras fuerzas, como los que los
criticaban.
Por su parte, la Junta de Acción Política,
a través de su presidente y secretario, Juan Masjoan y
Ramón Mestre, respectivamente, y el Comité
Provincial, por medio de su secretario, hicieron público
que no participaban en el acto, que desautorizaban que un sector
partidario usara del "prestigio y responsabilidad" del partido, porque "el
radicalismo jamás se ha humillado para pedir a los
dictadores o a sus personeros, el uso de derechos constitucionalmente
autorizados y conculcados por la arbitrariedad y la violencia
(9)". Sin embargo, abría las puertas al debate, y no
impugnaba la "calidad personal y
política de los patrocinantes […], ni de quienes eran
anunciados como oradores (10)".
Ante este comunicado, el Comité de la juventud
respondió que tenía una personería moral y
política que nadie podía negar, que había
invitado a las autoridades del Comité Capital y del
Comité Provincial, pero no a las de la Junta de
Acción política, pues ésta lo único
que hacía, a su consideración, era emitir
comunicados sin contenido radical, y "fue incapaz de colocar al
partido en posición de lucha activa (11)".
No obstante, esto no marcó el fin de las
declaraciones. El Comando Revolucionario "Adelante",
desautorizó la realización del acto, y el
Movimiento de Avanzada Radical, volvió a emitir un
comunicado donde acusó a los organizadores de
"traición a la UCR y sus principios
revolucionarios (12)", a la vez que demostró el verdadero
cariz interno, y de disputa de poder dentro
de la UCR, al decir que "Este denominado Comité Provincial
de la Juventud, fue impuesto
arbitraria e ilegalmente por el cuerpo de secretarios del
anterior Comité Central de la Provincia, que violando
obsecuentemente al oficialismo de aquel entonces, no
vaciló en incurrir en la violación de la ley partidaria
[…]" (13).
Finalmente, el acto se realizó en la
intersección de las calles San Martín y Humberto
Primo, estructurándose los discursos en
torno a los
problemas internos del radicalismo, y la crítica
al gobierno. Algunos comités, y organismos (Ateneo Siglo
XX) expresaron públicamente su adhesión, aunque
sólo fuera porque "un grupo de radicales está en la
calle (14)".
Pero no fue el único homenaje a la
revolución, pues organizado por los comités de las
seccionales 3,5,6, se realizó un acto el 7 de febrero en
el Cementerio San Jerónimo. Al mismo se adhirieron los
comités de las seccionales 1,4,7,8,10,11,12 y 13, e
integrantes del Comité Provincial, es decir, la mayor
parte del aparato partidario.
En conclusión, un simple acto, se
convirtió en una discusión sobre qué sector
interno había sido más respetuoso de los principios
radicales, es decir, no acordar con el gobierno de la
"dictadura", estar cerca del pueblo, y de la ideología revolucionaria del radicalismo.
Las referencias al pueblo y la revolución son
fundamentales, pues muestran la identificación que el
radicalismo hacía de su origen popular, y el intento de
recobrar su apoyo, a través de planteamientos que
reflejaran la conexión con el mismo. De allí las
palabras hambre, entrega, etc.
Pero ese debate también pone de manifiesto, como
los diferentes órganos carecían de una verdadera
legalidad y
legitimidad, por lo cual variados grupos, reclamaban la apertura
de los mecanismos necesarios para que el partido volviera a la
normalidad institucional. Esto hacia que en sí, las
disputas se volvieran algo estériles, y que en realidad
sirvieran para cuantificar con qué fuerza, contaba cada
uno de los contendientes.
La UCRP y el homenaje a
Amadeo Sabattini
El homenaje a Sabattini se realizó al frente de
la Casa Radical (en ese momento expropiada por el gobierno), el 5
de marzo de 1971. Si bien su organización evidenció algunos
problemas, los mismos no adquirieron la magnitud del anterior, y
se refirieron más a la relación entre la UCRP y el
gobierno, por lo que se mencionaran más
adelante.
Recordar a Sabattini en ese momento, significaba hacer
presente a quien fuera el principal exponente del radicalismo
cordobés, en un momento que el partido necesitaba un
referente, tanto a nivel interno como con el pueblo, del cual, no
podía verse separado. Seguirlo, implicaba en el ideario
radical, unir la democracia con
la justicia
social, y rechazar otros caminos, como los de la izquierda
revolucionaria.
De esta manera, se pueden entender los discursos en el
acto de Ricardo Bordenave (dirigente juvenil), quien
descalificó a los sectores más izquierdistas de la
juventud radical, tildándolos de "provocadores" o
"infiltrados"; Ernesto Aracena, quien criticó el gobierno
del gobernador Uriburu, el comunismo y el
capitalismo;
Antonio Scipione (presidente del Movimiento de Trabajadores
Radicales), que formuló un llamamiento a la unidad radical
y del pueblo para derrotar a la dictadura, y exigió una
normalización institucional inmediata;
Felipe Celli (presidente del Comité Provincia), quien
expresó que la doctrina fundamental del ex gobernante
consistía en que la democracia debía ser el medio
efectivo para combatir la miseria, la injusticia social, y el
analfabetismo,
y sostuvo que el radicalismo no colaboraría con el
gobierno; y Mario Roberto, quien dijo que la ceremonia, era en
realidad, una expresión de la creencia radical.
Luego, los radicales forzaron y entraron a la Casa
Radical, y marcharon por la Avenida Vélez Sarsfield, donde
al encontrarse con dirigentes sindicales, recibieron aplausos, a
los que los radicales respondieron con consignas a favor de la
acción contra la "dictadura", y en apoyo de la
"revolución". Esto muestra como
sectores tradicionalmente enfrentados, habían dejado de
lado sus diferencias.
EL Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) y el
homenaje a Angel Viqueira El acto de conmemoración del ex
intendente de Bell Ville, a quien se calificó de
"distinguido correligionario", sirvió como punto de
encuentro de dirigentes provinciales y nacionales del MID, y les
permitió salvar determinadas diferencias internas. La
figura destacada fue la del ex presidente Frondizi, que luego se
dirigió con los otros integrantes del partido a Marcos
Juárez, donde se anunció la constitución de una especie de Junta
Nacional, formada por ex gobernadores, y miembros del staff
"frigerista", dos sectores con posturas diferentes en torno a la
posición a adoptar en relación al gobierno
nacional, pues mientras los primeros no querían romper
totalmente con el mismo, sí lo deseaban hacer los
seguidores de Rogelio Frigerio.
El Movimiento Nacional
Justicialista: La reacción por Eva, y el homenaje a
Teodoro Funes
Antes del período considerado en este trabajo, el
peronismo ya
dividido entre sectores ortodoxos e izquierdistas, había
conmemorado el 17 de octubre, en un acto al que asistieron 8.000
personas. Esto llevó al Presidente Levingston a decir que
los concurrentes fueron pocos, lo que reflejaba el quiebre de los
partidos tradicionales.
Sin embargo, la existencia del peronismo y del partido
peronista en Córdoba, se vio reflejada en otros hechos. El
primero, la respuesta de la comisión "Pro
restauración del cadáver de Eva
Perón", delegación Córdoba, a la manera
en que la revista
Panorama se refirió en un artículo a Eva, diciendo
que esta publicación, "siempre estuvo contra todo lo que
significaba autenticidad y calor del
pueblo (15)".Así, la identificación de Eva, con el
pueblo, y de éste con el peronismo, era de nuevo
reiterada.
En segundo lugar, el aniversario del fallecimiento del
Dr. Teodoro Funes, sirvió para que el Consejo Provincial
del Justicialismo, resolviera visitar su tumba, y convocara a
todos los justicialistas a asistir al cementerio. Este comunicado
contaba con la adhesión, entre otros dirigentes
expectables del peronismo nacional y cordobés, de Juan
Domingo Perón y
Julio Antún.
Otro homenaje, pasaba a tener un fuerte contenido
político.
La relación con otras
fuerzas políticas
La relación entre los partidos en este
período tenía diversas alternativas: Se
podía respetar la existencia de todos los movimientos
políticos y actuar independientemente; se podía
criticar los intentos de acercamiento entre las diferentes
fuerzas; se podían adoptar determinadas pautas comunes de
convivencia para la vuelta a la democracia, que se reclamaba
conjuntamente; o finalmente, se podía tratar de constituir
alianzas o frentes.
Mientras que el primer camino fue seguido por algunas
fuerzas políticas (por ejemplo la Democracia Cristiana);
el segundo correspondió a grupos internos de los partidos
mayoritarios, que rechazaban una "reconciliación" entre
ambos, y a algunas fuerzas minoritarias; el tercero puede ser
ejemplificado en "La Hora del Pueblo"; y el último, en el
"Encuentro Nacional de los Argentinos".
La participación del radicalismo en el Encuentro
Nacional de los Argentinos no tenía mucho respaldo, y era
más bien criticada, si bien algunos dirigentes, como
Conrado Storani, participaban del mismo.
En relación a "La hora del pueblo", el sector
mayoritario del partido, incluido el Comité Provincia y la
Junta de Acción Política, se pronunció a
favor del documento y las declaraciones que luego siguieron, pues
consideraban que el mismo se enmarcaba dentro de lo que se
venía proponiendo desde el Congreso de la Cumbre de 1969:
la unidad popular para suplantar al régimen, y para lograr
la justicia económica y la dignidad
social.
Sin embargo, igual que a nivel nacional, hubo reacciones
opuestas, ya que se criticaba la firma de un documento con el
justicialismo, al que muchos seguían considerando
totalitario, a la vez que iba en contra de las tradiciones
radicales. En este sector, también crítico del
"Encuentro Nacional de los Argentinos", se encontraban Hormaeche
y su grupo, quienes habían organizado el acto del 5 de
febrero ya mencionado, y el Movimiento Orientador Radical, cuyo
secretario era Aldo Villarreal.
En el Movimiento Nacional
Justicialista
Aunque contaba con participación de peronistas,
como Argentino Auchter, el Movimiento Nacional Justicialista no
auspiciaba ni participaba institucionalmente, en el Encuentro
Nacional de los Argentinos.
Con respecto a "La hora del pueblo", la mayoría
del peronismo la apoyó, ya que había sido firmado
por el delegado de Perón, aunque también
hacían aclaraciones de que dicho documento no era un
pacto, ni acuerdo electoral.
El MID no había participado en "La hora del
pueblo", documento que fue criticado por Frondizi, porque
sostenía que el retorno a la Constitución Nacional,
podía ser una forma de evitar la revolución que era
necesaria hacer.
Consecuentemente, si bien no se manifestaron problemas
internos sobre el mismo, ni sobre el "Encuentro Nacional de los
Argentinos", sí se manifestaron divergencias de criterios,
en torno a la unión con el peronismo. Esto se
evidenció en la reunión de Villa Carlos Paz en
octubre de 1970, donde quedó conformada una nueva "Junta
Grande". En esa ocasión, los dirigentes Esteban Gorriti y
Héctor Panzeri se mostraban renuentes a la alianza, en
cambio, Luis
Tecco, López Ballesteros, y los dirigentes de la
denominada generación intermedia, sí la
querían.
Mientras tanto, y con integrantes del partido en la
dirección comunal, en ese ámbito se
fueron estableciendo contactos con los peronistas del Ateneo 68
(del cual formaba parte Obregón Cano), y con los
conservadores populares.
Como ya se ha anticipado, el partido, dirigido en ese
momento por el cordobés Horacio Sueldo, optó por
una postura independiente. Si bien algunos dirigentes
participaban en el "Encuentro de los Argentinos", y el partido
valoraba en "La hora del pueblo", el rescate de la soberanía popular, el juicio sobre el
régimen imperante desde 1966, la visión social del
documento, y la coincidencia de los más diversos sectores
en concordar en aspectos fundamentales, discrepaba en que el
objetivo inmediato fueran las elecciones, porque consideraba que
"el país debe ser convocado a plebiscitar un programa de
auténtica revolución que daría, a la segunda
mayoría triunfante, el derecho de constituir una nueva
conducción del estado para
realizar las transformaciones de bases indispensables previas al
ordenamiento institucional (16)".
Esta postura independiente, fue repetida en un documento
posterior (que si bien es difundido a nivel nacional, en
Córdoba lo remitió la Junta Provincial), en el que
expresaba su rechazo a la autoasignación de
mayorías, tanto por parte del gobierno, como de los
partidos firmantes de "La hora del pueblo".
En la misma, los partidos y sus principales exponentes
podían adoptar dos posturas: colaborar con el gobierno, o
negar su apoyo y criticarlo. A veces, las fuerzas minoritarias
podían sostener una posición ambivalente, pero
finalmente tenían que inclinarse a alguna de las dos
opciones, o eran catalogados directamente por las restantes
fuerzas políticas.
También hay que aclarar que miembros del partido
podían no seguir las decisiones partidarias, aunque en
estos casos, generalmente eran sancionados con la
expulsión.
Como todos los integrantes de "La hora del pueblo", era
contraria a la continuación del gobierno militar.
Así, la junta de acción política
sostenía que "El gobierno carece de autoridad y de
idoneidad para solucionar los problemas de los argentinos" (17),
y que el pueblo quería democracia.
En el mensaje a la población por el fin de año, incluso
fue más allá, proponiendo el fin del gobierno
militar en el plazo inferior a un año, al decir que
"…compromete al pueblo en general a que todos en gran
coincidencia nacional, den fin a la cruzada de la
liberación nacional, para evitar que 1971 constituya una
nueva frustración. 1971 debe ser un año de paz y
libertad, sin
dictadura (18)".
Esta actitud no
colaboracionista, se había puesto de manifiesto desde el
comienzo de la gestión de Bas. Éste, intentó
atraer a dirigentes radicales, algunos de los cuales, como
Leandro Fernández, aceptaron el ofrecimiento. Esto
llevó a que el partido expulsara al dirigente de sus
filas.
Sin embargo, no sólo el ingreso al gobierno era
visto como negativo. La sola conversación con las
autoridades provinciales no era aprobada. Ya se ha visto que se
le imputaba a los jóvenes organizadores del acto de la
Revolución de 1905, de haber acordado con el gobierno. En
el caso del Homenaje a Amadeo Sabattini, ocurrió un
acontecimiento similar a lo anterior, aunque fue solucionado
rápidamente.
En esa oportunidad apareció la noticia que la
Comisión de Homenaje, había visitado al gobernador
José C. Uriburu, quien expresó la necesidad de que
los radicales participaran en el gobierno, y que si se lo
hubieran pedido, hubiera dispuesto la adhesión al homenaje
a Sabattini. Cuando salió a la luz esta información, la junta de acción
política retiró su adhesión al acto, pues
"la entrevista
constituye un acto de blasfemia y de falta de respeto y
consideración a la persona del homenajeado (19)". Sin
embargo, esta posición fue modificada cuando los
organizadores expresaron que el jefe de policía, a quien
habían tenido que entregar la información de la
realización del acto, los citó en la Casa de
Gobierno, y que al concurrir allí, fueron recibidos por el
gobernador Uriburu, a quien tuvieron que escuchar por motivos
protocolares.
Luego de los acontecimientos del 15 de marzo, el
Comité Central, fustigó al gobierno de la
Revolución Argentina por el envío de interventores
carentes de representatividad, y se adhirió a la lucha del
movimiento obrero.
El Movimiento Nacional
Justicialista
La actitud del peronismo, en general, era similar a la
del radicalismo. A nivel nacional, ya en diciembre de 1970 se
había realizado una expulsión por
"traición". Ese mismo mes, en el ámbito provincial,
Julio Antún agregaba la importancia "que en el partido
tiene la renovación y purificación de los cuadros,
con la expulsión de los militantes participacionistas
(20)".
La posición de Antún fue coherente con sus
actos posteriores, pues el 28 de febrero de 1971, negó que
le hubieran ofrecido la gobernación, y dijo que si se la
llegaran a ofrecer, la rechazaría terminantemente. Al
día siguiente, la mesa redonda
peronista (dirigida por él), resolvió invitar a la
acción en todos los sectores, y solicitó al Sr.
Washington González, secretario general del Comando
Provincial Justicialista, que sancionara a colaboracionistas con
el gobierno de turno.
El 14 de marzo, el Consejo Provincial del partido,
estableció que quienes colaboraban con el gobierno se
colocaban automáticamente fuera del partido, por lo cual
expulsó a un conjunto de miembros que habían
aceptado cargos, y emplazó por el término de cinco
días, a ex legisladores que visitaron al gobernador
Uriburu, para que rectificaran las versiones periodísticas
que sostenían que le habían brindado su
colaboración, lo que llevó a los mismos, a realizar
aclaraciones públicas.
El día anterior, la agrupación juvenil
justicialista "Marcha", había adoptado una clara
política en contra del gobierno de Uriburu, al decir que
"cerrarle el paso a la serpiente fascista, es la consigna de todo
el pueblo argentino sin distinción alguna
(21)".
La Unión Cívica
Radical Intransigente (UCRI)
Alende, presidente de la fuerza, fue uno de los pocos
políticos que apoyo a Levingston. Esta postura
también influyó en la UCRI de Córdoba, donde
integrantes también manifestaron su respaldo al gobierno,
y algunos se incorporaron a determinados cargos
públicos.
Sin embargo, esto no era compartido por todos, muchos
criticaban el fracaso de la revolución, y marcaban
expresamente su distanciamiento del régimen militar. En
esta posición se enrolaban Fernando Filippi (presidente de
la junta interventora de la capital), Alberto Danguy (ex senador
provincial) y Héctor Romero Díaz (secretario de la
junta capital), entre otros.
Estas diferentes posturas originaron un conflicto bajo
la gobernación de Bas, al criticar Alvaro Monte,
presidente del Comité Provincia de la ex UCRI, Alberto
Danguy, y otros dirigentes, la constitución de la junta de
enlace "pro formación de un movimiento nacional", al verla
como un intento de ligar al partido con el gobernador. En
ésta, estaban presentes los presidentes de comités
de circuito, y los ex presidentes del Comité de la
juventud, Daniel González y Pedro Ortiz.
Esta fuerza política, con miembros en los
diferentes niveles de gobierno, sufrió un conflicto
interno al designarse a Uriburu como gobernador, pues éste
otorgó cargos a algunos miembros, pero desplazó a
otros. Esto llevó a que dirigentes le retiraran su apoyo,
y negaran que él perteneciera a la agrupación, pues
si bien había sido electo senador por el partido en 1946,
explicaban que se había pasado al peronismo.
Asimismo, manifestaron que los integrantes del gobierno
que decían que eran de dicha fuerza política,
integraban una asociación que intentó fracturarlo,
para concluir con "que ningún dirigente que merezca el
título de tal aceptaría cargos en esta administración, caracterizada por la
ineptitud, la intrepidez y las delirantes premoniciones
apocalípticas (22)".
En este período, Los actos de
conmemoración tenían un fin relevante para los
partidos políticos: permitían manifestar su
presencia; posibilitaban la reunión de los seguidores;
identificaban y redefinían valores a seguir; y eran el
medio por el cual los diversos grupos internos canalizaban sus
disputas, tratando de demostrar que cada uno era el que actuaba
más correspondientemente, con una ideología
partidaria que se estaba redefiniendo.
Estas disputas, y el contenido ideológico,
tampoco estaban ausentes a la hora de establecer relaciones con
otros partidos o con el gobierno. En referencia al primer
aspecto, la opción aliancista del "Encuentro Nacional de
los Argentinos" era rechazada por los partidos mayoritarios,
aunque algunos dirigentes adherían al mismo.
Distinta era la concepción sobre el
establecimiento de pautas generales a través de "La hora
del Pueblo", que contaba con el apoyo de los sectores
mayoritarios del radicalismo y el justicialismo, aunque
había algunas resistencias
de determinados grupos, que consideraban inconcebible un acuerdo
en el que estuvieran las dos fuerzas tradicionalmente
enfrentadas, por su excluyente identificación con la
nación.
Otros partidos, que no habían suscripto el
documento, trataban de definir la estrategia a
seguir. El MID criticó el acuerdo entre los partidos, pero
a su vez, tendía a aproximarse al justicialismo, mientras
que la Democracia Cristiana, en el marco de un respeto al
acercamiento entre los diferentes partidos políticos,
optaba por no participar en el acuerdo, ya que prefería
solicitar un plebiscito.
En referencia a la relación con el gobierno,
cualquier intento de acercamiento, incluso el conversar con el
gobernador, era visto como un acto de traición y
oportunismo político, y llevaba a la denegación de
apoyos, pedido de aclaración de los hechos, y en
ocasiones, a la expulsión partidaria. Estas
políticas, ya iniciadas por las fuerzas políticas
en la gobernación de Bas, se potenciaron en el interregno
de Uriburu.
Con este cuadro de situación, los partidos
políticos de Córdoba se aprestaban a iniciar una
nueva etapa, la cual comenzaría con la asunción
como Presidente, de Alejandro Lanusse.
(*) Como citar este documento: Am, Alexis. Los
partidos políticos en Córdoba desde la hora del
pueblo hasta la caída de Levingston. En
publicacion: Astrolabio, no. 1. CEA, Centro de Estudios
Avanzados, Universidad
Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina: Argentina.
Octubre. 2004 1668-7515 Acceso al texto
completo: http://www.astrolabio.unc.edu.ar/articulos/partidospoliticos/articulos/am.php
1. Los sectores políticos y sociales de
Córdoba lo consideraban como ignorante de la realidad
provinciana, fascista, oligárquico, y reaccionario.
Incluso a las fuerzas armadas no les gustó el
nombramiento, y el Arq. Hugo Taboada, un dirigente
cordobés que desempeñaba funciones dentro
del Ministerio del Interior, renunció a su cargo por
esto.
2. A esta jornada se la suele recordar como "el
viborazo", porque Uriburu, en un discurso
pronunciado unos días antes, había dicho en un
discurso que en Córdoba había una serpiente, cuya
cabeza quería cortar.
3. Debido a centrarse en el aspecto público, las
fuentes de
observación consideradas son los diarios
cordobeses "La Voz del Interior", "Córdoba", "Los
Principios", y la revista "Jerónimo".
4. Córdoba, 4 de febrero de 1971.
5. La Voz del Interior, 1 de febrero de 1971,
pág. 11.
6. Op. cit.
7. Op. cit.
8. Los Principios, 2 de febrero de 1971, pág.
11.
9. La Voz del Interior, 3 de febrero de 1971,
pág. 12.
10. Op. cit.
11. Córdoba, 4 de febrero, pág.
3.
12. La Voz del Interior, 4 de febrero de 1971,
pág. 13.
13. Op. cit.
14. Declaración del Ateneo Siglo XX. En La Voz
del Interior, 5 de febrero, pág. 12 15. Córdoba, 30
de enero de 1971, pág. 3.
16. La Voz del Interior, 15 de noviembre, pág.
27.
17. La Voz del Interior, 22 de noviembre de 1970,
pág. 28.
18. La Voz del Interior, 31 de diciembre de 1970,
pág. 14.
19. Los Principios, 6 de marzo, pág.
11.
20. Córdoba, 20 de diciembre de 1970, pág.
9.
21. La Voz del Interior, 14 de marzo, pág.
24.
22. La voz del interior, 13 de marzo, pág.
8.
Bibliografía y fuentes
consultadas
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Editor.
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Alexis Am