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Consumo de alcohol entre los escolares de una zona básica de salud de Córdoba (página 2)



Partes: 1, 2

Las variables que
se analizaron fueron:

  • Experimentación con drogas. Al
    escolar se le preguntaba si había probado alguna vez
    alguna de las siguientes sustancias: alcohol,
    tabaco,
    hachís, tranquilizantes, heroína, cocaína y anfetaminas.
  • Consumo actual de alcohol y tipo de bebida
    ingerida.
  • Consumo de alcohol entre los miembros de su
    entorno.
  • Frecuencia de embriaguez (nunca, una vez en la vida,
    varias veces o muchas veces).
  • Percepción que tenían del alcohol como
    una droga.
  • Variables socio-demográficas (edad, sexo, curso,
    colegio, ocupación de los padres y lugar de residencia).
    Para la valoración del tipo de medio en el que habita el
    escolar, se ha tenido en consideración el ámbito
    geográfico (lugar de residencia: urbano/rural) y el
    nivel socio-económico de los habitantes residentes en
    dicho ámbito (medio-bajo), pasándose a contemplar
    tres categorías: 1.-Urbano-medio; 2.-Urbano-bajo; y
    3.-Rural .
  • Otras variables de los estilos de vida: consumo de
    tabaco, vivencia de la escuela,
    sentimiento de soledad, trastornos de salud percibidos, e
    ingesta de medicamentos.

Hemos definido como consumo "regular" de alcohol la
ingesta del mismo con una periodicidad diaria o semanal, mientras
que dentro del consumo "esporádico" hemos incluido el
consumo que se produce mensualmente o rara vez.

Los datos fueron
depurados y tratados
estadísticamente mediante el programa RSigma
(Horus Hardware,
Madrid) y
SPSS/PC+ (SPSS Inc., Chicago). Se procedió a un análisis estadístico descriptivo y
al cálculo
de los intervalos de confianza para el 95% (IC 95%) de
seguridad para
los principales estimadores. Posteriormente se llevó a
cabo un análisis bivariado de la asociación entre
las variables socio-demográficas y otros hábitos de
salud y el consumo de tabaco. Se aplicó el test de la c
2 de Pearson, o el test exacto de
Fisher,
cuando fue necesario, para la comparación de
variables cualitativas, la prueba t de Student o el
Análisis de la varianza para la comparación
de medias independientes. Finalmente realizamos un
análisis multivariado para determinar aquellas variables
que se asociaban de manera independiente al consumo de alcohol.
Se empleó el análisis de regresión
logística múltiple no
condicional
8. Se ha contado con los contrastes de
hipótesis individuales de los coeficientes
b (contrastes de Wald; p<0,05); además del
contraste global del modelo,
realizado a través del estadístico logaritmo del
cociente de verosimilitudes.
Todas las variables, salvo la
edad, han sido introducidas en los modelos como
cualitativas dicotómicas.

RESULTADOS

Contestaron el cuestionario
548 niños
(tasa de respuesta del 97,8%). Las no respuestas fueron debidas a
la ausencia del alumno el día en que se pasó la
encuesta,
fundamentalmente por motivos de enfermedad; ningún alumno
se negó a participar en el estudio. Los escolares
presentaban un promedio de edad±DE (Desviación
Estándar) de 12,4±1,3 años (límites=10-15 años; IC
95%12,3-12,5), de los que el 53,0% eran niños y
el 47,0%, niñas. El 56,3% (IC 95% 51,9-60,4)
eran alumnos de 6º curso de EGB (promedio de edad±DE:
11,6±1,0; IC 95%11,5-11,7), y el 43,7% (IC
95%39,4-47,9), de 8º de EGB (promedio de
edad±DE: 13,4±0,8; IC 95%13,3-13,5). La
distribución de nuestra población según el tipo de hábitat
y los estratos socio-económicos en que se pueden encuadrar
fue: urbano-medio (39,3%), rural-medio (44,8%), y urbano/bajo
(15,9%). En relación a la ocupación del padre, se
observa un predominio de obreros cualificados manuales en el
medio urbano-medio (67,0%) y rural (71,8%), mientras que en el
medio urbano-bajo existe un elevado porcentaje de padres sin
empleo
(39,1%).

Experimentación con el alcohol:

El 43,7% (IC 95%39,4-47,9%) afirma haber
probado alguna vez el alcohol. Le sigue por orden de frecuencia
el tabaco, con un 22,0% de escolares que manifiestan haberlo
probado. Se observaron diferencias según el sexo: el 48,8%
de los niños declaran haber probado el alcohol, frente al
38,2% de las niñas -c 2=5,48;p=0,019-. Los
alumnos de octavo de EGB son los que con más frecuencia
han experimentado con el alcohol (58,2%, frente al 33,4% de los
de sexto de EGB) -c 2=29,7;p<0,001-.

Consumo actual de alcohol:

El alcohol es tomado de forma regular por el 3,8% de los
escolares (IC 95% 2,5-5,9%), mientras que el 26,8% lo
hace esporádicamente (IC 95% 23,2-30,8%). Se
apreciaron diferencias estadísticamente significativas en
el consumo de alcohol en relación a la edad
(12,9±1,43, media de edad para los que tomaban
regularmente algún tipo de bebida alcohólica;
12,7±1,6 años, de los que lo hacían
esporádicamente y 12,1±1,5 años en los que
nunca lo habían tomado; F=8,85;p<0,001). Los
niños, con un 36,6%, superan a las niñas (23,5%) en
la frecuencia de consumo actual de alcohol -c
2=13,61;p=0,001-. En la figura 1 se pueden observar
las diferencias de uso de alcohol según el tipo de
hábitat de residencia del escolar -c
2=10,12;p=0,038-; destaca el área rural en
cuanto al consumo regular (4,5%), y el medio urbano-bajo, por un
mayor número de consumidores esporádicos
(39,1%).

Figura 1
Consumo de
alcohol según el tipo de habitat de
residencia

En la figura 2 se exponen los resultados sobre la
frecuencia de consumo de alcohol según el tipo de bebida.
La cerveza es la
bebida que más frecuentemente toman nuestros escolares
(30,6% de los que consumen alcohol), y el 3% afirma beberla todos
los días.

Figura 2
Frecuencia de
consumo de alcohol según el tipo de
bebida

Por otra parte, un 42,4% de los escolares encuestados no
considera el alcohol como una droga. Se halló una
asociación entre el grado de consumo de alcohol y la
creencia que los escolares tienen respecto a si dicha sustancia
es o no una droga -c 2=14,3;p=0,006-.

Embriaguez:

El 16,9% (IC 95%14,9-20,4%) de los escolares
afirmaron haberse embriagado alguna vez en su vida; el 12,6%
solamente una vez, el 3,8% varias veces, y el 0,6%
muchas veces. Se observaron diferencias por edad (promedio
de edad para los que se habían embriagado varias
ó muchas veces
=14,0 años; media de edad para
los que declararon no haberlo hecho nunca o como mucho
una sola vez= 12,5 años; F=14,62;p<0,001),
según el sexo (mayor porcentaje en los niños, 6,8%
varias o muchas veces) -c 2=,91;p=0,011-, y el curso
(más frecuente en los alumnos de 8º de EGB: el 7,2%
varias o muchas veces) -c 2=10,70;p=0,004-. Así
mismo, se hallaron diferencias significativas según el
tipo de hábitat; cabe destacar el medio urbano-bajo por su
mayor prevalencia (7,1% se habían embriagado varias
ó muchas veces) -c 2=16,69;p=0,002-.

Consumo de alcohol en el entorno:

El consumo de alcohol por parte de los miembros del
entorno más próximo al escolar se observa en la
figura 3. No se hallaron diferencias significativas entre el
consumo de alcohol del escolar y el de los padres. Si se
constató una asociación entre la presencia de dicho
hábito en los escolares y el consumo en el hermano mayor
-c 2=30,82;p<0,001-, la hermana mayor -c
2=24,67;p<0,001-, y el mejor amigo -c
2=82,98; p<0,001-.

Figura 3
Frecuencia de
consumo de alcohol entre los miembros del entorno de los
escolares

En la tabla 1 se muestran los resultados del
análisis bivariado entre el consumo de alcohol y otras
variables con las que se ha demostrado significación
estadística. Finalmente, el modelo de
regresión logística (tabla 2) muestra que el
consumo de alcohol se asocia de manera independiente a la edad (a
mayor edad, mayor probabilidad de
consumo), el sexo –1,78 veces más probable en los
varones-, la presencia de hábito enólico en el
hermano mayor, ingesta de medicamentos para el nerviosismo, mala
autovaloración del rendimiento escolar, consumo de tabaco,
y sentimiento de soledad.

Tabla 1
Relación
entre el consumo de alcohol de los escolares y otras variables de
los estilos de vida. Análisis
bivariado.

Variable

Consumo de alcohol

Valor de p

Regular

Esporádico

No bebedor

Consumo de tabaco (n=548):
Fuma
No fuma


30,0
70,0


42,8
53,2


9,5
90,5

<0,001

Nerviosismo (n=534):
Todos los días
Alguna vez/semana
Alguna vez/mes
Rara vez/nunca


50,0
15,0
25,0
10,0


16,4
33,6
15,0
35,0


19,8
32.3
15,2
32,6

0,011

Mareos (n=528):
Todos los días
Alguna vez/semana
Alguna vez/mes
Rara vez/nunca


5,0
5,0
10,0
80,0


0,8
14,9
25,5
58,9


2,4
8,2
16,6
72,7

0,014

Cansancio matinal los días de colegio
(n=534):
Siempre
Varias veces /semana
Alguna vez/semana
Rara vez/nunca


28,6
9,5
23,8
38,1


7,6
20,0
42,1
30,3


7,2
19,2
31,2
42,3

0,002

Consumo de fármacos para dormir
(n=518):
Si
No


10,0
90,0


3,0
97,0


0,3
99,7

<0,001

Consumo de fármacos para el nerviosismo
(n=518):
Si
No


10,0
90,0


3,8
96,2


0,8
99,2

0,003

Apetencia por ir al colegio (n=539):
Le gusta ir
No le gusta ir


36,8
63,2


65,5
34,5


77,1
22,9

<0,001

Autovaloración del rendimiento escolar
(n=545):
Bueno
Regular
Malo
No lo sé


20,0
40,0
15,0
25,0


26,7
35,6
8,9
28,8


38,2
26,1
2,1
33,5

<0,001

Tiempo dedicado a hacer los deberes (n=543):
> 3 horas/día
De 1 a 3 horas/día
< 1 hora/día
Nunca


5,0
50,0
40,0
5,0


8,9
45,2
39,1
6,8


10,0
55,3
33,9
3,8

0,008

Tiempo dedicado a ver la
televisión (n=544):
> 6 horas/día
De 4 a 6 horas/día
De 1 a 3 horas/día
< 1 hora/día
Nunca


10,5
15,7
42,1
26,3
5,3


8,2
12,9
57,1
15,6
6,1


4,5
13,0
52,8
28,4
1,3

0,004

Sentimiento de soledad (n=541):
Siempre
Algunas veces
Nunca


5,0
35,0
60,0


4,4
31,4
64,2


2,5
21,8
75,6

0,044

Datos de frecuencia de consumo de alcohol
expresados en %

Tabla
2
Variables relacionadas con el consumo de alcohol. Modelo final de
regresión logística.

   

DISCUSIÓN

Está admitido que la mejor forma de aproximarse
al conocimiento
sobre el consumo de bebidas alcohólicas y sus factores
determinantes en la población son las encuestas de
base poblacional9-11. La declaración del
consumo de alcohol de los jóvenes a partir de
cuestionarios autoadministrados ha sido ampliamente utilizada, y
comprobada la validez y fiabilidad de los datos obtenidos
mediante este procedimiento9,11. La información facilitada por los alumnos
constituye una buena aproximación a la realidad, puesto
que el alcohol es una sustancia legal y socialmente aceptada en
nuestra cultura, y su
consumo, salvo en situaciones de claro abuso o dependencia, dado
que no se tiene la percepción
de que se este transgrediendo un límite, por lo que no
comporta ningún tipo de estigma que condicione la
sinceridad de las respuestas11.

Por lo que se desprende de nuestro estudio y de los
trabajos revisados 7,12-17, el alcohol continúa
siendo, con diferencia, la droga psicoactiva más probada y
consumida por la población escolar. Sin embargo, llama la
atención que en todos estos estudios
-realizados muchos de ellos entre escolares españoles con
similares edades6,7,11,13,15,18-26, el porcentaje de
experimentadores se sitúa por encima del hallado por
nosotros (43,7%), oscilando entre el 51,9% obtenido por
Aubá et al. en escolares de la ciudad de
Barcelona11, y el 83,3% encontrado por Cruzado et al.
en un estudio llevado a cabo en la localidad murciana de Molina
de Segura24. Esta gran variabilidad podría
atribuirse, al menos en parte, a los distintos métodos
utilizados en estas investigaciones.
Sin embargo, nos llama la atención que en una encuesta que
realizamos en el año 1988 en la zona rural27,
utilizando el mismo cuestionario e idéntica metodología, hallamos una frecuencia de
experimentación con el alcohol del 79,1%, frente al 50%
observado en el presente estudio, lo que supone una
reducción del 30% en términos absolutos. Si bien
carecemos de información objetiva que nos haga suponer
qué razones son las que han podido producir este descenso
tan significativo, parece oportuno recordar que los profesionales
sanitarios tienen numerosas ocasiones de abordar los
hábitos de uso de alcohol de sus pacientes aprovechando su
relación asistencial, y que este papel educativo tiene un
extraordinario potencial preventivo, no sólo por su
demostrado impacto positivo en los propios pacientes, sino
también por su presumible influencia en la
formación de los hábitos de los
menores12. En este sentido hemos de señalar que
los miembros del consultorio que ofrece asistencia a la
población residente en esa zona rural llevan desarrollando
desde el año 1990 un Programa de Alcoholismo
que, basado en la búsqueda activa de casos (case
finding
), y con un abordaje biopsicosocial y familiar del
problema, está dando unos resultados más que
aceptables28.

Como era de esperar, la frecuencia de niños que
experimentan con el alcohol aumenta con la edad y con el curso
escolar y son más niños que niñas los que se
inician en el consumo. Estos hallazgos son coincidentes con los
aportados en los estudios consultados6,7,11,19,22,26.
El nivel de consumo actual de alcohol en los escolares
estudiados, se sitúa en la línea de lo
señalado en otros trabajos publicados en el resto del
país6,7,13,19,22-24,26. Del mismo modo que
ocurriera con la experimentación, el porcentaje de
escolares que ingieren bebidas alcohólicas se hace
más patente conforme aumenta la edad6,7,22,23.
y la proporción de niños que consumen alcohol
supera a la de las niñas7,13,22,26, aunque en
otros trabajos este fenómeno no se demuestra
5,23,24. Nuestros resultados corroboran lo ya indicado
en otros estudios, en los que se concluye que con la edad las
niñas tienden a igualar el porcentaje de consumo de los
varones5,9,19.

De los distintos tipos de bebidas alcohólicas
habituales, la cerveza es, al igual que en otros lugares de
nuestra geografía6,7,13,14,18,19,22,26,29-31 la
preferida por los escolares, seguida por los licores y los
combinados, que son tomados por nuestra población en una
proporción muy superior al resto del
país7,18. Así mismo se comprueba que
estas bebidas de alta graduación son consumidos ya
más frecuentemente que el vino entre los más
jóvenes7,30,31. Por otra parte, casi dos de
cada diez escolares afirman haberse embriagado una o más
veces en su vida, lo que esta en consonancia con los resultados
obtenidos en otros trabajos6,7,12,19,23,26,28. En
décadas recientes el consumo de alcohol en España se
ha caracterizado como el propio de un país
mediterráneo, es decir, por una moderada ingesta de vino
en situaciones cotidianas, sobre todo en las comidas, y por un
escaso número de personas que bebieran hasta llegar al
estado de
ebriedad12. Nuestros datos no hacen sino confirmar los
cambios profundos en las pautas de consumo de alcohol en nuestro
país, similar a la ocurrida en el resto de los
países europeos7. Actualmente muchos adolescentes
no beben a diario, y sin embargo, pueden ingerir grandes
cantidades de alcohol durante el fin de semana. Se ponen de
manifiesto diferencias importantes por sexo, señaladas
igualmente en otras investigaciones 6,7,19,23,26,28:
por cada niña que declara haberse embriagado, hay tres
niños que lo han hecho. Con respecto al hábitat,
los del medio más desfavorecido se caracterizan por un
mayor número de consumidores con una ingesta
esporádica pero en cantidades excesivas, lo que se puede
interpretar como un patrón de consumo semanal, tal y como
han comprobado diversos autores 30,31.

Al igual que acontece con otras drogas como el tabaco,
el consumo de alcohol no es una conducta que se
presente aislada en el alumnado, sino que se entrelaza con otras
y conforman patrones que caracterizan los diferentes estilos de
vida. Esto tiene claras implicaciones estratégicas de cara
a elaborar programas
preventivos. Además de la estrecha relación entre
alcohol y tabaco, señalada anteriormente en
múltiples trabajos 7,13,17,18,26,31-39, los
alumnos que consumen alcohol presentan una vivencia más
negativa respecto a sus responsabilidades escolares (menor
interés
por acudir al colegio7, menos tiempo de
dedicación diaria a hacer los deberes al llegar a casa y
peor autovaloración de su rendimiento escolar, aunque en
este último aspecto la asociación encontrada es muy
débil), y en cambio dedican
más horas a ver la televisión. Por otro lado, son niños
que manifiestan de forma más habitual cansancio matinal
los días de colegio, y trastornos nerviosos y mareos,
así como un consumo más frecuente de medicamentos
para dormir y los estados de nerviosismo. La soledad
también suele ser un sentimiento más usual entre
los escolares bebedores. Estos hallazgos corroboran lo expresado
por algunos autores, al afirmar que el consumo de alcohol
–junto con el de tabaco-, aparece como indicador de
riesgo de
trastornos psicosociales32.

La prevalencia de consumo de alcohol en los padres de
nuestros escolares se sitúa en niveles parecidos a los
obtenidos a través de otros estudios
7,11,12,22. La influencia del grupo de
iguales (hermanos-amigos), y no tanto de los padres, en el inicio
y mantenimiento
del hábito enólico es determinante, como así
se desprende del análisis de nuestros datos y de las
conclusiones obtenidas por otros autores 11,22,31,32.
Los hermanos mayores facilitan el acceso a las sustancias
adictivas a los pequeños. Todo parece indicar que,
inicialmente el consumo se realiza en el núcleo familiar,
pero al crecer el niño y al llegar a la etapa adolescente
la familia
pierde importancia, cediéndola al grupo de
amigos39. Mendoza et al.7 ponen de
manifiesto que el mejor predictor de la tasa de consumo de
alcohol es la frecuencia de ir con un grupo de amigos
después del colegio. En resumen, los datos de consumo en
el entorno social y familiar muestran cómo nuestros
escolares están inmersos en un clima social de
tolerancia y
de connivencia hacia el alcohol22,28. A ello debemos
de añadir que un elevado número de alumnos, no
califica al alcohol como droga22,31,36, porcentaje que
se incrementa entre aquellos que dicen consumirlo en la
actualidad. Por otro lado, el
conocimiento y las creencias que la población posee
sobre el consumo de alcohol es muchas veces errónea y
cargada de tópicos, lo que hace que se refuerce aún
más la aceptación del alcohol por parte de la
sociedad.
Saura et al29, observaron que el 15% de las madres
creen que dar alcohol a sus hijos les beneficia porque "quita el
frío", o sirve para "dar fuerza", entre
otros fines.

Todo lo relatado con respecto al alcohol no hace
más que reforzar la necesidad de establecer programas de
educación
para la salud en la escuela, centrados en el desarrollo por
parte del niño, de capacidades para resistir la presión de
grupo, promocionar su emotividad y mejorar su autoestima,
ofrecer alternativas a las drogas
(actividades deportivas, recreativas, musicales, etc,…), y
fomentar el consumo de otras bebidas más saludables y
apropiadas para éstas edades.

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LA Pérula de Torres (1), R Ruiz Moral (1), JA
Fernández García (2), E Herrera Morcillo (2), MD de
Miguel Vázquez (2), y JM Bueno Cobo (2)

(1) Unidad docente de Medicina
Familiar y Comunitaria. Córdoba

(2) Zona Básica de Salud Occidente.
Córdoba.
Correspondencia: Luis Pérula de Torres. Unidad Docente de
Medicina de Familia y
Comunitaria. Servicio Andaluz de Salud. c/ Dr. Blanco Soler s/n.
14004 Córdoba.

Partes: 1, 2
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