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Estudio histopatológico de hígado y riñón de caninos y su relación con las concentraciones de urea, creatinina, proteínas, enzimas (ALT y SAP)


Partes: 1, 2

    Publicación original:
    Arch. med. vet., ene. 2003, vol.35, no.1, p.61-74.
    ISSN 0301-732X.
    Reproducción autorizada por:
    Revista Archivos de Medicina Veterinaria

    (en sangre premortem
    y en humor acuoso a las 0 y 24 horas
    postmortem
    )

    RESUMEN

    Se necropsiaron 31 caninos, sin historia clínica de
    patologías hepáticas o renales. Previo a la
    eutanasia,
    realizada con solución sobresaturada de tiopental
    sódico, se obtuvo una muestra de
    plasma; una vez efectuada la eutanasia, se obtuvo una muestra de
    humor acuoso desde el ojo derecho y otra 24 h después del
    ojo izquierdo. En cada muestra se determaron las concentraciones
    de urea, creatinina, proteínas,
    ALT y SAP. Se
    caracterizaron las lesiones histológicas de hígado
    y de riñón de caninos a fin de relacionarlas con
    las concentraciones de urea, creatinina, proteínas, ALT y
    SAP en sangre premortem y en humor acuoso a las 0 y 24 h
    postmortem.

    A cada perro se le practicó una necropsia,
    obteniéndose muestras de hígado y
    riñón en formalina al 10%. Para la
    caracterización histológica de las lesiones se
    utilizó la siguiente escala: ausente
    (0), leve (I), moderado (II), marcado (III), y severo (IV). A
    cada órgano se le asignó un grado de
    alteración histológica utilizando una escala
    similar (I a IV); este grado de alteración fue comparado
    con las concentraciones de los metabolitos estudiados en sangre y
    humor acuoso a las 0 y 24 h postmortem.

    El 100% de los perros
    manifestó algún grado de alteración renal y
    hepática (G.A.R. y G.A.H.). Los trastornos de tipo
    inflamatorio necrótico a nivel renal fueron observados en
    el 100% de los perros, destacándose la glomerulonefritis
    (100%) y la nefritis intersticial (87.09%). A nivel
    hepático los trastornos de tipo circulatorio fueron los
    más frecuentemente observados (100%), siendo la
    congestión difusa la lesión más encontrada
    (63.33%).

    Las concentraciones de los metabolitos estudiados fueron
    mayores en sangre premortem que en humor acuoso a las 0 y 24 h
    postmortem (p<0.05). Los valores de
    correlación entre las concentraciones de sangre con las de
    humor acuoso a las 0 y 24 h postmortem fueron bajas o no
    significativas (p>0.05), a excepción de la urea que
    presentó una correlación de 0.99
    (p<0.05).

    Se compararon las concentraciones de urea y creatinina
    en sangre y humor acuoso a las 0 y 24 h postmortem entre
    los perros con G.A.R. III con respecto a los con G.A.R. III-IV; a
    la vez, se compararon las concentraciones de proteínas,
    ALT Y SAP entre los perros con G.A.H. I-II con respecto a los con
    G.A.H. III-IV. En general, no existió relación
    significativa entre el examen histopatológico de
    hígado y riñón con las concentraciones de
    urea, creatinina, proteínas, ALT y SAP en sangre premortem
    y humor acuoso a las 0 y 24 h postmortem de los caninos
    examinados (P>0.05).

    SUMMARY

    The goal of this study was to characterize
    histopathological lesions of the liver and kidney of canines, and
    their relationship with blood and postmortem samples of
    aqueous humor concentrations of urea, creatinine, proteins and
    ALT and SAP plasmatic activity.

    Thirty one animals were used in this study. They did not
    have clinical history of hepatic or renal diseases. Plasma
    samples were obtained before euthanasia. A sample of aqueous
    humor was obtained from the right eye of each dog just after
    euthanasia and a similar sample was obtained 24 hours later from
    the left eye. Urea, creatinine and protein concentrations and
    plasmatic activity of ALT and SAP were determined and samples of
    liver and kidney were obtained at postmortem and
    preserved in formaline (10%). Histophatological findings were
    characterized according to the following scale: none (0), mild
    (I), moderate (II), marked (III) and severe (IV).

    The results showed that all dogs have some degree of
    renal and hepatic damage (R.D.L. and H.D.L. respectively).
    Glomerulonephritis and interstitial nephritis were found in 100%
    and 88% of cases, respectively. Histophatological findings of
    circulatory type were the main changes found in the liver (100%),
    characterized mainly by diffuse congestion (63.3%).

    The values of urea, creatinine and proteins
    concentration and ALT and SAP activity were higher in plasma than
    in aqueous humour, but there was not a correlation between them,
    with exception of urea (c = 0.99). In addition, there was not a
    significant correlation between histophatological findings and
    plasmatic values studied.

    Palabras claves: canino, histopatología,
    hígado, riñón, humor acuoso.

    Key words: canine, histopathology, liver,
    kdiney, aqueous humour.

    INTRODUCCION

    La muerte de un
    animal representa un desafío diagnóstico cuando no se cuenta con
    antecedentes previos ni signos
    clínicos, siendo el examen postmortem el que
    determina la enfermedad del animal. La necropsia puede verse
    limitada en la determinación de un diagnóstico
    debido a la ausencia de lesiones evidentes o a la avanzada
    autólisis o putrefacción de los tejidos, lo que
    con frecuencia hace infructuoso el examen histopatológico
    (Lane y Lincoln, 1985a).

    Tanto el hígado como el riñón son
    susceptibles de sufrir injurias. El hígado por su
    participación en múltiples procesos
    metabólicos está expuesto a la acción
    de diversos agentes infecciosos, metabólicos y
    tóxicos (Hardy, 1992); por su parte, los riñones
    reciben un alto porcentaje del gasto cardíaco, lo que
    incrementa su exposición
    a toxinas llevadas por la sangre. Por otra parte, las células
    tubulares renales son muy susceptibles a la hipoxia (Forrester y
    col., 1994).

    Los órganos poseen una reserva funcional,
    razón por la cual, los signos de una enfermedad
    hepática pueden no ser aparentes hasta que un 70 a 80% de
    la capacidad funcional está perdida (Dunn, 1992). En el
    caso de los riñones, un animal con sólo un tercio
    de su capacidad renal funcional, no mostrará signos
    clínicos bajo circunstancias normales (Winter y Majid,
    1984). El daño
    hepático puede ser de origen hepatocelular o biliar,
    pudiendo valorarse en sangre a través de la actividad de
    varias enzimas
    hepáticas (Dunn, 1992). Además, se utiliza la
    determinación de proteínas totales, en virtud de
    que el hígado es el sitio primario de síntesis
    de gran parte de las proteínas plasmáticas (Center,
    1992).

    La capacidad funcional renal puede verse disminuida,
    conduciendo a una falla en las funciones
    metabólicas y endocrinas del riñón, llevando
    a la acumulación de sustancias que normalmente son
    excretadas y a una disminución en la habilidad para
    mantener la homeostasis
    del volumen
    extracelular de fluidos (Gleadhill, 1994; Confer y Panceira,
    1995).

    La funcionalidad renal en sangre puede ser valorada a
    través de la determinación de urea, que es el
    producto
    terminal del metabolismo
    proteico, formada en el hígado a partir del amoniaco y
    posteriormente eliminada por el riñón (Wittwer y
    Böhmwald, 1986), así como a través de la
    determinación de creatinina, que es un producto del
    desdoblamiento no enzimático espontáneo de la
    fosfocreatina en el músculo (Chew y Dibartola, 1992),
    siendo excretada sin cambios a través del
    riñón; en la mayoría de las especies esto
    ocurre sólo por filtración, tomándose los
    niveles de creatinina en el plasma como una medida de la tasa de
    filtración glomerular (Macdougall, 1991). Sin embargo,
    algunos factores extrarenales pueden afectar transitoriamente el
    nivel de la creatinina como la mionecrosis masiva o el ejercicio
    extenuante prolongado (Chew y Dibartola, 1992).

    Debido a que en muchas ocasiones no se dispone de una
    muestra de sangre premortem (Appleby y col., 1990) y a que la
    descomposición y contaminación de la sangre ocurre
    rápidamente después de la muerte, se
    han utilizado como alternativas fluido cerebroespinal y fluido
    intraocular para determinar algunos parámetros (Palmer y
    col., 1985; Scott y col., 1995); esto se debe a que el globo
    ocular es una estructura
    aislada y bien protegida anatómicamente (Lane y Lincoln,
    1985a), permitiendo que el humor acuoso y el humor vítreo
    se mantengan estables en su composición y bien preservados
    por algunas horas después de la muerte (Lane y Lincoln,
    1985b, Meyer y Hardvey, 2000).

    En el ojo se pueden distinguir tres regiones: la
    cámara anterior, situada entre la córnea y el iris,
    la cámara posterior entre el iris y el cristalino y el
    espacio vítreo situado detrás del cristalino y
    rodeado por la retina (Junqueira y Carneiro, 1996). Ambas
    cámaras contienen el humor acuoso, éste es un
    líquido claro, transparente y de consistencia acuosa
    (Bloog y Coles, 1970), producido en el epitelio ciliar de los
    procesos ubicados en el cuerpo ciliar en la cámara
    posterior, a través de un proceso que
    combina difusión pasiva, transporte
    activo y ultrafiltración (Junqueira y Carneiro, 1996).
    Desde la cámara posterior el fluido avanza a través
    de la pupila y circula en la cámara anterior (Rathbone,
    1995).

    El humor acuoso está compuesto por: agua,
    aminoácidos, enzimas proteolíticas, histamina,
    cloro, bicarbonato, lactato, ascorbato, fosfato, piruvato, sodio,
    potasio, magnesio, prealbúminas, albúminas,
    globulinas (Bloog y Coles, 1970), urea y creatinina (Lane y
    Lincoln, 1985a), LDH y CK (Stewart y col., 1985). Es importante
    mencionar que las proteínas presentes en el humor acuoso,
    están en mucho menor cantidad que en el plasma,
    representando alrededor del 0.5% (Slatter, 1990). La
    composición del humor acuoso es modulada por un mecanismo
    de permeabilidad selectiva denominado barrera hematoacuosa
    (Isumisawa y Kotani, 1991), la que se ubica entre la sangre de
    los capilares del estroma ciliar y el humor acuoso de la
    cámara posterior (Slatter, 1990; Rathbone,
    1995).

    Las funciones del humor acuoso son mantener la forma y
    funcionalidad del ojo (Izumisawa y Kotani, 1991), llevando
    nutrientes a los tejidos que baña como el iris y la
    córnea, recibiendo los desechos del metabolismo de estos
    tejidos (Slatter, 1990), además, preserva la transparencia
    de la córnea (Bloog y Coles, 1970) y mantiene la presión
    intraocular relativamente constante (Rathbone, 1995).

    El análisis del humor acuoso ha sido utilizado
    como diagnóstico en seres humanos (Stewart y col., 1985),
    existiendo también estudios en animales tanto de
    humor acuoso como de humor vítreo (Lane y Lincoln, 1985a;
    Urcullú, 1991).

    Stewart y col. (1985), realizaron una evaluación
    de las concentraciones de proteínas, CK y LDH en humor
    acuoso de perros, gatos, caballos y vacas sanas. También
    se han analizado los niveles de urea postmortem en caninos como
    un indicador de urea antemortem (Palmer y col., 1985), en gatos
    se han determinado las correlaciones entre los niveles de urea en
    humor acuoso y el diagnóstico postmortem (Appleby y col.,
    1990). Por su parte, Izumisawa y Kotani (1991), determinaron
    concentraciones de proteínas totales e inmunoglobulinas en
    humor acuoso en caninos.

    Palmer y col. (1985), establecieron una relación
    en caninos que presentaban elevados niveles de urea en suero
    premortem con varias lesiones renales diagnosticadas postmortem,
    las cuales correspondieron a cambios degenerativos e
    inflamatorios en variados estados y de distinta
    duración.

    En el presente estudio se analizó la
    relación entre los hallazgos histopatológicos de
    hígado y riñón de caninos con las
    concentraciones de urea, creatinina, proteínas y enzimas
    en sangre premortem y en humor acuoso a las 0 y 24 horas
    postmortem, con la finalidad de evaluar si estas
    concentraciones pueden ser utilizadas como diagnóstico
    postmortem, adquiriendo especial importancia cuando no
    se dispone de una muestra de sangre premortem y el examen
    histopatológico es insuficiente para llegar a un
    diagnóstico o simplemente no es posible realizarlo debido
    al avance de los cambios postmortem.

    Partes: 1, 2

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