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Contaminantes atmosféricos y su vigilancia (página 2)



Partes: 1, 2

 

Así pues, los contaminantes pueden clasificarse
desde su propia génesis. El carbono
presente en los combustibles y el nitrógeno del aire, al oxidarse
en los procesos de
combustión, generan dióxido de
carbono (gas no
tóxico pero con importantes efectos indirectos sobre el
medio ambiente
y la salud, por su
contribución al recalentamiento global) y óxidos de
nitrógeno respectivamente. Otros elementos constituyentes
de los combustibles y materias primas determinan la
emisión de partículas, óxidos de azufre,
compuestos
orgánicos volátiles (COV), dioxinas, furanos,
etc. Por su parte, procesos de combustión incompletos
generan la emisión de monóxido de carbono,
partículas y bifenilos policlorados, entre
otros.

Las fuentes de
emisión de contaminantes atmosféricos de origen
antropogénico pueden ser puntuales, generalmente fijas y
de gran caudal de emisión, como es el caso de las grandes
factorías aisladas de otras instalaciones industriales, o
pueden ser zonales, es decir, una mezcla de fuentes fijas y
móviles de diferente entidad y agrupadas en el espacio,
donde vienen a coincidir también con la población que sufre los efectos de la
contaminación4.

Sin embargo, el
conocimiento de los contaminantes y de las fuentes de
emisión no abarca el complejo proceso de la
contaminación
atmosférica. Las características estructurales
y dinámicas de la atmósfera y las
características morfológicas del terreno determinan
la dispersión de los contaminantes en el espacio y su
evolución temporal. La dispersión
configura la diferente concentración de contaminantes en
la atmósfera (inmisión) en la zona de influencia de
la fuente emisora. La evolución de los contaminantes
conlleva la aparición de otros nuevos no emitidos por la
fuente directamente: son los contaminantes secundarios, como el
ozono formado a partir de los óxidos de nitrógeno y
los compuestos orgánicos volátiles en presencia de
la luz solar, o el
ácido sulfúrico formado a partir de la
oxidación del dióxido de azufre.

Aunque la determinación de la exposición
individual depende de múltiples factores (ritmos de
actividad, relación entre exposición en ambientes
exteriores y ambientes interiores, laborales y no laborales), se
puede afirmar que el conocimiento
de los valores de
inmisión en el aire ambiente nos
acerca al de la dosis a la que está expuesta la
población posibilitando el estudio de sus efectos en
salud. Este hecho ha justificado históricamente el
control y la
vigilancia de los niveles de inmisión de contaminación
atmosférica.

PRINCIPALES CONTAMINANTES
ATMOSFÉRICOS

El dióxido de azufre y las partículas
derivadas de la
oxidación de combustibles fósiles son los
principales contaminantes atmosféricos urbanos del mundo
y, por ello, los más estudiados, tanto dentro como fuera
de España.
El presente artículo contempla, además del
dióxido de azufre (SO2) y las
partículas, otros contaminantes de interés:
el monóxido de carbono (CO), el dióxido de
nitrógeno (NO2 ) y el ozono (O3).
Para todos ellos, las fuentes de emisión
antropogénicas y concentraciones de fondo conocidas
aparecen en la tabla 1.

Tabla
1
Contaminantes atmosféricos: fuentes antropogénicas
y concentraciones de fondo.

Contaminante

Fuente
antropogénica

Concentración de
fondo*

Europa**

España***

Procesos

Actividades

Urbana

Rural

Rural

Humos negros

Combustión de
carbón y petróleo,

combustiones
incompletas

Calefacciones, centrales
térmicas, tráfico, incineración de
residuos

10 – 401
100 – 2502

0 – 101

 

PST

50 – 1501
200 – 4002

 

20-461

SO2

Combustión de materiales que contienen azufre,
actividades industriales

Calefacciones, tráfico,
industrias

<1001

5 – 251

2-31

NO2

Procesos de combustión
(oxidación del N atmosférico),
fabricación de ácido nítrico,
explosivos

Tráfico, industrias, calefacciones, interiores mal
ventilados

20 – 901
130 – 4002

0.4 – 9.41

3-41

CO

Combustiones incompletas,
disociación de CO2 a altas
temperaturas, producción de CO a partir de
CO2

Tráfico, calefacciones,
industrias, interiores mal ventilados

<203

0.01 – 0.23

 

O3

NOx y COV + luz
solar

Las que generan NOx y
COV

 

40 – 604

 

1 Media anual;
2 Máxima media diarial; 3
Media 8 horas; 4 Percentil 50- 24 horas.
* Concentraciones expresadas en µg/m3,
excepto para el CO (mg/m3).
Fuentes:
** WHO. Air Quality Guidelines for Europe. WHO Regional
Publications, European Series No 23. Copenhagen,
1987.
*** Red
EMEP/BAPMON/CAMP. Ministerio de Medio Ambiente. Medio
ambiente en España 1996. Madrid, 1997.

Las redes de vigilancia de
la
contaminación atmosférica miden valores de
inmisión, es decir, la concentración en el aire de
cada contaminante. Las medidas más usadas para expresar
esta concentración son los mg/m3 o los
mg/m3, aunque también se usan las partes por
millón (ppm), por lo que se presentan las equivalencias en
la tabla 2.

Tabla
2
Factores de conversión entre unidades de medida de la
concentración de contaminantes en el aire.

SO2

NO2

CO

O3

1ppm

2860
µg/m3

1880
µg/m3

1,145 mg/m3

2000
µg/m3

Fuente WHO. Air Quality Guidelines for
Europe.
WHO Regional Publications, European Series No 23.
Copenhagen, 1987.

Tabla
3
Principales métodos
analíticos para medir niveles de inmisión de
contaminantes atmosféricos.

Contaminante

Muestreo
manual

Muestreo
autómatico

Humos negros

Reflectometría

—-

Partículas

Gravimetría (Alto volumen)

Atenuación radiación
TEOM (balanza inercial)

SO2

Thorina (Técnica
Patrón)
Pararosanilina

Fluorescencia UV

NO2

—-

Quimiluminiscencia

CO

—-

Absorción infrarrojo no
dispersivo

O3

—-

Absorción UV

Fuente: elaboración propia.

Las medidas de los contaminantes en el aire, aunque se
realicen de forma continua, se expresan en promedios, dependiendo
de los objetivos que
se planteen. En relación con la exposición
crónica, se utilizan promedios anuales, de 24 horas, o de
ocho horas para los contaminantes con mayor oscilación a
lo largo del día (CO y O3). Los promedios
diarios, pese a haber sido los más utilizados, ya
sólo se aplicarán en la futura normativa europea a
las partículas y al SO2. En relación con
las exposiciones agudas se utilizan los valores máximos
horarios o, incluso, de 30, 15 o 10 minutos.

A continuación se comentan brevemente algunas
características de los principales contaminantes
atmosféricos.

Partículas en suspensión

El término "partículas en
suspensión" abarca un amplio espectro de sustancias
sólidas o líquidas, orgánicas o
inorgánicas, dispersas en el aire, procedentes de fuentes
naturales y artificiales. La definición de
partículas se suele establecer en términos de la
velocidad de
depósito de las mismas. En este sentido, se denominan
"partículas en suspensión" aquellas con
diámetros desde muy por debajo de 0,1mm hasta 5-10mm, que
permanecen suspendidas durante horas o días; las
partículas más grandes caen rápidamente
cerca de la fuente que las produce. Otra forma de distinguirlas
se refiere a los diferentes métodos usados en su
vigilancia de rutina. Se habla de "humos negros" en el caso de
partículas con capacidad de tiznar (refiriéndose
sólo a la sustancia oscura característica de la
combustión incompleta del carbón y de los hidrocarburos)
y "total de partículas en suspensión" para las
observaciones que se basan directamente en el peso,
pudiéndose filtrar por tamaños (por ejemplo, la
medición se referirá a
PM10 o PM2,5 si pasan a través de un
orificio de entrada calibrado con un rendimiento de
separación de 50% para un diámetro
aerodinámico de 10 mm o 2,5 mm
respectivamente).

Los elementos que encontramos en las partículas
varían mucho según las fuentes locales, pero, en
general, los principales componentes son carbono, material
alquitranado (hidrocarburos), material soluble en agua, como el
sulfato de amonio, y material insoluble conteniendo
pequeñas cantidades de hierro, plomo,
manganeso y otros elementos, como por ejemplo, los
polen.

La revisión de las guías de calidad del aire
de la OMS5, así como la futura normativa
europea (tabla 5), establecen límites
referidos a PM10 o PM2,5, fracción
respirable de las partículas. Especial importancia tienen
estos últimos, por estar asociados con compuestos
más tóxicos6.

Tabla
5
Propuesta de Directiva relativa a los valores límite de
dióxido de azufre,
óxidos de nitrógeno, partículas y plomo en
el aire ambiente.

Contaminante

Período de
referencia

Valor límite

Observaciones

Partículas (PM10)
1

Anual

30
µg/m3

24 horas

50
µg/m3

Se podrá sobrepasar 25 días al
año

Partículas (PM10)
2

Anual

20
µg/m3

24 horas

50
µg/m3

Se podrá sobrepasar 7 días al
año

Dióxido de azufre 1

1 hora

350
µg/m3

Se podrá sobrepasar 24 horas al
año.

24 horas

125
µg/m3

Se podrá sobrepasar 3 días al
año

Dióxido de nitrógeno
2

1 hora

200
µg/m3

Se podrá sobrepasar 8 horas al
año

Anual

40
µg/m3

Plomo 1

Anual

0.5
µg/m3

1 Entraría en
vigor a partir del 1.1.2005.
2 Entraría en vigor a partir del
1.1.2010.
Fuente: Comisión de las Comunidades Europeas.
Propuesta de Directiva del Consejo relativa a los valores
límite de dióxido de azufre,
óxidos de nitrógeno, partículas y
plomo en el aire ambiente. Bruselas, 1997.

Dióxido de azufre

El dióxido de azufre es un gas incoloro que a
altas concentraciones puede ser detectado por su sabor y por su
olor cáustico e irritante7. Se disuelve con
facilidad en el agua para
formar ácido sulfuroso (H2SO3), el
cual se oxida lentamente y forma ácido sulfúrico
(H2SO4) con el oxígeno
del aire. El SO2 también puede formar
trióxido de azufre (SO3), vapor muy reactivo
que se combina rápidamente con vapor de agua para formar
un aerosol ultra fino de ácido sulfúrico, de gran
importancia desde el punto de vista de efectos en salud.
Éste puede ser entonces neutralizado por el amonio,
formando primero el ácido fuerte bisulfato de amonio
(NH4HSO4) y después la sal casi
neutra sulfato de amonio
[(NH4)2SO4], dependiendo las
tasas de neutralización de las tasas de emisión
terrestres de amonio, altas en ciudades y zonas agrícolas,
bajas en bosques7. En la atmósfera urbana está
representada una amplia gama de compuestos de azufre, pero desde
un punto de vista práctico los más importantes son
el dióxido de azufre gaseoso, el ácido
sulfúrico y los sulfatos.

Las guías de la OMS de calidad del aire para
Europa
recomiendan no superar concentraciones medias diarias de
125mg/m3 de SO2, con máximos de 10
minutos de 500 mg/m3 y valores medios anuales
de 50 mg/m3 (5).

Dióxido de nitrógeno

El nitrógeno es un gas sin olor, color ni sabor,
que constituye el 78% del aire. Aunque en condiciones normales no
es perjudicial para la salud, se puede combinar con
oxígeno para formar diversos óxidos de
nitrógeno. La importancia biológica del
óxido nítrico (NO) y del dióxido de
nitrógeno (NO2) es la mejor estudiada; ambos se
consideran contaminantes ambientales, y son los más
abundante óxidos de nitrógeno producidos por
el hombre en
áreas urbanas8. Tanto el NO como el
NO2 se producen de forma natural en cantidades muy
superiores a las generadas por la actividad humana, pero al estar
distribuidos sobre toda la superficie terrestre, las
concentraciones atmosféricas resultantes son muy
pequeñas.

La química
atmosférica de los óxidos de nitrógeno es
muy compleja. La mayoría de las combustiones liberan sobre
todo óxido nítrico, el cual se convierte
fácilmente en dióxido de nitrógeno en la
atmósfera. La oxidación del NO a NO2 por
oxidantes atmosféricos como el ozono, ocurre
rápidamente, siendo ésta una de las principales
rutas de producción de NO29. El
NO2 es también un importante contaminante del
aire en ambientes interiores, debido al tabaco y a
fuentes de combustión de gas inadecuadas o mal
ventiladas.

Las guías de la OMS de calidad de aire para
Europa9 recomendaban no superar valores horarios de
400 mg/m3 y medias diarias de 150 mg/m3, si
bien estos valores van a ser rebajados a 200 mg/m3 y
entre 40 y 50 mg/m3 respectivamente5,
criterios recogidos en la propuesta de la nueva Directiva de la
Unión Europea10 (tabla 5).

Monóxido de carbono

El monóxido de carbono es un gas incoloro,
inodoro e insípido, ligeramente menos denso que el aire.
En la naturaleza se
genera CO en la producción y degradación de la
clorofila, mientras que su origen antropogénico se
sitúa en las combustiones incompletas. Este contaminante
se combina con la hemoglobina en los glóbulos rojos de la
sangre y forma
carboxihemoglobina (COHb), siendo la afinidad de la hemoglobina
por el CO unas 250 veces mayor que por el O2. La
formación de COHb disminuye la capacidad de la sangre de
transportar O2 y además aumenta la afinidad de
los lugares de unión del O2 por el mismo, lo
que interfiere con su liberación en los tejidos y produce
hipoxia y alteraciones del funcionamiento celular (en las
neuronas, en las células
del corazón y
de otros músculos). Esto conlleva efectos
psicológicos y cardiovasculares (aterosclerosis,
arritmias). La exposición crónica a CO induce la
aparición de fenómenos adaptativos tipo aumento del
número de glóbulos rojos, del volumen
sanguíneo y el tamaño del
corazón.

Para el monóxido de carbono, los valores
máximos recomendados5,9 son concentraciones
medias en 8 horas de 10 mg/m3 y valores máximos
horarios de 30 mg/m3.

Ozono

El ozono es un gas altamente reactivo compuesto por tres
átomos de oxígeno. Aparece fundamentalmente en dos
áreas de la atmósfera, la estratosfera y la
troposfera. La mayor parte del ozono atmosférico
está en las capas altas de la atmósfera
(estratosfera), a 20-50 kilómetros de la superficie
terrestre. Presenta un máximo a 25-30 kilómetros,
donde se acumula formando una capa llamada ozonosfera, que
actúa como filtro de la radiación ultravioleta
procedente del sol11. Esta capa actualmente
está siendo destruida por las emisiones de
clorofluorocarburos (y en menor grado metano y
óxidos de nitrógeno), lo que constituye un problema
ambiental de enorme importancia, distinto de los problemas
ambientales y de salud asociados a la exposición
directa al O3 en capas bajas de la atmósfera
(troposfera). La presencia de O3 en la troposfera es
indeseable, ya que se considera un contaminante con capacidad
irritante sobre los tejidos vivos y sobre muchos materiales. Es a
este O3 troposférico al que nos referiremos a
partir de ahora.

El O3 es un contaminante secundario formado
en la atmósfera a través de una compleja serie de
reacciones
químicas de los contaminantes primarios o precursores
(óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos
volátiles -COV-, fundamentalmente hidrocarburos no
metánicos) en presencia de oxígeno
atmosférico y luz solar. Sin embargo, estos elementos por
sí solos no son suficientes para producir niveles elevados
de ozono, los cuales aparecen generalmente cuando las condiciones
metereológicas son adecuadas (temperaturas que exceden los
27-321 C, mucha luz y ausencia de viento). En la troposfera no
contaminada, los COV de origen natural interaccionan con
óxidos de nitrógeno (NOX) y
O2 para formar O3, aunque a bajos niveles,
aún cuando las condiciones ambientales no son favorables
(bajas temperaturas, poca luz solar y mucho viento), como ocurre
típicamente en invierno. En los meses de verano, cuando
las condiciones de formación de O3 son
favorables, sus niveles aumentan en áreas rurales
aisladas. Las reacciones químicas esquematizadas son las
siguientes11:

NO2 º NO+O

O+O2 º O3

NO+O3 º
NO2+O2

Existe un equilibrio en
una serie de reacciones cíclicas entre el O3,
O2, O, NO2 y NO, que explica que las
medidas de O3 sean menores en el centro de las
ciudades (donde hay importantes emisiones de NO de
automóviles, fuentes industriales, etcétera) que en
áreas rurales. Además, las reacciones que producen
NO2 sin destruir O3 alteran el equilibrio,
provocando un aumento del O3. La oxidación de
COV reactivos fotoquímicamente produce un aumento de
radicales libres, capaces de convertir NO en NO2 sin
destruir O3.

Las recomendaciones de las guías de la OMS de
calidad de aire5 sitúan los valores medios para
8 horas en 120 mg/m3.

LA VIGILANCIA DE LA
CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA

Está generalmente aceptado que niveles altos de
contaminación atmosférica se asocian con un exceso
de morbi-mortalidad. En este contexto, vienen a la memoria
sucesos como el del Valle del Mosa (Bélgica), Donora
(Pensilvania) o Londres, que cursaron con la muerte de
un número importante de personas expuestas a unos niveles
de contaminación extremadamente altos12,13.
Estos sucesos plantearon la necesidad de limitar la
emisión de contaminantes a la atmósfera y, sobre
todo, de acometer actuaciones de vigilancia de la calidad del
aire ambiente14.

En España, actualmente, existe un conjunto de
redes de vigilancia de la contaminación
atmosférica, dependientes de Comunidades Autónomas
y Ayuntamientos, que miden valores de inmisión de los
principales contaminantes en áreas urbanas y zonas
industriales. Los datos registrados
en estas redes son suministrados a la Dirección General de Calidad y Evaluación
Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente que, a su vez, los
remite a la Unión
Europea. Durante el año 1996 se remitieron a dicha
Dirección General datos procedentes de 458 estaciones con
sensores
manuales y 313
estaciones con sensores automáticos15, 16. El
número de estaciones se incrementa cada año,
así como la cantidad de contaminantes analizados.
Además de este conjunto de redes que vigilan los niveles
de contaminación en zonas densamente pobladas, existe la
Red Española de Vigilancia de la Contaminación
Atmosférica de Fondo (red EMEP-BAPMoN-CAMP), formada por
seis estaciones que miden la concentración de
contaminantes en la atmósfera de zonas alejadas de las
fuentes de contaminación y que, en breve, se
ampliará a 10 estaciones. (La red está integrada en
el programa EMEP
(European Monitoring Evaluation Programme) nacido del Convenio de
Ginebra sobre la contaminación atmosférica
transfronteriza a gran distancia, en la red BAPMoN (Background
Air Pollution Monitoring Network) de la
Organización Meteorológica Mundial y en el
Programa CAMP (Comprehensive Atmospheric Monitoring Programme)
del Convenio de Oslo y Paris)

Métodos de captación y análisis de los contaminantes
atmosféricos

La monitorización del aire se refiere a los
procedimientos
de muestreo y
análisis de contaminantes atmosféricos. Para
poder medir
los niveles de los contaminantes es necesario contar con
métodos que produzcan resultados comparables. Para ello,
nuestro país tiene definidas las técnicas
de referencia y los métodos alternativos para la
medición de los contaminantes para los que existen valores
de referencia.

Los captadores manuales aspiran a lo largo del
día una muestra que
posteriormente se analiza en laboratorio.
Por su parte, los captadores automáticos aspiran una
muestra de aire en intervalos de tiempo
más cortos, generalmente cada tres minutos, que se
analizan en la propia estación. Los datos de estos
analizadores se remiten cada media hora a la estación
central de la red, donde son almacenados los 48 valores
semihorarios diarios. La normativa17 que regula los
métodos analíticos de gases y
partículas recogidos con los captadores manuales de bajo o
alto volumen sigue vigente actualmente aunque, poco a poco,
dichos captadores se ven desplazados por las Redes
Automáticas dotadas de Estaciones de Control de la
Contaminación. Esta normativa ya preveía la
aparición de métodos alternativos y los valida
Asiempre que, hechas las oportunas correcciones, sea posible
obtener mediciones comprendidas en el intervalo del 10 por 100,
con respecto a la técnica
patrón[arroba].

La contaminación del aire por
partículas se ha medido tradicionalmente por la
concentración de humos negros. La toma de muestras
para humos negros suele hacerse de forma manual, y el
método
analítico calcula la concentración de humos en la
atmósfera, basándose en el ennegrecimiento de un
papel de filtro cuando la muestra de aire pasa a través de
él9. El ennegrecimiento del papel de filtro se
mide posteriormente por reflectometría. Este método
capta principalmente partículas respirables
(típicamente con diámetro de 4,5 mm y, en general,
menores de 10 mm). Las partículas totales en
suspensión se muestrean tanto en redes manuales como
automáticas. El método usado por las redes manuales
es la gravimetría, basada en el peso del total de
partículas en suspensión. El método
analítico de las redes automáticas suele ser la
atenuación a la radiación beta: las
partículas en suspensión de la muestra son
retenidas en un papel de fibra de vidrio, donde se
mide su concentración a partir de la atenuación
sufrida por la radiación emitida por una fuente radiactiva
de gran estabilidad al atravesar el filtro de fibra de
vidrio16. En la actualidad comienza a generalizarse el
uso de otro método automático basado en la
técnica de la balanza inercial.

El método utilizado para las muestras de
SO2 por las estaciones manuales es la
espectrofotometría con el método de Thorina o el de
la pararosanilina9, mientras que las estaciones
automáticas usan la fluorescencia
ultravioleta16. La técnica de medida de los
óxidos de nitrógeno es la quimiluminiscencia, de
referencia para la vigilancia de este contaminante recogida en la
Directiva de la Comunidad
Europea. El principio de medida se basa en la reacción del
NO con el O3 para formar NO2 16.
En el caso del CO, la determinación se hace por
absorción infrarroja. Se detecta la energía de
absorción característica de la molécula de
CO. Las líneas del espectro permiten distinguir al CO de
otras sustancias interferentes (dióxido de carbono, vapor
de agua, dióxido de azufre y dióxido de
nitrógeno)16. Por último, el
método usado en la medición de ozono es la
absorción de la radiación ultravioleta, basado en
los cambios de intensidad de un haz de luz ultravioleta al
atravesar un cierto volumen de gas que contiene moléculas
de O316.

Marco legislativo

En España, la vigilancia de la
contaminación atmosférica se inicia a comienzos de
los años 60, labor que fue encomendada a la Escuela Nacional
de Sanidad y, más en concreto, al
Departamento de Sanidad Ambiental14. Progresivamente
se fueron incorporando a la vigilancia de la calidad del aire las
ciudades con mayores problemas como
Madrid, Barcelona, Cartagena, Huelva, Bilbao, Avilés o
Puertollano. El marco legislativo de referencia que se maneja en
esta época es el Reglamento de Actividades Molestas,
Insalubres, Nocivas y Peligrosas (RAMINP), que en su Anexo 2
establece las concentraciones máximas permitidas en el
ambiente interior de las explotaciones industriales,
careciéndose de referencias legislativas para el ambiente
exterior18.

En 1972 se promulga la Ley 38/1972 de 22
de diciembre, sobre protección del ambiente
atmosférico1, impregnada de los buenos
propósitos definidos en las conclusiones de la Primera
Conferencia
Mundial de Medio Ambiente celebrada en Estocolmo, en la que
nació el Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA)19. La Ley es
desarrollada por el Decreto 833/1975, que derogó otras
normativas sectoriales existentes20.

Posteriormente se publican la Orden de 10 de agosto de
1976, por la que se establecen las normas
técnicas para el análisis y valoración de
contaminantes de naturaleza química17, y la
Orden 18 de octubre de 1976, de prevención y
corrección de la contaminación atmosférica
industrial21.

La incorporación de España a la Comunidad
Económica Europea llevó aparejada la
adecuación de nuestros criterios de calidad del aire
exterior a las pautas europeas. Esto hizo que los niveles de
SO2 y partículas en suspensión se viesen
modificados en varias ocasiones, a través del Real Decreto
1613/198522 y el Real Decreto 1321/199223.
Los niveles de NO2 y plomo, por el Real Decreto
717/198724 y el más recientemente publicado,
Real Decreto 1494/199525 sobre contaminación
atmosférica por ozono. En la tabla 4 se resumen los
niveles establecidos por la normativa actualmente
vigente.

Tabla
4
Valores límite de inmisión establecidos en la
legislación vigente.

Contaminante

Periodo de
referencia

Valor
límite

Indicador
considerado

Observaciones

Partículas (PST)
R.D. 1321/1992

Anual (1 abril a 31 de
marzo)

150
µg/m3

Valores medios diarios

 

300
µg/m3

Percentil 95 de las medias
diarias

Partículas (humos negros
-HN-)
R.D. 1321/1992

Anual (1 abril a 31 de
marzo)

80
µg/m3

Mediana de los promedios
diarios

* No se deben sobrepasar
más de 3 días consecutivos

250
µg/m3
*

Percentil 98 de las medias
diarias

Período invernal (1
octubre a 31 marzo)

130
µg/m3

Mediana de las medias
diarias

Dióxido de azufre
R.D. 1321/1992

Anual (1 abril a 31 de
marzo)

80
µg/m3

(si HN > 40 o PST > 150)

Mediana de los valores medios
diarios

* No se deben sobrepasar durante
más de tres días consecutivos

120
µg/m3
(si HN<= 40 o
PST<= 150)

 

250
µg/m3
* (si HN > 150
o PST > 350)

Percentil 98 de todos los valores
medios diarios

350
µg/m3
* (si HN<= 150
o PST<= 350)

 

Período
invernal

130
µg/m3
(si HN > 60 o
PST > 200)

Mediana de los valores medios
diarios

 

180
µg/m3
(si HN<= 60 o
PST<= 200)

Dióxido de
nitrógeno
R.D. 717/1987

Anual (1 enero a 31
diciembre)

200
µg/m3

Percentil 98 de las medias
horarias o períodos inferiores a la
hora

Dato válido si missings
< 25%

Monóxido de carbono
D. 833/1975

Media hora

45
mg/m3

Concentración
máxima

Emergencia de (*)
primer, (**) 2º grado y (***)
total

Ocho horas

15
mg/m3

Media

Día

34 mg/m3
(*)
46 mg/m3 (**)
60 mg/m3(***)

Media

Ozono
R.D.1494/1995

Ocho horas

110
µg/m3

Media

Umbral de protección de la
salud

Una hora

180
µg/m3

Media

Umbral de información a la
población

Una hora

360
µg/m3

Media

Umbral de alerta a la
población

Fuente: elaboración propia.

Paralelamente al establecimiento de criterios de calidad
del aire se han arbitrado medidas correctoras para reducir la
emisión de contaminantes. Por ello, existe también
un marco legislativo que limita las emisiones de vehículos
automóviles, define las características, calidades
y condiciones de empleo de
carburantes y combustibles, limita las emisiones a la
atmósfera de determinados agentes contaminantes
procedentes de grandes instalaciones de combustión y de
las de incineración de residuos municipales.

Actualmente, como consecuencia de la aplicación
del V Programa de Medio Ambiente elaborado por la Comisión
de las Comunidades Europeas. que lleva por título AHacia
un Desarrollo
Sostenible: Programa comunitario de política y
Actuación en materia de
Medio Ambiente y Desarrollo
Sostenible[arroba]26, se han publicado diferentes
Directivas que pretenden avanzar en la prevención de la
contaminación y, por ende, en la prevención de los
efectos deletéreos derivados de la misma. Así, la
Directiva 96/62/CE del Consejo27, sobre
evaluación y gestión
de la calidad del aire ambiente, conocida como la Directiva sobre
calidad del aire y la Decisión del Consejo de 27 de enero
de 199728, por la que se establece el intercambio
recíproco de información y datos de las redes y
estaciones aisladas de medición de la contaminación
atmosférica de los Estados Miembros han sido promulgadas
con el Afin de definir y establecer objetivos de calidad del aire
ambiente al objeto de evitar, prevenir o reducir los efectos
nocivos para la salud humana y para el medio ambiente en su
conjunto[arroba]. En desarrollo de la Directiva 96/62/CE se
está tramitando actualmente una propuesta de Directiva
relativa a los valores límite de dióxido de azufre,
óxidos de nitrógeno, partículas y plomo en
el aire ambiente que se recogen en la tabla
510.

EL PAPEL DE LA SALUD
PÚBLICA

Para la Salud
Pública, en concreto para la Sanidad Ambiental, la
contaminación atmosférica representa una necesidad
constante de acometer acciones en un
doble sentido. Por un lado, es necesario plantear nuevas
líneas de investigación de contaminantes de mayor
abundancia en España y en el área
mediterránea, así como continuar con las
líneas de investigación abiertas en orden a mejorar
las mediciones de exposición y las de efecto de los
contaminantes atmosféricos sobre la salud. La calidad en
la evaluación de la exposición, el principal
problema de los estudios de epidemiología
ambiental29, es un elemento imprescindible para poder
estudiar los efectos de los contaminantes en la salud. Cuando los
niveles de contaminación son altos, la
epidemiología ha conseguido demostrar sus efectos en la
salud. Sin embargo, cuando los niveles de exposición son
bajos, aparecerían dificultades en la detección de
dichos efectos.

A pesar de las dificultades que presentan los estudios
de contaminación atmosférica, en años
recientes numerosos estudios han puesto de manifiesto la posible
relación entre niveles bajos de contaminación
atmosférica y la morbi-mortalidad de las poblaciones
expuestas30-37. Entre ellos, destaca una iniciativa
europea, el proyecto APHEA
(short term effects of Air Pollution on Health: a European
Approach)38, que ha promovido el estudio de los
efectos a corto plazo de la contaminación
atmosférica en la salud mediante un estudio
multicéntrico en el que han participado 11 grupos europeos y
15 ciudades (siendo Barcelona la única ciudad
española). Siguiendo la metodología desarrollada y estandarizada en
este proyecto, en España se puso en marcha el proyecto
EMECAM. Como continuación del proyecto
APHEA, ya ha comenzado el APHEA II (short term
effects of air pollution on health: a European approach to
methodology, dose-response assessment and evaluation of public
health significance)39.

Por otro lado, la Salud Pública ha de establecer
líneas de intervención que traduzcan los resultados
de estas investigaciones
en recomendaciones dirigidas a las políticas
ambientales sectoriales, fundamentalmente en el campo de la
vigilancia de la calidad del aire, que en España es
competencia de
las autoridades de medio ambiente (tanto a escala estatal,
como autonómica y local). Las recomendaciones
deberían referirse fundamentalmente a la revisión
de los niveles establecidos en la legislación.
También, siguiendo iniciativas desarrolladas por otros
países, los profesionales de la Salud Pública
tienen la posibilidad de dirigir sus esfuerzos a la
creación de sistemas
integrados de vigilancia activa, que registren en tiempo cuasi
real, la evolución de los niveles de contaminantes en la
atmósfera (no sólo químicos, también
bióticos como polen o esporas), y las variables
meteorológicas que interactúan con la
exposición a esos contaminantes, así como las
variables que miden los efectos en términos de
morbimortalidad. Un sistema
así configurado, capaz de generar predicciones de la
evolución temporal y espacial de los factores de riesgo y de la
consecuente evolución espacial y temporal de los indicadores de
salud, podría retroalimentar al propio sistema sanitario,
no sólo en el campo de la investigación sino en el
de la propia asignación y gestión de recursos. Y, lo
que es más importante, permitiría disponer de una
información de alto valor desde el
punto de vista de la prevención, que es, en definitiva, el
objetivo
principal de la salud pública.

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1998.

Emiliano Aránguez (1), José
María Ordóñez (1), Javier Serrano (2), Nuria
Aragonés (1), Rosalía Fernández-Patier (3),
Ana Gandarillas (1) e Iñaki Galán (1)
(1)
Consejería de Sanidad y Servicios
Sociales. Comunidad de Madrid.
(2) Consejería
de Medio Ambiente, Junta de Andalucía.
(3)
Centro Nacional de Sanidad Ambiental. Instituto
de Salud Carlos III.
Correspondencia: Emiliano Aránguez Ruiz. Servicio de
Sanidad Ambiental y Antropozoonosis. Consejería de Sanidad
y Servicios Sociales. C/ O=Donnell 52, piso 31. 28009
Madrid.

Partes: 1, 2
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