Publicación original: Rev. Esp. |
- Origen y desarrollo de
los alimentos funcionales
Tipos de alimentos funcionales. Acciones y
objetivos
Alimentos funcionales disponibles en el mercado. Marco
legal
Bibliografía
RESUMEN: El concepto de
alimento funcional, aún no consensuado
científicamente, surge en el seno de la Nutrición
Óptima, encaminada a modificar aspectos genéticos y
fisiológicos y a la prevención y tratamiento de
enfermedades,
más allá de la mera cobertura de las necesidades de
nutrientes. Bajo la perspectiva de la Unión
Europea, pueden ser tanto alimentos
naturales como procesados industrialmente.
Los alimentos funcionales más relevantes y sobre
los que recae la más sólida evidencia
científica son los probióticos,
microorganismos vivos representados fundamentalmente por los
derivados lácteos
fermentados. Los prebióticos, como los fructanos
tipo inulina, son el sustrato trófico de los
probióticos y potenciales selectores de la flora
colónica. La asociación de un prebiótico y
un probiótico se denomina simbiótico. Se
conocen innumerables sustancias con actividad funcional: fibra
soluble e insoluble, fitosteroles, fitoestrógenos,
ácidos
grasos monoinsaturados y poliinsaturados, derivados
fenólicos, vitaminas y
otros fitoquímicos.
Los alimentos funcionales ejercen su actividad en
múltiples sistemas,
especialmente el gastrointestinal, cardiovascular e
inmunológico. Se comportan como potenciadores del desarrollo y
la diferenciación, moduladores del metabolismo de
nutrientes, la expresión génica, el estrés
oxidativo y la esfera psíquica.
La construcción de alegaciones sanitarias
dirigidas al consumidor debe
cimentarse en el conocimiento
científico y la regulación legal. Es preciso
encontrar biomarcadores eficientes del efecto biológico,
analizar las posibles interacciones y realizar estudios
válidos en humanos. El objetivo
prioritario, sin embargo, debe ser la dieta en su conjunto.
Emerge así el futuro reto de una dieta
funcional.
Palabra clave: Nutrición.
Probiótico. Bifidobacterias. Ácidos grasos. Fibra
dietética. Oligosacáridos. Estrés oxidativo.
Fitosteroles. Flavonas. Vitaminas.
ABSTRACT: Functional Foods and Optimum Nutrition: A
Way or Away?: The concept of functional food, about which
scientific agreement is still lacking, springs from the field of
Optimum Nutrition, aimed at modifying genetic and physiological
aspects of human life and at the prevention and treatment of a
growing number of diseases, far beyond merely covering
nutritional requirements. From the European Union perspective,
functional foods can be natural as well as industrially processed
foods. The leading functional foods regarding which the soundest
scientific evidence exists are probiotics, live microbial food
ingredients represented mainly by fermented dairy products.
Prebiotics, such as inulin-type fructans, are the trophic
substrate of probiotics and potential intestinal microflora
selectors. The combination of prebiotics and probiotics is termed
synbiotic. Innumerable substances are known to have functional
effects: soluble and insoluble fiber, phytosterols,
phytoestrogens, monounsaturated and polyunsaturated fatty acids,
phenol derivatives, vitamins and other phytochemicals. Functional
foods exert their actions on different systems, especially the
gastrointestinal, cardiovascular and immunological ones, acting
too as enhancers of development and differentiation and
positively modulating nutrient metabolism, gene expression,
oxidative stress and the
psychic sphere. The establish- ment of Health Claims must be
firmly based upon scientific knowledge and legal regulation.
Efficient biomarkers related to biological response must be
found. Furthermore, it is essential to analyze possible diet or
drug interactions as well as it is indispensable to conduct valid
studies on humans. The prime objective must be the diet as a
whole. Thus, the future challenge of a functional diet
emerges.
Key words: Nutrition. Probiotics.
Bifidobacterium. Fatty acids. Dietary fiber. Oligosaccharides.
Oxidative stress.
Phytosterols. Flavones. Vitamines.
ORIGEN Y DESARROLLO DE LOS ALIMENTOS
FUNCIONALES
El concepto actual de nutrición está
evolucionando. La «nutrición adecuada»,
entendida como «suficiente», dirigida a evitar
déficits, ha dejado de ser la meta en las
sociedades
desarrolladas. Emerge la concepción de la alimentación como
«nutrición óptima». Su objetivo es la
calidad de
vida y el bienestar integral del individuo. La
nutrición adquiere un nuevo enfoque terapéutico y
preventivo; participa en la promoción de la salud y es ya considerada
como factor de protección ante una larga serie de
circunstancias patológicas. El reto futuro es la
nutrición «a la carta»,
diseñada a medida de los factores
genéticos1 y medioambientales que constituyen y
moldean al ser humano. Uno de los primeros pasos son los llamados
alimentos funcionales (AF).
Los AF son un concepto no definido aún de forma
consensuada en la comunidad
científica. Un AF es aquel que contiene un componente,
nutriente o no nutriente, con actividad selectiva relacionada con
una o varias funciones del
organismo, con un efecto fisiológico añadido por
encima de su valor
nutricional y cuyas acciones
positivas justifican que pueda reivindicarse su carácter funcional (fisiológico) o
incluso saludable. Como puede apreciarse, las fronteras son
difusas; tanto con los medicamentos como con casi cualquier
alimento, en el más amplio de los
sentidos.
De los AF se comenzó a hablar en Japón
hace aproximadamente 20 años. Actualmente se engloban bajo
el nombre de FOSHU (Alimentos para Uso Dietético
Especial) y el gobierno
japonés construye alegaciones sanitarias encaminadas a
mejorar con su consumo la
salud de la población2.
En los Estados Unidos
aparecieron una década después, con la peculiaridad
de que, para ser considerado AF, el alimento debe estar siempre
«modificado» de alguna forma3,4. Este
condicionante no es exigible en la Unión Europea
(UE)5 6. En la definición de consenso de
Madrid
(octubre, 1998) se subrayaron los siguientes aspectos: un AF es
el que contiene al menos un elemento nutriente o no nutriente
positivo para una o varias funciones del organismo (tabla 1),
más allá del aspecto nutricional convencional,
encaminado a incrementar el bienestar o disminuir el riesgo de
enfermar. Un AF puede serlo para toda la población o sólo para un grupo
específico. Abarcan macronutrientes con efectos
fisiológicos concretos (almidón, ácidos
grasos omega 3, etc.) y micronutrientes esenciales con ingestas
«funcionales» necesariamente superiores a las
recomendaciones dietéticas diarias. Pueden ser nutrientes
o no nutrientes, esenciales o no esenciales, naturales o
modificados. Según la concepción europea, el AF
debe seguir siendo en todo momento un alimento; es decir, es
necesario que ejerza sus efectos beneficiosos consumido como tal
alimento, dentro de una dieta convencional y en la cantidad en
que habitualmente es ingerido. Esta perspectiva no incluye por
tanto a los denominados nutracéuticos, más
allá de la frontera con
el medicamento.
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