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El Código Europeo contra el Cáncer. Tercera revisión (2003): insistiendo y avanzando en la prevención del cáncer (página 2)



Partes: 1, 2

 

A. Si adopta un estilo de vida
sano, puede prevenir ciertos tipos de cáncer y mejorar su
salud
general

1) No fume; si fuma, déjelo lo antes posible.
Si no puede dejar de fumar, nunca fume en presencia de no
fumadores

Alrededor del 30% de todos los casos de cáncer
que se diagnostican en los países de-sarrollados
están relacionados con la exposición
al tabaco.
Además, no podemos olvidar que el tabaco no sólo
provoca cáncer, sino también otras enfermedades de gran
trascendencia, tales como enfermedad pulmonar obstructiva
crónica o infarto de
miocardio…

Centrándonos en el riesgo de tumores
malignos, entre el 87% y el 91% de los cánceres de
pulmón en los hombres y entre el 57% y el 86% en las
mujeres, son atribuibles al tabaquismo. Otras
neoplasias malignas como las de esófago, laringe, cavidad
oral, riñón, vejiga, estómago y cuello
uterino, también están relacionadas con el
hábito tabáquico. Por otro lado, el abandono de
este hábito reduce rápidamente el riesgo de
contraer cáncer, por lo que merece la pena promover la
idea del beneficio para la salud de dejar de fumar.

2) Evite la obesidad

La obesidad,
definida como el Indice de Masa Corporal igual o superior a 30
Kg/m2, es una de las mayores causas de morbilidad y
mortalidad prevenible. Es un factor de riesgo de gran
trascendencia para numerosas enfermedades crónicas, entre
ellas el cáncer,
además de aumentar el riesgo de diabetes y
enfermedades
cardiovasculares. En los países de la Europa
Occidental, el sobrepeso y la obesidad explican aproximadamente
el 11% del total de casos de cáncer de colon, el 9% de los
casos de cáncer de
mama, el 39% de los de endometrio uterino, el 37% de los de
esófago, el 25% de los cánceres de
riñón y el 24% de los de vesícula
biliar.

3) Realice alguna actividad física de intensidad
moderada todos los días

Numerosos estudios han evaluado la relación entre
actividad física y reducción del riesgo de
cáncer, especialmente el de colon, mama, útero y
próstata. El efecto protector de la actividad
física está condicionado por la aptitud o capacidad
de partida. Aunque la mayoría de los adultos no necesitan
un chequeo médico para comenzar a realizar una actividad
física moderada, es aconsejable consultar con el
médico si se es mujer mayor de 50
años o varón mayor de 40, y en el caso de padecer
enfermedades crónicas como diabetes, obesidad, osteoporosis,
hipertensión y enfermedades
cardiovasculares.

Cuando no existan contraindicaciones, es aconsejable
realizar media hora diaria de actividad física al menos
tres veces por semana. Una actividad más intensa puede
proporcionar beneficios adicionales para la prevención del
cáncer.

4) Aumente el consumo de
frutas, verduras y hortalizas variadas: coma al menos 5 raciones
al día. Limite el consumo de alimentos que
contienen grasas de
origen animal

Existe evidencia de que la ingesta de frutas, verduras y
hortalizas tiene un efecto beneficioso sobre el organismo,
disminuyendo el riesgo de aparición de una amplia serie de
tumores, especialmente de esófago, estómago, colon,
recto y páncreas.

La Organización Mundial de la Salud recomienda
la fórmula de Cinco al día como la cantidad
que puede conducir a una reducción en el riesgo de
cáncer (que puede distribuirse de forma ideal como 2
raciones de fruta y 3 de verduras u hortalizas al
día).

5) Si bebe alcohol, ya
sea vino, cerveza o bebidas
de alta graduación, modere el consumo a un máximo
de dos consumiciones o unidades diarias, si es hombre, o a
una, si es mujer

Existen pruebas
convincentes de que el consumo de alcohol aumenta el riesgo de
cáncer de la cavidad oral, faringe, laringe,
esófago, hígado, colorrectal y mama. Además,
el riesgo tiende a incrementarse con la cantidad de etanol
ingerido.

El consumo simultáneo de alcohol y tabaco aumenta
notablemente el riesgo de cáncer de las vías
respiratorias y del tracto digestivo superior. Cada factor
multiplica el efecto del otro. Las personas que fuman y beben
aumentan entre 10 y 100 veces el riesgo de cáncer si las
comparamos con las que no lo hacen.

Por otro lado, la cantidad ingerida de alcohol unida a
una dieta pobre en verduras, hortalizas y fruta, común en
los bebedores habituales, desempeña también un
papel importante en el aumento del riesgo.

Sea como fuere, el consumo de bebidas alcohólicas
no debe superar, en personas adultas sin patología de
base, los 20 gr. de alcohol al día (2 unidades de bebida)
en el caso de los varones, y los 10 gr. de alcohol al día
(1 unidad de bebida) en el caso de las mujeres. Y es importante
recordar que no existe un límite de seguridad de
consumo de alcohol en menores.

6) Evite la exposición excesiva al sol. Es
especialmente importante proteger a niños y
adolescentes.
Las personas que tienen tendencia a sufrir quemaduras deben
protegerse del sol durante toda la vida

El cáncer de piel es
más frecuente en personas de piel blanca que viven en
lugares con una elevada exposición a la radiación
solar. La luz ultravioleta
es el principal componente implicado en el cáncer de
piel.

El consejo para la población es que debe moderarse la
exposición al sol. Reducir la exposición total a lo
largo de la vida y en particular evitar las exposiciones extremas
y las quemaduras.

Respecto al hábito del bronceado, conviene
recordar que conlleva un riesgo, y que, en todo caso,
debería evitarse la exposición solar en las horas
centrales del día (entre las 11h y las 15h), ya que a esas
horas la radiación ultravioleta es más
intensa.

7) Aplique estrictamente la legislación
destinada a prevenir cualquier exposición a sustancias
carcinogénicas. Siga los consejos de salud y de seguridad
sobre el uso de estas sustancias. Respete las normas de
protección radiológica

Se estima que un 5% de los casos de cáncer son
atribuibles a la exposición a factores cancerígenos laborales, siendo los de
pulmón, vejiga, pleura, laringe, leucemia, fosas nasales y
piel (no melanoma), los que más se han relacionado con
esta exposición.

La identificación de numerosas sustancias
cancerígenas de origen natural y artificial ha permitido
la prevención de su exposición laboral y
medioambiental. El mensaje del Código
se dirige a todos aquellos que son responsables de elaborar la
legislación y garantizar su cumplimiento y a los
ciudadanos que deben proteger su salud y la de los demás
siguiendo las instrucciones y regulaciones sobre contaminantes
cancerígenos. Es prioritario el uso de sistemas de
protección individual en el trabajo
donde las sustancias peligrosas pueden alcanzar niveles
superiores a los del medio ambiente
general.

El conocimiento
de las sustancias cancerígenas y la reducción de su
exposición es un elemento esencial en la prevención
del cáncer. En nuestro ámbito existen criterios
relativos a la clasificación, envasado y etiquetado de
sustancias y preparados químicos peligrosos (Reales
Decretos 363/95 y 255/03), y a la protección de los
trabajadores contra los riesgos
relacionados con la exposición a agentes
cancerígenos en el ámbito laboral (RD
665/97).

Por otro lado, se conocen los efectos
cancerígenos de las radiaciones ionizantes procedentes de
fuentes
naturales y artificiales, por ello deben evitarse las
exposiciones innecesarias.

En relación con la exposición a campos
electromagnéticos de baja frecuencia generados por
líneas de alta tensión, los estudios
epidemiológicos no han encontrado un aumento del riesgo de
cáncer entre adultos que viven en la proximidad de estas
líneas. Si existe algún efecto de los campos
magnéticos estaría concentrado entre personas con
exposiciones muy elevadas, lo que se da de forma muy poco
frecuente.

Respecto a la telefonía móvil, recientes
revisiones de los estudios epidemiológicos publicados no
han encontrado ninguna asociación entre exposición
a teléfonos móviles y cáncer de cerebro. Hoy por
hoy no hay un mecanismo biológico que respalde una
relación causal y no hay evidencia de efectos adversos en
animales de
experimentación.

B. Existen programas de
Salud
Pública que pueden prevenir el cáncer o
aumentar la posibilidad de curar un cáncer que ya ha
aparecido

La detección precoz es un factor importante para
reducir la mortalidad por cáncer. La supervivencia
después de un diagnóstico de cáncer es mejor
cuando éste se encuentra en una fase precoz y localizada
que cuando la enfermedad está avanzada. Por lo tanto, lo
mejor es diagnosticar y tratar el cáncer lo antes posible.
En consecuencia, es importante informar a la población
sobre los distintos síntomas que con frecuencia
acompañan a las enfermedades cancerosas, de manera que si
aparece cualquiera de ellos consulte rápidamente con el
médico.

Respecto a los síntomas iniciales que conviene
tener en cuenta, de cara a minimizar la demora
diagnóstica, conviene consultar con el médico en el
caso en que la persona note: un
bulto, un dolor persistente en el tiempo, una
herida o úlcera que no cicatriza (incluyendo las
úlceras de la boca), una mancha o lunar que cambia de
forma, tamaño y/o color, una
lesión en la piel que ha aparecido recientemente y sigue
creciendo, o signos de
sangrado o hemorragias anormales. También se ha de
consultar al médico si presentan alguno de los siguientes
problemas: tos
y/o ronquera persistente, cambios en los hábitos urinarios
o intestinales, o pérdida de peso no
justificada.

Por otro lado, se ha realizado un gran esfuerzo en los
programas de detección precoz del cáncer (cribado o
screening) y en la búsqueda de métodos
que permitan un diagnóstico de esta enfermedad cuando se
encuentra en la fase inicial, con el fin de aumentar las
posibilidades de curación. A través del Plan Integral de
Cáncer del Sistema Nacional
de Salud se prevé la mejor articulación de los
programas de detección precoz del
cáncer.

Antes de entrar en las pruebas recomendadas, recordemos
que el cribado en el control de
enfermedades se define como la exploración de individuos
asintomáticos con objeto de clasificarlos como personas
con alta o baja probabilidad de
padecer la enfermedad objeto del cribado, constituyendo una
acción
esencial en la prevención secundaria (aplicada durante la
fase preclínica), dado que tiene como objeto la
detección de la enfermedad en un estadio inicial, en el
que la aplicación de un tratamiento precoz resulta
más efectiva, con la consiguiente interrupción de
la progresión de la enfermedad. En términos
prácticos, las personas con alta probabilidad de padecer
la enfermedad en cuestión (gracias a la detección
mediante el cribado simple) son exploradas detalladamente para
obtener un diagnóstico definitivo, todo ello con el
objetivo de
reducir la morbilidad y mortalidad derivadas de la
enfermedad en la población participante. El éxito
de un programa de
cribado a la hora de conseguir este objetivo, depende de la
relación entre las características de los procedimientos de
cribado y la efectividad de los métodos de tratamiento
precoz.

8) Las mujeres a partir de los 25 años
deberían someterse a pruebas de detección precoz
del cáncer de cuello de útero

La infección por el Virus de Papiloma
Humano, generalmente adquirido por transmisión sexual, es
el factor de riesgo más importante del cáncer
cervical. La investigación sobre pruebas rutinarias para
la detección de este virus es prioritaria.

La mayoría de las recomendaciones sobre la edad
aconsejable para comenzar a aplicar las pruebas de cribado en
mujeres, se basan en estudios de prevalencia de lesiones a
distintas edades y en la asociación entre actividad sexual
y cáncer de cérvix, por lo que se tiende a
recomendar edades de inicio tempranas o coincidentes con el
comienzo de las relaciones
sexuales. Sin embargo basándose en la
protección que la prueba de cribado confiere si existe un
verdadero negativo, parece que el máximo rendimiento se
obtendría iniciando 5-10 años antes de la edad de
máxima incidencia. El inicio entre los 20 y los 30
años es compatible con esa idea, aconsejando
después continuar hasta los 55-60 años,
estableciendo como intervalo recomendado entre pruebas el de 5
años y nunca por debajo de 3 años. En grupos de alto
riesgo (por hábitos sexuales de riesgo u otros factores
condicionantes) el cribado puede ser particularmente
necesario.

9) Las mujeres a partir de los 50 años
deberían someterse a una mamografía para la
detección precoz de cáncer de mama

La mamografía puede detectar los tumores de mama
en un estadio asintomático o indetectable
clínicamente. La aplicación de programas de cribado
con mamografía ha demostrado su efectividad en la
reducción de la mortalidad por cáncer de mama.
Estos programas deben conseguir la participación de las
mujeres de los sectores sociales más desfavorecidos y
menos informados. Un programa bien organizado, con un buen
cumplimiento por parte de las mujeres, debe dar como resultado
una reducción promedio en la mortalidad de al menos el 20%
en mujeres de más de 50 años. Existe un cierto
consenso en la recomendación de aplicar programas de
cribado de Cáncer de Mama a todas las mujeres de 50 a 69
años.

10) Los hombres y las mujeres a partir de los 50
años deberían someterse a pruebas de
detección precoz de cáncer de colon

El cáncer colorectal es un tumor maligno que
puede beneficiarse de una estrategia
adecuada de diagnóstico precoz. La existencia de una
lesión premaligna, el pólipo adenomatoso, permite
una rápida detección de un tumor que, actualmente,
se presenta con gran frecuencia en la población
europea.

El test de sangre oculta en
heces puede resultar efectivo, complementándolo con otras
estrategias como
la sigmoidoscopia flexible y colonoscopia con diferente
periodicidad de aplicación. Otras técnicas
novedosas, como la colonoscopia virtual (tomografía
computerizada tridimensional)4, pueden resultar de
gran ayuda. En cualquier caso, la aplicación de este
cribado en hombres y mujeres, entre 50 y 75 años puede
resultar muy efectivo, siempre que se articulen las acciones
necesarias de forma coherente dentro del Plan Integral de
Cáncer.

11) Participe en programas de vacunación
contra la hepatitis
B

Para situar esta recomendación en contexto, baste
mencionar que a nivel mundial cerca de un 18% de los
cánceres son atribuibles a infecciones persistentes por
virus, bacterias o
parásitos. En Europa está fracción es de un
10%, siendo las localizaciones más frecuentes las de
cuello uterino, hígado, estómago y algunos tumores
linfo y hematopoyéticos.

El Virus Papiloma Humano, Virus de la Hepatitis B y C,
el Helicobacter Pylori, el Virus Herpes simple,
el Virus de Epstein Barr, el Virus de Inmunodeficiencia Humana
Adquirida (VIH), y otros están implicados en el proceso de
inducción de los tipos de cáncer
citados.

La undécima recomendación del
Código Europeo Contra el Cáncer se centra en la
vacunación contra la hepatitis B, por existir claras
evidencias de
su efectividad en el momento actual. Anualmente, se diagnostican
en la UE 30.000 casos de cáncer de hígado, y la
mayoría de ellos están causados por los virus de la
Hepatitis B y C (VHB, VHC). La vacunación universal (a
toda la población) contra el VHB se considera como una
posible manera de prevenir este tipo de cáncer.

Las vacunas contra
el cáncer causado por agentes infecciosos son el camino
más prometedor para prevenir, o incluso curar, algunos de
estos importantes tumores.

3. Difusión del mensaje y
evaluación del impacto del Código
Europeo contra el Cáncer

 Es evidente la importancia de que el
Código Europeo Contra el Cáncer no se limite
a ser conocido en un reducido círculo de especialistas,
sino que debe permeabilizarse a través de los
profesionales y organizaciones
sanitarias y de educación para la
salud, para llegar así a la población general.
Desde el Ministerio de Sanidad y Consumo estamos convencidos del
papel de la promoción de la salud como proceso que
permite que las personas ejerzan control sobre los determinantes
de la salud, mejorando así la suya. Entre las
organizaciones que están contribuyendo a esta tarea,
merece destacarse a la Asociación Española Contra
el Cáncer, que está realizando una excelente labor
de educación para la salud dirigida a la prevención
del cáncer y a la difusión del
CECC5.

Por otro lado, para conocer el impacto real de las
intervenciones educativas sobre las conductas y sobre los
resultados en términos de salud, la evaluación del
proceso resulta ser una condición imprescindible para
medir correctamente el impacto de intervenciones educativas sobre
las conductas y los resultados en términos de indicadores de
salud. Además, dichas evaluaciones pueden ayudarnos a
comprender los determinantes psicosociales de las conductas y los
aspectos operativos que son claves para el éxito de las
intervenciones, todo ello en el marco de la promoción de
la salud. En este número de la Revista Española
de Salud Pública
se publica un interesante trabajo que
nos muestra los
resultados de la evaluación de un programa educativo
(denominado FAPACÁN), basado en el Código
Europeo contra el Cáncer
, que trata de difundir los
consejos de prevención primaria sobre tabaco, alcohol,
alimentación, peso y protección
solar y laboral6. Además de evaluar las
conductas problema que cita el Código Europeo contra el
Cáncer
, el método de
evaluación seguido examina los determinantes psicosociales
de dichas conductas, lo que incluye la actitud, la
influencia social y la autoeficacia. La evaluación se
llevó a cabo en el marco de 14 centros de salud ubicados
en 3 comunidades autónomas (Galicia, Cantabria y
Asturias). La información fue recabada a partir de
profesionales voluntarios debidamente entrenados, y de personas
elegidas al azar en el grupo de
intervención, dentro del conjunto de los que participaban
en el mencionado programa. Los autores concluyen que la calidad objetiva
de la implementación del programa fue ciertamente
aceptable, aunque señalan elementos a mejorar para el
mayor éxito de este tipo de iniciativas. Lo que emerge
como conclusión operativa es la propuesta de incluir
evaluaciones multicéntricas, rigurosas y adecuadamente
dotadas de recursos en la
cartera de servicios de
Atención Primaria de Salud. La idea es
considerar estas acciones como una inversión de cara a mejorar la eficacia de las
intervenciones educativas. La prevención del cáncer
puede beneficiarse de dichas acciones y el esfuerzo bien merece
la pena.

4. Bibliografía

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5. Asociación Española Contra el
Cáncer. Consejos: Código Europeo Contra el
Cáncer 2003. Disponible en URL: http://www.aecc.es/codigo_europeo.html

6. López González ML, Fernández
Carreira JM, López González S, del Valle
Gómez MO, García Casas JB, Cueto Espinar A.
Evaluación de la implementación del programa
FAPACÁN para prevenir el riesgo conductual de
cáncer en usuarios de atención primaria del norte
de España.
Rev Esp Salud Pública 2003; 77:681-690.

José Mª Martín Moreno –

Dirección General de Salud
Pública. Ministerio de Sanidad y Consumo.

Partes: 1, 2
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