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El alma del teatro No japonés (Revista esfinge) (página 2)



Partes: 1, 2

 

La ceremonia del té, el arte del tiro con
arco, el Zengo o pintura Zen y
el arreglo floral destacan todos ellos por la forma lenta,
hierática, calma y solemne de efectuar todos los
movimientos, por insignificantes que sean, y el estado
especial de concentración en el que sólo importa el
presente. Es este mismo espíritu el que late en el
teatro No. Una
representación completa de drama No puede durar 6 horas.
El tiempo en
Oriente no tiene principio ni fin, el aquí y el ahora
tienen una importancia autónoma, sin referencia al pasado
ni al futuro.

Otra corriente espiritual que ha calado hondamente en
este arte es el Confucionismo, el cual apunta a los
códigos éticos de la
organización social. Se basa en un sistema de
obligaciones
recíprocas que afectan tanto a la casa imperial como a los
súbditos, y acentúan la relevancia del orden y de
la estabilidad sociales y la piedad filial como deber familiar
que satisface su deuda de gratitud con los
antepasados.

Y finalmente el Taoísmo, que promulga una
concepción del mundo donde no existen dualismos, donde el
creador y la creación son una misma cosa, donde el cuerpo
y el espíritu son dos percepciones diferentes de un mismo
Elemento.

El Shite o actor principal, ("el que hace, "el que
actúa"), es el que lleva la máscara, el que
danza, el que
canta, el que sufre la transformación, y el que con su
actuación da vida al No. Hay cinco personajes-tipo que
puede encarnar el Shite: el viejo, la mujer, el
guerrero, el loco y el demonio.

El Waki representa el papel secundario, no lleva
máscara y normalmente representa un monje cuya función es
la de propiciar la aparición del Shite. Una vez cumplido
su cometido, se retira a un lugar específico del escenario
y se sienta, inmóvil, mirando al público o lo que
ocurre en escena.

El Waki es el lado pasivo, negativo, oscuro (el yin), en
contraste con el activo, positivo, brillante del Shite, y deben
complementarse para lograr la armonía taoísta de la
representación.

En el tercer libro del
Fushikaden, Zeami hace referencia a esta ley de los
opuestos y a la búsqueda del equilibrio en
los mismos para lograr el éxito
de la representación. Afirma que la atmósfera del
día es positiva, y el No, que se representa con cierta
calma, produce una atmósfera negativa. Para que haya
equilibrio, hay que armonizar lo negativo y lo positivo, es
decir, qué día es propicio realizar un No. Eso
produce el efecto armónico deseado.

DESARROLLO DE UNA OBRA DE TEATRO
NO

Una jornada completa de No consta de la puesta en escena
de cinco obras, entre las cuales se intercalan tres farsas
cómicas que sirven de contrapunto y relajan el ambiente. Cada
una de las cinco piezas se corresponden con cada una de las cinco
categorías de obras según el carácter del personaje
principal.

Comienza la representación. Nos acomodamos en los
cojines. El escenario casi vacío da una sensación
de pulcritud y sencillez. Dos ayudantes levantan con cuidado la
cortina del extremo del puente.

Los dos tamborileros llevan una silla plegable y se
colocan en los lugares asignados, mientras el flautista y el
instrumentista se sientan en el suelo al modo
japonés.

Por la pequeña puerta corredera hace su
aparición el coro. Tras unos momentos de silencio, el
flautista da las notas iniciales y comienza la obra.

Aparece el Waki, moviéndose con lentitud
ceremoniosa, y acaba colocándose en su puesto de observación, junto al pilar que lleva su
nombre.

Entra el Shite y realiza su parte recitada, cantada y
danzada, con apoyo del coro y la orquesta. Los instrumentistas
tocan y ejecutan sus peculiares gritos. Los asistentes Koken
ayudan al actor principal en escena. El Kyogen habrá
entrado sigilosamente y se habrá colocado en su lugar, a
la espera de su intervención.

Cuando acabe la obra, tras la larga danza final del
Shite, el actor principal saldrá de escena y no
volverá para recibir los aplausos. Los últimos en
irse serán el coro y la orquesta y todo volverá al
silencio.

EPÍLOGO

Estas historias son reflejo de un mundo interior. Porque
dentro de nosotros también hay un dios, un demonio, un
loco, un monje, un guerrero o una mujer
enamorada.

La magia del arte recoge elementos diversos, dispares, a
veces extraños, y los relaciona formando un conjunto
armónico que nos transmite un mensaje del mundo de las
ideas.

El arte No es ceremonial porque en él todo
está medido, reglamentado en base a unas normas, al igual
que en la Naturaleza.
Nada se deja al azar, todo tiene sus causas y sus
fines.

La vieja cultura del
Japón
comprendió esta forma tan particular de magia y la
llevó a efecto, en un sencillo escenario, en el viejo
teatro ceremonial llamado No.

La escena

Todavía hoy se construyen los escenarios
según las normas del gobierno
Tokunagwa para el diseño
de escenarios No, que especifican las dimensiones de cada parte,
el método de
construcción, los materiales y
la ornamentación.

El escenario está elevado unos 85 cm. sobre el
nivel del suelo y puede ser contemplado por los espectadores
desde distintos ángulos de visión.

Una balaustrada separa al público del puente y
entre ellos hay 3 pinos a distancias regulares que sirven de
orientación para el actor y simbolizan el entorno natural
en el que éste realiza el viaje hacia el
escenario.

La escena principal, hecha de madera de
ciprés, está delimitada por cuatro columnas que
sostienen el techo y sirven de puntos de referencia sobre la
escena del actor principal, pues la máscara que lleva
dificulta la visión. Todos los participantes en la
representación tienen sus espacios bien definidos, y en
las diferentes obras teatrales hay especificaciones sobre la
posición y movimientos del actor en escena.

Sobre el tabique del fondo del escenario está
pintada la imagen estilizada
de un pino que sugiere la unión del hombre con la
naturaleza, y le indica la sacralidad del espacio que protege, y
en el tabique lateral se encuentra una pequeña puerta
corredera por donde entran el coro y los ayudantes.
También hay una representación pintada de
cañas de bambú.

La escena funciona como un instrumento de
percusión. Debajo del escenario hay un espacio hueco en el
que se encuentran unos diez grandes recipientes en forma de
tinajas que actúan como cajas resonadoras de los violentos
golpes que con el pie da el Shite en ciertos momentos importantes
de su danza.

Los actores

Tradicionalmente son masculinos. Además del Shite
y del Waki, actores principales, también estarían
los Kyogen, que, al igual que en el teatro griego, ejecutan una
serie de farsas o entremeses para aligerar la tensión
dramática.

También hay unos participantes especiales
visibles físicamente en escena, pero sin función
dramática en el desarrollo de
la obra. Son los Koken, cuya misión es
la de ayudar al Shite a arreglarse los vestidos, entregarle y
retirarle los instrumentos que pueda necesitar y velar por la
buena marcha del espectáculo.

La educación del actor
debe hacerse desde niño a través de la disciplina y
el entrenamiento,
dirigidos por un maestro que trasmite los secretos, las
habilidades y los métodos de
la representación.

Accesorios y utillería del
actor

El escenario no está separado de los espectadores
por ningún telón, salvo el pino y las cañas
de bambú. Está vacío, y resalta la desnuda
superficie de madera pulida por la que se deslizan los actores,
que calzan una especie de calcetines de tela blanca o tabi, con
el pulgar separado. Los pies no se despegan del suelo para
caminar, salvo por una ligera elevación de las puntas de
los dedos al final de cada paso, lo que confiere una mayor
sensación de sutilidad.

Los accesorios son pocos y más bien
simbólicos.

Los vestidos son muy ricos, de brocados y seda, y los
colores y
diseño se modifican de acuerdo a las
características de cada personaje. Suelen ser muy
voluminosos, desdibujando el contorno del cuerpo del actor, lo
que, junto con la máscara, contribuye a crear el ambiente
de irrealidad fantasmal propio del No.

La máscara define, distingue e identifica al No,
y es la condensación de este arte.

Algunas son consideradas tesoros nacionales y son
expuestas en museos como obras de arte y conservadas por familias
de actores como auténticas joyas. Son de madera de
ciprés, esculpidas y pintadas con gran cuidado, pues el
rasgo, trazado con tinta de carbón, sólo puede ser
ejecutado de una vez.

Se fija a la cabeza con dos cintas anudadas en la nuca,
y puede ser más pequeña que la cara de un hombre.
Al contrario que la máscara griega, la del No apaga y
deforma el sonido de la voz,
contribuyendo a la ininteligibilidad de un texto verbal
ya casi incomprensible hoy.

Para expresar alegría el actor puede "iluminar la
máscara" inclinándola hacia arriba, u oscurecerla
inclinándola hacia abajo, haciendo que le dé cierta
sombra, para expresar tristeza. Mover la máscara de lado a
lado con rapidez muestra emociones fuertes
como la ira, y lenta y repetidamente muestra emociones
profundas.

Música, gestos y
danzas

La orquesta está formada por una flauta travesera
y dos tambores con forma de reloj de arena.

Los instrumentistas emiten una serie de gritos
característicos que llevan el ritmo de la
representación y marcan las diferentes medidas
musicales.

El coro está compuesto por ocho cantantes. Se
sientan en dos filas y están inmóviles durante todo
el espectáculo. Llevan un abanico cerrado que en el
momento de la intervención apoyan sobre su base,
colocándolo horizontalmente delante de ellos cuando
intervienen. No toman parte en la acción
y su función es la de presentar la escena, describir
paisajes, comentar la acción y a veces hablar por boca del
Shite o del Waki, como ocurría en el teatro
griego.

El canto tiene gran influencia del Shomyo, empleado por
los monjes budistas durante la celebración de sus
ceremonias de culto. Usa una respiración diafragmática que,
apoyándose en el pecho y la cabeza, hace resonar la
emisión en el interior de la cavidad oral (en la
garganta), resultando un sonido intenso, gutural, en contraste
con la voz usada en el canto occidental que proyecta la voz al
exterior.

Los movimientos de los personajes siguen una estudiada
coreografía. El desarrollo de los gestos y movimientos se
compone de "unidades de movimientos" llamadas Kata, el lugar de
la representación se divide en una serie de unidades
espaciales, y el canto en frases o unidades musicales de 12
sílabas. La danza se constituye sobre modelos o
unidades de movimientos con múltiples combinaciones. Los
movimientos pueden ser realistas, como herir con la espada;
simbólicos, como el acto de llorar, elevando suavemente
una o dos manos hasta los ojos y bajándolas de nuevo; y
abstractos, como los golpes con el pie del actor sobre
escena.

La base de la actuación No reside en detener cada
movimiento
justo en el momento en que los músculos están
más tensos. Esto se realiza con el ritmo de Jo-ha-kyo, que
rige cada movimiento. La acción comienza suave (Jo),
gradualmente incrementa su velocidad (Ha)
y finalmente alcanza el clímax.

Toda la representación está estructurada
según este principio de tres. Éste se aplica a la
acción del actor, a sus gestos, a la respiración, a
la música,
a cada escena, a cada drama, a la composición toda de una
jornada No. Es una especie de código
de vida que recoge todos los niveles de organización del teatro.

El
elemento literario

El repertorio actual del No se compone de unas 240
piezas que suelen dividirse en cinco grupos
según el papel que representa el Shite. Estas son las
Kami-mono u obras de los dioses, y las Shura-mono o de batallas,
de las que ya hemos hablado. Además, las Kazura-mono u
obras femeninas, que son las más destacadas por su
lirismo, elegancia y belleza, cuyo argumento es generalmente una
historia de
amor.
También en este género hay
un grupo de obras
en las que aparece el espíritu de un árbol o de una
flor aspirando a su unión con Buda.

Finalmente están las obras de asuntos varios, en
las que el personaje principal puede ser, por ejemplo,
enloquecida a causa de la pérdida de su hijo. Generalmente
tienen un final feliz y acaban con el reencuentro del hijo. Son
obras en que los celos suelen ser los causantes del
desvarío de una mujer.

Y las Kirinomo, u obras de final, son de asunto
violento, con la aparición de monstruosos seres
sobrenaturales, casi siempre demonios. Estas obras están
llenas de movimiento y de acción, y se representan al
final porque se supone que el público está cansado
después de tantas horas de espectáculo.

Bibliografía:

Zeami. Fushikaden. Ed. Trotta.

J. Vicenta Arnal. Teatro y danza en el Japón.
Colección Cauer.

Sabi-Wabi-Zen. El Zen en las artes japonesas. Raymondo
Thomas. Visión libros.

Suzuki. El Zen y la cultura japonesa. Paidos.

Enciclopedia de los museos. Museo Nacional de Tokyo.
Argos Vergara.

Jorge Ángel Livraga. El teatro Mistérico
en Grecia I. La
Tragedia. Ed. NA



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