Retórica y Discurso Hipertextual: Del trovador oral al trovador hipermedial. Notas para un estudio
- Consideraciones
Iniciales - De Guttemberg al
Hipertext Markup Language (HTML) - Policrónía
Retórica del Hipertexto - ¿Tradición
Hipertextual? - Operaciones
Retóricas Constituyentes de Discurso en el
Hipertexto - Evanescencia de la
Retórica del Hipertexto - Bibliografía
- Notas
ABSTRACT
La aparición de la Aldea Global, en el marco de
la Postmodernidad, supuso un cambio radical
del paradigma
comunicacional. La relación emisor-texto-receptor
cambia notoriamente en el esquema emisor-hipertexto-receptor, al
punto de que las nuevas coordenadas decodificadoras cambian con
respecto al patrón establecido a partir de la imprenta;
pero, curiosamente, el receptor hipertextual, si bien se
diferencia del receptor textual impuesto por la
imprenta, se aproxima notablemente al receptor oral de la
literatura
trovadoresca. En medio de ello, la retórica
continúa inundando el carácter persuasivo del discurso, ahora
bajo el género del
discurso hipermedial, y se manifiesta renovada en formas y
contenidos. Surge así un nuevo texto, el hipertexto, con
un ordo hiperscripti, que supone no solo una mayor
polifonía, sino una contundente policronía. Esta
ponencia, en fin, busca dejar al relieve
algunas preguntas en torno de la
retórica hipertextual, como para que se pueda justificar
un debate sobre
ello, de cara al futuro de la cibersociedad del conocimiento.
Palabras clave:
· análisis del discurso
· cibercultura
· comunicación
· hipertexto/hipermedia
· retórica
La Aldea Global de Marshall McLuhan se nos
terminó convirtiendo en ciudad global, sin apenas haber
tenido tiempo de
comprender el laberíntico paso de los mass media a
las NTIC. Por otra parte, la fuerza
centrípeta con que la Postmodernidad nos va fragmentando
identitariamente, ha hecho de la
globalización, ese fenómeno que aún no
comprendemos a cabalidad, una suerte de antídoto contra la atomización
comunicacional, en cuyo filo del precipicio pareciéramos
estar habitando. En medio de ello, el vehículo que
utilizamos no solo para explicar nuestros particulares modos de
comprender y abordar el mundo, sino que utilizamos también
para apertrechar nuestra identidad
frente a la agresión nihilista del bonbardeo
comunicacional moderno, este vehículo, digo, que es el
discurso, ha experimentado su propia metamorfosis. En tal
sentido, la Retórica no ha podido ser indiferente (como
nunca lo fue en el pasado a las mutaciones de forma y fondo en el
discurso), y ha apurado su propia adaptación a los nuevos
géneros discursivos.
Si tomamos en serio el aserto de que el medium es
el mensaje (McLuhan, 1964), y que este mensaje es capaz de
transformar nuestra cultura
(Aguirre, 1997), en consecuencia, se ha transformado nuestra
manera de argumentar y de expresar dicho constructo argumental.
Este poder
transformador llegará, incluso, a suprimir algunas
categorías sociales que aun manejamos hoy (Hesse, 1998:
37).
La pregunta rectora de nuestra reflexión
sería, entonces: ¿cuáles son las
características retóricas del hipertexto como
género discursivo propio de la cybersociedad del
conocimiento?
De Guttemberg al Hipertext
Markup Language (HTML)
La aparición de la imprenta supuso un importante
cambio en la manera como se asumía el texto literario. El
paso de los romances orales a los romances impresos, por
ubicarnos solo en el espacio lingüístico de la
lengua
española, constituyó de plano dos situaciones
fundamentales: 1) al fijarse el texto, se hizo imperativa la
figura del autor; (1) 2) en consecuencia,
desapareció la capacidad co-creativa del
receptor.
En el tránsito de la Edad Media al
Renacimiento, se
operó un cambio de cosmovisión que
comprometió la relación del texto tanto con el
emisor como con el receptor. La identidad del texto escrito,
colocado en el vértice de la masiva divulgación que
entrañaba la imprenta, aunada a la conciencia
antropocéntrica que vitalmente desarrollaba el Humanismo,
condujo inexorablemente a que el emisor del texto se convirtiese
en una suerte de marca comercial,
que no tenía nada que ver con la noción de
autor[idad] manejada hasta entonces por el auctor, y que
trajo como consecuencia la minimización del
receptor/co-creador a un receptor/lector.
Mientras los juglares y trovadores cantaban sus
romances, el pueblo participaba co-creativamente de nuevas
versiones de cada romance; al fijarse la pieza textual en un
libro, el
receptor no tenía licencia para recrear dicho artefacto
literario, sino que debía limitarse a su
decodificación.
Paralelamente, la escolarización cada vez
más institucionalizada de la sociedad
condujo al desplazamiento del texto oral por el texto escrito
(Palacios, 2003), lo que encierra el paso de una lógica
y una retórica orales a una lógica y una
retórica escritas, cuyos ejes de estructuración
discursiva son muy distintos, toda vez que el texto oral se
construye sobre eje policrónico, en tanto que la arquitectura del
texto escrito se levanta sobre un eje
diacrónico.
Con la aparición del hipertexto, se opera una
suerte de inversión del proceso que
tuvo lugar con la aparición de la imprenta, puesto que el
hipertexto, si bien es texto escrito en su estructura
primaria, asume no solo la policronía del texto oral, sino
que restituye en no pocos casos el carácter co-creador del
receptor y la cualidad anónima del emisor. Esto sucede
porque rompe la linealidad decodificadora del texto escrito no
digitalizado, al establecer los nodos de hiperenlace que disparan
al receptor, temporalmente, no solo a temporalidades distintas de
la de la estructura primaria, sino que lo inserta en tiempos
distintos de lectura. Ante
ello, el receptor aprovecha la capacidad interactiva del HTML, y
participa en la co-creación del texto original, que pasa a
convertirse en texto originario, y en dicho proceso, la identidad
del receptor co-creador queda muchas veces oculta bajo un
nick.
Al respecto, Simone (1998: 255) predice
apocalípticamente: "El texto pierde gradualmente su
autoría y la percepción
de que es el producto de un
autor disminuye […]; en un futuro próximo será
cada vez más difícil, casi imposible, decir
quién es el autor de un texto". ¿No es esta, acaso,
una situación muy similar a la de los textos de
tradición oral, en lo que a la autoría
respecta?
Policrónía
Retórica del Hipertexto
El texto escrito no digitalizado, que va desde el texto
impreso hasta el texto manuscrito, se estructura a partir de una
lógica y una retórica diacrónicas, esto es,
generalmente, en una prosecución pasado-presente-futuro.
Su decodificación, en consecuencia, es también
diacrónica y lineal. Un intento por romper dicha
linealidad lo constituyó la narrativa del Realismo
Mágico en Latinoamérica con la implementación
de un tiempo no lineal; en esto, se aproxima el Realismo
Mágico, si bien tímidamente, a la
característica policrónica que sí tiene el
hipertexto.
Entendemos que un hipertexto es capaz de abrir
múltiples lexias (Landow, 1999: 154), campos de
significación, a partir de un nodo denominado hiperenlace.
Estos campos de significación se pueden codificar a partir
de tres tipos de signos:
lingüístico (texto escrito digitalizado), visual
(imágenes, clips, videos, etc.) y auditivo
(sonidos, melodías, etc.). Por otra parte, cada campo de
significación puede remitir a otros subcampos, en una
polifurcación sincrónica de textos, que son
descodificados en tiempos distintos, pero que podrían
estar remitiendo a temporalidades diversas, por cierto, de una
manera muy próxima a como construimos el texto oral, por
ejemplo, de una conversación, que transcurre
diversificadamente a lo largo de varios nodos.
Un texto literario impreso, además de la lectura
lineal, solo tiene un nivel estructural; en tanto que el mismo
texto literario, como hipertexto, tendría una lectura
alineal y varios niveles estructurales. Además, el
hipertexto, por ejemplo, en los foros literarios, permite
coparticipar en la creación de un texto, generalmente, de
manera anónima, si bien hay también excepciones a
esta característica. La lectura de estos subniveles, en
consecuencia, ocurre en tiempos distintos al de la lectura del
nivel primario, lo que no sucede en el texto impreso, salvo que
existan notas a pie de página o a final de
capítulo; sin embargo, en este caso, suele ocurrir que hay
apenas un subnivel, mientras que el hipertexto puede tener tantos
subniveles como sea necesario, lo cual explica un poco la
sensación de extravío que el lector experimenta en
el tránsito de un nodo a otro nodo.
Esta condición rizomática del hipertexto
abre, además, la posibilidad de que el receptor del texto
hipermedial decida arbitrariamente cuál extensión
rizomática asume, es decir, cuáles nodos va a
desplegar, lo que, a mi juicio, amplifica poderosamente la
noción de poliacroasis (2) (Albaladejo, 2000:
15; citado por Ruiz) aplicada al hipertexto, esto es, la
posibilidad de que existan tantas
audiencias/lecturas/interpretaciones como receptores del
hipertexto existan, pero estas múltiples
audiencias/lecturas se multiplicarían aun más en la
capacidad de que cada receptor decida a su libre arbitrio un
menú de lectura de hiperenlaces, desde lo que el interés o
la urgencia le dicte.
Esta característica de una lógica y
retórica policrónicas aproxima la codificación del hipertexto a la del texto
de tradición oral; así, un trovador contaba una
versión de un texto poético, lo que
abría el espectro de varias versiones. El hipertexto
encierra esta característica, toda vez que el emisor puede
editar el texto que reenviará no solo
añadiendo contenido textual, sino introduciendo
contenido hipertextual, y ello con solo colocar un
hiperenlace a alguna palabra del cuerpo textual del
mensaje.
Hoy en día asistimos a un nuevo fenómeno:
los trovadores y juglares de la Red, una nueva manera de
emular la antigua tradición oral, solo que codificada como
hipertexto, pero con características muy similares a la de
la literatura oral. Alguien recibe un mensaje, lo lee, y luego lo
reenvía, en ocasiones, modificando el texto reenviado. Es
el mismo proceso de tradición oral, solo que la tecnología suple lo
que antes hacía la memoria: la
preservación del texto.
La tradición hipertextual se va construyendo no
solo en la entrega versionada de textos, sino que, además,
se suele en el proceso difuminar la identidad del autor
individual en una suerte de anonimato: es casi imposible
reconocer al emisor originario de un hipertexto entregado a la
tradición hipertextual del correo
electrónico, a menos que este se haya blindado ante el
poder difuminador de autorías que posee la Web.
Pero… ¿qué tipo de texto es el entregado
a esta tradición hipertextual? Básicamente dos:
noticioso y literario. El primero recoge fundamentalmente hechos
de la inmediatez cotidiana, que son transmitidos en la
tradición hipertextual como alternativa comunicacional a
los medios masivos
de comunicación; esta particularidad,
según he podido observar, es más común en
aquellas sociedades
conflictuadas, quizá como lo estaban en la Edad Media y en
la Grecia Antigua
las aldeas, villas y ciudades que vivían afectadas por el
rigor bélico de la época.
El texto literario, que es el que nos interesa, no es,
como en la Edad Media, la literaturización de los hechos
bélicos en un género épico, sino que se
aproxima más bien a una confección literaria
funcional: el artefacto literario de autoayuda. Los estudios que
he realizado al respecto arrojan que un 87% de los textos que son
susceptibles de correr por la tradición hipertextual son
literarios, y con una clara función:
inspirar la autoestima. Me
pregunto: ¿algo similar habrían alcanzado los
poemas
épicos medievales?
Operaciones Retóricas
Constituyentes de Discurso en el Hipertexto
Desde la Antigüedad Clásica, la
confección formal y conceptual del discurso queda regulada
en cinco fases:
"Omnis autem orandi ratio, ut plurimi maximique auctores
tradiderunt, quinque partibus constat: inventione, dispositione,
elocutione, memoria,
pronuntiatione sive actione…" (Quintiliano, 3, 3,
1).
Si bien es cierto que las cinco operaciones son
necesarias en la producción integral del discurso [entendido
este para los antiguos como texto oral], solo tres de ellas
participan directamente en la elaboración del artefacto
retórico discursivo: inventio, dispositio y
elocutio, según las consideraciones del Prof.
Tomás Albaladejo (Ruiz, 2002).
La inventio es la operación inicial, y
contrariamente a lo que el verbo inventar significa
actualmente, el verbo latino invenire significaba
esencialmente ‘encontrar’. En tal sentido, el
discurso retórico se inicia con una búsqueda de
temas y contenidos; para ello, la retórica clásica
facilitaba al orador un conjunto de lugares comunes y una
topica, un repertorio de argumentaciones que el orador
matizaría con su inteligencia y
destreza. Para Roland Barthes (1970:44), la inventio es
una via argumentorum, un camino para construir
virtualmente el edificio postural.
Si trasladamos la primera operación constituyente
de discurso al hipertexto (y para ello, analizaremos el proceso
de confección del hogar de todo hipertexto, esto es: el
Web Site), notaremos que el diseñador Web, antes de
confeccionar un portal, realiza esta misma operación:
busca y halla los temas y argumentos para su discurso
hipermedial. Pero… ¿dónde busca? Lo mismo que la
tópica clásica, el Webmaster cuenta con una
tópica hipermedial (sugerimos el término topica
hiperscripti), valga decir, repertorios hiperclasificados en
la Web donde puede obtener signos lingüísticos,
visuales y auditivos, que van a ser reconocidos inmediatamente
por los receptores de su discurso hipertextual como signos
persuasivos válidos. Así, un cibernauta visita
un portal, hace clic sobre un enlace, y abre una página
que dice: "Web en construcción", y abajo ve el
clásico signo icónico que le confirma el mensaje.
Si este icono, además, es ingenioso
(recuérdese el valor del
ars y el ingenium en la inventio), el
receptor se marchará de la página hasta
agradado.
Estas tópicas hipermediales abundan en la Red, y
se las puede visitar consecutivamente, para comprobar que repiten
en un altísimo porcentaje los temas y argumentos
hipertextuales; si no, basta con revisar varios portales y
comprobar que los temas icónicos, cromáticos y
textuales se repiten con mucha similitud. Los dueños de
estos portales tratan de innovar y renovar sus catálogos
de temas y diseños, pero pronto vuelven a hacerse
isotópicos. Incluso, los programas para
diseño
de Websites hablan de plantillas y temas de diseño
(retórica de la imagen, como la
de la publicidad), lo
cual constituye, sin lugar a dudas, un banco de datos, ¿o
acaso, una tópica moderna?
La segunda operación constituyente de discurso,
la dispositio, no es otra cosa que ordenar lo que se ha
encontrado, darle una secuencia, un ordo naturalis o un ordo
artificialis; por supuesto, el orden del hipertexto no puede
ser natural, toda vez que el receptor puede
arbitrariamente confeccionar su menú de lectura…
¿o tal vez sea este más bien el orden natural,
rescatado por el hipertexto de la inversión operada por la
imprenta hace casi cinco siglos? Luego, si nos asimilamos a la
discusión diferenciadora entre retórica (ordo
naturalis) y poética (ordo artificialis), ¿a
cuál de ambas se aproxima más el ordo
hiperscripti? ¿acaso es este, el ordo
hiperscripti, un nuevo orden textual?
En todo caso, el discurso retórico opera en un
orden preestablecido, y no conforme a la lógica
expositiva, sino atendiendo más bien a la inteligencia
comunicacional persuasiva, de modo que retórica y
dialéctica se escinden claramente del orden lógico
formal, pero este no es tema que nos ataña
ahora.
Esta disposición de las partes, en el discurso
retórico, ocurría en el siguiente modo:
exordium, narratio, argumentatio y peroratio. El
exordium operaba como catalizador de la dispersión,
esto es, captaba la atención y benevolencia del auditorio, al
par que exhibía el mapa del discurso, y constituía
el manejo de las emociones
(animos impellere); la narratio era un
tránsito entre lo emocional y lo intelectual (rem
docere), cuyo objeto era exponer subliminalmente en el relato
de los acontecimientos un abductor de la postura del orador
(comenzaba a construirse la
persuasión>convicción); la argumentatio
no era más que el desarrollo
intelectual de los argumentos y pruebas, pero
en una secuencia extraña a la lógica formal:
argumentos fuertes>argumentos débiles>argumentos muy
fuertes; tras la argumentatio, solía intercalarse
eventualmente la altercatio (Barthes, 1970: 70), con el
fin de contrargumentar de manera persuasiva a favor de la propia
postura; la peroratio era la última parte de la
dispositio, y buscaba, en un último intento
persuasivo, apelar a las emociones del auditorio, en el marco de
un recuento de lo tratado; este dispositivo retórico
ubicado al final del discurso tenía, además, el fin
velado de anular a la audiencia irreductible que no hubiese
cedido a la postura, haciéndole sentir menos poderosa con
respecto de la explosión final de ánimos en el seno
del auditorio.
¿Cómo identificamos la dispositio
en el hipertexto de un portal? Cada vez más, se estila al
inicio de las páginas
Web la denominada intro, una introducción multimedia,
generalmente, que combinando texto, imagen y sonido, busca
captar la benevolencia del receptor hipermedial. Estas
introducciones (captatio benevolentiae) suelen dar de una
vez los elementos sígnicos suficientes como para que se
atrape la atención del receptor, en orden a un
campo de significados que este ha captado.
Al traspasar estos shows de introducción,
el receptor puede ver rápidamente el mapa del site
(partitio), con lo que no solo sabrá cómo
construir su propio discurso (pues a diferencia del discurso
retórico clásico, él es co-emisor en su rol
de receptor), sino que, además, como dice Quintiliano,
sabrá que nunca parece largo algo cuyo final se anuncia.
Además, lo que se suele denominar menú,
aparece visiblemente en la cabecera o en el borde izquierdo del
site, como un mapa de navegación, el cual, por supuesto,
no es leído hipertextualmente en el orden sugerido
por el autor del hipertexto.
La narratio no la podemos buscar deliberadamente
como tal, si bien algunos sites tienen una sección en la
que se cuenta un relato pro-postural, como es el caso de algunos
portales comerciales; la narratio aparece bajo los
términos quiénes somos, qué hacemos,
nuestra historia,
etc. Se trata de una narración sobre cómo se
llegó a ser lo que se es, porque, a fin de cuentas, la
postura sobre la que se busca convencernos es que los
demás portales son inferiores. La historia, en este caso,
encierra subliminalmente la abducción a la
convicción de que conseguí lo que
buscaba.
La argumentatio se expone en todos las Webs como
un conjunto de razones (argumentatio) y datos
(probatio), que buscan ratificar lo que emocionalmente
ancló la intro, y semiracioanlmente (o
semiemocionalmente) provocó la historia. En esta
sección, los portales hacen gala, como en la
antigüedad, de innumerables formas argumentativas, y hoy,
parece cobrar en tal sentido mucha fuerza la retórica del
número, como argumento y prueba de un nivel de
razonamiento que, en ocasiones, es absolutamente
seudocientífico.
Algunos portales echan mano de la altercatio como
un dispositivo poderosamente argumentativo, esto es, en una
sección denominada regularmente FAQ, el Webmaster expone,
en forma de preguntas contraargumentales, varias razones
contraposturales, que luego va deconstruyendo paulatinamente,
para reconstruir un argumento pro-postural.
Por último, la peroratio aparece en muy
pocos Websites. Lo mismo que en la retórica
clásica, no podemos esperar un cierre estructurador de las
posibles deficiencias del discurso, entre otras cosas, porque es
el receptor quien decide su ordo lectionis. A pesar de
ello, algunos portales exhiben un dispositivo denominado pop
up, una ventana que se abre al abandonar el site, y que es,
literalmente, el último intento del Webmaster por
persuadir>convencer al receptor hipermedial. Estos pop
up no hacen ningún recuento de lo que ha sido el
axis thematis, sino que golpean el relieve emotivo del
receptor, generalmente, con algún obsequio, muy
similar, por cierto, a la peroratio laudationis con que se
concluían algunos discursos
clásicos.
Luego de la dispositio, la tercera
operación constituyente de discurso es la elocutio,
que asigna palabras al hallazgo de la inventio, y que ha
sido ordenado en la dispositio. A mi juicio, es una
operación sintética entre lo paradigmático
de la inventio y lo sintagmático de la
dispositio, pues hay que elegir los significantes
para los significados que ya se han ordenado. No es
nuestro ánimo profundizar aquí en las cualidades y
registros
elocutivos, sino más bien llamar la atención sobre
el uso de las figuras retóricas en el
hipertexto.
Se ha trasladado al discurso hipertextual mucho de los
elementos de la retórica publicitaria; así, por
ejemplo, observamos la duplicación en muchos sites,
con el objeto de reforzar aumentativamente la percepción
de un signo particular. La catacresis o traslación
de un signo de un contexto a otro: abrir una ventana, la tabla
de contenidos, el portafolio digital, caja de herramientas.
La metáfora, al punto de que hay portales que
evidencian en si una complejidad sígnica de tal nivel, que
casi constituyen ellos mismos una alegoría. La
perisología, evasión perniciosa de un
término tabú, como es el caso de borrar un
documento en lugar de destruir un documento. Las
hipérboles auxesis (aumentativa) y tapinosis
(diminutiva) evidenciables formalmente en el zoom. En fin,
un mundo de hiperlenguaje oblicuo que está aún por
explorar.
Evanescencia de la
Retórica del Hipertexto
La literatura oral pre-imprenta se apoyaba
sólidamente en la memoria colectiva; hoy, la nueva
tecnología de la escritura ha
suplido lo que hacía la memoria, y la permanencia del
texto depende exclusivamente de las tecnologías para
preservar los textos; antes de la imprenta, esa tecnología
de preservación era la memoria del acervo cultural; luego
de la imprenta, la tecnología de preservación fue
el libro; luego, con la aparición de los ordenadores, la
tecnología de conservación, y no quiero hacer
catacresis, descansó en la memoria digital; hoy, con el
Internet, la
tecnología de preservación es tan precaria como que
depende de la temporalidad de un servidor. Son
casi infinitos los factores que atentan, hoy en día,
contra la preservación de un hipertexto, y van desde la
suspensión del servidor hasta el arbitrio de un
Webmaster.
Esta aparente tradición hipertextual se distancia
mucho de la oral, en el punto exacto en que el hipertexto puede
dejar de existir como artefacto sígnico, al capricho de
los avatares técnicos o humanos. En consecuencia, la
retórica vertida en un hipertexto no puede operar su
carácter persuasivo>convictito en la misma
dimensión y contundencia que, por ejemplo, lo hacía
el Cantar de Mio Cid, o lo siguen haciendo los mitos y
leyendas que
aún se repiten, como eco de la Alemania
Medieval, en Colonia Tovar (colonia de origen alemán,
fundada en la cordillera costera de Venezuela en
1843, y donde he podido constatar, a lo largo de 10 años
de investigación, la perennización del
discurso de tradición oral). La retórica
hipertextual, a mi juicio, está condenada a la
evanescencia que la Web suele atribuir a sus materiales,
o… quizás deba decir, que la postmodernidad nos otorga a
todos.
La inauguración de la Aldea Global supuso
rápidamente el estreno de la Ciudad Global, dadas las
extremas complejidades transformadoras que se operaron a partir
de que el medio se convirtió en el mensaje; estas
mutaciones han conducido la relación emisor-texto-receptor
a otro paradigma en la relación
emisor-hipertexto-receptor, toda vez que el carácter
coparticipativo del texto hipermedial relativiza el simple rol
decodificador del receptor, confiriéndole
simbióticamente la posibilidad, como receptor, de ser
co-creador del hipertexto.
Desde esta perspectiva, el hipertexto viene a causar una
inversión del paradigma incubado por la imprenta, en el
sentido de que, aproximándose al receptor oral, el
destinatario de un hipertexto puede, antes de inscribirlo en la
tradición hipertextual, por ejemplo, del e-mail, impregnar
el texto de su propia esencia editándolo. En contraparte,
el receptor de un texto impreso se ve impedido de hacer lo
propio.
Además, el emisor hipertextual no pocas veces
esconde su verdadera identidad bajo un nick, login
o seudónimo, lo que, ciertamente, le hace parecerse
más al autor colectivo del Cantar de Mio Cid que al
autor individual de Doña Bárbara.
La retórica con la que se diseñan los
sitios Web, hogar por excelencia del hipertexto, tiene muchas
resonancias de las operaciones constituyentes de discurso.
Así, la operación de encontrar temas y argumentos
(inventio) cuenta, como en la Antigüedad, con una
tópica para consultar, la tópica
hiperscripti, formada por gran cantidad de lugares en la Red
que contienen catálogos y clasificaciones de textos,
imágenes y sonidos para usar.
La segunda operación (dispositio) se puede
apreciar en la manera como es posible rastrear en los Websites
los dispositivos del ordo; así, es posible detectar
en la costumbre del intro una captatio
benevolentiae, narraciones pro-posturales, argumentaciones
más retóricas que lógicas y dispositivos que
permiten al lector, una vez abandonado el site, sentirse
todavía interpelado.
La última de las operaciones (elocutio)
constituye el más claro uso de la retórica, pues se
echan mano de figuras retóricas, algunas muy conocidas,
otras, menos.
Finalmente, quedan algunas preguntas que pueden
aguijonear el debate: ¿Cuáles son las
características retóricas del hipertexto como
género discursivo propio de la cybersociedad del
conocimiento? ¿No hay, acaso, una relación de
semejanza entre el hipertexto y el texto de tradición
oral, en lo que a la autoría respecta? ¿Acaso
podemos hablar de ordo hiperscripti como un nuevo orden
textual? Solo por reunir algunas interrogantes que orienten la
reflexión.
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Raffaeli, 1998, "El cuerpo del texto", en Geoffrey Nunberg, El
futuro del libro, Barcelona: Paidós, pp.
243-256.
·
[1] – La
noción de autor es más bien moderna. Recodemos que
el auctor era un copista que agregaba al texto original
sus propias ideas, pero apoyándose en autoridades
(Barthes, 1970: 25).
·
[2] – El
Prof. Tomás Albaladejo circunscribe el concepto de
poliacroasis, dada la significación en griego del
mismo (multiaudiencias), al acto de escuchar un texto; sin
embargo, enmarcado como está en la polifonía
bajtiniana, y partiendo de la pluralidad mediática (texto,
imagen y sonido) que supone el hipertexto, creo que podemos
adaptar respetuosamente el término, ampliando su original
significación de multiaudiencias (múltiples
audiencias/interpretaciones de texto hablado, imagen y sonido) a
multilectorados (múltiples lecturas/interpretaciones de
texto escrito).
Licencia de
Reconocimiento-NoComercial
Jerónimo Alayón
Gómez