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La rutina de ordeño y su rol en los programas de control de mastitis bovina (página 2)



Partes: 1, 2

 

La gran mayoría de los casos de mastitis son
de origen microbiano y el nivel de infección depende del
grado de exposición
de los pezones a los patógenos mamarios. Por lo tanto, las
medidas higiénicas, especialmente durante el proceso de la
ordeña, son importantes porque reducen la
contaminación de los pezones con organismos
patógenos, cuya principal puerta de entrada a la
glándula mamaria es el conducto del pezón. Las
mastitis causadas por organismos contagiosos, como
Staph.aureus y Strep.agalactiae, se transmiten
mucho más fácilmente durante la ordeña
porque el principal reservorio de infección es la
glándula infectada; en cambio, las
infecciones por patógenos ambientales, como E.coli,
Klebsiella sp, Strep.uberis,
Strep.dysgalactiae y Pseudomonas, son más
frecuentes en los períodos de interordeña,
especialmente en animales
estabulados, debido a que los pezones se contaminan ya sea por
contacto directo con las fecas o por contacto con descargas
vaginales, camas contaminadas, o por succión cruzada entre
animales (Bramley y Dodd, 1984). En consecuencia, las
prácticas de higiene son el
complemento más importante de los programas de
control y, en el
sentido amplio de la palabra, es la suma de todos los intentos
para controlar el ambiente de la
vaca con la finalidad de minimizar el número de
patógenos mamarios que lleguen al conducto del
pezón y evitar así una
neoinfección.

Dentro de este contexto, una preparación adecuada
de las ubres y pezones previo a la ordeña no sólo
es importante porque desencadena el reflejo de la bajada de la
leche, sino
también porque reduce el número de microorganismos
contaminantes de la piel,
disminuyendo el riesgo de
infección intramamaria.

RUTINA DE ORDEÑO

Una buena "rutina de ordeño" involucra una serie
de medidas higiénicas y de manejo desde que el animal
entra a la sala de ordeño hasta que sale una vez
finalizada la ordeña. Estas medidas, que han sido
ampliamente recomendadas por el National Mastitis
Council de los EE.UU. (Bramley y col., 1996), y en su
mayoría adoptadas y recomendadas en Chile por el Consejo
Nacional de Mastitis y Calidad de Leche
(CONAMASCAL A.G.), permiten reducir considerablemente la contaminación microbiana de la leche,
aumentar la producción, acortar el tiempo de la
ordeña y reducir la transmisión de organismos
patógenos contagiosos y ambientales que pueden causar
mastitis (Philpot y Nickerson, 1991).

Para realizar una buena rutina de ordeño es
importante realizar los siguientes pasos secuenciales:

 1. Proporcionar un ambiente limpio y tranquilo
para las vacas

La ordeña debe ser un proceso rutinario
consistente para evitar los factores estresantes que pueden
interferir con el sistema inmune y
los mecanismos defensivos de la glándula mamaria y
aumentar el riesgo de infección. La intranquilidad de los
animales antes y durante la ordeña por ruidos
extraños, cambios de rutina, introducción o separación de
grupos de
animales, cambio de personal o
presencia de personas extrañas en la sala, y el maltrato
de las vacas por los ordeñadores, son todos factores
estresantes que pueden interferir con una adecuada ordeña
por la liberación de adrenalina, hormona que interfiere
con la bajada de la leche (inhibe la oxitocina) dando por
resultado una ordeña incompleta y una mayor incidencia de
mastitis clínica (Philpot y Nickerson, 1991).
Además de los factores estresantes antes señalados,
cualquier lesión o trauma de la glándula que cause
dolor también puede producir inhibición de la
oxitocina.

Las ubres con pelos demasiado largos, que pueden cubrir
parte de los pezones, son difíciles de limpiar y pueden
tener adherido material fecal y de las camas, los cuales deben
ser removidos antes de la ordeña. El corte de pelo o el
flameo de la parte baja de la ubre puede ser una práctica
recomendable en estos casos. En algunos países se
recomienda el corte de cola para evitar la contaminación
de la ubre durante la ordeña, aunque las ventajas de esta
práctica pueden ser contradictorias.

2. Extraer y examinar los primeros chorros de leche
para detectar mastitis clínica

El examen clínico de la glándula mamaria y
la extracción y examen de los primeros chorros de leche
previo a la ordeña ("despunte"), es una práctica
importante para la detección oportuna de los casos
clínicos de mastitis. La leche que presenta evidentes
anormalidades no es apta para el consumo humano
y no debe mezclarse con leche de animales sanos. Las
anormalidades más frecuentes son decoloración de la
leche, presencia de grumos, sangre, o pus. La
detección de estas anormalidades es útil
también para identificar en forma rápida a aquellos
animales que requieren una atención especial.

La mejor manera de realizar el "despunte" es
recolectando los primeros chorros de leche sobre una superficie
de fondo oscuro (jarro de fondo oscuro), haciendo escurrir la
leche en diferentes direcciones sobre el fondo oscuro mediante un
movimiento
semirrotatorio del jarro; sin embargo, es frecuente observar la
extracción de los primeros chorros de leche directamente
sobre el piso de la sala de ordeño con el consecuente
riesgo de contaminación de las extremidades posteriores de
la vaca aumentando el riesgo de contaminación de los
pezones, especialmente importante cuando se trata de vacas con
mastitis; esta práctica, además, no permite
observar con claridad las anormalidades de la leche ya que
generalmente cae sobre un piso que contiene agua, orina y
fecas. Otra práctica frecuente es la extracción de
la leche directamente sobre las manos del ordeñador, lo
que nunca se debe hacer porque esto ayuda a diseminar los
microorganismos de vaca a vaca a través de las manos
durante la preparación de las vacas antes de la
ordeña. Idealmente, el ordeñador debería
lavarse y secarse las manos antes de ordeñar y utilizar
una solución desinfectante suave para enjuagarse las manos
al pasar de una vaca a otra.

La práctica del despunte contribuye,
además, a estimular el mecanismo que desencadena la bajada
de la leche facilitando una ordeña completa.

3. Lavar los pezones y la superficie inferior de la
ubre con una solución sanitizante

Una buena preparación de la ubre antes del
ordeño mejora la calidad bacteriológica de la leche
y reduce la contaminación bacteriana de la piel del
pezón. El lavado se debe realizar con agua limpia y con
baja presión,
mojando y masajeando preferiblemente sólo los pezones; el
lavado de la piel de la ubre puede transferir patógenos,
especialmente Strep.uberis, a los pezones y penetrar con
el agua al
interior de las pezoneras durante la ordeña (Bramley,
1981). Se debe evitar el exceso de agua porque es casi imposible
secar completamente la ubre antes de la ordeña.
Lamentablemente, el manipuleo y lavado de los pezones dentro de
la sala inevitablemente transfiere patógenos entre pezones
de una misma vaca y entre vacas, especialmente si se usan
paños de lavado; para minimizar esta transmisión se
recomienda utilizar una solución desinfectante con el agua
de lavado (solución clorada con 100-300 ppm/cloro
disponible o solución yodada con 25-75 ppm/yodo
disponible) y que las manos del ordeñador se laven y
sequen antes de preparar cada vaca para la ordeña (Saran,
1995). El uso de guantes de goma es aconsejable porque facilita
la remoción de los microorganismos, pero esta
práctica no es muy aceptada por los
ordeñadores.

En algunos rebaños con un gran número de
animales se practica el lavado automático de las ubres
antes de ingresar a la sala de ordeño en grupos de 80-120
vacas; en estos casos es necesario permitir un adecuado tiempo de
drenaje antes que las vacas entren a la sala.

Algunas investigaciones
han demostrado que el efecto combinado del lavado de ubres con
una solución desinfectante y la acción
mecánica de la manipulación remueve
la contaminación transiente de los pezones pero es
inefectiva para prevenir o remover la colonización de los
pezones por Staph.aureus (Neave, 1971).

Una alternativa de preparación preordeño
de las ubres que merece ser considerada es el uso de toallas
individuales impregnadas en una solución desinfectante y
que han demostrado ser efectivas para reducir la
contaminación de la piel de ubre y pezones en Israel (Adkinson
y col., 1991; Dan y Paz, 1995; Dan y Pochard, 1995). Esta es una
medida higiénica simple, que no agrega tiempo adicional a
la rutina de ordeño, y que puede ser aplicada
correctamente por los ordeñadores con resultados similares
a los obtenidos con el método
convencional de lavado y secado.

La preparación de la ubre previo al
ordeño, junto con el "despunte" o extracción de los
primeros chorros de leche, constituyen el principal
estímulo para que la glándula mamaria envíe
una señal nerviosa al cerebro y se
libere la hormona oxitocina, la que por vía
sanguínea llega al tejido mamario y desencadena la
eyección de la leche. Si no se libera oxitocina, o
ésta es inhibida por la adrenalina que se libera durante
el estrés, la
ordeña será incompleta.

4. Desinfectar los pezones antes de la ordeña
(opcional)

Una práctica complementaria de higiene durante la
preparación de la ubre antes de la ordeña es la
desinfección de los pezones, por inmersión o
aspersión, en una solución desinfectante con
concentraciones menores que las usadas en el "dipping"
postordeña. Esta práctica se conoce como
"pre-dipping" y es bastante popular en los EE.UU. (Jasper y
Bushnell, 1978; Galton y col., 1984; Pankey y col., 1987; Galton
y col., 1988; Rasmussen y col., 1991; Saran, 1995).

El "pre-dipping" ha sido sugerido como una medida
adicional de higiene en aquellos rebaños con una alta
incidencia de mastitis clínica por bacterias
ambientales, especialmente, coliformes; se ha demostrado que el
"pre-dipping" puede reducir aproximadamente en un 50% las
infecciones por estos microorganismos y mejorar considerablemente
la calidad bacteriológica de la leche en rebaños
donde se practica estabulación y no se realiza una buena
higiene previa a la ordeña (Pankey y col., 1987; Galton y
col., 1988; Langridge, 1991 Philpot y Nickerson, 1991; Shearn y
col., 1992; Blowey, 1993).

Cuando se practica "pre-dipping" se debe tomar la
precaución de aplicar la solución desinfectante a
los pezones previamente limpios, permitir un tiempo de contacto
mínimo de 20-30 segundos, y secar completamente los
pezones con toallas individuales antes de colocar las unidades de
ordeño para evitar residuos del germicida en la
leche.

De acuerdo con Nickerson y col. (1990), el "pre-dipping"
no reemplaza a la higiene y preparación tradicional de la
ubre y, aunque ha mostrado ser beneficioso en rebaños con
problemas de
mastitis ambientales, no debería ser introducido como una
medida rutinaria de control en rebaños con bajos recuentos
de células
somáticas y baja incidencia de mastitis
clínica.

Entre los productos
desinfectantes más utilizados como "pre-dipping" en
diferentes países (EE.UU., Canadá , España,
Dinamarca, Francia,
Inglaterra)
están los yodóforos (1.000-5.000 ppm), clorhexidina
(1.500-5.000 ppm), compuestos clorados (20.000 ppm), 
ácido dodecilbencil sulfónico (9.400 ppm),
dióxido de cloro y  ácido hipoclórico
(30.000 ppm) y la proteína bacteriana nisina (Saran,
1995).

5. Secar completamente los pezones con toallas
individuales

Está demostrado que el factor más
importante para producir leche de alta calidad higiénica
es el secado de los pezones antes de la ordeña, ya que la
piel mojada aporta mucho más bacterias a la leche que la
piel seca (Galton y col., 1984; Galton y col., 1986; Rasmussen, y
col., 1991; Nakano y col., 1995). Además, el ordeño
de pezones mojados aumenta el riesgo de infección
intramamaria, especialmente por patógenos ambientales como
Strep.uberis y E.coli; estos microorganismos se encuentran
presentes en la piel de la ubre y pezón mucho antes que
las vacas entren a la sala de ordeño (Kruze, 1983), y
pueden desplazarse hacia abajo con el agua hasta la punta del
pezón durante la ordeña contaminando la leche y
aumentando el riesgo de infección (Saran, 1995). Por lo
tanto, independientemente del método de preparación
de la ubre pre-ordeño, es absolutamente necesario que la
superficie de los pezones esté completamente seca antes de
colocar las unidades de ordeño. La mejor manera de secar
los pezones es utilizando toallas de papel individuales y
desechables, en lo posible, una por cada pezón; sin
embargo también se puede usar una toalla por vaca si se
tiene la precaución de doblar la toalla para usar una
superficie limpia al pasar de un pezón a otro. El exceso
de agua en la preparación de la ubre dificulta seriamente
el adecuado secado de los pezones, sobre todo cuando
además de los pezones se moja la piel de la
ubre.

Una alternativa a las toallas de papel que puede
resultar más económica en rebaños con un
gran número de animales es el uso de paños
individuales, siempre que éstos se laven y sequen
completamente entre las ordeñas (Philpot y Nickerson,
1991).

6. Colocar las unidades de ordeño dentro de 1
minuto de iniciada la preparación de la
ubre

La estimulación de la glándula mamaria
durante la preparación preordeña desencadena el
reflejo de la "bajada de la leche" por acción de la
oxitocina, aumentando la presión intramamaria y llenando
los pezones con leche, lo que ocurre aproximadamente 1 minuto
después de iniciada la preparación. Por lo tanto,
la colocación de las pezoneras debe ser tan pronto como se
logre la presión máxima dentro de la
glándula para obtener el máximo beneficio del
efecto de la oxitocina que dura aproximadamente 5 minutos. Si
transcurre mucho tiempo entre la estimulación y la
colocación de las pezoneras se perderá el efecto de
la oxitocina y la ordeña será incompleta,
aumentando el riesgo de infección intramamaria. La
colocación de las pezoneras debe ser muy cuidadosa,
evitando la entrada de aire dentro del
sistema de ordeño.

 7. Observar y ajustar las unidades de
ordeño cuando sea necesario, evitando la entrada de
aire

Una vez iniciada la ordeña se debe observar
permanentemente el funcionamiento de las pezoneras, verificando
que estén bien ajustadas para que no entre aire al sistema
de ordeño. A veces es necesario usar un brazo de soporte
para la manguera de la unidad, asegurando un mejor funcionamiento
del equipo, con lo cual se evita que las pezoneras se arrastren
en el suelo y permite
que las copas se encuentren siempre bien alineadas en los pezones
mientras se está ordeñando. Las pezoneras mal
alineadas pueden bloquear el flujo de la leche y causar
"deslizamiento" o, incluso, la caída de las pezoneras. Una
baja en el nivel de vacío también puede causar
deslizamiento o caída de las pezoneras, por lo que es
importante que el operador observe con frecuencia el medidor de
vacío del equipo durante la ordeña (Philpot y
Nickerson, 1991). Otro factor que favorece el deslizamiento de
pezoneras es la ordeña de pezones mojados con lo cual se
pierde el normal grado de fricción que debe existir entre
la piel del pezón y la superficie interna de la
pezonera.

Al inicio de la ordeña, en la mayoría de
las vacas, la boca de la pezonera debería quedar ubicada
sólo a una corta distancia de la base de la ubre; si las
pezoneras están muy arriba pueden causar irritación
de la mucosa del pezón y predisponer a mastitis. El exceso
de vacío (sobre 15 pulgadas de Hg) es la principal causa
de "trepación" de las pezoneras produciendo
decoloración de los pezones o heridas en la punta del
pezón y una ordeña incompleta favoreciendo el
riesgo de penetración de las bacterias a la
glándula mamaria (Schultz y col., 1978; Bramley y col.,
1996).

Tanto el "deslizamiento" como la "trepación" de
las pezoneras deben evitarse al máximo porque son los dos
factores relacionados con el equipo que más contribuyen a
aumentar la tasa de infección intramamaria (Philpot y
Nickerson, 1991).

El período más crítico para la vaca
es al final de la ordeña, especialmente en animales de
alta producción; la mayoría de las infecciones
causadas por un funcionamiento inadecuado del equipo ocurren en
este período. Cuando se producen fluctuaciones de
vacío dentro de la pezoneras, especialmente al final de la
ordeña, se produce un rápido movimiento de gotas de
leche cargadas de bacterias en dirección reversa hacia la punta del
pezón y golpean con suficiente fuerza como
para introducir bacterias a través del conducto del
pezón; este mecanismo de infección se conoce como
"impacto" (Bramley y col., 1996), y la probabilidad que
cause una infección es alta porque al final de la
ordeña el flujo de leche disminuye y por lo tanto
disminuye también la posibilidad de que estos
microorganismos sean eliminados con el flujo de leche.

8. Cortar el vacío antes de retirar las
unidades de ordeño

Una vez finalizado el flujo de leche se deben retirar
suavemente las pezoneras, pero siempre cortando previamente el
vacío. El procedimiento
correcto es retirar las pezoneras justo cuando se ha terminado de
ordeñar el último cuarto. Uno o dos minutos de
sobreordeña con un equipo funcionando correctamente no
causa problemas, pero el riesgo de infección es mayor
cuando la sobre-ordeña ocurre en equipos defectuosos
porque se agrava el efecto del "impacto" (Philpot y Nickerson,
1991; Bramley y col., 1996).

Es frecuente observar en un rebaño animales con
cuartos que se ordeñan más rápidamente que
otros, lo que generalmente ocurre cuando ya existe una
infección intramamaria. En estos casos lo importante es
observar y verificar si en estas vacas se produce o no
"deslizamiento" de las pezoneras; si se produce "deslizamiento",
es necesario retirar la pezonera levantándola suavemente y
doblando la manguera para cortar el vacío; en cambio, si
la pezonera del cuarto que termina antes de ordeñarse
permanece en su lugar sin deslizarse, se debería dejar
puesta hasta el final; el retiro descuidado de la pezonera puede
permitir la entrada de aire y estimular el "deslizamiento" y
causar el efecto "impacto".

El retiro de las pezoneras sin cortar el vacío es
un defecto que se observa con mayor frecuencia en los equipos que
se retiran manualmente, pero también puede ocurrir en
aquellos equipos dotados de retiradores automáticos de
pezoneras por mal funcionamiento del sistema. Si a juicio del
ordeñador, un retirador automático se desconecta
mucho antes o mucho después de lo que él cree que
es correcto, debería ser revisado y ajustado. Siempre es
importante tener presente que el retirador automático debe
cortar el vacío antes de retirar las unidades de
ordeño.

9. Desinfectar los pezones con un producto
seguro y
eficaz

Inmediatamente después de finalizada la
ordeña y retiradas las pezoneras, se deben desinfectar
todos los pezones con una solución desinfectante apropiada
y de eficacia probada.
Existen numerosas evidencias en
diferentes países que la desinfección de pezones
postordeña, práctica conocida como "dipping", es
capaz de reducir las neoinfecciones intramamarias causadas por
patógenos contagiosos entre 50-90%, constituyendo la
medida higiénica individual más importante de un
programa de
control (Bramley, 1981; Kingwill, 1981; Bramley y Dodd, 1984;
Pankey y col., 1984; Fang y Pyörälä, 1995; Saran,
1995; National Mastitis Council, 1997).

Está absolutamente demostrado que la
contaminación de los pezones con bacterias
patógenas puede originar una infección intramamaria
y causar mastitis, y la práctica del "dipping" es
recomendable porque destruye las bacterias que quedan en el
pezón después de la ordeña, previene y cura
las lesiones de la piel del pezón, reduce
considerablemente la colonización bacteriana del orificio
del pezón, y deja un residuo del germicida en la punta del
pezón que lo protege de la contaminación cuando la
vaca sale de la sala de ordeño y el conducto del
pezón aún permanece abierto (Bramley y Dodd, 19).
En los rebaños donde no se practica "dipping", las
lesiones del pezón se transforman en una importante fuente
de infección, especialmente de Staph.aureus, y de
este modo las vacas mantienen su propio reservorio de
patógenos mamarios no siendo necesaria la ordeña
para que se produzca una neoinfección.

Aunque el "dipping" ha demostrado ser efectivo para
controlar las infecciones por los patógenos contagiosos,
tales como Staph.aureus, Strep.agalactiae y
Mycoplasma sp, no ha sido igualmente exitoso para reducir
las infecciones por los patógenos ambientales,
especialmente E.coli, Klebsiella sp y
Strep.uberis, porque la contaminación del
pezón con estos microorganismos se produce
fundamentalmente en los intervalos de interordeña, cuando
el producto desinfectante ha perdido su efecto germicida (Wilson
y Kingwill, 1975; Bramley, 1981; Bramley y Dodd, 1984). Por esta
razón, en los últimos años se han realizado
numerosas investigaciones bajo condiciones naturales y
experimentales de contaminación para proteger la
superficie del pezón entre las ordeñas, ya sea
utilizando una barrera física, aumentando la
persistencia de la acción germicida del desinfectante, o
una combinación de ambos, generando una amplia gama de
productos conocidos como "selladores de barrera" (Fansworth y
col., 1980; Fansworth y col., 1981; Mc Arthur y col., 1984;
Matthews y col., 1988; Oliver y col., 1989; Dreschler y col.,
1990; Galton, 1993; Boddie y col., 1994; Kemp, 1995; Nickerson y
Boddie, 1995; Timms, 1995; Timms y col., 1997).

El método convencional de aplicación de la
solución desinfectante es la inmersión de los
pezones en algún tipo de copa ("aplicador") que contiene
el producto. El diámetro y la profundidad de la copa debe
asegurar una cobertura total del pezón para permitir una
adecuada desinfección de la piel y de las lesiones del
pezón, siendo recomendable una profundidad de 10 cm y un
diámetro de 5.5 cm (Shearn, 1981). Es conveniente que el
vaso aplicador tenga algún dispositivo para colgarlo en la
sala para evitar derrames por patadas o accidentes.

La frecuencia del relleno del vaso depende del cuidado
con que se aplica el desinfectante. Cuando la copa del aplicador
contiene suficiente cantidad del producto, se pueden desinfectar
los pezones de aproximadamente 25 vacas sin necesidad de rellenar
(Saran, 1995). La solución que queda en el aplicador debe
eliminarse al término de la ordeña (nunca devolver
al envase original), y el aplicador debe lavarse y mantenerse
limpio y seco hasta la ordeña siguiente.

Existen también vasos aplicadores de doble
cámara, algunos más prácticos que otros, que
se pueden colgar en el bolsillo del ordeñador; este tipo
de aplicador resulta más económico pero algunos
modelos son
poco efectivos para desinfectar toda la superficie cuando los
pezones son muy grandes debido al tamaño de la
cámara superior donde se sumerge el pezón; los
diseños más prácticos son aquellos con buena
flexibilidad y que no permiten el regreso del desinfectante a la
cámara inferior, evitando la contaminación con
residuos de leche y el riesgo de inactivación por materia
orgánica.

En los últimos años se ha observado la
introducción en el mercado de una
nueva alternativa de aplicación de los productos
desinfectantes para pezones (pre y postordeña), que
reemplaza al vaso por un rociador (sprayer), manual o
automático, frecuente en las grandes lecherías con
gran número de animales. Este procedimiento tiene la
ventaja de acelerar la rutina de ordeño, usar menor
cantidad de desinfectante, y mantener el producto más
limpio y con una concentración más uniforme; sin
embargo, el spray sólo es satisfactorio si se tiene la
precaución de asegurar que toda la piel del pezón
sea completamente cubierta con el desinfectante, lo que no
siempre ocurre. Es común observar a ordeñadores que
aplican el spray de frente a los pezones dejando gran parte de la
superficie de la piel sin cubrir. En la práctica, los
rociadores manuales pueden
ahorrar tiempo, pero a expensas de una pobre desinfección
(Shearn, 1981). Los rociadores automáticos de pezones,
cuyo mecanismo es activado por la vaca al salir de la sala, son
sistemas que
operan más en rebaños experimentales pero no han
sido introducidos masivamente en explotaciones comerciales
porque, aunque son efectivos, gastan más desinfectante que
el spray manual (Saran, 1995).

Independientemente del método utilizado, es
recomendable que toda la superficie del pezón sea cubierta
por el desinfectante; sin embargo, durante períodos
extremadamente fríos y con mucho viento, podría ser
aconsejable no realizar "dipping" o sumergir sólo la punta
del pezón y secar el exceso de desinfectante con una
toalla desechable para evitar lesiones de los pezones (Philpot y
Nickerson, 1991).

Debido a la amplia gama de productos comerciales para
"dipping" existentes en el mercado, antes de elegir uno de ellos
es importante verificar primero que dicho producto haya sido
debidamente evaluado, tanto en su poder
germicida como en su eficacia para reducir las neoinfecciones
intramamarias, utilizando métodos
aprobados internacionalmente como los recomendados por el
National Mastitis Council de EE.UU. (Pankey y col., 1984;
Hogan y col., 1990). Entre los productos más utilizados
para "dipping" postordeña están los compuestos
yodados (yodóforos con 0.1-1.0% de yodo disponible),
compuestos clorados (hipoclorito de sodio con 0.1-4.0% de cloro
disponible) y clorhexidina (0.35-0.55% gluconato de
clorhexidina); además muchos otros productos han sido
utilizados en diferentes países, como por ejemplo, amonio
cuaternario, ácido dodecil bencil sulfónico,
ácido peracético, glutaraldehído, nisina,
ambicina N y ambicina L (Pankey y col., 1984; Saran,
1995).

10. Desinfectar las pezoneras entre vaca y vaca
(opcional)

Las unidades de ordeño constituyen un factor
importante de transmisión de bacterias durante la
ordeña, especialmente de los patógenos contagiosos.
Está demostrado que después de ordeñar una
vaca infectada la pezonera queda fuertemente contaminada con
bacterias patógenas las que pueden ser transferidas a la
vaca siguiente por la misma pezonera (Bramley, 1981).

Además, las heridas de pezones colonizadas con
bacterias y las fecas también pueden contaminar las gomas
de las pezoneras durante la ordeña. Este tipo de
contaminación no sólo se origina por el contacto de
la superficie interna de la pezonera con la fuente contaminante,
sino que además puede existir movimiento de leche de un
cuarto a otro a través del colector. Por esta razón
se han realizado variados intentos para reducir esta
transmisión vía pezonera al pasar de una vaca a
otra, como por ejemplo, enjuague con agua fría, enjuague
con una solución desinfectante, y pasteurización
(circulación de agua a 85º C por 5 seg.), siendo este
último el método más efectivo, pero poco
práctico para ser adoptado en rebaños comerciales
(Neave, 1971).

El enjuague con agua fría en algunos casos puede
ser efectivo para reducir la contaminación y la incidencia
de mastitis por Staph.aureus (Davidson, 1961; Davidson, 1963),
pero en otros casos ha demostrado no tener ningún efecto
(Neave, 1971).

En consecuencia, el método más
práctico y común para desinfectar las pezoneras es
sumergir completamente las copas de las pezoneras por algunos
segundos en una solución desinfectante (hipoclorito de
sodio c/300 ppm cloro disponible o solución yodada
c/25-100 ppm yodo disponible) (Bramley, 1981). Para lograr una
adecuada desinfección de toda la superficie interna de las
pezoneras se debe sumergir sólo dos copas al mismo tiempo
para permitir que la solución desinfectante penetre con
facilidad a través de todo el largo de la pezonera. Si no
se tiene la precaución de renovar la solución
desinfectante cuando se ponga turbia, esta práctica de
higiene puede convertirse en un mecanismo de diseminación
de patógenos mamarios. El mejor método es sumergir
primero las pezoneras en un balde con agua limpia para remover
los residuos de leche que podrían eventualmente inactivar
el desinfectante, luego sumergir en la solución
desinfectante y, finalmente, nuevamente en agua limpia para
eliminar los residuos del germicida (Philpot y Nickerson,
1991).

Un método alternativo a la inmersión de
las pezoneras en una solución desinfectante, y que ha sido
adoptado por algunas lecherías con gran número de
animales, es el lavado y desinfección automático de
pezoneras conocido como "backflushing". Este método que ha
demostrado ser efectivo para reducir la transmisión de
patógenos contagiosos (Hogan y col., 1984; Philpot y
Nickerson, 1991; Bramley y col., 1996), en la mayoría de
los sistemas existentes la operación consiste de 5 fases:
a) enjuague con agua para eliminar los residuos de leche de la
superficie interna de las pezoneras, colector y tubo de leche; b)
enjuague con una solución desinfectante; c) un corto
período de reposo para destruir a los microorganismos
patógenos; d) enjuague con agua pura para eliminar los
residuos del germicida, y e) secado por aire forzado para
eliminar el agua residual. Este procedimiento está
especialmente indicado en rebaños infectados con
patógenos altamente contagiosos como Strep.agalactiae,
Staph.aureus
y Mycoplasma sp. (Philpot y Nickerson,
1991).

La desinfección de las pezoneras entre vaca y
vaca es una práctica que aumenta el tiempo de la
ordeña y agrega un nuevo trabajo al
ordeñador y, si no se realiza correctamente, puede servir
más para transmitir que para prevenir la
transmisión de patógenos mamarios; por esta
razón, esta es una medida que podría obviarse si se
realizan buenas prácticas de higiene, especialmente, un
buen "dipping" postordeña (Bramley, 1981).

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