Observación, entrevista y grupo de discusión: el silencio de tres prácticas de investigación
Publicación |
- Un triángulo
cualitativo
La entrevista
El grupo de discusión
Hacia conclusiones generales
Bibliografía
RESUMEN: Antes de entrar en la
oposición entre perspectiva cuantitativa y perspectiva
cualitativa de la investigación
social, se argumenta la necesidad de considerar el proceso de
investigación social como un proceso social
y las propias situaciones de observación empírica como
situaciones sociales. Por lo tanto, en la investigación
social el objeto de observación y las vías de
observación son de la misma materia. Como
en toda situación social, en la de observación se
ponen en juego normas sociales.
Pues bien, el artículo desarrolla la presentación
de tres prácticas de investigación social
cualitativa desde su concepción como producción de situaciones sociales
distintas que, a su vez, se establecen como contextos inmediatos
que favorecen respectivas articulaciones
entre las normas prácticas y de grupos
sociales específicos y las normas sociales dominantes
en el conjunto de la sociedad. Las
prácticas presentadas son: observación
participante, entrevista en
profundidad y grupo de
discusión. Una articulación distinta entre normas
sociales que tiene en el silencio una vía privilegiada de
observación. Así, se concluye que la gestión
y análisis del silencio es fundamental, tanto
para diferenciar la perspectiva cualitativa de la cuantitativa,
con una mayor apertura de la primera hacia el silencio, como para
diferenciar una práctica de otra; pero, sobre todo, para
observar los propios efectos de la observación durante los
procesos de
observación.
Palabras clave: Sociología. Etnografía. Observación
participante. Entrevista, grupo de discusión.
Análisis cualitativo. Técnicas
de investigación. Investigación cualitativa.
ABSTRACT: Observation, Interview and Discussion
group: the Silence of Three Research Practices. Before
entering into the opposition between quantitative perspective and
qualitative perspective of social research, the need is discussed
of considering the social research process as a social process
and the empirical observation situations per se as social
situations. Therefore, in social research, the object of
observation and the ways of observation are made in the same
stuff. As in any social situation, social norms come into play in
the observation situation. Thus, the article develops the
presentation of three qualitative social research practices from
their design as producing different social situations which, in
turn, take on the nature of immediate contexts which favor
respective articulations between the practical norms of specific
social groups and the dominant social norms in society at
large.
The practices presented are: participant observation,
in-depth interview and discussion group. A different articulation
among social norms which finds silence to be privileged way of
observation. Hence, the conclusion is reached that the management
and analysis of silence is fundamental both for distinguishing
the qualitative from the quantitative perspective, the former
opening up more to silence than the latter, and to distinguish
one practice from another, especially for observing the effects
proper of the observation during the observation
processes.
Key words: Sociology. Ethnografy. Participant
observation. Interview. Discussion group. Qualitative analisys.
Qualitative Research.
UN TRIÁNGULO
CUALITATIVO
Observación participante, entrevista en
profundidad y grupo de discusión se establecen como
prácticas representativas de la perspectiva
metodológica cualitativa de investigación social.
Perspectiva que carece de una indiscutida definición
propia. Es más, lo cualitativo en investigación
social ha venido a configurarse principalmente como una especie
de cajón de sastre de todas aquellas formas y procedimientos de
investigación que no entraban en la perspectiva
cuantitativa, en la posibilidad de contar y, con ello, medir los
fenómenos sociales. Ha de resaltarse que las propias
prácticas, observación o entrevista, anteceden a la
categoría de cualitativo y la desbordan. Lo cualitativo
tiende a aparecer así como un espacio en negativo, al que,
según las respectivas escuelas, se le otorga una función
principal: la búsqueda del significado de los
fenómenos, la obtención de la palabra de los
sujetos de la acción
social, el lugar primordial del lenguaje, la
apertura, etc.. Claro que hay una especie de aire
común, formado por cuestiones como el interés
por la comprensión de los fenómenos1 o
la centralidad de las prácticas discursivas y el
análisis del discurso2; pero bastaría un
mínimo análisis de las tres prácticas que
aquí se toman como referencia para ver la distinta
concreción de tales atributos en cada una de ellas. Son
razones de grado lo que las diferencia. Ahora bien, desde tal
asunción también podría incluirse una
técnica de investigación como la encuesta
estandarizada como la concreción de otro grado más
en el continuo, con lo que nos saldríamos de lo que
convencionalmente se admite como lo cualitativo. Es seguramente
desde esta visión global, incluyendo a las consideradas
dos perspectivas opuestas, como conviene, en principio, abordar
el lugar de las prácticas cualitativas: tanto para un
intento de fijación, siempre inestable, de su
ámbito común, como de las fuentes de sus
principales diferencias internas. Labor que se realizará
aquí de manera sumamente sintética, pues su
objetivo
central es distinto, correspondiendo a otras partes de esta
publicación su realización.
El principio básico del que se parte, para el
conjunto de la investigación social empírica, es
que toda situación de observación es una
situación social. Si tal principio se encuentra en fase de
amplia generalización para el conjunto de la actividad
empírica, como se muestra en la
evidencia aportada por los estudios de sociología de la
ciencia3,4, tiene una relativamente antigua y amplia
raíz en el caso de la investigación social, tomando
un matiz relevante: objeto e instrumento de observación
son del mismo material, son sociales.
La observación sociológica requiere la
construcción de una situación social
para, paradójicamente, observar el fenómeno en su
funcionamiento normal; es decir, cuando no es observado.
El trabajador de campo, para situarnos en el punto material
más próximo a los sujetos observados, necesita
definir previamente la situación social ante el observado.
Se manifiesta así la constitución de una comunidad, una
unidad de procesos comunicativos. En este caso, la comunidad de
la observación que reúne a observadores y
observados, frecuentemente de manera poco explícita en las
prácticas de investigación más reconocidas
por la población, como las entrevistas
por cuestionario.
Una comunidad con sus normas. Lo normativo es lo que
obliga, lo que condiciona. Se parte del principio de que la
acción social ha de explicarse por las normas, valores o
ideologías que son vinculantes para los miembros de un
grupo. Así, uno de los puntos estratégicos en el
diseño
metodológico de la investigación consiste en
fundamentar la articulación del ámbito o nivel
normativo que se ha de observar, elemento central en la
definición del objeto de investigación, y las
normas producidas por la puesta en marcha de las situaciones
sociales derivadas de las
distintas prácticas de investigación social. Como
señalan, entre otros muchos, Strauss y Corbin5,
cada método de
colección de datos viene
ligado a un tipo de información.
Toda práctica de investigación, sea
cuantitativa o cualitativa, es una situación social que
puede ser tipificada6, parecida en algún grado
a otras situaciones reconocibles por los observados. A partir de
tal reconocimiento, se genera un particular proceso comunicativo.
De aquí que quepa tomar precauciones con respecto a la
identificación de las prácticas de
investigación social con procesos comunicativos
especiales, en sí mismos. Tales procesos son producto de (y
reproducen) una definida situación social, configurada por
un conjunto de normas que incluyen las relativas a los procesos
comunicativos. Precisamente la paradoja de la
investigación social empírica reside en que lo que
genera la posibilidad de comunicar, la situación social
producida por la observación, imposibilita el ideal de
comunicación transparente, de comunicar
como si no hubiese observación. Paradoja resoluble,
como todas, por la propia necesidad práctica de su
resolución. En definitiva, por la necesidad social de
investigación.
Lo común entre las prácticas de
investigación es que todas son situaciones sociales. Lo
que las distingue son las respectivas situaciones sociales.
Principio que, hoy en día, parece el eco de algo obvio;
pero que genera un rentable marco para desarrollar cada una de
las prácticas y la comprensión de algunos de sus
procedimientos, más acá de ubicar la unidad de
algunas prácticas, como las cualitativas, en aspectos
susceptibles de discusión. Por ejemplo, el cierre de lo
cualitativo bajo el paraguas de lo discursivo, podría
objetarse desde la consideración de la observación
participante como práctica en la que se recoge algo
más que discursos, por
mucho que todos los datos recogidos acaban configurados como
parte de un discurso.
Como tales situaciones sociales, establecen normas y se
configuran con respecto a las normas del entorno social. Se da
cierta vuelta de tuerca a un argumento anterior. No es
sólo que las normas de la situación de
observación refracten la relación con respecto a
las normas que se quieren observar, sino que toda relación
social, como la que se produce en la situación de
observación, es una relación con las normas
generales. En la medida que cada situación social,
producida por las prácticas de observación,
establece una particular relación con las normas
dominantes, cada práctica tendrá un relativo grado
de pertinencia en función de cuál es la
relación con las normas dominantes que se quiera observar.
La asunción de tal principio es la base para aproximarse
tanto a un diseño adecuado de investigación, como
una de las llaves que permitirá la valoración de la
generalización de los resultados y, en definitiva, de la
validez externa de la investigación.
Las situaciones sociales que se ponen en marcha vienen
especialmente establecidas, dado su inefable carácter de experiencias fuera del flujo
cotidiano de la vida de los observados, como demandas de
actuación. Es decir, de escenificación de algo
(prácticas, discursos) por parte de sus actores en un
escenario: de las prácticas cotidianas (de un grupo, una
comunidad o una organización) en el escenario propio,
"natural", en la observación participante; de una
confesión en un escenario que forma parte de la negociación en el contrato de
observación, en la entrevista;
de una comunión en un escenario extraño,
"artificial", en el grupo de discusión. Como tal
reproducción tiene límites,
pues no todo es mecánicamente reproducible en la sociedad,
y comporta un modelo de
actor. De aquí que, a la hora de desarrollar cada una de
las tres prácticas, se haga hincapié en el modelo
de actor y observador que demanda la
situación social. La demanda de actuación y de
modelo de actor y observador también se encuentran en el
contrato de observación: por ejemplo, limitación
del actor a contestar, no cabiendo las preguntas.
Habitualmente, se identifica a las prácticas
cualitativas como las técnicas de la palabra. Como si en
las técnicas cuantitativas no hubiese esa fuente de
imprecisión que son las palabras, como si un cuestionario
o una ficha de observación cuantitativa pudiera realizarse
sin palabras. Es más, si hay algo que une a lo
cuantitativo y lo cualitativo es el uso, aun cuando sea distinto,
de la palabra. Desde el uso de la palabra, ambas perspectivas
metodológicas conforman un continuo, como denuncian los
diseños de investigación destinados a recoger
significantes mediante prácticas cualitativas, para,
posteriormente conocer su distribución cuantitativa7. Sin
embargo, es el lugar del silencio de los observados lo que
diferencia con mayor rotundidad las dos perspectivas. En los
estudios cuantitativos se excluye el silencio, como pone de
manifiesto la investigación mediante cuestionarios
estandarizados. Es más, las comunes categorías de
respuesta como "no sabe" o "no contesta", lejos de recoger
el silencio, lo excluyen. A lo sumo, pueden tomarse como
periféricas vías de los encuestados para escapar a
las palabras, las categorías propuestas, impuestas por la
investigación. Son respuestas, negación del
silencio, pues no se permite que permanezca en silencio quien ha
aceptado la entrevista con cuestionario. De prolongar en exceso
el comportamiento
silencioso, se dará por terminada la entrevista.
Quedará anulada. Cuando el silencio surge ante algunas
preguntas, quedará oculto en la categoría por la
que finalmente se opta, pues el silencio no es una
opción.
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