Publicación original: Colombia Médica, 1998; 29: |
RESUMEN
Las personas pueden tener
una sexualidad activa en la vejez. Aquí se describen los cambios por
envejecimiento que influyen sobre el sexo. En el hombre hay una disminución de
la libido y de la rigidez del pene, aumento del estímulo peneano directo para
alcanzar la erección, disminuye la fuerza expulsiva eyaculatoria, y se prolonga
el período refractario. Sin embargo, la urgencia eyaculatoria disminuye, lo que
protege de eyaculación precoz y facilita un coito prolongado. El exceso de
alcohol y las enfermedades como hipertensión, diabetes y déficit de vitamina
B12 afectan la sensibilidad peneana. La enfermedad vascular es la primera causa
de disfunción eréctil, e incluye la enfermedad arterial oclusiva y el escape
venoso peneano. En la mujer la libido disminuye por factores múltiples; si no
hay reemplazo hormonal la menopausia produce cambios involutivos en los órganos
urogenitales, como atrofia vaginal y disminución de la lubricación, esto es
menor en las mujeres sexualmente activas. La capacidad sexual y la sensación en
el clítoris permanecen intactas; el orgasmo permanece hasta edad muy avanzada
pero es menos explosivo.
Palabras claves:
Envejecimiento. Sexualidad. Geriatría.
Cambios físicos. Vejez.
*********
El mito que "los
ancianos ni están interesados ni son capaces de comprometerse en actividad
sexual" cambia gradualmente. No obstante, aún está lejano el día por
alcanzarse un conocimiento completo de la sexualidad geriátrica. Hasta hace
poco, se creía generalmente que el contacto sexual era de esperarse en los
adultos jóvenes, pero era "anormal" cuando aun fuera sólo deseado por
los ancianos1. Los hombres ancianos que expresaban interés en el
sexo se catalogaban como "viejos sucios o verdes," y las mujeres
ancianas que exigían ser sexualmente activas no tenían la posibilidad de
expresarlo. En la actualidad, las oportunidades para una discusión franca, la
educación, y la investigación en envejecimiento sexual normal se vuelven
rápidamente una realidad.
CAMBIOS EN EL HOMBRE
Disminución de la libido.
Claramente, el interés sexual cambia con el envejecimiento. Uno solo tiene que
pensar en la niñez y en la adolescencia para recordar los cambios que
ocurrieron durante la pubertad. Los niños prepúberes muestran una aversión a
las interacciones con miembros del sexo opuesto. Sin embargo, durante la
pubertad, el comienzo del aumento de la secreción de testosterona por los
testículos lleva a un cambio bastante notable en la conducta heterosexual; de
repente los niños encuentran a las niñas interesantes y quizá incluso
atractivas. Durante la adultez temprana, los niveles de testosterona alcanzan
su pico máximo, así lo hace también la libido. En esta época muchos hombres
empiezan a buscar una compañera sexual, y muchos se embarcan en una relación
matrimonial. Con el comienzo de la edad madura, hay un cambio gradual en el
deseo sexual, a menudo imperceptible. Los hombres en los cuarenta y cincuenta
casi invariablemente permanecen libidinosos, pero encuentran que su interés en
el contacto sexual empieza a cambiar. Los intentos para la relación sexual per
se llegan a ser menos frecuentes y aumenta la importancia de las caricias.
Aunque no es parte del envejecimiento saludable normal, algunos hombres pueden
sentirse menos interesados en el sexo debido a trastornos de salud como en el
caso de la enfermedad coronaria, o en respuesta a una reacción adversa a una
droga legal o ilegal (ej. antihipertensivos, marihuana). Con el comienzo de la
vejez, los hombres frecuentemente tienen dificultades con el retiro laboral y
la pérdida asociada de la productividad financiera. Las alteraciones en la
autoimagen pueden dar lugar a una disminución en la autovaloración y en el
sentimiento de lucir atractivo. Estos sentimientos de insatisfacción se
acompañan por la disminución progresiva con el envejecimiento de los niveles de
testosterona, que muy seguramente juegan un papel en las alteraciones
posteriores de la libido. Aunque los hombres muy ancianos usualmente no
experimentan un interés fuerte en el sexo, como fue característico en la
adultez temprana, muchos informan un interés continuo hasta un grado leve o
moderado2,3.
La causa de esta
disminución gradual en la libido con el envejecimiento es obviamente
multifactorial, pero la secreción testicular de testosterona juega un papel
preponderante4. Al envejecer, hay disminución gradual en el volumen
testicular y fibrosis global del testículo5. Aún no se sabe si estos
cambios relacionados con el envejecimiento se deben a algún fenómeno celular
primario, o en cambio a una insuficiencia vascular progresiva. El último
resultado, sin embargo, es una disminución lenta pero persistente en la
disponibilidad de la testosterona al envejecer, y una disminución asociada en
el interés sexual6,7.
La necesidad para un mayor
estímulo directo. Como un adolescente, la mayoría de los adultos jóvenes
encuentran que aun una estimulación peneana mínima lleva a una erección. Unos
pantalones apretados, un toque breve con la mano, o virtualmente cualquiera
estimulación peneana directa causará a menudo una erección en un hombre
saludable de 18 años. Con el paso de los años, aparece una necesidad casi
imperceptible de una estimulación peneana adicional para alcanzar una erección8.
Cuando el hombre se acerca a la edad de la jubilación, esa necesidad para una
mayor estimulación llega a ser notoria, y se percibe a menudo como una franca
impotencia. La causa de esta relativa insensibilidad del pene permanece
incierta, pero es seguramente una combinación de degeneración neural
"normal" y el desarrollo de enfermedades crónicas (p.e., diabetes
mellitus) las cuales se sabe que alteran la función nerviosa.
La necesidad de una mayor
estimulación peneana con el envejecimiento se relaciona con una disminución
gradual en la velocidad de conducción nerviosa y una pérdida asociada de la
sensación vibratoria a nivel del pene9,10. Esta
disfunción nerviosa se manifiesta no sólo como una disminución en la
sensibilidad peneana sino también como una lentitud en el tiempo de respuesta a
los estímulos ambientales. Las causas de esta disfunción neural son
probablemente múltiples. Primero, las células nerviosas no se multiplican; las
neuronas que se tienen a los 80 años son las mismas que cuando se tenían 6
meses de edad. Al envejecer, estas neuronas se deterioran, y disminuyen su
capacidad para funcionar a los niveles previos de eficiencia. Adicionalmente,
hay un aumento gradual en la prevalencia de las enfermedades crónicas, muchas
de las cuales debilitan la eficiencia neuronal11.
Las enfermedades que
comúnmente afligen al varón anciano, y que pueden debilitar la función sexual
en general, incluyen la artritis, la hipertensión, la enfermedad vascular y la
diabetes12. De estas enfermedades, sólo la enfermedad vascular y la
diabetes juegan un papel importante en alterar la función neural. Todos los
hombres desarrollan virtualmente algún grado de enfermedad vascular
ateroesclerótica en el envejecimiento. Con la disminución gradual de la
capacidad de los vasos sanguíneos para enviar el oxígeno hacia los nervios, hay
un deterioro lento pero progresivo en la función neural. Además,
aproximadamente 20% de los varones ancianos sufren de diabetes mellitus, y más
o menos la mitad desarrollarán impotencia diabética. Un pequeño porcentaje
adicional sufre de otras formas no-diabéticas de disfunción nerviosa que
incluyen abuso de alcohol y deficiencia de vitamina B12. Cualesquiera de estos
trastornos pueden tener un efecto adverso sobre la respuesta a la estimulación
peneana.
Rigidez peneana disminuida.
Cuando se es hombre joven, las erecciones son casi invariablemente rígidas y el
pene erecto es difícil de doblar. Aunque la rigidez declina gradualmente, al
comienzo de los sesenta la mayoría de los hombres cae en la cuenta que sus
erecciones ya no tienen la misma rigidez que solía tener. Usualmente, sin
embargo, las erecciones son aún adecuadas para un coito vaginal durante el
período de sesenta a sesenta y cinco años. Al acercarse los setenta, a menudo
hay una aceleración en la disminución de la rigidez eréctil, a pesar de una
gran estimulación peneana directa, que lleva a erecciones que dejan de ser
adecuadas para la penetración vaginal13. En este tiempo el varón
viejo reducirá las relaciones sexuales, altera sus prácticas sexuales, o busca
la asistencia de un profesional de la salud.
Es necesario determinar si
esta disminución que se asocia con la edad en la rigidez eréctil es
"envejecimiento normal." Aunque hay informes de hombres que mantienen
una adecuada función eréctil en edades extremas, por lo general son miembros de
sociedades no-industrializadas con dietas, estilos de vida y expectativas
sociales bastante distintas de las de occidente14. Casi todos los
hombres, por otro lado, demuestran usualmente una relativa disminución
progresiva en la función eréctil que en realidad se relaciona más con una
combinación de degeneración neural y enfermedad vascular15.
La enfermedad vascular está
simultáneamente en varios lugares del organismo, y la enfermedad coronaria
aun es una causa común de mortalidad. Sin embargo, la enfermedad vascular
raramente se localiza sólo en el corazón, más bien es una enfermedad difusa
que además afecta al pene. La incapacidad de mantener un volumen adecuado
de sangre dentro del pene resulta en una rigidez peneana deteriorada. La enfermedad
vascular peneana es en verdad la causa más común de erecciones inadecuadas
en la vejez entre los varones. Es difícil determinar si las fallas en las
erecciones se deben a enfermedad oclusiva arterial peneana o a insuficiencia
venosa peneana, pero es una distinción importante.
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